Enero a febrero 2013
En este nuevo viaje a la Argentina iba a participar por primera vez KF, aunque él partió con Johanna el 12 de enero, dos días antes que nosotros. Viktoria y yo salimos el lunes 14 de enero a la tarde, tomando el colectivo 999 al haber uno en horario conveniente. Omar había aparecido por casa a media mañana y me ayudó con la compra de dólares que necesitaba para saldar mi deuda con Gabriel y tener divisas para nuestro viaje también. Invitamos a Omar a comer en el restaurante hindu Niribili cercano a casa y le sorprendió mucho el color rojo intenso de la presa de pollo tandoori. Nuestro vuelo con Air France partió poco después de las 18:00, bien lleno, y después de una hora y media llegamos a Paris con cero grados de temperatura y una buena nevada que nos tocó sentir muy de cerca al trasladarnos en bus del avión a la terminal.
Ya nos habían avisado que el vuelo a Buenos Aires saldría con una hora y media de retraso, aparentemente a causa de la nevada que requería constante limpieza de pistas. Ante la espera que teníamos por delante buscamos un lugar donde comer algo y compramos sendos sandwiches muy sabrosos que luego rematamos también con un par de exquisitos macarones de Ladurée. Mientras comiamos los sandwiches me comuniqué con Alicia para pedirle que me hiciera el favor de llamar a los chicos en Buenos Aires y les avisara de nuestro obligado atraso. Al rato me dijo que lo había hecho y nos ubicamos en la cercanía de nuestra puerta de embarco con la esperanza de que no hubiera más retrasos, mientras la nieve seguía cayendo sin interrupción.
Las pantallas seguían insistiendo que el embarque sería apenas pasada la medianoche y se cumplió el pronóstico ya que aun en forma un poco desordenada comenzaron a subir los pasajeros al avión a los minutos de comenzar el 15 de enero. A raiz de la nevada y el frío hubo que hacer el proceso de deshielo del avión en la pista, lo que nos demoró aun más pero finalmente despegamos. Viajaba también un grupo de monjas, a una de las cuales le tocó sentarse a mi lado mientras Viktoria me flanqueaba del otro lado. Estábamos en la ante última fila y el avión iba totalmente lleno. Eran probablemente más de las dos de la mañana de nuestra hora europea cuando sirvieron la cena, que nos resultó abundante y sabrosa. El postre no era del agrado de Viktoria de modo que me lo pasó a mi, y hasta su vecina de asiento me ofreció el suyo que por suerte rechazé. Al rato de quedarme dormido me desperté con malestar y ciertos deseos de vomitar, que desde luego atribuí al postre de chocolate. También comencé a transpirar intensamente y quedé completamente empapado mientras que pensaba cómo iba a salir de ese trance. Por suerte no pasó a mayores, después de un rato comencé a sentirme mejor y finalmente me dormí nuevamente hasta que se hizo de día. No tuve inconvenientes en tomar el desayuno, y alrededor de las 10:40 aterrizamos en Ezeiza con un día soleado que prometía mucho calor. La nueva terminal del aeropuerto se veía muy linda y moderna, aunque el cuello de botella del control migratorio seguía existiendo. Hicimos más cola que nunca y no fue menos para pasar el control aduanero, aunque tuvimos la suerte de que nadie quisiera inapeccionar nuestras valijas. Agustín, Mariano y Karin habían tenido la paciencia de esperarnos y así salimos a enfrentar los más de treinta grados de calor de Buenos Aires. Agustín nos llevó hasta la casa de Karin de la avenida Benito Pérez Galdós donde habíamos decidido instalarnos ya que por el momento no había huéspedes. Hicimos la recorrida de la casa apreciando todos los progresos hechos desde el momento de la compra y lo que aun quedaba por hacer, y la impresión fue muy positiva. No quedaban rastros del desorden y objetos acumulados cuando aun vivía allí la propietaria anterior. También trabamos conocimiento con Kubrik, el perro de la casa. Gabriel estaba en su departamento pero lo llamamos y nos juntamos todos para almorzar en el restaurante "Boca a Boca" de la esquina donde ofrecían el plato del día al ridículo precio de 22 pesos por persona. Claro que agregamos una cerveza bien fría al menú. Durante la mateada posterior y mientras esperabamos que se hiciera la hora de ir a recibir a Johanna y KF en el puerto se abrió la puerta y aparecieron ellos dos. Resulta que no se habían percatado de que la partida de la lancha de Colonia era con horario uruguayo, o sea una hora antes que la hora argentina. Nos contaron de su corta excursión a Colonia que les había gustado mucho y luego salimos todos a comprar provisiones en el habitual mercado del chino del barrio. Gabriel quería invitarnos con empanadas, y después de pasar a saludar a Cristina y dejarle sus encargues fuimos todos, con la excepción de Viktoria hasta lo de Gabriel a cenar. Viktoria se sentía muy cansada del viaje y quería recuperarse. En la casa de Gabriel había una pareja francesa que se unió a nosotros para degustar las excelentes empanadas, acompañadas de vino y cerveza. Regresamos a la casa de Karin ya con mucho cansancio encima, y después de salir Karin y yo a hacer el paseo final del día con Kubrik nos fuimos todos a dormir.
Dormí muy bien durante mi primer noche en Buenos Aires, en el dormitorio que se conectaba al living, y con el ventilador de techo girando lentamente para que circulara un poco de aire y aliviara el calor. Karin tenía que ir al trabajo por lo que me levanté para acompañarla con unos mates y sacar a Kubrik a dar una vuelta mañanera. También llamé a mi hermana poniendola al tanto de las novedades pues no había podido comunicarme el dia de nuestra llegada. De a poco se fue levantando todo el mundo y desayunamos muy bien con unos pancitos integrales frescos que habían comprado KF y Johanna en una panadería cercana. Una vez que todos estuvimos listos partimos en patota con la idea de caminar hasta el centro y mostrar a KF los lugares más populares y turísticos. El día prometía ser lindo y caluroso, pero con una brisa reconfortante. Cuando llegamos a la plaza de Mayo entramos a ver la catedral y el mausoleo de nuestro heroe nacional San Martin. Luego continuamos por la avenida de Mayo hasta la 9 de Julio y como ya estábamos con apetito nos sentamos a la sombra en la vereda de un restaurante a almorzar. KF y yo pedimos sandwiches de lomo que estaban excelentes. Queríamos comprar alpargatas y teníamos el dato que había negocios en los pasajes subterráneos de la avenida 9 de Julio, y asi fue como KF y yo nos hicimos de sendos pares de alpargatas negras. Entramos también a algunas vinerías buscando una marca de vino uruguayo que ellos habían probado en Colonia y les había gustado mucho. Desde luego no hubo mucha colaboración en los negocios y tampoco lo encontramos. En un kiosko cargué la tarjeta Sube del colectivo que finalmente no utilizamos porque teníamos aun suficientes ganas y energia para regresar caminando a la Boca, y lo hicimos por la zona de Puerto Madero. Johanna tuvo que hacer un canje de zapatos con KF pues sus chancletas la estaban lastimando, y yo estrené también mis nuevas alpargatas. Fue un paseo muy lindo y en cuanto llegamos saqué al paciente Kubrik a dar una vuelta mientras esperábamos el regreso de Karin. Ella llegó al rato, triste por problemas de amores, por lo que todos hicimos terapia de apoyo con ella para tratar de reconfortarla. Al rato llegó Daniel, el copropetario del hostel, y después de analizar algunos problemas de la vivienda y el consorcio fuimos a Augusto, nuestra pizzeria favorita de la Boca, donde se nos agregó Gabriel para cenar. Tuvimos una linda velada y se hizo la medianoche antes de que regresaramos a la casa pues también fuimos a comer unos helados a la heladeria Brunno de nuestro barrio. Viktoria tuvo un encuentro con dos cucarachas gigantes en su habitación que causaron cierto revuelo con el agravante de que una de ellas estaba dentro de su valija. Finalmente se resolvió ese problema y pudo ir a dormir.
El Jueves 17 comenzó con una llamada tempranera por Skype de Omar, quien vió que yo estaba conectado y me llamó poco antes de las siete de la mañana. Mal no me vino teniendo en cuenta la rapidez con la que pasaban los días en Buenos Aires. Mejor comenzar temprano poniendo al día las notas del viaje. Karin se fue a su trabajo y saqué a Kubrik a dar su vuelta matinal antes de ir a la casa de Gabriel. KF, Johanna y Viktoria habían salido en colectivo a recorrer la zona norte, con la intención de encontrarnos todos en el restaurante sueco a las dos de la tarde para almorzar. Gabriel había descubierto una oficina en la cancha de Boca donde se podía tramitar el documento de identidad y el ya lo había hecho antes. Fuimos a exponer mi caso, provistos solamente de una copia de la primer hoja de mi añeja libreta de enrolamiento que tenía Karin en su poder, ya que había olvidado traer el documento desde Suecia. Al principio hubo un poco de confusion al no resultarles claro a los empleados cual era mi situación de vida y tuve que dar bastantes explicaciones. Asi y todo insistía uno de los empleados que tenía que venir con mi documento original, pero los otros dos lo convencieron de que al menos controlara si yo figuraba en la base de datos. Milagrosamente aparecí en la computadora en cuanto tecleó mi nombre y pudimos poner en marcha mi solicitud, decidiendo pedir no solo mi DNI sino también pasaporte argentino. A la hora de pagar el arancel surgió un problema técnico ya que solo se podía abonar con tarjeta Visa, que yo no tenía conmigo. Gabriel si tenía, pero resultó que justo en ese momento estaba haciendo una extracción y se olvidó de retirar su tarjeta con lo que la máquina se la tragó. Decidí entonces volver al Benito a buscar mi tarjeta, y cuando traté de abonar no la aceptó la máquina a causa del chip que por alguna razón desconocida no quería funcionar. Buscando entre sus amistades Gabriel no encontró a nadie que nos pudiera ayudar, pero fuimos a su banco que estaba en las cercanías y logramos cargar otra tarjeta Visa que él tenía con el importe suficiente para poder regresar triunfantes a la cancha a pagar y completar el trámite. Di la dirección de Gabriel como domicilio, y se suponía que pronto llegarían los documentos por correo, tal vez incluso antes de mi partida de regreso a Suecia.
Ya se había hecho bastante tarde y después de refrescarnos un poco fuimos Gabriel y yo en colectivo al centro para reunirnos con el resto de la familia en el restaurante sueco. Allí nos encontramos con los amigos de siempre, Martín, Poti, Nancy, y también Mary, la moza que había hecho el mural del patio delantero del Benito. Después del almuerzo se fueron Johanna y Viktoria al mercado de pulgas del ejército de salvación, mientras que Gabriel, KF y yo regresamos a la Boca para ir con la Lolita de compras al Easy. Encontramos allí dos carpas para el viaje, además de algunos artículos para Benito. También continuamos con compras en la Boca para la cena y en la dietética encontré la mayoría de los ingredientes para hacer el pan de nueces y frutas. Me molestó un poco tener que hacer esas compras en la puerta del negocio a través de una pequeña abertura pero era una práctica bastante corriente ante la posibilidad de robos.
Era también el día previsto para la reunión extraordinaria del consorcio del edificio de Benito y poco después de las siete y media de la tarde nos reunimos algunos propietarios e inquilinos en la vereda con el administrador. De una manera muy desordenada se plantearon problemas diversos en el edificio, incluida la cuestión del desague cloacal y pluvial que afectaba a nuestro departamento, sin llegar a ninguna conclusión. Faltaba además un inquilino clave al que se le iba a exigir un nuevo alquiler, y finalmente quedamos en juntarnos nuevamente la primer semana de febrero para tratar de resolver definitivamente los problemas más importantes. Pero al enterarme allí que la propietaria anterior hacia destapar la cloaca cada dos meses, además de pedir fumigación, le sugerí a Karin que continuara haciendo lo mismo por el momento para evitar catastróficas inundaciones del departamento. El administrador dió a entender también que quería dejar de administrar el edificio por el poco cumplimiento de sus obligaciones por parte de los habitantes.
Karin había invitado una tropa a cenar y la idea era comer pasta con pesto, quedando la preparación del pesto en mis manos. Usé bastante albaca de las exhuberantes plantas del jardín de Benito y traté de calcular la cantidad que necesitábamos para catorce personas. Se vió más tarde que me había quedado un poco corto. Nos acomodamos en la cocina, que por suerte era bien grande, y después de comer los fideos con pesto y ensalada, circuló la caja de bombones Aladdin que me había dado Alicia y que tuvieron mucho éxito. Jorge, el novio de Eva que era payaso de profesión, tomó la guitarra y lo acompañamos con algunas conocidas canciones suecas. Mariano quiso irse a su casa y lo acompañé cuando ya era la medianoche, sacando de paso a Kubrik para que hiciera su ronda nocturna. Ya era bien pasada la una de la mañana cuando finalmente se fueron todos los invitados e hicimos orden en la cocina antes de irnos a dormir.
La mañana del viernes 18 la habíamos reservado para hacer un paseo a pie por la Boca, aunque Viktoria en su eterna caza del sol había decidido ir a la terraza de Gabriel. Allí la dejamos, y KF, J. y yo partimos hacia el Riachuelo a pocas cuadras de la casa de Gabriel. Cruzamos el rio por el puente nuevo Nicolás Avellaneda, contiguo al antiguo puente en desuso. El nuevo puente tenía escaleras rodantes en ambos extremos. La construcción central de acero se sacudía bastante con el intenso tránsito de autos y camiones, y para peatones había una pasarela lateral desde donde se podía apreciar bien el paisaje. Del otro lado del rio está la isla Maciel, poco recomendable en cuanto a seguridad, pero bastaba con caminar unos pocos metros para llegar a un embarcadero donde se podía tomar un bote a remo que por $ 1,50 por persona nos cruzó nuevamente a la Boca. El paseo continuó por la zona turística de la calle Caminito con todos sus puestos, restaurantes y parejas bailando tango, un verdadero circo. Nos tropezamos con Agustín que casualmente tenía que hacer un transporte desde la Boca a Olivos. Finalmente llegamos hasta la zona donde se encuentra la cancha del club Boca Juniors, también un mercado persa de artículos futbolísticos para turistas. Gabriel se había ofrecido a hacer una excursión en bicicleta de la que no participé. KF, Johanna y él hicieron un extenso recorrido por la ciudad bajo su experta guía ya que conocia bien todas las ciclovías. Aproveché para ponerme al día con mi correspondencia, además de hacer el pan de nueces y frutas que me estaba pidiendo Karin. Ella regresó del trabajo justo en el momento en que se podía probar el pan y merendamos juntos. Lavamos un montón de ropa antes de salir a hacer algunos trámites y también sacamos a pasear a Kubrik en el momento en que regresaron los ciclistas de su paseo.
Nuestros amigos Emiliano y Jorge habían querido retribuirnos nuestra invitación a cenar del año anterior cuando habían pasado por Malmö, y nos habían dado cita en el restaurante "A los Bifes" en Bolivar y Estados Unidos para las nueve y media de la noche. Fuimos caminando hasta allí y por primera vez comí carne durante esta visita a la Argentina. Lo que más me gustó fue la provoleta que nos sirvieron como entrada, y desde luego el excelente vino tinto de la Patagonia. La carne dejó bastante que desear y los chorizos eran definitivamente de mala calidad, pero pasamos un rato muy lindo. Karin nos dejó pues tenía una cita, y Gabriel y yo regresamos caminando nuevamente a la Boca mientras que el resto iba a un bar de la zona a tomar unos tragos. A falta de llaves extra esperé hasta que llegaran los chicos para abrirles antes de acostarme, por lo que se hicieron nuevamente las dos de la mañana.
Por primera vez desde nuestra llegada a Buenos Aires amaneció el día siguiente con lluvia, que por momentos era bastante intensa. Tuve entonces la oportunidad de apreciar la forma en que desagotaba el agua en el patio de Benito y los problemas que podían surgir si la lluvia era intensa. Era el día en que teníamos previsto hacer una excursión hasta el Tigre, y después de un largo desayuno en que también se anotó Gabriel además de Agustín, Cristina y Mariano partimos todos en la Lolita ya que cabiamos los nueve. Fuimos por el bajo pasando por Vicente Lopez, donde había vivido Karin de bebé cuando vino de Suecia, y le mostramos otros lugares interesantes a KF a lo largo de la costa del rio de la Plata para llegar finalmente a Tigre y estacionar a orillas del rio Luján para almorzar. La tarde se había puesto muy linda, y nos sentamos en la veranda de un restaurante a comer la ”promo” de pizza y cerveza. A poca distancia estaba el museo naval y algunos entramos a verlo mientras el resto continuaba paseando por la costanera. Como ultimo paseo fuimos hasta el mercado frutos, ahora convertido en un inmenso mercado con puestos de venta de artículos de toda indole. Poco quedaba del mercado al que me llevaba a veces mi tia Georgette de niño a comprar frutas directamente de los lanchones que venían del Delta y que me parecían tan fascinantes. Karin adquirió una hamaca muy linda para colgar en el patio de Benito.
El regreso a la Boca fue por autopista, y apenas tuvimos tiempo de refrescarnos un poco antes de partir nuevamente, esta vez a la casa de Gonzalo en Palermo para ver el partido de futbol entre River y Boca que se jugaba en Mar del Plata. En esta excursión no se anotaron las chicas ya que ellas querian salir a cenar por su cuenta en la Boca. Como Gonzalo tenía un televisor muy pequeño, llevamos el recientemente adquirido por Agustín, con pantalla grande. Mariano muy excitado como siempre con los partidos de River, que por suerte ganó dos a cero. Nuevamente hubo pizza y también empanadas con cerveza, y como de costumbre era ya pasada la medianoche cuando Agustín nos dejó a KF y a mi en el Benito. Al día siguiente ibamos a iniciar nuestro viaje al sur quedando de acuerdo en que la partida sería a las ocho de la mañana.
Así llegamos al domingo 20, dia previsto para el inicio de nuestro periplo sureño. Me levanté a las seis de la mañana para empacar mis cosas, tomar una ducha y estar listo para la partida. De a poco fue apareciendo todo el mundo, y Agustín y Gabriel vinieron puntualmente con sus vehículos para cargar todo. Había notado la noche anterior al regreso del futbol que la bomba de agua para el tanque de la casa no se detenía nunca, y que corría agua a la cloaca. A la mañana seguía todo igual y con Agustín subimos a la terraza del edificio a investigar. Nos encontramos con que se había degollado un caño y por lo tanto corría agua en forma continua. A falta de mejores ideas hicimos un arreglo provisorio que casi detuvo del todo la pérdida y asi, con un poco de atraso, partimos finalmente hacia el sur.
El viaje comenzó por la autopista a Ezeiza para empalmar alli con la ruta 3, y pasar por Cañuelas y Las Flores, el lugar donde se había casado mi padre. Al llegar a Azul ya habíamos recorrido la mitad del camino de la primera etapa, con un hermoso día de sol, y siendo más del mediodía decidimos parar a almorzar en una fonda a la vera de la ruta que se veia muy concurrida. A partir de allí solo hicimos una parada para cargar nafta y llegamos a Claromecó poco antes de las siete de la tarde. Estacionamos en la costanera y como estaba soplando un fuerte viento había mucho polvo y arena en el aire. Mientras toda la tropa se quedaba en la costanera salimos Gabriel y yo a buscar alojamiento. El hotel Claromecó tenía lugar pero nos pareció un poco caro por lo que seguimos caminando por el centro hasta encontrar un negocio donde ofrecían una casa para alquilar. Esther, la propietaria nos dijo que estaba disponible y que había lugar para los nueve, a 800 pesos por día. Por las dudas seguimos hasta la dirección de turismo a ver que más había disponible, pero al no encontrar nada que nos pareciera mejor nos decidimos por esa casa. Esther nos llevó en su camioneta a verla y nos gustó por lo que cerramos trato y regresamos a buscar al resto de la tropa la costanera para instalarnos en la cabaña. Había apetito nuevamente, y después de hacer compras en un almacen cercano preparamos tallarines con dos salsas que gustaron mucho a todos. Aun con viento, y con noche estrellada, después de la sobremesa fuimos algunos a dar una vuelta a la playa, que quedaba a pocas cuadras, antes de irnos a dormir ya pasada la medianoche.
El lunes amaneció con cielo despejado y sin viento, prometiendo ser un día muy lindo y caluroso. El deseo general era aprovechar el mar todo lo posible y después de un desayuno muy completo se fueron todos a la playa excepto Mariano, a quien no le atraía. Me uní a los demás después de un rato, y con Gabriel y KF partimos de caminata con el objetivo de llegar hasta el faro de Claromecó en el extremo norte de la ciudad. Cruzamos el río por el puente peatonal y luego continuamos por el borde del agua ya con un calor bastante intenso que hacía quemar la arena en los pies. Por suerte soplaba una suave brisa para aliviar el calor. En la playa había bastante gente con toda clase de vehículos, carpas y sombrillas. Agustín había prometido venir en la camioneta con Mariano, pero cuando llegamos al pie del faro no lo pudimos encontrar. La subida final era dificultosa a causa de la arena suelta del médano, pero llegamos finalmente a la base del faro con su imponente torre de 54 metros de altura. Allí nos encontramos con un camino que llegaba al faro y por el volvimos hasta la zona de la playa para regresar al centro. Había una tranquera cerrada con candado donde decía que habia dias y horarios de visita al faro, por lo que nos dimos cuenta que habíamos entrado en forma ilegal al trepar por el médano. Divisamos a la distancia una camioneta que parecía ser la de Agustín, pero ya se estaba yendo. Sobre la costanera entramos a una de las tantas confiterías a tomar una cerveza y conectarnos a su wi-fi antes de volver a la casa, donde encontramos a Mariano y Agustín durmiendo una siesta. El se había atrasado y por eso nos habíamos desencontrado. Nos habíamos quemado bastante con el sol a pesar del protector solar, especialmente la cara, que habíamos pasado por alto. Pensando en la cena regresamos con Lolita al supermercado del centro a hacer las compras necesarias para preparar un asado y tener también comida para el desayuno del día siguiente. De a poco fueron volviendo todos de la playa mientras que yo me decidía por una siesta al sentir la modorra causada por el calor, la caminata y la cerveza. Gabriel era nuestro asador y ya cayendo la tarde preparó un muy buen asado de carne, pollo, chorizos y verduras en la parrilla del fondo de la casa. Como Karin había prometido que iba a invitar con helado, fue a la heladería cercana a nuestra playa a buscarlo y ese fue nuestro postre del día. Ya nos dominaba el cansancio a todos y esta vez logramos irnos a dormir antes de medianoche.
Llegó nuevamente el momento de continuar nuestro viaje al sur, y a eso de las nueve habíamos terminado de desayunar, empacar y limpiar la casa. Tuvimos que regresar hasta Tres Arroyos antes de poder retomar la ruta 3 hacia Bahía Blanca, en la que había un intenso tránsito de vehículos y camiones. A diferencia de oportunidades anteriores logramos esta vez circunvalar la ciudad de Bahia Blanca, y como ya era más del mediodía nos detuvimos en la parrilla ”El Cholo” a almorzar. Hacía ya mucho calor y el sol pegaba fuerte también durante el viaje por el desierto. Se veía bastante tormentoso pero por suerte no nos tocó a nosotros. Poco después de pasar Choele-Choel vimos una camioneta casi copia de la Lolita hasta en el color, y nos encontramos con ella un poco más adelante en un control policial donde estaba detenida por tener más pasajeros que asientos. Eran unos chicos jóvenes de Villa Regina y para resolverles el problema llevamos a dos de ellos en la camioneta de Agustín por unos kilómetros. Llegamos a Villa Regina pasadas las diez de la noche y nos instalamos en el hotel ”Napoleón” que había reservado Gabriel. Viktoria se fue a dormir mientras que el resto fuimos a comer unas pizzas con cerveza en el centro del pueblo antes de acostarnos.
Al día siguiente me levanté temprano, antes del desayuno, para darme una ducha y dejar libre el baño antes de sentarme en el comedor a escribir un poco y conectarme al wi-fi del hotel. Prometía ser un día de mucho calor y la intención como siempre era de continuar viaje a las ocho. Tomamos el clásico desayuno de cafe y medialunas en el hotel y luego partimos cuando ya eran más de las nueve con primer parada en General Roca para que Gabriel pudiera hacer algunos trámites bancarios. Después de pasar los 48 semáforos del tramo de ruta entre la ciudad de Neuquén y Plottier tomamos finalmente velocidad y antes de las dos de la tarde llegamos a Picún-Leufu, la ciudad del viento, a almorzar. Habíamos decidido pasar por alto la visita a las huellas de dinosaurios en el Chocón para no demorarnos más. Al reiniciar la marcha comenzó a quejarse un poco Lolita en las subidas, a causa del calor. Decidimos continuar a marcha más reducida, pasando también parte de la carga a la camioneta de Agustín. El había levantado a dos chicos que hacían dedo para venir a Bariloche.
Viktoria estaba muy interesada en ver al legendario ermitaño que vivía a la orilla de la ruta en el km 1508, e incluso le había comprado comida y agua cuando paramos en Piedra del Aguila. Esto era inédito para nosotros y teníamos dudas sobre como nos iba a recibir. Bajé al lugar donde tenía su rancho e hice la introducción con lo que Viktoria se atrevió a venir. Cruzamos algunas pocas palabras ya que no es mi especialidad enfrentar ese tipo de situaciones, y también le preguntamos si necesitaba algo que le pudieramos traer al regreso a Buenos Aires la semana siguiente. Mencionó que necesitaba carne fresca para su gato, y provisiones no le faltaban ya que vimos a la vera de la ruta había una enorme cantidad de alimentos y bebidas dejados por gente solidaria. Viktoria quedó muy emocionada ante el encuentro, y aun no sabíamos cuanta verdad había en la historia de que era el sobreviviente de un accidente de auto en el que había fallecido su esposa e hija años atrás. Ciertas versiones decían que era simplemente una persona que quería vivir aislada de la sociedad.
Estaba soplando mucho viento y se había formado una nube gris con la ceniza del volcán, de modo que mucho no se veía del paisaje.A pesar de estar despejado tampoco se avizoraba el volcán Lanin en el horizonte al pasar la pampa de Alicurá. Entramos a Bariloche justo cuando el sol se estaba poniendo detrás de las montañas con pocas nubes en el cielo, y apenas pasadas las nueve de la noche llegamos finalmente a la casa de Cacho y Elsa quienes nos estaban esperando con una deliciosa cena fría. Estábamos todos muy cansados y con ganas de ir a la cama, lo que hicimos repartiendonos entre la casa, el galpón del fondo y el garage. Se esperaba una noche fría por lo que preparamos cantidad de frazadas, pero finalmente no hizo tanto frio.
El jueves 24 me levanté primero después de dormir muy bien en el garage y me encontré con Cacho y Elsa en la cocina con el desayuno ya preparado. Nos pusimos a matear y de a poco fueron viniendo todos. También aparecieron Andrea y Sofía a saludarnos. El desayuno se extendió hasta pasado el mediodía y luego bajamos al centro con un día muy lindo y soleado, aunque con viento, pasando primero a reservar lugares para el rafting planeado para el día siguiente. Luego continuamos hasta la casa de la tía Ellen donde solamente estaba el tío Andrés y paseamos un rato por el centro. Estábamos en tres grupos pero finalmente nos reunimos todos en la confitería Rapanuí antes de dar una vueltita más y subir a ver a la tia Ellen que ya había regresado del dentista. Como siempre la visita se hizo bastante larga, e incluso nos encontramos con mi primo Chulengo con quien quedamos que haríamos un asado en su casa el 30 de enero. Cacho y Elsa se habían cansado de esperarnos por lo que comieron, mientras que nosotros lo hicimos más tarde cuando llegamos a la casa. KF continuaba ignorante de la excursión del día siguiente y le dí informé a Johanna lo que necesitábamos llevar ya que según las instrucciones se necesitaba ropa seca de recambio. La idea era partir a las ocho de la mañana para llegar al punto de partida antes de las once, hora en que llegaban las camionetas de la empresa Extremo Sur con el resto de los excursionistas.
No conseguimos salir a las ocho, pero al menos arrancamos hacia el sur antes de las nueve de la mañana del viernes con lo que calculé que aún teníamos margen para llegar a tiempo. Con un hermoso dia de sol y poco tráfico llegamos rápido en caravana hasta el rio Villegas, donde debíamos desviarnos de la ruta asfaltada hacia el Bolsón para tomar el camino de tierra hacia la frontera con Chile. Elsa y Cacho llevaban su auto, y Agustín su camioneta. En la quinta de Ramona, una parienta de Cacho que vivía apenas un par de kilómetros después de la primer pasarela del rio Manso paramos para encargar huevos y frambuesas, y en el puente sobre el rio Foyel nos tuvimos que detener un rato pues estaban instalando algunos tablones de madera nuevos para reemplazar los existentes que estaban muy deteriorados. Nos habían instruido que esperaramos al resto de los excursionistas en el establecimiento de John pero nos pasamos de largo dos kilómetros llegando a un camping a la orilla del rio Manso desde donde salían los botes de otra companía. Cuando regresamos al establecimiento de los John ya habían llegado las dos camionetas y estaban comenzando con los preparativos. Fue el momento en que le dijimos a KF que el rafting iba a ser la aventura desconocida prometida en navidad, y la sorpresa fue total. Para KF, Johanna, Viktoria y yo que eramos los que ibamos a hacer el rafting había un desayuno de café y tortas fritas antes de comenzar a colocarnos los trajes de neoprene, el casco y el chaleco salvavidas para partir en las camionetas al punto de embarco. Nos dieron una cantidad de instrucciones de seguridad antes de embarcar, mientras que el resto de la familia se regocijaba con nosotros y nuestros disfraces. Finalmente llegó el momento de embarcar y partir aguas abajo. Antes de llegar al primero de los once rápidos nuestro guia y capitán Aldo nos dió aun más instrucciones a los seis ocupantes del bote y luego comenzó la aventura. Nos divertimos mucho y nos mojamos otro tanto, pero logramos no caernos al agua en los rápidos más difíciles. En las partes tranquilas el guia nos dijo que podíamos tirarnos al agua, e incluso Viktoria lo hizo en un tramo suave, pero no le causó mucha gracia. Durante los diez kilómetros del recorrido nos fueron acompañando nuestros fotógrafos privados en las partes en que podían acercarse al rio. El paisaje era magnífico y el día continuaba siendo soleado y templado. El ultimo tramo de quinientos metros era ya en territorio chileno pues que el río continuaba en esa dirección hacia el océano Pacífico y después de desembarcar tuvimos que trepar una loma empinada para llegar al punto donde nos despojamos de la ropa de excursionistas. Los botes fueron desinflados a orillas del rio y subidos con caballos. Después de un buen rato de espera regresamos finalmente con las camionetas hasta lo de John donde nos esperaban con un abundante asado del que participamos todos sentados afuera a la sombra de los árboles. Habíamos pensado hacer una visita a la casa de los abuelos de Cacho, a la que se llegaba cruzando el rio por una pasarela peatonal colgante, y lo hicimos Cacho, Elsa, KF, Johanna, Gabriel, Karin y yo mientras el resto se quedaba a esperarnos en la playa a orillas del rio. La caminata por el bosque y la pradera fue muy linda, teniendo siempre a nuestro costado la imponente ladera del cerro Bastión iluminada por el sol de la tarde. A unos dos kilómetros llegamos a la casa, de madera y en bastante estado de abandono. A Cacho le trajo muchos recuerdos de su infancia, e incluso subimos unos cien metros a visitar el lugar donde estaban enterrados sus abuelos en un pequeño cementerio que lamentablemente estaba también bastante deteriorado. Ya estaba cayendo el sol y comenzamos el regreso a Bariloche con Elsa y Cacho saliendo adelante para recoger los huevos y frambuesas encargadas en lo de Ramona. Se hizo de noche antes de completar los 40 kilómetros de camino de tierra para llegar al pavimento, con una hermosa luna casi llena, y arribamos a Bariloche pasadas las once de la noche veinte minutos más tarde que Cacho y Elsa. Ya teníamos apetito nuevamente y picamos algo frio además de frambuesas frescas con crema antes de acostarnos.
El plan del día sábado era hacer el clásico circuito chico pero sin necesidad de madrugar, para rematarlo con una merienda en una casa de te. Agustín bajó con la camioneta a hacer cambio de aceite y filtro antes de partir y ya era más del mediodía de un nuevo dia de sol antes de que partieramos nuevamente. KF y Johanna habían salido antes a pie y cuando los alcanzamos por la avenida de los Pioneros ya habían caminado casi ocho kilómetros. Hicimos una parada para admirar el paisaje desde el punto panorámico del lago Moreno, y una segunda parada en la bahía Lopez a orillas del lago Nahuel Huapi a matear. De allí continuamos el circuito por el bosque hasta llegar al imponente hotel Llao Llao, desde donde llamé a mi hermana para coordinar la llegada a la hostería El Encuentro sobre el lago Gutierrez a tomar un te. Cacho fue el único que no vino, y después de encontrarnos con Elsa nos sentamos en la terraza de la hosteria donde habíamos juntado dos mesas con sus parasoles. El lugar estaba muy bien ubicado sobre la orilla del lago Gutierrez, con una playa muy concurrida al ser un día tan lindo. Los panes con manteca y dulce eran también excelentes al igual que la tarta de manzana. Nos quedamos hasta pasadas las siete de la tarde y mientras Elsa regresaba directamente a Bariloche pasamos los demás por la casa de Mery a saludarla. Alli nos encontramos con su hijo Rodrigo también. Esa noche habíamos decidido hacer pasta, y al llegar a la casa de Elsa hice rápidamente la salsa de pesto prometida. Estaban también su hija Andrea con el marido, David, y sus dos hijos Sofía y Facundo. Ellos se quedaron a comer los fideos, que además de pesto servimos también con la abundante salsa de tomate hecha por Elsa. La velada se extendió hasta pasada la medianoche.
Nuestro plan de viaje era reparir la semana entre Bariloche y El Bolsón, de modo que el domingo por la mañana empacamos todo en los vehículos y antes de las once nos despedimos de Elsa y Cacho para partir hacia el Bolsón. Agustín había tenido algún tipo de conflicto desconocido con Cristina antes de salir, por lo que no se estaban hablando, y la cosa duró todo el día y parte del siguiente. Hicimos una sola parada en el puente sobre el rio Foyel y cuando llegamos al Bolsón nos encontramos con una intensa actividad a raiz de que estaba en marcha la tradicional fiesta anual del lúpulo. Había también calles cortadas y dando unas cuantas vueltas llegamos finalmente a la casa de mi amigo Miguel donde nos encontramos con su hijo Christian y su esposa Carolina. Miguel estaba de paseo por el Brasil y Christian estaba a cargo de controlar la casa, que gentilmente nos habían prestado. Después de acomodarnos salimos a comer, lo que hicimos sentados en un parque de la ciudad aprovechando que habían innumerables puestos donde se podía encontrar la más diversa clase de comida. Junto con Christian y Caro partimos todos hacia el lago Puelo donde nos guiaron hasta una playa pegada a la desemboca dura del rio Azul y donde nos quedamos un buen rato para solearnos y matear. Cuando ya se acercaba la puesta del sol regresamos al Bolsón previo pasar por un supermercado y hacer compras para aprovisionarnos de comida. Ya de noche preparó Gabriel un asado en el jardín de la casa de Miguel del que participaron Christian y Caro también.
El lunes 28 teníamos pensado subir al cerro Piltriquitrón y con ese fin los excursionistas nos levantamos relativamente temprano para salir a las ocho de la mañana. Fuimos Karin, Viktoria, Johanna, Gabriel, KF y yo en la Lolita hasta el refugio por un pésimo camino de tierra con 10 km de ascenso, pero con vista muy linda del valle del Bolsón y cerros aledaños. Del estacionamiento había que subir por una picada de un kilómetro hasta el refugio, pasando también a la vera del bosque tallado, Este bosque eran restos de un incendio en la década de los 70 en el que habían tallado diversas esculturas. Lo vimos de pasada pues queríamos llegar al refugio y emprender el ascenso. Viktoria decidió quedarse en el refugio y después de anotarnos en una lista de control comenzamos a subir. De entrada nos equivocamos y fuimos a dar a un pedrero casi imposible de ascender por lo que tuvimos que retroceder y dar una vuelta para retomar la picada. Al rato de subir dimos con una planicie a media altura del cerro con un arroyo del que recogían agua con una larga manguera para abastecer el refugio. A esa altura no había más árboles para protegernos del sol, y los molestos tábanos comenzaron a perseguirnos. La parte final de la picada era muy empinada y cada vez más dificultosa al estar muy suelta. Tierra, pedregullo, rocas, todo lo que podía estar suelto lo estaba, y mientras que la gente joven seguía para adelante con toda energía tuve que aminorar la marcha y hacer muchos descansos lo que mal no venía dada la belleza del lugar. Ya casi en la cumbre había manchones de nieve en los lugares donde no pegaba mucho el sol, pero la picada estaba libre de nieve. Finalmente logré llegar, más por voluntad que otra cosa, y nos sentamos todos a hacer el picnic sobre la roca con el hito que marcaba la cumbre del cerro de unos 2300 metros de altura. La vista hacia la cordillera y los valles era magnífica, y el cerro Tronador sobresalía entre ellos aunque su cumbre estaba envuelta en nubes. Mientras descansabamos allí apareció un condor que sobrevoló planeando suficientemente cerca como para apreciarlo en todo su esplendor. Después de merendar y tomar bastante agua iniciamos el retorno, que era también bastante dificultoso al tener que frenar constantemente y tratar de evitar caidas. Asi y todo Karin se cayó tres veces pero sin serias consecuencias. En el arroyo nos reabastecimos de agua fresca y cristalina antes de hacer el último tramo hasta el refugio al que Johanna y KF habían llegado ya con bastante anticipación. Viktoria nos había esperado allí casi seis horas, y antes de bajar al llano nos sentamos a la sombra de un arbol para comer una pizza con cerveza, todo elaborado allí mismo. Gabriel quería bajar caminando al llano, y para aliviar a la Lolita lo acompañaron KF y Karin mientras que Viktoria, Johanna y yo bajamos con el auto con la mayor lentitud posible dado el pésimo estado de la mayor parte de los 10 km del camino. La caja de cambios del vehículo no estaba en las mejores condiciones, por lo que hubo que usar mucho freno aunque hice todo lo posible para no forzarlos demasiado. Llegamos bien al llano y estacioné frente a un banco para que Johanna sacara dinero, y al querer arrancar nuevamente no había contacto eléctrico ninguno. Sospeché que se había soltado un borne de la bateria durante los saltos de la bajada del cerro y efectivamente comprobamos que un cable estaba suelto. De todos modos logramos arrancarla provisoriamente y fuimos hasta la casa para volver a conectar el cable con la ayuda de Agustín. En el interin llamó Gabriel avisando que ya habían llegado al llano y estaban en el estudio de Christian y Caro. Con ellos quedamos en hacer una excursión conjunta al día siguiente y regresamos a la casa a ducharnos y quitarnos la asuciedad de la subida al cerro. Johanna y KF querían tener una cena intima en el pueblo y se fueron en la Lolita mientras que el resto partimos un rato más tarde en la camioneta de Agustín para comer en el pueblo también. Encontramos un restaurante con pastas y pescado donde cenamos en la vereda, y allí aparecieron al rato KF y Johanna, quienes habían comido en el restaurante Jauja. Queríamos comer helado y fuimos caminando en patota hasta la heladería, que también era la misma Jauja. Ya al filo de la medianoche regresamos a la casa a acostarnos, los andinistas muy orgullosos de la hazaña de haber hecho cumbre en el Piltriquitrón.
Después de controlar mis huesos y músculos y comprobar que todo estaba en orden salí con Agustín el martes por la mañana a buscar facturas y churros en el centro del Bolsón, e hicimos un largo desayuno que casi duró hasta el mediodía esperando que Christian y Caro estuvieran listos para juntarse con nosotros e ir nuevamente a la playa del lago Puelo. La idea era hacer una excursión hasta la Gendarmeria a 4,5 km bordeando el lago Puelo por su orilla norte. Aquellos que no quisieran caminar podían utilizar el servicio de botes, pero cuando averiguamos precios resultó ser un poco caro pues el costo mínimo ida y vuelta era de 600 pesos. Entonces cambiamos los planes y comenzamos con un picnic en la playa. Al rato decidimos los hombres y Caro hacer la picada, para lo cual había que comenzar por vadear el rio Azul. En medio del rio me arrepentí de cruzarlo descalzo antes la cantidad de piedras bochas del fondo, pero no hubo más remedio que continuar, luchando contra la fuerte correntada. Eran tres los vados ya que el rio desembocaba en una especie de delta. Hicimos luego sin problemas los 4,5 km con bastante tráfico de mochileros ya que era parte de la picada hacia Chile cuya frontera estaba a escasos nueve kilómetros. El lugar donde se encontraba la Gendarmeria era una maravillosa bahía que estaba bañada de sol, y todos nos metimos en el agua. Como eran ya casi las siete no pudimos quedarnos demasiado, teniendo en cuenta también que la primer parte de la picada de regreso era en fuerte ascenso. KF, Agustín y yo hicimos delantera y llegamos nuevamente al rio Azul cuando el sol comenzaba a desaparecer detrás de las montañas. Esta vez me dejé las zapatillas puestas para vadear los tres ramales del rio y fue mucho más facil. De paso se limpiaron un poco las zapatillas. Al rato llegaron Gabriel, Caro y Christian, y partimos todos de regreso al pueblo. Hicimos algunas compras para preparar empanadas y llegamos justo cuando comenzaba uno de los tantos partidos River-Boca, que para amargura de Mariano fue favorable a Boca por penales.
El miércoles 30 teníamos planeado regresar a Bariloche con tiempo para hacer compras diversas, por lo que nos levantamos relativamente temprano a empacar, desayunar y dejar la casa de Miguel en condiciones antes de partir. Queríamos despedirnos también de Christian y Caro en su estudio de arquitectura y dejarles las llaves de la casa. Con una hermosa mañana soleada y equipados con facturas de la Nona compradas por Karin partimos hacia Bariloche y antes del mediodía llegamos a la casa de Elsa. Antes de salir del Bolsón nos había avisado Elsa que se había declarado un incendio en el cerro Otto a la altura de Piedras Blancas y vimos el foco sobre la ladera del cerro, con dos aviones hidrantes arrojando agua. Por suerte no pasó a mayores. Elsa estaba lista a nuestra llegada para servir el almuerzo de salchichas y ensalada de papas sentados a la sombra en el jardín de atrás de la casa. Agustín partió con Mariano y Cristina antes del almuerzo para hacer el ascenso con el telesférico a la cumbre del cerro Otto. A su regreso nos enteramos que no había resultado muy exitosa la aventura para Mariano pues había sufrido de vértigo y muy poco pudo desfrutar de la subida y el paisaje. Mientras tanto bajamos el resto caminando al centro a hacer compras varias. En el camino nos encontramos con un simpático perro que parecia haberse escapado de alguna casa y nos seguía. Nos dió mucha pena e intentamos dejarlo en casa de la tia para que avisaran en la radio local pero el tio Andrés se negó rotundamente por lo que lo dejamos a la suerte en la calle. Johanna y KF regresaron en colectivo a casa de Elsa mientras que Viktoria, Karin y yo volvimos a pie. Gabriel estaba en un Wi-Fi y desde allí pensaba salir caminando hacia lo del Chulengo donde se hacía el asado de la noche. Cacho no quiso ir y se quedó cuidando la casa mientras que los demás partimos en caravana. Pudimos subir sin problemas hasta estacionar antes de la subida final a su casa, donde nos encontramos con mi prima Elenor que traía a la tia Ellen y el tio Andres. Chulengo bajó con su destartalada camioneta 4x4 para subir con la tia los 50 empinados metros hasta la casa. El chancho a la parrilla y el lechón al asador estaban ya en marcha y al rato nos pusimos a comer envueltos en el humo de la fogata. Tuve el placer de encontrarme nuevamente con Susi, una sobrina de la tía a quien no veia desde hacia casi cincuenta años. Había venido con su marido, y también aparecieron Mery y Rodrigo. Ya cerca de medianoche emprendimos el regreso con una hermosa noche de luna, que sería nuestra última en Bariloche por esta vez. Nos esperaban 1000 km de ruta para el día siguiente.
El primer despertador que escuché el jueves fue el de Mariano, a las seis menos cuarto, y a las seis fue un concierto. Asi fue que antes de las siete estábamos todos sentandos en el living de Cacho y Elsa desayunando y a las ocho estábamos en marcha con un día radiante de sol. A esa hora estaba aun fresco en Bariloche pero no demoramos mucho en comenzar a sentir el calor precordillerano. La promesa de dejar carne al eremita quedó trunca al no haber hecho la compra y pasamos de largo sin parar. A diferencia de la ida, esta vez asomó entre la ceniza el fiel cerro Lanin a la distancia cuando pasamos por la pampa de Alicurá. Nos detuvimos en Piedra del Aguila a cargar nafta y refrescarnos un poco antes de seguir, pues habíamos decidido almorzar sandwiches sobre la marcha para no perder tiempo. Antes de entrar a la zona urbana de Plottier tomamos el camino de circunvalación no habilitado, por donde en realidad no se debía circular pero que estaba abierto al paso. Con ello evitamos lidiar con los tediosos 48 semáforos de la ruta en Neuquén y salimos directamente a Centenario después de hacer un corto tramo precario de tierra. Yendo en dirección norte hacia la colonia 25 de Mayo vimos cómo se estaban formando nubes muy amenazadoras en el horizonte, las que fueron una bendición para nosotros ya que al encarar la ruta de la conquista del desierto hacia el este se nubló totalmente y aplacó un poco el calor. Vimos a la distancia cómo llovía torrencialmente con el hermoso fondo de la puesta de sol, y a nosotros no nos tocó una gota. A la altura de Chacharramendi comenzó a caer la noche y llegamos a General Acha ya con oscuridad. Como Cristina pensaba viajar a Córdoba en ómnibus desde Santa Rosa nos reacomodamos nosotros y nuestros bártulos para que Agustín siguiera con ella y Mariano mientras que el resto continuabamos en la Lolita hacia Macachin, 100 km más adelante, donde habíamos reservado hotel. Llegamos poco después de las once de la noche tras haber cubierto los 1000 km en quince horas, para instalarnos en el espectacular hotel Euzko Alkartazuna que era como un enclave vazco en el pueblo. Había un restaurante aun abierto al lado del hotel, que estaba frente a una plaza muy limpia y cuidada, y nos sentamos a comer y observar el espectáculo de la gente del pueblo dando la vuelta del perro. Al rato apareció Agustín con Mariano ya que Cristina había enganchado un micro a Córdoba desde Santa Rosa sin demoras. Eran casi las dos de la mañana cuando nos fuimos a dormir, pero habíamos acordado que no era necesario madrugar al día siguiente ya que estabamos a escasos 600 km de Buenos Aires.
El desayuno del hotel era tipo buffet y con toda calma comimos y juntamos todo para seguir viaje con un nuevo día magnífico. Pudimos leer en una placa que el presidente Ortiz había firmado un decreto en el año 1940 permitiendo la entrada al pais a todos los vascos indocumentados que habían sido desplazados por la guerra, lo que explicaba en parte porqué habia tanta presencia vasca en Macachín, en pleno centro pampeano. Partimos finalmente del pueblo para hacer la última etapa del viaje, tomando la ruta provincial número 1 bastante deteriorada en su tramo final y empalmando luego con la nacional número 5 al norte de Santa Rosa. Al llegar a Trenque Lauqen eran ya las dos de la tarde y buscamos un restaurante en esa prolija y limpia ciudad para almorzar cuando ya hacía un calor infernal. Encontramos un lugar cerca del centro donde nos atendieron muy bien, aunque como ya era costumbre siempre había alguien del grupo que quedaba demorado al no recordar el mozo todos los pedidos o bien al hacer lio al pedir. No falló casi nunca durante todo el viaje. A partir de Trenque Lauquen hicimos las paradas necesarias para cargar nafta, ir al baño y aprovisionarnos de bebidas frescas, mientras que observabamos nuevamente como se formaban nubes de tormenta. La ruta estaba en partes en reparación y en otras en bastante mal estado, y muchos campos estaban inundados por las recientes lluvias. Se hizo de noche a la altura de Mercedes, y ya por autopista entramos triunfalmente al acceso por Luján llegando a la Boca a las diez de la noche minutos antes de que comenzara una intensa tormenta eléctrica con la consiguiente lluvia para alivio de los porteños que a esa hora aun sufrían con temperaturas superiores a los treinta grados. Fui con Agustín y Mariano a buscar empanadas de Augusto y bebidas frías para improvisar una cena antes de terminar el día. Kubrik muy contento de estar nuevamente rodeado de gente, y con una herida en el cuello además de haber roto su soga, todo por razones desconocidas aún. Todo estaba bien en la casa, que había quedado al cuidado de Rauni durante nuestra nueva gira exitosa por el sur.
La tormenta había pasado y la temperatura había descendido considerablemente. Durante la mañana del sábado lavamos toda la ropa sucia del viaje y pasado el mediodía partimos nuevamente de excursión comenzando con la visita al museo del bicentenario contiguo a la casa de gobierno, que alojaba las ruinas de la antigua aduana de Buenos Aires además de una excelente exposición audiovisual de la historia de la Argentina hasta el presente. En una bóveda pudimos apreciar también el mural hecho por el artista mexicano David Alfaro Siqueiros en el año 1933 y rescatado de una casa quinta en Don Torcuato. Luego entramos a dar una mirada a la casa de gobierno, sin participar de la visita guiada, y de allí partimos con el ómnibus 130 hasta la Recoleta a pasear por la zona. Johanna y KF encontraron un vino tinto del valle de Uco en Mendoza en una vineria muy paqueta y lo compraron para llevar a Suecia. Con el ómnibus 152 regresamos a la Boca, donde hicimos algunas compras en el chino del barrio. Habíamos reservado mesa para cenar en el popular restaurante El Obrero en la Boca y comimos muy bien allí mientras veiamos de reojo el primer tiempo de un nuevo partido Boca-River. Gabriel y yo terminamos viendo el segundo tiempo en el restaurante Augusto acompañado de un flan mixto para celebrar finalmente el triunfo de River por 2 a 1. El resto se fue a un lugar de San Telmo a ver cómo se bailaba el tango, mientras que yo regresé al Benito para que Kubrik diera una vuelta antes de acostarme. La flamante soga comprada por Karin se soltó al desoldarse el aro metálico del collar, pero por suerte Gabriel pudo atrapar a Kubrik antes de que se escapara.
El domingo 3 era el día de la partida de Johanna y KF, pero lo hacían recién a las 22:15 por lo que tenían aun tiempo de sobra. Comenzamos por ir al tradicional bar Roma en Olavarria y Almirante Brown en la Boca a tomar el desayuno, mientras que Gabriel había ofrecido su terraza para aprovechar el magnífico día de sol y su pileta además de comer un nuevo asado. Allí estuvimos todos por la tarde hasta que se hizo la hora de terminar de empacar y partir a Ezeiza. Lo hicimos con la Lolita, y también nos acompañó Mariano mientras que Agustín se quedaba en su casa. Había bastante caos en la terminal nueva de Ezeiza, que parecía no estar dimensionada para el volumen de pasajeros que hacían los trámites de pre-embarque. KF y Johanna terminaron colandose accidentalmente en la confusión que había y se hicieron de sus tarjetas de embarco más de una hora antes de la partida lo que les daba margen para la probable larga cola de migración. Nos despedimos de ellos y al regreso al centro por la autopista fuimos a dar a un monumental embotellamiento en la autopista con los miles de vehículos que regresaban a la capital al final de un domingo. Había un serio accidente de motos también complicando la situación, pero con paciencia fuimos avanzando y finalmente llegamos a la Boca a dejar a Mariano en su casa y luego picar algo en casa de Karin.
Había convenido con Gabriel en que iría a su casa a las nueve de la mañana del lunes para que juntos creáramos mi pagina web en su server y así lo hicimos. El tenía tiempo hasta las once pues luego tenía que salir a atender unos clientes. En esas dos horas me introdujo al faascinante mundo cibernético y tomé bastantes notas a sabiendas de que olvidaría facilmente muchas de sus explicaciones. Fue muy productiva la clase y regresé a Benito con una larga lista de cosas para hacer respecto al tema. Pero habiendo acordado que ibamos a comer el salmón a la noche y que haria otra vez el pan de frutas y nueces, salí con Viktoria a hacer las compras necesarias en el barrio para adobar el pescado y amasar el pan. Karin me había pedido ayuda para reorganizar el amueblado y cuando regresó del trabajo nos abocamos a esa tarea. El living y los dormitorios 1 & 3 cambiaron bastante de aspecto después de varios ensayos hasta que Karin quedó satisfecha finalmente con la nueva disposición. Hicimos también una lista de artículos a comprar en el Easy. De la cena participaron también Agustín, Mariano y Gabriel y el salmón tuvo mucho éxito. Quedaba luego solamente hacer el paseo final del día con Kubrik, lo que fue en semioscuridad al haberse producido un corte de luz en el barrio.
El día anterior había llamado a Mery y habíamos quedado de acuerdo en vernos en el centro. Ella tenía que hacer algunos trámites de certificación de documentos para Rodrigo y nos encontramos en 25 de Mayo y Bartolomé Mitre fuera del ministerio del interior. Agustín iba temprano con su camioneta a trabajar al barrio norte y aproveché con el para ir al centro pero como era muy temprano me dejó en Retiro y desde allí regresé caminando a Plaza de Mayo observando como despertaba la ciudad y se movía el intenso transporte matinal en el centro. Era nuevamente un dia hermoso de sol que prometía ser bastante caluroso. Los trámites de Mery nos llevaron del centro a la casa de Rio Negro en Tucuman al 2000, nuevamente al centro y finalmente al ministerio del exterior, con lo que se hicieron la una y media de la tarde y me alcanzaba justo el tiempo para encontrarme con Karin en el club sueco al finalizar su trabajo. Tuvimos Mery y yo oportunidad de vernos frente a frente después del rompimiento de la relación y charlar el tema, aunque bastante superficialmente. También almorzamos muy bien en el restaurante Bar-bar-o reponiendo fuerzas de la caminata. Karin terminaba a las dos de la tarde y llegué justo para encaminarnos a pie hasta la iglesia sueca donde encontramos a Eva y Rauni. Una vez que llegamos a Benito nos juntamos con Agustín para ir en su camioneta al Easy a hacer algunas compras para el hostal que incluian estantes para montar en la cocina con artefactos eléctricos sobre la mesada. Al lado del Easy de barracas había un Vea y allí hicimos las compras para la cena, que iban a ser tacos en la casa de Agustín. Vino Gabriel también junto con el amigo Gonzalo a compartir la cena y lo pasamos nuy bien todos reunidos. Al regresar a Benito descubrimos que había corte de luz en la zona, pero al rato volvió a reconectarse.
El miércoles 6 era mi último dia completo en Argentina antes de partir de regreso a Suecia. Agustín no tenía ningún trabajo programado por lo que vino a Benito por la mañana para proseguir trabajando en las mejoras. Pensábamos continuar con la fabricación de la escalera de hierro a la terraza del fondo, y para ello hicimos varios cálculos a fin de comprar el material en una herrería cercana. Había un nuevo corte de luz en el barrio pero cuando nos hicimos finalmente de todo el material necesario recuperamos nuevamente electricidad y pudimos utilizar la cortadora eléctrica de Agustín. Apenas llegamos a armar tres peldaños de los trece necesarios ya que llevaba su tiempo cortar y agujerear todos los hierros. Además queríamos colocar los dos estantes de la cocina, uno de ellos con artefactos de luz, antes de ver el partido Argentina-Suecia a las cuatro y media de la tarde. Asi y todo no llegamos a completarlo antes de tener que ir al bar Roma a juntarnos con el resto para ver como la selección argentina le ganaría a la sueca por 3 a 2 en Estocolmo. Suecia se defendió bastante bien y hacia el final tuvo momentos de muy buen fútbol. Gabriel había propuesto hacer pizzas en casa de Karin, por lo que mientras Agustín y yo terminábamos de armar las estanterias se puso en marcha la cena a la que se unió Mariano y también Ana María. Ella quería mandar conmigo algunas cosas a la familia y proveer a Omar de abundante yerba. Teniendo en cuenta la experiencia anterior tuvimos a Kubrik atado en el patio para evitar nuevos incidentes. Durante la cena hubo un nuevo corte de luz pero no duró mucho. Ana Maria comentó que iba a estar libre la semana siguiente y quería ir a algún lado de vacaciones por lo que le dimos algunas ideas, e incluso le comentamos la posibilidad de ir a conocer Bariloche. Le pareció una buena idea y allí mismo la puse en contacto telefónico con Elsa. Gabriel tenía incluso pasajes ida y vuelta a Bariloche no utilizados por una gringa que podían ser usados por Ana Maria para su viaje. Cuando se fue Ana Maria salí con Kubrik acompañando a Mariano hasta su casa, antes de irme a dormir como siempre bien tarde. No tenía ánimos para comenzar a empacar por lo que lo dejé para el día siguiente.
llegó así el día de mi partida, y me levanté antes de las seis para ducharme y preparar luego mi equipaje, antes de ir nuevamente a casa de Gabriel para una lección final de computación. Quedamos de acuerdo en lo que tenía que corregir antes de poner en marcha mi dominio en internet, que ya había sido habilitado. Cuando regresé a Benito propuso Karin que salieramos con Viktoria a hacer un almuerzo liviano y para ello tomamos el colectivo hasta San Telmo y nos sentamos a la vereda de una confitería orgánica con un día soleado y caluroso. El regreso lo hicimos a pie y nos juntamos en Benito con Mariano, Agustín y Gabriel. Gabriel propuso a Lolita para ir al aeropuerto, y Agustín prefirió querdarse trabajando con la escalera de metal a la terraza del hostal. Había nuevamente una larga fila para despachar valijas y obtener la tarjeta de embarco pero me sobraba tiempo. Mi asiento en el avión era el mismo que a la venida y traté de cambiarlo por un lugar junto al pasillo pero fue imposible, a menos que pagara un extra de 70 €, no se bien por qué razón. Fueron muy cortas las colas para pasar la seguridad y el control de migración. Ya ubicado en mi asiento una pareja me propuso un cambio para que ellos pudieran estar juntos y fui a dar a una ventana, lo que yo prefería a pesar de la movida que significaba molestar a los dos daneses contiguos a mi asiento a la hora de tener que ir al baño. Salimos a horario de Buenos Aires y el vuelo a Paris fue muy bueno y rápido, con solo algunos cortos períodos de turbulencia. El horario de partida de las seis de la tarde hacía que buena parte de la travesía se hiciera durmiendo. A Paris llegamos con casi media hora de adelanto, al punto de que tuvimos que esperar un rato en la pista al estar aun ocupada nuestra manga.
Tenía mas de tres horas de espera en Paris antes de continuar viaje a Copenhagen pero pasaron también muy rápido al tener lectura y computadora. El contraste de temperaturas al llegar fue bastante brutal, pero tenía mi gorra y guantes. La fiel Alicia me estaba esperando en Hillie y así terminó esta nueva odisea argentina.