2 de Febrero de 2017
Ya preparando mi viaje a Buenos Aires, el jueves a la mañana hice un lavado de ropa y por suerte me acompañó el tiempo pues amaneció con sol. En vista de que el pasto estaba bien alto saqué nuestra maquina y akcancé a cortar bastante alrededor de la casa antes de que nuevamente se nublara y comenzara una fina llovizna. Puse el despertador para levantarme temprano el viernes ya que tenía que estar en la policlínica a las ocho y media para hacer el electrocardiograma. Ese trámite fue muy rápido y me dieron el informe para presentarlo a la cardióloga, cosa que sería a mi regreso de la gira argentina. De regreso en la cabaña junté todo lo perecedero de la heladera y lo llevé a lo de Osvaldo y Holanda. Luego guardé y cubrí todo lo que había que protejer en vista de que iba a encender cuatro bombas fumigadoras antes de partir. Había quedado con Osvaldo que él pasaría a las tres de la tarde para llevarme a la terminal de ómnibus y tuve amplio margen para dejar la casa preparada para mi ausencia. De las cuatro bombas de humo me pareció que dos no se encendieron del todo pero me vi obligado a evacuar antes de poder verificarlo. A pesar de la multitud de gente que viajaba, el cruce a Buenos Aires fue muy tranquilo y a horario. En la terminal de Puerto Madero me estaban esperando Viktoria y Matias con el auto de mi consuegra, y allí si el caos en el tráfico era completo. Karin estaba en el departamento de San Telmo que estaba cuidando y nos esperaba con una sabrosa tarta de atún y otros ingredientes. Era un departamento muy antiguo al que le habían agregado un entrepiso para ocupar más el espacio, con soluciones bastante originales. La impresión era bastante laberíntica pero acogedora también.
Agustín regresó de Alberti bien entrada la noche del viernes y por esa causa no pudo recibirme a mi llegada. Me comuniqué con el a la mañana del sábado y luego salí caminando hacia la Boca con una agradable mañana de sol. Daniela y Camilo estaban en la casa y compartimos buena parte del día, incluido un almuerzo con pizzas hechas por Agustín. Respecto al viaje a Bariloche quedamos de acuerdo en que Camilo tenía que ir siempre sentado y con cinturón en su asiento mientras la camioneta estuviera rodando, y que lo mejor era pernoctar en algún hotel a medio camino. La salida iba a ser el miércoles 8 de febrero. En una vuelta de compras encontramos abierta la peluquería que yo frecuentaba en otras épocas y aproveché para hacerme un muy necesitado corte de cabello. A la tarde comenzó a nublarse y después que salimos a sentarnos a matear a la vereda no demoró mucho en llegar la lluvia que nos corrió rápidamente al departamento. Yo había convenido encontrarme con Karin y Viktoria en el restaurante peruano "Status" en Congreso y Agustín se ofreció a llevarme en la camioneta ya que mi ropa y calzado no eran los adecuados. Las chicas aparecieron con Eva también, y como siempre comimos muy bien. Hacia el final de la cena se le compicó a Eva cuando recibió la noticia que a su hijo mayor Leo le habian impedido subir al omnibus para regresar desde Mina Clavero en Córdoba por ser menor de edad. Lo extraño era que no había tenido ningún problema ni permiso especial con la misma compania de omnibus en su viaje de ida. No había crisis inmediata pues el tenía donde quedarse hasta encontrar una solución. Mientras Viktoria regresaba a su departamento en taxi dejamos a Eva y su preocupación en la avenida 9 de Julio para que regresara en combi a Monte Grande mientras que nosotros caminamos de regreso a San Telmo con una leve llovizna.
Gabriel había regresado de Alberti con Valeria el sábado a la noche y el domingo nos juntamos temprano por la tarde en su departamento, después que yo compartiera un tardío desayuno con Karin comprando facturas en la panadería de la calle Perú que ella me había recomendado. Me quedé con Gabriel y Valeria hasta que llegó la hora de regresar a San Telmo a recoger a Karin e ir a nuestra cita en el departamento que utilizaban Omar y Ana María en el barrio de Caballito. Se había levantado mucho viento, que fuera de las costas del Rio de la Plata era un fuerte temporal. Eso hizo que me preocupara un poco por la cabaña de Alicia, aunque nunca recibí ninguna mala noticia de Osvaldo y Yolanda a quienes había encomendado que me informaran si era necesario. Con Karin caminamos hasta Plaza de Mayo y allí tomamos el subte de la linea A con sus nuevos y modernos vagones hasta Caballito. Solo aparecieron Viktoria y Matias ya que tanto Gabriel como Agustín desistieron de participar. Omar había ido a buscar empanadas y las regamos con abundante vino. Mientras Karin regresaba luego a su departamento yo me fui con Viktoria y Matias en un taxi de Uber a pernoctar al suyo en Colegiales
Matias y Viktoria tenían una cliente para alquilar el departamento del barrio de Monserrat como turista por un mes y el lunes después del desayuno acompañé a Viktoria a recibir a la chica, recién llegada de Suecia. Después de dejarle la llave y explicarle el funcionamiento del departamento bajamos hasta la iglesia sueca donde Viktoria iba a tener alumnos y yo iba a canjear algunos dólares con Eva. Karin me dió las llaves de su departamento y regresé allí para ducharme y cambiarme de ropa. Estando allí recibí un mensaje de Agustín, quien siempre desconcertante me daba la noticia que tenía que cancelar el proyectado viaje a Bariloche del miércoles. Su argumento era que había puesto los pies en la tierra y había llegado a la conclusión de que su economía no daba para el viaje. Hablé luego con el por teléfono y como me confirmó lo mismo tuve que hacer un rápido cambio de planes y decidí sacar pasaje en el Via Bariloche para el miércoles por la tarde. Bajé nuevamente a la iglesia a las ocho y media, hora en que Viktoria terminaba de dar clases, y fui luego con ella a Colegiales. Matías tenia la cena mensual con sus hermanos por lo que fuimos nosotros dos a comer al restaurante de la esquina de su departamento, donde tenían muy buena carne asada.
El martes nos levantamos temprano, Matias muy contento al haber conseguido un contrato para hacer un video de realidad virtual para la administración de puertos con fines publicitarios. Me despedí de ellos para tomar el tren a Retiro e ir de allí a la terminal de ómnibus a comprar mi pasaje para el día siguiente a las 14:00. Sorprendentemente me hicieron un importante descuento de poco más del 20% en el costo del pasaje, aun pagando con tarjeta. Con el colectivo 152 continué hasta el departamento de Karin y con ella fui al Bar Británico en la esquina de Defensa y Brasil frente al parque Lezama a desayunar la promo de café y medialunas. Tuvimos un buen rato de charla, esperando también a Agustín que había prometido pasar. Luego se fue Karin a su trabajo y yo acompañé a Agustín a Barracas donde hizo la revisión técnica de la camioneta. No se diferenciaba mucho de la sueca, exeptuando que el equipamiento de la estación era mucho más precario. Le perdonaron que no anduvieran un par de luces traseras, con la solemne promesa de que cambiaría de inmadiato las lamparitas. Su camioneta estaba cargada con muebles que tenía que llevar a Mar del Plata, y no lo acompañé ya que vimos que él iba a regresar muy tarde y yo había prometido reunirme con Gabriel. A media tarde hice la caminata hasta su departamento y siendo un día tan lindo me propuso dar una vuelta en bicicleta. El circuito nos llevó a la reserva ecológica y terminamos en Puerto Madero frente a la terminal del Buquebus. Desde allí regresamos a la Boca por el bajo pero utilizando siempre la ciclovía. En lugar de salir a cenar compramos churrascos en la carnicería y los hicimos a la plancha en la cocina acompañados del clásico pure de papas de Gabriel. El me acompañó luego en mi caminata de regreso a San Telmo.
Miércoles y día de mi partida a Bariloche. Como me lo había prometido Agustín, pasó a buscarme por el departamento junto con Gabriel hacia el mediodía para llevarme a la terminal de ómnibus de Retiro donde llegamos con amplio margen. El Via Bariloche partió puntualmente a las dos de la tarde, yo muy bien instalado en mi butaca individual, rodeado de comodidades. A la mañana siguiente avisé desde Piedra del Aguila que iba a llegar con un atraso de al menos una hora, para que Cacho y Elsa no tuvieran demasiado espera en la terminal. Me recibíó un día hermoso de sol, y prometía continuar bueno hasta la semana siguiente. Menudo contraste con el frio y la nieve que estaba experimentando Alicia en Malmö. Después del excelente almuerzo de tallarines con pesto preparado por Elsa bajé caminando hasta la casa de los tíos y compartí una tarde de charla con ellos mientras el tio Andrés pelaba pacientemente las manzanas recogidas del suelo en su quinta. Decidí hacer la subida a pie a la casa de Elsa antes de que el sol se ocultara detrás del cerro Otto. Habíamos visto en la cartelera de cine que aun exhibían la película "Nieve Negra", y teniendo a Darín y Luppi en el elenco pensamos que tenía que ser buena. Fuimos Elsa y yo a la función que comenzaba poco después de las diez y ambos salimos muy defraudados del cine ante la baja calidad de la película, con su infantil manuscrito y la pobre actuación del elenco.
Después de una noche despejada y fría, nos despertamos a una hermosa mañana de viernes. Ya decidido a regresar a Buenos Aires el jueves 16, aproveché que Elsa bajaba al centro con el auto para comprar mi pasaje. De paso pude ver finalmente las obras en la calle Mitre para hacerla peatonal. Un tramo estaba ya listo y se veía muy lindo. En la oficina de Via Bariloche no aceptaron darme la rebaja que me habían ofrecido en Buenos Aires, pero como me rebajaron casi el mismo monto por pago en efectivo compré de todos modos un pasaje con salida a las 15:10. Después de almorzar cargamos el auto con mate y galletitas y salimos hacia el lago Traful dando la vuelta por Villa La Angostura. En el extremo oeste del lago habia un camping donde Andrea y David estaban pasando unos días. Al ir solo de visita nos dejaron entrar al camping sin cobrar entrada, y a poco de buscar encontramos el vehículo y la carpa pero no vimos ni a los chicos ni su canoa. Aprontamos igualmente el mate con la esperanza de que aparecieran, pero tuvimos que desistir de esperarlos al acercarse la puesta del sol. Les dejamos una nota y para el regreso optamos por completar el circuito pasando por Villa Traful y Confluencia Traful. Llegamos a Bariloche con las últimas luces de un muy lindo atardecer, después de haber hecho cerca de 250 km de los cuales unos 50 fueron de ripio que Cacho sorteó con su pericia habitual.
A la mañana del del sábado hicimos Elsa y yo una escapada a pie hasta la casa de Andrea y David a regar sus plantas y la quinta además de mover cortinas para dar la apariencia de que ellos estaban en su casa. Después del almuerzo bajé caminando hacia la costanera y previa pasada por la casa de los tíos para ir al baño continué la caminata por la costa del lago hasta la casa de mi prima Eleonor. Con ella estuve charlando un largo rato de temas diversos hasta que llegó Elsa a recogerme pues ibamos a ir a conocer una nueva confitería en Dina Huapi en una construcción que a nosotros nos pareció que simulaba ser un vagón de tren, montado sobre boogies autenticos. Tenía el apropiado nombre de "Expreso Sur". El salón era acogedor, las tortas sabrosas y el café vienes bien hecho, todo a precios razonables. Faltaban los clásicos scones con dulces varios que acostumbran tener las casas de te, pero el establecimiento se publicitaba en realidad como cafetería. El "vagón" tenía amplios ventanales con espectacular vista a la cordillera. Estando aun paso de la ruta 23 fuimos a curiosear su nueva traza pues toda esa ruta al Atlántico estaba en proceso de ser pavimentada. Hicimos solo un par de kilómetros rodeados por el pintoresco y agreste paisaje precordillerano, y luego regresamos por la antigua ruta de ripio de Bariloche al valle del Rio Negro pasando por el muy deteriorado puente "negro" sobre el rio Ñirihuau. Ese día había un festival en el Centro Cívico a beneficio del hospital regional y bajamos a comprar el bono contribución viendo de paso la iluminación navideña que aun tenían todos los edificios que rodean la plaza.
Habíamos programado hacer el infaltable paseo al Bolsón para el domingo, y Miguel y Tamara nos esperaban a las doce para almorzar, de modo que partimos para allá después del desayuno. El pronóstico se venía cumpliendo al pie de la letra pues nos seguía acompañando el sol y el calor. Llegamos puntualmente a la casa de ellos y al estar tan lindo nos sentamos a almorzar en la terraza. De Tamara recibimos el sermoneo médico habitual, mientras que a mi amigo Miguel lo encontré muy callado además de verlo demasiado delgado. Igualmente lo pasamos muy bien, las pálidas compensadas por todo lo lindo que nos brindaba el paisaje que nos rodeaba. Tuvimos que retirarnos bastante temprano ya que aun faltaba ir hasta el hoyo del Epuyen a saludar a Erica e Ivano, a quienes despertamos de su siesta. Era impactante ver sus manzanos, ciruelos y durazneros tan cargados de fruta, alguno hasta con ramas arrastrando pro el suelo o rotas por tanto peso. La visita fue relativamente breve porque queríamos estar de regreso en Bariloche antes de la puesta del sol. La ruta estaba bastante cargada, y en la zona de los lagos Mascardi y Gutierrez vimos muchísimos vehículos estacionados en la banquina, donde la gente podía bajar a la costa a hacer su pic-nic.
Lunes 13 de febrero y magnífico dia de sol, aunque escuché por allí que había un poco de ceniza en el aire. A la mañana bajé caminando al centro a hacer un poco de shopping pues los días pasaban rapido y mi fecha de regreso se acercaba velozmente. Por primera vez regresé a la casa con el colectivo, que ahora pertenecía a una empresa nueva reemplazando a la anterior y prometiendo mejor servicio. Eran unidades nuevas y además se pagaba con la tarjeta Sube. Después del almuerzo bajé nuevamente a pie hasta la casa de la tía Ellen cumpliendo con mi promesa de ir a visitarlos. Tuvimos nuevamente un buen rato de tertulia, además de compartir el té de la tarde, hasta que apareció Eleonor y al rato también un hombre conocido de ellos que estaba haciendo montaña por la zona. El calor seguía siendo intenso y alcanzó la marca de los 31 grados no obstante lo cual decidí hacer el regreso a pie tratando de caminar todo lo posible a la sombra de los árboles. A Cacho lo encontré pintando de negro la baranda recién instalada y a Elsa haciendo jardinería, pero al rato se suspendieron las actividades y nos sentamos bajo los árboles a hacer una picada antes de la cena.
El martes por la mañana continuó el buen tiempo y el calor, y el almuerzo lo hicimos afuera a la sombra de los árboles del jardín. Elsa preparó una excelente salsa de hongos para acompañar los ravioles de ricota del almuerzo, y desde el jardín pudimos apreciar cómo de a poco se iban formando gigantescas nubes verticales. Elsa y yo salimos hacia Llao-Llao a visitar a un par de amigas, y vimos desde la ruta cómo llovía ya del otro lado del lago. Hicimos una primer parada en la casa de Peti en Llao-Llao pata dejarle un paquete de masitas elaboradas por Elsa y luego entramos a la penínusla San Pedro para hacer lo mismo en lo de otra amiga, a la que no encontramos en su casa. El barrio tenía desde luego calles de tierra bastante angostas y en mal estado. En una pendiente fuerte no se pudo seguir al patinar las ruedas delanteras, y al dar marcha atrás inadvertidamente dimos con un arbol que causó algunos daños al paragolpes trasero de plástico. Al regreso entramos también a una zona urbanizada del km 19 donde los hijos de Eleonor estaban construyendo una vivienda, pero sin conocer el lugar exacto no dimos con ella. El mal tiempo se acercaba a Bariloche y a poco de regresar a la casa llegó la tormenta eléctrica y la tan necesaria lluvia. Había leido que se había declarado un incendio en la picada hacia el refugio Frei del cerro Catedral, por lo que esperamos que la providencial lluvia ayudara a extinguirlo. Para la cena prepararon una sabrosa y variada picada en la casa de la que participaron también Andrea, David, Sofía y Alexis.
Para el miércoles había invitado a Cacho y Elsa a almorzar afuera. Hacia el mediodía pasamos a despedirnos de mi prima Eleonor y para el almuerzo eligieron el restaurante "El Galpón de Salo", un agradable lugar que según me contaron había sido un tambo en otras épocas. La comida era también muy buena, y el postre lo pasamos por alto al tener ellos la costumbre de comer luego un helado en un Grido cercano. Luego hicimos una ronda por un par de chapistas y la agencia Renault para presentar presupuestos a la companía de seguros para reparar los daños del auto. Teníamos nuevamente un día muy lindo y Elsa propuso hacer un paseo hasta el lago Gutierrez para ver el nuevo camino pavimentado detrás del cerro Otto. Pasaba cerca del cementerio privado "Parque del descanso" y entramos allí también para pasear por el hermoso predio parquizado. Al regreso a Bariloche fuimos Elsa y yo caminando a la casa de té "Meiling" que yo no conocía aun. Era una buena caminata hasta la avenida Belgrano sobre la ladera del cerro Otto donde había una magnífica vista al lago hacia el este. El local era pequeño y bastante austero, con terraza abierta, y lo atendía la dueña con su hija. Mucho apetito no teníamos de modo que nos contentamos con un par de scones con dulce, perdonando las tortas diversas que ofrecían. En alguna oportunidad futura le haríamos una nueva visita. Desde allí bajamos a la casa de la tia Ellen para despedirme y ellos agregaron algunos kilos a mi equipaje al obsequiarme una caja de dulce. Ya de noche dimos una vuelta por la tienda "The North face" donde trabajaba Sofía y pasamos por el cajero del banco en la calle Mitre donde había mucha gente, además de músicos y artistas ambulantes que ocupaban la flamante calle peatonal. Regresamos con el colectivo y esa noche decidí pasar por alto la cena.
Llegó así el día de mi regreso a Buenos Aires, y la mañana del jueves pasamos Elsa y yo por lo de Andrea y David a despedirme por esta vez. Tuvimos sobrado tiempo para almorzar una cazuela de pescado preparada por Elsa, y poco antes de las tres de la tarde estuvimos en la terminal de omnibus Tal como estaba previsto, comenzó a llover y a soplar fuerte viento en el momento de entregar las valijas a la intemperie al no quedar la cola del el ómnibus bajo techo. Palimos casi puntualmente y la lluvia nos acompañó un corto trecho, pero el viento continuó implacable y vi enormes nubes de tierra después de pasar Piedra del Aguila, especialmente en Picún-Leufu, bien llamada "la capital del viento". Era ya de noche cuando llegamos a Neuquén, y allí también se veía como el viento sacudía los árboles sin piedad.
Pasé una noche bastante buena en el ómnibus ya que cuando desperté estábamos en plena provincia de Buenos Aires a 300 km de nuestro destino. La mañana del viernes se presentaba muy soleada y recién comenzó a nublarse al acercarnos a Luján. Gabriel había prometido recibirme con su vehículo en la terminal y como lo iba teniendo al tanto de nuestra posición coordinamos muy bien el encuentro al estar el al tanto de que teníamos unas dos horas de retraso. Al bajarme del colectivo me topé con el tremendo calor de Buenos Aires, que rondaba los 34 grados. Ambos estábamos con apetito de modo que dejamos la valija y fuimos luego a comprar comida china al peso en un local cercano de muy dudosa higiene. Por suerte no sentimos ningún malestar posterior. Karin me había propuesto un encuentro a la salida de su trabajo y me vi con ella en el bar británico frente al parque Lezama donde compartimos una extensa charla además de ajustar algunos detalles de su inminente venida a Piriápolis. Regresé después también a pie a la Boca para reunirme con los chicos en la casa de Agustín y comer sus tradicionales pizzas. Camilo nos hizo compania un buen rato y ya cansado se fue luego solo a su cama. El intenso calor culminó con una fuerte tormenta que por suerte llegó cuando yo ya estaba cómodamente instalado en mi habitación en el departamento de Gabriel. El tenía dos coreanas como huéspedes de su hostal aunque practicamente ni se las vió ni se las escuchó. Esa noche no había agua en el tanque de la terraza de modo que mi ducha tuvo que ser postergada.
Sábado e invitación a un brunch en el departamento de Viktoria y Matías. Después de la tan necesaria ducha partí para Colegiales en el colectivo 152 y allá me encontré con los chicos además de mi consuegra Marcela y una tía mayor de ella que yo ya había conocido en el casamiento. Me quedé varias horas compartiendo diversas vivencias y luego tuve que regresar a la Boca pues tenía otra invitación que era de participar de una fiesta sorpresa para Jorge, el amigo de las chicas, a quien le festejaban su cumpleaños número 36 en el local del ISA en la iglesia sueca. Tuvimos que estar temprano allí y ver que todo estuviera listo para darle la sorpresa cuando viniera con Mirna, su pareja, que lo trajo engañado con un falso pretexto. Jorge tenía una familia muy numerosa por lo que eramos una multitud esperando su llegada y ni hablar de la cantidad de comida y bebida que habían traido. Todo salió bien pues Jorge nos aseguró que no habia sospechado absolutamente nada. Como recién aparecieron a eso de las diez de la noche me quedé un rato solamente y cuando comenzó la discoteca emprendí el regreso al departamento. Era ya casi medianoche.
Gabriel había prometido hacer un asado el domingo en la terraza de su edificio y logré juntar a Agustín con Camilo y Mariano, Viktoria y Matías, y Francisco también. Era un día muy caluroso y soleado pero estuvimos a la sombra del árbol de la vereda. La noche anterior había comenzado a preparar las partes de una tarta de limón que completé a la mañana del domingo y que compartimos después del asado. Acompañé luego a Viktoria y Matias a la parada del colectivo donde me despedí de ellos y después me quedé ya en el departamento preparando mis cosas para la partida del día siguiente. Gabriel me había propuesto traerme en su auto al Uruguay, lo que me pareció una buena idea, y la idea era salir lo más temprano posible.