20 de Febrero 2017
Lunes 20 de febrero. Me levanté a las cinco de la mañana y al rato vino Gabriel a ducharse y juntar sus cosas para el viaje por lo que salimos pocos minutos después de la seis de la mañana aun con poco tráfico en la ciudad y en la ruta 9. El cruce de la frontera no llegó a insumir un minuto de trámites y después de unos cuantos kilómetros en Uruguay paramos en un boliche al costado de la ruta que ofrecía almuerzo. Hacía muchisimo calor, aun a la sombra del local. Fue la última parada y antes de las cinco de la tarde llegamos a la cabaña. Todo estaba en perfecto orden, y en la quinta se destacaban las plantas con racimos de tomates en distinto grado de maduración además de las plantas de albahca que estaban muy crecidas. A la noche fuimos hasta las Flores a buscar un lugar para cenar y como El Barcino estaba cerrado continuamos hasta La Caracola donde elegimos una mesa en la terraza a pasos del agua. Desde allí se veían a la distancia las luces de Piriápolis reflejandose en el mar.
Gabriel iba a quedarse el martes también y a la mañana tomamos las bicicletas para ir a aprovisionarnos, ya con un día de intenso calor. Pensaba hacer un pesto y de regreso pasamos por la fabrica de pastas Uriel para comprar sorrentinos. Gabriel dió una vuelta por la playa para darse un baño de mar y después se puso a limpiar a fondo su auto aprovechando nuestra aspiradora. El tiempo comenzó a descomponerse pero esta vez no pasó a mayores pues solo se escucharon unos truenos lejanos y las amenazadoras nubes se fueron disipando hacia el anochecer. Gabriel quiso cortar el pasto del terreno vecino antes de que oscureciera, y a la noche nos sentamos en la galería a comer la cena fría con una buena cerveza.
Pasamos un par de días muy lindos juntos, pero llegó finalmente el miércoles, día en Gabriel tenía que regresar a Buenos Aires. Lo tomó con mucha calma y recién partió después del mediodía, con un nuevo día de sol y mucho calor. Mi principal tarea de la tarde era preparar la llegada de Karin con su amiga Linda del día siguiente. Escuché a la noche que se había desatado una intensa tormenta de viento, lluvia y granizo en Buenos Aires culminando una jornada agobiante, sin que sucediera nada de nuestro lado de la costa donde continuaba la calma absoluta.
Jueves 23. Karin, Linda y su hijo Teo, de nueve meses, llegaron a media tarde a Piriápolis con el Buquebus. Por la mañana había ido a aprovisionarme al Devoto del centro, esta vez con el auto. Era una nueva jornada de mucho calor, poco aconsejable para salir con la bicicleta. Por suerte pudimos meter todo el equipaje y el cochecito de Teo en el auto, y después de una pasada por El Dorado para comprar frutas y verduras regresamos a la casa. Teo era un bebé muy tranquilo, más que lo que nos tenían acostumbrados Elisa y Ellen. Naturalmente hicieron una bajada a pie a la playa antes de la puesta del sol. Por mi parte armé nuevamente una cena de sorrentinos ya que me había sobrado una buena cantidad de pesto y suficiente pasta. La quinta nos proporcionó los tomates para la ensalada. Con la ayuda de Karin armé la cuna para Teo y mis huéspedes se acomodaron en los dormitorios mientras que yo ocupé nuestro fiel sofá cama en el living.
En todo el Uruguay se había declarado alerta amarilla a causa del golpe de calor, y nosotros lo sentíamos a pleno. Por lo tanto el viernes no hubo otra actividad que la vuelta por la playa de la mañana y de la tarde. Al hacer tanto calor me ofrecí a llevar a mis huéspedes a la playa con el auto para evitar la caminata sin sombra, y las pasé a buscar también a su regreso. Teniendo aire acondicionado y una leve brisa refrescante se estaba muy bien en la cabaña y hasta hice un poco de jardinería donde había sombra para mantener a raya el pasto. Karin se encontró con Osvaldo y Yolanda en la playa y tuvo entonces la oportunidad de conversar con ellos sus planes de pasar el invierno en nuestro barrio cuidando su casa.
Sin cambios en el clima, el sábado por la mañana decidimos ir a la feria de Piriápolis a comprar pescado, frutas y verduras. Fuimos relativamente temprano pero ya nos encontramos con un mundo de gente. Mis huéspedes fueron prudentes y recién bajaron a la playa después de las cinco de la tarde. Habíamos planeado ir a cenar al restaurante Barcino del balneario Las Flores y reservé una mesa para las ocho de la noche asi no se hacía tarde para ir con Teo. A esa hora nos encontramos con un tránsito muy intenso por la ruta costera. Linda nos invitó con la cena, que fue a base de pescado y como siempre muy buena. Para los postres regresamos a la cabaña a comer la tarta de manzana que había preparado a la tarde, acompañada de helado de crema. En la quinta había descubierto un ataque frontal de hormigas a las plantas de albahca y a la noche las ví muy activas por lo que apliqué el hormiguicida, lo que no impidió que pelaran completamente dos de las plantas.
El muy anunciado eclipse de sol se produjo a media mañana del domingo, y aunque en nuestra zona era muy parcial experimentamos un buen rato de luz solar bastante fantasmal, menguada y amarillenta. Antes del mediodía hicimos un poco de turismo, mostrando a Linda algunas de las atracciones de Piriápolis. A causa del tráfico era imposible circular por la rambla del centro por lo que hicimos un rodeo para subir al cerro San Antonio y apreciar la ciudad desde la altura. Luego fuimos hasta la playa de estacionamiento del cerro del Toro para que viera al famoso animal y las fuentes de agua. De pasada hicimos algunas compras en el Devoto antes de regresar al fresco refugio de la casa escapando al intenso calor. Se fueron formando nubes muy amenazadoras y escuchamos truenos distantes pero nuevamente quedó todo en la nada. Mientras el trío bajaba a la playa ya bien de tarde, me dediqué a preparar los falafel para la cena, que esta vez salieron muy bien. Karin se encontró con Osvaldo y Yolanda en la playa y quedaron en que nos reuniríamos el martes a la mañana en su casa para ultimar los detalles de la estadía de Karin en invierno.
27 de enero, lunes de carnaval. El fuerte calor nos tuvo a raya la mayor parte del día y no hubo bajada mañanera a la playa. Desde Francia recibimos el anuncio que Isabel había roto bolsa y había quedado internada a la espera de que se decidiera si el bebé iba a nacer por via natural o por cesarea. A la tarde se fue nublando, no obstante lo cual fuimos con el auto hasta la barra del arroyo Solis Grande, donde no habia mucha gente en la playa. Se veían unos cuantos chaparrones a la distancia y al rato nos tocó uno por lo que emprendimos la retirada. En el camino de regreso paramos en el restaurante La Caracola del balneario Las Flores y como faltaba solo media hora para que abriera la cocina decidimos quedarnos a cenar. Ya bien entrada la noche vimos desde la casa el show de fuegos artificiales con el que la comuna de Maldonado despedía la temporada de verano en Piriápolis. Dinero tirado a la basura que bien podía haber sido usado en cosas más importantes, pero de todos modos fue un lindo espectáculo.
El martes nació Alma Luz, segunda hija de Isabel, y fue finalmente por cesárea. Nos enteramos a la tarde y todo parecía haber ido muy bien. A media mañana fui con Karin hasta lo de Osvaldo y nos mostró en detalle el funcionamiento de la casa. Yolanda nos regaló una cantidad grande de tomates de su quinta. Luego fuí también con Karin en el auto a hacer algunas compras al Dorado del centro, y de regreso encargué sorrentinos para el día siguiente, esperando la llegada al mediodía del marido de Linda. Las hormigas habían perdonado una de las plantas de albahca por lo que tenía material para un pesto. Si bien amaneció nublado, durante el día se fue despejando y tuvimos nuevamente altas temperaturas. Karin quería ir nuevamente a la barra del Solis y para allá se fue el trío con el auto mientras que yo hacía una nueva cortada de pasto alrededor de la casa. Osvaldo me había prestado su bordeadora eléctrica y funcionó muy bien hasta que se quedó sin la poca tanza que quedaba por lo que iba a tener que comprar más en la ferretería. A la noche tomó comando Linda en la cocina para preparar el pescado comprado el sábado en la feria. Desde Suecia me contó Alicia que aun no había novedades con Magela, y el plazo máximo de espera iba a ser el 7 de marzo para activar el parto.
Gonzalo, el marido de Linda, partía el miércoles temprano de Buenos Aires cruzando con su auto en el Buquebus, y los esperábamos alrededor de la tarde. Por la mañana fui en la bicicleta a retirar los sorrentinos encargados y pasé también por la ferretería del barrio a comprar tanza de nylón para la bordeadora. Karin me acompañó un trecho y bajó luego a la playa. Preparé un nuevo pesto y almorzamos cuando llegó Gonzalo. Ellos seguían viaje a La Paloma donde habían alquilado una cabaña mientras que Karin volvía a Buenos Aires con el buquebus de las 15.30 desde Piriápolis. Quedó en que me haría una nueva visita el 23 de marzo aprovechando el fin de semana largo. Yo regresé a ordenar la casa y también trabajé un poco en el jardín cuando aflojó el calor. Había sido nuevamente un dia extremadamente caluroso, y las amenazadoras nubes que se fueron formando a la tarde volvieron a desaparecer a la noche.
Habiendo partido todos los húespedes, el jueves se dieron las condiciones para comenzar con las tareas que tenía previsto hacer en la casa. Una de ellas era terminar de aplicar protector de madera al machimbre del cielo raso del living. Tenía el material necesario por lo que sin necesidad de salir puse manos a la obra. Avancé con lentitud ya que tenía que pintar hacia arriba lo que era bastante cansador, pero asi y todo completé más de la tercera parte del proyecto. Tuve que tener constantemente en marcha el turbo ventilador para ventilar el living, y los brazos me quedaron bastante doloridos. Por suerte aparentemente iba a ser el último dia de calor pues el pronóstico anunciaba la llegada de un frente frío.
Por las dudas cerré todos los postigos antes de acostarme y fue una medida prudente ya que durante la madrugada del viernes pasó una tormenta eléctrica con algunos chaparrones. De paso hubo una notable disminución de la temperatura y se hizo más facil continuar con la aplicación del protector al techo. Alcancé a completar un tercio más del trabajo antes de volver a sentir los brazos, y ya a la caida de la tarde corrí el auto al terreno vecino para darle una necesaria lavada. Gabriel me anunció una probable venida el fin del 18 al 19 de marzo, de modo que los fines de semana restantes del més se iban llenado de visitas. Desde Suecia me contaba Alicia que aun no había novedades en cuanto al parto de Magela.
Evidentemente había quedado cansado el día anterior ya que el sábado recién me desperté poco antes de las diez de la mañana. Tenía que comprar aguarrás para poder continuar con el techo de modo que después del desayuno me subí a la bicicleta y fuí al corralón del barrio a buscarlo. Para no esforzarme demasiado decidí dividir el trabajo restante en dos etapas. Teníamos un día ventoso y por suerte bastante más fresco, y hacia la puesta del sol ví un hermoso arco iris hacia el este mientras que al oeste las nubes se veían espectaculares con los rayos del sol poniente. Saqué algunas fotos mientras daba una vuelta por el barrio pasando por la casa de Osvaldo y Yolanda para saludarlos.
Domingo, y pude tachar finalmente de mi lista el trabajo del techo, al terminar de aplicar el protector al sector que me había quedado pendiente del día anterior. Me aboqué luego al siguiente trabajo, que era colocar tapajuntas alrededor del marco exterior de las ventanas de la cocina. Era tanto para protejer mejor la casa contra la lluvia del sudeste como para tapar la desprolija terminación del revestimiento que había colocado Carlitos. Después de cortar los listones hubo que pasar protector y dejar secar hasta el día siguiente, y aproveché la linda tarde para cortar el pasto del terreno vecino que ya había crecido bastante. Tuve la visita del hermano de nuestro promotor de seguros que me trajó la nueva póliza de seguros de la casa ya que la anterior estaba por vencerse. En la semana había hablado con Magdalena y la intención era ir hasta su casa en construcción en el cerro del Burro. La llamé repetidamente sin tener respuesta por lo que no me moví de la casa. Recién a la noche me pude comunicar con ella ya que supuestamente no tenía el teléfono consigo y quedamos en que podía ir el fin de semana siguiente. Me contó que había tenido un accidente con el auto, por suerte sin consecuencias serias, cuando se encandiló y no advirtió una curva en el camino a la Estación Las Flores. El auto derrapó y logró detenerlo contra unos arbustos cuyas ramas lo dejaron bastante rayado.
Lunes 6 de marzo, y finalmente vino al mundo el bebé de Magela. Me enteré al despertarme y leer el mensaje que me había Alicia diciendo que había comenzado el trabajo de parto. El bebé, aun sin nombre, llegó a media tarde en el hospital de Malmö y por suerte sin complicaciones a pesar de sus casi 4 kilos de peso y su tamaño. Aquí en Miramar tenía nuevamente un dia radiante de sol y me apresuré a terminar el trabajo de la ventana antes de que le diera el sol de la tarde. Luego pasé a la siguiente tarea de la lista, que era colocar patas al aparador bajo de la cocina. Hacia un tiempo habiamos comprado tres mates torneados de madera de pino en Montevideo que nos parecieron adecuados para el mueble y puse manos a la obra después de haberlos oscurecido con protector. Vacié el mueble para ponerlo patas para arriba,le atornillé los mates en el frente y le coloqué tacos a modo de patas en la parte trasera. De paso hice orden con todas las provisiones que teníamos guardadas en el aparador. A la tarde me contó Alicia que había llevado a Elisa a ver el bebé, y que estaba previsto que le dieran el alta al día siguiente.
El día de la yarará. El martes tenía previsto ir de compras a la ciudad pero le dí largas al asunto y como aun me quedaban provisiones finalmente preferí quedarme y continuar con los trabajos de la lista. Comencé reparando aquellos lugares donde se habían producido pequeñas rajaduras en el sellador entre el siding y la vereda. Luego hice un corte de pasto alrededor de la casa y saqué también la bordeadora que me había prestado Osvaldo para hacer retoques. Tenía un cable alargador largo para tal propósito y cuando lo iba a pasar del toma corriente de la cochera al de la galería me topé allí con lo que más que una culebra parecía una peligrosa víbora. Desde una distancia prudente le tomé algunas fotografías y luego traté de identificarla por internet donde encontré que respondía a la descripción de una yarayá o víbora de la cruz por lo que decidí dejarla en paz por el momento. Le mandé una foto a Alicia y después de deliberar un poco decidimos que podía probar llamando al reptilario de Piriápolis. Ellos me pidieron una foto y así confirmaron que se trataba de una yarará. Quisieron venir para atrapar al ofidio pero en el interín se había puesto en movimiento y lamentablemente no pude ver que rumbo había tomado asi que el resto de la tarde anduve con cuatro ojos. Antes del anochecer dí una vuelta por lo de Osvaldo y Yolanda para despedirme de ella ya que el jueves se iba a Suecia y para mi sorpresa me encontré con que había tenido que postergar su viaje al haberse vendido la casa. Para Karin significaba que se cancelaba su plan de ser casera durante el invierno y Osvaldo me dijo que se lo iba a comunciar. Desde Malmö me contó Alicia que Magela habia retornado a su departamento a la tarde y ella la esperaba allí con la comida lista.
El día después...El recuerdo de la serpiente me hizo pasar una noche intranquila, y el miércoles me sentí un poco acorralado al verme obligado a a controlar permanentemente si volvía a verla. No apareció, aunque también podía estar escondida entre la leña o en el galpón, por lo que me puse las botas de goma para andar en las cercanías de esos lugares. Fue una pena que no alcanzara a ver el día anterior si se había ido al monte. A la mañana conversé con Karin sobre el tema vivienda y ella ya había recibido seguridades de Alicia que podía vivir en la cabaña, compartiendo con Magdalena en el peor de los casos. Me vi obligado a dar una vuelta por Piriápolis para aprovisionarme en el Devoto, comprar tapajuntas en el aserradero y cargar nafta. La tarde estaba linda y alcancé a cortar, aplicar protector y atornillar los listones al marco de la última ventana de la cocina, un trabajo más terminado.
La noche del miércoles al jueves experimentamos una fuerte tormenta eléctrica, con viento y mucha lluvia. A la mañana supe que el temporal había causado bastantes daños con caidas de árboles en Montevideo y otros lugares del Uruguay. Aquí en la casa estaba todo tranquilo; a la mañana paró la lluvia y comenzó a aclarar, aunque aun con bastante viento. Con la misma precaución del día anterior salí a ver si había señales de la serpiente pero no apareció por ningún lado. Por ser jueves había función de cine en el cine club y esta vez decidí ir después de cenar. La película era una producción hindu llamada "Lion", basada en la historia real de un niño que se extravía en la India, y al no poder encontrar a sus padres termina en unn hospicio en Calcuta y siendo luego adoptado en Australia desde donde ya como adulto quiere regresar a sus raices. Me pareció muy buena película y en el debate posterior surgieron naturalmente muchas voces en contra de las injusticias de la sociedad. Regresando a la casa en el auto me pareció que los focos alumbraban poco y efectivamente se había quemado la lámpara de luz baja del lado derecho. Otra calamidad fue la rotura de mi teléfono inteligente que evidentemente había recibido un golpe inadvertido y que además de dañar la pantalla hizo que dejara de responder al tacto. Le mandé un mensaje a Alicia advirtiendole que por el momento no tenía acceso al WhatsApp, nuestro medio preferido de comunicación.
Viernes y a resolver problemas. Tenía una lamparita para reemplazar la que se había quemado en el auto pero la tarea insumió buena parte de la mañana al ser tan dificil hacer el cambio a ciegas. Finalmente quedó listo ese trabajo y haciendo frente al fuerte viento salí con la bicicleta hacia Piriápolis para encarar el problema del teléfono. Tratar de repararlo quedaba fuera de la cuestión pues ese modelo era desconocido aquí, de modo que fui a un negocio de ventas sobre la raambla y bastante perdido entre la jungla de marcas y modelos me dejé influir por la vendedora y elegí una marca desconocida, china por supuesto. El regreso en bicicleta fue peleado al tener viento en contra pero fue al mismo tiempo un buen ejercicio, y luego me puse a configurar el nuevo aparato, que no era una tarea menor. El conductor del cine club nos había informado la noche anterior que como homenaje al día de la mujer iba a haber una nueva función de cine el viernes y decidí ir también. La película que se exhibió era nuevamente de origen hindú y se llamaba"Pink" (Rosa), una obra maestra para ilustrar la problemática de la mujer como subordinada al hombre. Valió la pena ir a verla.
Hoy fue el día de la tarántula. El sábado amaneció soleado de modo que mi proyecto de fijar tejas tuvo que esperar un poco. Me comuniqué por skype con Johanna, quien había quedado sola en su departamento al haberse ido KF con Ellen a San Sebastián a festejar el cumpleaños de Kerstin (su madre) con el resto de la familia. Johanna no había logrado obtener licencia de su trabajo para participar de la fiesta. Un rato antes había visto una respetable tarántula paseandose por el pasto y la corrí hacia el monte con la escoba lo que mucho no le gustó ya que me hizo frente con el clasico moviemiento de levantar las patas traseras. Le mandé fotos a Alicia y a Johanna. De la víbora ni noticias, pero por las dudas prendí una bomba fumigadora en el galpón. Recién a la tardecita se dieron las condiciones para subir al techo y alcancé a controlar la mitad de las tejas en cuestión pegando las sueltas con silicona. Luego comenzó a gotear y de todos modos se me había vaciado el cartucho de silicona. Las gotas se convirtieron en una buena lluvia al caer la noche.
El pronóstico para el domingo se cumplió y tuvimos todo el día viento muy fuerte del sudoeste pero sin llegar a ser huracando. Me comuniqué a la mañana con Magdalena y como me confirmó que estaba en su casa en construcción en la ladera del cerro del Burro fuí para allá con el auto y le comenté los nuevos planes de Karin. Estaba esperando aun al electricista para avanzar con la casa pero insistió con que la casa iba a estar habitable antes del invierno. También me comentó que era bastante frecuente encontrar víboras peligrosas en la zona. De acuerdo con Alicia le propuse que su hijo Emilio mantuviera corto el pasto de la cabaña durante nuestra ausencia. El no estaba allí pero luego me llamó Magdalena diciendo que estaba de acuerdo. Mucho más no pasó ese día ya que a causa del persistente viento el día estaba muy destemplado y no daban ganas de estar afuera.
Lunes 13 de marzo. Volvió el buen tiempo y se dieron las condiciones propicias para lavar y colgar en el tendedero la tela mosquitero del dormitorio. También me dediqué a hacer orden en el galpón y de paso comprobar que no andaba la víbora por allí. A la tarde tenía turno con mi cardióloga en la policlínica de Piriapolis para que viera el electrocardiograma que me habían hecho el 3 de febrero, el día que salía para la Argentina. Fuí para allá con la bicicleta y después de una corta espera me atendió la cardióloga, quen lo encontró normal, pero de todos modos me dió una orden para hacer un control de 24 horas con un monitor Holter. Quedé en ir al día siguiente al hospital de Maldonado para pedir un turno a ver si me lo podía hacer antes de mi regreso a Suecia. A la vuelta pasé por la casa de Osvaldo y Yolanda a recoger algunos tomates de su quinta y me encontré con la sorprendente novedad que se había anulado la venta de la casa al haber desistido de la compra el interesado. Por un lado era reconfortante saber que probablemente los seguiríamos teniendo como vecinos por un buen tiempo más.
Las noticias del día martes de la radio local daban cuenta que el día anterior por la tarde se había producido un tiroteo en la playa de estacionamiento de autos de la terminal de ómnibus de Piriápolis. La causa aparente era un ajuste de cuentas por violencia doméstica entre los "trapitos" que gobernaban el estacionamiento, y como daño colateral habia sido herido un hombre totalmente ajeno al hecho que estaba por entrar a su auto. Después de este hecho tal vez podría mejorar la situación en ese estacionamiento. A la mañana fuí hasta el hospital de Maldonado, donde me encontré con una larga cola para pedir estudios. Finalmente me tocó a mí y logré un turno para el 21 de marzo. De pasada por Piriápolis hice algunas compras en el Devoto y me deshice de una cantidad de envases retornables que se habían acumulado en el galpón. A media tarde se nubló bastante y aproveché para subir al techo y terminar de pegar las tejas que aun estaban sueltas. Alicia me contó que estaba satisfecha con su primer día de trabajo en el preescolar que le habían asignado. Al día siguiente le tocaba en otro lugar y ya la habían contratado de corrido hasta el 21 de marzo.
A pesar de ser un lindo día, el miércoles me sentí acorralado por los mosquitos, que porfiadamente desafiaban el repelente y que no me dejaron trabajar tranquilo en el jardín. Hice una escapada hasta la casa de Osvaldo para dejarles una muestra del dulce de tomates que había hecho el día anterior y como era imposible sentarse afuera nos tuvimos que meter en su cocina, con el ventilador puesto, para poder conversar un rato. Gabriel me confirmó que vendría el viernes a la noche, pero no me pudo decir aun quienes lo acompañarian aunque me dió a entender que Agustin no vendría. A pesar de la baja presión de agua que teníamos en la casa descubrí que la válvula de seguridad del termotaque había goteado durante la noche, un tema nuevo para resolver antes de irme.
Había que tomar el toro por las astas y el jueves a la mañana me puse en contacto con el service de James en Maldonado. Me atendieron con rapidez y después de informarles el problema me dijeron que vendrían al día siguiente pero sin darme ninguna hora. Pensando entonces que en el peor de los casos tendría que esperarlos todo el día, adelanté mi plan de compras y fui al Devoto a aprovisionarme para el fin de semana teniendo en cuenta que vendría Gabriel con una comitiva de hasta cinco acompañantes. Yendo con el auto por la rambla me llamó la atención el embate de las olas y la cantidad de espuma que se acumulaba en la calle a causa del fuerte viento. Durante mi charla de la tarde con Alicia me hizo recordar que era día de función en el cine club de modo que después de cenar volví a la casa de la cultura de Piriápolis. Esta vez vimos una película muy particular llamada "Walking Life", del año 2001. Era una animación hecha con la tecnica de rotoscopia o sea que cada cuadro era un dibujo artístico del cuadro filmado, creando una sensación muy surrealista de la realidad. En cuanto al argumento se trataba de una rápida sucesión de diálogos existencialistas a un ritmo dificl de seguir. Por primera vez hubo una o dos personas que se retiraron y como imaginaba hubo un ámplio rango de opiniones durante el debate, desde las más negativas hasta las más positivas. Me pareció interesante el tema pero demasiado denso.
El service cumplió su promesa y apareció el viernes temprano por la tarde. El técnico cambió la válvula de seguridad, que estaba muy deteriorada, y confié en que eso solucionaría el problema del goteo. También se dió una vuelta Yolanda para traerme la olla que le había pedido para cocinar los tallarines que pensaba ofrecer a mis visitas. Nuestra ollas eran bastante pequeñas y no me iban a alcanzar. Los chicos aparecieron a eso de las ocho de la noche en dos vehículos ya que eran seis: Gabriel con Valeria, su amigo José con su señora Beti, y Mariano y Francisco. Venían bien almorzados de modo que esperamos un buen rato antes de largar la cena y la sobremesa fue luego bastante larga. Acomodé a las dos parejas en sendos dormitorios mientras que mis nietos y yo nos repartimos entre el sofá cama, un colchón de espuma y uno inflable, ambos repartidos en el living.
El sábado fue un hermoso día, un poco fresco al soplar un viento moderado pero con sol en abundancia. Les había mencionado que los sábados eran días de feria en Piriápolis y para allá fuimos después de un buen desayuno en la galería. Querían conocer nuestra playa también por lo que después recogimos las sillas playeras y bajamos a la costa. La temperatura no daba como para bañarse pero pasamos un rato muy lindo allí. Habíamos decidido hacer un asado a la noche, bajo la dirección de Gabriel de modo que tuvimos que levantar campamento e ir al centro a comprar la carne, previa subida al cerro San Antonio para ver la ciudad desde la altura. En el Devoto compramos carne y demás ingredientes para la parrilla, y llamé a Osvaldo y Yolanda para invitarlos a compartir la cena con nosotros. Con las ultimas luces prendimos la parrilla que habíamos trasladado al lote vecino y se largó el asado bajo la batuta de Gabriel. Al haber refrescado bastante armamos las mesas adentro y tuvimos una muy amena velada que se extendió hasta la medianoche. Luego nos volvimos a repartir de la misma manera para pasar la segunda noche.
Domingo 19 de marzo, cumpleaños de Alicia. La llamé cuando aquí era aun temprano pero allá ya estaban en plena reunión, de modo que nos volvimos a comunicar a media tarde después que mis visitas hubieran partido de regreso a Buenos Aires. Durante nuestro desayuno acordamos que no se irían antes de las cuatro de la tarde, y como era un día hermoso les propuse un paseo a la reserva de flora y fauna al pie del cerro Pan de Azucar. De pasada entramos a ver el castillo de Piria, y en la reserva hicimos una caminata recorriendo el circuito más corto por una cuestión de tiempo. Al regreso a la cabaña calentamos en el horno los restos del asado de la noche anterior y nos sentamos a comer poniendo la mesa en el cesped del terreno vecino. Luego terminaron de juntar sus cosas y partieron. Logré convencerlos de que yo me hacia cargo de lavar la vajilla y hacer orden en general asi que tuve ocupación el resto de la tarde para llenar el vacio que había quedado. La noche del sábado tuve otra vez un poco de goteo del termotanque y mandé un nuevo formulario a James solicitando service.
Lunes 20 de marzo. De James me respondieron de inmediato y quedamos en que el service podia venir el día miércoles. Aprovechando el día soleado y un poco ventoso hice varios lavados de sábanas y toallas usadas durante el fin de semana anterior, y encolé también una de las patas de la mesa redonda que se había soltado. Pensé reforzarla con hierros ángulo adicionales aunque finalmente postergué la ida a la ferretería para el día siguiente y en su lugar corté el pasto del terreno contiguo. Johanna me pidió si podía llamarla por Skype al día siguiente cuando me levantara.
El martes era el día que tenía turno para que me colocaran el Holter en el hospital de Maldonado, pero era a las tres y media de la tarde. A la mañana me comuniqué con Johanna que estaba en su casa cuidando a Ellen pues tenía rubeola. Luego fui en bicicleta a la ferretería a comprar los ángulos y algunas cosas más que necesitaba, y reforzé la pata de la mesa. Después de almorzar partí hacia Maldonado y con poco atraso me atendió un técnico que me colocó los electrodos del Holter y me despachó con un formulario donde tenía que registrar cronologicamente mis actividades incluida la hora de cenar y de irme a la cama. Tenía que devolver el aparato al día siguiente antes de las dos de la tarde, por lo que avisé a James que si no podian venir antes del mediodía postergaran la visita para el jueves. Ese día llegaba Karin a Montevideo pero recién a las once de la noche.
A pesar de todos los electrodos y el monitor dormí bastante bien. El día miércoles no me llegó de Jemes ninguna confimación de mi solicitud y tampoco apareció el sérvice, al menos hasta la hora en que tuve que partir a Maldonado. El técnico llegó al consultorio con cierto retraso, pero fuí el primero en se atendido pues necesitaba el monitor para algún otro paciente. Ahora quedaba esperar el resultado de este control. Al regreso pasé por el Devoto y por la ferretería a hacer algunas compras para la casa y ya no salí más. Tuve una grata sorpresa de la que informé a Alicia: La comuna había repartido cantidad de flamantes contenedores color verde para basura en el barrio, el más próximo a poca distancia de la cabaña. Estaba por verse si el vecindario se tomaría el trabajo de tirar la basura adentro y no a los costados de los contenedores como habiamos visto que pasaba con demasiada frecuencia en otros lados.
Confiaba en que el jueves vendría el service de James y efectivamente fue así; vinieron los mismos dos técnicos que habían cambiado la válvula de seguridad, y después de inspeccionar la instalación de la red de agua llegaron a la conclusión que la causa de la pérdida era la válvula reguladora que habíamos instalado a la salida del medidor. Como era una válvula sín retorno podía suceder que al no usar agua durante la noche se generara una contrapresión que activaba la válvula de seguridad. La solución sería entonces o bien colocar una válvula de alivio afuera o un tubo expansor. Acepté como plausible su explicación, y por el momento dejaría todo como estaba y apagaría el termotanque durante la noche. El día amaneció soleado pero a la tarde se fue nublando y cayó un intenso chaparrón. El día anterior había comprado mezcla ya preparada y con ella sellé la base del galpón a la platea en toda su périmetro con la idea de evitar que entraran víboras o culebras. También coloqué sendos ganchos para atrancar mejor las dos hojas de los postigos del dormitorio chico cuando estaban abiertas. Antes de salir hacia Montevideo pasé por la casa de Osvaldo y concreté con ellos la compra de su bordeadora usada por 500 pesos uruguayos. De paso traje algunos tomates de la quinta de Yolanda. Ese día se jugaban muchos partidos de futbol por las eliminatorias del campeonato mundial y entre ellos jugaba Uruguay contra Brasil en Montevideo en un estadio muy carcano a la avenida Italia y la terminal de ómnibus por lo que decidí partir con buen margen. Efectivamente estaba bastante congestionada la zona al pasar justo cuando se estaba desconcentrando la gente. El humor no era de los mejores ya que brasil había goleado por 4 a 1. Karin llegó muy bien y a horario poco después de las once de la noche, y para el regreso optamos por bajar por el boulevard Artigas hasta la rambla y tomar el camino de la costa donde había muy poco tráfico.
Después del desayuno del viernes, que tomamos en la galería, partimos en el auto en dirección a Pueblo Eden con la idea de visitar el establecimiento La Repisada donde se fabricaba aceite de oliva. Pocos kilómetros más allá de Pueblo Eden dejamos la ruta 12 y tomamos un camino pavimentado secundario a la derecha para llegar al lugar. Era un lugar muy bonito, en la cima de un cerro y rodeado de 100 hectáreas de olivares. Combinaba la fábrica con un salón de ventas y lamentablemente no pudimos ver el area de producción porque estaban poniendo a punto las máquinas al haber comenzado la cosecha de aceitunas. Compré un par de botellas y Karin compró dos jabones. De allí regresamos a Pueblo Eden y encontramos abierto un local de comidas atendido por su dueña, con un parque de un cuarto de manzana. Nos sentamos afuera a comer y disfrutar de la hermosa tarde. Le comenté a Karin que desde salía hacia el este un tramo de la ruta arco del sol y le interesó conocerla por lo que regresamos a la casa por ese pintoresco camino llegando justo antes de la puesta del sol.
A la mañana del sábado tuvimos una especie de desayuno de trabajo ya que repasamos todas las instrucciones que necesitaba Karin para manejarse en la casa cuando regresara para instalarse en abril. Luego fuimos hasta el local de venta de leña pegado a las ruinas de la iglesia de Piria donde encargamos 500 kg. de leña de eucalipto para alimentar la estufa y que prometieron traer el lunes. También pasamos por el Devoto a hacer algunas compras antes de regresar. A la tarde vineron Magdalena y su hijo Emilio para presentarles a Karin y arreglar los detalles del traspaso de llaves. Osvaldo y Yolanda nos habían invitado a cenar y a las siete de la tarde fuimos a su casa llevando una botella de vino, una tarta de manzana y helado de vainilla. Ellos habían preparado un pescado entero en el horno de barro que estuvo excelente, y luego incluso hornearon pan casero del que nos dieron una hogaza para llevarnos a casa. Estuvimos de regreso cerca de medianoche.
Karin no podía dejar de ir a su playa favorita de la zona, en la barra del arroyo Solis Grande por lo que lo programamos para el domingo. Hicimos el trayecto rodeando el cerro del Burro, ya que de ese modo le pude mostrar a Karin la casa que estaba construyendo Magdalena. Ya en la playa hicimos una caminata hasta el punto donde desembocaba el arroyo y fue interesante ver el choque entre el arroyo y el rio de la Plata con flujos, reflujos y remolinos. Karin se bañó y mateamos un rato en una playa practicamente desierta antes de regresar a la cabaña donde preparamos una pasta con pesto. Karin regresaba el día siguiente a Buenos Aires y como salía muy temprano de Tres Cruces le ofrecí llevarla con el auto, por lo que teníamos que partir antes de las cuatro de la mañana.
Lunes 27 de marzo. Salimos puntualmente de la casa a las cuatro menos cuatro, equipados con el termo y el mate, y con una ruta casi desierta llegamos a Tres Cruces a las cinco y media. Karin hizo el check-in y descubrimos que habían cambiado el horario, atrasandose una hora la salida. Me quedé un rato con ella y luego nos despedimos para regresar a la cabaña antes de que se intensificara el tráfico. Luego anduve todo el día un poco atontado por falta de sueño, no obstante lo cual lijé y pinté con protector las dos sillas que habíamos comprado. Luego me puse a reforzar el anclaje del galpón a la platea. Hice los agujeros con la poderosa máquina de Osvaldo, pero a falta de tarugos y tornillos no completé la tarea. También lavé sábanas y toallas aprovechando la bondad del día soleado y con una suave brisa, y finalmente lavé el auto. Tal como lo habian prometido, vinieron a entregar los 500 kilos de leña que acomodaron en la vereda de la cochera.
28 de marzo y mi hermana cumple 71 años. Ellos estaban de viaje de modo que le mandé un mensaje a Cacho con la esperanza de que lo leyeran. Di una vuelta por Piriápolis liquidando los últimos asuntos antes de mi partida. En Prosegur actualicé la lista de teléfonos, hice algunas compras en Devoto y en la ferretería compré tarugos, arandelas y tornillos. Con esos elementos terminé el trabajo de atornillar el galpón a la platea y luego le dí una última cortada al pasto.
Último día de mi estadía en Uruguay por esta vez y comencé lavando sábanas y ropa. Luego comencé a preparar la valija y le puse más de lo que pensaba que necesitaba ya que me sobraba lugar. Una tarea pendiente era la colocación de tierras diatomeas en todos los zócalos para liquidar bichos e insectos, lo que hice a la tarde. A causa de un repentino chaparrón tuve que entrar de urgencia la ropa que colgaba en el tendedero. Hablé un rato con Viktoria por Skype y después de cenar vacié la heladera llevando todo a la casa de Osvaldo. Al día siguiente me iba a pasar a buscar para llevarme a la terminal y Magdalena prometió pasar por allí también a recoger las llaves.
El jueves me levanté bien temprano para ultimar los preparativos finales antes de partir. Osvaldo apareció antes de las ocho y media como me había prometido ny a Magdalena la ví en la terminal de omnibus donde le dí un juego de llaves de la cabaña y del auto. Al tomar el omnibus poco antes de las nueve llegué al aeropuerto de Carrasco tres horas antes de la partida del vuelo, cuando aun no había cola para hacer el check-in. Hubo una cierta confusión al presentar el pasaporte argentino y creer el empleado que mi pasaje era de ida, pero rápidamente quedó todo aclarado. Al ser argentino y haber tenido una larga estancia en Uruguay, en migraciones pidieron ver mi documento uruguayo, y cuando me llamaron en la puerta de embarque pensé que tendría que dar más aclaraciones pero solo era para informarme que me habían cambiado el asiento. Iberia le hizo honor a su condición de ser la aerolínea más puntual del mundo y salimos incluso unos minutos adelantados. El vuelo comenzó hacia el este, bordeando la costa, y llegamos casi hasta Piriápolis antes de girar hacia el norte. Al rato sirvieron un excelente almuerzo con el correspondiente vinito. El avión era uno de los nuevos de la flota, bastante ajustado el espacio pero con buen equipo de entretenimiento. Asi quedó atras una nueva temporada de verano en el paisito...