12 de Junio 2023
Lunes 12. Nuestro vuelo a París partía a las 15.40 y Viktoria pasó por casa con amplio margen para llevarnos con nuestro auto hasta la estación del Triángulo. Hubo una hora de atraso en la salida del vuelo pero no era para crear preocupación pues teníamos más de tres horas de espera para el vuelo siguiente a Roma. Eso nos dió tiempo a cenar en uno de los restaurantes de la terminal y Air France había retomado además la costumbre de dar meriendas gratuitas a bordo del avión. Cerca de medianoche aterrizamos en Roma y allí nos estaba esperando el taxi que habíamos contratado para que nos llevara a nuestro primer alojamiento, que tenía el curioso nombre de Babyface. Demoramos una media hora en llegar a destino, con tráfico liviano en la autopista y las calles de la ciudad. A pesar de haber avisado que llegaríamos entre medianoche y la una de la mañana, no tuvimos respuesta al tocar el timbre del portero eléctrico. El taxista tuvo la deferencia de esperar mientras encontrábamos un teléfono y nos comunicamos con un empleado que no vivía allí pero si en las cercanías y a los pocos minutos apareció semi dormido para abrir y conducirnos a nuestra habitación. Recien entonces se retiró nuestro chofer. El edificio estaba bastante venido a menos y encontramos varios defectos pero la habitación era amplia y tenía un buen baño. No había calentador de agua, fundamental para el mate, y no logramos tampoco que nos proveyeran de uno.
Martes 13. La ubicación del Babyface era buena, cercana a la gigantesca estación de tren Roma Termini y también a los lugares de interés de la ciudad. Alicia había programado un extenso menu de actividades, comenzando esa misma mañana con un "free tour" de Roma cuyo punto de reunión era la famosa plaza España con su extensa escalera. Caminamos los 2 kilómetros que nos separaban de ese lugar, llevando sendos paraguas ante la posibilidad de que comenzara a llover. La guía nos entregó a cada uno de los participantes un receptor con auriculares y ella se comunicó con todos nosotros por medio de un micrófono y un transmisor, todo muy práctico. El recorrido fue por la bella fuente de Trevi, el imponente Panteón y finalmente la plaza Navona con sus dos fuentes: la fuente de Neptuno y la de los cuatro ríos, esta última creada a mediados del siglo 17. Los cuatro ríos que representaba esta escultura eran el Nilo, el Danubio, el Ganges y el Rio de la Plata, cada una con colosales figuras. Curiosamente, la figura que representaba el Rio de la Plata simbolizaba a un nativo con cara aterrorizada, ocultando con la mano la iglesía que se encontraba enfrente. La guía hablaba español e hizo numerosas paradas en el recorrido para informarnos de lo que estábamos viendo, salpicado con anecdotas y curiosidades. Tal como estaba pronosticado cayó un chaparrón y aquellos que no tenían protección pudieron comprar paraguas y capas de lluvia. Los vendedores ambulantes aparecieron también como hongos en la lluvia. Finalizado el tour pasó la gorra y nos recomendó además restaurantes cercanos para almorzar. Así probé mi primera pizza en Italia, muy sabrosa y abundante. Ya sin lluvia regresamos a nuestro alojamiento, pasando primero por la estación de tren donde habíamos visto que había un negocio con artículos para el hogar y compramos un pequeño calentador de agua para viaje. Aún teníamos una segunda actividad, que era en la iglesia de San Pablo Intramuros, una iglesia episcopal en las cercanías del Babyface. Fuimos a pie y asistimos a la ópera completa La Traviata de Verdi. Una iglesia no era precisamente ideal para ver ópera, no obstante lo cual disfrutamos mucho de la obra y también del magnífico interior del edificio.
Miércoles 14. Ese día nos tocaba la visita al Coliseo, al Foro Romano y al Palatino, pues Alicia había reservado entradas con anticipación. El Coliseo estaba aun más cerca de nuestro alojamiento, a escaso kilómetro y medio. Caminamos nuevamente hasta una oficina donde se canjeaba la reserva por los boletos de entrada, y esperando la hora de entrar nos sentamos a desayunar en una confitería cercana con vista al Coliseo. Había un mundo de gente en la zona e innumerables grupos con guías. Nosotros habíamos optado por hacernos de audioguías que alquilamos en oficinas dentro del Coliseo. Era sin duda de una arquitectura extraordinaria, aunque representara un monumento a la barbarie humana. Accedimos a dos de los tres niveles y pudimos apreciar también la complejidad de las galerías bajo la arena, donde se preparabanlos gladiadores y se enjaulaban los animales. El nombre Coliseo provenía de la de existencia de la estatua El Coloso de Nerón en las cercanías, ya desaparecida. Al presente el Coliseo es un santuario cristiano, en honor a los cristianos martirizados durante los primeros siglos del cristianismo. Aún está en discusión si hubo cristianos asesinados en el Coliseo, pero es es otra historia. Finalizada la visita pasamos al Foro Romano adyacente, centro de la vida política y económica de Roma durante el imperio. Pasamos por el arco de Tito, aun en pie, para recorrer luego las ruinas del lugar tratando de imaginar lo que había sido el foro en su época. Se encontraba en una zona baja, que originariamente había sido un pantano, y aun lado estaba la colina del Palatino, una de la siete que rodean a Roma. Fue residencia de los primeros emperadores aunque actualmente solo quedaran ruinas, y recorriendo la colina dimos con el lugar donde según la mitología Rómulo y Remo habían sido encontrados y amamantados por la loba Luperca. El cielo estaba muy encapotado y antes de dejar el lugar nos sorprendió un fuerte chaparrón del que nos pudimos proteger desplegando nuestros paraguas. Al finalizar la visita nos dimos cuenta que habíamos hecho un cálculo totalmente erroneo del tiempo que nos iba a ocupar y tuvimos que cancelar sobre la marcha un free tour contratado parala tarde. Caminamos hacia el centro pasando por la Plaza Venecia y el imponente monumento al rey Vittorio Emanuele II conmemorando la unificación de Italia en 1871. Los italianos habían rebautizado el monumento como "la torta de bodas" y en verdad había un cierto parecido. Almorzamos en un restaurante de la plaza y continuamos hasta la fuente de Trevi, uno de los lugares favoritos de Alicia. Después de un helado y compras en un kiosco regresamos caminando al hospedaje.
Jueves 15. Cesó la lluvia en Roma y comenzó un período de sol y calor. Ese día teníamos hecha una reserva para hacer una visita guiada a la imponente basílica de Santa María Mayor por la mañana. Este templo estaba ubicado a pocas cuadras de nuestro alojamiento e hicimos el recorrido a pie. Una señora mayor ofició de guía, en español, para un pequeño grupo de participantes. Además de toda su riqueza histórica y artística, esta basílica se asociaba al milagro de la nieve de agosto. Según la leyenda, la virgen María se apareció en un sueño en agosto del año 352 pidiendo la construcción de una iglesia en su honor y a la mañana siguiente, en pleno verano, la colina del Esquilino apareció cubierta de un manto de nieve. Se interpretó como una señal milagrosa y así se construyó el templo. Cada 5 de agosto se conmemora este hecho dejando caer pétalos blancos desde la parte superior de la basílica. En un plano más terrenal, al costado del templo había una heladería que vendía helados de limón con cobertura de crema (nieve) y granulos de merengue (copos). Según una foto, hasta el Papa había ido a probar ese helado. No era el único museo que visitaríamos ese día pues a la tarde teníamos programada la visita guiada a la galería Borghese y sus jardines. Las obras que se exhibían allí habían pertenecido a la colección privada del cardenal Scipione Borghese (1577 - 1633) a quien dinero evidentemente no le faltaba. El parque que rodeaba a la enorme finca era también digno de verse y terminaba en un mirador desde el que se tenía una bella vista del centro de Roma. Al pie del mirador se encontraba la plaza del popolo (pueblo), y elegimos cenar en uno de los restaurantes cercanos. Así juntamos fuerzas para hacer el recorrido de casi 3 kilómetros hasta nuestro alojamiento.
Viernes 16. Ese día tocaba la infaltable visita al Vaticano, también reservada por Alicia. Era a las dos de la tarde, de modo que no hubo que madrugar pero antes de esa visita quisimos entrar al muy interesante museo Vicus Caprarius que se encontraba a pasos de la fuente de Trevi. A nueve metros bajo el nivel de la calle se podían apreciar los restos de una casa romana y también del acueducto por el que después de dos mil años aún circulaba agua. El Vaticano se encuentra en la orilla opuesta del rio Tiber y decidimos tomar el ómnibus, aunque costó un poco encontrar un kiosco donde vendían los boletos. Como era de imaginar, el gentío era enorme a las puertas del Vaticano, pero al tener las reservas entramos de inmediato. Nuestra entrada incluia almuerzo y fue lo primero que hicimos, juntando energía para lo que se venía. Nuestro recorrido por el Vaticano comenzó por el museo, continuó por la capilla Sixtina y terminó en la basílica de San Pedro. Exceptando esta última, fue un rio de gente haciendo el mismo recorrido. La basílica era tan gigantesca que no había manera que se llenara. Tanta pompa y riqueza acumulada terminaba agotando los sentidos. Regresamos al centro tomando un ómnibus que nos dejó cerca de la plaza del Popolo, pues aun teníamos previsto un free tour nocturno de la ciudad que comenzó en esa plaza y terminó en la plaza Navona. Cenamos en las cercanías y retornamos a pie a la casa.
Sábado 17. Al haber extendido por dos días nuestra visita a Roma y sin poder seguir en el Babyface habíamos reservado otro alojamiento en las cercanías llamado Domus Imperiale. A media mañana dejamos la habitación y rodando las valijas nos trasladamos al Domus. Nos esperaba la propietaria, quien nos dejó depositar el equipaje ya que podíamos acceder después del mediodía. Este nuevo lugar nos daba mucho mejor impresión, si bien frente a la entrada había un tremendo basural. Habíamos comenzado a hacer uso del transporte público, y después de dejar el equipaje tomamos el bus al centro para visitar el Panteón con entrada gratuita. Teníamos una hora reservada e hicimos tiempo en una confitería cercana a la fuente de Trevi. A las doce en punto entramos al colosal Panteón, antiguo templo romano consagrado ahora como iglesia católica. Leimos que casi dos mil años después de ser construida, la cúpula de hormigón sin armar seguía siendo la más grande del mundo de ese tipo. El orificio central (óculo) tenía 9 metros de diámetro y el piso del panteón era ligeramente abovedado para permitir que escurriera el agua de lluvia. El efecto del sol penetrando por esa abertura era espectacular. Teníamos reservado ese día un free tour al barrio Trastevere, en la orilla opuesta del río y como era recién a las cinco de la tarde nos dió tiempo para regresar al hotel, hacernos de nuestra habitación y descansar un rato. El lugar de encuentro era la plaza San Bartolomeo en la pequeña isla Tiberina y tomamos un ómnibus que nos dejó en las cercanías. Nos esperaba una guía de origen venezolano muy simpática e igual que los demás guías, muy conocedora de su tema. El Trastevere (del latín Trans Tiberim, el otro lado del Tiber) era un barrio más bohemio, con mucha historia también, y tenía zonas muy tranquilas aunque en la zona de bares y restaurantes había un gran gentío. Finalizado el tour fuimos a cenar al restaurante MamaEat del barrio, donde cualquier plato del menu tenía su variante sin gluten. Ya casi al final de la cena derramé accidentalmente mi copa de vino tinto, manchando la ropa de Alicia. Caminando luego de regreso dimos con una venta de ropa en la calle donde Alicia consiguió una blusa y un pantalón, haciendo allí mismo el cambio de ropa. El rio Tiber tenía altas murallas, pero habían escaleras también para pasear por la orilla en una zona donde se habían instalado cantidad de restaurantes, bares y tiendas. Habiendo caido ya la noche se veía muy bonito con la luz artificial e hicimos una buena caminata por allí antes de regresar a pie al alojamiento.
Domingo 18. Se acercaba el final de nuestra estadía en Roma, aunque nos quedaba aún el paseo a Nápoles y Pompeya. El domingo madrugamos pues teníamos que estar en la plaza de la iglesia Santa María de los Angeles y los Mártires a ls siete y cuarto. Era una corta distancia desde el hospedaje y fuimos a pie, encontrándonos con una buena cantidad de buses y gente. La desorganización estaba bastante organizada pues dimos facilmente con nuestro ómnibus y nuestro guía, que manejaba el español, el brasilero y el inglés. La distancia a Nápoles era de un poco más de 200 kilómetros y después de hora y pico de viaje paramos en un estabelecimiento de la ruta donde el tumulto era total pues justo habían llegado varios buses con el mismo propósito. Logramos ir al baño y hacernos de bebida antes de continuar viaje hacia Nápoles, donde nos estaba esperando un guía local. De Nápoles conocimos solamente el paseo costero por la bahía, parando unos minutos para tomar fotos. El almuerzo estaba incluido y el restaurante se encontraba en las cercanías de Pompeya. Comimos muy bien allí y luego continamos un corto trecho hasta el estacionamiento cercano a la entrada a las ruinas. Antes de iniciar el recorrido nos sugirieron entrar a la fábrica y venta de camafeos, que además tenía baños libres. Quedamos impactados por el tamaño de las ruinas, que recorrimos bajo un sol abrasador y con el volcán Vesubio como telón de fondo. Recibimos mucha información interesante del experto guía y no dejó rincón sin visitar. En el viaje de regreso paramos nuevamente en el mismo lugar, esta vez con mucho menos gente. Camino al hotel entramos a cenar a un restaurante y luego fuimos a una antigua heladería cercana del barrio. Yo había pedido un taxi para la mañana siguiente pues si bien la estación Roma Termini no estaba tan lejos nos pareció damasiado para caminar con las valijas.
Lunes 19. Pese a mis dudas, el taxi que había pedido por internet llegó con toda puntualidad y nos trasladó hasta la estación de tren Roma Termini. Si bien llegamos con tiempo, por descuido nos dimos cuenta a último momento que habían cambiado la plataforma de salida, y nos encontramos con una multitud tal de gente con su equipaje bloqueando el paso que no llegamos a tiempo y tuvimos que comprar pasajes para un tren posterior. Curiosamente salimos casi una hora más tarde de lo previsto inicialmente pero de todos modos llegamos a Florencia una hora antes porque hicimos el trayecto a 250 km por hora y sin paradas intermedias con el tren bala. La primera medida fue almorzar en un restaurante de la estación y luego nos pusimos en la cola para tomar un taxi llegando así a nuestro nuevo alojamiento, que era una vivienda interior de dos plantas con un patio propio a la sombra de un árbol de damascos. Fue el alojamiento más cómodo de todo el periplo ya que contaba con cocina comedor completa en la planta baja y un dormitorio muy amplio en un nivel inferior al que se llegaba bajando por una escalera en espiral. El dormitorio tenía ventanas y puerta a un pequeño patio también y por estar a ese nivel se sentía muy fresco. Había baño completo en ambos niveles y además una lavadora que pusimos en marcha de inmediato con la ropa sucia acumulada la semana anterior. Sacamos luego el tendedero al patio, alejado del árbol pues llovían damascos maduros. Teníamos un muy surtido supermercado en las cercanías e hicimos allí compras varias para el desayuno y eventuales comidas. Luego hicimos la caminata de unos 3 kilómetros hasta el centro histórico de Florencia llegando al famoso y pintoresco puente viejo. En las cercanias dimos con un restaurante tranquilo sobre la costanera del río Arno y luego optamos por tomar el ómnibus para regresar al alojamiento.
Martes 20. Siguiendo el programa de actividades, Alicia había comprado entradas para visitar ese día Las galerías Uffizi (oficinas en la época inicial de la dinastía Medici) y fuimos para allá en el ómnibus. Durante el trayecto nos percatamos de que no hacía su recorrido habitual y nos bajamos a bastante distancia del museo, teniendo que apurar el paso para llegar a tiempo a la hora reservada de entrada. Nos dimos cuenta a posteriori que había muchas calles céntricas en obra. Armados de sendas audioguias en español entramos al museo y pasamos horas recorriendo las galerías con sus fantásticas obras de arte. Imposible mantener la atención para apreciar plenamente los más de dos mil cuadros además de las esculturas y la arquitectura del lugar, asi que terminamos concentrándonos en las obras más conocidas. Después de una comida acudimos a la cita para hacer un free tour de Florencia al atardecer, que terminó en el puente viejo. El guía nos señaló desde allí la plaza Michelangelo con su mirador situado en altura, desde el cual se podía apreciar bellos atardeceres. Decidimos caminar hasta allí y subir al mirador, donde había además una copia del David de Miguel Angel. La puesta del sol fue ciertamente espectacular. Por suerte bastaba con bajar hasta la costanera del río para llegar a la parada del ómnibus que nos llevaba a la casa.
Miércoles 21. Era el día en que íbamos a hacer la excursión en bus a San Gimignano, Monteriggioni y Siena, con cata de vino y almuerzo incluido. No teníamos bien en claro el lugar de partida del ómnibus, por lo que nuevamente tuvimos que apurar la marcha al llegar al centro para dar con nuestro vehículo. Con un día soleado y caluroso partimos finalmente hacia San Gimignano, la antigua ciudad que con sus características torres se conocía como el Manhattan del Medioevo. Según nuestra guía, de las 72 torres originales quedaban aún 14 en pie. Dispusimos de suficiente tiempo para recorrer el centro de la pequeña ciudad. Otra característica era que allí se encontraba la heladería Dondoli, conocida por ser considerada la mejor del mundo. Tal vez por tener grandes expectativas nos pareció que el helado que probamos no tenía nada de extraordinario. Alcanzamos a tomar algo en un bar y comprar vino en una tienda antes de abordar nuevamente nuestro vehículo y continuar a Monteriggioni, un simpático pueblo con no más de 50 habitantes y totalmente rodeado de una muralla. Según la historia logró resistir los ataques de Florencia durante mucho tiempo pero finalmente, por un engaño, cayó en manos de los Medici a mediados del siglo 16. La siguiente parada fue en una bodega en medio de la pintoresca campiña toscana, donde nos dieron una breve explicación sobre su historia mientras nos convidaban con una copa de espumante proseco. Pasamos luego a un enorme comedor a almorzar mientras desfilaban los mozos con diferentes vinos para acompañar la entrada, el plato principal y el postre. Siena se encontraba a poca distancia por lo que no dió tiempo para disfrutar de una siesta después de tanta comida y bebida. Ya en Siena fuimos caminando hasta el centro histórico y recorrimos el magnífico interior de la enorme catedral con la ayuda de una autoguía. El tiempo disponible no dió para mucho más y nos reunimos con el resto del grupo para regresar a Florencia.
Jueves 22. El objetivo de la mañana era la visita a la capilla de los Medici, donde se encontraban los restos mortales de la dinastía Medici. Las tumbas se encontraban en la cripta inferior. A un nivel superior habían seis opulentos sarcófagos en la capilla, aunque estaban vacios. Saliendo luego a la calle nos acercamos a la catedral de Florencia para ver si había posibilidades de entrar, pero nos encontramos con una larga cola a pleno sol y desistimos, regresando a la casa a almorzar y descansar pues teníamos reservado un nuevo free tour con misterios y leyendas de Florencia. Comenzaba a la siete de la tarde y el lugar de encuentro era la hermosa plaza de la santísima anunciada. Con un pequeño grupo de hispanoparlantes recorrimos nuevamente la ciudad escuchando historias, la mayoría relacionada con los 300 años de dominio de los Medici. Al igual que en Roma, en Florencia cambiaba la atmósfera de la ciudad cruzando el río. El barrio Oltrarno (la otra orilla del Arno) era mucho más tranquilo y bohemio aunque tenía también su buena cuota de restaurantes y tratorías. Elegimos cenar allí al aire libre y caminar luego hasta la estación a tomar el ómnibus. Ya estaba oscuro y nos descuidamos durante el trayecto, pasando de largo de nuestra parada y llegando a una zona desconocida. Hablando con el conductor nos dijo que no había buses para regresar pero suguirió que continuaramos hasta la terminal para regresar con el tranvía que venía del aeropuerto hacia el centro y tenía parada allí. Ese tranvía nos dejaba cerca de la casa y asi logramos salir de este entuerto.
Viernes 23. El omnibus pasaba muy cerca de la casa, pero el horario no era muy confiable. Como teníamos reservada la entrada al museo de la Academia y el omnibus no aparecía tomamos un taxi que pasaba por allí y fuimos a una oficina cercana al museo donde se armó un grupo para la visita con guia en español. Había una multitud de gente y era importante entrar en el horario asignado a este museo de pintura y escultura, siendo la obra más destacada el David de Miguel Angel. La guía se concentró en esa espectacular escultura haciendo una minuciosa descripción d ela misma y luego nos dejó para que recorrieramos el resto de las instalaciones. Con bastante margen caminamos hasta las cercanías de la Basílica de Santa María Novella, donde teníamos que canjear nuestras reservas por entradas a la iglesia. La larga visita la realizamos solos, con audioguía. El clima nos dió un respiro, con alguna que otra llovizna que cesó cuando terminamos nuestra temprana cena en una tratoría cercana al puente viejo. Ese atardecer nos tocaba hacer un free tour por el barrio Oltrano, arrancando por ese puente. Había una leyenda relacionada con la fuente del jabalí, una escultura con ese animal de cuyo hocico salía un chorro de agua. Para asegurarse el regreso a Florencia había que frotar la nariz e introducir una moneda en el hocico para que cayera con el agua. En nuestro recorrido hacia la parada del bus pasamos por allí y cumplimos con la ceremonia.
Sábado 24. La entrada a las galerías Uffici incluía también el palacio Pitti y los jardines Boboli. El sábado habíamos previsto visitar Cinque Terre en la costa por nuestra cuenta pero lo cancelamos al darnos cuenta que haciendolo no teníamos tiempo para ir al palacio y los jardines. Comenzamos por ir al centro a ver si podíamos acceder a la catedral, pero nos encontramos que estaba cerrada por celebrarse el día de San Juan. De hecho vimos un simpático desfile con personas vestidas de época avanzando al ritmo de tambores. El palacio Pitti, en el barrio Oltrano, era un monumental edificio que había sido construido en el siglo quince por el banquero florentino de ese nombre. Un siglo después fue adquirido por la duquesa Leonor Alvarez de Toledo, consorte de Cosme I de Medici. La duquesa consideraba que el Palacio Viejo no era suficientemente lujoso para vivir en él. Para no tener que bajar a la calle, los Medici construyeron el Corrdor Vasari, el pasaje cerrado elevado de un kilómetro de largo entre el palacio viejo y este palacio, pasando por las galerías Uffici y el puente viejo. Este pasaje estaba lamentablemente cerrado para el público en general. Nos cansamos de recorrer el palacio Pitti y observar sus tesoros, y aun nos faltaba visitar los jardínes Boboli, adyacentes al castillo. Como estaba en una colina puso a prueba nuestros músculos, pero valía la pena el esfuerzo. Nos faltaba aun el museo Bargello, con más obras de arte y que recorrimos al atardecer. Nos habían dado el dato de la pizzería Ciro e Hijos donde las pizzas se podían elegir con o sin gluten y teníamos reservas para la hora que abría el restaurante. Fue también un hallazgo. Ese día regresamos con el tranvía a la casa, donde limpiamos el patio y quitamos los damascos caidos para sentarnos a tomar unas cervezas.
Domingo 25. Ultimo día completo en Florencia. Nos tomamos un pequeño descanso pues salimos después del almuerzo en la casa para ir terminando con nuestras provisiones. Tomamos el tranvía hasta la terminal, que estaba frente a la estación central, y controlamos dónde se podían dejar valijas en depósito. Luego nos dirigimos a la plaza de la república e hicimos una merienda a la espera de reunirnos para hacer un último free tour llamado Florencia especial. La simpática guia tenía a su madre de visita y ella participó también. Después de tantas andanzas por la ciudad estábamos ya al tanto de mucho de lo que contaba pero siempre aparecía algo nuevo. Cuando llegamos al puente viejo faltaba solo ir a ver la fuente del jabali, por lo que nos excusamos de continuar y nos quedamos en el Oltrano para ir a la tratoría Boboli que Alicia había reservado para la cena de festejo adelantado de mi cumpleaños. Allí comimos unos buenos churrascos toscanos y ya en la calle pedimos sendos helados en una de las innumerables heladerías.
Lunes 26. Nos levantamos temprano para terminar de empacar y dejar en orden la casa. La dueña vendría más tarde por lo que las llaves quedaron en la mesa, y rodamos nuestras valijas hasta la estación del tranvía para llevarlas al centro y dejarlas en un depósito de equipaje. En las cercanías se encontraba la farmacia de Santa María Novella, abierta al publico el año 1612, y no queríamos dejar de verla dado su gran atractivo. Allí no había medicamentos modernos, ya que era una herboristería. Estaba muy concurrida por lo que se entraba por grupos y valía la pena la espera. Luego continuamos hasta el museo interactivo de Leonardo Da Vinci, donde existían modelos en madera de tamaño natural de muchos de los inventos y proyectos de este genio. Los mecanismos se podían poner en marcha y había muchos niños disfrutando del museo. Era un día muy caluroso y buscamos toda la sombra posible en camino de regreso al depósito. Después de retirar las valijas subimos al tranvía para ir al aeropuerto. Quisimos despachar la valija grande solamente pero nos obligaron a despachar las valijas de cabina también. Con bastante margen aprovechamos para hacer un almuerzo liviano y luego nos sentamos a esperar la salida, que se fue demorado por atraso del vuelo desde París. Cuando finalmente llegó el avión calculé que la hora de salida nos haría perder la conexión en París, aunque nos aseguraron que llegaríamos a tiempo. En Paris nos apuramos todo lo posible, con los minutos contados, pero cuando llegamos a la puerta de embarque la econtramos ya cerrada de modo que perdimos el vuelo. Nos dirijimos a la oficina de atención al público donde nos pusieron en un nuevo vuelo para la mañana del martes, dandonos vales para la cena en el aeropuerto, para el transporte en ómnibus y para el hotel. También reclamamos por no tener nuestro equipaje de mano y nos dieron sendos kits con elementos sanitarios y una remera. Los restaurantes estaban cerrando ya y logramos hacernos de unas ensaladas y bebidas que llevamos con nosotros al hotel. No fue facil encontrar el omnibus que nos transportaría y fue además una larga caminata por ese enorme aeropuerto. Asi llegamos bien tarde al hotel y como aun teníamos que comer nuestras viandas nos acostamos cerca de medianoche.
Martes 26. A las cuatro de la mañana comenzaba el desayuno en el hotel y estuvimos prontamente allí pues poco después de las cinco pasaba nuestro ómnibus al aeropuerto. El vuelo a Copenhagen cumplió el horario y milagrosamente aparecieron tambiénnuestras valijas en la cinta. Desde la estación del Triángulo tomamos un taxi a casa y sí terminó este viaje. Aun pasamos a ver a Magela y los nietos de Alicia a la tarde con el auto para saludarlos.