3 de Junio 2019
Lunes 03 de junio. Fue un buen madrugón para estar prontos a las seis de la mañana y tomar el taxi a la estación del Triángulo. A las nueve y cuarto partió puntualmente nuestro vuelo a Praga con la companía checa y después de un corto vuelo de poco más de una hora aterrizamos en el aeropuerto Václav Havel de Praga. Yo había hecho una reserva de taxi pero a nuestra llegada no vimos entre los numerosos carteles ninguno con nuestros nombres por lo que optamos por contratar un taxi en una oficina cercana para que nos llevara hasta el hotel Roma. Teníamos un día soleado y ya la primera impresión de la república Checa fue muy buena.
Como llegamos al hotel antes del mediodía dejamos las valijas en un depósito y salimos a buscar un restaurante que encontramos de inmediato a metros del hotel. Nos atrajo un plato de carne de cerdo y lo pedimos, llevandonos un chasco porque resultó ser un tocino con mucho más grasa que carne. Reconocimos al menos que la poca carne y las papas eran muy sabrosas. Saliendo de exploración continuamos por la calle del hotel hacia el famoso puente de Carlos pero antes de llegar a la cabecera del puente dimos con la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, que cobijaba al veneradisimo Niño Jesús de Praga, una pequeña estatuilla de cera procedente de España y donada en el año 1628. La particularidad era que este niño Jesus tenía un extenso guardarropas pues desde todo el mundo le habían mandado más de 200 mantas de todo tipo y color. Cada tanto le cambiaban la capa, y en un aposento contiguo pudimos apreciar una exhibición de las prendas más llamativas. La iglesia era de construcción barroca, muy cargada, y conmemoraba el triunfo de la liga católica sobre la liga protestante en 1620.
Ya era hora de regresar al hotel y acceder a la habitación, esperando que no nos tocara una pieza a la calle pues era constante el tráfico de tranvías en ambas direcciones, como parte de la excelente red que cubría la ciudad con total ausencia de colectivos. También hicimos un descanso antes de volver a salir, esta vez con la idea de visitar el pintoresco barrio Vinohrady que quedaba un poco alejado del centro y que contaba con cantidad de restaurantes y bares. Fue una caminata de más de tres kilómetros, cruzando el rio Moldava por el puente cercano al hotel y pasando frente al magnífico edificio del teatro nacional de estilo neorenacentista. Queríamos cenar en el restaurante mexicano Las Adelitas y conseguimos una mesa en la vereda donde nos sirvieron buenos platos típicos y sendas margaritas de mango como tragos. La arquitectura de los edificios de Praga era muy armónica por lo que era un placer para la vista caminar por sus calles, aunque rompía esa armonía la muy particular "Casa danzante" rebautizada popularmente como "Roger & Ginger" por su vaga similitud con estos famosos bailarines. Con un cálido anochecer hicimos a pie todo el trayecto de regreso al hotel cruzando el río por el mismo puente. De hecho no hubo necesidad de tomar ningún transporte público durante toda la estadía, confiando siempre en nuestra resistencia para caminar.
Esculturas de los niños digitales
El minúsculo niño Jesús de Praga
Un par de capas del niño Jesús de Praga
Praga y su famoso puente Carlos
Martes 04 de junio. Alicia había comprado billetes para hacer una excursión en lancha por el río y después del abundante desayuno buffet partimos hacia el muelle. Desde el hotel bajamos al río y continuamos por un parque en dirección al puente Carlos.
Antes de llegar al puente vimos el interesante grupo de esculturas representando niños cuyos rostros habían sido reemplazados por códigos de barras como crítica contra la época actual. El emblemático puente Carlos, proyectado por Carlos IV y completado en el siglo XV era sin duda uno de los símbolos más importantes de Praga. Se apoyaba en 16 pilares y tenía 500 metros de largo por 10 de ancho. Era de características góticas y contaba con torres en ambas cabeceras, además de un total de 30 estatuas distribuidas en toda su extensión. El puente era peatonal y todas las veces que lo cruzamos lo encontramos abarrotado de turistas ya que además de su magnificencia comunicaba los dos barrios históricos de la ciudad. En la cabecera opuesta a la del barrio de nuestro hotel dimos con la iglesia de San Francisco Serafín de los Caballeros de la Cruz y contiguo a la misma el museo del puente, donde nos dieron los billetes para la excursión en lancha, incluyendo la visita al museo.
Preembarco
El puente Carlos
Bajamos una escalinata hasta el muelle, bajo el arco del puente, y antes de la partida nos ofrecieron cerveza o refresco a elección, además de helado o pan de gengibre. La lancha era una réplica fiel de una antigua embarcación rectangular de madera, y con ella hicimos un recorrido de una hora por el rio Moldava, siempre en las cercanías del puente. Tenía auriculares e idioma español por lo que además de la vista recibimos una buena cantidad de información sobre esta antigua ciudad.
Luego hicimos la visita al museo, y en la puerta de la contigua iglesia de San Francisco nos convenció un fulano para que compraramos entradas para un concierto de órgano, trompeta y soprano a las siete de la tarde. En una ciudad tan abarrotada de iglesias, palacios, conventos y museos, no tuvimos que dar muchos pasos antes de llegar al Clementinum, anteriormente Colegio de los Jesuitas, del siglo XVI. Era un complejo enorme y allí pagamos por una visita guiada en la que comenzamos por ver desde la puerta la extraordinaria biblioteca barroca con 20000 libros impresos en aquella época, la mayoría de teología. La biblioteca estaba en penumbras y tenía aire acondicionado para proteger los valiosos libros, que en muy raras ocasiones se podían retirar.
La biblioteca integra estaba digitalizada también para su consulta por los estudiosos. Luego pasamos a la sala del meridiano donde estaba marcado el merdidiano de Praga en el piso y en tiempos antiguos, al dejar pasar los rayos del sol por un orificio en la pared podían saber en que momento era el mediodía astronómico. Con una bandera se daba la señal desde la torre a un cañorero que anunciaba desde la orilla opuesta del rio que era mediodía. Continuando el ascenso llegamos a la torre astronómica y la vista de la ciudad vieja desde ese mirador no tenía desperdicio. Continuamos luego por la calle peatonal en dirección a la plaza central de la ciudad vieja, y en el camino pasamos frente al teatro negro, que ofrecía funciones díarias. Entramos a curiosear y un empleado nos mostró las instalaciones haciendo tanta propaganda que decidimos ir a la función del día siguiente. Como ya teníamos mucho apetito encontramos en una calle lateral un restaurante vietnamita donde hicimos un tardío y rico almuerzo a un precio módico. Estábamos ya muy cerca de la plaza central, y la cantidad de turistas era cada vez mayor sobre todo frente al Ayuntamiento con su afamado reloj astronómico del siglo XV.
Cada hora se producía el desfile de los apóstoles por el par de ventanitas sobre el reloj. Simultaneamente un esqueleto del lado derecho del reloj tocaba permanentemente su campana, como para hacernos recordar de lo efimero de nuestra existencia. En lo alto de la torre había un mirador y nos propusimos subir más adelante a ese lugar también.
Detalle escultórico del puente de CarlosLa iglesia de nuestra señora de Týn dominaba la plaza con su grandeza gótica y los dos campanarios gemelos de 80 metros de altura. Al ritmo que avanzábamos y con las veces que nos deteníamos a observar y sacar fotos de las fachadas, no nos alcanzaba el tiempo para hacer una pasada por el hotel antes del concierto asi que encontramos un lugar en la linda terraza de un restaurante a orillas del rio y nos sentamos a tomar unos tragos. Valió la pena asistir al concierto de órgano, muy bien interpretado por los tres músicos y una cantante, con el magnífico entorno gótico del interior de la iglesia. Como no habíamos cenado, antes de regresar al hotel buscamos un lugar para comer en el casco histórico de nuestro lado del río, cruzando nuevamente el puente de Carlos y llegando hasta la imponente iglesia de San Nicolás. Frente a la iglesia y bajo unas arcadas estaban alineados todo tipo de restaurantes, tantos que se hacía dificil elegir alguno.
Catedral de San Vito desde la colina de PetrínMiércoles 05 de junio. Con un hermoso día decidimos visitar ese día el afamado castillo de Praga que incluía la catedral de San Vito y que por su altura era visible desde cualquier punto de la ciudad. Comenzamos cruzando la calle del hotel para subir por la colina de Petrín, que era una extensa zona arbolada con senderos entrecruzados y con una construcción en la cumbre inspirada en la torre Eiffel. Contaba también con una funicular desde la base de la colina pero preferimos subir a pie por el frondoso parque.
El jardín de los rosalesPasando por una cafetería con un magnífico mirador llegamos a la cumbre donde encontramos un gigantesco jardín de rosales muy cuidado y con rosas de todo tipo y color. Había cola para subir a la torre de 299 escalones (aunque contaba también con ascensor), pero decidimos seguir hacia el castillo continuando por un sendero en el bosque, pasando frente a la embajada sueca y llegando finalmente a la explanada del frente del castillo. Era cerca de las doce, y como a todas las horas enteras del día, se hacía el cambio de guardia por lo que no odía faltar la multitud ansiosa de presenciar el espectáculo.
Imitación reducida de la torre EiffelEl castillo se podía considerar actualmente como una pequeña ciudad amurallada, ya casi sin rastros de las primeras construcciones que databan del siglo IX.
Acceso al castillo de PragaNosotros compramos una entrada que nos permitió ingresar a la imponente catedral de San Vito, al castillo viejo, a la basílica de San Jorge y la llamada Calle de Oro. Esta última era muy interesante porque era una callejuela con una hilera de minúsculas y pintorescas viviendas pegadas al muro y en las cuales habían vivido la servidumbre y los artesanos al servicio de la aristocracia. Algunas viviendas eran tiendas en la actualidad y otras eran museos mostrando cómo vivía la gente de modesta condición además de los artefactos de su profesión. Esta calle era también conocida como la calle de los Alquimistas, según la leyenda sede de aquellos que se dedicaban a la alquimia en tiempos antiguos. En el castillo no faltaban los restaurantes pero al no aceptar tarjeta salimos a buscar uno en las cercanías antes de bajar nuevamente hacia el rio por sinuosas callejuelas y regresar al hotel.
La Calle de OroPoco antes de las siete de la tarde estábamos nuevamente frente al teatro negro y sacamos las entradas para ver el espectáculo, que se llamaba "Visiones de Alicia" basado en la conocida Alicia en el pais de las maravillas.
A la espera del espectáculoGracias a una oscuridad absoluta en la sala y un telón negro de fondo, lograban crear la ilusión de actores y objetos volando por el aire, y asistimos a un show visual y musical fantástico. Casualmente la audiencia de esa noche era mayormente latina y sospechamos que un grupo muy grande era de origen chileno. Al final del espectáculo invitaron a un par de voluntarios al escenario y nos mostraron muy por encima uno de los trucos de una manera muy cómica.
El Teatro Negro de PragaElegimos uno de los tantos restaurantes de las cercanias para cenar y tuvimos la suerte de encontar una mesa libre en la vereda. Vi en el menú que incluía un plato con spätzle, que era evidentemente popular en toda esa región de Europa y resultó ser un plato muy sabroso. Había también música en vivo a cargo de un músico con su guitarra, que nos enteramos luego que era de origen cubano. Ya se acercaba la medianoche y como la plaza central estaba a tiro de piedra nos unimos a la multitud que poblaba las calles para ver el centro con todas las fachadas iluminadas. Centenares de personas se amontonaban frente a la torre del ayuntamiento ya que estaban por aparecer los doce apóstoles. Retomamos después el camino al hotel después de esta agotadora pero muy productiva jornada. Algunas fotos nocturnas:
Torres del acceso oeste al puente de Carlos
El castillo y la catedral de San Vito
Iglesia del Salvador
Torre del acceso este al puente de Carlos
Reloj astronómico
Iglesia de Tyn
Teatro nacional
El rey Carlos IV
El canal CertovkaJueves 06 de junio. Dia nacional sueco y aparentemente muy lindo y caluroso allá. En Praga fue el primer día nublado y se pronosticaba lluvia para la tarde. Nuestro plan era recorrer la judería, un museo que incluía varias sinagogas y el cementerio en un area muy reducida del antiguo barrio judío.
Elegimos caminar por nuestra orilla del rio hasta el puente que le seguía al de Carlos y cruzar allí el rio Moldava. Asi pasamos primero por el puente sobre el canal Certovka y poco después descubrimos un muy angosto pasaje peatonal que bajaba a un restaurante sobre el río, tan angosto que se les había ocurrido poner un semáforo. Pasado el puente se encontraba el Rudolfinum (Por haber sido dedicada a Rodolfo de Habsburgo) o casa de los artistas,
El pasaje más angosto de Pragauna construcción grandiosa donde antes se reunía el parlamento checo y que ahora estaba dedicada a la música. Alli se hacía la inauguración anual del festival de música clásica Primavera de Praga. Entramos a admirar el vestíbulo del edificio que era la parte a la que se tenía acceso, y saliendo nuevamente a la calle vimos enfrente la Universidad con carteles colgados por estudiantes como señal de protesta contra el descuido en la atención al problema mundial de la ecología. La judería se encontraba a corta distancia y alli compramos billetes para hacer una recorrida que incluía cuatro sinagogas, el antiguo cementerio, el hall de ceremonias y una galería de arte. Pagamos también por sendos audífonos para poder informarnos mejor.
La UniversidadLa sinagoga que más nos impactó fue la de Pinkas. Era muy austera y en las paredes internas de la sinagoga se habían escrito a mano los nombres de 80.000 judíos que murieron a causa del nazismo.
El cementerio judioEl cementerio era otro espectáculo pues se veía un mar de lápidas, alrededor de 12000, amontonadas sin ton ni son debido a la falta de espacio que existía en su época para sepultar los cuerpos de lo que se estimaba eran alrededor de cien mil personas. Según la información, en ciertos lugares habían diez capas horizontales de cuerpos. La judería hacia mucho hincapie en la persecución que habían sufrido los judios en todas las épocas y no solo durante la ocupación nazi de Checoslovaquia. No pudimos entrar a la rica sinagoga española pues estaba en proceso de renovación. Almorzamos en un restaurante cercano a la judería, hasta allí sin lluvia, pero cuando salimos comenzó una llovizna que rápidamente se convirtió en lluvia torrencial y hasta un poco de granizo.
Paredes con nombres de víctimasTeníamos paraguas para cubrirnos pero nuestro calzado quedó empapado durante la caminata de regreso hacia el hotel. Lucho nos había encargado que compráramos unas copas para completar un juego e hicimos una parada en el negocio que tenía ese modelo, del que salimos con una caja de seis copas de cristal bien embaladas. Habíamos pensado ir a un concierto de musica clásica, de los muchos que había cada atardecer en muchos lugares de la ciudad pero nos acobardó la lluvia y recién salimos nuevamente hacia la noche para cenar en una fonda a pasos del hotel que tenía un gulash delicioso. Ya no había riesgo de lluvia y cruzamos luego el puente para hacer un último paseo nocturno por la hermosa ciudad vieja. Regresando más tarde hacia el puente de Carlos para volver al hotel nos detuvimos frente a una de las tantas heladerías donde vendían los tradicionales "trdelník". Se trataba de una masa cruda de harina que se iba enrollando como un chorizo en un cilindro de madera y que se asaba al fuego de brasas.
El resultado final era el de una masa cocida al fuego de forma cilíndrica y al retirarla del cilindro quedaba hueca en su interior, con el exterior cubierto con un poco de azúcar. Se podía comer con helado adentro o con un poco de salsa dulce en el interior. Yo pedí esta última, con salsa de chocolate y desde luego me gustó mucho. Para regresar elegimos costear el rio por la orilla opuesta a nuestro hotel hasta el puente que nos dejaba casi en las puertas. Era una noche apacible y sin viento por lo que era un espectáculo ver todas las luces de la ciudad reflejadas en el río. De paso descubrimos al pie del parque de Petrin y cerca del hotel el curioso e interesante monumento en homenaje a las víctimas del comunismo, con varias figuras humanas en fila que se iban desintegrando y desapareciendo.
Viernes 07 de junio. Nuestro vuelo de regreso a Suecia partía a las 17.45 de modo que disponíamos aun de varias horas para nuevas experiencias. Ese día fuimos de los primeros en desayunar, poco después de las siete, y luego dejamos la habitación depositando el equipaje en un cuarto del lobby. Pedimos también un taxi para las tres de la tarde y salimos a conocer la sinagoga de Jerusalén, que quedaba a unos dos kilómetros de distancia y bien alejado de la judería, en la ciudad "nueva". En el camino encontramos una interesante placa recordatoria de la "Revolución de Terciopelo" con la fecha en que el pais se liberó en forma pacífica del control de la Unión Soviética. La sinagoga era de principios del siglo 20, con influencias moriscas, muy colorida tanto en la fachada como en el interior. En la planta alta incluía testimonios de la persecución a los judíos durante el nazismo y posteriormente también durante la ocupación soviética. Desde la sinagoga caminamos al centro de la ciudad vieja para poder subir a la torre del ayuntamiento, lo que teníamos pendiente. La torre se podía subir a pie o en un ascensor cilíndrico muy moderno, y elegimos la escalera.
Teníamos nuevamente un día soleado y desde el mirador vimos nuevamente la ciudad a los cuatro vientos. Bajamos con el ascensor y como estaban por dar las doce salimos a ver el espectáculo de los doce apóstoles asomándose por las ventanas además del simpático esqueleto contiguo al reloj astronómico tocando su campanita. La entrada incluia la visita al salón del ayuntamiento asi que volvimos a entrar para visitarla. De paso pudimos ver desde cerca los dos aros circulares de acero con seis apóstoles cada uno que eran parte del mecanismo.
Cinco de los apóstoles, en primer planoCruzando por última vez el puente de Carlos, alcanzamos aun a visitar la iglesia de San Nicolás, abarrotada de ornamentos, y almorzar luego en uno de los restaurantes. Probé un par de chorizos, bastante grasos por cierto, y una porción de chucrut. Nuestro taxi apareció con un poco de retraso pero igualmente llegamos con buen margen al aeropuerto. Fue muy tranquilo el vuelo, la valija llegó sin atrasos, hubo un poco de espera de tren en Copenhagen y luego un taxi hasta el departamento. Tampoco sufrieron daños las seis copas que Alicia traia para Lucho en una caja que había puesto en su equipaje de mano. Con un lindo atardecer preparamos una cena rápida con lo que encontramos en la heladera para comer "afuera", o sea en el balcón. Tuvimos que coincidir con todos aquellos que habían visitado Praga que era una ciudad fantástica desde todo punto de vista y que a nuestro juicio, merecía definitivamenta varias visitas más.
El sábado por la tarde nos visitaron Magela con sus niños y Mayari también, y se quedaron a tomar una merienda con nosotros. Lucho nos había invitado a su casa a un brunch el domingo a media mañana pues Ana Luisa (nuestra amiga de Cuba) estaba ya en Malmö y no habíamos tenido aun ocasión de verla. Ella partía a los pocos días a ver a su hija, que vivía en Amsterdam, y luego volvía a Malmö por lo que la invité a venir a mi cumpleaños.
Lunes 14 de junio: Tenía ese día un turno con el dentista para hacer el control anual, y por suerte no encontró esta vez ningún problema de modo que bastó con una limpieza. Faltando ya pocos días para nuestro paseo a Kalmar contraté un auto alquilado para retirarlo el sábado temprano. El martes fue Alicia a buscar a su nieto Nicolás a la guardería y lo trajo a casa a jugar. Era más facil tener a los niños uno por vez, pues como buenos hermanos eran muy propensos a pelearse. Nuestro consorcio había informado que ese día habilitaban el gimnasio e invitaban a ver las instalaciones por lo que fuimos a echar una mirada. Era muy práctico tenerlo en un local del sótano a pasos del departamento, y además de tener una sala con aparatos varios había un local contiguo para uso general equipado con mesas y una pequeña cocina además de una mesa de ping pong. Johanna regresaba de Francia con las niñas, después de haber particiado allá de la celebración de cumpleaños de su madre, y no hubo que buscarlas al aeropuerto ya que KF había vuelto el día anterior.
Techo verdeAlicia trajo el miércoles a su nieta Elisa a nuestro departamento y como vino también Johanna con mis nietas, después del obligatorio período de adaptación jugaron muy bien Elisa y Ellen. El jueves fui a buscar el dispositivo con el que se podía acceder al gimnasio, y como Johanna tenía un control médico hicimos también una escapada a su casa a cuidar un rato a las niñas. Era un lindo día de sol y las encontramos jugando en su jardín por lo que nos quedamos afuera con ellas. A la tarde teníamos previsto ir a un barrio de Malmö donde había una visita guiada para observar los "techos verdes", es decir techos que habían cubierto con vegetación. Fue una charla muy interesante e instructiva en la que nos enteramos de los múltiples beneficios que tenían además de las técnicas de instalación, lo que vimos caminando por algunos de esos techos. Mi primer visita al gimnasio fue el viernes de mañana. Ese día teníamos que preparar nuestras cosas para el fin de semana en Kalmar, y también di una vuelta por el departamento de Viktoria para ventilarlo y controlar si todo estaba en orden.
Las embarcaciones
El centro histórico desde el rio
Desde el Clementinum, con la iglesia de Tyn al fondo
El renombrado reloj astronómico
En lo alto del mirador