Nací el 30 de junio de 1947 en el hospital alemán de Buenos Aires, siendo mis padres Jorge Hatzenbühler y Ursula Schatz. Tengo entendido que mi madre, quien vivía en la chacra de cultivo de manzanas que tenía su padre Felix entre Cipolletti y Cinco Saltos en la provincia de Río Negro, prefería tener sus partos en Buenos Aires al igual que muchas otras mujeres alemanas. Así fue también con mi hermana Elsa, nacida un año antes que yo.
Creo que al poco tiempo de nacer regresamos a la chacra, donde pasé los primeros años de mi vida. En diciembre del año 1947 hubo varios casos de poliomielitis en el Valle y nos llevaron a mi hermana y a mi al Bolsón para evitar posibles contagios.
Supe por los diarios de mi padre que ya en octubre del año 1948 mi madre le había anunciado que había perdido afecto por él. Mi hermana y yo estábamos con mi madre, y en enero de 1949 viajamos a San Carlos de Bariloche con ella y su padre mientras que mi papá seguía trabajando en la chacra.
Mi padre con mi hermana y mi madre conmigo en la chacra
Mi abuelo paterno compró una motocicleta a principios del año 1949 que puso a disposición de mi padre y con ella llegó a Bariloche el 9 de mayo después de cuatro días de viaje. Compartió vivienda con mi madre pero ya a mediados de año mi padre había comprendido que el matrimonio había llegado a su fín. El se quedó en Bariloche para estar cerca nuestro pero a partir de agosto se fue a vivir a la casa del señor Mager. Mi madre le había reprochado que él me prestaba más atención a mi que a mi hermana, cosa que el consideraba una acusación injusta. Mi padre solía salir con nosotros los domingos cuando el tiempo lo permitía. Á todo esto, mi abuelo Felix se casó a fines de junio del año 1950 con Elsa Larroudé. El tenía 62 años, ella 21.
Según contó mi tía Ellen (la hermana de mi madre), ella comenzó a tener problemas de salud antes de que yo cumpliera los tres años y decidió viajar a Buenos Aires para hacerse atender. Tuvo una descompostura fuerte en el tren y al llegar a Buenos Aires el 12 de julio del año 1950 la llevaron directamente al hospital Ramos Mejía donde estuvo internada hasta el 16 de julio, día en que falleció a las 04:30, aparentemente a causa de la ruptura de la vesícula biliar. Tenía escasamente 26 años de edad. En el certificado de defunción anotaron "deficiencia hepática grave". Mi papá se enteró dos días más tarde y también supo que mi abuelo Felix había viajado el día anterior a Buenos Aires llevandonos a mi hermana y a mi. Mi padre llegó en tren a Buenos Aires el 21 a la tarde y se alojó en casa de mis abuelos paternos en el chalet que alquilaban en Acassuso. Ese mismo día fue hasta la casa de la familia Larraudé en San Isidro a buscar a Felix pero no lo encontró allí ya que estaba en un hotel en el centro. Allí lo encontró y le solicitó que nos entregara. Felix prometió venir al día siguiente a dejarnos en Acassuso. Mi padre esperó en vano y cuando llamó al hotel le informaron que Felix ya se había ido. Fueron infructuosas las averiguaciones que hizo para saber de nuestro paradero y cuando se presentó ante el tribunal defensor de menores de San Isidro le aconsejaron que presentara su caso en Bariloche.
El 24 llegó un telegrama de Felix diciendo que quería aclarar la situación judicial y a partir de ese momento comenzó una larga lucha por nuestra tenencia. Aparentemente Felix estaba empeñado en obtener nuestra tenencia, y naturalmente mi padre tenía las mismas intenciones. El relato detallado de la batalla legal se encuentra en uno de los diarios de mi padre.
Mi padre regresó a Bariloche en tren el 26 de julio, después de hacer gestiones intensas pero infructuosas para hacerse de una cedula de identidad nueva al haber extraviado la suya en Buenos Aires. En Bariloche no había noticias de Felix, y a mi padre solo le quedaba la opción de hacer una presentación personal o por carta ante el defensor de menores en Viedma, capital de la provincia de Rio Negro.
Recién el 6 de agosto apareció Felix en Bariloche con nosotros y cuandó papá le reclamó nuestra devolución se negó a hacerlo, poniendo el caso en manos de abogados. Recién un año más tarde, en agosto del año 1951 terminó el juicio contra Felix, con sentencia favorable a mi padre. Él viajó al Valle en tren dando toda la vuelta por Bahía Blanca y fue a buscarnos a la chacra acompañado por el juez de paz. No tengo memoria de estos hechos, pero supe por el relato de mi padre que hicimos un escándalo mayúsculo cuando nos vino a buscar. Después de una separación tan prolongada, él era prácticamente un desconocido para nosotros.
Mi madre
Mi hermana y yo
Elsa y yo en Córdoba
Muchos años más tarde, cuando ya mi abuelo Felix había fallecido, me volví a encontrar con su viuda, quien seguía viviendo en el pedazo de chacra que le había correspondido después de la sucesión. La fui a visitar con cierto recelo, ya que tenía fama de loca y de bruja entre la gente de la zona, y la encontré realmente extravagante. A tal punto era mi aprehensión que le pedí a mi amigo Carlos Schramm que me acompañara. En esa oportunidad me regaló un reloj de pulsera que había sido de mi abuelo Felix, mi primer reloj, y que me hizo sentir muy orgulloso. Creo que finalmente terminó internada en un instituto mental.
Después que nuestro padre nos recuperara, viajamos a Buenos Aires el 20 de agosto del año 1951, de pasada para Bajo Chico, un paraje cercano a Alta Gracia en Córdoba. Mi abuelo paterno, Federico, tenía allí un campo de unas 120 hectáreas con sembrados y animales, llamado granja Los Alamos, que mi padre iba a administrar. Comencé a asistir a la escuela, junto con mi hermana a partir de marzo del año 1953. Entré directamente a primer grado superior, ya que por alguna razón ya sabía leer y escribir.
Tengo vagos recuerdos de nuestro período en ese campo y tampoco hay mucha información en los diarios de mi padre. Jugaba mucho con mi hermana y también teníamos gente conocida en la zona que solíamos visitar. Nuestro medio de transporte era el sulky con caballo, mientras mi padre soñaba con tener una moto. Mi padre tocaba muy bien el acordeón a piano y muchas veces lo hacía en la galería de la casa donde vivíamos. También recuerdo las frecuentes tormentas eléctricas y las fogatas que se hacían el 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo y que se veían a la distancia en las laderas de las montañas.
Mucho décadas más adelante, concretamente el año 2014, hicimos un paseo a Cordoba yendo también a ver la casa. Con ojos de adulto comprobé que era mucho más pequeña que lo que irecordaba de niño.
Tuve varios accidentes menores durante esa época, algunas veces me lastimé con alambres de púa, e incluso una vez recibí una patada de un caballo al que me había acercado demasiado del lado equivocado. Tampoco era raro descubrir víboras en las cercanías de donde estábamos jugando pero por suerte nunca sufrimos ninguna mordedura.
En un viaje a Buenos Aires nos bautizaron a Elsa y a mi en la iglesia de San Isidro el 5 de julio de 1952. El deceso de Eva Perón se produjo el 26 de julio de 1952 y tengo un vago recuerdo de haber ido a ver el feretro con la tía Georgette. Según los diarios de mi papá, sus padres y su hermana hacían también frecuentes visitas a la granja.
Ya a fines del año 1954 nuestro abuelo había decidido deshacerse del campo de Córdoba. Según los escritos de mi padre había diferencias de opinión con él acerca de la forma de trabajar. Mi padre quería modernizar las tareas, por ejemplo comprando un tractor, pero el abuelo se negaba. Mi padre decidió volver a establecerse en Bariloche, y se vendió el campo. Recuerdo el día en que mi padre me explicó que yo iba a quedarme en Buenos Aires con mis abuelos paternos, mientras que él y mi hermana se iban a radicar en Bariloche. Era mejor para mí estar en Buenos Aires porque iba a recibir mejor educación, fue la explicación. Incomprensible para un niño de 8 años, pero no había alternativas ya que esas decisiones estaban en mano de los adultos. Probablemente todos pensaban hacerme un gran favor sin pensar que un niño sin madre perdía así también a su padre. Visto a la distancia podría perfectamente haber ido a la escuela en Bariloche donde recursos no faltaban, pero así se dieron las cosas y sin saber cómo, pienso que esta medida tuvo una enorme influencia negativa en mi vida. El 19 de agosto del año 1955 fue el último día que estuvimos en la granja y me quedó grabado el viaje de regreso en tren a Buenos Aires con todos nuestros bártulos, y con un terrible dolor en las piernas por haber dormido sentado durante el largo viaje. Así está relatado en el diario de mi padre:
"Viernes 19. Día lindo. Última mañana en casa. Viene Olsina a las doce y media y nos lleva al pueblo. Dejo a Federico en la peluquería y voy al banco. Luego voy a la casa de la familia Moscatelli. Tomamos el té allí, yendo luego a la estación. ¡Olsina trae las valijas unos diez minutos antes de la salida del tren! Yo había caminado unas cuadras en el pueblo buscándolo! Salimos a las 17.40 de A. Gracia hacia Córdoba . A las 19.20 de Córdoba, llegando a las 9.20 a Retiro. Una hora de atraso. Coche moderno con asiento giratorio. ¡La calefacción andaba demasiado bien!. Los chicos durmieron m.o.m. bien. Papá durmió algo, yo también. En la estación nos esperaba Gettchen [la tía Gergotte] y el Sr. Dabelstein."
Nota: aquí algunas fotos adicionales de familia, seleccionadas de las muchas que encontré en los archivos de la tía Ellen.