25 de febrero 2015
No podíamos postergar más el viaje a la Argentina, especialmente en la situación en que se encontraba mi hermana, y había llegado el día. Por la mañana apareció Javier, quien seguía quedandose a pernoctar en Piriápolis. Nosotros teníamos que salir de la casa a las tres de la tarde y confiamos en que Carlos vendría antes de esa hora. Previendo que podría entrar agua en caso de lluvia cuando repararan el techo tratamos de cubrir con plástico todo lo que se podía dañar, y dejé también una valija con pertenencias de Alicia en la casa de Yolanda. Carlos llegó a tiempo trayendo más madera y alcanzamos a conversar con él una nueva idea para el frente, que era hacer allí también una galería corrida que serviria entre otras cosas para proteger la puerta. Finalmente nos llevó Javier en su vehículo a la terminal de omnibus, y poco después de las cuatro de la tarde partió nuestro omnibus de Buquebus hacia Colonia. El tiempo fue empeorando y cuando embarcamos en el SeaCat en Colonia soplaba bastante viento lo que hizo que el barco se moviera un poco durante el cruce. En la terminal de Buenos Aires nos estaba esperando Karin y con ella fuimos en taxi hasta el departamento de Viktoria en San Telmo. La conductora del taxi resultó ser de origen griego, lo que se notaba en su acento y su castellano un poco rudimentario. Matias no estaba aun en la casa y nosotros cuatro bajamos a un restaurante árabe cercano a cenar. Los chicos habían acomodado un colchón en el living que ya había utilizado Isabel durante su estadía y que resultó muy cómodo. A la mañana del jueves vi en mi correo que a Elsa la iban a operar ese mismo día a las nueve. Nosotros tratamos de organizarnos un poco para armar un día productivo y comenzamos por cortarnos ambos el cabello en una peluquería del barrio lo que llevó su tiempo. Luego fuimos con Viktoria a almorzar y después decidimos ir caminando hasta las oficinas de British Airways para tratar de postergar mi regreso a Suecia. La dirección que tenía sobre la avenida Libertador era antigua, pero por suerte estaba cerca la oficina de Iberia que también era agente de ventas de BA. Después de una corta espera logramos cambiar mi pasaje para el 26 de abril, con pago de una multa, pero resultó que el sistema no aceptaba el pago y la emisión del pasaje por alguna razón desconocida. Me aconsejó el vendedor llamar al callcenter de British Airways y resolver el asunto, pero la reserva para el 26 de abril quedó confirmada. Con Agustín arreglamos que nos ibamos a juntar a la noche en su casa, y para allá fuimos caminando mientras que Viktoria y matias iban en colectivo. Vinieron karin y Gabriel también y pedimos empanadas para la cena. Vi allí a mi nieto Camilo aunque estaba durmiendo. Luego vino Daniela también y antes de irnos pude verlo despierto, grande y vivaracho. Más tarde contacté a Laura y me dijo que Elsa había salido bien de la operacio, y que estaría en terapia intensiva por unos días al mismo tiempo que continuaban los estudios. Decidimos entonces que viajaríamos Alicia y yo a Bariloche el lunes siguiente.
El viernes nos tentó ir a comer medialunas con café a un restaurante cercano antes de ir caminando a la iglesia a encontrarnos con Karin en su trabajo. Allí aprovechamos para imprimir nuestros pasajes a Copenhagen y también el formulario que yo tenía que llevar el lunes a la mañana para solicitar mis antecedentes penales. También caminando fuimos a Retiro por Puerto Madero con un día radiante, asi Alicia podía conocer esa zona también. Sacamos pasajes para el lunes a las 15:00 con el Via Bariloche, y luego tomamos el colectivo 152 a la Boca para juntarnos con Agustín previa compra de facturas. El tenía que ir a buscar a Camilo a la guardería y lo acompañamos para juntarnos luego con Gabriel en su casa para hacer una mateada acompañada con las facturas. Habíamos planeado cenar tacos en casa de Viktoria y ella se ocupó de comprar los ingredientes. Karin y Agustín se anotaron también. El sábado decidimos ir a pasear a la reserva ecológica junto con Karion y Viktoria y arrancamos desde la iglesia cuando Karin terminó de dar sus clases de sueco. Llevamos el mate y fruta para hacer un picnic a la orilla del rio con una tarde muy linda de sol y no tan calurosa. Para la cena nos esperaba Gabriel en su casa con un asado en la terraza y allí nos encontramos con Francisco también. El tenía un ojo en compota por haber sufrido un ataque epiléptico en la calle. El asado estuvo muy bueno, pero Agustín no pudo asistir al tener que atender a Camilo que estaba muy lloroso y no se podía dormir. Después nos contó que lo sacó a dar una vuelta en la camioneta lo que fue el mejor remedio para que se durmiera.
El domingo era la tradicional feria de San Telmo y fuimos Alicia y yo a curiosear antes del desayuno. Aun no había mucha gente, pero la cantidad de puestos armados era enorme, ocupando no solo la plaza sino también las calles adyacentes. Regresamos luego al departamento donde Alicia se puso a hacer sus scones. Cuando comenzó a colocarlos sobre la bandeja para hornearlos descubrió que tenían gorgojos, que venían de la harina blanca que habíamos comprado el día anterior. Llevé el paquete de harina al chino para hacer el reclamo y me disgustó sobremanera que se contentaran con darnos otro paquete sin intención de devolver la partida a la fábrica, osea que seguirían vendiendo harina con gorgojos. Finalmente logró Alicia hacer los scones e hicimos un brunch muy bueno del que participó Karin también. Cpmenzó a llover de a ratos, y equipados con paraguas tomamos el colectivo a la Rwecoleta para pasear por allí. Entramos desde luego al cementerio, a la iglesia y al centro cultural. De allí regresamos con el 130 al departamento y al rato salimos nuevamente para encontrarnos con Karin en el cine de Madero para ver la película "Enigma" que nos pareció muy buena a los tres. Rematamos el día cenando muy bien en El Progreso. Al día siguiente partiríamos finalmente a Bariloche.
Lunes 2 de marzo, y tenía turno a las nueve de la mañana para solicitar mis antecedentes penales en una oficina de Mitre al 1400. Vi que no eran más de veinte cuadras y decidimos ir caminando con un hermoso dia de sol en la ciudad de Buenos Aires. Llegamos minutos antes de las nueve e hicimos el trámite sin esperas, por lo que al ser tan temprano propuse regresar caminando previo paso por la plaza Congreso y la iuniversidad de las Madres. Asi fue que tomamos un desayuno en la vereda del bar El Revolucionario y Alicia pudo conocer la famosa Universidad. En el departamento armamos nuestras valijas y las dejamos preparadas antes de ir a despedirnos de Karin en la iglesia sueca. Nos juntamos con Agustín a almorzar en un boliche de la Boca y luego nos llevó el a Retiro recogiendo las valijas en San Telmo de pasada. A las tres de la tarde salió el micro de Via Bariloche, nosotros sentados en los primeros asientos para no perdernos nada del viaje. Tuvimos oportunidad de ubicar el pueblo de Alberti, a casi doscientos kilómetros de Buenos Aires, pueblo donde Agustín y Gabriel habían comprado sendos terrenos.
A eso de las tres de la mañana del martes y después de haberme despertado a causa del bamboleo del micro en la zona del dique Casa de Piedra sentí olor a caucho quemado y el micro se detuvo de inmediato en la banquina a causa de lo que resultó ser la rotura de una cubierta. Nos fuimos enterando de a poco a medida que algunos pasajeros comenzaron a preguntar, y finalmente quedó en claro que el micro no podía seguir. Al rato pasó un colectivo de Chevallier que se detuvo y se ofreció a llevar a diez pasajeros. Uno de nuestros choferes dirijió el operstivo de muy mala manera, y el resto de los pasajeros quedamos esperando al próximo micro que resultó ser uno de ViaTac que iba a Bariloche y que tenía mucho lugar. Nos ubicamos en dos asientos libres de la segunda fila, se transfirió todo el equipaje y seguimos viaje después de una hora y media de espera. Asi llegamos a Bariloche con tres horas de atraso, y nos encontramos con Cacho y Laura que nos estaban esperando. Con ellos fuimos directo al sanatorio a ver a mi hermana, a la que encontramos en franca recuperación y con mucho ánimo después de su operación. No era horario de visita por lo que nos quedamos un rato corto y subimos a la casa a almorzar pues no nos habían dado comida en el micro. Luego regresamos a la clínica a ver nuevamente a Elsa y también hicimos una escapada a saludar a la tia Ellen. De regreso en la casa cenamos unas muy ricas empanadas hechas por Laura y nos fuimos a dormir totalmente agotados
El miércoles desayunamos muy bien antes de ir nuevamente a la clínica, donde ya habían confirmado que le darían el alta a Elsa al día siguiente por la mañana. Ella estaba recibiendo visitas en forma constante y también llegaban muchas llamadas a la casa inquiriendo sobre su salud. El almuerzo de ese día fue una tarta de espinaca hecha por Laura que estaba muy buena, Luego bajamos caminando Alicia y yo al centro para que ella pudiera conocer la ciudad, con una magnífica tarde sol y sin viento. Fuimos al centro cívico, a la costanera, y a la catedral, volviendo por la calle Mitre antes de subir nuevamente a la casa de la tia y acompañarla a la clínica. Elsa seguía recuperandose bien, ya comiendo sólidos y con solo dos drenajes. La cena fue nuevamente la misma tarta, aun más rica que al mediodía.
Asi llegó el día jueves,dia en que daban de alta a Elsa y podía regresar a casa, lo que se concretó a media mañana. Le habían quitado una de las sondas por lo que solo le quedaba una drenando el pancreas. Tenía turno para el lunes siguiente para quitarle esa sonda también y para tener eventualmente novedades sobre los análisis que se estaban haciendo de las muestras del pancreas que le habían extraido durante la operación. Nuevamente preparó Laura un excelente almuerzo, y luego salimos Alicia y yo a hacer un paseo. Caminamos por la avenida de los Pioneros hasta el kilómetro 4 en Melipal, bajamos a la costa del lago y regresamos por la avenida Bustillo, nuevamente con una tarde hermosa que se pudo disfrutar a pleno.
A la mañana del viernes bajamos al centro a hacer algunas compras y de paso averiguamos precios de pasajes de regreso en avión con Aerolineas Argentinas. Asi nos enteramos que costaba casi el doble volar comparado con el omnibus por lo que decidimos que volveríamos en micro saliendo el martes. Al hacerse tarde regresamos a almorzar con el colectivo. Las salchichas con chucrut estaban excelentes. A media tarde vino mi prima Eleonor a saludar y Alicia y yo nos enganchamos con ella para ir a ver su casa y continuar luego al kilómetro ocho donde mi primo Andi y Verónica habían armado la fiesta del noveno cumpleaños de su hijo Juan. Laura había prometido pizzas para la noche, que resultaron exquisitas. Andrea, david y Facundo vinieron a compartir la cena con nosotros. También compartimos una tarta de ricotta y una de limón que habíamos preparado durante el día.
Para el sábado habíamos acordado que Alicia y yo haríamos el almuerzo, y con las indicaciones que nos había dado Elsa bajamos caminando hasta la calle Elordi a comprar salmón rosado. Luego completamos las compras en el supermercado y con un poco de atraso sobre la hora habitual comimos el pescado al horno de la manera en que acostumbrabamos prepararlo en Suecia. Por una vez se había nublado y lloviznaba de a ratos, pero igual bajamos nuevamente caminando al centro para concretar la compra de los pasajes de regreso a Buenos Aires. Después de haber prometido ya dos veces no tomar más el Via Bariloche por la deficiencia del servicio, reincidí y compramos nuevamente los pasajes con la misma compania para viajar el martes siguiente a las tres y diez de la tarde. De pasada saludamos a los tios, que estaban con visita, y luego continuamos caminando hasta la casa. Después de la cena nos divertimos mucho jugando una carioca que ganó Laura. Mi hermana continuaba por suerte muy bien su recuperación.
El sol volvió el domingo y nos regaló un día fantástico. Mi hermana se sentía lo suficientemente recuperada como para hacer un paseo en auto y decidimos ir a tomar el te a Paila-Co en la península San Pedro, que era nuestro lugar favorito y superior a cualquier otra casa de té de la zona. Después de la pasta del mediodía comimos con mucha moderación e incluso Alicia y yo compartimos la porción de torta selva negra que pedimos. Hubo más carioca a la noche, y como teníamos pensado tomar el ómnibus a las ocho de la mañana del lunes 9 para ir al Bolsón pusimos el despertador para las seis y media. Cacho se ofreció a llevarnos hasta la terminal de ómnibus y llegamos allí pocos minutos antes de la partida. Así pudo conocer Alicia también el tramo de Bariloche al Bolsón. Allí nos estaban esperando Miguel y Tamara con el auto y nos llevaron a su casa a matear y compartir un pan dulce que ella había hecho el día anterior. Miguel nos actualizó un poco con sus trámites en busca de documentación sobre su entrada de pequeño a la Argentina, que aparentemente no estaba registrada. Más tarde almorzamos en un restaurante en el centro de Bolsón y a mi pedido fuimos hasta lago Puelo donde vimos la casa aun en cosntrucción de Cristian y Carolina. Ellos estaban en Chile de modo que no los pudimos saludar. También hicimos el corto trayecto hasta el muelle del lago Puelo para ver el hermoso paisaje cordillerano. Lamentablemente se había producido dias antes un incendio que había dejado un amplio sector cercano al muelle en un estado deplorable. Aun alcanzamos a estar un rato más con ellos en la casa antes de tomar el ominibus de regreso a Bariloche. A Elsa le habían sacado los catorce puntos y también el drenaje del pancreas. Aun no habían llegado los resultados restantes de la biopsia y La doctora le recomendó continuar los estudios del pancreas con un gastroenterólogo.
Llegó así el día de nuestra partida. Alcanzamos a despedirnos de la tía Ellen y también de Andrea y David antes de almorzar en casa de Elsa con empanadas preparadas por Laura. Hice un papelón con la tía pues ella nos había estado esperando el domingo con te y torta pues aparentemente habíamos quedado en ir, lo que se me había escapado por completo de la memoria. A las tres de la tarde salimos con el Via Bariloche, nuevamente ocupando los dos primeros asientos y con la esperanza de que no volviera a descomponerse el colectivo. Era un fantástico día de sol con cielo despejado y la cordillera luciendo en todo su esplendor. En Cipolletti nos esperaban Yoyi y su marido para saludarnos aprovechando la parada de quince minutos que hacía el omnibus.
Yo me había comunicado con Agustín cuando pasábamos Alberti, a ver si podía venir a buscarnos a Retiro pero me dijo que tenía trabajo por lo que tomamos un remis hasta el departamento de Viktoria. Ella estaba en casa y aun no había almorzado asi que fuimos a buscar comida En las cercanías y comimos con ella antes de partir caminando hasta la terminal del Buquebus donde compramos pasajes para viajar el viernes a las ocho de la mañana con el Seacat a Colonia y bus a Montevideo. Allí confirmamos el absurdo que nos había contado Viktoria, Alicia por ser extranjera tenía que pagar su pasaje en moneda extranjera al no aceptar que abonara en pesos argentinos. Tal vez por eso nos admiraban tanto en el mundo como habia escuchado decir. También caminando regresamos a San Telmo a encontrarnos con Karin, Omar y Ana María en el Federal a comer una picada. también apareció Agustín con Mariano y Camilo. Muy agotados regesamos luego al departamento de Viktoria a dormir.
El jueves quería hacer el trámite de apostillado en la cancilleria de mis antecedentes penales que había imprimido en Bariloche, lo que significó un nuevo madrugón pues abrian a las ocho y media e ibamos a ir caminando. En la ventanilla de entrada me dijo el empleado que la firma electrónica del documento no tenía validez en el exterior de modo que tenía que ir a Tucuman al 1300 a hacerlo firmar de puño y letra. Allí fuimos caminando y me firmaron el documento al instante por lo que regresamos a la cancillería, pagamos y esperamos que apostillaran el documento. Después de una larga espera y por haber salido con el estómago vacío, salimos a tomar café con medialunas para sentarnos luego en el pequeño parque frente a la plaza San Martín a matear ya que teníamos con nostros la matera que nos habían regalado Elsa y Cacho. Luego en cancillería pregunté si ya había salido mi apostilla y el empleado me dijo que no. Dos horas más tarde y después que saöliera número más numero excepto el mio, fue Alicia a preguntar y resultó que estaba listo, tal vez traspapelado. Completado el trámite partimos a pie hasta la Plaza de Mayo ya que por ser jueves las madres de Plaza de Mayo hacían su tradicional marcha. Alli encontramos a Omar y Ana María, aunque apenas tuvimos tiempo de saludarlos pues teníamos que ir al departamento a empacar y también teníamos que hacer compras para la cena que había organizado Karin en su departamento. Como Gabriel no podía ir, pasamos primero por su casa a saludarlo y dejarle lo que le habíamos traido de Bariloche. Después fuimos a lo de Karin quien había preparado tallarines con bolognesa en cantidad ya que venían Viktoria y Matias, Ana Maria y Omar, y Agustín. También aprovechamos para comprar el pasaje a Suecia de Karin con mi tarjeta.
El peor madrugón fue el viernes, pues nos levantamos a las cinco de la mañana para hacer los últimos preparativos y estar listos para salir a las seis y cuarto cuando pasaría Agustín a buscarnos. El se quedó dormido y vino media hora más tarde por lo que nos dejó en la terminal del buquebus a las siete. Cuando hicimos el check-in la empleada le pidió a Alicia en forma poco amable su tarjeta de entrada al pais, que por supuesto no pudimos encontrar entre nuestros papeles. Tuvimos que ir a la oficina de migraciones donde le dieron un papelito que servía para sustituir la tarjeta y asi pudimos hacer el embarque. En la terminal de Tres Cruces en Montevideo comimos algo pues teníamos una hora de espera antes de pontinuar a Piriápolis con el COT. Llamamos a Carlos con la esperanza de que pudiera bajar a buscarnos en la parada 10, pero resultó que ni siquiera estaba en Piriápolis trabajando en la casa. Entonces fuimos a la terminal y tomamos un taxi hasta Miramar. El panorama que encontramos era bastante desolador, con pasto y yuyos muy crecidos, restos de construcción desparramados por todos lados y la casa medio dada vuelta al haber sido utilizada por los constructores pues les habíamos dado permiso. Tampoco había avanzado tanto el techo como suponíamos por los informes de Carlos. Nos abocamos entonces a hacer limpieza y recuperar la casa antes de irnos a dormir. Esa noche sopló mucho viento y un par de veces sentimos ruidos que nos despertaron y que resultaron ser materiales de construcción que tiraba el viento.