3 de Abril 2016
Evidentemente el día anterior nos había dejado bastante cansados pues el domingo 3 nos levantamos cerca de las once de la mañana con un precioso día de sol. El desayuno fue frugal pues nos faltaban bastantes provisiones, y mientras estábamos en eso vino Osvaldo a dejarnos las llaves y el control remoto de la alarma y a charlar un rato. Luego salimos con las bicicletas a hacer compras en los Macaquitos y en la fábrica de pastas. A la tarde corrí el auto al terreno vecino para lavarlo a fondo. Los amigos Cuiti y Eden aparecieron con el cuadro pintado por ella y largamente prometido, que pensábamos colgar en el living sobre el sofá. Antes de la puesta del sol bajamos a la playa a hacer una caminata. La playa estaba practicamente desierta, y nos encontramos con el curioso espectáculo de ver lo restos de una tortuga bastante grande que por alguna razón habia quedado varada en la playa. A la noche cenamos sorrentinos con pesto que hicimos utilizando albahaca de la quinta que estaba exuberante. Además de lo que habían crecido las plantas de la quinta en nuestra ausencia, nos encontramos con que de las semillas de melón sembradas en el borde de la calle había salido ya un melón.
Lunes 4 de abril. Retomamos nuestro régimen por lo que el desayuno fue bien frugal. A la mañana colocamos el cuadro regalado por Cuiti y esperamos a que pasara el mediodía antes de salir con las bicicletas hacia Piriápolis. Logramos comunicarnos con Johanna por Skype y vimos a Ellen también. La tarjeta de Alicia había dejado de funcionar por lo que fuimos al banco para solucionar el problema, que no era nada complicado pues nos enteramos que al haber utilizado la tarjeta en el extranjero había que cambiar el pin por una cuestión de seguridad, lo que se hacía en el cajero automático. Hicimos también algunas compras en el supermercado antes de regresar a la casa con una tarde muy amenazante, pero logramos llegar a la cabaña antes de que comenzara la lluvia. En la playa cerca de Piriápolis vimos otra tortuga muerta, esta mucho más pequeña. Como el auto ya había llegado a los 10000 km pedí turno para el jueves en el taller oficial de Maldonado. Este service incluía rotación de ruedas, alineación y balanceo. A la noche comimos una excelente sopa de verduras que preparó Alicia. Nos comunicamos también con Isabel y quedamos en llevarles el cartel a Punta del Este el jueves por la tarde.
Con el otoño pisándonos los talones nos despertamos con un martes gris que amenazaba darnos más lluvia. Me dediqué a la limpieza de la estufa y preparé el cepillo para limpiar la chimenea. Después de hacerme de la escalera de Osvaldo subí al techo para quitar el sombrero. El cepillo era felizmente del tamaño adecuado, genial construcción. Le había atado una soga gruesa y después de ensartarlo en el tubo lo empujé hacia abajo con la ayuda de un fierro largo hasta que llegó al fondo y entró en la estufa arrastrando una cantidad de hollín en escamas duras que se había acumulado en las paredes. Alicia lo volvió a insertar en la chimenea y tiré de la soga hacia arriba hasta sacarlo. Ese procedimiento lo repetimos un par de veces para asegurarnos que la chimenea quedara bien limpia y la estufa lista para ser usada de nuevo. Ya que estaba en el techo aproveché para clavar algunos clavos gallegos galvanizados en las tejas americanas de la cumbrera al lado de otros que por error no lo eran y se estaban herrumbrando. Todo este trabajo en el techo quedó listo antes de que viniera la lluvia de la tarde. Cosechamos dos zucchini gigantes de la quinta y Alicia hizo con uno de ellos una muy buena tarta para la cena. Como había sacado fotos del diario del viaje en bicicleta de mi padre me dediqué a la noche a comenzar la transcripción a mi página (Diario de bicicleta), en vista de nuestra planeada repetición de esa expedición.
Miércoles 6 de abril y cumpleaños de Gabriel. Me comuniqué con él al mediodía y terminamos la charla con su ofrecimiento de venir a buscarnos con su auto para viajar a Buenos Aires. Como su auto es pequeño y vendría con Francisco tuvimos que analizar si entrarían las valijas también. Medí las valijas que pensabamos llevar y probablemente lo harían...El día no se prestaba para actividades al aire libre ya que llovía suave pero continuamente. La sorpresa de la tarde fue que controlando nuestros pasajes me percaté que en realidad el vuelo a Suecia no era el 24 sino el 20 de abril. Asi fue que tuvimos que reprogramar nuestras actividades para estar listos a dejar la cabaña el 16 o 17 de abril. Fuimos a ver a nuestro vecino Andrés para que nos pasara el presupuesto del trabajo de dar una mano más de protector a la madera exterior de la casa. Buena parte del día la dediqué también a continuar con la transcripción del diario de bicicleta de papá.
El jueves nos levantamos bien temprano ya que Alicia tenía que tomar el colectivo a Montevideo a las siete y veinte. La llevé hasta la parada de los Macaquitos y cuando partió seguí viaje a Maldonado pues tenía turno para hacer el service de los 10000 km al auto. En el taller aproveché para revisarlo municiosamente desde abajo y no encontré ningún daño visible después del viaje a Argentina y Chile. Quedé en que probablemente traería el auto el jueves siguiente para dejarlo en su "guardería" hasta nuestro regreso. La alineación, balanceo y rotación de ruedas fue en un taller cercano y ya al mediodía estaba de regreso en Miramar. Me quedé en la cabaña hasta la hora en que Alicia regresaba de Montevideo y la busqué en la terminal de ómnibus para continuar juntos a Punta del Este. Era la segunda vez en el mismo día que iba para aquel lado, esta vez a uno de los departamentos de Ilian e Isabel ya que nos habían invitado a visitarlos para cenar juntos y compartir fotografías del viaje que habíamos hecho en común. Todo eso llevó su tiempo pero estuvo bien entretenido, y regresamos tarde a la casa con la ruta casi desierta.
Vuelta a Maldonado el viernes. Alicia tenía que hacer un trámite para justificar su faltazo a ciertas elecciones, a raiz de haber estado de viaje. En migraciones certificaron que se había ausentado del país ya que lo tenían todo registrado en su base de datos, y en la corte electoral le dieron su justificativo con lo que se salvaba de la considerable multa. Siendo ya más de las doce fuimos a almorzar al restaurante Volver, donde ya habíamos comido varias veces antes, y como estábamos a un paso de Punta del Este hicimos luego una escapada al Punta Shopping donde también estaba la Tienda Inglesa, e hicimos compra de provisiones. El día estuvo nublado pero al llegar de regreso apareció el sol poco antes de ponerse en el horizonte. Con Gabriel llegamos a la conclusión que de alguna manera iban a entrar las valijas en su auto y quedó en venir el jueves 14 a buscarnos para cruzar a Buenos Aires el sábado 16. Lucía, la sobrina de Alicia, avisó que planeaba venir el sábado con su novio Federico. También llamó Viktoria, preocupada por no tener noticias nuestras en mucho tiempo.
La tonelada de leña que habíamos encargado el día anterior llegó puntualmente el sábado a media mañana tal como lo habían prometido. Habíamos pagado también para que la bajaran del camión y la acomodaran, cosa que hicieron los dos muchachos dejandola bastante bien apilada bajo techo en la cochera. Mientras estaban en eso llamó Lucía diciendo que ya habían llegado y estaban en la parada 10 por lo que bajé con el auto a buscarlos. Nos abocamos con ellos a la tarea de darles todas las instrucciones necesarias para que pudieran utilizar la cabaña mientras estábamos ausentes y prometieron venir con cierta frecuencia. Ellos estaban en tratativas para comprar un terreno en el balneario Argentino, a unos veinte kilómetros de Piriápolis hacia Montevideo, y después de almorzar les propusimos ir a verlo. Estaba en un lugar muy arbolado y cercano al rio, con una linda playa de arena. Siendo un area ondulada tenía una profunda hondonada en el centro, de modo que iban a tener que rellenarlo antes de construir algo allí. Desde el balneario partimos de regreso pero con la intención de hacer un paseo a Pueblo Eden y tomar algo en la Casita de Chocolate que ya conocíamos de una visita anterior. Estando allí decidimos continuar hacia Minas para hacer el circuito completo y regresar a Pan de Azucar y Piriápolis por la otra ruta. A pesar de ser un día nublado y desapacible el paisaje era igual de pintoresco como siempre. Llegamos a la casa ya casi de noche y antes de cenar les mostramos a Lucia y Federico algunas fotos de nuestro viaje a Bariloche y Chile. Ellos se quedaron a dormir por lo que les acomodamos las camas en el dormitorio chico.
Alicia nos deleitó con sus ricos scones el domingo al desayuno, que fue bastante tarde. No estaba mucho mejor el tiempo, nublado y ventoso, pero teniendo el lavarropas abarrotado hicimos igual un par de lavados. Saqué el auto de la cochera e improvisé allí un tendedero para el caso que se largara a llover. Los chicos tenían pasajes para tomar el omnibus de regreso a las 14.20 y alcanzaron a almorzar antes que los lleváramos a la parada 10. Nosotros dimos una vuelta por Piriápolis donde compramos helado en El Faro para postre de la cena y luego logramos enganchar a Andrés para que viniera a la cabaña a presupuestar el trabajo de aplicar protector a la madera exterior de la cabaña. Pactamos un precio y además prometió venir a cortar el pasto al día siguiente pues estaba altísimo. Yo tenía pendiente el trabajo de colocar tornillos adicionales para afirmar mejor el galón a la platea y terminé ese trabajo, confiando en que había menos chances de que se lo llevara un huracán en el futuro. Gabriel nos avisó que Fran no vendría y que tal vez le propondría a Omar (nuestro amigo de Malmö de visita en Buenos Aires) acompañarlo a Piriapolis. No llovió pero tampoco se secó del todo la ropa, aunque pensamos que lo iba a hacer durante la noche, desparramada dentro de la cabaña. Alicia habló con su hermano Tito pues quería armar un encuentro de despedída. Como él no podía venir a visitarnos quedamos en ir a verlo el martes. Había que recorrer unos 250 km hasta 18 de Julio por lo que planeamos salir bien temprano, y al regreso entrar a Valizas para saludar a Ilian e Isabel en caso de que estuvieran allí despidiendose de su casa.
Lunes 11 de abril. Casi habíamos perdido las esperanzas de que viniera Andrés a cortar el pasto pero lo hizo poco antes de que apareciera Sergio, nuestro amigo que venía de Maldonado con la idea de dejar su auto y seguir con nosotros a la Ciudad de la Costa para participar de una reunión de amigos. Llegamos temprano allá, cuando el asado recién estaba puesto en la parrilla y de a poco fueron llegando los demás invitados. La reunión estuvo muy amena y se prolongó hasta bien entrada la tarde. De hecho oscureció antes de que emprendieramos el regreso, pero con la avenida Giannattasio y la ruta a Punta del Este bien iluminadas y delimitadas no había problemas para circular de noche. Decidimos que el día siguiente partiríamos a las seis de la mañana para alcanzar a hacer la gira planeada a 18 de julio y Valizas, y no llegar demasiado tarde de regreso.
Cumplimos con nuestro plan al pie de la letra; minutos después de las seis de la mañana del martes, cuando aún no había amanecido, partimos hacia 18 de Julio. En Chui tomamos la calle principal de modo de estar del lado norte y por lo tanto en territorio brasilero con lo que el auto incorporó un cuarto pais a su colección. También cargamos nafta aprovechando su costo más reducido y luego hicimos los diez kilómetros finales hasta 18 de Julio, ya nuevamente en territorio uruguayo. Compartimos unas horas con Tito, incluido un almuerzo, y a las dos de la tarde nos despedimos y emprendimos el regreso, desviandonos de la ruta 9 en Castillos para ir a saludar a Ilian e Isabel en Valizas. Estando allí bajamos al océano, a un par de cuadras de la casa, y como soplaba un fuerte viento del este había bastante oleaje. Alicia desistió de su idea de darse un baño pero alcanzó a mojar los pies. Ilian e Isabel estaban cerrando su casa, de modo que después de observar la instalación eléctrica hecha por Hilian en base a celdas solares decidimos dejarlos en paz y continuar con nuestro retorno a Miramar. Se notaba claramente el avance del otoño pues se nos hizo de noche durante el trayecto, pero estando la ruta claramente señalada resultó facil completar el viaje y regresar sanos y salvos a la casa.
A diferencia del día anterior, el miércoles comenzó bien lluvioso. Teníamos que ir al centro de Piriápolis y llegamos secos gracias al fiel autito. Entre otras compras nos hicimos de protector y cantidad de aguarrás para dejarle a Andrés. A la tarde pasó por la cabaña la hija de nuestro agente de seguros para dejarnos la póliza de la casa, la que habíamos asegurado contra incendio, huracanes, trombas, etc y también contra hurto. Hacia la puesta del sol hicimos una escapada a la casa de Osvaldo y con él quedamos que al día siguiente nos acompañaría en su auto a Maldonado a dejar el nuestro en la guardería del taller mecánico.
A las diez de la mañana del jueves con un hermoso día de sol partí en caravana con Osvaldo hacia Maldonado dejando el auto en manos del taller para que lo estacionaran en el depósito. Osvaldo tenía que hacer compras en la Tienda Inglesa de Punta del Este y aproveché para hacerme de algunos artículos que necesitábamos nosotros. Ya de regreso en la cabaña continuamos con los preparativos para la partida, Alicia haciendo una profunda limpieza. La tarde se prestaba para ir a la playa y Alicia se dió incluso un último baño para cerrar la temporada. Era la única persona en el agua. Gabriel mandó un mensaje informando que habían pasado el puente internacional en Fray Bentos junto con Omar a las 15.20 por lo que calculamos que llegarían pasadas las ocho de la noche. Subí una vez más al techo para aplicar sellador a la chimenea donde sospechábamos que podía haber filtraduras, por las dudas. Gabriel y Omar llegaron finalmente cerca de las ocho y media de la noche y ni bien se acomodaron fuimos en el auto de Gabriel a la pizzería ex-Morales a cenar. Al regreso a la cabaña no pasó mucho tiempo antes de que nos venciera el cansancio y nos fueramos a dormir.
Se anunciaba un diluvio que cubriría todo el pais, y por cierto el viernes amaneció bien amenazante. Alicia y yo teníamos turno a las diez para cortarnos el cabello y después del desayuno fuimos a la peluquería en bicicleta. Después de cortarme fui a la fábrica de pastas a comprar sorrentinos y regresé a la cabaña. Por suerte comprobamos que las valijas entraban perfectamente en el baul del auto. La lluvia llegó cuando Alicia estaba lista por lo que la fuimos a buscar con el auto y Omar regresó en bicicleta empapándose de pies a cabeza. Después del almuerzo salimos los cuatro hacia Piriápolis para que Omar conociera la ciudad y sus alrededores, y allí fue cuando comenzó el pronosticado diluvio. De todos modos subimos al cerro San Antonio y vimos también la fuente de Venus detrás de una cortina de agua. Antes de regresar pasamos por el Faro para comprar helado, cuando ya las calles de Piriápolis estaban convertidas en rios. Llegamos bien a la casa, donde la lluvia había desbordado la zanja de contención del lado del cerro, inundando el jardín y la cochera antes de ir a la banquina de la calle y bajar por ella como un río enfurecido. Por la radio supimos que había pasado un tornado por la ciudad uruguaya de Dolores, cerca de Fray Bentos, causando muertes y destruyendo parte del centro de la ciudad. Cenamos los excelentes sorrentinos de Uriel, con pesto de la quinta. A esa hora paró la lluvia por un rato pero el pronóstico anunciaba más lluvias y tormentas por lo que tendríamos que ver a la mañana siguiente si estaban dadas las condiciones para viajar.
Pasamos una noche bastante mala, con chubascos y con truenos casi constantes que tornaban dificil conciliar el sueño. La mañana del sábado no se presentaba muy favorable pero decidimos de todos modos cerrar la casa y ponernos en marcha. Con tres valijas en el baúl y una en el medio del asiento trasero logramos acomodarnos los cuatro en el auto y partimos hacia Fray Bentos tomando la autopista hacia Montevideo y circunvalando la ciudad para continuar hacia Colonia por autopista también. Llegamos a un punto en que tuvimos que desviarnos hacia el noroeste por una ruta de dos carriles y por suerte no encontramos anegamientos. Hubo períodos de intensa lluvia y siempre el espectáculo de un cielo muy oscuro. El auto de Gabriel se comportó de maravillas, con un andar muy silencioso y con potencia de sobra. Pasamos la frontera con mínima demora, sin control de vehículo ni de equipaje y después de dejar a Omar en Caballito llegamos a la Boca cuando faltaban minutos para que terminara un partido. Parecía imposible poder entrar hasta el frente del edificio de Karin pero Gabriel lo logró después de dar algunas vueltas. Cuando ya se iba la gente de la cancha pasamos Gabriel y yo por la multitud para llevar desde su casa un colchón extra para Karin. Con ella fuimos al restaurante Don Genaro sobre Almirante Brown para cenar antes de acostarnos. Karin nos había cedido gentilmente su cama ancha.
El domingo desperté muy tempranio a Agustín, que estaba durmiendo en casa de Gabriel con Camilo. Me había dicho que Camilo se despertaba a las siete pero ese día no fue así. Llevaba algunas facturas de Las Familias y mateamos un buen rato con Camilo dando vueltas por la casa. teníamos una invitación a comer en casa de Eva en Monte Grande, y para allá fuimos Alicia, Karin y yo en el ferrocarril Roca. Agustín llevó a Mariano y Camilo, además de Viktoria y Matías. Eva había hecho unas exquisitas bondiolas al horno con carne de excelente calidad. Nosotros llevamos una torta de ricotta con nueces de las familias que también tuvo mucho exito. Viktoria y Matías habían llevado su perra, que estuvo jugando con las dos perras de Eva hasta que comenzó una trifulca y hubo que separarlas. Después del regreso a la Boca Alicia y yo decidimos ir al cine de Madero para ver la película Koblic, última con Ricardo Darín. Sin ser de las mejores la consideramos digna de ver, con buen suspenso. Había un partido con River esa noche y los muchachos no quisieron perderlo.
Lunes 18 de abril y cumpleaños número 21 de Mariano. Comenzamos el día yendo con Karin al tradicional bar Roma en la Boca a tomar café con medialunas. Luego caminamos hasta San Telmo donde nos encontramos con Viktoria y subimos un rato a su departamento, ya con bastantes cajas listas para la mudanza de fin de més. Vimos allí a Matias también antes que se fuera. Había comenzado a llover y volvimos a la Boca en colectivo para hacer algunas compras de alimentos y bebidas que ibamos a llevar hasta el departamento de Caballito donde estaban viviendo Omar y Ana María. Se había armado una reunión para compartir algún tiempo con ellos y también para celebrar modestamente el cumpleaños de Mariano. Lo pasamos muy bien allí con ellos. Viktoria y Matias habían venido con el auto de la madre y nos llevaron de vuelta a la Boca, mientras que Karin regresaba en su bicicleta llegando casi al mismo tiempo que nosotros.
El martes sería el último dia completo de estadía en Buenos Aires. Probamos de mañana otro bar, El Progreso", este en Barracas. Me trajeron una inmensa medialuna de jamón y queso con el café con leche que me dejó satisfecho por el resto del día. Desde allí fuimos Alicia y yo hasta Palermo pues ella tenía una cita allí con una señora. Como ya podíamos tramitar nuestras tarjeta de embarco, regresamos de Palermo a la iglesia sueca para imprimirlos en la oficina de Karin. Esa vuelta llevó su tiempo pues estando la gente bastante efervecente con los despidos había varias manifestaciones. Ya con las tarjetas en mano pasamos un rato por el departamento de Karin para reunirnos luego en una cena de despedida en Augusto. Faltó Agustín a la cita pues tenía un trabajo a la noche.
Agustín había prometido llevarnos a Ezeiza y llegó puntualmente con su camioneta a las diez de la mañana del miércoles. Con poco tráfico y un piquete que no obstruía la autopista llegamos muy rápido al aeropuerto, y después de hacer los trámites de embarco alcanzamos a tomar un café antes de despedirnos. Nuestro avión salió puntualmente y nosotros pudimos ocupar toda la hilera de tres asientos del lado de una ventana a la derecha. Hasta cerca de la frontera brasileña pudimos seguir desde el aire la crecidad del río Uruguay y las inundaciones de la zona hasta que las nubes no nos dejaron ver más. Para mi lectura en el avión Alicia me dejó abrir un paquete que era anticipo de cumpleaños y que era un ejemplar de "El cazador de historias", último libro de Eduardo Galeano antes de su fallecimiento.