20 de Enero 2023
Al mediodía del viernes logramos juntar nuestros respectivos equipajes y cerrar la casa para partir hacia Mercedes. Lucía había dejado olvidado un cuaderno en el restaurante Las Caracolas de Las Flores y pasando por allí lo recuperamos. Alrededor de las seis de la tarde llegamos a Mercedes y nos instalamos en la casa que habíamos reservado, en las cercanías del centro. Ya antes de llegar veíamos que se estaba aproximando una tormenta, y efectivamente se largó a llover mientras estábamos haciendo compras en un supermercado próximo. Dado que hacía mucho calor no nos molestó para nada mojarnos un poco, y supimos que previendo esta situación la función de jazz de esa noche sería en el teatro que estaba a cuatro cuadras de la casa. Tocaron dos conjuntos argentinos ante un teatro colmado. Afortunadamente disponíamos de aire acondicionado para sortear las altas temperaturas, que ese día habían rondado los 36 grados. Así continuó los días siguientes, ya con sol nuevamente. Estando Mercedes a orillas del rio Negro tenía una linda rambla con playa y mucha sombra, lo que aprovechamos para pasar la tarde del sábado además de almorzar en un restaurante sobre la costa. A la noche llevamos nuestras sillas playeras a la manzana 20, donde estaba el escenario principal del festival de jazz además de cantidad de puestos de comida y bebida. El domingo propusimos visitar el castillo Mauá, en los suburbios de la ciudad, donde había además un muy lindo parque y se encontraba también el museo etnográfico. Repetimos a la tarde la ida a la playa del día anterior y a la noche asistimos al cierre del festival, cuyo último grupo curiosamente fue una orquesta de cumbia colombiana, para alegría de la concurrencia que no paró de bailar hasta pasada la medianoche.
Lunes 23. Logramos partir de Mercedes después de un tardío desayuno pero antes del mediodía y sin mayores esperas en la migración cruzamos a Gualeguaichu llegando a las termas de Guaichu a las dos de la tarde, casi a la misma hora en que lo hacía Agustín con Coti y Camilo quienes llegaron minutos después desde Buenos Aires. Nos instalamos en sendos bungalows practicamente vecinos y la primera medida fue ir a almorzar al restaurante del complejo. Luego fuimos todos a disfrutar de las piletas y hacia la noche partió Gabriel con Agustín y los niños a hacer compras de provisiones en Gualeguaichu, incluyendo carne para un asado. Ese asado lo hizo Agustín a la noche del martes con su habitual maestría en la parrilla de la que disponíamos en el bungalow. Los desayunos estaban incluidos en la tarifa de las termas y allí nos encontrábamos cada mañana a partir de las ocho de la mañana. A pesar de las altas temperaturas hicimos también una corta caminata por la reserva natural contigua a las termas, mayormente a la sombra del monte. Habíamos decidido ir el miércoles a cenar a Gualeguaichu y fuimos en dos vehículos estacionando en la concurrida costanera donde había muchos restaurantes para elegir. También dimos más tarde con una heladería que hacia uno helados exquisitos. Había que entregar los bungalows a las diez de la mañana del jueves por lo que nos levantamos temprano a juntar nuestras cosas, antes de ir al desayuno. Gabriel pensaba partir también mientras que Agustín se quedaba hasta la tarde pagando media estadía diaria para que Coti pudiera trabajar desde el lugar. Nosotros nos despedimos de todos y fuimos a Gualeguaichu a hacer algunas compras en el Farmacity y en Carrefour, y antes de dirigirnos a la frontera pasamos nuevamente por la heladería. Por la hora en que partimos calculamos que no llegariamos a casa antes del anochecer y decidimos ir a pernoctar a Colonia. La ruta 21 desde Mercedes estaba en buen estado y era muy pintoresca. Así conocimos Dolores y Nueva Palmira, y pasamos por Carmelo antes de llegar a destino. El hotel Royal, que habíamos reservado en ruta, estaba ubicado en el centro y resultó tener una piscina de modo que la aprovechamos también antes de la puesta del sol. Cruzando la calle se encontraba el restaurante "El Portón" que nos recomendaron y que no nos defraudó pues nos sirvieron muy buena carne a la parrilla. Desde nuestra habitación en el quinto piso vimos claramente las torres de Puerto Madero y más tarde, cuando bajamos hasta la costa, vimos también las luces en el horizonte. El desayuno del hotel era muy bueno y abundante, y a Alicia le trajeron una bandeja cubierta con film al haber pedido sin gluten. Nuestro plan había sido pasear por el casco antiguo, pero se frustró al comenzar a llover intensamente, asi que cargamos todo en el auto y antes de tomar la ruta a Montevideo pasamos a ver la plaza de toros recientemente puesta en valor.