11 de Diciembre 2016
Teníamos la promesa de Agustín de pasar a buscar a Elsa en el departamento de Gabriel y después a nosotros en el hotel. Desayunamos ni bien abrió el comedor del hotel y poco antes de las nueve partimos hacia Puerto Madero con la companía de Camilo también. Una vez que llegamos a Colonia retiramos el auto del garage y fuimos a la ciudad vieja donde estacionamos y nos sentamos a almorzar en el primer restaurante que encontramos y que tenía el original nombre de Luna Bendita. De lo que no nos percatamos fue de los precios que tenían y terminamos pagando una fortuna por los poco espectaculares platos de merluza con papas fritas. El lugar ni siquiera aceptaba tarjetas y lo incorporamos a la lista negra. Antes de emprender viaje a Piriápolis paseamos un rato por la ciudad vieja, que mi hermana no conocía. Para cruzar la ciudad de Montevideo tomamos la autopista de la costa, que empalmaba con la rambla, y tuvimos asi la oportunidad de mostrar ese hermoso paseo a mi hermana. Como teníamos que aprovisionarnos, paramos luego en la Tienda Inglesa de Atlántida, y bien cargados llegamos a la casa de Alicia con la puesta del sol. Después de poner en funcionamiento la casa hicimos una escapada hasta la casa Pichinango donde encontramos a los chicos bien instalados, aun cuando no estuvieran demasiado a gusto con esa casa de piedra, que era muy cerrada y tenia olor a humedad. Nils había estrenado ya la parrilla con chorizos que habían comprado a la tarde.
Lunes 12 de diciembre. Cuando nos levantamos descubrimos que estábamos sin agua corriente. Salí con Alicia hacia la calle 1 para encontrarnos con su instructora de conducción y asi vimos que había una fuerte pérdida de agua en el pasaje A. Llamé a la OSE para hacer el reclamo. También nos percatamos que nos habíamos equivocado con el día de la lección por lo que regresamos a la casa y desayunamos todos juntos, incluida la tropa que estaba en Pichinango. Luego llevé a Nils y Cornelia al aeropuerto de Laguna del Sauce para que negociaran un auto alquilado con Punta Car y regresamos con los dos vehículos. KF trasladó todas las pertenencias a la casa de Alicia y se instaló con Johanna y Ellen en nuestro dormitorio. Por suerte actuó rápido la OSE y recuperamos el agua corriente. Alicia bajó a la playa a la tarde, acompañada por Elsa, y allí se encontraron con Osvaldo y Yolanda. Para la cena teníamos previsto comer pasta todos juntos y para ello hice una salsa con carne picada. Después de cenar subimos al cerro San Antonio con el coche alquilado. Manejaba Nis y nos anotamos Alicia, Elsa y yo además de Cornelia.
El martes partieron los chicos hacia Punta del Este mientras que nosotros comenzamos el día con una frustrada ida a la policlinica de Piriápolis ya que la doctora de Alicia estaba enferma. Luego llevamos a Elsa a que conociera el cerro el Toro, el castillo de Piria y la reserva de flora y fauna. El restaurante de la reserva estaba cerrado y decidimos ir a Solis donde comimos unas buenas hamburguesas en el boliche al paso sobre la ruta. Después le mostramos a Elsa el acantilado de la barra del Solis Grande y a la vuelta continuamos por la costa pasando Piriápolis hasta Punta Negra. Nils y Cornelia trajeron de regreso a KF, Johanna y Ellen, y volvieron a Punta del Este a pernoctar en un hotel. Esa noche tuvimos un intenso temporal y nos enteramos luego que el fuerte viento había roto los vidrios de la puerta de entrada del hotel donde se habían alojado Nils y Cornelia.
Yo tenía un turno con el traumatólogo de Maldonado el miércoles por la mañana y salimos para allá con Elsa, con la idea de continuar luego de excursión. La espera en el hospital se hizo tal larga que decidi cambiarla para otro día, y después de retirar los cuadros encargados en la vidriería partimos para Pueblo Eden tomando la ruta 39 hasta donde se cruzaba con el camino del arco del sol. Al tomar ese camino en forma inversa a la vez anterior, terminé confundido y tomé una dirección que nos hizo dar una vuelta en redondo. De todos modos terminamos finalmente en Pueblo Eden ya buscando un baño con urgencia. El almuerzo fue en Vaimaca, luego pasamos por la Casita de Chocolate, seguimos a Minas, y regresamos por Pan de Azucar, Johanna nos comunicó que se quedaban en Jose Ignacio, y nosotros hicimos una cena fría.
A las siete y media de la mañana del jueves estábamos prontos para partir y después de cargar el equipaje de Elsa salimos hacia Montevideo. Estacionamos en el shopping de Tres Cruces y Elsa consiguió sin problemas un pasaje para las 12:30 hacia Salto. Como teníamos tiempo tomamos luego un colectivo a la ciudad vieja para dar una vuelta por allí y luego regresamos a la terminal donde Elsa compró algunas provisiones en el Ta Ta antes de partir. En nuestro regreso a Miramar entramos al balneario El Aguila para ver cómo era la estatua que le daba el nombre, y encontramos una construcción sobre la playa que efectivamente representaba la cabeza de un águila y que en su interior era una habitación. En lugar de ojos habían colocado las ventanas. Descubrimos también que podíamos continuar un buen trecho por la costa utilizando un camino vecinal. Comimos un almuerzo tardío en la casa y después de colgar los cuadros que habíamos recogido en Maldonado bajamos a dar una vuelta por la playa. Johanna avisó que se quedaban una noche más en la estancia turística Vik en Jose Ignacio.
El viernes a la tarde venían Karin y Viktoria desde Buenos Aires y los esperamos en la terminal de Piriápolis donde llegaron antes de las cuatro de la tarde. Nils había prometido hacer un asado en Pichinango para la noche y para allá fuimos todos después que se acomodaran las chicas y antes de la puesta del sol. Yo sentía un malestar estomacal desde el día anterior por lo que apenas probé un poco de carne. Alicia y yo volvimos a utilizar el fiel sofá cama.
Nils y Cornelia dejaron la cabaña Pichinango el sábado por la mañana. Iban a pasar la última noche en Uruguay en un hotel de Montevideo para tomar el avión a Buenos Aires y luego a Suecia al día siguiente. Nosotros nos ofrecimos para cuidar a Ellen y todos, excepto Karin, se fueron con el auto a Montevideo. Por falta de espacio Karin tomó el colectivo para juntarse con ellos en Tres Cruces. Nosotros bajamos un rato a la playa con Ellen, a quien el mar, y las olas le parecieron tan interesantes que repetimos la experiencia por la tarde. Ella alcanzó a acostarse antes de que regresaran sus padres de Montevideo ya entrada la noche.
El domingo amaneció muy pesado, y habiendo decidido desayunar en la galería armamos dos mesas allí mientras el cielo se iba cubriendo y se preparaba una tormenta. Por suerte nos pasó de refilón con solo unas gotas inofensivas. Hacia el mediodía bajaron Alicia, KF, Johanna y Karin a la playa a darse un chapuzón y luego nos preparamos todos para partir a almorzar a Las Flores, donde habíamos reservado mesa en el restaurante Barcino que nosotros conocíamos ya de una oportunidad anterior y que por suerte no defraudó a nadie. Mientras estábamos almorzando pasó el frente de tormenta con fuerte lluvia y viento aunque cesó rapidamente. Al regreso dimos una vuelta grande por el pintoresco camino mejorado que salía de las estación Las Flores antes de hacer compras en el Devoto y regresar a la casa.
Lunes 19 de diciembre. Tuvimos que madrugar pues Alicia tenía turno con la endicronóloga en el hospital de Maldonado a las siete y media de la mañana. La espera no fue muy larga y combinamos con KF y Johanna para encontrarnos con ellos en el aeropuerto de Laguna del Sauce, donde tenían que entregar el auto alquilado. El trámite fue rápido y luego los trajimos de vuelta en nuestro auto hasta la casa. Era el día en que les tocaba hacer la cena a Johanna y KF, la que fue un gran éxito. Después miramos una comedia inglesa con nuestro proyector, aunque tuvimos que dejar el final para el día siguiente al comenzar a hacer huelga nuestra conexión a internet..
Continuó el buen tiempo los días subsiguientes y hubo mucha playa en el programa de actividades. El martes madrugamos para que Alicia dejara muestras de sangre y orina para análisis en la policlínica poco después de las seis de la mañana. Karin sirvió para la cena los sorrentinos que habíamos comprado en Uriel acompañados de una deliciosa salsa de hongos. El miércoles fui puntualmente al mediodía a mi cita con el traumatólogo, quien esta vez con corta espera me dió de alta y me recomendó que me cuidara. Era nuestro turno hacer la cena y preparamos arroz con pollo con sabor hindu. El jueves llegaron Matias, Eva y sus dos hijos, y ya en posesión de la llave los busqué en la terminal de omnibus para depositarlos en la Marinera. Karin y Johanna habían hecho compras de chorizos y a la noche los hicimos en la gigantesca parrilla de esa casa. Al quedar libre el dormitorio chico nos mudamos allí, y a la noche de desató un fuerte temporal que tuvo en vilo a nuestros invitados mientras que nosotros apenas escuchamos algún trueno y un poco de lluvia. Nos enteramos más tarde que ese temporal había causado muchos destrozos en Pan de Azúcar y San Carlos. El viernes completamos las compras para la navidad en el hiper Devoto y Alicia comenzó a adobar el pavo que iba a ser el plato principal del 24. Decidimos hacerle un prefestejo de cumpleaños a Johanna con pizzas y torta comprada para la cena.
Llegó la víspera de navidad y aun tuvimos que hacer algunas compras de comida y bebida en Piriápolis para completar los preparativos. Temprano por la tarde busqué con KF una mesa y cuatro sillas que nos prestaron Osvaldo y Yolanda, y asi pudimos colocar dos mesas unidas en el living para acomodar a los doce participantes de la cena. Antes de la cena fuimos a la Marinera a tomar unos tragos y comer una picada que prepararon allá. Osvaldo y Yolanda se anotaron también, y luego regresamos a la casa de Alicia para la cena. Yolanda había preparado una cantidad de sandwiches triples como contribución a la comida. El pavo fue un éxito total, lo mismo que un juego que había preparado Karin más el reparto por azar de los paquetitos de navidad. Los más valerosos subimos al techo a medianoche para observar los inevitables fuegos artificiales. A Ellen le costó conciliar el sueño con tanto batifondo que había en la casa.
El domingo estaba previsto el regreso de Johanna, KF y Ellen a Buenos Aires para continuar viaje el lunes a Suecia. El día se presentó tormentoso y por la mañana llovió copiosamente, pro suerte sin viento pues el servicio meteorológico había declarado una alerta naranja para todo el pais. Teníamos bastantes restos de comida del día anterior y alcanzó para alimentar a todos en el almuerzo. llevé en un primer viaje a KF y el equipaje a la terminal de ómnibus y luego regresé a buscar a Johanna y Ellen. Viktoria y Karin nos acompañaron también. Con Johanna habíamos comprado dias anteriores los pasajes con COPSA que les daba un margen de hora y poco más en el aeropuerto, y por lo tanto comenzamos a preocuparnos cuando no aparecía el ómnibus. Finalmente salieron de Piriápolis con media hora de retraso sobre la hora prevista y llegaron casi sin margen al aeropuerto pero allí se enteraron que su vuelo a Buenos Aires tenía una hora de retraso. Desde Aeroparque tomaron un taxi hasta el departamento de Viktoria y Matias, donde llegaron cerca de las once de la noche. Aqui en la casa armamos una ensalada de pasta con los restos del pavo que alcanzó con creces para todos. Esa noche se sintió muy raro que quedáramos solos Alicia y yo después de haber tenido tanta gente en la casa y a la vivaracha Ellen correteando sin parar.
Lunes 26 de diciembre. Alicia tenía turno para der el examen teórico de conducción a las nueve y media de la mañana en la intendencia y la llevé para allá con el auto. Luego regresé a buscar a Karin y Eva que querían hacer compras en el centro pues iban a preparar una cena para todos en la Marinera. Aun llovía bastante pero fue calmando durante el día. Alicia pasó su examen con éxito y nos encontramos con ella en el hipermercado Devoto en el centro antes de regresar a Miramar. A la noche nos juntamos en la Marinera y disfrutamos de los panes de carne que prepararon Eva y Karin.
El martes decidimos que queríamos cenar afuera e hice reservas en el restaurante Picasso, conocido por sus platos de pescado. Hice las reservas correspondientes para la noche. A Matías y Viktoria les habíamos prometido un paseo y a la mañana salimos los cuatro en el auto hacia Atlántida tomando el camino costero que terminaba en el aguila. Luego dimos unas vueltas por el centro de Atlántida y encontramos un restaurante donde nos sentamos a almorzar. En el camino de regreso les mostramos el balneario Santa Ana y el Paraiso Suizo. Ya en Solis bajamos a la playa en la barra del arroyo Solis Grande donde se bañaron Alicia y Matias a pesar del viento que soplaba. Para llegar al restaurante Picasso en Priápolis con los ocho participantes hice dos viajes con el auto. La comida me defraudó ya que al menos mi pescado a la plancha dejaba bastante que desear. Para el regreso, Eva pidió un taxi por lo que alcanzó con un solo viaje
Miércoles y nuestro turno para hacer la cena. Había planeado hacer pasta con pesto para lo cual necesitaba más albahaca. Antes de salir de compras tuve que extraer la lámpara de luz baja izquierda del auto, lo que no fue una tarea facil y lo logré cuando ya estaba por darme por vencido. Preparé también un postre de manzana e hice una segunda tanda de las clásicas galletitas de jenjibre navideñas. Alicia fue con la bicicleta a buscar los tallarines a la fabrica de pastas de Uriel y a la noche nos juntamos todos en casa para la cena.
El jueves fue un día magnífico de sol y la temperatura alcanzó los 30 grados. Alicia hizo su habitual viaje a Montevideo y después de dejarla en la parada pasé por la fábrica de pastas a comprar dos salsas para el almuerzo de sobra de fideos de Viktoria y Matías. Ellos ya se habían mudado a la casa de Alicia con su equipaje listo para la partida. Junto con Karin los llevé a la terminal de omnibus desde donde partieron puntualmente a las tres y media de la tarde con el Buquebus a Colonia. Luego pasamos por la Marinera a buscar a Eva con sus pertenencias ya que ella y Karin dejaban la casa y se mudaban al dormitorio chico de la casa de Alicia. La tarde se prestaba para ir a la playa y cuando Alicia regresó de Montevideo nos juntamos allí con Karin y Eva además de Osvaldo y Yolanda. Nos quedamos hasta la puesta del sol. La cena de ese día, preparada por Karin y Eva, fueron verduras al horno.
Como Eva no había visto aun las atracciones clásicas de Piriapolis propusimos hacer el viernes una gira turística que incluyó el castillo de Pitamiglio, la reserva de fauna y flora, el castillo de Piria, el cerro El Toro y el cerro San Antonio. Como remate fuimos a la playa San Francisco donde desplegamos las sillas playeras y el parasol, ya que era una hermosa tarde de sol. Ya regresando a casa pasamos por el hipermercado Devoto a hacer compras y despues de abrir el auto y cargar todo no podía dar arranque al no detectar la llave en las proximidades, Pensé que se me habían caido al devolver el carrito y me puse a buscarlas y a preguntar a los empleados de la playa de estacionamiento pero sin éxito pues parecían haberse esfumado. Ya convencido de que no las encontraría llamamos un taxi para ir a buscar la llave de reserva a la casa, pero haciendo una última revisada con la linterna al estar oscureciendo, encontré las llaves dentro del auto, lo que evidentemente había hecho en forma inconsciente. Anulamos entonces el taxi y a causa de ese incidente cenamos bien tarde la tarta de atún que preparó Alicia.
Sábado y último día del año. Habíamos quedado en juntarnos en la casa de Alicia a recibir el nuevo año, en companía también de Osvaldo y Yolanda además de su hijo Federico que llegaba ese día de Suecia con su novia Emily. Trajimos nuevamente una mesa y cuatro sillas de la casa de Osvaldo y armamos la cena tal cual lo habíamos hecho para navidad. Yolanda hizo empanadas, Alicia hizo huevos rellenos para la entrada, y horneamos los dos arrollados de pollo que habíamos comprado. Nuevamente nos subimos al techo a medianoche para poder observar mejor los fuegos artificiales. Luego vino una pareja amiga de Osvaldo que tenía casa de verano en la vecindad y la velada se prolongó hasta pasadas las dos de la mañana.
Como era de esperar, el domingo nos despertamos bien tarde y el desayuno se convirtió en un brunch. La propuesta de Karin era ir a la barra del arroyo Solis grande y para allá fuimos cargando en el auto las sillas de playa y la sombrilla. La tarde estaba muy linda y soplaba una brisa refrescante. Solo extrañabamos la falta de facilidades sanitarias, y nos vimos obligados a regresar cuando comenzaron las urgencias por ir al baño. En Las Flores entramos a ver el restaurante La Caracola y terminamos sentados en la terraza con vista al mar a tomar algo. Ya en la casa saqué nuestra maltrecha parrilla y preparé el asado y salchichas parrilleras programados para la noche. Armamos la mesa en la galería y con solo un par de espirales pudimos cenar sin mayores molestias.
Lunes 2 de enero: Alicia tuvo su lección de manejo por la mañana y después de su regreso y un buen desayuno partimos de gira hacia Pueblo Eden, que Eva aun no conocía. En la Casita de Chocolate nos enteramos que era el día en que abria al público la bodega Viña Eden, y regresamos un par de kilómetros para visitarla. Después de pasar la entrada había que hacer un corto camino en subida bordeando los viñedos hasta llegar al imponente edificio de la bodega con una enorme terraza con vista al valle. Apareció una muchacha que resultó ser una de los propietarios, junto con su pareja y un socio más. Ella había vivido en Dinamarca y se empeñó en hablarnos en danés. Habia algunas personas desgustando vinos, y cuando nos presentaron los precios nos parecieron espeluznantes, todos en dólares. Con la excusa que teníamos que seguir viaje dejamos el lugar y continuamos hacia Minas y la Villa Serrana, haciendo un picnic en esta última localidad. Por un camino nuevo para nosotros tomamos la dirección de Aiguá, un pequeño pueblo que nos causó una grata sorpresa por su pulcritud y estado de conservación. Desde allí tomamos la ruta 39 hacia San Carlos y Maldonado, una ruta en pésimos estado con el pavimento bombardeado de pozos. Alcanzamos la costa antes de la puesta del sol y después de sortear el intenso tránsito estacionamos en el mirador de Punta Ballena para apreciar el paisaje costero.
Así como el lunes había sido un día de sol, el martes amaneció nublado y muy amenazador. Teníamos que estar en el hospital de Maldonado a las siete y media de la mañana para que Alicia se hiciera una ecografía de la tiroides, y en el camino de regreso nos alcanzó la cola de una tormenta con caida de granizo que por suerte no le hizo mella al auto. Cuando llegamos a la casa nos encontramos con que máquinas y camiones de la intendencia estaban en pleno operativo de mejora del pasaje B, y solo les faltó completar unos metros antes de que pasara una violenta tormenta de viento y lluvia que les obligó a suspender las tareas. El temporar causó destrozos en partes de Montevideo, Canelones y Rocha. Al mejorar un poco hacia la tardecita llevé a Karin y Eva al Dorado a hacer compras varias para la cena, que les tocaba prepararlas a ellas.
Como habiamos decidido cenar en La Caracola, a nadie le tocó pensar en la comida del miércoles. Al mediodía cesaron los alertas meteorológicos, y a la tarde bajamos en bicicleta al mar. De acuerdo a lo planeado, llegamos a La Caracola en el balneario Las Flores justo antes de la puesta del sol, que observamos desde la terraza del restaurante. Elegimos una mesa de la terraza para cenar con el ruido de las olas como música de fondo, y quedamos satisfechos con la atención y la comida. Lucía, la sobrina de Alicia, había confirmado hacia tiempo que vendría con su novio Federico el jueves 5 y no quisimos informarles que ya teníamos dos huéspedes para que no cancelaran su visita. Como ambos trabajaban ese día, partieron de Montevideo bastante tarde y llegaron a la parada 10 pasadas las nueve de la noche. Alicia había preparado una tarta de atún y una fainá, y Lucia aportó empanadas para la cena. Nosotros les cedimos nuestro dormitorio y volvimos a instalarnos en el living, ahora con el sofá cama corrido a la pared del fondo del living. La nueva disposición nos gustó mucho y decidimos dejarlo así en adelante. Los días eran muy lindos y todos nuestros huéspedes fueron asiduos concurrentes a la playa. La noche del viernes nos invitaron Eva y Karin a cenar en el restaurante Barcino del balneario Las Flores. Ambas hicieron a pie los casi cinco kilómetros, mientras que nosotros llevamos a Lucia y Federico en el auto. Nuevamente nos atendieron muy bien, y siendo seis para el regreso hice dos viajes con el coche.
El sábado era el día en que Eva regresaba a Buenos Aires y aun tuvo oportunidad de hacer playa antes del almuerzo, que hicimos a la sombra de la galería. A las 15.30 salía su omnibus desde la terminal y Karin me acompañó cuando la llevé en auto a Piriápolis. Su omnibus venía de Punta del Este y llegó con poco atraso. Habiendo pasado ya el día de reyes quité la decoración navideña al pino, con casi todo intacto a pesar de las tormentas. Habíamos comprado sorrentinos y esa fue nuestra cena ese día, último con nuestras visitas. Para la noche se anunciaban tormentas y cerré todos los postigos pero fue un pronóstico fallido. El domingo amaneció muy caluroso y pegajoso, y vimos que se formaban nubes muy amenazantes. Alcanzamos a almorzar justo antes de que cayera un fuerte chaparrón que despejó un poco la atmósfera. Le tocaba partir a Karin, también a las 15.30, y la llevé a la terminal. Sorprendentemente su omnibus a Colonia salió exactamente a horario. Lucia y Federico regresaban más tarde con el COT a Montevideo y los llevamos a la parada 10. Su omnibus llegó muy atrasado y luego nos contaron que a causa del intenso tráfico demoró mucho más que lo habitual en llegar a Tres Cruces.
Lunes 9 de enero. Nuevamente en nuestra rutina, nos sentamos a desayunar en la galería esperando la llegada de Magdalena para la lección diaria de manejo. Quedamos en encontrarnos en el centro ya que ambos teníamos cita con la doctora Martinez en la policlínica. Por mi parte quería hacerme un estudio general de salud y me mandó a hacer una batería de análisis de sangre y orina. La presión estaba un poco alta y me pidió que yo me la tomara diariamente en casa para informarle en la siguiente visita. Desde luego me recomendó eliminar la sal y estudiar el contenido de sodio en los envases de los alimentos comprados para reducir el consumo de ese nocivo producto. Antes de regresar a la casa pasamos por la intendencia a pagar el impuesto inmobiliario anual. Alicia había sacado número antes de que nos encontráramos y aun así tuvimos una larga espera antes de que le tocara. Ya en la casa quisimos pagar por internet el impuesto a la patente del auto y nos encontramos con la desagradable sorpresa que estábamos en mora con todo el año 2016, que al comprar el auto pensamos que recién se pagaría el año siguiente. No hubo más remedio que pagarlo junto con la multa y recargo correspondiente. Hacia el anochecer bajamos un rato a la playa y nos encontramos allí con Osvaldo y Yolanda. El cielo estaba amenazante y efectivamente a la noche pasó una breve tormenta eléctrica pero sin mayores consecuencias.
10 de enero y cumpleaños de Cacho. Por la mañana la comunicación por whatsapp fue muy pobre pero a la tarde tuvimos más suerte con skype. Cuando Alicia completó su hora de manejo nos encontramos en la policlínica para sacar turnos médicos y de laboratorio, y luego fuimos a la intendencia para que ella reservara un turno para el examen práctico de conducción el lunes siguiente por la tarde. Estando cerca de la biblioteca nos registramos allí también y en el momento sacamos algunos libros prestados. Ya con apetito fuimos hasta Solis con la idea de comer una hamburguesa en el parador al lado del Dorado pero lo encontramos cerrado pro lo que regresamos e hcimos un almuerzo con restos que había en la heladera. La tarde estaba soleada pero fresca y cancelamos la bajada a la playa.
En base a la información que nos habían dado Osvaldo y Yolanda fuimos el martes al supermercado que se encontraba frente al parque de La Cascada, sobre la avenida Artigas, donde conseguimos buena verdura y fruta a precios razonables especialmente si se compraba en cantidad. También compramos carne y salchichas parrilleras para hacer un asado al anochecer. Nuevamente un día de mucho sol e hicimos la habitual bajada en bicicleta a la playa, que estaba muy concurrida. Luego alcanzamos a comer el asado afuera a la puesta del sol y antes de que el rocio de la noche nos corriera para adentro. El miércoles fue otro día en que no tuvimos necesidad de salir a hacer compras. Debido al intenso calor mantuvimos perfil bajo todo el día y recién bien entrada la tarde fuimos a la playa donde nos encontramos con Yolanda y Osvaldo. La noche se prestó para cenar en la galería que daba hacia el mar.
Habíamos observado que con fuerte lluvia y viento del sur, por la ventana entraba un hilo de agua al baño, por lo que decidimos fabricar una protección en forma de postigo para abrir hacia arriba como una tapa. Encontré los materiales que necesitaba y el jueves me puse a trabajar en el proyecto, que ya el viernes quedó terminado y listo para colocar.
El sábado avancé bastante con el montaje del pequeño postigo para la ventana del baño ya que conseguí las bisagras que necesitaba en la ferretería del barrio. De hecho quedó montado a la tarde, antes de que bajáramos a la playa. Allí nos encontramos con Yolanda y Osvaldo, y quedamos en juntarnos a la noche en su casa llevando los restos de las pizzas con masa de harina de garbanzos que había hecho Alicia el día anterior. Yolanda hizo su propia pizza y tuvimos una amena velada en el patio de su casa. Hablando de nuestro postigo para la ventana del baño descubrimos que Yolanda tenía un burlete de goma de la medida que yo necesitaba.
Cansados de esperar que Andrés viniera a cortar el pasto, que ya era un pastizal alrededor de la casa, el domingo tomamos la decisión de comrpar una cortadora de pasto eléctrica aprovechando las ofertas que tenía Sodimac en Maldonado. Parece que no eramos los únicos que sabíamos de las ofertas pues la cortadora que buscaba se había terminado y nos hicimos de una más pequeña - y más barata - , que de todos modos resultó bastante potente cuando la terminé de armar y la puse en marcha. Solo faltaba una bordeadora para prolijar el corte, pero quedó para más adelante. En el Sodimac compramos algunas cosas más para la casa, incluido un espejo y vasos, y para regresar a la casa tomamos el camino a San Carlos desviándonos a la izquiera por el pintoresco camino llamado de las vertientes, que terminaba en la ruta 9. Este camino estaba lamentablemente en bastante mal estado. A la noche me comuniqué con Antonio, recién llegado a Punta del Este, y quedamos que el miércoles vendrían él con Antonieta y con la pareja propietaria del departamento donde se alojaban. Les dí todas las indicaciones del caso para que llegaran con su vehículo hasta Los Macaquitos donde los iría a buscar a la una de la tarde.
Lunes 16 de enero y día en que Alicia tenía turno para dar el examen práctico de conducción. Magdalena le dió dos clases preparatorias, una de mañana y una de tarde, pero finalmente resultó que a causa de la lluvia se cancelaron los exámenes del día y por lo tanto tenía que pedir un nuevo turno para el lunes siguiente. A mi no me parecía que llovía tanto, había bastante viento y de tanto en tanto venía un chaparrón solamente. Logré darle los toques finales al postigo y solo quedaba ver si funcionaba como queríamos cuando viniera lluvia y viento del sur. El martes no tuvimos más remedio que ir a la intendencia a sacar un nuevo turno para Alicia para el lunes siguiente, y aprovechamos para hacer algunas compras en el mwecadito "El Depósito", más barato que en otros lugares. Encargamos también los sorrentinos con los que ibamos a invitar a las visitas del día siguiente.
El miércoles nos levantamos temprano para alcanzar a hacer una tarta de limón y el pesto, y limpiar la casa antes de que llegaran las visitas. Alicia limpió todos los vidrios, que lo estaban necesitando también. A la una de la tarde estaba en la parada de Los Macaquitos para el encuentro con las visitas y después de un rato de espera llegaron los cuatro, Antonio con Antonieta, y León con Beatriz. Aun demoramos un rato en sentarnos a la mesa a comer los sorrentinos pues estaban todos muy curiosos por conocer la casa. A media tarde emprendieron el regreso a Punta del Este, Nosotros alcanzamos a ir hasta la costa y junto con Yolanda hicimos una caminata orillando el agua y recorriendo Playa Hermosa en su totalidad. A las seis de la tarde comencé con mis doce horas de ayuno previos a dejar sangre y orina en la policlínica a la mañana siguiente.
Yolanda tenía que sacarse sangre también, por lo que la pasamos a buscar el jueves a las seis de la mañana antes de ir a la policlínica. Alicia partió más tarde hacia Montevideo en el colectivo mientras que yo me quedaba en la casa para ir temprano por la tarde a mi cita con la cardióloga. Desafortunadamente se había roto el aparato para hacer electrocardiogramas por lo que solo pude sacar turno para hacer la ecografía del corazón el 1 de marzo. Adamir apareció con sus cortadoras y le indiqué que cortara el pasto donde yo no lo había hecho con nuestra flamante máquina. Más tarde partí con el auto hacia Montevideo y me encontré con Alicia en Tres Cruces para ir juntos hasta la casa de Rita (hermana de la consuegra de Alicia), que nos había invitado a cenar y además nos quería entregar un regalo para llevar a Suecia. Rita vivía con su esposo en una casa antigua, de 100 años de antiguedad y muy acogedora. Antes de pasar la verja de entrada tuvieron que llevar a su perro - un cimarrón uruguayo - al garage pues era extremadamente guardían y peligroso. Al fondo de la casa tenían un patio grande con muchas plantas diversas, incluido un bananero. Rita se dedicaba a hacer muñecos de peluche y nos mostró su atelier. Su marido era un académico y por lo tanto tenían cantidad de libros en varias bibliotecas. Nos quedamos hasta cerca de la medianoche y para el regreso tomamos nuestra ruta favorita por la costa.
Continuaba el buen tiempo en la zona, con mucha afluencia de turistas. El viernes nos tocó ir nuevamente a la policlínica pues mi cardióloga me había sugerido hacer un seguimiento de la presión arterial con control diario en la policlínica. Antes de regresar pasamos por la provisión del Tano y a la tardecita bajamos a la playa donde nos encontramos con Yolanda. Nos invitó a ir a la noche a cenar a su casa y nosotros colaboramos con una pizza de cebolla a base de fainá. Karin nos llamó a la mañana para confirmar que venía el 23 de febrero con su amiga Linda y su hijo Teo, y además nos contó que había sido víctima de un intento de robo cuando un motociclista trató de arrebatarle la riñonera. No lo logró pero la hizo caer de la bicicleta, por suerte sin consecuencias serías ya que solo sufrió golpes y contusiones. Con Agustín comencé a planear el viaje a Bariloche que sería alrededor del 9 de febrero y por una semana.
Después de la clase de manejo del sábado por la mañana cargamos las sillas y la sombrilla en las bicicletas y bajamos a la playa que nuevamente se fue llenando de gente. Alicia había visto que en el Argentino Hotel iban a presentar a la "Piedra Corazón", a la que se le atribuian propiedares sanadoras, y que ella estaba interesada en ver. Después de comer fuimos a la tardecita con nuestras bicicletas hasta el hotel, y vimos que el salón dorado estaba preparado para una charla. Averiguando nos enteramos que la presentación de la piedra era el fin de semana siguiente, pero nos quedamos para la charla que fue muy interesante ya que trataba sobre el caso del asesinato de uno de los hijos de Piria a poco de su muerte, por Carlos Bonavita, que era el administrador y que luego se quitó la vida. Durante la charla se presentaron también sendos descendientes del victimario y la víctima en una simbólica reconciliación de las respectivas familias. Alicia tuvo una nueva clase de manejo el domingo por la mañana en preparación para el examen, y a la tarde salimos a caminar por la costa recorriendo una zona que aun no conocíamos y que era la punta rocosa que separaba playa hermosa de playa grande. El trayecto fue bastante más largo de lo que imaginábamos, y muy pintoresco con bañados, formaciones rocosas y arena gruesa.
Lunes 23 de enero. Llegó finalmente el día del examen de conducir y Alicia tuvo una última clase temprano por la tarde. Su empeño y esfuerzo dió frutos pues pasó la prueba con éxito. Aun llegamos a ir a la playa antes del anochecer y allí nos encontramos con Osvaldo y Yolanda que se enteraron así de la buena nueva. Para celebrar cenamos en el restaurante Barcino de Las Flores, como siempre con excelentes platos de pescado. Al día siguiente teníamos planeado partir de paseo hacia la costa atlántica.
Después de cargar el auto con todo lo necesario para acampar salimos el martes hacia Minas previo paso por la Intendencia para que le confecionaran el carnet de conducir Alicia. Desafortunadamente se descompuso la máquina, pero le dieron un permiso provisorio válido por un mes. Con muy buen tiempo y alta temperatura tomamos la ruta que llevaba a Minas pasando por Pan de Azucar, y ya en Minas compramos alfajores de la zona para llevar de regalo a Leo, el yerno de Alicia. También nos sentamos a comer una picada en una confitería muy antigua y conocida, que Alicia recordaba haber visitado en su niñez. Desde Minas continuamos hacia Aiguá y después de cargar nafta tomó por primera vez el volante Alicia, a quien le tocó manejar por la ruta 13, pavimentada pero en pésimo estado. Tuvimos que ir a marcha lenta hasta el empalme con la ruta 15, que estaba más transitable a pesar de no estar pavimentada. Nuestro plan era tomar el llamado "Camino del Indio", que bordeaba la Laguna Negra por el oeste, y que no nos pareció tan pintoresco como lo habían descripto además de pasar a una buena distancia de la laguna. Lo llamativo del trayecto era la enorme cantidad de palmeras, algo característico del departamento de Rocha. Al tener que ir a velocidad lenta llegamos al camping de Punta del Diablo pasadas las siete de la tarde, y después de encontrar un lugar que nos pareció adecuado alcanzamos a armar la carpa antes de que oscureciera. El camping estaba muy concurrido, con todo tipo de carpas y casas rodantes, pero al ser tan grande el predio había muchos lugares vacíos aun, con mesas y bancos y con tomas eléctricas. Quedamos, eso si, bastante lejos de los baños. La costa y por lo tanto el centro del balneario estaba bastante lejos también y fuimos con el auto a buscar un lugar donde cenar. Había un mundo de gente, pero siendo aun temprano encontramos un restaurante sobre la playa con mesas libres que nos pareció adecuado. El tiempo estaba desmejorando y volviendo al camping observamos que se estaba formando una tormenta eléctrica a la distancia. Habíamos llevado el colchón inflable y bolsas de dormir, pero con el calor que hacía no nos metimos dentro de ellas al acostarnos. Al rato de quedarnos dormidos nos despertó la lluvia, y después de un tiempo noté que se estaba mojando el costado del colchón pegado a la pared de la carpa por lo que lo corrimos al medio como una isla y compartimos con el todas las cosas que habíamos llevado a la carpa. Alicia logró dormirse enseguida pero a mi me costó bastante ante la incesante lluvia y el viento.
Por suerte no pasó a mayores pues finalmente me venció el cansancio y el miércoles cuando nos despertó el calor del sol vimos que solo había un poco de agua en el piso en un lado de la carpa y que todo estaba seco. Luego vimos que se había soltado uno de los vientos del sobretecho lo que tal vez fue la causa de que lograra entrar un poco de agua. A la entrada del camping había un mercadito y allí encontramos agua caliente para el mate además de provisiones para el desayuno. El cielo seguía amenazante por lo que decidimos desarmar la carpa en cuanto se secó con el sol y el viento, y después de cargar todo en el auto partimos hacia el sur por la ruta 9 en dirección a Valizas. Antes de llegar a ese balneario tomamos un desvío hacia Aguas Calientes y allí pudo darse Alicia su deseado baño de mar, a pesar de que estaba ya nublado y bastante fresco. Después continuamos a Valizas con Alicia al volante y llegamos hasta la casa de Ilian e Isabel, quienes tenían la visita de su hijo Esteban y su pareja Elin, venidos desde Malmö. Con ellos nos pusimos al tanto de todas las novedades, incluida la flamante instalación de los cuatro paneles solares, tres de los cuales eran exclusivamente para alimentar la heladera. El cuarto deba para tener iluminación algunas horas del día pero era evidente que iban a necesitar al menos uno más. Con ello habrían solucionado el problema de la falta de energia eléctrica, que se la continuaban negando a causa del litigio por las zonas protegidas de la costa. Durante la tarde llovió con mucha intensidad pero a la noche calmó y pudimos salir los seis caminando a un restaurante cercano para cenar. Nuestra idea había sido acampar nuevamente pero aceptamos finalmente su oferta de dormir en el living con un colchón doble que les sobraba.
El jueves amaneció fresco y muy ventoso. Alicia y yo fuimos a una panadería cercana a comprar facturas para el desayuno que compartimos con ellos, y luego juntamos nuevamente nuestras cosas para partir. Al estar destemplado decidimos regresar directamente a Piriápolis y después de cargar nafta en una estación de servicio sobre la ruta 9 tomó nuevamente el volante Alicia que se tuvo que foguear en el manejo con fuerte lluvia en partes y también con el intenso tránsito de turistas por la ruta. Eso la cansó bastante y aprovechamos la cola que se había formado en un peaje para cambiar de lugar para que continuara manejando yo hasta la casa. Pasando San Carlos tomamos una cortada que iba de la ruta 9 hasta Punta Ballena sobre la costa, un bonito tramo de 15 kilómetros que pasaba cerca de la laguna de los Sauces y donde había innumerables entradas a chacras marítimas muy bien puestas. Tuvimos que hacer una parada para aprovionarnos en El Dorado de Piriápolis y finalmente llegamos de regreso a la casa.
El viernes salimos bien temprano hacia Maldonado donde Alicia tenía turno con su endocrinóloga para control de la tiroides, y al regreso pasamos por la intendencia donde afortunadamente habían reparado la máquina y la licencia de conducir estaba lista para ser retirada. El día era bastante fresco y otoñal por lo que no fuimos ese día a la playa. Alicia preparó varias pizzas a la espera de que viniera Magdalena (su profesora de conducción) con su hijo a quienes habíamos invitado a cenar. Aparecieron pasadas las diez de la noche y después de cenar tocamos el tema del cuidado de la casa y el auto pues le habíamos propuesto a Magdalena que se hiciera cargo de mirar la cabaña y mover el auto durante nuestros meses de ausencia en Suecia y en ese caso quedaría como primer contacto en caso que se disparara la alarma.
Tuvimos un fin de semana fantástico de sol y calor, y ante su inminente viaje de regreso a Suecia Alicia quiso aprovechar al máximo la playa con una bajada en bicicleta a la mañana y otra a la tarde. Ambos días había una charla en el Argentino Hotel acerca de la piedra sanadora y ambos días cancelamos nuestra asistencia para no abandonar la playa a la mejor hora del atardecer. El domingo dimos una vuelta por la casa en construcción de Magdalena sobre la ladera del cerro del Burro con vista al Pan de Azucar y a la sierra De Las Animas, pero no la encontramos en su vivienda.
Lunes 30 de enero y tuvimos que madrugar pues nos habían dado turnos para ver a nuestra doctora a partir de las siete treinta de la mañana. Fuimos con los respectivos resultados de nuestros análisis y luego dimos una vuelta de compras además de reservar mi pasaje a Buenos Aires para el viernes 3 de febrero con regreso el día 20 del mismo mes. Desde la playa vimos la puesta del sol y al regreso prendimos la parrilla para asar un poco de carne y una salchicha parrillera. Ya estaba anunciado que sería el último día de sol que iba a dar paso a un período inestable.
Llegó el martes 31, día de la partida de Alicia, y antes de salir hacia el aeropuerto pasaron Osvaldo y Yolanda a despedirse. El vuelo de Iberia partía a las 14:30 y de la cabaña salimos poco después de las once de la mañana, ya con cielo muy encapotado y un poco de lluvia. Alicia había hecho su check in desde la casa pero en el aeropuerto hubo que hacer igual una larga cola. Habíamos pesado su valija, pero descubrimos que la balanza no coincidía con la del aeropuerto que marcaba dos kilos más. El empleado fue inflexible y exigió que quitáramos esos dos kilos, lo que por suerte pudimos hacer pasandolos al equipaje de mano. Después de conseguir la tarjeta de embarco no le quedó mucho tiempo para ir a embarcar. Yo regresé a la casa, que se sentía muy vacía al ser la primera vez que se producía esta situación. La tarde fue muy calurosa y el tiempo inestable pero por suerte no pasó a mayores.
El miércoles tenía turno al mediodía en la policlínica para hacerme un ecocardiograma y durante la mañana comencé a hacer orden en el galpón empaquetando todos los envases de plástico que habíamos acumulado y cargandolos en el auto para tirarlos en un contenedor. Bastó con ello para liberar mucho espacio en el galpón. El día estaba muy pesado y caluroso, pronosticando la formación de tormentas. A media mañana recibí un mensaje de Alicia avisandome que había llegado bien a Malmö después de un buen viaje. Poco antes de la una de la tarde estaba en la policlínica y con cierto atraso me atendió la cardióloga para hacer el estudio. Su conclusión fue que el estado general del corazón era bueno. Solo detectó una leve dilatación de la aorta pero según ella no era motivo de preocupación. Solo faltaba hacer un electrocardiograma previsto para el viernes a la mañana, Aprovechando que estaba en Piriápolis compré seis bombas Jimo con la intención de desinfectar la casa el viernes en el momento de cerrarla para partir hacia Buenos Aires. Luego me apresuré a regresar al ver que se aproximaba la tormenta. El cielo se fue poniendo cada vez más oscuro y efectivamente pasó una tormenta que por suerte fue de menor intensidad que lo que aparentaba, y como un bono, cayó fuertemente la temperatura.