28 de Diciembre 2024
Ese día regresamos al Uruguay con el Colonia Express, que iba abarrotado de pasajeros. La espera en Tres Cruces fue breve, y no teniendo nada comestible en la casa dejamos nuestros bártulos y fuimos a comer a La Goleta, pegada al hotel El Genovés, donde se iban a alojar mis consuegros durante su paso por Piriápolis. También pasamos por El Depósito a aprovisionarnos y como Gabriel acababa de alojarse con su familia en la casa alquilada cercana a la de Alicia los fuimos a saludar. Ellos habían pasado la noche anterior en Montevideo. Los siguientes en llegar fueron Agustín con Mariano y Camilo en el auto de Coti. Pasaron a eso de las dos de la mañana del 29 por la casa de Gabriel a recoger la llave del Pino Loco, su vivienda. A media mañana llegó Coti con Luz y Josefina, pues ellas habían viajado en avión a Carrasco y desde allí tomaron el ómnibus a Piriápolis. A media tarde llegó Johanna con la familia y ellos se instalaron en la casa alquilada de Playa Verde. Gabriel invitó esa noche a comer chorizos a la parrilla, mientras esperábamos el arribo de Karin y familia además de Viktoria y Vida, que venían todos desde Colonia con el ferry. Supimos la hora de salida de Tres Cruces y los esperamos Johanna y yo en sendos autos en la parada 12 de la ruta. La espera fue extremadamente larga pues el ómnibus parecía no llegar nunca. Por un error en las comunicaciones no nos habíamos enterado que su ómnibus se había roto en la ruta y tenían que esperar otro. Llegaron así mucho más tarde que lo esperado pero sanos y salvos asi que fue un percance sin consecuencias, solo parte de la aventura. Todos ellos se alojaron también en la casa alquilada por Johanna, y asi se completó la llegada de la familia. No contábamos con mis consuegros y sus otros dos hijos pues ellos iban directamente a alojarse en Pueblo Garzón y recién vendrían a la comarca el 31.
Obviamente todo el mundo quería disfrutar de la playa durante el día, y el 30 al atardecer los invitamos a cenar en casa de Alicia. Por la mañana había conseguido sorrentinos en la fábrica de pastas caseras de Uriel en Playa Grande después de una larga cola y para Alicia hice una tanda de ñoquis sin gluten. Los sorrentinos tuvieron un gran éxito y los comimos armando dos mesas en la galería mientras que a los niños les ofrecimos fideos y luego se dedicarona corretear por el terreno vecino. Alicia había preparado una excelente sangría y a los postres corrió helado a granel. Así llegamos al tan planeado día de fin de año, y temprano por la tarde pasamos a buscar las pamplonas encargadas a la carnicería del centro. Eran tres de pollo y tres de cerdo, que nos entregaron aún calientes y que en total pesaron 13 kilos. Las llevamos con el auto hasta la casa de Johanna, y luego nos pusimos a hacer la ensalada de papas con las que contribuiríamos nosotros para la cena.
A la hora de la puesta del sol nos reunimos todos en la playa y fue un acontecimiento histórico poder fotografiarme con mis cinco hijos juntos después de tanto tiempo en que no habíamos tenido ocasión de reunirnos todos a la vez.
Dado que ya habían llegado mis consuegros y el resto de la familia aprovechamos también para tomar en la playa la foto grupal de todos los participantes del encuentro de fin de año.
Nosotros regresamos a la casa para cambiarnos y para poder tomar bebidas alcohólicas fuimos a la cena con nuestras bicicletas. La casa disponía de un gran quincho donde cerrado donde entramos todos sin problemas y hubo desde luego mucha algarabía, salvando todos las barreras idiomáticas de la mejor manera posible.
Portada del libro
Hacia el final de la cena prepararon Gabriel, Mariano y Agustín una breve presentación teatral que nos tomó a todos por sorpresa . Habian armado un puesto de venta de diarios y revistas regenteado por Gabriel, con Mariano como inspector municipal y Agustín como cliente, con diálogos muy cómicos entre ellos. Al final de la obra, Gabriel terminó ofreciendo a la venta un libro que no era más ni menos que la transcripción de la primer parte de mis memorias, de las que había hecho imprimir cincuenta ejemplares. Jamás se me hubiera ocurrido que podía llegar a concretar un proyecto de esta naturaleza, y pasada mi sorpresa me hizo sentir una gran emoción. No solo contenía mis memorias sino también comentarios de mis hijos y una introducción escrita por Antonio Propato. Desde luego tuve que dedicar varios ejemplares a los que así lo querían. Llegó así el fin del año 2024 y Agustín encendió dos cañitas voladoras para celebrar el comienzo de un nuevo año. Poco más tarde apareció el gerente del hotel El Genovés quien se había ofrecido para oficiar de taxi para mis consuegros y en dos viajes trasladó a los ocho pasajeros. Nosotros volvimos a casa a con las bicicletas pero por precaución lo hicimos a pie.
El primero de enero por la mañana pasó Agustín por la casa de Alicia con Mariano y Josefina, trayendo ropa para lavar. A continuación recibimos a mis consuegros con su hijo menor Peter, quienes habían estado interesados en ver cómo vivíamos en Uruguay. Fue una visita corta pues ellos seguían su camino a Montevideo donde pernoctaban una noche antes de seguir a Santiago de Chile. Habían sobrado pamplonas de la noche anterior y compartí un almuerzo en el quincho abierto de la casa de Johanna mientras Alicia preparaba una torta Pinocchio para la noche. Por la tarde pensamos bajar a la playa en bicicleta y en el camino se le salió la cadena a la de Alicia. Ella continuó con la mía mientras yo ponía la cadena en su lugar. Poco sirvió pues se volvió a salir y descubrí que había un problema más serio por lo que regresé caminando a la casa, dejé la bicicleta y bajé a pie. Como teníamos que llevar la torta para la cena, fuimos a la casa de Johanna con el auto y desde luego que continuamos comiendo pamplonas. La torta tuvo gran éxito entre todos los participantes.
Al día siguiente por la mañana me aboqué a estudiar la bicicleta de Alicia y descubrí que algo se había roto en el piñón de la rueda trasera. Descartando una reparación que no valía la pena pasé algunos accesorios a la bicicleta má vieja de Alicia y en el interín vino Agustín con Mariano y Josefina, ella durmiendo en su asiento del auto. Ellos me hicieron compañía mientras me dedicaba al trabajo de bicicletero. Yo me había enterado que los chicos habían invitado a Antonio, Antonieta y Matias con sus dos hijos a participar de la reunión de fin de año y que iba a ser una sorpresa para mi. Sin embargo no vinieron esa noche pero si prometieron hacerlo por la tarde del 2 de enero. Los esperamos en la casa de Alicia, pero se atrasaron tanto que finalmente Gabriel les indicó como llegar a la casa de Johanna y nos encontramos todos allí. Fue un muy lindo encuentro, reviviendo tiempos pasados pues hacía una eternidad que no habían visto a mis hijos y aun menos a mis nietos. Mariano de Karin preparaba pizzas esa noche, aunque Antonio no se quiso quedar por sentirse cansado y algo dolorido. Las pizzas se hicieron a la parrilla y esa cena terminó bien tarde. Para el día siguiente la reunión de la noche sería en la casa alquilada por Agustín, quien dijo que iba a preparar pastas con diversas salsas. Yo quedé en hacer un pesto para la ocasión. A él le preocupaba quedarse sin gas pues sintió que la garrafa pesaba muy poco, y por las dudas vino a buscar la que nosotros teníamos de repuesto en el galpón. Afortunadamente conseguí albahaca fresca en el depósito para el pesto y me aboqué a hacer la salsa. Luego busqué a Karin con su gente y a Viktoria con Vida para llevarlos a la terminal a sacar los pasajes para el regreso a Tres Cruces. Alicia no estaba del todo bien del estómago y no participó de la cena, pero todos los demás se hicieron presentes amontonándonos en el living de la casa el Pino Loco. Mi nieto Mariano había querido ir a conocer Montevideo y lo hizo ese día en ómnibus regresando en medio de la cena, muy contento de haber hecho esa salida.
Las primeras en regresar fueron Viktoria y Vida, que lo hicieron el 4 de enero. Pasé a buscarlas temprano por la casa y aprovechando que Gabriel volvía con el auto en el mismo barco le dejamos una valija y un asiento de niños para que lo llevara él. Fue también una despedida pues ellos estaban preparándose para dejar la casa. Alicia nos acompañó hasta la terminal y allí aprovechó para comprar sendos pasajes de ómnibus a Minas pues había invitado a mi nieto Mariano a visitar esa ciudad y también para ver el panorama de la ruta turística. Siendo sábado había feria en la ciudad y el caos de tráfico era total, al punto que Alicia y Mariano estuvieron a punto de perder el óminbus. Yo hice luego de chofer para Karin y familia, ya que querían venir al centro a hacer unas últimas compras. Más tarde regresé a esperar el regreso de Mariano y Alicia de Minas y nuevamente hubo cena en casa de Johanna. Habíamos propuesto hacerlo en casa de Alicia pero ellos prefirieron que nos juntáramos en su casa. Se encendió nuevamente la parrilla e hicimos hamburguesas y salchichas, despidiéndonos luego de Johanna, KF y las niñas.
El domingo 5 fue la partida final, comenzando por Johanna y su familia, que dejaron la casa a las cuatro de la mañana trasladandose con su auto alquilado al aeropuerto de Carrasco desde donde volaban a Bariloche con trasbordo en Aeroparque. A las cinco y media de la mañana fui a la casa donde aun estaban Karin con la familia y los ayudé con su equipaje a llegar a la para 12 para tomar el ómnibus a Tres Cruces. Luego volví a la casa a tirar la basura y vaciar la heladera de restos comestibles para traer a la casa de Alicia. Comprobé que todo estuviera en orden antes de cerrar la casa y esconder la llave en el lugar pactado. Agustín vino más tarde con la familia y almorzamos juntos, habiendo sobrado buena cantidad de hamburguesas. A las tres de la tarde partió Agustín en el auto con Mariano y Camilo, quedando Coti con Josefina y Luz a la espera de tomar el ómnibus al aeropuerto. Nosotros las llevamos a la parada 10 y cuando subieron al ómnibus nos quedamos solamente con el recuerdo de esta memorable reunión familiar. De a poco nos fuimos enterando de la llegada de los viajeros a sus respectivos destinos.