Julio 1982 a noviembre 1986
El primer perído después de la separación fue traumático, y no sabía bien como encarar la situación. Nunca me imaginé que mi matrimonio iba a terminar así y me dolía mucho la separación de los chicos. Normalmente pasaban los fines de semana conmigo y como habían comenzado a asistir al colegio Don Bosco, acostumbraba ir a buscarlos a diario con el auto para dejarlos con su madre. Comenzamos también a ir a Bariloche durante las vacaciones de invierno. Yo ya había abandonado definitivamente mis estudios de ingeniería, habiendo perdido totalmente mi motivación. El simulador radar había llegado de Japón y comencé a trabajar como instructor con el mismo, una tarea que me gustó mucho.
En mayo del año 1983 me enviaron a Suecia para pasar una semana en la Escuela de Náutica de Kalmar y tres semanas en la de Gotemburgo e interiorizarme con la forma de conducir los cursos de simulador radar en esos institutos. Fue mi primer contacto con Suecia, sin imaginar que sería más adelante mi segunda patria. Quedé también muy impresionado por ese país. Mientras estaba en Gotemburgo hice un viaje de un día a Malmö para visitar la reciéntemente creada Universidad Marítima Mundial de la Organización Marítima Internacional (IMO), que estaba por abrir sus puertas. Tampoco me podía imaginar que yo iba a ser alumno en un futuro no muy lejano.
En el ínterin había dejado el departamento de Olivos y me había mudado a un pequeño departamento de un ambiente en Vicente Lopez sobre la avenida del Libertador, el departamento más ruidoso del mundo, pero aparte de eso me gustaba mucho. Era una adquisición de Laura para nuestros hijos. Estábamos un poco apretados para dormir pero nos arreglábamos con colchones en el piso cuando los chicos se quedaban a pasar la noche. Ni bien regresé de Suecia me preguntaron en la Escuela si tenía interés en regresar allí como becado y estudiar en la Universidad Marítima Mundial. No lo pensé dos veces, acepté de inmediato siempre que me mantuvieran el sueldo en la Escuela y comenzaron las gestiones para enviarme a principios del año 1984. A Mirta no le gustó nada la idea pero tuvo que aceptarla. La dejé como apoderada para retirar mis sueldos, de modo que le quedaba asegurado el cobro del tercio de mis ingresos para manutención de los chicos.
Llegué a Suecia en plena oscuridad y con frío invernal, y me instalé en una residencia para estudiantes en la calle Henrik Smith, con un pequeño departamento propio y comencé mi vida de estudiante. El objetivo era obtener un Master en Enseñanza y Entrenamiento Marino, y mis compañeros provenían de todos los rincones de la tierra, aunque siempre de países en desarrollo. Fue también un período casi irreal, con cantidades de viajes de estudios dentro de Europa e incluso a los Estados Unidos, donde no se hacía ningún ahorro de recursos. Las exigencias no eran muy grandes, ya que tenía compañeros con muy diversos niveles de conocimientos y había que guiarse por el común denominador. Había bastante contacto social con latinoamericanos y suecos residentes en Malmö, y fue allí que conocí a Gerd Andersson, con quién inicié una relación hacia fines del año 1984. La Universidad nos pagaba un viaje a nuestros respectivos países a fin de año y además teníamos un pequeño ingreso que me alcanzó para pagar dos viajes más en julio, de modo que cada seis meses estaba en Argentina. Debo haber aburrido a muchos de mis amigos hablando hasta el cansancio sobre las maravillas de la sociedad sueca. A fines del año 1984 hicimos nuestra acostumbrado viaje de campamento a Bariloche.
Para fines de noviembre del año 1985, cuando ya me faltaba menos de un mes para graduarme, Gerd quedó embarazada, de modo que hubo que tomar serias decisiones para nuestro futuro. Yo tenía que regresar a la Argentina para continuar con mi trabajo, pero no tenía vivienda para nosotros y tampoco cobertura social para el parto. Decidimos entonces que Gerd se iba a quedar en Suecia hasta el nacimiento y luego podía venir a vivir a la Argentina. Yo regresé y durante nuestro nuevo campamento de verano les conté la novedad a los chicos, quienes por razones que en realidad no se cómo explicar, hasta ese momento habían sido totalmente ignorantes de mi relación. Mucha gracia no les causó y ciertamente debería haber hablado con ellos mucho antes.
En mayo del año 1986 logré que la Escuela y el Centro de Capitanes me pagaran el viaje y asistencia a la conferencia de simuladores radar en Mariehamn en la isla Åland. Me volví a encontrar con Gerd en Malmö, en pleno embarazo, y viajamos juntos a la conferencia, que coincidió con la catástrofe nuclear de Schernobyl. A mi regreso a Buenos Aires me aboqué a la tarea de encontrar vivienda, y terminé alquilando un departamento de tres ambientes en Vicente López, sobre la avenida del Libertador. En el ínterin había fallecido mi tía Georgette, quien desde hacia unos años vivía en Bariloche junto con mi padre. Ya que había algo de dinero disponible, convencimos a mi padre que hiciera un viaje a Europa a visitar parientes y amigos. La gira incluyó Malmö y fue así que mi padre conoció antes que yo a la recién nacida Karin, quien vino al mundo el 16 de agosto de 1986. Como una organización alemana me había pagado un nuevo viaje a Europa para visitar la feria marítima de Hamburgo en noviembre de ese mismo año, logramos compaginar todo para volar juntos de regreso, es decir Gerd con su hija Isabel nacida de una relación anterior, Karin y yo. Nos encontramos en el aeropuerto de Frankfurt y regresamos a la Argentina para iniciar una nueva etapa de mi vida.