26 de Marzo 2018
Notamos de inmediato que la lluvia había hecho estragos en las calles, abriendo zanjas por todos lados. Nuestra calle ya no era como la habíamos dejado, y se habían abierto algunas feas zanjas donde el agua había cruzado la calle. La casa estaba totalmente a oscuras por haber saltado el disyuntor en algun momento, pero encontramos todo intacto. En cuanto se calentó el agua del termotanque nos dimos una ducha y nos fuimos a dormir. Nuestra heladera estaba totalmente vacía a nuestro regreso de modo que el martes fuimos a abastecernos de provisiones al centro. En vista de la inminente visita de Karin hicimos un plan de comidas para el resto de la semana, y con la firme decisión de comenzar a hacer gimnasia en forma regular bajamos a la costa a hacer uso de los aparatos montados allí. Llegamos poco antes de la puesta del sol que fue con cielo totalmente despejado. Entre los trabajos pendientes en la casa figuraba la limpieza anual de la chimenea de la estufa y como el miercoles era un día templado encaramos esa tarea, quedando lista la estufa para el invierno. Nos alcanzó el tiempo para hacer un paseo por la playa e ir nuevamente a hacer ejercicios con los aparatos. Karin llegó esa noche a Montevideo, con la idea de que la recogieramos al día siguiente ya que teníamos entradas para ir a ver ballet en el auditorio del Sodre. Partimos temprano para allá, con poco tráfico siendo jueves santo, y a las diez de la mañana nos encontramos con Karin fuera del departamento donde había pernoctado. Estaba situado en la ciudad vieja, muy cerca de la rambla, y buscamos un café en las cercanías para que Karin desayunara algo. Después de un paseo por el barrio terminamos en el muy concurrido mercado del puerto, donde almorzamos muy bien. Había una exposición de cuadros en el museo de artes visuales del parque Rodó y para allá fuimos por la tarde con el auto. Paseando también por el parque se fue acercando la hora de ir al teatro y dejamos a Karin en un restaurante cercano donde había internet y enchufes para que ella pudiera trabajar en tareas de su curso de escritura. Nosotros disfrutamos de la extraordinaria actuación del ballet del Sodre y tuvimos la suerte que esa noche la primera bailarina fuera la que había sido galardonada como la mejor del mundo el año anterior. La obra era La Bella Durmiente, con magnífica coreografía y escenografía, y ni que decir de las imposibles piruetas de los bailarines. Karin nos esperaba al terminar la función y regresamos a la casa hacia medianoche tomando como siempre la ruta por la rambla de Montevideo y Ciudad de la Costa.
Uno de los propósitos principales de Karin aquí era ponerse al día con sus estudios y les dedicó unas cuantas horas del viernes a la mañana. Era un día magnífico de sol por lo que también hubo playa y siguiendo con nuestros planes hicimos una sesión de ejercicios en los aparatos. Como todos los viernes santo, este año se organizaba también la fogata en el parque del castillo Pittamiglio a la puesta del sol y fuimos para allá con el auto llevando sillas playeras. Se congregó una buena cantidad de gente y hubo muy linda música en vivo. Al rato de ponerse el sol apareció la luna llena de modo que el espectáculo fue completo y a Karin le gustó mucho. Nuestro jardinero Nicolás prometió venir a cortar el pasto el sábado por la mañana y así lo hizo. Se llevó también un colchón sin uso que teníamos en el galpón además de la mesa de plástico ya bastante deteriorada que habíamos heredado de Osvaldo y Yolanda. Aproveché para hacer orden en el galpón preparándolo ya para nuestra ausencia. Karin estaba mucho más ocupada con su trabajo en el club sueco y no podía venir de casera este año. Sin embargo se comprometió a venir un fin de semana por mes durante nuestra ausencia. Eso le explicamos también a Nicolás, que prometió seguir cortando el pasto. Con un nuevo día de sol y buena temperatura bajaron tanto Karin como Alicia a la playa. El domingo de pascua, aun con buen sol, nos comunicamos con nuestras familias en Suecia. Johanna y Viktoria estaban festejando en Torekov y Viktoria iba a volver ese día a Malmö, quedandole ya solo tres días antes del regreso a Buenos Aires donde Matías estaba buscando activamente un departamento para alquilar. Nosotros queríamos cenar afuera y optamos por el restaurante Bacanal, ex Barcino, en el balneario Las Flores. Había cambiado de dueño y de estilo pero continuaba siendo agradable y tenía buena comida.
Lunes 2 de abril. El regreso de Karin era el día martes con el buquebus, saliendo en omnibus de Montevideo a Colonia poco después de las seis de la mañana. No teníamos ninguna conexión buena desde Piriápolis a Montevideo pero encontramos una buena solución reservando un pasaje desde Pan de Azucar con el ómnibus que venía de Chui y pasaba por allí a las tres de la mañana. El lunes llevé a Karin a la terminal de omnibus de Piriápolis donde compré mi viaje a BA para el jueves a la tarde, con regreso el lunes. Esta vez era con el barco de Buquebus que salía de Montevideo, con salida en bus desde Piriápolis. Karin por su cuenta compró un viaje para hacer su primer escapada a Piriápolis el 27 de abril con regreso el 1 de mayo. Luego continuamos hasta Pan de Azucar a 15 km de distancia, a retirar su pasaje, con la mala suerte que la oficina estaba aun cerrada lo que significó una nueva ida más tarde. Habia desmejorado considerablemente el tiempo, con viento y amenaza de lluvia. A las dos y media de la mañana del martes y con una leve llovizna alcanzamos a Karin a la terminal de Pan de Azucar, donde con solo diez minutos de atraso pasó el omnibus de Rutas del Sol hacia Montevideo. Por ruta y ciudad desierta regresamos a la casa y nos volvimos a acostar.