Junio 2014
Nunca hubiera imaginado que iba a haber un nuevo viaje a Africa en mi vida, pero se convirtió en realidad cuando Johanna y KF se fueron a trabajar a Tanzanía y luego decidieron que se casarían allí. La fecha de la boda era el 15 de junio pero ya el día cinco estaba previsto el casamiento por civil en la embajada sueca en Nairobi (Kenia), por lo que compré un pasaje con Turkish Airlines para el 31 de mayo via Estambul. Coincidió con el viaje que habían reservado Kerstin y Karl Axel (mis futuros consuegros), y en un taxi fuimos juntos a Copenhagen con tiempo de sobra para que ellos hicieran todas las compras que querían hacer en el aeropuerto. Luego pude ingresar como invitado de ellos en el "lounge", donde entre otras cosas se podía atacar un desayuno buffet sin cargo, claro. Con avión lleno hicimos en tres horas un sereno cruce a Estambul, y la espera siguiente de un par de horas fue en el gigantesco lounge del aeropuerto donde nuevamente había todo tipo de facilidades, comida y bebida. Se hizo de noche poco después de la partida hacia Kilimanjaro y no demoré mucho en quedarme dormido, medio apretujado entre dos pasajeros, con lo que las seis horas y pico de vuelo pasaron muy rápido. A la una de la mañana tocamos tierra en el aeropuerto de Kilimanjaro en medio de una oscuridad casi completa y bajo un hermoso cielo estrellado. Tuvimos que tramitar la visa, pagando 50 dólares, antes de pasar la inmigración y una vez que nos hicimos de nuestro equipaje tuvimos la alegría de reencontramos con Johanna y KF que nos estaban esperando junto con un vehículo y Tito, el chofer. Del aeropuerto a Arusha era una hora de viaje por una ruta angosta con bastante tráfico y faros que encandilaban y no dejaban ver bien el camino pero con la pericia de Tito llegamos sin incidentes a Arusha. Después de cruzar la ciudad tuvimos que hacer un último trayecto por un camino imposible por los baches para llegar finalmente a Kimemo Cottages y la casa que habían alquilado en esa area cerrada y vigilada. La palabra Kimemo es una abreviatura de Kilimanjaro, Meru y Mondulu, que son las tres montañas más importantes de Tanzanía. También significa en Swahili (o Kiswahili) algo así como "un pequeño recuerdo". Quedamos impresionados por la amplitud y el comfort de la casa, y se hicieron las cuatro de la mañana antes de que finalmente nos venciera el sueño y nos fueramos a dormir. Todas las camas tenían mosquitero, pero no vi que hubiera aun ningún mosquito en mi habitación.
Cerca de las diez de la mañana del domingo escuché unos golpes en la puerta de entrada y a Johanna que le abría a una empleada doméstica que aparentemente venía regularmente a limpiar, lavar los platos y hacer las camas. Me levanté para encontrarme con un día magnífico de sol y una mesa de jardín que ya habían preparado Johanna y KF para un muy completo desayuno. Pude apreciar así por primera vez la belleza del lugar, con el espectacular volcán Meru de fondo. Aun no se sentía que estábamos en Africa, lo que solo sucedió más tarde cuando Tito vino a buscarnos para llevarnos a un mercado a hacer compras. Así pasamos por el caótico centro de la ciudad, donde aun siendo domingo había mucho movimiento de gente y vehículos, y fuimos a dar luego a un supermercado muy bien provisto. Un poco de fruta compramos luego en mercaditos en la calle, con regateo y todo, además de un cinturón muy colorido para mi en un mercado artesanal. En este país de contrastes al rato estábamos en un hermoso hotel metido en un parque con mesas distribuidas en el jardín donde nos sentamos a comer, mientras unos pequeños y divertidos monos corrían de un lado a otro y Tito esperaba en el vehículo. Así fue cayendo la noche y regresamos a la casa por la misma ruta desastrosa, que tenía plantaciones de café a ambos lados. En el camino nos pararon dos policias, pero después de un pequeño diálogo con Tito en Swahili, seguimos viaje sin problemas. La velada la dedicamos a continuar con los preparativos para la boda y la logistica necesaria para acomodar a los 26 participantes que irían llegando en tandas. Un whisky bien ahumado que había comprado Karl Axel en Copenhagen no vino mal durante las deliberaciones.
Durante la noche apareció el primer mosquito para molestarme, pero lo solucioné con la tela mosquitero que colgaba de la cama. Desde mi habitación pude ver el lunes una magnífica salida de sol justo detrás del Mount Meru, antes de que nos juntäramos todos a tomar el desayuno. KF tenía que trabajar y lo vino a buscar Tito en el vehículo mientras que Johanna y Kerstin tenían planeado ir a un salón de belleza con el auto de los chicos. A ellas las acompañé hasta la casa principal del predio para dejar algunas cosas de valor en la caja de seguridad y así conocí a la madre de la propietaria, una señora inglesa muy formal. Antes del mediodía regresó Tito a buscarnos a Karl Axel y a mi para ir a conocer el trabajo de KF. Esta vez aparecieron dos empleadas de limpieza en la casa y por señas entendí que ellas se encargarían de cerrar y llevarse la ropa para lavar. KF trabajaba para Asilia ("Natural" en Swahili), una de las grandes empresas organizadoras de safaris y nos mostró las facilidades que tenían en Arusha con talleres para vehículos y galpones de acopio de equipo y provisiones. Mientras estábamos allí me acordé que nos habíamos olvidado de traer una caja que nos había pedido Johanna, y no tuvimos más remedio que regresar a la casa a buscarla, un viaje más de ida y vuelta por el tortuoso camino. Johanna y Kerstin habían completado sus tratamientos y nos encontramos con ellas en Shanga, un lugar en la periferia de la ciudad donde se hacía artesanía de todo tipo y donde también había un gran parque con mesas y sillones. Nuestra intención era almorzar y nos enteramos que ese día tenían un menu fijo que incluia asado. Había un salón cubierto en el parque también, con parrilla contigua, y si bien aparentemente había que reservar con anticipación no hubo problemas en participar también. De hecho fuimos los únicos comensales a esa hora. Comenzamos con una exquisita sopa de pasta de mani y tomates, y de la parrilla nos sirvieron carne, pollo, pescado y verduras. Luego nos llevó Johanna en su auto y con extraordinaria pericia al lugar donde teníamos que dejar el paquete para lo que tuvimos que cruzar el caótico centro de la ciudad y su infernal tráfico automotor. Abundaban los "Dala Dala", minibuses de transporte de pasajeros atiborrados de gente. También inspeccionamos el hotel Karibu ("bienvenidos") que los chicos habían reservado para los invitados para los dias anteriores y posteriores al safari. Nuestra impresión fue buena, lo vimos limpio y biuen equipado, y a 25 dólares por día con desayuno incluido pensamos que les iba a gustar a todos. Antes de regresar a la casa pasamos a ver el departamento de los chicos que se encontraba en las cercanías. Habíamos comprado carne picada para hacer hamburguesas y cuando llegamos a Kimemo pusimos en marcha la parrilla que ya estaba preparada con carbón y palitos. Después de un brindis con champaña comimos unas buenas hamburguesas para terminar el día.
Llegó el martes y ese día amaneció con nubes bajas que tapaban el volcán. El plan del día era continuar haciendo preparativos para la boda en la casa hasta la hora en que podíamos ir a buscar a KF a su trabajo. Teníamos provisiones para el almuerzo, al que se abocaron con todo entusiasmo Johanna y Karl Axel. El tiempo fue mejorando y comimos en el jardín ya con un lindo sol. A la tarde apareció Tito y después de recoger a KF fuimos a un area muy interesante de la ciudad, llena de actividad con innumerables negocios y vendedores ambulantes. Había un hotel allí también con un bar abierto en la azotea desde el cual se podía apreciar en toda su plenitud la ciudad y el paisaje que la rodea. Una escalera en espiral subía un piso más y fuimos a dar entre paneles solares, tanques de agua y antenas parabólicas para sacar fotos. Luego continuamos hasta un restaurante hindu que conocían los chicos, pero que lamentablemente estaba cerrado. Había un plan B pues ellos conocían otro restaurante hindú en las cercanías que sí estaba abierto y que ofrecía una excelente cocina. Esa noche iba a llegar Peter, el hermano menor de KF, volando con Turkish. Tito era el encargado de ir a recibirlo a la una de la mañana y traerlo a Kimemo. Con Peter iba a compartir mi habitación a su llegada.
Me desperté casi a las cuatro de la mañana cuando entró Peter a la habitación. Cruzamos unas pocas palabras y luego nos fuimos a dormir. Luego por la mañana contó sus aventuras, pues casi pierde el vuelo al haber olvidado el pasaporte en la casa. Tuvo que regresar a Malmö en taxi a buscarlo y llegó justo a tiempo de regreso al aeropuerto. Su equipaje llegó también. Johanna se fue bien temprano a su trabajo con el auto mentras que a KF lo pasó a buscar Tito un rato m+as tarde. A la hora del desayuno apareció Kerstín con la espalda dolorida al haber hecho un mal movimiento abriendo un cajón en el dormitorio. Fuimos ambos a la casa de los propietarios a buscar cosas de la caja de seguridad, y encontramos a la señora en una habitación donde se tuesta el café por lo que nos dió detalladas explicaciones sobre el proceso. Luego nos contó hechos delictivos que pasaban en Nairobi y que hicieron que Kerstín volviera a guardar las joyas que pensaba llevar. Con dolor y todo Kerstin se anotó en el programa del día. Tito nos vino a buscar sobre el mediodía y nos llevó a almorzar a un lugar recomendado por los chicos en las cercanías del lugar donde vivían a la llegada a Tanzanía. El lugar se llamaba Rivertrees, y tenía un hermoso parque pegado al río Usa que en realidad era mas bien un arroyo grande trayendo agua del Mount Meru. Había un horno de ladrillos ya caliente en el jardín y optamos por pizzas hechas en ese horno, que comimos al aire libre. De allí continuamos hasta la escuela donde trabajaba Johanna y llegamos cuando ya faltaba poco para cerrar. Además de ver las instalaciones estuvimos un rato con sus niños de preescolar. La escuela estaba en el campo y en esa area había mucho cultivo de maiz. Estuvimos caminando por la zona, donde había bastante gente que aparentemente trabajaba en la labranza. Todos saludaban al cruzarnos. Con los dos autos fuimos de allí al trabajo de KF cuando ya estaba cerrando, y luego a un restaurante etíope muy original y típico y bastante escondido, favorito de los chicos llamado Abissinia. Cenamos muy bien allí y en forma muy original, desde luego sin cubiertos, antes de regresar a la casa y comenzar con los preparativos para salir temprano al día siguiente hacia Nairobi.
Salida de Kimemo el jueves 5 a las siete de la mañana con un nuevo vehículo similar al anterior y un nuevo chofer, Everest, que parecía conocer mejor la ciudad de Nairobi. Tomamos la ruta hacia el norte con un día bastante nublado para hacer los 270 km que nos separaban de Nairobi. El camino estaba en buen estado y no había mucho tráfico aunque si nos encontramos con pastores que llevaban sus rebaños de animales cruzando muchas veces la ruta. Vimos vacas, asnos y chivos a granel. Pasamos por la región de los Maasai, donde dominaba esa etnicidad. La vegetación no era muy tupida, y consistía en general de bosque achaparrado, con los montículos de termitas por todos lados. No ví nungún animal salvaje en el trayecto pero si se fue perfilando de a poco el majestuoso Kilimanjaro aunque la cumbre estaba cubierta por nubes. Llegamos a Namanga, un poblado que al mismo tiempo es la frontera con Kenia, donde hubo que hacer los trámites de emigración de Tanzanía y de inmigración en Kenia. No era complicado pero igual llevó su tiempo. Los kenianos querían 50 dolares para darnos la visa de entrada, y los primitivos baños que había en ambas fronteras eran pagos también. Según KF estábamos ya atrasados en el programa pues nos esperaban a las doce en el consulado sueco para hacer los trámites administrativos y aun teníamos un buen trecho por recorrer. En realidad los problemas comenzaron a surgir cuando llegamos a las afueras de Nairobi pues el tráfico comenzó a ser bastante intenso y ya dentro de la ciudad se convirtió en infernal. Avanzamos a paso de tortura y tuvimos que llamar al consulado para avisar que estábamos un poco atrasados a causa de ello. Yo comencé a sentir que estaba por explotar mi vejiga. pero cuando finalmente encontramos el consulado pedí un baño con urgencia y pude aliviarme. Había muchos controles de seguridad antes de poder entrar al consulado. Dejamos todos los papeles necesarios y fuimos después al hotel a instalarnos y cambiarnos de ropa, para lo cual solo contamos con unos minutos al quedar nuevamente trabados en el caótico tráfico. Logramos llegar a la hora establecida a la embajada, donde nos estaban esperando el embajador y su secretaria. La ceremonia fue muy sencilla y corta pero emotiva, y al ser el dia siguiente el día nacional sueco el embajador nos invitó a participar en la fiesta organizada en común por la embajada sueca y la embajada somali. Habíamos reservado mesa en un restaurante japones para la cena y teníamos en claro el recorrido, bajado de internet. Cuando llegamos al lugar, ya con retraso como siempre, no encontramos ningún restaurante y tuvimos que llamar para averiguar la dirección correcta que era totalmente diferente. Pese al atraso conservaron nuestra reserva y compartimos una excelente cena. Como un paréntesis, noté que a pesar de tener mucha necesidad apenas podía ir al baño, y cuando regresamos al hotel resultaron infructuosos mis esfuerzos. Me convencí que iba a tener que hacer algo al respecto y poco después de la una de la mañana bajé a la recepción para averiguar si había algún hospital cercano. Así resultó, y llamé a Johanna para informarle pero después supe que ellos no interpretaron que estaba sonando el teléfono en la habitación. Por suerte respondió Kerstin cuando luego llamé a su habitación y ella se ofreció a acompañarme. Ya había un taxi listo para llevarnos y cinco minutos más tarde estábamos en una clínica donde no había ningún paciente en la emergencia. Nos recibió todo un equipo de enfermeras y el médico de guardia, quien me sondó enseguida con mucha pericia. El alivio que sentí fue indescriptible. En una farmacia pegada a la clínica compró Kerstín una sonda para reemplazar la que usaron para mi y terminado el tratamiento pagamos y regresamos al hotel. Yo tenía una bolsa, pero a la mañana siguiente la reemplacé por un tapón más practico para moverme. La sonda la teníamos que quitar al regreso a Arusha para ver si había vuelto a la normalidad y desde luego tenía que comenzar con estudios y tratamiento a mi regreso a Suecia. Así fue que finalmente pude dormir esa noche.
Recién a la mañana del viernes pude apreciar la magnificencia del hotel Villa Rosa Kempinski, gentilmente invitado por los padres de KF, y muchos escalones auperior a todas mis experiencias anteriores en hoteles. Johanna y KF tomaron su desayuno en su suite, y Kerstin y Karl Axel no bajaron de modo que tomé mi desayuno solo. La diversidad del desayuno era increible y la atención del personal muy buena. Luego bajó Peter a comer algo, y también nos encontramos con Johanna y KF. Lamenté no poder utilizar todas las facilidades del hotel, entre otras la pileta y el gimnasio. Habíamos decidido no salir al caos de esta ciudad tan poco atractiva de modo que almorzamos en el hotel y luego hubo una segunda ida al hospital. KF había estado resfriado unos cuantos días pero ahora sentía mucho dolor en la sien y se había agravado su congestión por lo que decidimos ir nuevamente al mismo hospital para que lo atendieran. El trayecto de cinco minutos de la madrugada fue de más de media hora a la tarde y en el hospital tuvo que esperar una hora para que lo atendieran. Como la emergencia estaba pegada a los consultorios externos, nos entretuvimos en especial con la llegada de un vehículo que traia a una señora lastimada al haber sido atropellada. La propietaria del vehículo se fue pues solo se habia ofrecido a hacer el transporte, pero al rato comenzaron a llegar más y más parientes además de quien aparentemente era el conductor del vehículo que la habia atropellado, y hubo interesantes discusiones de las que sacamos nuestras propias conclusiones y armamos lo que dedujimos podían ser los hechos. Las discusiones eran en inglés y también en Swahili asi que había mucho para adivinar. KF fue diagnosticado sinusitis y le dieron antibiótico. Yo aproveché para comprar más sondas para mi en la farmacia, y mientras esperábamos se largo una fenomenal lluvia que nos quitó las ganas de ir a la fiesta de la embajada. Decidimos en cambio cenar en el restaurante italiano del hotel. KF no se sentía muy bien y no participó de la cena. Antes de retirarnos quedamos en iniciar la partida de regreso a Arusha al día siguiente a las diez de la mañana.
Asi llegamos al final de nuestra estadía en Kenia y todos teníamos ganas de regresar a la mucho más modesta Arusha. Everest estuvo puntualmente en el hotel a las diez y nosotros disfrutamos de un último espectacular desayuno antes de partir. Por ser sábado había mucho menos tráfico pero asi y todo quedamos trabados un par de veces antes de dejar atrás la ciudad. En un pueblo en las afueras de Nairobi se produjo una nueva congestión de tráfico, pero finalmente dejamos atrás ese infierno y salimos a la ruta para completar los 150 km hasta la frontera. habíamos recogido formularios en el viaje de ida y los fuimos completando durante el viaje. Ambos trámites fueron muy rápidos y quedamos gratamente sorprendidos cuando no nos reclamaron una nueva visa de entrada con sus correspondientes 50 dólares. Tanto la vegetación como el clima cambiaron rapidamente al entrar a Tanzanía. Comenzó a verse el sol y la vegetación era más tupida y verde. No hubo caso que se asomara el Kilimanjaro detrás de las nubes pero el Mount Meru si nos mostró su base. Vimos una jirafa y algunas gacelas, y desde luego a los altos maasais con su ropa típica muy colorida arreando los rebaños de cabras por ambos lados de la ruta. Algunos asnos nos hicieron detener también. Había muchos controles policiales en la ruta en ambos paises y en casi todos pasamos sin problemas. En uno de ellos sin embargo, ya en Tanzanía, nuestro chofer tuvo un largo diálogo con una mujer policia y aparentemente le dió algún "regalo" para evitar que quisiera abrir y revisar todo nuestro equipaje. No era de extrañar conociendo la corrupción generalizada en ambos paises. Siendo las cuatro de la tarde había apetito generalizado de modo que fuimos directamente a comer al Coffee Lounge. Sentados a una mesa en el parque tuvimos que esperar una eternidad a que llegaran nuestros pedidos y con varias equivocaciones, pero ya era sabido que funcionaba así. Un monito nos hizo companía un rato sentado sobre una mesa contigua. Comenzó a caer la tarde y a refrescar cuando continuamos viaje hasta la casa y en el camino bacheado nos cruzamos con infinidad de autos que venían de un club contiguo a Kimemo donde había una feria de viajes y turismo. Decidimos ir a curiosear a la feria al día siguiente pues nos sentíamos bastante cansados. Ya en la casa descubrimos que una clínica abria los domingos también, por lo que decidimos que iría con Johanna a la mañana siguente a quitar mi sonda y ver si mi sistema funcionaba nuevamente sin ella.
El domingo por la mañana salí a hacer una caminata con Kerstin y Peter por las plantaciones de café antes de tomar el desayuno. Como lo habíamos planeado con Johanna, fuimos al centro a la clínica Aga Khan. Había muchísimo movimiento en la calle, vendedores ambulantes a granel y tráfico loco como siempre, aun siendo domingo. Encontramos fácilmente la clínica y quedamos gratamente impresionados por la calidad de las instalaciones. Después de una corta espera me atendió una enfermera y le expliqué mi caso. La clínica cerraba a las dos de la tarde por ser domingo, de modo que decidimos esperar a remover la sonda al lunes por la mañana, cuando el horario se extendía hasta las ocho de la noche y había entonces tiempo para volver si surgían complicaciones. Luego fuimos a comprar un poco de fruta a un mercado en la calle pero solo compramos bananas pues era tedioso tener que discutir y regatear con todos los vendedores que nos rodeaban. Preferimos ir al supermercado donde era un poco más caro pero tranquilo. Alli completamos también las compras para el guiso de pollo que nos había prometido Johanna. La familia Granlund habia ido caminando al predio de la feria, y como descubrieron que solo se podía entrar en auto tuvieron que hacer dedo para que los llevara alguno de los innumerables vehículos que accedian al predio. Nosotros pasamos a buscarlos y solo logramos entrar después de un riguroso control del auto. Era una suerte que hubieran ido a la feria pues KF se encontró con un Maasai conocido que había organizado su despedida de soltero en una aldea, y allí mismo armaron una visita con pernocte con la tribu. Saldrían el lunes a la mañana para regresar el martes a la tarde. Mientras Karl-Axel (mi consuegro) y yo tratábamos de arreglar el mundo sentados a la sombra de la sombrilla, Johanna y KF prepararon el pollo al estilo asiático, con leche de coco y castañas de caju, y que fue una exquisitez. Hubo también excelentes quesos para el postre, que había comprado la familia Granlund y todo acompañado por muy buen vino.
Llegamos así al lunes 9 de junio. Gerd y Sara aterrizaron en Kilimanjaro con el vuelo de madrugada de Turkish Airlines y les habíamos reservado un taxi para que las llevara al hotel. Nosotros nos levantamos todos bien temprano, Johanna para ir a su trabajo en la escuela, la familia Granlund para ir a la aldea Maasai, y KF y yo al centro. Johanna se fue bien temprano en su auto, mientras que la familia Granlund partió a las ocho y media en un jeep verde con el Maasai de la aldea y un chofer. Tito nos llevó hasta el trabajo de KF y luego a mi a la clínica Aga Khan. Después de una hora de espera me encontré con el doctor y me quitó la sonda. Además me recetó un antibiótico en forma preventiva y otro remedio que aparentemente servía para reducir la próstata. Con Tito fuimos luego a buscar a KF que estaba haciendo trámites en el centro y luego a la carnicería "Meat King" a comprar chorizos para hacer de cena en la parrilla. De allí fuimos al hotel donde nos encontramos con Sara y Gerd. Era ya el mediodía y pedimos de comer en el restaurante. Nada estaba preparado, por lo que tuvieron que comenzar de cero y demoró una hora en llegar nuestro pedido, algo a lo que ya estábamos acostumbrados en Tanzanía. KF regresó a su trabajo mientras que Johanna apareció al rato con su auto y regresamos con Sara y Gerd a Kimemo. La pequeña parrilla rodante no estaba por lo que fui a la casa principal a recordarles que la habíamos pedido, y al rato llegaron dos empleados y la prepararon de tal modo que solo había que encenderla. Por mi parte comencé a retornar mi capacidad de ir al baño nuevamente aunque aun con cierto esfuerzo, por lo que decidí darle un poco de tiempo antes de resolver qué haría durante los cuatro días de safari. Los chorizos que habíamos comprado estaban ya precocidos por lo que solo necesitaron ser calentados en la parrilla y resultaron excelentes. A las nueve de la noche vino Tito a buscar a Gerd y Sara para llevarlas de regreso al hotel y como ya era habitual aquí no demoramos mucho en irnos a dormir. La oscuridad casi total que rodeaba la casa alentaba a dar por terminado el día en forma temprana. Según un dicho local, el "bush midnight" era ya a las diez de la noche.
Ahora por la noche en mi habitación del hotel Karibu Heritages con dos camas enormes y las infaltables telas mosquitero repaso los acontecimientos del día. Fue mi primera mañana solo en la casa de Kimemo cuando tanto Johanna como KF se fueron a sus respectivos trabajos. Me puse a empacar mis cosas para estar listo cuando viniera Johanna y sopresivamente aparecieron Karl Axel, Kerstin y Peter de regreso de su excursión a los Maasais antes del mediodía. Volvieron muy contentos de la aventura en la que pudieron compartir la vida diaria de los indígenas en su propio medio. Tenian apetito también y armamos rápidamente un almuerzo con los chorizos que habían sobrado de la noche anterior y algunas verduras. Con el almuerzo tomé mi primera cerveza después de mi episodio para ver las consecuencias. Johanna apareció con su madre y Sara después de terminar su trabajo. Sara la había acompañado a la escuela para conocerla y de paso darle una mano para controlar a los niños. Como nos mudamos tanto yo como Johanna y KF, el auto quedó abarrotado de valijas y paquetes, y muy despacio recorrimos el camino bacheado para regresar primero al departamento de los chicos, descargar sus cosas y luego continuar al hotel que estaba a pocas cuadras. Me instalé en la habitación que compartiría con Gabriel cuando él llegara y tuve una hora para organizarme antes de que Johanna volviera a recogernos para ir al hotel Arusha a cenar. Allí nos encontramos con el resto de la familia y la mayoría optamos por el buffet que era bastante modesto pero que a mi me pareció sabroso. Eso si, pedí un vaso de vino que nunca llegó pero ya sabíamos que en Tanzanía no se podía confiar nunca en el servicio. Había familiares de la familia Granlund que estaban ya en camino del aeropuerto, pero al finalizar la cena regresamos nsotros al hotel sin esperarlos. Johanna trabajaba temprano al día siguiente, y Sara volvería a acompañarla a la escuela.
Siete y media de la mañana del jueves 12 y estoy sentado en el restaurante del hotel esperando pacientemente que preparen con parsimonia tanzánica el desayuno. Todo lleva su tiempo. Ayer fue un día tranquilo que pasé mayormente en el hotel, aprovechando el parque y la pileta. Hasta me dí un par de chapuzones. Estábamos esperando la llegada de Cornelia y Mimi y efectivamente aparecieron antes del mediodía con mucho apetito de modo que pedimos enseguida almuerzo en el hotel. Como antes, eramos los únicos comensales. Hice también una breve escapada a un supermercado que estaba a trescientos metros del hotel donde conseguí desodorante y dentífrico, a precios casi suecos. Como quería ir al aeropuerto a recibir a Karin y Viktoria, había arreglado con el taxi que me pasara a buscar a las 17:30. Esta vez apareció el mismísimo Gaudice, propietario de tres vehículos, y jefe de los choferes Tito y Everest. Tuvimos muy interesantes charlas tanto durante el trayecto de una hora al aeropuerto como durante la espera de la llegada del avión de KLM de Amsterdam. El Kilimanjaro se empecinaba en esconderse tras las nubes asi que solo se veía la gigantesca base desde la ruta al aeropuerto. El avión aterrizó con poco atraso, pero las chicas salieron últimas casi últimas por lo que vimos pasar cantidad de musungos antes de queaparecieran mis queridas hijas. Ya había caido la noche de modo que pudieron ver con sus propios ojos el terrorífico tráfico nocturno en la ruta. Por suerte llegamos sin incidentes al hotel, donde aun las estaban esperando Gerd y Sara, y nos quedamos un rato en el bar contiguo a la pileta antes de irnos a dormir.
Continuando ahora con el día jueves, poco antes de las nueve nos juntamos todos los que vivíamos en el hotel para iniciar una corta caminata hasta una estación de servicio cercana donde nos teníamos que encontrar con Johanna, KF y la familia Granlund para iniciar la visita a una plantación de café. Bo alcanzaban nuestro vehículos por lo que vino el guia con otro auto y partimos en caravana hacia Usa River, una hora de viaje hacia el este. Llegamos a una encrucijada donde tomamos un camino lateral pavimentado que se internaba en la jungla en ascenso por la ladera del Mount Meru hasta una altura de 1400 metros (Arusha está a poco más de mil metros de altura). Después de de un corto trecho llegamos a una pequeña aldea perteneciente a la tribu del guía donde quedaron los vehículos e iniciamos la caminata con suelo bastante mojado y barroso por haber llovido con intensidad la noche anterior. En la aldea había un templo luterano con su pastor, quien nos dió una corta charla además de agradecer cualquier contribución monetaria a la iglesia. Fuera del templo había una placa recordatoria del primer misionero que se había establecido más de cien años antes sin pedir permiso al cacique de la tribu y que había terminado asesinado por temor a que había venido a apropiarse de sus tierras y sus animales. Después de ese hecho cambió radicalmente la táctica de los misioneros subsiguientes. Continuamos por un sendero hasta llegar a la casa del guía y en el trayecto nos dió muchos detalles de las costumbres locales y el uso de las plantas con fines medicinales, entre otros. En su casi conocimos a su padre, propietario de una pequeña plantación de café cultivado orgánicamente, y él nos dió una minuciosa charla sobre la forma de cultivar café certificado como orgánico. Mi respeto por el cultivo y los agricultores creció exponencialmente. Terminada la charla continuamos por un sendero rodeado de bananeros, plantas de palta y arbustos de café hasta llegar a la finca de una noruega que nos esperaba para el almuerzo con comida local. Ella compraba los granos de café de 27 agrigultores de la zona para tostarlos y envasarlos para la venta y nos mostró las instalaciones necesarias para el procesamiento en pequeña escala. El almuerzo estuvo excelente y comenzó con fruta fresca variada, mango, naranjas, sandía, ananás, bananas, palta. Desde luego probamos también el café de cultivo local y cada uno de nosotros recibió una bolsita con un cuarto de kilo. Al regreso al hotel tuvimos menos de dos horas de descanso antes de volver a salir para ir a cenar al restaurante etíope donde ya habíamos ido la semana anterior. A esta altura eramos ya dieciseis los participantes, aun faltando diez por llegar al día siguiente para completar el grupo. Después de la cena regresamos al hotel y algunos quisieron quedarse a ver el inicio de la copa mundial de futbol en Brasil. Era ya bastante tarde y yo preferí retirarme a mi protegida cama con mosquitero a dormir.
A la mañana del viernes decidí qedarme en el hotel, mientras que las mujeres se juntaron para ir a un "spa" y a un mercado local. Le dí una bolsa con ropa sucia a una empleada del hotel con la esperanza de que estuviera lavada y seca antes de la partida del sábado por la mañana. Gabriel me había escrito comentando que pensaba llegar a las 13:30 con un bus de Nairobi, y finalmente apareció a eso de las tres cuando yo estaba disfrutando de una hermosa tarde en el parque del hotel. Como él necesitaba algunos artículos de tocador y Karin me había pedido lo mismo, hicimos la corta caminata al supermercado de la ruta mientras yo lo iba introduciendo en los detalles organizativos. Me contó también sus aventuras en Egipto, donde tuvo la mala fortuna de ser detenido por un policía quien lo vió tomando fotos y descubrió que había algunas mostrando tanques. El resultado fue varias horas en una comisaría, además de tener que borrar el album completo de fotos de su celular. Para la cena del día, la idea era juntarnos todos en la recepción a las seis de la tarde para ir al paquete restaurante del "Coffee Lodge". Entre el auto de Johanna y un taxi que hizo tres viajes consecutivos, una hora más tarde estábamos los 22 participantes en el restaurante. Aun faltaban llegar cuatro a Arusha para completar el grupo. Habían preparado una larga mesa en el parque pero al haber caido la noche comenzó a sentirse el frio y nos mudamos al elegante salón a cenar. Habíamos arreglado ya que se podía elegir entre tres platos diferentes pues sino podía demnorar una eternidad en llegar la comida. La cena esuvo mnuy entretenida, con abundante cerveza rubia local. y la pizza vegetariana que pedí era realmente sabrosa y crocante. Solo faltaban los monos que seguramente a esa hora ya no andaban dando vueltas por el predio o los techos. Mientras estábamos cenando llegó Axel, el hermano mayor de Karl-Fredrik. Su esposa no había podido venir debido a que tenían un bebé pequeño, lo que era el mismo caso con Isabel quien por lo tanto no vino de Francia. Para el regreso hicimos el procedimiento inverso y el mismo taxi hizo nuevamente los tres viajes consecutivos.
A si llegamos al sábado, dia del inicio del safari. KF y Johanna me habían pedido que organizara al grupo de 18 que estábamos en el hotel por lo que me levanté a empacar en cuanto comenzó el alegre coro de pájaros al amanecer. Los tres invitados aun faltantes habían llegado sin inconvenientes durante la noche, y poco antes de las nueve de la mañana junté a todos para darles a cada uno un sobre que contenía una remera con un motivo impreso relativo a la boda, una lista de la fauna que existía en la zona, una etiqueta para identificar las valijas, y una lapicera. Como no era recomendado llevar equipaje voluminoso, quedaron algunos bártulos no necesarios para el safari a buen resguardo en la oficina de Wilson, el manager del hotel. Johanna y KF habían pedido tres "Dala Dala", los minibuses destartalados del transporte local, y con ellos partimos en caravana. Lo que la mayoría de los invitados no sabía era que el traslado al campamento iba a ser en avión, por lo que fue una gran sorpresa para muchos terminar en el pequeño aeropuerto de Arusha donde nos estaban esperando tres aviones monohélice para la travesía a Lamai en al parque nacional Serengueti. Las condiciones del aeropuerto eran bastante primitivas, pero igual hubo un control de seguridad relativamente riguroso. Uno de los invitados llevaba un cuchillo multiuso en su equipaje de mano, al ser ignorante de que ibamos a volar, y creó un poco de discusión con el personal pero finalmente quedó resuelto. Cada uno de los aviones de Tanganyika Flying Co. tenía capacidad para doce personas, y había tanto bebida como snacks disponibles en la cabina. El vuelo a Lamai era corto, no más de una hora, y fue muy sereno pasando cerca de un par de volcanes uno de los cuales era activo. Era un día seminublado por lo que la vista de la savana fue relativa, pero minutos antes de aterrizar en la pista de tierra pasamos sobre el río Mara donde Karin vió sus primeros hipopótamos. Nuestro avión fue el último en aterrizar y el resto de la tropa estaba esperándonos junto a los cinco vehículos que nos llevarían al campamento propiedad de la empresa Nomad que habíamos contratado. Había mucho parsonal, que se ocupó de organizar los cinco grupos, cada uno con un vehículo y un chofer/guia asignado para toda ls estadía. Nuestro chofer se llamaba Jairo y era miembro de la tribu Maru, igual que el guía que habíamos tenido en la plantación de café. Hubo también algo de trabajo administrativo, y finalmente partimos hacia el campamento haciendo al mismo tiempo nuestro primer llamado "game drive" o sea paseo por la savana tratando de avistar animales. Los vehículos todo terreno no tenían problemas en ir por senderos y huellas, y a veces a campo traviesa en el pastizal, y por su fuera poco había en cada vehículo una heladera con agua, gaseosas y cerveza helada. Así avistamos durante ese primer paseo algunas elegantes gacelas, topis, impalas, elefantes, cebras. leones, caranchos y otros bichos de menor tamaño. El campamento estaba armado sobre una colina rocosa, con una casa principal y varias cabañas repartidas a corta distancia. Por el tipo de construcción con madera y adobe, el campamento estaba bastante camuflado e ingeniosamente integrado al entorno de la zona, y tanto la casa principal como las cabañas combinaban construcción rústica con un lujo inimaginable. Las cabañas eran para cuatro personas cada una, y a Gabriel y mi nos asignaron una por lo que disponíamos de enorme espacio. Tenían todas las comodidades posibles y llevó su tiempo descubrir todos los detalles de confort que tenían, además con refinado gusto. Buena parte de las paredes era de tejido fino, con cortinas de lona enrolladas si fuera necesario. Contaban con una gran veranda con cómodos sillones también. Cerca de la casa había una pileta de natación y donde estaban las cabañas más alejadas había una pileta adicional además del correspondiente bar. La recomendación era no salirse de los senderos que conducian a cada cabaña. Mientras hubiera luz diurna podíamos movernos sin escolta, pero de noche nos tenían que acompañar guardias (askaris) con linternas y machete en caso de toparnos con algún animal. Había que cuidarse en especial de los búfalos, que aparentemente eran muy agresivos y podían facilmente ir al ataque. Nic y Jana administraban el campamento, nos dieron la bienvenida y nos distribuyeron en las cabañas. El primer paso era almorzar en la casa y luego haríamos la excursión de la tarde en nuestros respectivos vehículos. Después de comer y antes de la excursión fuimos Johanna, KF, Nic, Jana y yo a inspeccionar el lugar que habían sugerido para la ceremonia, que era un promontorio rocoso, Nos acompañó un "ranger" armado en el vehículo al ser un lugar fuera de la ruta, y nos pareció excelente la elección. Durante la excursión de la tarde fuimos primero al lugar donde habíamos visto a los leones y los encontramos nuevamente descansando sobre las rocas. También vimos girafas y búfalos entre otros animales durante el circuito. Según las reglas del parque había que estar de regreso a más tardar a la siete de la tarde, cuando ya caía la noche. La cena fue también magnífica y asi dimos por terminado ese primer espectacular día de safari.
Así llegó finalmente el tan esperado 15 de junio, día de la boda. Durante la noche anterior los leones nos brindaron un concierto de rugidos, aparentemente marcando su territorio. A eso de las seis y media de la mañana se puso en marcha el personal llevando a cada una de las cabañas una bandeja con café y masitas como pre-desayuno. Desde la cabaña pude ver la espectacular salida de sol mientras me preparaba para ir a la casa a tomar el desayuno que ya nos estaba esperando. La idea era partir de excursión a las siete, cuando aun estaba fresco y era posible ver más animales pastando. Pero aun cuando no aparecieran, era un placer dar vueltas por los senderos de la savana disfrutando del magnífico paisaje. Los leones que habíamos visto el día anterior estaban aun en las mismas rocas, ya tirados para pasar el día y solo los pequeños estaban aun jugando. Nuestro guía nos llevó hasta el rio para observar a los cocodrilos y a los gigantescos hipopótamos que según Jairo podían pesar hasta tres toneladas. Regresamos al campamento a almorzar y luego comenzó todo el mundo a prepararse para la boda. Cornelia y Viktoria se encargaron de ayudar a Johanna. A las cuatro y media de la tarde partieron todos los invitados en los vehículos al lugar de la ceremonia, que estaba bastante cerca, mientras que johanna y yo lo hicimos veinte minutos más tarde junto con Cornelia y Viktoria ayudando con el vestido de boda. El lugar era un promontorio rocoso con una parte casi plana, y tal como lo habíamos planeado fui yo quien además de acompañar a Johanna me encargué de que confirmaran sus votos ante todos, vistiendo mi uniforme. Se cantó una canción a coro y Karin cantó también con Nic acompañando en la guitarra. Se había preparado una mesa con el champagne, y después de que brindaran Johanna y KF nos acercamos todos a brindar también y sacar fotos. Toda la ceremonia había sido mantenida en secreto, por lo que fue sorpresa tras sorpresa para los invitados, no podía haber sido más lindo. Al rato de estar fotografiando comenzó a acercarse una imponente tormenta amenazando lluvia y el sol había desaparecido por lo que regresamos al campamento a cenar, todos sentados a una larga mesa única. Había muchos invitados que querían hablar asi que la cena se extendió hasta tarde. Luego un poco de baile y nos fuimos dispersando de a poco, pero no antes de que fuera pasada la una de la mañana. La tormenta nos brindó un espectáculo de rayos antes de batirse en retirada.
Cada grupo con su chofer podía decidir como organizar sus actividades, y el lunes no hubo nadie que quisiera salir temprano. Se desayunó más tarde que de costumbre y no hubo excursiones por la mañana. Recién a las dos de la tarde se sirvió el almuerzo y a las cuatro partimos esta vez hasta una enorme planicie cercana donde se habían juntado miles de animales para migrar. En un pastizal descubrimos un cheeta, uno de los más veloces felinos. Aparentemente había atrapado alguna presa que estaba digiriendo pues no prestó la minima atención a los vehículos que lo rodeaban. Más tarde nos avisaron por radio desde otro de los vehículos que habían avistado un rinoceronte por lo que hacia allí nos dirigimos a campo traviesa. Logramos avistar al rinoceronte, lo que no era tan usual pues era un animal amenazado de extinción y según decían habia solo 35 de ellos en todo el Serengueti. En partes era bastante alto el pastizal e inadvertidamente pasamos sobre una raiz que asomaba del suelo y que causó que se pinchara una rueda trasera. Teníamos dos ruedas de auxilio por lo que procedimos a cambiar la rueda para poder continuar cuando ya el sol estaba bajando y llegamos de regreso al campamento justo a las siete de la tarde. Esa noche se hizo un asado para todos, y pasó nuevamente una tormenta con un poco de lluvia después de la puesta de sol que fue una de las más bonitas.
ùltima noche en el campamento de Lamai, y quise aprovechar la cama matrimonial de la cabaña que no habíamos utilizado anteriormente. Me había tocado por sorteo entre Gabriel y yo. Sin levantarme de la cama pude ver la salida del sol en todo su esplendor antes de que apareciera la infaltable bandeja con café y masas. Tratando de hacer el menor ruido posible empaqué todas mis cosas pues después del desayuno ibamos a salir de excursión para terminar en la pista del aeropuerto y partir a Arusha. Algunos habían preferido salir de madrugada, llevando el desayuno consigo, pero nosotros arrancamos a ls nueve después de una emotiva despedida de Nic y Jana que tan bien nos habían atendido. Tuvimos oportunidad de ver una familia de elefantes a corta distancia y también más cocodrilos e hipopótamos en el río, con un día magnífico de sol. A las once nos juntamos todos los vehículos en el aeropuerto donde ya nos estaban esperando los tres aviones. Era la primera vez que podía tomar un avión sin tener que pasar controles de seguridad. Hicimos una tranquila travesía de 45 minutos, sobrevolando nuevamente el volcán, y aterrizamos sin problemas en Arusha donde nos dispersamos. Algunos regresamos al hotel con Dala Dalas mientras que otros iban a la casa de mis consuegros en Kimemo. La mayor parte de los invitados regresaban ese mismo día a Suecia. Karin, Gabriel y yo decidimos salir a caminar para ver un poco más de Arusha a pie y llegamos hasta la zona de la terminal de omnibus subiendo a la terraza de un hotel donde yo ya había estado antes, y donde nos sentamos a tomar una cerveza y observar el hormigueo de gente y vehículos. Regresamos al hotel también a pie, caminando todo lo que no habíamos caminado desde la llegada a Tanzanía. Entre las opciones de comida elegimos cenar en el hotel.
Temprano a la mañana del miércoles pasó Johanna a buscar a Viktoria para que la acompañara a su trabajo, y después del desayuno salimos Karin y yo a caminar nuevamente. La meta era una rotonda con un reloj en el medio, llamada "Clock tower", ubicada en un area un poco más priveliaga de la ciudad, lo que se notó a medida que nos ibamos acercando. Allí estaba el Arusha Hotel que yo ya conocía y nos sentamos un buen rato a una mesa en el jardín a tomar algo, con una mañana soleada. De allí fuimos también caminando al roof top bar donde Karin se iba a encontrar con su madre y Sara. La dejé allí y regresé a pie al hotel bajo un sol aplastante. Nos ibamos a juntar todos a cenar en Kimemo en la casa de mis consuegros y nos quedamos esperando que viniera Johanna al hotel. Cuando pasaron horas y no aparecía, la llamé por teléfono y resultó que ella ya estaba en Kimemo con Viktoria, un error de comunicación. Nosotros pedimos un taxi de inmediato y fuimos para allá a disfrutar de una espectacular cena con chorizos, hamburguesas y lomo a la parrilla cuando ya había caido la noche. Se hizo la medianoche antes de que regresáramos al hotel.
Nuestro último día en Arusha estuvo lleno de nuevas vivencias y no poco de dramatismo. Por la mañana tuvimos que empacar nuestras cosas y dejarlas en la oficina del administrador, y poco antes del mediodía llegaron mis consuegros con Tito al volante para llevarnos a Viktoria, a Sara y a mí a Dik Dik road que era un empalme sobre la ruta al aeropuerto donde nos ibamos a encontrar con el resto de la familia. Gabriel, que tenía su vuelo a las 19:30, prefirió quedarse en el hotel para salir luego al centro y tratar de encontrar al taxista que lo había traido a su llegada de Nirobi y que hablaba castellano, para que lo llevara al aeropuerto. Cuando llegamos al Dik Dik road esperamos un rato hasta que llegó Johanna en su auto junto con Gerd y Karin. Venían de la escuela de Johanna, que habian querido visitar. El plan era ir a ver la fábrica de muebles donde había trabajado KF, y luego la cabaña donde habían vivido a su llegada a Tanzanía. Eso quedaba a poca distancia de la ruta al aeropuerto por un camino lateral que se internaba en la jungla, en una zona llamada Usa River. Fue interesante ver la producción de muebles y más aun la espectacular mansión contigua que habían construido los dueños y que habían terminado recientemente. De allí continuamos por un sinuoso y angosto camino hasta llegar a la cabaña y entendí porqué se habían quejado tanto del estado del sendero y porqué había sufrido tanto el vehículo. Pero la ubicación era magnífica, y pudimos entrar también a ver la casa lo que despertó la nopstalgia de Johanna. A esa altura ya teníamos apetito y el plan era volver a la ruta y entrar a un instituto de rehabilitación de discapacitados que estaba a la vera del camino donde tenían un restaurante que servía sandwiches además de una boutique donde compré un collar muy colorido para Alicia. Nos sentamos a una mesa en el parque e invitamos a Tito que se uniera a nosotros para comer. Ya era hora de regresar al hotel para que Karin y Viktoria estuvieran listas cuando llegara el taxi a buscarlas para llevarlas al aeropuerto y tomamos la ruta hacia la ciudad. Después de unos pocos kilómetros notamos que el tráfico estaba detenido aparentemente a causa de uno de los innumerables accidentes. Johanna sabía de un camino de tierra alternativo para regresar al centro y hacia allí nos dirigimos, pero no demoramos mucho en quedar atascados allí también. Al no saber bien que pasaba más adelante me bajé del auto y caminé hasta llegar al puente sobre el río Usa que era de una sola mano y que estaba totalmente bloquedo desde los dos lados con un camión detenido. Me dí cuenta que iban a pasar horas antes de poder moverse nuevamente por lo que le propuse a Johanna dar la vuelta para ir directamente al aeropuerto mientras que llamábamos al taxi pidiendole que fuera al hotel, cargara todo el equipaje que habíamos dejado en la oficina del administrator y las trajera al aeropuerto. El camino de tierra estaba en construcción con tramos muy angostos, y llegamos a un punto donde todos los vehículos que iban a la ciudad bloqueaban nuestro paso. Logré negociar con los banderilleros que negociaran con los vehículos y lograran que dieran marcha atrás para dejarnos pasar, y después de una cantidad de maniobras pudimos superar ese atascamiento. Asi llegamos con buen margen al aeropuerto y esperamos la llegada del taxi al mando de Everest, lo que sucedió finalmente cuando solo faltaban 45 minutos para la salida del vuelo de KLM. Everst dijo que fue un milagro que pudiera llegar a tiempo y nosotros vivimos la experiencia de estar en Africa. Antes esa situación decidí quedarme en el aeropuerto a pesar de que faltaban más de seis horas para mi propio vuelo. Había un televisor, y comencé a ver el partido de Chile con Inglaterra hasta que se produjo un corte de luz. Mis consuegros llegaron bien a eso de medianoche, cuando ya habían liberado nuevamente la ruta. El avión de Turkish Airlines llegó con cierto atraso y despegamos cuando ya eran las dos y media de la mañana. Teníamos una escala en Mombasa, a menos de una hora de vuelo, y yo estaba tan cansado que me quedé dormido inmediatamente despertandome recién con los sacudones del aterrizaje en Mombasa.
El viernes 20 era midsommarafton en Suecia, y con un día bastante inestable aterrizamos en Copenhagen a las cinco y media de la tarde. La larga huelga de trenes se había levantado y crucé así a Malmö y a mi departamento lleno de cajas y ahora también con cosas de Nils y Cornelia en la habitación de Viktoria. Alicia estaba en la colonia de Carlos y Mariche junto con muchos otros para festejar el día más largo del año, pero yo me sentía con pocas ganas de ir al estar bastante cansado. Ella volvió con su bicicleta y festejamos en su casa. Asi terminó la aventura africana y comenzó el repaso de todos los acontecimientos sucedidos durante las tres semanas anteriores en ese fascinante continente. Y también acostumbrarse a que Johanna ya era una mujer casada.