5 de Abril 2018
El ómnibus de Buquebus pasaba por Piriápolis a las cinco menos cuarto del jueves, lo que nos dió tiempo para ir al centro a buscar las entradas para ir al teatro Solís el martes siguiente y hacer otros trámites. Almorzamos las empanadas sobrantes del almuerzo con nuestros invitados Isabel e Illian del día anterior, y con solo la mochila fuimos en el auto a la terminal. El ómnibus tomó la rambla en Montevideo, con elevado tránsito en ambas direcciones y así tuve oportunidad de apreciar la belleza del lugar que a esa hora estaba lleno de gente aprovechando la hermosa tarde. Faltaban escasos quince minutos para la partida del Francisco cuando llegamos al puerto y después de un veloz trámite y de calzarme con las obligatorias bolsitas protectoras me encontré a bordo del lujoso buque. No por nada era el trasbordador más rápido del mundo ya que a vertiginosos 90 kilómetros por hora cubrió en poco más de dos horas los 200 kilómetros que nos separaban de Buenos Aires. Gabriel me esperó en la terminal con su auto y me llevó hasta el departamento cercano al parque Lezama que había alquilado junto con Karin. Ella nos esperaba allí y fuimos los tres a cenar al restaurante "El Viejo Vulcano" sobre la calle Bolivar donde el estruendo era atronador pero comimos muy bien. Tenía por delante una agenda bastante apretada, comenzando desde luego con el cumpleaños de Gabriel del día siguiente.
Viernes 6, cumpleaños número 46 de Gabriel. Su auto había quedado en Barracas la noche anterior y me había encargado que se lo llevara. Con una lluvia torrencial y sorteando calles ocupadas por demostraciones llevé el auto hasta Puerto Pampas en la Boca donde me esperaban Gabriel, Valeria y Lucia, muy simpática y sonriente ella. En el club sueco se hacía el almuerzo mensual y me había anotado para participar, al coincidir con esta estadía mia en Buenos Aires. Estuvo muy concurrida y con la nueva modalidad de invitar a alguna personalidad a dar una charla, vino esta vez la señora Graciela Fernandez Mejide, muy conocida por su actuación política y actual miembro del Club Político Argentino. Habló con admirable coherencia y claridad de la situación política y los derechos humanos, y fue muy aplaudida. Como esto sucedió entre la entrada y el plato principal, el pescado que sirvieron quedó un poco seco pero no dejó de ser un plato sabroso. Viktoria había llegado el día anterior desde Suecia y aun no la había visto por lo cual partí hacia la Recoleta después del almuerzo a reunirme con ella y Matias en el departamento que habían alquilado por unos días. Continuaban a la búsqueda de uno permamente pero aun no habían tenido éxito en la cacería y eventualmente tendrín que vivir un tiempo en el departamento de Marcela, madre de Matias. Con Viktoria regresé a la iglesia sueca pues Gabriel había organizado una reuníón coincidente con el smörgordsbord que ofrecía el restaurant Sueco todos los viernes. Nos juntamos todos los invitados alrededor de una mesa grande y hasta vinieron Omar y Ana María. Esa reunión se prolongó hasta muy tarde de modo que Karin y yo regresamos al departamento cerca de la una de la mañana.
Las actividades en la iglesia sueca continuaban el sábado con una reunión por la tarde para niños y adultos en el local que había quedado vacío y que ofrecia multiples posibilidades de uso con sus varios salones. Karin estaba muy involucrada y la ayudé a trasportar diversos artículos para dibujo que se le iba a ofrecer a los niños, además de verduras para hacer hamburguesas vegetarianas como alternativa a los choripanes pues iba a haber parrilla también. En los locales destribuimos mesas y sillas y colocamos un poco de decoración. Antes de que comenzara la fiesta hice una escapada al minúsculo departamento que estaban ocupando Ana María y Omar en San Telmo. Ellos vinieron también a la reunión como asimismo Viktoria con Matias, Gabriel con Valeria y Lucia, y Agustín con Camilo. Fue todo un éxito a pesar de la lluvia, que fue aflojando por la tarde, y la recaudación por ventas de la parrilla, bizcochuelos y bebida fue muy buena. Martín, el dueño del restaurante Sueco, tocó musica con su conjunto y lo mismo hizo más tarde Anita, la amiga de Karin. Cuando se fue todo el mundo juntamos mesas y sillas e hicimos orden en los locales antes de juntarnos para una tertulia tardía en el departamento de Agustín.
La entrega del camión que había comprado Agustín se había demorado mucho más de lo pensado a causa de cuestiones administrativas y finalmente quedó todo arreglado para poder retirarlo el domingo. Como incluía la entrega del auto de Valeria nos juntamos Agustín, Gabriel y yo para ir con este vehículo a San Justo a media mañana. Era un dia perfecto para traer el camión a la Boca ya que el tránsito no era muy pesado. Ese primer test de manejo no aparejó problemas, y el camión respondió bien. De todos modos tenía que pasar aun la inspección técnica en la semana. Temprano por la tarde teníamos un asado que Gabriel iba a preparar en la azotea de Aristóbulo del Valle, pero hubo cambio de planes al continuar una insistente llovizna. Su departamento estaba alquilado pero siendo él amigo del inquilino se pudo hacer el asado en el balcón y como en el de abajo vivía la suegra de Gabriel comimos en su amplio living. Viktoria y Matias nos hicieron compañia también hasta eso de las seis de la tarde. Había una última actividad en la iglesia sueca, donde tocaba Johanna, la socia de Eva en el instituto de idiomas nordicos. Era parte de un conjunto de siete músicos que tocaron muy bien, y como la entrada incluía bebida y canapés estaba también Karin organizando esa parte. Yo ya me había despedido de Agustín, Viktoria y Matias pues me tocaba regresar al Uruguay al día siguiente. Regresé con Karin al departamento previo una cerveza en el bar El Británico con ella, y con la promesa de Gabriel de pasar a buscarme a las seis de la mañana.