26 de Diciembre 2019
El miércoles 26 nos propusimos emprender el regreso al Uruguay lo más temprano posible, y finalmente salimos poco dspués de las nueve con un nuevo dia a pleno sol. Gabriel vino a despedirnos y luego nos guió por el pueblo buscando infructuosamente una farmacia abierta para que Alicia pudiera comprar su pomada Caladril. Para llegar a Zárate optamos por la variante Luján - Campana al contar con autopista desde Mercedes, aunque el corto y transitado tramo entre Campana y Zarate estaba en un estado calamitoso, increible para ser una arteria tan importante. Decidimos entrar a la ciudad de Gualeguaychu para hacer un almuerzo liviano y de paso comprar la pomada en la Farmacity del centro. En la frontera con Uruguay no tuvimos prácticamente espera ya que había pocos vehículos y muchas cabinas habilitadas, y a la puesta del sol estábamos ya en Canelones con ruta bien marcada. Doce horas después de la partida llegamos a nuestra comarca y por suerte encontramos un restaurante abierto en Las Flores donde cenamos antes de llegar a la casa. Al día siguiente hicimos compras para reaprovisionarnos de alimentos y bebida, y siendo un día de sol y calor bajaron Alicia y Karin a la costa a bañarse. Logramos comunicarnos con Johanna para felicitarla en su cumpleaños, aunque la pobre había postergado la celebración a causa de una fuerte angina. Karin preparó una cena muy sabrosa de pollo con verduras al horno mientras veíamos cómo se acercaba una fuerte tormenta que no pasó a mayores. El viernes sacamos las tres bicicletas y le mostramos a Karin el puerto con su largo y ancho espigón renovado. A pesar del fresco viento hubo una nueva pasada por nuestra playa antes de la cena. En medio de la noche comencé a escuchar truenos en la lejanía y me levanté a cerrar todos los postigos, lo que fue buena idea pues más tarde vino una lluvia torrencial. La mañana del sábado fue fresca y lluviosa, pero por la tarde se despejó totalmente y llegó de nuevo el calor. Karin bajó a esperar a Anita que venía desde Buenos Aires y fueron directamente a la playa antes de subir a la casa.
Partimos hacia Valizas el domingo 30 por la mañana, previa escapada al supermercado El Viejo Tano a buscar la carne "supreme" para el asado del día siguiente. El tráfico por la ruta 9 era bastante intenso, con cierto grado de imprudencia por parte de algunos conductores con apuro, pero llegamos a destino sin problemas estacionando el auto frente a la casa que había alquilado Brenda y su familia. Ellos estaban en la playa y nosotros queríamos almorzar, lo que hicimos en uno de los tantos restaurantes del pueblo. Por la tarde volvimos bajamos todos caminando a la playa, equipados con sombrillas y sillas playeras, y a la noche se hizo la cena en la casa. A nosotros nos tocó una habitación en el primer piso, donde había que cuidarse de los golpes con el techo a pesar de lo cual algún impacto menor hubo. En medio de la noche recibí un llamado de Karin, desconcertada porque la alarma de la casa estaba dando cada medio minuto una señal de baja batería. Yo no sabía cómo cancelar esa señal y mucho no se podía hacer a esa hora, y como podían seguir durmiendo lo dejamos para la mañana. Ella se pudo comunicar con Prosegur a la mañana y le explicaron como cancelar la alarma.
Lunes 31 de diciembre. Fue un día de mucho sol y calor, que incluyó dos idas a la playa, una antes y otra después del almuerzo. Brenda era la encargada de hacer el asado pero por la tarde me enteré que me habían pasado la tarea a mi. Por suerte había bastante leña chica seca para juntar en el barrio e iniciar el fuego, y finalmente salió un exitoso asado con carne de alta calidad. Asi recibimos el nuevo año, y después del brindis salimos Alicia y yo a dar una vuelta y ver cómo festejaba la gente joven en la calle. Illian e Isabel estaban en su casa y quisimos saludarlos pero desistimos al encontrar la casa totalmente a oscuras. Como esperábamos que viniera Ricardo a comenzar a cambiar las columnas de la casa decidimos emprender el regreso a Piriápolis el 1 de enero después del almuerzo. Hubo aun una ida a la playa por la mañana, aunque soplaba un fresco viento desde el mar. Pasamos nuevamente por la casa de Illian y esta vez los encontramos levantados por lo que pudimos ponernos de acuerdo en los detalles de la ida a Mercedes el 17 de enero para asistir al festival del Jazz a la Calle. En la ruta 9 nos encontramos con intenso tráfico pero en dirección opuesta, y en Piriápolis la cantidad de autos era algo nunca visto, con las playas repletas al atardecer. Anita se habia ido a Punta del Este y Karin la había acompañado a la parada de ómnibus. Cuando regresó partimos a Las Flores a cenar y lo hicimos en el restaurante de la asociación comunal contiguo a la playa con una noche cálida que presagiaba tormenta. El mal tiempo comenzó durante la noche y siguió al dia siguiente con fuertes chaparrones que recién cesaron a la tarde y tuvimos luego una puesta de sol espectacular. Karin partía con pocas ganas a las nueve de la noche en ómnibus a Montevideo, para seguir desde allí a Carmelo y cruzar a Tigre con la Cacciola llegando a eso de las siete de la mañana del día siguiente. Nosotros hicimos la reserva de una casa en las afueras de Mercedes del 17 al 20 de enero, y la idea era ir los cuatro para allá en el auto de Illian. El mal tiempo hacía imposible comenzar con la tarea del cambio de columnas y Ricardo vino recién el jueves pasado el mediodía trayendo un ayudante. Tratando de salvar los tres rosales adosados a las columnas existentes traté de inclinarlos hacia el jardín mientras comenzaban a cavar para sacar el cemento de base de cada columna. Pudimos verificar que efectivamente había un proceso avanzado de deterioro en las bases de la madera, que estaban condenadas. Antes de terminar su jornada habían quedado presentadas tres de las siete columnas, con el alero convenientemente apuntalado. El viernes regresaro temprano, con la intención de completar el trabajo y dejar fraguando las nuevas bases de cemento lo que lograron poco antes de la puesta del sol. Mientras tanto fuí removiendo los montículos de tierra y material del frente de la casa para recuperar el maltratado jardín. Quedaban además a nuestro cargo una buena cantidad de detalles de terminación que nos iban a tener ocupados por un tiempo. En un descuido los caballos que de tanto en tanto traían a pastar en el terreno vecino nos dieron la sorpresa de comerse las plantas de arvejas más cercanas al alambrado. Por suerte tuvieron la delicadeza de no destruir la estructura que había hecho para que treparan. Como contrapartida descubrimos la primer manzana que estaba dando nuestro arbol. Alicia fue on el auto a la feria del sábado a buscar pescado, mientras que yo atacaba los montículos del lado de la cochera lo que me llevó todo el día. Alicia por su parte comenzó a pintar un paisaje en un canvas que habíamos comprado hacia tiempo para colgar un cuadro en la pared del fondo del living. El domingo de reyes fue un día muy caluroso y pesado, con presagio de tormenta a causa de un frente que entró desde Brasil y que fue cubriendo de alertas amarillas y naranjas todo el territorio. Los Reyes nos visitaron dejandome una remera y un libro compartido por ambos. Alicia alcanzó a darse un baño en el mar antes del anochecer mientras yo completaba el repaso de las nuevas columnas con protector además de volver a montar las dos lámparas y la campanita. Luego nos alcanzó la tormenta con un despliegue espectacular de rayos y truenos al punto que opté por cortar la alimentación eléctrica a la casa hasta que pasó lo peor. La lluvia fue practicamente continua durante toda la noche.
Lunes 7 de enero. Después de un tardío desayuno salimos de compras con el auto a reaprovisionarnos cuando ya era casi el mediodía. Continuaba la lluvia y en la ciudad el tráfico estaba practicamente colapsado, pues la cantidad de vehículos excedía evidentemente la capacidad de las calles aunque pocos de ellos eran argentinos. Alicia le estaba dando ls últimas pinceladas a su obra y por mi parte aproveché el martes soleado para completar la pintada de las columnas. También coloqué cuatro rejillas de ventilación tapando al mismo tiempo los agujeros que habían quedado en la parte superior de sendas columnas del frente. Se preveían tormentas para la noche y cerramos todos los postigos antes de acostarnos, aunque no llegó a nuestra zona. El miércoles estuvo nublado y ventoso pero sin lluvia, un alivio para aquellas zonas donde los ríos ya estaban desbordando con más de mil evacuados de sus viviendas. Hicimos una salida en bicicleta hasta la terminal de ómnibus donde Alicia compró un pasaje para viajar al día siguiente por la mañana a Montevideo y visitar a su amiga Angelita. Yo me quedé en la casa y decidí remover los zócalos de la pared del fondo para controlar algunas manchas de humedad. Como el yeso tocaba el cemento de la platea podía estar absorbiendo humedad y por lo tanto tomé una trincheta y corté la base de los paneles de yeso dejando una separación de un par de centimetros. También pasé barniz a los zocalos, que se veían un poco deslucidos. El viernes continué la misma operación en la habitación chica, mientras "el niño" nos daba un respiro de un par de días con cielo azul y buenas temperaturas. A la noche salimos con las bicicletas y fuimos al Argentino Hotel pues había una conferencia con entrada libre en el salón dorado. Era la mismísima Silvana la conferencista, dueña y locutora de la radio local, que nos quería presentar su muy particular teoría de "sanación cuántica", muy de moda en este momento. Para los excepticos seguramente dijo un montón de disparates, pero sin duda para otros dijo cosas muy interesantes. La actividad terminó a las diez de la noche y antes de regresar dimos una vuelta por el centro, muy concurrido a esa hora con una noche excepcional. Como el cuadro de Alicia ya estaba colgado, nos quedamos sin pared de proyección de modo que encargamos a Montevideo una pantalla que llegó el sábado y la fuimos a buscar a la tarde. Alicia alcanzó a ir a la playa donde tomó algunas fotografías del atardecer a modo de inspiración para su siguiente obra. Para ello ya había traido de Montevideo un bastidor con ese propósito y al día siguiente se dió de lleno a esta nueva obra. Viktoria nos avisó que habían comprado pasajes para venir a visitarnos por una semana el 23 de enero.
Lunes 14 de enero. Era el día programado para la operación de rodilla de mi hermana y le pedimos a Cacho que nos mantuviera al tanto por su whatsapp. La lluvia continuaba creando problemas de inundaciones en el norte del pais pero en nuestra región teníamos buen tiempo de modo que continué dando barníz a los zócalos y también quité cantidad de tallos de las plantas de menta que se habían ido en vicio en el cantero de desague del lavarropas. A media tarde nos avisó Cacho que la operación había terminado y habían trasladado a Elsa a sala. Alicia había hecho amistad con una señora que conoció accidentalmente en el ómnibus durante su última ida a Montevideo y conversando con ella se enteró que ella pensaba construirse una casa de barro en la localidad de Las Flores cercana a Piriápolis. Esta señora, de nombre Laura, la llamó el martes desde Maldonado preguntando si nos era posible transportar unas ventanas usadas que había comprado en una casa de remates. Con las medidas que nos dió estimamos que entrarían en el auto rebatiendo el asiento trasero, y para fuimos con una tarde gris y lluviosa. Logramos meter las seis ventanas además de algunos vidrios, y Laura pidió también si podíamos ir a una cristalería a buscar algún parabrisas de auto roto que pudiera rescatar. Cuando vi lo que buscaba me pareció imposible poder meter semejante vidrio en el auto, pero por suerte encontramos una luneta trasera bastante intacta que pudimos traer sin problemas. Ella se tuvo que volver con el ómnibus y nos encontramos en su terreno donde Laura vivía en forma muy precaria en un galpón venido a menos y con una carpa adicional. Al menos tenía agua y electricidad, y nos convidó con unos mates mientras explicaba su proyecto. Ya se venía la noche por lo que regresamos a la casa con la promesa de volver a visitarla y observar los adelantos en la construcción, que aun no había comenzado. Cacho nos puso al tanto de la recuperación de Elsa, que estaba aun con fuertes dolores y sedantes. Illian e Isabel, con quienes ibamos a hacer el paseo a Mercedes, nos comunicaron que habían decidido no ir por temor a no poder regresar a tiempo para recibir el departamento alquilado de Punta del Este. Eso significaba un cambio de planes pues ibamos a ir lod cuatro en su auto, de modo que decidimos ir con el nuestro y el miércoles por la tarde hicimos una escapada a Piriápolis comprando provisiones para el viaje y la estadía en Mercedes. Con la idea de llegar a media tarde, partimos el jueves después del desayuno, y como Mayari estaba de visita en lo de su tía Carmen en Santa Lucía pasamos a saludarla. La visita terminó siendo un muy ameno almuerzo compartido con ellos y de mala gana tuvimos que terminarlo para seguir viaje. La casa que habíamos reservado se encontraba en un barrio semicerrado al que se llegaba pasando la ciudad y cruzando el puente sobre el Rio Negro. Habíamos avisado por teléfono nuestra llegada y al rato apareció el propietario con las llaves y ropa de cama. La vivienda era de estilo moderno y de reciente construcción, con tres dormitorios y un gran parque por lo que había lugar de sobra para nosotros dos. Después de instalarnos y cuando ya había caido la noche, fuimos a la ciudad con el auto ya que estábamos a unos tres kilómetros del centro. Estaba fresco y ventoso, y el clima no parecía muy propicio para tocar jazz en la calle pues el centro estaba desierto, pero nos enteramos que la actividad se desarrollaba en el teatro 28 de febrero con entrada libre. Antes de ir allá cenamos en el restaurante del hotel Brisas del Hum, donde nos habíamos alojado un mes antes durante nuestro viaje a Buenos Aires. El teatro estaba abarrotado de público no obstante lo cual dimos con confortables butacas para escuchar a tres grupos de jazz hasta que ya cerca de la medianoche nos venció el cansancio y regresamos a la casa justo a tiempo antes de que cayera un diluvio. Cacho había mensajeado que mi hermana continuaba internada un día más y había recibido una transfusión para compensar la pérdida de sangre. El tiempo comenzó a componerse el viernes por la mañana, y decidimos hacer una visita al conocido castillo Mauá, en un parque en los suburbios de Mercedes. Había que cruzar un arroyo por un puente que a causa de la crecida apenas asomaba sobre el agua para subir luego una loma hasta llegar al castillo, construido en el milochocientos y tantos por el barón brasilero del mismo nombre (Irineu Evangelista de Sousa, barón y vizconde de Mauá). Era una magnífica construcción de dos plantas que lamentablemente estaba muy venido a menos, y en el único sector habilitado de la planta baja visitamos un museo paleontológico muy interesante que tenía una buena colección de fósiles encontrados en la zona con muy didácticas explicaciones. En otra ala del castillo funcionaba una bodega, la única en Uruguay de propiedad municipal, que producía los vinos Mauá con las técnicas y métodos tradicionales utilizados por Buenaventura Caviglia que fue el segundo propietario del establecimiento. Llegamos demasiado tarde para poder visitar la bodega, que quedó para otra ocasión, pero en un kiosco que encontramos al retornar a la ciudad pudimos comprar una botella de vino tinto. Después de unas compras en el supermercado entramos a hacer un tardío almuerzo frente a la plaza Independencia antes de regresar a la casa. Los toques de jazz comenzaban a las nueve de la noche y fuimos directo al teatro para encontrarlo desierto por lo que dedujimos que estarían tocando en la Plaza del Encuentro. Efectivamente estaba allí el escenario, kioscos de venta de artículos variados y puestos de comida. A falta de sillas sacamos nuestra lona del auto para sentarnos en el cesped a escuchar a dos grupos, el primero argentino. El sábado, con un día muy soleado, salimos a caminar después del desayuno bajando a la ruta 2 y continuando por la banquina hasta pasar el puente sobre el Rio Negro. La caravana de autos argentinos era constante, y vimos más vehiculos en dirección al este que los que regresaban a Argentina. Pensábamos que ibamos a encontrar algún lugar para comer pero el pueblo estaba desierto al mediodía y emprendimos el camino de regreso. Nuevamente por el puente, un camión que pasó rápido me hizo volar el gorro que por suerte cayó a una calle pues aun estábamos en la cabecera del puente y asi con una caminata extra pude recuperarlo. Ya del otro lado del río entramos a un campo loteado con calles habilitadas y así llegamos por otro camino a nuestro barrio después de una caminata de unos ocho kilómetros. Hicimos nuestro almuerzo de ñoquis en la casa y a media tarde regresamos con el auto para hacer una recorrida por la ciudad observando los magníficos murales, algunos aun en obra, que estaban pintando artistas venidos de varios paises con ese propósito. En esta oportunidad habíamos cargado sillas playeras con los que contaba la casa y volvimos a instalarnos en la Plaza del Encuentro a escuchar música. También compramos algo para cenar en los puestos de comida ya que nuevamente nos quedamos hasta casi la medianoche. El domingo teníamos previsto emprender el regreso y entregamos las llaves de la casa cerca del mediodía. Antes de dejar Mercedes conseguimos un poco más del vino Mauá, que nos había parecido muy sabroso y natural. Como teníamos curiosidad por conocer las "Sierras de Mahoma" que habíamos visto en nuestras muchas pasadas por la ruta decidimos entrar a ver de qué se trataba. Después de recorrer un corto sendero de ripio llegamos a un establecimento sin mayores pretensiones, con una casa que tenía el cartel "Posada de las Sierras de Mahoma". Allí había un restaurante y habitaciones para pernoctar, y viendo la parrilla en marcha nos sentamos a almorzar en el patio. Nos enteramos también que pagando una entrada se podía recorrer la rocosa sierra cercana que parecía ser muy pintoresca con originales formaciones geológicas de granito. No nos daba el tiempo para hacerlo pero lo anotamos para regresar en el futuro. Como acotación al margen, el nombre no tenía nada que ver con el profeta. Se debía a una deformación del nombre del indígena "Ohma" que había habitado en ese paraje. En Las Flores entramos a saludar a Laura, la de la casa de barro, y de paso recuperar el taladro que le habiamos prestado antes de ir a Mercedes.
Lunes 21 de enero. Después de nuestra escapada a Mercedes volvimos a la rutina habitual y mientras Alicia se dedicaba a su segundo cuadro yo volví a colocar todos los zócalos a los que les había aplicado barniz. Dejé una pequeña luz entre los zócalos y el piso para permitir la ventilación de las paredes, evitar la humedad y combatir los insectos. Nicolás vino a hacer un muy necesario corte de cesped con una tarde soleada y calurosa, que siguió el martes cuando no tuvimos más remedios que ir a la ciudad a aprovisionarnos. Viktoria y Matias iban a llegar el miércoles a la noche y se iban a quedar una semana por lo que queríamos organizar un poco la cuestión de las comidas. Al atardecer acompañé a Alicia a la costa donde encontramos la playa abarrotada de turistas, e hicimos una buena caminata por la orilla del agua. Los chicos partieron de Buenos Aires temprano por la tarde del miércoles con el Colonia Express y llegaron a Tres Cruces en Montevideo con tal suerte que alcanzaron a tomar un omnibus a Pirapolis casi de inmediato y que los dejó en la parada 10 poco después de las ocho de la noche, a minutos de la puesta del sol. El buen tiempo los acompañaba pues pudieron bajar a la playa al día siguiente, mientras que el viernes planeamos una salida con el auto por la costa hacia el este. Salimos de tarde con un día de mucho calor y costeamos hasta pasar Punta del Este y la Barra de Maldonado llegando a Manantiales donde experimentamos un brusco descenso de temperatura al bajar a observar al mar. Habíamos leido que en el hermoso Parque de las Esculturas de la fundación Pablo Atchugarry iba a tener lugar un concierto de piano, y como llegamos allí con buena anticipación estacionamos el auto e hicimos un picnic bajo los árboles en el mismo predio del estacionamiento con comida preparada por Alicia. Luego fuimos al auditorio a escuchar al talentoso pianista uruguayo Enrique Graf que interpretó piezas de Bach, Chopin, Mendelsson y Beethoven. El auditorio se llenó de gente e incluso tuvieron que poner sillas adicionales afuera, y a causa del calor hubo que poner en marcha el aire acondicionado cuyo ruido fue un pequeño estorbo. Fue no obstante un magnífico recital, y con una noche muy serena hicimos luego una recorrida para contemplar las esculturas iluminadas que estaban diseminadas por el parque. De regreso a la casa se nos había vuelto a despertar el apetito e hicimos una tardía picada antes de acostarnos. Antonio y Antonieta estaban veraneando en Punto del Este y habían confirmado que vendrían a visitarnos el sábado por la tarde junto con su primeriza nieta Isabella. Anticipando que tal vez se quedarían a cenar preparamos una buena cantidad de canelones en base a panqueques elaborados con harina sin gluten y rellenos con zapallitos y ricota. Llegaron poco después de las cinco de la tarde y como hacía mucho calor los esperamos con la mesa puesta a la sombra bajo el techo de la cochera. Fue un grato reencuentro después de un par de años de no vernos y con mates y facturas compartimos las novedades de cada familia. Luego pudimos convencerlos de que se quedaran a cenar, y los canelones fueron un gran éxito. Ellos se quedaban en Uruguay hasta mediados de febrero y quedamos a ir a visitarlos en el departamento que habían comprado en el centro de Punta del Este. Ese mismo sábado por la tarde partieron Magela, Leo y sus dos pequeños hacia el Uruguay y aun cuando se iban a alojar en la vivienda de Jorge en la ciudad de la Costa, quedamos en ir a recibirlos al aeropuerto el domingo a la mañana. Llegaron bien, con un vuelo de Iberia directo de Madrid y los niños muy contentos de poder correr y saltar después del largo viaje. Repartimos el equipaje en los dos autos y fuimos hasta la casa de Jorge donde nos quedamos un rato antes de regresar a casa previa parada de compras en la Tienda Inglesa de Atlántida. Era el día en que habían pronosticado temperaturas tan altas como 34 grados y se notaba, pero también habían comenzado a formarse nubes y de hecho nos tocó un buen chaparrón mientras ibamos por la ruta interbalnearia. Los chicos habían ido a la playa por la mañana, y los encontramos descansando en la casa. A modo de almuerzo dimos cuenta de los canelones que habían sobrado la noche anterior y ese día cenamos en el balneario Las Flores en el restaurante La Caracola que estaba contiguo a la playa y contaba con una amplia veranda para comer afuera.
Lunes 28 de enero. Tal como lo habían pronosticado, el domingo habíamos tenido ya altas temperaturas y la ola de calor se instaló de lleno el lunes por la mañana. En nuestra región la temperatura alcanzó los 34 grados y no hubo más remedio que poner en marcha el aire acondicionado para no cocinarnos. Los chicos estaban a cargo de la cena y para hacer las compras necesarias fuimos al centro con el auto. Alicia se dió temprano un baño de mar, mientras que Viktoria y Matias hicieron una escapada más tarde. Con tales temperaturas comenzó a formarse tiempo tormentoso con amenaza de lluvia aunque por suerte no pasó a mayores. El tiempo bochornoso continuó el martes también y poco y nada nos movimos de la casa, comiendo a la noche los obligados ñoquis (sin gluten) del 29. Asi llegamos al 30, último día de la estadía de Viktoria y Matías. A causa de las altas temperaturas y la cantidad de agua que traían los rios se hicieron presentes las cianobacterias que invadieron las playas con su característico color verde, imposibilitando la entrada al agua. Decidimos hacer un corto paseo, mostrándoles a los chicos el renovado puerto, subiendo luego al cerro San Antonio, y visitando finalmente al castillo Pittamiglio en Las Flores que fuera propiedad del arquitecto e ingeniero Humberto Pittamiglio. En el castillo habían inaugurado un museo interactivo muy interesante, con detalles de la vida e ideas de este particular personaje. Regresando a la casa sacamos la parrilla y Matias hizo un asado que gracias a la apacible noche pudimos comer afuera. El jueves nos levantamos bien temprano a desayunar pues a las 08:15 pasaba el buquebus por la terminal de Piriapolis para ir a Montevideo a tomar el ferry Francisco. La ola de calor había quedado atrás y comenzaba a venir agua fría desde el sur, pero aun tendrían que pasar unos días antes de quedar liberados de las cianobacterias de la costa. El jueves por la noche fuimos en bicicleta hasta el centro pues se proyectaba una película en la casa de la cultura. Vimos el documental español "El Milagro de Candeal" que muestra las iniciativas musicales de Carlinhos Brown para mejorar las condiciones sociales en la favela Candeal de la ciudad de Bahía en Brasil. Era interesante pero nos pareció un poco larga a causa de los muchos intervalos musicales incluidos en la película. Al día siguiente hicimos una nueva salida a la ciudad ya que Alicia nos había anotado para hacer un paseo místico que arrancaba en una plaza de la rambla frente al hotel Colón. Resultamos ser los únicos anotados e hicimos una linda caminata guiados por una mujer muy ilustrada en el tema de la mística de la zona que ya era bien conocida por nosotros. Después de hacer un trecho por la rambla subimos la escalinata de piedra de la ladera del cerro San Antonio hacia la estatua de la Virgen de los Pescadores. Antes de llegar allí nos detuvimos en la gruta en la que solía meditar Piria, donde también nos sentamos un rato a meditar. Cerramos el paseo bajando por el camino que llevaba a la cumbre del cerro viendo de paso una puesta de sol espectacular. Como ya se nos había abierto el apetito cenamos luego en el Argentino Hotel antes de regresar a la casa. Nuestros amigos uruguayos Roberto y Cecilia, que estaban radicados en Mallorca, se encontraban de paseo por el Uruguay y como andaban el sábado por Piriapolis los invitamos a almorzar. Habíamos comprado un buen pedazo de bondiola que Alicia hizo al horno y que tuvo gran éxito. Quedó abierta la posibilidad de ir a visitarlos en Mallorca en septiembre cuando Roberto cumpliría años. En la casa comenzamos a tener problemas con el desagote del lavarropas e investigando la zanja vimos que la vegetadión, especialmente la menta, había obstruido la libre circulación del agua por lo que comencé a liberar la zanja sacando la tierra y las piedras que la llenaban. El domingo decidimos ir a la costa en el balneario Bella Vista donde sobraban las piedras grandes y juntamos una buena cantidad para comenzar a rellenar nuevamente la zanja. También pasamos por el castillo de Piria para ver una exposición de pinturas en las cuales quería inspirarse Alicia. Había mucha gente visitando el castillo, donde por suerte era cada vez mayor el número de salas que se estaban abriendo al público. Por primera vez pudimos subir también a la torre. Alicia bajó un rato a la playa el lunes por la mañana y vió que ya no estaba la bandera sanitaria que indicaba la presencia de cianobacterias. El agua del Atlántico estaba ingresando nuevamente y haciendo un buen trabajo de limpieza.
Lunes 4 de febrero. Buen tiempo en la región y con diversos trabajos de mantenimiento en la casa para tenernos ocupados. Ahora esperábamos la llegada de Magela y familia el martes a la noche, y previendo que se quedarían por tres días salimos el martes a aprovisionarnos al centro. Dejamos a Nicolás haciendo un nuevo y muy necesario corte de cesped, y regresando a la casa observamos que se había producido un nuevo incendio en el cerro Pan de Azucar, esta vez en la poco accesible ladera sur. Afortunadamente lograron dominar el fuego ya que a la noche parecía todo tranquilo. Magela, Leo y los niños llegaron cuando ya había oscurecido y prontamente acostaron e los niños. Para mayor comodidad les habíamos dado nuestro dormitorio mientras que nosotros nos habíamos instalado en la habitación chica. A partir de allí tuvimos tres días intensos con ellos, entreteniendo a los niños con idas a la playa, a la reserva de fauna y flora del cerro Pan de Azucar, e incluso armando una pileta de plástico que habíamos comprado con tal propósito. Les tocaron días muy lindos, sin lluvia, y por momentos tuvimos que utilizar el aire acondicionado a causa del calor. Después del almuerzo del viernes emprendieron el regreso a Montevideo, y por nuestra parte aceptamos la invitación de Antonio y Antonieta a visitarlos en su departamento de Punta del Este. Llegamos allá a la tardecita a tomar unos mates en el balcón del décimo piso de una de las tantas torres que abundan en la zona, y luego fuimos a comprar un pollo asado en una rotisería cercana para la cena. La velada fue muy linda y se prolongó bastante, y Antonio nos hizo además una propuesta interesante respecto a nuestro auto, ofreciendo la cochera de su departamento que quedaba sin ocupar en el invierno. En el camino de regreso a Piriápolis tuvimos un show gratuito brindado por una espectacular tormenta eléctrica sobre el mar y las sierras. Desde luego vino acompañada de lluvia y viento pero no pasó a mayores. Nos interesaron dos propuestas culturales del sábado, siendo una de ellas la celebración del año uevo chino en Punta del Este y la otra un festival en el castillo de Piria. Como la cuestión china se repetiría una semana más tarde en Piriápolis optamos por ir al castillo de Piria hacia la puesta del sol al festival "Piria alive", con entrada gratuita. Era una repetición de otros festivales de verano, con puestos de ventas, carritos con comida ahora llamados "foodtrucks", música y algunos artistas haciendo pinturas. El castillo estaba muy bien iluminado y hasta apareció un Ford A en excelente estado con personajes vestidos a la moda de la los años 30. Nos quedamos un rato y probamos arepas de uno de los puestos antes de emprender el regreso a la casa. Como teníamos una hermosa mañana de domingo decidimos desayunar en la galería y desde allí observó Alicia que la ventana de la cocina de nuestras vecinas más próximas parecía abierta. Fuí a observar y efectivamente pude comprobar que le habían roto la reja para entrar a robar. No teníamos su número de teléfono de Montevideo pero le pasé el dato a nuestro vecino Juan que logré que alguién las llamara, por lo que aparecieron a la tardecita junto con un patrullero oficial. Si bien sabíamos que había robos en Piriápolis dejó una sensación amarga saber que por primera vez se habia producido tan cerca. A la tarde continuamos profundizando la zanja de desagote del lavarropas.
lunes 11 de febrero. Alicia se había enterado que nuestros amigos Sonia y Ricardo de Alvesta estaban de paseo por el Uruguay y vendrían a la casa de unos conocidos en Piriápolis por lo que los invitamos a que pasaran a almorzar el martes. Con ellos vino también la amiga donde estaban parando, quien ya al día siguiente los iba a llevar al aeropuerto para su regreso a Suecia. Al continuar el buen tiempo continuamos el miércoles con la zanja y cercano a la puesta del sol hicimos una larga caminata por la playa, que gracias a la fuerza del mar estaba recuperando su aspecto habitual. Alicia comenzó a sentir dolores de cintura, lo que podría complicar el programado paseo del sábado a la sierra de las Ánimas. Para ver qué recomendaban plantar en la zanja fui el jueves a un vivero donde me sugirieron el falso pairo, que era una planta bien bonita, por lo que compré tres de ellas. Aproveché la vuelta para hacerme un necesario corte de cabello mientras Alicia se quedó en la casa cuidando su espalda. Nos habíamos comprometido para ir al día siguiente a Montevideo a encontrarnos con Magela y la familia, y como teníamos pendiente tramitar la visa para Cuba partimos temprano para llegar a la embajada antes de que cerrara. Nos recibieron muy bien y entre compañero de aquí y compañera de allá, y de llenar el formulario de rigor, conseguimos nuestras visas con asombrosa celeridad. Aun faltaban un par de horas para encontrarnos con Magela y nos trasladamos al lugar de la cita en el mismo barrio donde vivía nuestra amiga la bióloga Manuela para vernos con ella y almorzar en un restaurante. Alli nos encontramos con Magela, Leo y los niños, y el plan era comer helado en la heladería artesanal cercana "del Abuelo" que ofrecía helados de gustos bastante exóticos. Aun restaba un compromiso más pues Rita, la hermana de la consuegra de Alicia, nos había invitado a todos a cenar. Siendo aun temprano nos trasladamos a un parque cercano a matear y entretener a los niños, antes de cruzar toda la ciudad hasta la casa de Rita y su marido Julían. La velada fue bien larga y entretenida, ya que recién emprendimos el regreso cerca de medianoche. Cuando ya habíamos cruzado media ciudad hacia Piriápolis nos percatamos que la cartera de Alicia con nuestros pasaportes y visas había quedado en lo de Rita por lo que no hubo más remdio que regresar a buscarla y asi fue que llegamos a casa pasadas las dos de la mañana. Gracias a ejercicios y medicación, la espalda de Alicia dió el visto bueno para la excursión del sábado. A pesar de levantarnos bastante tarde alcancé a plantar los tres falsos papiros antes de partir con el auto hacia la terminal de ómnibus de Pan de Azúcar, lugar de encuentro para iniciar el paseo. llevábamos sendas mochilas con agua, algo de fruta, las obligatorias linternas, buen calzado y abrigo. En la terminal nos juntamos con ocho personas más y un guía muy entusiasta que nos dió algunos detalles de la excursión. Había que trasladarse en caravana unos cinco kilómetros por la ruta interbalnearia hasta la base de la sierra de las ánimas, para tomar allí un camino vecinal. Se produjo una cierta demora pues habia que esperar la llegada de una combi con un grupo adicional de participantes, que parecía no llegar nunca. Como peligraba la llegada a la cima antes de la puesta del sol, una segunda guía se quedó a esperarlos mientras nosotros seguíamos por un camino cada vez más precario hasta llegar a un pequeño estacionamiento ya en la ladera del cerro para dejar los vehículos. Unos cien metros más arriba nos encontramos con la Casa Arrayana, una vivienda grande construida con materiales de la zona y en medio ya del monte nativo, que era propiedad de Rina Diaz y su familia. La casa estaba preparada para hospedaje modesto también y Rina nos dió algunas instrucciones básicas respecto a las instalaciones sanitarias (...los varones al monte) además de proveernos de bastones hechos de ramas de ligustro, una invasora que parecía ser para lo único que era util. Asi arrancamos en fila india por la escarpada picada en el tupido monte nativo y después de una hora de caminata bien transpirada llegamos a la cima de un cerrito con espectacular vista de la región a minutos de la puesta del sol. El bullicioso grupo de la combi con su guía llegó también por lo que el lugar estaba bien concurrido. La noche fue cayendo y pronto quedamos en la penumbra con la luna creciente como única companía para iniciar el descenso, y fue fenomenal la experiencia de hacerlo por una angosta picada sin más luz que la que proporcionaban las linternas. De tanto en tanto podíamos apreciar laboriosas arañas tejiendo sus redes entre las ramas de los árboles y algún cocazo nos dimos también al no advertir ramas bajas en la oscuridad. El paquete incluía una cena fría vegetariana en la Casa Arrayana, preparada por Rina y nos dió la opción de comer en el ámplio salon o al lado de un fogón donde había encendido fuego. Como muchos otros, optamos por llevar nuestros platos al fogón, y eran casi las once de la noche cuando emprendimos la retirada. El domingo se celebraba el año nuevo chino en la rambla de Pirapolis y pasamos a buscar a Laura desde su casa de barro en construcción en Las Flores para ir al centro donde dejamos el auto en la cochera del departamento de Rosita, otra conocida de Alicia. La celebración de los chinos incluía varios bailes con disfraces de leones y de dragones muy coloridos además de demostración de sus bailes tradicionales. Si bien se hacía en un espacio muy amplio de la rambla, era a nivel de la calle por lo que nos encontramos con un muro de gente delante nuestro que poco dejaba ver. Al embajador y autoridades en cambio los habían ubicado sobre una tarima, y como no iba a haber fuegos artificiales dejamos el lugar para pasear por la rambla. Asi nos encontramos de casualidad con Carmen y Cholo, un matrimonio conocido de Alicia, que estaban pasando unos días de vacaciones en Piriápolis. Los invitamos a venir a la casa a comer al día siguiente.
Lunes 18 de febrero. La invitación a almorzar nos obligó a salir de compras a la mañana, y pasado el mediodía partí al centro a buscarlos en el lugar donde estaban alojados. La "ola de calor" anunciada había llegado a la zona con temperaturas mayores a los 30 grados y pleno sol, y a la hora que almorzamos pudimos poner la mesa afuera a la sobra del lado de la cochera. Hacia la tardecita comenzó a aflojar un poco, y llevando a nuestros invitados de regreso al centro les propusimos ir a dar una vuelta por el renovado espigón del puerto donde vimos una hermosa puesta de sol. Un gorgojo que encontró Alicia el martes entre las harinas del aparador fue el puntapie inicial para vaciarlo por completo y hacer una municiosa inspección de todas las provisiones. Encontró más bichos además de alimentos vencidos que fueron a dar a la basura. Aprovechando esa circunstancia saqué el mueble afuera y le di una barnizada completa por dentro y por fuera además de limpiar la pared y el piso donde normalmente no teníamos acceso. Alicia fue con el auto a visitar a su amiga Rosita y desafiando el calor juntas bajaron a la playa en Piriápolis. La visita de Magela y familia llegaba a su fin y habíamos prometido ir el miércoles por la mañana a la casa de su padre a ayudarlos con el transporte al aeropuerto. Nosotros llevamos a Magela y una valija hasta la terminal mientras su padre llevaba al resto. Al tener niños los mandaron a una fila preferencial para el check-in, lo que no fue muy buena idea pues la espera fue interminable al tener delante una familia que además de niños embarcaba dos perros grandes y que por alguna razón desconocida no terminaba nunca su trámite de embarco. Finalmente pudimos despedirnos y si bien habíamos pensado quedarnos en Montevideo para ir al cine a la noche, con los 36 grados de temperatura decidimos regresar a Piriápolis. Paramos en Solis a comer unas hamburguesas en un boliche pegado a la ruta y ya en la casa alcancé a dar una mano de pintura blanca a las paredes que quedaban libres al haber sacado el aparador. El jueves le tocaba a Viktoria volar a Suecia y alcanzamos a charlar un rato antes de su partida. Habían terminado de vaciar el departamento que tenían alquilado, y Matias tenía previsto vivir en casas de amigos por el momento. Habíamos invitado nuevamente a Carmen y Cholo de modo que repetimos el procedimiento del martes, y como ellos tenían previsto hacer la excursión en lancha que salía a las seis y media de la tarde del puerto de Piriápolis los alcanzamos hasta allá. Habíamos llevado sendas sillas playeras y nos sentamos a la sombra en un parque a matear esperando que se hiciera la hora de ir al cine de la casa de la cultura. Este jueves se proyectaba la película sueca "Un hombre llamado Ove", una simpática comedia dramática del año 2015 de la que no teníamos noticia. La ola de calor culminó el viernes, dia en que se me dió por darle barníz al ropero del dormitorio chico donde habíamos descubierto algunas polillas. Alcancé a terminar ese proyecto antes de ir nuevamente a la casa de la cultura ya que como parte del festival de cine de Punta del Este proyectaban la película polaca "El hermano de nuestro Dios", basada en una obra teatral escrita por el papa Juan Pablo II. Era tan densa y pesada que a los diez minutos decidimos retirarnos y salir a caminar por la rambla hasta que comenzó a llover y regresamos a casa. El sábado teníamos ya temperaturas más soportables y cielo cubierto. Estábamos invitados al asado mensual que organizaba el grupo de amigas de Alicia, esta vez en una casa de veraneo en el balneario El Galeón, en camino a Montevideo pero a pocos kilómetros de Piriápolis por la ruta interbalnearia. Fue el mejor asado que pude contabilizar de todas las ocasiones en que nos habíamos reunido, y el tiempo nos permitió sentarnos afuera hasta bien entrada la tarde cuando llegó la lluvia al momento de emprender el retorno. El domingo se presentó frio y nublado, y se prestaba para seguir pintando las paredes de la casa por lo que alcanzamos a terminar con el dormitorio pequeño.
Lunes 25 de febrero. La cuestión del desagote del lavarropas no estaba aun resuelta y prosiguiendo con el proyecto desenterré el caño en el jardín con la idea de extenderlo También vaciamos la biblioteca para poder correrla de la pared, y el martes le dí una mano de protector por detrás además de pintar parte de las paredes del living. Era un día soleado pero sumamente ventoso. hacia el mediodía llegó el camión cisterna que habíamos pedido para vaciar el pozo negro que ya estaba 3/4 lleno. Además vaciaron la grasera por lo que me salvé por una vez de ese ingrato trabajo. Teníamos mucho viento y a la tarde bajamos en bicicleta a la costa a hacer una caminata por la orilla del embravecido mar, que había hecho bien el trabajo de volver a aplanar la playa. La pintada de la casa continuó el miércoles y terminé con buena parte de la cocina mientras Alicia volvía a colocar los libros en la biblioteca. Al día siguiente iba a ir a visitar a su amiga Angelita en Montevideo, y el viernes esperabamos la llegada de Omar y Ana María. Ellos venían con el Buquebus a Colonia y el omnibus a Piriapolis donde fui a esperarlos aprovechando la vuelta para hacernos de provisiones. El día anterior habíamos preparado el relleno de las empanadas que terminamos de armar y hornear el viernes a la mañana para ofrecerlas como cena. Le tocaba a Piriápolis el desfile de carnaval y para allá fuimos después de comer llevando sillas playeras para sentarnos pues la cosa podía ser bastante larga. No nos quedamos hasta el final y fue una buena decisión pues después de retirarnos se cubrió y cayó un buen chaparrón. Ana María no estaba muy bien de salud ya que tenía un cuadro de anemia cuyas causas aun no estaban claras, por lo que no hicimos esta vez paseos exigentes. El sábado los llevamos a conocer el castillo de Pittamiglio en Las Flores y como a la noche se cerraba la temporada de verano con un show de fuegos artificiales en la rambla subimos a cenar al restaurante del cerro San Antonio desde donde teníamos una vista perfecta. A pesar de considerarlo un despilfarro tuvimos que reconocer que fue un espectáculo fantástico. No dejamos de bajar a la playa, aprovechando el buen tiempo, pero también compartimos bastante tiempo en la casa, incluyendo un buen asado de domingo. Ellos regresaban el martes a Buenos Aires y el lunes fuimos al centro a hacer algunas compras para que se aprovisionaran para el viaje, pasando también por la casa de la cultura a ver la exposición de obras hechas con mosaicos por la artista argentina Beatriz Cegni. Como recién partían a las seis de la tarde del martes hicimos una escapada hasta Solis para que vieran el hermoso paisaje del arroyo Solis Grande en su desembocadura. Por una vez fue puntual el micro y los vimos emprender el regreso a Buenos Aires. Quedaron en informarnos sobre los resultados de los estudios que le estaban haciendo a Ana María y efectivamente nos llamó ella al día siguiente para contarnos que aun no había diagnóstico. Seguíamos teniendo dias de mucho calor y cuando bajamos a la playa el jueves a la tarde vimos cómo se estaba armando tormenta. Esa noche había cine en la casa de la cultura y por precaución decidimos ir en auto, ya rodeados de relámpagos. La película elegida era japonesa y su título "Una pastelería en Tokio", tratándose de un emotivo encuentro entre el encargado del negocio, una anciana y una adolescente. A nosotros nos gustó mucho. En mitad de la proyección se desató el temporal, con mucho viento y lluvia torrencial por lo que preferimos obviar el debate posterior y regresar a la casa donde por suerte estaba todo bien y sorprendentemente sin corte de electricidad. El frente pasó y el resto de la noche fue tranquilo. Alicia salió hacia el centro el viernes a la tarde a buscar a su amiga Rosita para traerla a casa pero en el camino tuvo un encuentro con un camión, sin consecuencias físicas pero con considerables daños a la parte delantera izquierda del auto. El auto quedó por suerte en coniciones de circular asi que fui a buscarlo con la bicicleta para traerlo a la casa. Ya estaba planeado que el sábado nos juntaríamos a comer algo en casa de Rosita y su marido Ariel, pero ante esta situación cambiamos de planes y como tenían auto vinieron ellos por la tarde a casa. Se quedaron de sobremesa hasta bien tarde, casi medianoche. Hacia tres años habíamos hecho el paseo "Piriápolis místico" y Alicia quería repetirlo por lo que nos anotó para participar el domingo por la mañana. Con un lindo día de sol fuimos al punto de encuentro en el centro en bicicleta y nos juntamos con el mismo guía con su camioneta además de dos vehículos más. El tour fue muy similar al anterior y aunque se podía coincidir o no con sus ideas, no dejaba de ser un lindo paseo gratuito por la zona.
Lunes 11 de marzo. Por la mañana llevamos el auto a un taller asociado a la companía de seguros como primer paso para repararlo. Quedamos en regresar el mismo día por la tarde para evaluar los daños y hacer el presupuesto, después de haber abonado la franquicia. Luego se vería si iba a quedar listo o no antes de nuestra partida y que opciones teníamos en caso de no hacerlo. El dueño del taller tuvo la gentileza de llevarnos a casa con su auto cuando pasamos a la tarde, pues el taller quedaba bastante lejos. Gabriel llegaba con Valeria y Lucia el martes por la noche, al partir de Buenos Aires con el Colonia Express poco después del mediodía. Nuestro vecino Juan estaba ya enterado de que no teníamos vehículo y se ofreció a ayudarnos en caso necesario, lo cual acepté a la hora de bajar a la parada 10 a esperarlos pues se había nublado y de a ratos caía fuerte lluvia. Al pasar por Tres Cruces en Montevideo y antes de tomar el omnibus a Pirapolis habían picado algo y Gabriel supuso que algo no le habia caido bien de su comida, llegando bastante descompuesto a casa. No nos pudo acompañar en la cena que habíamos preparado y se fue a acostar en nuestro dormitorio, que les habíamos cedido pues Lucía iba a dormir con ellos y necesitaban cama grande. A la mañana siguiente se sentía mucho mejor aunque prefirió no desayunar más que un té. Luego sucedió que su malestar se pasó a Valeria y a Alicia, leve por suerte y sin mayores consecuencias. El clima nos nos acompañaba ya que teníamos viento muy fuerte con chubascos que iban a continuar el jueves también. Así y todo pudieron salir a caminar a la tarde por el barrio con el cochecito. Tuvimos una mejora temporaria el jueves y después de un prolongado desayuno los acompañé caminando por la rambla hasta la terminal de ómnibus donde compraron sus pasajes para el regreso del viernes a Montevideo. Eligieron un horario que les daba poco margen para continuar con el bus de Colonia Express, confiando en que no iba a haber demoras. Luego fuimos a la heladería El Faro y mientras estábamos allí me avisó Alicia que se podía retirar el auto a la espera de que se pudiera iniciar la reparación. Dejé a los chicos e hice caminando los tres kilómetros hasta el taller. El chapista había enderezado el plástico delantero dejando el auto bastante más presentable y lo traje a la casa. En el interín habían llevado a Lucía a la playa para su bautismo en el mar y parece que le gustó mucho. Ella se acostaba bastante tarde de modo que el trío dormía hasta bien entrada la mañana, y el viernes alcancé a llevar a Alicia a su clase de Tai-chi y regresar antes de largar el desayuno. Teníamos nuevamente chaparrones y fuerte viento pero igual bajaron un rato a la playa. A las dos de la tarde los llevé en el auto a la parada diez y con poco atraso apareció el omnibus a Montevideo. Agustín avisó que saldrían de Buenos Aires recién el sábado por la mañana y emprenderían el regreso ya el lunes a la tarde por lo que la estadía iba a ser muy corta y para colmo con pronóstico de lluvia. Juan me había dejado las llaves de la casa que le había alquilado y después de cenar hicimos una escapada para dejar sábanas y toallas para Agustín, Daniela y Camilo. Ellos iban a estrenar esta nueva vivienda que había construido a escasos 50 metros más abajo de la casa de Alicia, pero descubrimos que ya se había filtrado agua en el dormitorio grande. Más tarde nos mandó un mensaje Gabriel que decía que estaban entrando ya al Riachuelo. Me tocó a mi el turno de sentirme mal y asi amanecí el sábado también, con bastantes nauseas. Fuimos al centro a aprovisionarnos y al regreso hice una larga siesta sintiendome luego mucho mejor. Poco después de las cinco de la tarde recibimos un mensaje de Agustín diciendo que habían tenido problemas de documentación en la frontera y regresaban a Buenos Aires, y nos quedó la duda de si era cierto o una broma. Más tarde nos confirmó Karin que efectivamente tuvieron un tropiezo con el DNI de Camilo, lo que se frustró el viaje. A la noche fuí a lo de Juan a informarle que no venían y a buscar la ropa de cama y toallas que habíamos llevado. Por suerte tuvo Juan la gentileza de no exigir el pago del alquiler. Los malestares de estómago seguían pues Alicia se descompuso nuevamente a la noche y nos quedamos hasta altas horas de la noche mirando series mientras ella hacia frecuentes escapadas al baño. Ambos tuvimos una marcada mejoría el domingo pero por las dudas nos ajustamos a una rigurosa dieta de arroz y Alicia se tomó un buen descanso durante el día mientras yo hacía una muy necesaria limpieza del interior del auto.
lunes 18 de marzo. Con un veloz trámite Alicia se hizo por la mañana de su nuevo registro de conducir en la intendencia. El martes era el día de su cumpleaños y siendo un día muy lindo decidimos salir de paseo yendo a Pueblo Eden donde tomamos el té en el Espacio Pausa al estar cerrada la Casita de Chocolate. Alicia no estaba aún totalmente recuperada de su malestar por lo que decidimos no cenar afuera ese día. Yo le había prometido un paseo en lancha por la bahía de Piriápolis, pero también quedó postergado debido al viento que se levantó por la terde. El miércoles estábamos invitados a una reunión con asado en casa de Carmen y Cholo en Ciudad de la Costa. Teniendo en cuenta los daños del auto preferimos ir en ómnibus para allá, y como también vino Sergio con su auto desde Maldonando, él nos llevó de regreso a la casa a la noche. Ya faltaba poco para la llegada de Cacho, Elsa y Laura, por lo que salimos el jueves a aprovisionarnos. Como Cacho y Elsa se iban a encontrar con Laura en Gualeguaychu el jueves por la mañana, partieron de allá pasadas ls diez de la mañana y a la tardecita llegaron sin inconvenientes. Los esperábamos con empanadas y después de la cena fuimos con su auto hasta la cima del cerro San Antonio para apreciar la vista nocturna de la ciudad. Hillian e Isabel nos habían invitado a reunirnos para almorzar en Punta del Este y armamos entonces un paseo para el sábado yendo por la costa hacia el este. Entramos en Punta Ballena a ver las exposiciones de la Casa Pueblo y llegamos luego al límite geográfico del Rio de la Plata. Ya era hora de reunirnos con Hillian e Isabel y fuimos con ellos a almorzar a un restaurante cercano a su departamento. Luego invitaron a su casa a tomar café antes de continuar nuestro paseo hacia la Barra de Maldonado y Manantiales. Queríamos mostrarles el parque de las esculturas y llegamos allá cuando ya estaba cayendo el sol. Logramos recorrer el bello parque antes de que llegara la noche y luego regresamos por la ruta 9 a Piriápolis. El domingo se presentó fresco y lluvioso por lo que sugerimos quedarnos en Piriápolis y mostrar los puntos de interés cercanos. Asi hicimos la recorrida del cerro del Toro, el castillo de Piria y el Pitamiglio. Pasamos por alto la reserva de flora y fauna a causa de la llovizna, y terminamos la vuelta parando en la casa de te "Lo de Cecilia" en Las Flores que se caracterizaba por ofrecer solamente productos para celíacos. Usuaba parte de su casa como salón y el lugar era muy agradable, pero siendo solo ella la atención fue excesivamente lenta además de cobrar en forma excesiva en nuestra opinión.
Lunes 25 de marzo: Nuestra propuesta de paseo a Minas, Villa Serrana y Pueblo Eden fue aceptada por la visita y partimos antes del mediodia con un día de sol aunque con amenaza de chubascos. A pesar de que nos tocaron varios de ellos fue un paseo muy apreciado y disfrutado, y hasta alcanzamos a hacer un picnic sobre la costa de la laguna del Sauce. El martes nos levantamos todos un poco más temprano pues nuestras visitas querían partir lo antes posible hacia Concordia. A las nueve nos despedimos y se fueron con la idea de hacer una entrada al pueblo 25 de Agosto a ver sus hermosos murales. Nosotros fuimos por la tarde hasta el balneario Bella Vista a buscar más piedras para terminar de rellenar la zanja del desague del lavarropas y de regreso pasamos por el vivero Gaby a comprar dos plantas más de falso papiro. Pude dividir una de las plantas en dos partes y así quedó completa la zanja. Alicia fue el miercoles a su clase de Tai-chi, y me encontré más tarde con ella en el banco para retirar los euros que habíamos encargado para el viaje a Cuba. Además de hacer compras tuvimos tiempo de hacer una caminata por la playa aprovechando el buen tiempo. Mientras Alicia iba el jueves a Montevideo a despedirse de su amiga Angelita, yo subí al techo a reforzar un poco el sellado de la chimenea de la estufa y luego di una mano de pintura blanca a las paredes y techo del baño. Antes del regreso de Alicia alcancé a dar vuelta la tierra y desyuyar uno de los canteros de la quinta. El viernes a la tarde compré algunas remeras para renovar mi guardarropas , y en vista de que Nicolás vendría al día siguiente a conversar sobre el tema cuidado de la casa hicimos un escrito con instrucciones para facilitarle la tarea. El vino por la mañana y tomó nota de nuestros requerimiento, quedando en volver el 8 de abril para recoger la llave. Teníamos previsto ir el domingo a Montevideo y el sábado fuimos al centro a comprar los pasajes de ómnibus además de hacernos sendos cortes de cabello. Era un día muy agradable de comienzos de otoño y a la tardecita dimos una larga vuelta por la playa. Como el domingo ibamos a regresar tarde de Montevideo dejamos el auto estacionado frente a la parada 10 y esta vez, a pesar de la niebla, apareció con asombrosa puntualidad el ómnibus que habíamos reservado. Ya en Montevideo fuimos caminando hasta la casa de la sobrina de Alicia a dejarle una llave de la casa y ellos pidieron comida a un restaurante cercano para hacer un almuerzo liviano con nosotros. Luego nos trasladamos en taxi hasta el parque Rodó pues habíamos hecho reservas para ver la exposición de Picasso en el Museo de Artes Visuales. Estuvimos un par de horas y a continuación tomamos un ómnibus al centro ya que teníamos también entradas en el teatro del Sodre para ver el ballet Carmina Burana a las cinco de la tarde. Karin ya había llegado a Montevideo y habíamos quedado en encontrarnos con ella en un restaurante cercano al teatro, donde también aprovechamos para cenar antes de regresar a casa.
Lunes 1 de abril. Nos levantamos con buen tiempo aunque demasiado fresco como para desayunar en la galería. Más tarde fuí con Karin al centro a hacer algunas compras y ella regresó luego caminando a la casa. Antes de volver pasé por el taller del chapista a ajustar los detalles del tema reparación del auto y quedamos en que lo dejaría el 8 de abril, día anterior a nuestra partida hacia Cuba. El martes salimos de excursión con el auto, yendo a la ciudad de Minas a buscar los alfajores que Alicia quería llevarle a su yerno. Fuimos por la ruta turística no. 60, y después de un almuerzo liviano en nuestro lugar favorito regresamos por la ruta 8. Teníamos curiosidad por conocer el parque Salus, lugar donde esa firma procesaba agua mineral, y entrando por un camino vecinal en pobre estado hicimos un par de kilómetros para llegar al parque. Era un lugar muy bonito, con bosque y monte autóctono y con una fuente de agua surgente que brotaba de un puma que representaba al que según la leyenda era el que custodiaba el lugar en epocas remotas. Alcanzamos a llegar de regreso cuando el sol estaba aun sobre el horizonte y paramos en la playa para hacer una buena caminata. Teníamos previsto Karin y yo viajar a Buenos Aires el jueves 4 por lo que fuimos el miércoles a comprar los pasajes de omnibus. También le mostramos a Karin el castillo de Piria y después de unas compras en El Depósito regresamos a casa saliendo nuevamente a la noche para cenar en el restaurante Poseidón sobre la rambla. Luego de un almuerzo liviano, el jueves nos llevó Alicia a la parada 10 para tomar el omnibus de Copsa que pasaba a las 12:50. Asi llegamos con buen margen a Tres Cruces donde nos sentamos a comer algo en el restaurante Mostaza de la terminal. El cómodo ómnibus de Colonia Express nos llevó a Colonia y en el camino vimos una espléndida puesta de sol después del temporal que había pasado por toda la zona sur. Aun soplaba mucho viento y al buque le costó bastante separarse del muelle. Finalmente logramos zarpar y cruzar el río con una pequeña dosis de sacudidas, llegando con bastante puntualidad a La Boca donde nos estaba esperando Gabriel. Caminmos las dos cuadras que nos separaban del departamento de Valería, donde yo me iba a hospedar, y Karin nos acompañó con la picada que tenían preparada. Luego escoltamos a Karin por las desiertas calles hasta la iglesia, donde nos mostró su bonito departamento recién renovado. Al día siguiente me iba a juntar con Agustín al mediodía cuando recogía a Camilo de su jardín de infantes. Por la mañana acompañé a Gabriel y Lucía a un centro de vacunación en el centro y aproveché para comprar la crema que me había pedido Alicia. Regresé caminando hasta la Boca y me encontré con Agustín y Camilo fuera del colegio. Decidimos ir a almorzar al tradicional restaurante Augusto y allí hablamos largo y tendido del incidente del viaje frustrado y otros temas. El tenía que ir al Easy a comprar materiales, donde fuimos con la camioneta, y ya desesperados por unos mates regresamos a su departamento. Se concretó una cena junto con Gabriel, Valeria y Lucía por lo que nos arremangamos para hacer orden y limpieza general del departamento además de salir a comprar ingredientes para unas empanadas. Sorpresivamente participó de la reunión mi consuegra Helena también. Gabriel cumplía años al día siguiente y estaba previsto hacer una extensa vuelta en auto saliendo temprano por la mañana. Para ello nos levantamos bien temprano el sábado y solo fue Lucia la privilegiada que tomó un desayuno mientras que nosotros decidimos matear en el auto acompañandolo con un budín de naranja preparado por Helena. Tomamos la ruta a Roque Perez, donde Valería iba a pasar el dia trabajando en su consultorio de depilación total y a eso de las nueve la dejamos allí mientras Lucía continuaba profundamente dormida. Gabriel propuso tomar un camino vecinal de base arenosa bien afirmado, para conocer el bonito pueblo La Ernestina, y poco antes de llegar tuvimos un percance al pisar un ladrillo que causó un tajo lateral en la cubierta trasera izquierda. Afortunadamente la cubierta de auxilio tenía aire y si bien estaba un poco baja nos permitió continuar el paseo. Valió la pena pasar por La Ernestina y ver sus antiguas casas y su aire de campo. No había gomería pero nos informaron que en el pueblo siguiente, a pocos kilómetros, si lo había. Allí se comprobó que la cubierta no tenía arreglo de modo que el auxilio quedó permanente y Gabriel compró una cubierta usada para tenerla de auxilio. Después de comprar algunas provisiones en Alberti llegamos a la casa, donde Gabriel hizo un fuego en la carretilla y cocinó un muy buen guiso de pollo con legumbres. Cacho y Elsa estaban viniendo de Concordia y después de parar en Pilar para almorzar con las dos nietas que estaban estudiendo en Buenos Aires, continuaron viaje por la ruta 5. Nos avisaron cuando pasaron Chivilcoy y los esperamos en la plaza del pueblo después de haber comido un helado. Gabriel los convenció de que se quedaran a pernoctar en la casa y para allá fuimos todos, dandoles Gabriel las instrucciones correspondientes para la noche. Teníamos el compromiso de regresar a Roque Perez a recoger a Valeria y participar luego de un asado de homenaje en la casa de amigos de ellos. Llegamos ya de noche y un poco atrasados, justo cuando estaba listo el excelente asado. Entre la comida, la torta y los brindis, recién salimos de Roque Perez a medianoche, llegando totalmente exhaustos a La Boca poco antes de las dos de la mañana. Fue una noche muy corta para mi porque me desperté a las cinco de la mañana y ya no pude dormir más. Con todo mi equipaje listo desperté a Gabriel a las ocho y cuarto para que fueramos juntos a la terminal del Colonia Express. Allí nos reunimos con Karin y pude trabar conocimiento con Mariano, el nuevo novio de Karin. Habíamos llevado el mate y solo tuvimos que comprar unas medialunas a precio de oro para completar el desayuno. Solo falló Agustín, que no vino al encuentro. Con toda puntualidad y sin ningún incidente crucé nuevamente el rio y en Montevideo tuve una corta espera antes de continuar a Piriápolis. Alicia me esperaba en la parada, y con el cansancio que tenía poco hice el resto del día domingo.
lunes 8 de abril: Era día de armar valijas para el viaje a Cuba. Nicolás vino a cortar el pasto por la mañana y yo fui al centro a comprar los pasajes para ir al aeropuerto. Pasé antes por la casa de Juan a dejarle una botella de vino y acepté su ofrecimiento de llevarnos a la noche a la parada. Dejé también el auto en el taller y arreglamos los detalles de la custodia del vehículo. A las siete de la tarde vino nuevamente Nicolás a buscar la llave y las provisiones que nos sobraban de la heladera. Juan vino poco después de las once de la noche para llevarnos a la parada 10 y así partimos una vez más de Piriápolis.