22 de Febrero 2018
Esperé hasta el jueves a la mañana para comenzar a juntar mis cosas para el viaje a Buenos Aires de la tarde, confiando como siempre en mi práctica lista. Con Alicia acordamos que ella iría con la bicicleta a la terminal saliendo un rato antes que yo, y luego iría yo en taxi con mi equipaje. Con los taxis locales nunca faltaba el momento de incertidumbre pues no eran confiables, y tampoco falló esta vez pues hubo que llamarlo para recordarle el pedido cuando no apareció a la hora indicada. Por suerte llegó a tiempo para estar en la terminal minutos antes de la partida del buquebus, con Alicia determinada a no dejarlo partir antes de mi arribo. Teníoa un buen libro y buen surtido de sandwiches para hacer el trayecto hasta Buenos Aires, y en Puerto Madero me encontré con Karin y Agustín. El se ofreció a llevarnos hasta Nuñez, donde me iba a hospedar en el departamento de Jorge y Mirna, donde Karin estaba viviendo temporariamente mientras ellos andaban de gira escandinava. Habiendo apetito, paramos amos en la modesta pizzería "El Chiringo", en la esquina de Cabildo e Iberá, cuya muzzarela no tenía que envidiarle a otros lugares semejantes. Ya pasada la medianoche nos despedimos de Agustín y nos fuimos a dormir. Era hora ya de conocer a mi nieta Lucía, y el viernes a la mañana mientras Karin iba a su trabajo en la iglesia en bicicleta, yo tomé el colectivo 152 hacia la Boca. No quería meterme en el subte por lo que sacrifiqué su rapidez por la lentitud del colectivo con su penoso avance por la avenida Santa Fe pero al menos a la luz del sol, y después de una hora cuarenta descendí en las proximidades del departamento de Valeria donde me estaban esperando ya con cierta nerviosidad. Gabriel acostumbraba a salir a caminar con la bebé por las mañanas y quería hacerlo antes de que apretara demasiado el sol. Cuando tomé en brazos a mi nieta reaccionó con llanto, lo que no acostumbraba a hacer según sus padres, pero supuse que sería algo pasajero. Después de unos mates partimos Gabriel y yo, con Lucia colgada sobre su pecho donde se durmió de inmediato. Dejamos a Valeria en su gimansio y con la solemne promesa de estar siempre a la sombra salimos de caminata en dirección a Barracas. La niña tenía un gorro y siempre a la caza de la sombre dimos una vuelta muy grande de más de dos horas, y después de pasar por la pescadería "El Delfín" sobre Montes de Oca a comprar comida variada ya hecha tomamos el colectivo 25 para regresar a tiempo antes de que Lucia reclamara su propia comida materna. Por suerte llegamos a tiempo y nos sentamos en el patio del departamento a almorzar. Agustín andaba en lo suyo con su trabajo por lo que no estaba disponible y yo acompañé a Gabriel a la tardecita cuando fue a su propio departamento a regar las plantas ya que sus inquilinos estaban de viaje y el había quedado a cargo de ese menester. Era ya prudente regresar a Nuñez antes que cayera la noche y en un tiempo mucho menor, resultado de la combinación de menor tráfico con un conductor desaforado, llegué al departamento donde relevé a Karin que salió a ver y escuchar a su amiga Anita que tocaba en un local en el barrio de Belgrano. Al día siguiente nos ibamos a reunir todos en la casa de Rubén, el tio de los varones, a comer un asado. Me pareció buena idea aprovechar la mañana del sábado para salir hacia la zona de Cabildo y Juramento en Belgrano, donde pululaban los negocios, para ver si encontraba zapatillas a mi gusto, lo que efectivamente sucedió pues en el gigantesco local de "Todo Deportes" vi un par de origen brasilero a precio razonable que me gustó. La propuesta siguiente era ir a comer algo y Karin me piloteó hasta la confitería "Le Pain Quotidien" (Sucre 2151) un lugar muy paquete y agradable donde elegimos sentarnos en la terraza cubierta sobre la vereda. Siendo como era el lugar reempazaban cantidad por presentación en sus platos pero tampoco queríamos nada abundante para almorzar, y la cerveza estaba bien fría y sabrosa. Se habia organizado un asado en la casa de Rubén, el tio de los chicos, en Plaza Italia para la noche y Karin y yo nos anotamos también. A Ruben y su esposa no los veiamos desde el bautismo de Camilo y fue un lindo encuentro. Nos mostró la casa con todos los arreglos que habían hecho y como vinieron tres de sus hijos además de Agustín, Gabriel, Valeria y respectivos niños hubo bastante bullicio. En su parrilla hizo sabrosas bondiolas que comimos al pan y Ruben nos contó divertidas anécdotas de su viaje a Europa con Maria José. Nos quedamos hasta pasada la medianoche por lo que tuve una noche bien corta al levantarme temprano el día siguiente para ir a la Boca. Había quedado con Agustín que nos encontraríamos para que lo acompañara a ver un camioncito que estaba interesado en comprar e ibamos a arrancar desde la Boca. Cuando salí a la calle ese domingo a las siete de la mañana quedé sorprendido de ver la cantidad de chicos dando vueltas después de haber estado bolicheando toda la noche. El tráfico era liviano y en menos de una hora estaba en la Boca mateando con Agustín. Encontré a Daniela que ese estaba preparando para ir a trabajar a su Arredo y por supuesto a camilo revoloteando desde temprano. El camioncito estaba en San Justo y nos acompañó el Checho también en su calidad de conocedor y de eventual chofer de ese vehículo, que era un Mercedes Benz del año 1971 y que no pretendía ocultar su edad. De todos modos su condición era aceptable y después de probarlo quedó Agustín en hacerle una oferta después de compararlo con otro que iba a ver el lunes. Así se nos fue la mañana y al regreso fuimos directamente a almorzar a la parrilla "Agarrate Catalina" a la vuelta del Benito donde se nos juntó Gabriel también. Hacia la tardecita salí con Gabriel, Valeria y Lucia a hacer una larga caminata por la reserva ecológica terminando en Puerto Madero donde tomé el colectivo para regresar a Nuñez. Aparentemente Karin se había excedido un poco en los últimos días y no se sentía muy bien por lo que no se movió del departamento y adoptó una dieta estricta para recuperarse.
lunes 26 de enero. Karin se levantó con mucho malestar aun pero decidió igualmente ir a trabajar pero esta vez sin la bicicleta. Decidí acompañarla y tomamos juntos el 152 hasta la iglesia donde me mostró el ala que daba a la avenida Garay y que había quedado desocupada al haberse ido la empresa que lo alquilaba. En su época había sido hospedaje para marinos pero había sufrido muchas modificaciones y ahora tenían que tomar una decisión sobre el futuro del lugar. Saludé también a Martín, el dueño del restaurante Sueco, antes de salir a la calle nuevamente con Karin quien tenía que hacer algunos pagos en el centro. En uno de ellos había una cola bien larga aunque se movió relativamente rápido. En un restaurante sin pretensiones sobre la avenida de Mayo compartimos un almuerzo liviano antes del regreso a la iglesia. Como Los varones estaban ocupados con sus cosas y no estaban disponibles decidí regresar luego a Nuñez. Gabriel me había avisado que había hecho los arreglos necesarios para ir al día siguiente a Alberti. El martes me levanté temprano y tomé el ómnibus a la Boca a las siete de la mañana. En una panadería que no era Las Familias compré algunas facturas mejores, y alcancé a ver a mi nieta Lucia antes de partir con Gabriel. Comenzamos por cargar tres cajas de cerámicos en la Boca y luego tomamos ya la autopista hacia Luján. Con tráfico normal demoramos poco más de dos horas en llegar a Alberti, donde paramos en una proveeduria a comprar carne y leña para hacer un asado. La casa en construcción seguía progresando y se veía muy linda. Por la sequía no habia crecido mucho el pasto y las plantas pedían agua a gritos. Le propuse a Gabriel sacar la destartalada cortadora eléctrica y despúes de algunos arreglos meonres la puse en marcha y me dediqué al corte mientras Gabriel hacía el asado. Fue una pausa reparadora ya que el sol era bastante fuerte y no había mucha sombra. También fuimos a ver a un herrero para consultarlo respecto a una puerta que quería Gabriel y en el centro del pueblo comimos sendos helados de regular calidad. Alcancé a cortar la mayor parte del pasto antes de la puesta del sol y por suerte no nos corrieron los molestos bichitos mordedores que eran plaga en la zona. El regreso a la Capital fue de noche y Gabriel me dejó en Nuñez donde me encontré con Karin y Eva en un restaurante. Pedí un par de empanadas de jamón y queso que no resultaron nada buenas y solo pude comer una de ellas. La cerveza Patagonia estaba muy sabrosa. Era nuestro último día en el departamento de Jorge y Mirna ya que el miércoles nos mudamos al de Linda en Barracas al irse ella de vacaciones a Brasil. Bien temprano trasladamos nuestras cosas en ómnibus a la iglesia, y desde allí me fui caminando a Barracas a encontrarme con Agustín. El estaba haciendo un curso relacionado con su carnet de conducir y me había propuesto que nos encontráramos a la hora de almorzar. Al tener ambos poco efectivo salimos a buscar algun boliche que aceptara tarjeta de crédito y finalmente dimos con uno enla avenida Montes de Oca. Cuando regresó al curso me pasó las llaves de su departamento y para allá fui caminando a esperar que volviera. En el interín apareció Sari con Camilo, ya que ella estaba contratada como niñera del niño y lo había ido a buscar al jardín de infantes. Agustín regresó a tiempo para ir a buscar a Karin a la iglesia con la camioneta y llevarnos luego con nuestras cosas al departamento de Linda. Allí me despedí de el por esta vez, y con Karin salimos a cenar a un restaurante de pescado de la zona. La novedad del día era que Agustín se había decidido por la compra del camión, y que el propietario aceptaba como parte de pago el Gol de Valeria, que ella tenía en venta desde hacia tiempo.