2 de Febrero 2018
El viernes 2 era el día de nuestro regreso al Uruguay. Mi prima Eleonor pasó a la mañana a despedirse, y luego de cargar nuestro equipaje en el auto fuimos a almorzar al Galpón de Salo a invitación nuestra. Cacho y Elsa nos llevaron al aeropuerto con buen margen de tiempo y allí nos despedimos por esta vez. Después de una minuciosa elección de asientos para ver el paisaje, descubrimos que nuestra fila era probablemente la única del avión que carecía de ventanilla. Salimos hacia el oeste, pero apenas levantamos vuelo el avión giró a la derecha y pasó cerca de la punta del lago de modo que mucho no perdimos. Como las valijas habían sido despachadas a Montevideo solo tuvimos que caminar hasta la terminal internacional del aeroparque y aun tuvimos tiempo de compartir una tarta de zapallo sin gluten en uno de los restaurantes. Ya de noche pudimos ver en todo su esplendor la ciudad de Montevideo antes de aterrizar en Carrasco. En tiempo record hicimos los tramites de migración y recogimos las valijas, pues no nos llevó más de un cuarto de hora salir del aeropuerto. También tuvimos suerte con el ómnibus pues al poco tiempo apareció un Copsa que tenía lugares libres. El taxi de Piriápolis nos dejó en la casa poco después de la medianoche y nos llevamos la gran sorpresa de ver que habían ensanchado tanto nuestra calle que había desaparecido el monte que teníamos en la vereda de enfrente además de que dejaba de ser una bocacalle pues habían abierto también la diagonal y ahora se podía transitar hacia arriba. A la mañana siguiente tuvimos una vista cabal de lo desolado del paisaje al estar tan acostumbrados a vivir rodeados de monte. Recibimos temprano una llamada de la cuadrilla de Antel avisando que estaban en camino para instalarnos el nuevo modem inalámbrico que habíamos pedido. La casa estaba en perfectas condiciones, pero al haber parado la heladera fue necesario reaprovisionarnos por lo que fuimos de compras a Piriápolis con el auto. Siendo sábado había feria y allí compramos pescado fresco también. Continuaba el buen tiempo y bajamos a hacer un paseo por la playa, que estaba llena de turistas. El contrato con Antel incluía una linea telefónica que se conectaba al modem y como nuestro teléfono había dejado de funcionar fuimos el domingo al centro a comprar un nuevo aparato, de tipo inalámbrico. Ese día se festejaba el 47 aniversario de la creación del Frente Amplio, la coalición que desde hacia nueve años estaba gobernando en Uruguay, y el acto principal se hacía en Piriápolis, en la explanada contigua al Argentino hotel. Por la tarde aparecieron sorpresivamente Ilian e Isabel en su auto para dejarnos las entradas a las Llamadas del viernes en Montevideo. Además planeaban ir a la celebración del frente Amplio. Nosotros lo hicimos también pero fuimos en las bicicletas por ser una linda noche y teniendo en cuenta que era dificil encontrar lugar para estacionar. No faltó el quiosco de venta de choripanes e hicimos acto de presencia, de lo que no nos arrepentimos pues estaban deliciosos. Fue imposible encontrar a Ilian e Isabel en la multitud, y después del discurso de la vicepresidente regresamos a la casa.
Lunes 5 de febrero. Con la idea de conseguir discos de empanadas sin gluten volvimos a ir al centro el lunes pero nos encontramos con que recién iban a recibir productos para celíacos el día siguiente. Como el pasto del jardín estaba un poco alto comencé a cortarlo por la tarde cuando comenzó a aflojar el calor, mientras Alicia bajaba a la playa. Nuestras plantas de albahca estaban enormes y ya en flor, de modo que les corté las flores e hice una cosecha de hojas para el pesto de la cena. El martes llegó finalmente el momento de cortarme mi larga cabellera. Previo a eso fuimos hasta el Sodimac de Maldonado a comprar la mesa plegable que habíamos visto en lo de Ilian e Isabel en Valizas ya que queríamos reemplazar la muy deteriorada mesa de plástico que habíamos heredado de Osvaldo y Yolanda. También nos hicimos de una sombrilla más solida para la playa y algunas cosas menores. Al regreso a Piriápolis pasó Alicia por la policlínica a recoger algunos resultados pendientes de su análisis mientras yo me hacía cortar el pelo. Falló la cuestión de las tapas de empanadas pues aun no había llegado el pedido. Tal vez al día siguiente...A la tardecita bajamos en bicicleta a la playa llevando las sillas playeras y el mate, y nos quedamos hasta la puesta del sol. Por las dudas llamamos por teléfono al Depósito y nos confirmaron el miércoles que habían llegado los productos sin TACC y fuimos a buscarlos con el auto. Comencé a cortar el pasto en los sectores que estaban a la sombra y más tarde bajamos a la playa aprovechando que seguía el buen tiempo. Lo mismo hicimos el jueves, después de que terminara de cortar el pasto alrededor de la casa. Teníamos previsto ir al día siguiente a Montevideo a ver el segundo día de las llamadas, pero el tiempo comenzó a desmejorar y en vista de que ibamos a tener lluvia decidieron postergarlas para el día sábado. Efectivamente, ya el jueves tuvimos que regresar de apuro de la playa al acercarse una tormenta que no nos tocó de lleno pero que fue bastante fuerte. Teniendo en cuenta nuestro proyectado viaje a Brasil, fuimos el viernes a la policlínica a vacunarnos contra la fiebre amarilla, pero nos encontramos con que había que vacunarse en Montevideo al no estar incluida en el plan de salud. De todos modos leimos que no era recomendable para personas mayores de 60 años, de modo que desistimos de la vacuna. Aprovechamos la vuelta por el centro para hacernos de provisiones ya que Marcos y Sanna planeaban venir a quedarse con nosotros por unos días a partir del lunes. Nuestra agenda para el sábado era bien nutrida, por lo que nos levantamos temprano y salimos después del desayuno. La ruta interbalnearia hacia Montevideo estaba casi desierta, pero hacia el este circulaba una interminable carava de vehículos con ya mucha cola en el peaje. En Montevideo tomamos la rambla hasta llegar a la avenida Battle y Ordoñez cruzando por ella buena parte de la ciudad hasta llegar a la casa del matrimonio al que le teníamos que dejar un libro. Después de un rato cruzamos nuevamente la ciudad en sentido inverso para encontrarnos con mi consuegra Marcela que estaba de paseo en Montevideo con dos amigas compartiendo un departamento alquilado. Con ella fuimos a almorzar al restaurante Pantagruel, en una antigua casona de las cercanías. La dejamos luego en el departamento y fuimos hasta el parque Rodó a tomar unos mates y caminar un poco, antes de ir al Shopping Montevideo donde me hice de un par de pantalones para reemplazar mis ajados jeans. Ya era hora de encontrarnos con Lucia en su departamento para ir a las llamadas. Por suerte pudimos estacionar justo frente a su departamento y con ella cubrimos a pie las pocas cuadras que nos separaban de la calle Isla de Flores, que iban a recorrer las llamadas y encontramos nuestros asientos. Ya estaban allí Ilian e Isabel con una pareja amiga y poco tuvimos que esperar antes de que comenzara el desfile, siendo La Peregrina el primer grupo que iba a pasar. Ilian y Alicia se ocuparon de llamar la atención del grupo, enarbolando una gran bandera sueca y vivando a voz en cuello. Sanna, la compañera de Marcos, era portadora de una banderola y la vimos claramente, no asi a Marcos que era uno más en el grupo de tambores. Estaban vestidos a la vikinga y hacían rodar un barco vikingo también ante el aplauso del público. Nos quedamos hasta pasadas las once de la noche viendo el mágnifico espectáculo mientras pasaba grupo tras grupo y ya cansados nos retiramos cuando aun faltaban unos cuantos. Antes de partir de regreso compartimos pizza y fainá con Lucia, y eran pasadas las dos de la mañana cuando llegamos a la casa. En la ruta me percaté que teníamos quemado el foco de luz baja del lado izquierdo, ingrata tarea que me esperaba para el domingo. Después de la trasnochada nos levantamos muy tarde y con un día desapacible y ventoso. Aunque mejoró hacia la noche continuaba fresco y desistimos de ir a ver el desfile de carnaval de Piriápolis. Logré reemplazar el foco quemado con relativa facilidad, a cambio de quedar con un poco de dolor de espalda por la obligada incómoda posición.
Lunes 12 de febrero. Marcela nos había informado que no pasarían por Piriápolis, aunque luego hubo un cambio de planes y dijeron que si pasarían por lo que les repetimos la forma de llegar. Más tarde recibimos una nueva comunicación desde algún lado diciendo que habían dado mil vueltas y no habían podido encontrar la casa por lo que continuaron viaje a Minas. Jorge, el padre de Marcos, lo trajo a el y Sanna en su auto a media tarde y compartimos una picada. Jorge regresó a Montevideo y nosotros les propusimos a los chicos un paseo en auto por Piriápolis mostrándoles los lugares de mayor interés. Nos encontramos en cada uno de ellos con una cantidad de autos y gente al estar abarrotada la ciudad. Regresamos a la puesta del sol y me puse a rellenar empanadas para la cena del día. Marcos y Sanna pensaban quedarse hasta el jueves antes de continuar viaje a Valizas. El martes no hicimos ninguna salida pero los chicos fueron a la playa y también al centro de Piriápolis. Al mediodía comimos empanadas recalentadas y Alicia preparó un pollo al horno para la cena. Marcos quería hacer también un asado en nuestro chulengo y el miércoles a la mañana fuimos a comprar la carne y los chorizos. A la tarde juntamos sillas y parasol y fuimos hasta la barra del río Solis grande, un lugar que nos gustaba mucho. Había bastante viento por lo que no se bañaron pero estuvimos un buen rato sentados cerca de la orilla antes de regresar a la casa y arrancar con el asado. Asi y todo se hizo de noche antes de sentarnos a la mesa. Al día siguiente ibamos a partir hacia Valizas pero comenzando por un recorrido costero. A media mañana del jueves quedamos listos para la partida y tomamos la ruta 10 pasando por Punta Colorada y Punta Negra antes de empalmar con la ruta interbalnearia a Punta del Este. En Punta Ballena entramos al museo Casa Pueblo y luego llegamos hasta la punta propiamente dicha donde había cantidad de puestos de vendedores ambulantes En Punta del Este paramos para tomar fotografías de la escultura de los dedos que asoman en la playa y luego continuamos hasta José Ignacio. Alicia y yo dimos una vuelta por la playa, donde el viento generaba grandes olas, mientras que los chicos subían al faro. Como el puente circular sosbre la laguna Garzón estaba a apenas 7 km de distancia fuimos a ver esa curiosidad antes de abandonar la costa y buscar la ruta 9 hacia el norte. Llegamos a la casa de Illian e Isabel en Valizas justo a la puesta del sol. Illian se ofreció a hacer chorizos en su parrilla, a lo que no nos negamos. Su hijo Esteban había venido de Suecia a participar de la comparsa, y ahora estaba en Valizas también. Después de la cena caminamos por el pueblo hasta nuestra heladería favorita. Habaíamos llevado nuestro colchón inflable, con la idea de quedarnos una noche, y después del desayuno del viernes emprendimos el regreso dejando a los chicos allí. Tomamos esta vez un nuevo camino, en dirección a La Pedrera y La Paloma. Ambos eran balnearios, y La Pedrera era definitivamente el más bonito en nuestra opinión. La Paloma era ya practicamente una ciudad, hasta con una única torre de departamentos afeando todo el panorama. Aprovechamos para almorzar allí un rico lenguado a la vasca antes de continuar viaje, para lo cual había que dejar el mar e ir a Rocha para empalmar con la ruta 9. Cuando llegamos a Maldonado entramos al balneario Portezuelo donde Alicia se dió un baño de mar, y después de eso ya no paramos hasta la casa. Por ser día de feria fuimos el sábado por la mañana a Piriápolis y yo aproveché para comprar mi pasaje con el Seacat a Buenos Aires para el jueves 22. Entre el viernes y el domingo se celebraba en Pan de Azucar el festival tradicionalista "El dulce corazón del canto", que incluía una misa criolla el domingo por la mañana. Creíamos desde luego que la música sería la composición completa de Ariel Ramirez, pero no fue así. Solo interpretaron dos piezas, aunque toda la misa fue muy simpática y celebrada por el obispo de Maldonado. Era un día soleado y no desaprovechamos la oportunidad de bajar a la playa a la tardecita, donde encontramos como siempre una multitud de turistas. Después de cenar volvimos a Pan de Azucar ya que Alicia quería escuchar y ver a Pepe Guerra, que habia sido uno de los integrantes de Los Olimareños. Era muy conocido y por lo tanto iba a ser el último en presentarse, lo que se produjo recién como a la una de la mañana. Valió la pena la espera ya que los conjuntos folclóricos anteriores eran también buenos y tenendo nuestras sillas playeras estábamos cómodamente instalados en el enorme predio. La desconcentración fue muy ordenada, y estábamos de regreso en la casa poco después de las dos de la mañana del lunes.
Lunes 19 de febrero. De madrugada comencé a escuchar truenos y cuando salí a cerrar los postigos ya había comenzado a llover. Por momentos cayeron chaparrones fuertes, lo que era muy conveniente para aliviar la sequía en la zona. Marcos llamó avisando que salían de Valizas con su padre y para desilusión de Alicia y a pesar de su promesa de quedarse un par de dias, dijo que solo pasarían a recoger cosas que habían dejado el jueves anterior, ya que le habían surgido compromisos en Montevideo. Debido a la perdida de la llave de paso al lavavajillas y de la válvula de seguridad del termotanque llamamos a nuestro constructor Ricardo, quien prometió venir en algún momento a solucionar esos problemas. Continuó el tiempo inestable y tuvimos una nueva tormenta el miércoles por la mañana con fuertes chaparrones. Asi pudimos comprobar que la reciente apertura de la calle nos había complicado el tema del drenaje ya que por la pendiente que habían dejado se nos venía mucho más agua a nuestra canaleta. Comencé entonces a analizar la posibilidad de correr hacia la calle el puente para la salida del auto ya que en caso contrario las lluvias del invierno podrían causarnos problemas. A la tarde hicimos una escapada al centro ya que al retirar dinero de un cajero el día anterior Alicia se había olvidado de retirar la tarjeta, la que por suerte no cayó en manos de nadie sino que fue "tragada" por la máquina y la pudo recuperar del banco.