19 de Noviembre 2015
Agustín apareció el jueves a las seis y media de la mañana y nos llevó a Dársena Norte, desde donde zarpaba el Seacat a las ocho. Minutos antes de la salida cayó un aguacero fenomenal que ya se veía venir. Por falta de previsión y a pesar de las corridas de los empleados muchas valijas quedaron bien mojadas. El cruce a Colonia fue muy tranquilo, y con el micro de Buquebus llegamos sin incidentes a la terminal de Tres Cruces en Montevideo donde dejamos los bultos en el depósito. Caminando llegamos al restaurante de la calle Tristán Narvaja para almorzar, previo paso por un Abitab donde saqué turno para ir el lunes siguiente en el registro civil de Maldonado a las 15.45. En La Molienda nos aprovisionamos de avena, nueces, almendras, y chips de bananas, y en el negocio de las lámparas fracasamos con la compra de la lámpara para el baño pues se había agotado y vendrían nuevas al dia siguiente. Quedó entonces para el jueves siguiente. Tomamos el COT de las 18.15, que no pudo salir a horario pues había un piquete a la salida de la terminal que cortaba el paso a intervalos regulares. Finalmente nos dieron paso y de todos modos tuvimos suerte pues al día siguiente iba a haber un paro total de micros. Poco antes de llegar a la terminal de Piriapolis llamamos por teléfono sl vasco para que nos llevara a la cabaña con su taxi. Encontramos la casa en perfecto estado, sin corte de luz, e hicimos una frugal cena antes de acostarnos.
Amanecimos con un viernes soleado y agradable, y después del desayuno partimos en las bicis hacia Piriápolis. Nuestra primer parada fue en el vivero Gaby donde compramos dos rosales trepadores, un par de plantas más y las ménsulas de hierro forjado que necesitaba para montar el estante de la cocina. Pedimos que nos trajeran todo a la cabaña en su camioncito y continuamos al Dorado para aprovisonarnos ya que la heladera estaba practicamente vacía. A ellos les pedimos también entrega a domicilio, aprovechando para comprar cuatro bidones de 6 litros de agua envasada. A la noche habíamos pensado ir a cenar al Argentino Hotel de Piriapolis para festejar nuestro primer año de convivencia pero nos acobardamos al refrescar notablemente a la caida del sol. En su lugar fuimos hasta la pizzería Morales del barrio. Dejamos la cena del hotel para cuando las noches fueran más templadas. Desde Suecia recibimos la noticia del fallecimiento de Melita, la madre de Elena.
El sábado fue otro día espectacular de sol. Alicia tenía turno a las diez de la mañana con una dentista que tenía su consultorio en Playa Hermosa, no lejos de casa. Desde allí continuamos en bicicleta a Piriápolis pues era día de feria. De pasada entramos al pabellón de las Rosas detrás del Argentino Hotel, donde se desarrollaba la primer feria inmobiliaria de Piriapolis. La feria no daba para mucho, y más nos impresionó el mal estado del edificio, otra mancha negra en la fama de Piriapolis como centro turístico. De regreso en Miramar nos dedicamos al jardín, quitando malezas, plantando los rosales y ordenando la huerta. Fue el historico día en que la huerta nos proporcionó por primera vez rúcola y una hermosa frutilla. Andrés había hecho el segundo corte de pasto del mes y todo se veía muy prolijo. Cuando comenzó a bajar el sol suspendimos las tareas y bajamos a la playa a matear y caminar un poco. Llevamos dos bolsas para juntar basura y se llenaron enseguida con plásticos de todo tipo y color. A la noche cenamos pescado que habíamos comprado a la mañana en la feria. Desde Bariloche recibimos noticias de un nuevo fallecimiento, esta vez Bernardo, que estaba sufriendo de un cancer avanzado. Y desde Buenos Aires avisó Viktoria que habían comprado pasajes para venir a visitarnos el 29 de diciembre.
Alicia tenía que dar su cambio de dirección en el registro electoral y existía la posibilidad de hacerlo el domingo en la escuela de Piriápolis. Pasamos primero por Uriel a comprar sorrentinos y luego fuimos a la escuela donde descubrimos que recién atendían a partir de la una de la tarde y solo daban 20 números. Aprovechamos para hacer compras en una ferretería y luego volvimos a la escuela donde Alicia quedó en quinto lugar. Finalizado el trámite regresamos a Miramar y no faltó el paseo a la playa con la matera. A la noche comenzaron a llegar los resultados de las elecciones en la Argentina, que en forma preliminar le daban una ventaja importante a Mauricio Macri. De confirmarse comenzaba un nuevo ciclo en la Argentina, bastante incierto ya que significaba una orientación política totalmente diferente a la era kirchenista.
6177955-5, esa sería mi flamante número de cedula de identidad uruguaya. El lunes 23 de diciembre fue un día agotador. Con las bicis fuimos hasta la terminal de ómnibus de Piriápolis y desde allí continuamos con el micro de Guscapar de las diez y cuarenta y cinco a Maldonado. Llegamos con varias horas de anticipo a mi cita en la Dirección Nacional de Identificación por lo que anduvimos por el centro recorriendo negocios. Compramos telas para hacer almohadones y controlamos precios de colchones con resortes. Tratamos de conseguir también las lámparas de embutir para la mesada de la cocina en Fivisa pero nos resultaron un poco saladas. A las 15:45 estuvimos en las oficinas de la Dirección y resultó que querían también una copia de mi partida de nacimiento apostillada por lo que tuvimos que salir a rastrear un lugar donde hicieran copias. Ya con todos los papeles en orden hice el tramite para hacerme la cédula de identidad, lo que incluyó foto y firma y huellas digitales. Demoró lo suyo el trámite por lo que Alicia se adelantó a ir a visitar a nuestro amigo Sergio que vivía en las cercanías. Estuvimos con el hasta las seis y media, tomando mate y apreciando sus trabajos de pintura y grabado. Nos mostró su casa que en parte estaba en construcción y nos regaló una cantidad de limones de su limonero. Después emprendimos el regreso a la cabaña con el colectivo y luego las bicicletas, llegando con las últimas luces del día.
Martes y dia muy ventoso pero con sol. Con las bicicletas fuimos a la casa de electricidad de Piriápolis a comprar los tres spots que necesitabamos para armar el estante sobre la mesada con iluminación. En una bicicletería compramos sendas canastas ya que las originales estaban totalmente corroidas por ser chinas y además haber afrontado un año de clima marítimo.También encargamos un camión más de tierra en el vivero Gaby para terminar de rellenar el terreno, que traerían el viernes. Pasé la tarde preparando el estante, que quedó finalmente colocado sobre sus mensulas y con una cadena en cada extremo sujetas al techo como soporte. Los tres spots con sus lámparas led quedaron funcionando también, aunque todavía había detalles menores pendientes. Asi tuvimos finalmente luz sobre la mesada, un paso más hacia la finalización de la cabaña. Alicia comenzó a encarar la tarea de hacer almohadones con las telas que habíamos comprado el día anterior en Maldonado.
Nueva jornada ventosa. El miércoles no quisimos salir a ningún lado y dedicar el dia a la casa. Estuvimos toda la mañana sin electricidad a causa de un corte anunciado, y el vivero de Gaby nos trajo la tierra antes de lo previsto pues vino sobre el mediodía. Puse de inmediato en marcha la carretilla y comencé a repartir tierra. Después de unas horas de trabajo y sin que la montaña disminuyera de forma apreciable suspendí la tarea y me dediqué a mejorar la instalación eléctrica de la cocina, canalizando el cable suelto que alimentaba el modem de internet. Alicia se dedicó a la huerta y hacia el atardecer descubimos que las hormigas habían vandalizado uno de los rosales, dejandolo casi pelado. Parecían estar haciendo acopio previendo el mal tiempo que se esperaba para el viernes. Traté infructuosamente de comunicarme con Johanna por Skype y le dejé un mensaje. Por la radio anunciaron un paro del sector de transporte que podría complicarnos el viaje a Montevideo del día siguiente pero de todos modos reservamos pasajes. De la huerta salió una buena ensalada de lechuga y rúcula para acompañar la cena.
Llegó el jueves, dia de ir a Montevideo y lo primero que hicimos al llegar a Tres Cruces fue comprar los pasajes para viajar a Buenos Aires el 23 de diciembre con retorno el 27 con el Seacat. Luego fuimos al registro civil para presentar mi partida de nacimiento argentina y solicitar que la registraran, lo que estaría listo un mes más tarde. En la casa de electricidad conseguimos finalmente la lámpara que queríamos para el baño. Ya en camino a Tres Cruces encontramos un negocio donde vimos que tenían relleno para los almohadones y compramos dos bolsas de un kilo cada una. Llegamos justo a tiempo para tomar el omnibus de COT y regresar a Piriápolis con una tarde gris que ya presagiaba la lluvia anunciada para la noche y el viernes. Más tarde escuché el relato del partido River - Huracán que terminó empatado 2 a 2 y que lamentablemente dejó afuera a River de la copa sudamericana.
El viernes pudimos comunicarnos finalmente con Johanna por skype. Estaba en su departamento de Malmö y nos mostró a Ellen recién despierta. Aquí se había anunciado lluvia y no falló. Cayeron algunos chaparrones torrenciales y al no poder trabajar afuera me dediqué a un par de tareas de electricidad que estaban pendientes, incluido montar la lámpara para el baño que habíamos comprado en Montevideo el día anterior. Alicia sacó la máquina de coser y comenzó a armar los almohadones con las telas compradas en Maldonado y el relleno comprado en Montevideo.
Volvió el sol y el sábado salimos hacia Piriapolis después del desayuno en excursión de compras. Comenzamos por Cabral donde compramos un muy necesario extractor para la cocina y una cuna para los bebes que esperabamos nos visitarían en un futuro no muy lejano. Esos artículos los entregarían el martes siguiente. Luego continuamos por la avenida Piria hasta el negocio del aserradero Las Victorias donde encontramos un mueble de cocina que con pocas modificaciones sería posible colocar bajo la pileta del baño. Prometieron entregarlo el lunes siguiente. Con esas compras hechas fuimos hasta la heladería El Faro sobre la rambla antes de regresar a la casa. El pasaje B (donde estaba la cabaña de Alicia) estaba poblado de autos estacionados a causa de que en una de las casas vivía un edil donde se había convocado a una reunión de la que participó el mismísimo vicepresidente de la república. Para rematar las compras del día, Alicia encargó por teléfono un colchón con resortes de un negocio de Maldonado pues no hubo caso con el de espuma que teníamos. El nuevo colchón llegaría también el lunes. Al atardecer fuimos a mirar la casa de Osvaldo y Yolanda que iban a llegar de regreso de Suecia el lunes. También pasamos a saludar a Juan y su señora y a pedirles prestada la amoladora para poder cortar a medida las cadenas que sotenían el estante de la mesada de la cocina.
Primer domingo de adviento, y nueva salida a Piriápolis, esta vez para ir al cajero automático y también a hacer algunas compras al Devoto. Allí nos hicimos de dos sillas playeras de aluminio que habíamos planeado comprar hacia rato. Eran lo suficientemente livianas como para poder llevarlas en las bicicletas. Con una linda tarde de sol acarreé unas carretilladas más de tierra, mientras Alicia cambiaba los canastos de las bicicletas. Cortamos también las cadenas y las pinté de color negro con pintura en aerosol. Las compras de Devoto vinieron al rato, y al atardecer estrenamos las sillas mateando en la galería mientras se ponía el sol.
El mejor día de la temporada hasta ahora. El lunes 30 de noviembre fue soleado y cálido, con una leve brisa, perfecto! A las once en punto llegó un camioncito con el colchón a resortes enfundados encargado a la tienda de Maldonado, y el colchón de espuma sobrante fue a dar al galpón como reserva. Esperábamos también que viniera el transporte de Las Victorias con el mueble para el baño pero nos falló. Aprovechamos el día haciendo orden en el galpón, donde acomodamos también las valijas, y de todo el sobrante de machimbre corté tablas para colocar como tapajuntas en el techo una vez aplicado el protector de madera. Por primera vez apareció una víbora o culebra en el terreno, que no alcancé a ver. Alicia la vió en la cochera moviendose con mucha rapidez hacia el monte perseguida por dos pájaros que no cesaban de picotearla. A la noche hicimos una escapada a la casa de Osvaldo y Yolanda para ver si habían llegado, y efectivamente estaban allí aunque Yolanda ya se había ido a acostar agotada después del vuelo desde Gotemburgo sin haber podido dormir. Al sobresalto del ofidio se le agregó a la noche el espectáculo de un gigantesco cienpiés correteando por la casa y que atacamos con el aerosol "mata todo" para dejar knock-out y sacarlo afuera.
El martes nos ganó el transporte de Las Victorias, que llegó antes de que nos levantáramos con el mueble para el baño. Después del desayuno me puse a trabajar con el mueble, que quedó practicamente desarmado para hacer las adaptaciones necesarias que se requerían para meterlo bajo la pileta. Finalmente quedó en su lugar y estrenamos un mueble con puertas reemplazando el cajón abierto que nos había dejado Carlitos. De Cabral nos entregaron también el extractor para la cocina y la cuna, que eran encargos hechos la semana anterior. Tuvimos un día magnífico y como estaba cálido decidimos ir a la noche en bicicleta a cenar al Argentino Hotel celebrando el año de convivencia, lo que habíamos venido postergando. La comida en el hotel era un poco salada pero buena, y nos amenizaron con música en vivo para deleite de un grupo grande de jubilados que probablemente estaban pernoctando en el hotel y que aparecieron para cenar. Con una hermosa noche sin viento regresamos a la cabaña como a la medianoche.
Miércoles, y nos encontramos nuevamente en la condición de morosos por no haber pagado la cuenta de internet, que descubrimos estaba bloqueado. No habíamos pensado ir a Piriápolis ese día, pero no hubo más remedio que tomar las bicicletas e ir a las oficinas de Antel a pagar. Luego continuamos al banco República sobre la rambla a averiguar porqué no funcionaba el débito automático. Quedaron en investigar cual era el problema y contestarnos sobre el tema. Al haber ido al pueblo aprovechamos para hacer compras en El Dorado, incluidas dos reposeras, con entrega a domicilio. A la tarde cargamos las dos flamantes sillas playeras compradas la semana anterior y bajamos a la costa a matear y leer frente al mar. Cuando comenzó a refrescar y ya pensábamos en volver nos llamó Yolanda avisando que nos querían ver y los encontramos sentados en la galería de la cabaña esperándonos. Habíamos pensado ir a comer la pizzería de Morales pero cambiamos de plan y armamos una picada improvisada con Yolanda y Osvaldo.
El jueves era nuestro día de Montevideo y fuimos con el Copsa de las nueve menos diez, que demoró mucho en llegar a tres cruces. En La Molienda nos encontramos con la sorpresa de que se habían mudado una cuadra a un local muy moderno que no estaba totalmente terminado aun, Compramos los productos de siempre y en una colchonería sobre la avenida 18 de julio compramos también una bolsa de relleno para almohadas antes de regresar a tres cruces y tomar el colectivo de regreso. Cuando llegamos a Miramar vimos mucho humo a la distancia cerca de la costa que supusimos era un incendio de bosques, lo que luego nos confirmaron. A las siete de la tarde teníamos la reunión mensual de la comisión vecinal, que incluyó una charla del director y profesores del polo educativo tecnológico Arrayanes situado a 7 km de Piriápolis en camino a Maldonado. Nos ilustraron sobre los cursos que se daban a nivel secundario en ese instituto, en plan de divulgar sus actividades. Desde allí fuimos directo a la pizzería Morales a cenar. Desde Buenos Aires recibí un mensaje de Gabriel contando que se había quemado el conventillo lindero al Benito y que para combatir el incendio los bomberos habían entrado por el Benito, que por suerte no sufrió más daños que los provocados por los mismos bomberos y que Agustín se había ocupado de poner en orden.
Había quedado con nuestra peluquera Mariana (también presidenta de la comisión vecinal) en cortarme el cabello a las diez de la mañana del viernes y le pedí que hiciera un buen corte con máquina que me dejó bastante pelado. Cuando volví a la cabaña me aboqué a la tarea de colocar el extractor de la cocina, lo que me llevó bastante tiempo ya que había que hacer también el boquete de salida del conducto a la cochera. Opté por colocar tonillos pasantes para colgar el aparato pues no confiaba en anclarlo a la pared de yeso solamente. Nos faltó comprar la malla para colocar al extremo del conducto por lo que lo cubrimos provisioriamente con tela de arpillera. Alicia pasó el día afuera atendiendo al jardín y la huerta, y corriendo hormigas que estaban poniendose ya muy activas. La lluvia anunciada fueron unos pocos chaparrones de madrugada, y el incendio en la costa parecía haber quedado bajo control aunque al menos cinco casas habían quedado completamente destruidas.
Con escaso tiempo para desayunar salimos el sábado en las bicicletas hasta la casa de una dentista en Playa Hermosa donde Alicia tenía turno a las diez de la mañana. De allí pasamos por la fabrica de pastas de Uriel donde encargamos sorrentinos para seis personas más la yapa con los que ibamos a invitar a almorzar a Yolanda, Osvaldo, Illian e Isabel al día siguiente. Después una pasada por la feria de Piriápolis a comprar pescado, fruta, verdura y queso, y luego a la óptica donde había dejado mis anteojos de sol para que los repararan. Ya de regreso en la cabaña me puse a lijar y pintar con protector los listones que pensaba atornillar a los costados del techo. Andrés había hecho el primer corte de pasto del mes y quedó todo muy prolijo, aunque vi que se le había ido la mano cerca del cantero de las frutillas pues muchas de ellas quedaron rebanadas. El día había comenzado soleado y caluroso pero a la tarde comenzó a nublarse y se levantó un viento muy fresco. Habiendo observado el día anterior una intensa actividad de hormigas subiendo por una de las columnas de la cabaña decidimos abrir ese sector del frente y efectivamente encontramos un hormiguero en formación con una buena cantidad de aserrín que las hormigas habían sacado del machimbre. Después de eliminar el hormiguero cerré nuevamente el frente pero con tornillos en lugar de clavos para facilitar las inspecciones en el futuro. A la tardecita vino Yolanda con una amiga común que estaba de visita en su casa y se quedaron un buen rato mateando. Sos respectivos maridos se habían quedado en casa de Yolanda digiriendo las copas del almuerzo.
Hoy domingo 6 de diciembre recibimos de Viktoria y Matias la buena noticia de que se habían comprometido, Viktoria muy feliz con su flamante anillo. El casamiento sería hacia fines del año 2016, en Argentina, y en lo posible con la asistencia de la familia del otro lado del Atlántico también. Toda esta información nos llegó a la noche, después de la partida de nuestros invitados. A la mañana habia ido con la bicicleta hasta la fábrica de pastas Uriel a retirar nuestro pedido, y justo antes de las dos de la tarde alcanzamos a poner toda la casa en orden para la puntual llegada de nuestros invitados. Por primera vez eramos seis personas sentadas a la mesa redonda del living. El tardío almuerzo estuvo muy sabroso, Alicia siempre mejorando la salsa de tomates de Uriel. De postre tuvimos una ensalada de frutas también muy lograda por Alicia, a la que le incorporamos las cuatro frutillas maduras de la huerta. Respecto a las plantas de frutilla, tuve que retirar mi acusación a Andrés y su cortadora de pasto pues a la noche descubrimos que las hormigas estaban podando las plantas sin piedad. Era evidente que tendríamos una lucha constante con estos voraces insectos especialmente para que no devoraran la casa. Desde la Argentina las noticias no eran muy alentadoras respecto a un traspaso ordenado de la presidencia, con infantiles peleas y aparentemente con el gobierno saliente haciendo todo lo posible para hacerlo lo más complicado posible.
Lunes 7 de diciembre, soleado y ya propicio para desayunar afuera. Luego fuimos hasta la casa de Yolanda donde le pedí prestada la escalera a Osvaldo para dedicarme a atornillar los listones que había preparado para hacer los remates del techo. Ese trabajo me llevó practicamente todo el día, pero antes de la puesta del sol salimos a caminar un poco por el barrio, subiendo por la calle 2 hasta el final y bajando por la calle 3 de regreso a la cabaña.
El martes fue hasta ahora el día más caluroso de la temporada, pasando la marca de los 30 grados. También hicimos nuestro primer asado con una colita de cuadril y un chorizo comprados en El Dorado. Nos encontramos con la sorpresa de que estaban reparando la calle 7, la calle que tomábamos para ir a Piriapolis y que estaba intransitable mientras la máquina repartia toneladas de tosca. Hoy me tocó la ingrata tarea de limpiar la grasera, que después de hacer el gabinete exterior había quedado debajo de la garrafa y hubo que removerla primero. La cantidad de grasa que saqué fue pavorosa, casi inexplicable, y me llevó bastante tiempo e ingenio para pescarla del fondo. Siendo 8 de diciembre y siguiendo la tradición, Alicia sacó un pequeño arbol de navidad que colocó sobre la estufa, y luego se dedicó a decorar el pino frente a la cabaña. Le puso también una girnalda de luces y se vió muy bonito a la noche. Confiábamos en que ningún temporal destruiría la decoración. En Argentina continuaba la pelea entre el gobierno saliente y el entrante acerca de la ceremonia de traspaso, alcanzando ya niveles ridículos. El miércoles y el jueves parecía que iban a ser días complicados y con riesgo de enfrentamientos.
La montaña de tierra me seguía esperando y el miércoles decidí tomar la carretilla y seguir repartiendo. Los canteros de la huerta recibieron también un refuerzo pues la tierra se había compactado y hundido un poco. Aun quedó bastante tierra para seguir distribuyendo en el terreno donde hiciera falta. El día había amanecido nublado pero durante la tarde salió el sol y el atardecer fue magnífico. Dimos una vuelta en bicicleta a Piriapolis ya que Alicia tenía que hacer un control médico en la policlínica y de paso compramos algunas provisiones en El Dorado. En la esquina de la calle Misiones y calle 5 vimos que finalmente habían instalado el contenedor para tirar envases plásticos, aunque no había ningún letrero indicador. Era una iniciativa de la comisión vecinal, que quería distribuir varios en el barrio. En el corralón Heliópolis conseguimos una rejilla a prueba de cucarachas para tapar el boquete del extractor de la cocina, que monté en cuanto regresamos a la cabaña.
El 10 de diciembre del año anterior habíamos entrado de prepo y en condiciones precarias en la cabaña, y hoy jueves festejamos el año con un medio y medio, con la casa practicamente terminada. Durante la tarde tuvimos que dar una vuelta por Piriápolis a pleno sol y con mucho calor. Hicimos algunas compras en la ferretería y en Devoto y a la vuelta quisimos cenar en la pizzería de Morales pero la encontramos cerrada sin motivo aparente. Terminamos comiendo tacos en la galería de la cabaña, bien equipados contra los mosquitos que hicieron su aparición en cuanto se puso el sol. Para el día sugiente se pronosticaban nuevamente altas temperaturas, y nuestro plan era ir a Punta del Este, invitados por Illian e Isabel. En Argentina asumió finalmente Macri como presidente, con lo que comenzaba una nueva era bastante incierta pero seguramente muy diferente a la anterior.
Dia memorable el de hoy viernes, en que me hice de la cédula de identidad uruguaya. Para ir a Punta del Este fuimos primero en taxi a la terminal de omnibus de Piriápolis y desde allí en omnibus a Maldonado. Alicia estaba buscando una tela que no pudimos conseguir en los negocios del centro de Maldonado, y al estar ya abierto el registro civil fuimos allí a retirar mi cédula, que era provisoria por estar mi residencia en trámite, pero cédula al fin. Luego tuvimos la fortuna de enganchar un colectivo que iba a la terminal de Punta del Este y llegamos allí casi a las dos de la tarde. Illian e Isabel nos vinieron a buscar con su auto y nos llevaron a uno de sus dos departamentos, el cual estaban habitando aunque lo tenían ofrecido en alquiler. Nos sentamos a comer un muy buen almuerzo con ellos y después del postre salimos a dar una vuelta en auto por Punta del Este bajo un sol agobiante. Pudimos apreciar la diferencia de oleaje entre la playa mansa y la playa brava en la punta que hacía de límite geográfico entre el rio de la Plata y el océano. También nos mostraron el otro departamento, que estaba igualmente para alquilar. Ambos departamentos estaban en excelente estado y muy cuidados. Después del café, que tomamos en el amplio balcón con vista al mar y con el espectáculo de la puesta del sol, nos llevaron a la terminal de omnibus donde tomamos el COT de regreso a Piriápolis. Ibamos a bajarnos en la parada 10 y caminar hasta la cabaña pero en el trayecto se largó un chubasco y decidimos tomar un taxi. Llegamos a la cabaña pasadas las nueve de la noche, aun con casi treinta grados de temperatura y la casa hecha un horno. Decidimos que era hora de comprar un ventilador.
El sábado fue nuevamente un día de mucho sol y calor, ya a la mañana teníamos más de 30 grados. Desayunamos muy bien a la sombra en la galería. Algunas carretillas de tierra moví antes de que me corriera el sol, y también estuve reparando la unión de las tejas del techo con la canaleta del lado del fondo de la cabaña para que el agua de lluvia no cayera fuera de la canaleta. Las tejas negras hervían y lo sentí en las suelas de mis zapatillas. A la tarde se fue nublando y para la noche anunciaban lluvias y tormentas. Además del ventilador decidimos apurar la fabricación de mosquiteros para colocar en las tres ventanas faltantes ya que los mosquitos atacaban sin piedad en cuanto anochecía. Hoy logré ubicar a Johanna y hablamos un rato por Skype mientras ella caminaba con KF y Ellen a la casa de Axel, hermano de KF.
La lluvia y la tormenta quedaron en la nada en Miramar aunque si se produjo en otras partes del pais con bastantes destrozos, y amanecimos con un domingo tranquilo y soleado. Hice una escapada a la fabrica de pastas de Uriel a comprar tallarines y salsa y luego dediqué buena parte del día a quitar el sobrante de pastina y cemento de los cerámicos de la vereda alrededor de la casa. Alicia siguió fabricando almohadones y cuatro de ellos quedaron listos. Por la tarde le devolvimos la escalera a Osvaldo y tratamos de hablar con Andres para proponerle que desmalezara nuestro proyecto de calle donde los yuyos estaban en plena invasión, pero no lo encontramos. Cenamos en la galería rodeados de espirales, admirando la magnífica puesta de sol. Más tarde, al darme una ducha, descubrí que había sido victima del ataque de una garrapata que por suerte pudimos extraer intacta.
Lunes 14 de diciembre, día en que el tio Andres cumplia 93 años. Hablé con la tia Ellen para que le transmitiera al tío nuestros mejores deseos. El día comenzó nublado y amenazador, y mientras estábamos desayunando en la entrada pasó un frente con mucho viento y tormenta eléctrica, y un poco de lluvia. Aparentemente a causa de la caida de un rayo, buena parte del Uruguay quedó sin alimentación eléctrica y nos afectó a nosotros también pero al poco tiempo volvimos a tener electricidad. Todo el día nos estuvo rondando la tormenta pero escapamos a lo peor. En el interior del Uruguay había lugares que habían sufrido un severo temporal. Hoy dediqué buena parte del día a la carpintería, reciclando restos de la construcción para fabricar un buzón de madera tipo casita, que quedó casi listo. Me faltaron bisagras y un pasador para la puerta, La puesta del sol fue nuevamente fantástica, al asomarse entre las nubes y teñirlas de colores poco antes de desaparecer em el horizonte.
El martes fue dia de shopping en Montevideo, tomando el omnibus de las nueve menos diez. Visitamos el parque Rodó, que yo no conocía aun, pues se suponía que había feria, pero resultó que recién comenzaba a la tarde. Volvimos a nuestra zona conocida sobre la avenida 18 de julio y almorzamos en el mercado de los artesanos antes de continuar con las compras. Antes de regresar a Miramar compramos pasajes en la terminal de Tres Cruces para viajar el viernes por la mañana a 18 de Julio a hacer una visita a Tito, el hermano de Alicia. La idea era tomar el omnibus cuando pasaba por Pan de Azucar. Por una vez me equivoqué de omnibus al regresar a la casa, abordando el COT que iba directo a Punta del Este. Por suerte resolvimos el problema bajando en el aeropuerto y tomando el micro correcto que venía detrás. Cuando llegamos a Miramar nos dimos cuenta que se bajaba Helena, la esposa de Juan, y que el la estaba esperando con el auto. Asi nos ahorramos la caminata de siete cuadras de la parada hasta la cabaña, ya de noche.
Finalmente compramos un ventilador, lo que hicimos el miércoles al mediodía en El Dorado de Piriápolis. Aprovechamos para hacernos de cuatro bidones de agua y otras provisiones también pues pedimos entrega a domicilio de toda la mercadería. En el camino de regreso pasamos por el vivero Gaby a ver si había llegado la mensula que nos faltaba para el estante de la cocina pero no estaba. Antes de llegar a la cabaña pasamos a ver a Andrés para proponerle que desmalezara la calle pues se estaba llenado de yuyos y prometió venir esa misma tarde a hacerlo. Alicia dedicó la tarde a confeccionarse ropa mientras que yo armé un armazón para colocarle tela mosquitero y montarlo en una ventana de la cocina, tipo quita y pon. Quedó listo cuando ya caia la noche y lo estrenamos con la cena. Asi y todo se pudo colar algún insecto por las rendijas. A las seis de la tarde escuchamos la conferencia de prensa en Buenos Aires donde se declaraba el fin del cepo cambiario. La incógnita era con que valor del dolar se despertarían el jueves, ya que iba a quedar flotante y seguramente unos cuantos pesos más arriba que el valor oficial actual. Esta devaluación seguramente se trasladaría en parte a los precios, presagiando un futuro incierto para el sufrido pueblo argentino. Aquí en neustro mundo quedó en la nada la promesa de Andrés pues no le vimos la sombra.
El jueves amaneció nublado y con amenaza de lluvia. Alicia fue sola a Montevideo y la acompañé a la parada 10 a tomar el micro de siempre. Mientras regresaba a pie a la cabaña comenzó a llover con tormenta eléctrica también. La lluvia continuó todo el día por lo que hice algunos trabajos dentro de la casa colocando molduras faltantes. Me comuniqué con Johanna también y luego desconecté el modem de internet al haber fuertes descargas eléctricas. Bajé nuevamente a la parada 10 a esperar a Alicia y como pasé delante de la casa de Andrés se me acopló Pelusa. Me siguió todo el camino y como nos acercábamos a la ruta encontré en la calle un pedazo largo de cable de teléfono con el que pude atar la perra, que tenía correa. Después de preparar un mate fuimos a ver a Yolanda para dejarle una llave de la casa. también nos pusimos de acuerdo con ella para hacer una compra compartida grande de nueces, ciruelas e higos secos, y almendras en un negocio mayorista con precios más favorables. Al día siguiente teníamos un micro de Guscapar a Pan de Azucar que pasaba a eso de las siete y media de la mañana del viernes por la parada 10 y que nos dejaba justo para enganchar al Rutas del Sol. En Argentina no hubo corridas al dolar, que se devaluó alrededor del 40 % y que quedó aproximadamente al valor del "blue" o paralelo.
Una gira por 18 de Julio
Para llegar a Pan de Azucar bajamos a la parada 10 a las siete de la mañana del jueves y llegamos pocos minutos antes de que apareciera el colectivo número 34 de Guscapar, sin pasajeros, que iba por Las Flores. Con acelerador a fondo y un solo pasajero más que subió en Las Flores nos dejó en la terminal de ómnibus de Pan de Azucar con amplio margen para continuar viaje con el Rutas del Sol a 18 de Julio que venía de Montevideo. Entró en el balneario Punta del Diablo y pasó por el Chui antes de dejarnos en nuestro destino poco después del mediodía. Tito nos estaba esperando con el almuerzo listo y más tarde nos llevó con su destartalado auto al Chui, a diez kilómetros de distancia, a hacer algunas compras en un supermercado del lado brasilero. La ciudad estaba fea como de costumbre y con bastante gente haciendo compras. Al regreso a 18 de julio fuimos a visitar a Ana, ex compañera de Tito, y a Milba, una amiga de la adolescencia de Alicia. El sábado por la mañana salimos a dar una vuelta por el pueblo y frente a la plaza visitamos al peluquero que también era amigo de la adolescencia y que seguía teniendo el mismo vetusto local que hacia cincuenta años atrás. Nos hizo reir bastante con sus comentarios sobre la gente del pueblo. También nos dió el dato que a la noche iba a haber una exposición de cerámica en la casa de la cultura. Almorzamos un excelente asado al horno preparado por Tito y luego nos llevó nuevamente a Chui donde entre otras cosas conseguimos sábanas de algodón para la cuna. También compramos los pasajes para regresar al día siguiente al mediodía a Miramar. Luego llamamos a Tito, quien apareció al rato para llevarnos a ver la barra del Chui. Fuimos por el lado brasilero y poco antes de llegar al mar cruzamos un puente sobre el arroyo Chui para pasar a la barra uruguaya. Sabíamos que nuestro pizzero Morales se había mudado allá y lo encontramos en su nuevo local preparando pizzas para la noche, Quedaron muy sorprendidos de vernos allí. Ya que estábamos le compramos pizzas para la cena y siendo la hora de la puesta del sol regresamos a 18 de Julio. Después de comer cruzamos a la casa de la cultura a ver la exposición de cerámica que tenía algunos objetos muy atractivos, y terminamos comprando dos. La mañana del domingo fue muy tranquila y después de comprar facturas en la panadería lo pasamos mayormente sentados a la vereda mateando. Alicia y yo comimos luego restos de la pizza y al mediodía tomamos el Rutas del Sol a Pan de Azucar, que iniciaba su recorrido en 18 de Julio. En Pan de Azucar tuvimos que esperar 45 minutos antes de que apareciera un Guscapar a Piriápolis, y el Vasco apareció a nuestro pedido con su taxi para llevarnos a la cabaña. Los yuyos seguían bien plantados en la calle, ya que Andrés aun no había desmalezado como se lo habíamos pedido. Al rato apareció Yolanda con las compras de nueces y frutas secas, y más tarde nos comunicamos por skype con Viktoria y Matias, confirmandoles nuestra llegada y pedido de alojamiento por cuatro noches.
Lunes 21 de diciembre, solsticio de verano en el hemisferio sur y comienzo del verano. El día comenzó soleado, ventoso y bastante pesado. Andrés avisó que vendría a la tarde a desmalezar la calle, y mientras Alicia iba a la peluquería de Mariana en Playa Grande me quedé en la cabaña haciendo algunos trabajos para la casa. Aunque teníamos que ir a Piriápolis a hacer algunas compras el calor nos mantuvo en la casa hasta media tarde en que comenzó a nublarse. Mientras regresábamos a Miramar en bicicleta comenzó a ponerse cada vez más amenazador, con una intensa tormenta eléctrica a la distancia que se iba acercando. Hacia la noche llegó a Piriápolis, y fue un espectáculo que nunca antes había visto cuando la noche se convirtió en día a causa de los continuos rayos. Algunos cayeron muy cerca y milagrosamente no se cortó la alimentación eléctrica del barrio aunque nuestro disyuntor si se disparó varias veces, por lo que finalmente lo dejamos desconectado hasta que mejorara el tiempo y cenamos a la luz de las velas. Hacia la medianoche pasó por suerte el grueso de la tormenta.
Pasamos una noche tranquila, sin tormenta eléctrica y la mañana del martes se presentó nublada amenazando lluvia que comenzó al rato, a veces con mucha intensidad. Por suerte no teníamos necesidad de salir a ningún lado y nos abocamos a la tarea de preparar el viaje del día siguiente a Buenos Aires. A causa de la lluvia vi que se habían formado surcos de erosión en la tierra del terraplén alrededor de la cabaña en sectores donde aun no había crecido pasto, por lo que aprovechando que dejó de llover por la tarde los rellené con tierra de la que aún quedaba por repartir. Tuve que usar las botas de goma pues estaba todo empapado y la tierra muy húmeda. Escuchamos por la radio que la crecida del rio Uruguay había comenzado a ocasionar inundaciones y que la situación se iba a agravar. El mismo problema tenía la Argentina con los rios Uruguay y Paraná.