5 de Abril 2022
Alberti
Como nos lo habíamos propuesto, salimos bien temprano de la casa, poco después de las seis de la mañana. Paramos para desayunar con nuestras provisiones en Santa Catalina, el pueblo con su particular iglesia, en el mismo parque donde nos habíamos detenido cuando viajamos en companía de Ilian e Isabel. Esta vez la temperatura era mucho más agradable que en aquella ocasión. Pensé que no habría cola para los tramites migratorios de la frontera pero no fue así, había una veintena de vehículos delante nuestro y la espera fue de casi dos horas antes de poder cruzar a la Argentina. En Gualeguaychu nos detuvimos a cargar nafta usando mi tarjeta sueca pues aún no contábamos con dinero argentino y continuamos luego hasta Zarate, San Andrés de Giles y Mercedes para tomar la ruta 5 a Alberti. En el trayecto cruzamos el centro de San Andrés de Giles, un pueblo que nos causó muy buena impresión. Llegamos ya de noche a Alberti, después de pasar un control policial, y no terminamos de registrarnos en el hotel Amarilis cuando nos sorprendieron Gabriel y Valeria con Lucía y Olivia. Dejamos nuestras cosas en el hotel y fuimos con ellos hasta su casa a compartir la cena. Les entregamos los cuadros hechos por Alicia para las niñas y también algunos obsequios para todos, y aquello que tenía que ir a Buenos Aires quedó a buen resguardo para el regreso de Bariloche. Al día siguiente cumplía sus cincuenta años Gabriel y después del desayuno del hotel partimos a su casa para entregarle los libros que le habíamos comprado como regalo. Alicia salió luego con Valeria mientras que yo iba con Gabriel al centro y luego nos encontramos para almorzar en la vereda del club social. A la tarde regrsó Alicia al hotel, Valeria se ocupó de Lucía y nosotros fuimos a buscar a Olivia a su guardería antes de volver al hotel. Agustín y Mirta estaban en camino a Alberti y en cuanto llegaron vino Agustín a vernos. Con él salimos en busca de una zapatería para comprarle pantuflas a Gabriel y luego nos preparamos para la reunión de celebración de la noche en la pizzería de un conocido de Gabriel. Fuimos caminando hasta allí y fue una muy linda reunión con amigos de Gabriel y Valeria, algunos conocidos y otros desconocidos nuestros.
A Bariloche
Nuestra partida a Bariloche estaba prevista para el día siguiente a la mañana y pasamos a buscar a los chicos después del desayuno. Ellos estaban listos con sus respectivas mochilas y salimos casi de inmediato después de charlar un rato con Mirta, que había pasado la noche en la casa de Gabriel y Valeria. Repitiendo los viajes hechos décadas atrás paramos a almorzar en el restaurante del ACA en Santa Rosa y pernoctamos en el motel del ACA en 25 de Mayo. El corto tramo entre el final de la ruta del desierto y el puente sobre el Rio Colorado estaba en pésimo estado y tenía un intenso tráfico de camiones. La cena de esa noche fue en el restaurante del ACA y el ausente fue Agustín que se fue a acostar un poco descompuesto. A las siete del día siguiente nos juntamos a desayunar, con Agustín ya recuperado y luego continuamos viaje. En Piedra del Águila nos detuvimos a almorzar en una fonda a precio patagónico, y con las últimas luces del día llegamos finalmente a Bariloche donde nos estaban esperando para instalarnos nosotros en casa de Elsa y Cacho, mientras que Gabriel y Agustín lo hacían en casa de Andrea y David. La estadía de los chicos iba a ser muy corta de modo que a la mañana del sábado bajamos al centro a comprar la campera que le queríamos regalar a Agustín para su cumpleaños. Después de mucho buscar terminamos finalmente en un negocio donde todos compramos camperas, las de Gabriel y Agustín casi idénticas. Después del almuerzo en casa de Elsa fuimos a pasear con el auto a la Villa Catedral y a la costa del lago Gutierrez. A la noche nos juntamos todos a cenar en lo de Elsa y comimos una excelente cazuela de pollo preparada por Andrea. A las seis de la mañana del domingo pasé a buscar a los chicos previa limpieza del parabrisas del auto que tenía una importante capa de hielo y los llevé al aeropuerto para su regreso a Buenos Aires. Regresé a la casa por el camino de circunvalación, ya amaneciendo y con el espectáculo de los cerros con nieve fresca en las cumbres. Con Alicia hice el paseo del circuito chico pasando también por la muy concurrida Colonia Suiza y tuvimos que regresar de apuro a Bariloche pues habíamos quedado en encontrarnos con Cacho, Elsa, Andrea y David en el Galpón de Salo para almorzar a invitación nuestra. La carne que nos sirvieron era exquisita. Más tarde nos propusieron Cacho y Elsa ir de paseo en su auto hasta el puente sobre el rio Pichileufu por la ruta 23, que aun no estaba totalmente pavimentada. Fue una linda excursión con imponente paisaje precordillerano e incluyó una mateada a orillas del apacible río.
Lunes 11 de abril. De mañana salimos de compras nuevamente, dejando el auto a varias cuadras del centro a causa del congestionamiento y falta de estacionamiento. Habíamos quedado en hacer una visita a mi prima Eleonor por la tarde y fuimos con Elsa, bajando antes a la costanera a mirar como estaba quedando. Hubo que luchar contra el fuerte viento, pero al menos había sol. El martes era nuestro último día de estadía en Bariloche y por la mañana fuimos a Cultura a comprar un vale para de libros para Elsa como regalo de cumpleaños. También pasamos a ver al tio Andrés, aunque fue una visita muy breve pues estaban por venir a higienizarlo. A la tarde hicimos una larga caminata con Elsa por el faldeo del cerro Otto y terminamos en la casa de té Meiling donde nos hicieron un lugar en la terraza protegidos del viento. Aun hicimos una nueva visita un poco más larga al tio Andrés antes de que viniera Cacho a buscarnos con el auto para regresar a la casa.
Regreso a Buenos Aires pasando por Alberti.
Dado que queríamos regresar por el camino de los 7 lagos, que agregaba una cantidad extra de kilómetros al trayecto hasta 25 de Mayo, decidimos partir a las siete de la mañana del miércoles antes de desayunar y nos despedimos de Cacho y Elsa cuando aun no había amanecido. Cargamos nafta en la rotonda del camino de salida al Bolsón y luego tomamos la circunvalación con la idea de evitar el tránsito y las calles en mal estado del centro de Bariloche. Rodeamos el lago cuando despuntaba el alba y antes de llegar a Villa La Angostura vimos como el sol iluminaba ya las cumbres más altas de la cordillera. Demoramos un poco en cruzar la ciudad ya que estaba todavía en construcción el camino de circunvalación, y con poco tráfico continuamos hacia San Martín de los Andes. De algunos lagos se estaba levantando aún la niebla, lo que hacía aun más atractivo el paisaje y paramos un par de veces a sacar fotos. Quedamos luego asombrados por el intenso tráfico urbano en San Martín de los Andes, donde solo paramos para ir al baño en una estación de servicio antes de seguir hacia Junín de los Andes. Era una hermosa mañana de sol y así continuó todo el día, por lo que nos acompañó a nuestra izquierda la vista a las cumbres nevadas de la cordillera con el volcán Lanin descollando en todos su esplendor. Así llegamos a Zapala, donde pensábamos detenernos a almorzar. Buscamos en vano algún restaurante cercano a la ruta y cuando vimos que ya estaba por quedar atrás la ciudad decidimos cargar nafta y pedir referencias al pistero quien nos sugirió ir al Chancho Rengo, una fonda en el centro de la ciudad que efectivamente estaba abierta y bien concurrida. La merluza que pedí yo estaba bien hecha, pero el pollo asado que pidió Alicia llegó crudo por lo que pedimos que lo asaran más. Regresó de la cocina carbonizado y aun crudo por dentro, asi que Alicia lo declaró incomible, y ante nuestro reclamo tuvieron la decencia de no cobrar ese plato. Continuamos viaje a Neuquén por la ruta 22 y solo nos ralentizó la pasada por Cutral-Co ya que estaban preparando la fiesta de los 100 años del petróleo y hubo que tomar la colectora. Durante el trayecto final a 25 de Mayo vimos una hermosa puesta de sol y fueron pocos los kilómetros que hicimos de noche antes de cruzar el rio Colorado. Habíamos avisado de nuestra llegada de modo que manteníamos la reserva del motel del ACA. Sorpresivamente nos hicieron una considerable rebaja por la habitación en el motel, además de cobrarnos la cena a precio de socios. Sería el anzuelo para atraer a los uruguayos? Nos habíamos propuesto desayunar a las siete, hora en que abrían el restaurante, ya que teníamos por delante yn poco más de 800 km hasta Alberti, y cumplimos con nuestro propósito. Lo que no tuve en cuenta fue que era la hora en que salía el sol, y en cuanto tomamos la rebautizada ruta de la conquista del desierto lo tuvimos frente nuestro como un farol en el horizonte. Tapándolo con una mano conduje un rato hasta que ascendió lo suficiente y luego le pasé el volante a Alicia que manejó hasta Chacharramendi. Antes de circunvalar Santa Rosa encontramos una YPF "full" donde hicimos un almuerzo liviano y luego encaramos ya el tramo final hasta Alberti. Había bastantes camiones en la ruta pero en general era facil pasarlos habiendo tantas rectas largas. Nuevamente anocheció antes de llegar a Alberti y como faltaba pocos kilómetros y la ruta no estaba bien marcada nos plantamos detrás de un camión que iba a 80 km/h, hasta llegar a la rotonda. Gabriel había dejado abierto el garage, en el que cabían los dos autos uno detrás del otro y entramos el nuestro antes de ir a la casa principal a encontrarnos con la familia. Ellos llevaban un tiempo lidiando con diversas enfermedades infantiles y cuando llegamos estaban a punto de llevar a Olivia al hospital porque estaba con una fuerte bronquitis y alta fiebre. No demoraron mucho en regresar después de la consulta y además de darle un antifebril tuvieron que luchar para que aceptara hacerse nebulizaciones. Después de cenar no demoramos mucho en acostarnos en la habitación de las niñas y aunque pasaron una noche bastante complicada no escuchamos nada desde nuestra pieza. A la mañana siguiente hicimos un largo desayuno con ellos antes de armar nuevamente el equipaje, que incluía las cosas que habíamos dejado a resguardo antes de ir a Bariloche y se hicieron las dos de la tarde cuando finalmente nos despedimos para continuar viaje a Buenos Aires. Pasando Mercedes paramos en el primer puesto que encontramos sobre la ruta, donde Alicia compró una horma de queso, un salame y naranjas. Habíamos avisado que llegaríamos entre las cuatro y las cinco a nuestro alojamiento en Buenos Aires y cumplimos bien pues estacionamos a la vuelta de la avenida Patricios a las cuatro y media de la tarde. Nos estaba esperando la pareja mayor propietaria del departamento y subimos en ascensor al séptimo piso del edificio para instalarnos. La vivienda era minúscula, con un dormitorio, pero contaba con todas las facilidades esenciales que necesitábamos excepto un lavarropas. Estando a pasos del parque Lezama fuimos a caminar por allí y viendo que estaba abierto el museo histórico entramos a curiosear enganchando justo una visita guiada por un sector dedicado a la música argentina desde los fines de la última dictadura. Fue muy interesante pero duró más de una hora y hacia el final estábamos bastante agotados. Buscando un restaurante para cenar dimos con el conocido Hipopótamo de San Telmo y luego regresamos a descansar al departamento.
El sábado estaba prevista una reunión en casa de Karin en Burzaco y como Ana María estaba invitada también acordamos con ella encontrarnos en la estación Constitución para ir juntos en tren. Nosotros fuimos caminando y ubicamos inmediatamente a Ana María en el hermoso hall central. Al llegar a Burzaco nos encontramos con Agustín quien nos había venido a buscar con el auto de Coti y nos llevó hasta la casa de Karin y Mariano. Fuimos los últimos en llegar pues ya estaban los suegros de Karin, la hermana de Mariano y Gabriel con Valeria y las niñas. Luis, el padre de Mariano, estaba a cargo del exquisito asado y pasamos una tarde muy placentera con todos ellos. Karin recibió el cuadro que Alicia le había pintado y que por razones de tamaño habíamos traido nosotros con el auto. La casa que alquilaban y el jardín nos parecieron muy lindos también. A media tarde fuimos con Agustín y Coti a ver su casa en refacción, un proyecto muy grande, y ya después llegó el momento de emprender el regreso. Valeria se había ido antes con Olivia en el auto pues la niña seguía muy congestionada, por lo que Gabriel y Lucía se unieron a nosotros para regresar en tren. En Constitución nos despedimos de Ana María y nuevamente caminamos de la estación al departamento en compania de Gabriel y Lucía que iban a la casa de su abuela. Nuestro auto seguía estacionado en la calle y cuando fuí a mirarlo el domingo a la mañana me dí cuenta que había sido un error pues lo encontré tapado de excrementos de pájaros que tuve que quitar del parabrisas y el capot. Decidí entonces meterlo en un garage cercano por los dos días restantes. Gabriel vino a saludarnos por la mañana y con él fuimos luego al departamento de Valeria en la Boca llevando una bolsa de ropa sucia que lavamos allí. Terminado el programa la llevamos al departamento de Agustín para colgarla a secar. Ese día jugaba Boca Juniors en su cancha, lo que era todo un espectáculo en el barrio. Los ómnibus que traian a ambos equipos pasaban justo por el departamento de Agustín con gran despliegue policial y la caminata de regreso al parque Lezama la hicimos en medio del bullicio de la hinchada y los puestos de venta. Los trapitos controlaban el estacionamiento en toda la zona incluida la calle donde habíamos dejado el auto por lo que fue aun más acertado meterlo en el garage. Habíamos quedado en juntarnos a la noche a celebrar el cumpleaños de Agustín en el restaurante Atis Bar de San Telmo que había elegido él y fuimos caminando hasta allí. Lamentablemente no participió Gabriel pues habían decidido regresar a Alberti a raiz del estado de salud de Olivia. Vinieron Karin, Mariano y Laia también y así le hicimos la fiesta anticipada. Era un restaurante muy atractivo, que conservaba muchas de las características de su pasado, cuando habia sido el convento de monjas Santa María de la Salud.
Lunes 18 de abril. Alicia había quedado en ir a visitar a su amiga de la infancia que vivía en José C. Paz y después del desayuno la acompañé en el ómnibus hasta la estación San Martín de Retiro para que tomara el tren hacia allá. A último momento había cambiado el plan y se encontrarían en San Miguel, la estación anterior. Yo regresé a la Boca para encontrarme con Agustín en su departamento, previa pasada por una estación de servicio de Shell que aparentemente tenía excelentes medialunas. El plan era acompañarlo en su trabajo y antes del mediodía partimos con la camioneta recorriendo cinco lugares de la ciudad para recoger obras de arte que luego hubo que entregar en un atelier, también en capital. A continuación levantamos unos muebles que llevamos a un depósito en Don Torcuato. Toda esta gira nos llevó gran parte de la tarde y la rematamos comiendo unas hamburguesas en un Mc. Donalds a falta de otro lugar para comer. No estábamos tan lejos de San Miguel y como Alicia ya estaba lista para regresar la fuimos a buscar a la plaza central de la ciudad para volver a Capital. Fuimos hasta el departamento de Agustín a recoger nuestro lavado y más tarde vino él a comer con nosotros en el restaurante de la esquina de nuestro departamento. Partíamos al día siguiente y tratamos de dejar preparada la mayor parte del equipaje antes de acostarnos.
Vuelta a Uruguay pasando por las termas de Guaichu
El martes nos levantamos bien temprano pensando en salir antes de desayunar, y hubo que hacer varios viajes hasta el estacionamiento cargando nuestras pertenencias. Cuando estuvimos seguros de no dejar nada atrás cerramos el departamento y dejamos las llaves en el buzón de la entrada. En la esquina había una muchacha vendiendo chipás y le compramos algunos para el viaje. Ya había amanecido cuando pagamos el estacionamiento de dos días y partimos hacia Gualeguaychu tomando la avenida Paseo Colón. Apenas pasada la facultad de Ingeniería nos encontramos con un accidente de tránsito, pero como había sido muy reciente apenas había atascamiento aun y logramos pasar rodeando la manzana. Poco después de la estación Retiro tomamos la autopista, donde ya había bastante tránsito pero fluido. Otra cosa fue en sentido opuesto en la avenida General Paz y en la Panamericana, donde el atascamiento era monumental y de kilómetros de extensión. Con mate y chipas y cada vez menor tránsito llegamos a la rotonda de Zárate y cruzamos a la provincia de Entre Rios con un muy lindo día de sol. Habíamos estado mirando alojamientos en Gualeguaychu y fuimos a ver uno que era una antigua curtiembre modificada y tenía comentarios positivos. Se veía bien y había lugar, pero nos pareció demasiado céntrico además de que pedían más que lo que indicaba la página de Booking.com. Quedamos en contestar y cruzamos el río Gualeguaychu a ver unas cabañas en el pueblo General Belgrano, mucho más rural y tranquilo. Las cabañas se llamaban Aitue y encontramos a una señora haciendo la limpieza de una de las cuatro que tenía el predio. Ella nos pasó el número de teléfono del encargado y nos pusimos de acuerdo en alquilar por dos noches la que estaban limpiando, por un precio módico e incluso inferior al que aparecía en Internet. El predio estaba muy bien cuidado e incluso había una pileta limpia. Sabíamos que había un Carrefour gigante a la entrada de la ciudad y fuimos a hacer algunas compras de comida. En la cabaña nos habían dejado provisiones secas para los desayunos, y a la noche fuimos caminando hasta el cercano restaurante Morena que nos habían recomendado, donde comimos muy bien y a muy buen precio. Era una zona donde abundaban las cabañas y los campings, aunque poca ocupación había a esta altura del año y de hecho estábamos solos en nuestro alojamiento.
El miércoles amaneció nuevamente muy lindo y preparamos el desayuno afuera de la cabaña. Las termas de Gualeguaychu las teníamos muy cerca, pero las referencias eran mayormente negativas, mientras que las de Guaychu, a pocos kilómetros sobre la ruta 14 tenía comentarios muy positivos por lo que decidimos ir hasta allí. Fue una buena elección pues se encontraban en un hermoso parque y todo estaba muy cuidado. Nos dejaron pagar tarifa de jubilados para entrar, pese a no tener ningún comprobante, y dejamos el auto a la sombra de los árboles antes de ir a la recepción a alquilar toallas y taquillas. El agua, que provenía de acuíferos a 900 metros de profundidad, era salobre y la temperatura rondaba los 40 grados. Había piletas al aire libre y cerradas también, además de un buen restaurante donde hicimos un tardío almuerzo. El lugar contaba también con cabañas, a tener en cuenta para otra oportunidad. Pasamos varias horas en el lugar antes de regresar a la cabaña, y como teníamos queso y fiambre cenamos allí. Nuevamente empacamos todo lo posible para la partida del día siguiente.
El jueves nos levantamos temprano con otra mañana espectacular, desayunamos y cargamos el auto para ir primero a llenar el tanque y controlar luego nuestro balance de los vapuleados pesos argentinos reservando 1000 de ellos para el peaje del puente internacional y pensando gastar el resto en el Carrefour antes de partir a la frontera. En esta oportunidad no hubo cola para pasar la migración y el aduanero también nos perdonó una pera y dos manzanas que prometimos comer en el camino. El almuerzo lo hicimos en una fonda de la ruta en Ismael Cortinas y pensando en aprovisionarnos paramos en el supermercado El Dorado de Las Flores, llegando a casa cuando apenas había oscurecido.