19 de Septiembre 2016
Lunes y día de nuestra partida. Nos levantamos bien temprano para hacer un último lavado de ropa y yo llevé también el auto al lavadero pues había quedado debajo de un arbol y estaba todo pegajoso. No quería dejarselo así a KF y Johanna. Poco antes del mediodía cargamos todas las valijas y fuimos al departamento de KF para salir ya hacia el aeropuerto. Ellen vino con nosotros y se quedó dormida en el camino pero se despertó al llegar de modo que descargamos rápidamente todo el equipaje a dos carritos y KF regresó de inmediato a Malmö. Afortunadamente había poca gente aún para hacer el check-in y ya liberados del peso subimos al area de tránsito. Los empleados de seguridad del aeropuerto tenían fama de brutos pero el fulano que nos tocó se llevaba el premio. No sabemos aun porqué se puso pesado con el tema de los líquidos y las computadoras ya que no parecía entender que no había nada de eso en la valija de Alica y seguía insistiendo groseramente. Finalmente superamos ese trance molesto y puntualmente a las 15:15 partimos con Iberia hacia Madrid. Allí teníamos casi cinco horas de espera y comenzamos por cenar con hamburguesas en uno de los restaurantes. la terminal T4S estaba a una buena distancia, que se recorría con un subterráneo sin conductor, y allí nos sentamos a leer hasta la hora de embarcar. Por suerte nos tocó uno de los aviones modernos de la flota pues ya habíamos volado antes con aparatos bien anticuados. Partimos pasada ya la medianoche por lo que nuestra segunda cena fue bien entrada la noche. El vuelo fue muy sereno y se nos pasó bien rápido. Hubo aun un desayuno tempranero y a las ocho de la mañana aterrizamos en el aeropuerto de Carrasco. Veníamos preparados para dar explicaciones que fueran convincentes a los aduaneros ya que traíamos cantidad de cosas para la casa, pero las valijas pasaron el scanner sin que nadie se inmutara y asi entramos al pais. Mi teléfono uruguayo tenía credito aun asi que reservamos lugares en el primer ómnibus de COPSA que pasaba por el aeropuerto con destino a Piriapolis. Llegamos hacia el mediodía, y con tantos bultos tuvimos que tomar dos taxis hasta la casa. Teníamos una buena dosis de incertidumbre respecto al estado de la calle y de la casa ya que pocos días antes había pasado un ciclón causando muchos daños que incluían voladuras de techos y caidas de árboles. Los vehículos pudieron entrar sin problemas a la calle y tanto la casa como el galpón parecían estar intactos. De a poco nos fuimos convenciendo que efectivamente era asi. Después de acomodarnos un poco decidimos ir a buscar el auto a Maldonado, y para no tener que dejar las bicicletas en la terminal de ómnibus de Piriápolis, hicimos nuestra primera caminata de tres kilómetros y medio. En un colectivo destartalado fuimos hasta la terminal de Maldonado y desde allí continuamos en taxi al taller donde estaba el auto en custodia. Tuvimos que esperarlo un rato pues lo tenían en el lavadero, pero finalmente lo recuperamos y regresamos a Piriápolis. Queríamos comer en algún restaurante pero el pueblo estaba muerto asi que no hubo más remedio que pasar por el supermercado y hacernos de algunas provisiones mínimas para comer en la casa. Luego nos venció el cansancio y no demoramos mucho en irnos a dormir.
El miércoles era el dia que comenzaba la primavera en estas latitudes y amaneció muy lindo. Por la mañana nos dedicamos a limpiar y hacer orden en la casa, terminando de guardar también todo lo que habíamos traido de Suecia. Inauguramos la estufa a leña para calentar un poco la casa y como puse bastante leña al rato nos estábamos sofocando. Nos dimos cuenta que ibamos a necesitar un aparador más en la cocina ya que nos estábamos quedando cortos de lugar, y por la tarde salimos con el auto hacia una mueblería del centro donde ya habíamos comprado antes un aparador para hacer el encargue. También pasamos por el supermercado El Dorado y completamos la compra de provisiones. A la noche inauguramos nuestro flamante proyector mirando un par de capítulos de una serie española que estábamos siguiendo por Netflix.
El jueves fue un día realmente muy primaveral. Aun no comenzamos con el arreglo del jardín, pero a la tarde apareció el ayudante de Andres para cortar el pasto con lo que quedó mucho más prolijo. Nosotros bajamos a la playa con las bicicletas y quedamos sorprendidos ante los estragos que había hecho el último temporal, llevandose cantidad de arena y dejando al descubierto piedras que antes estaban tapadas. Las calles de ripio del barrio estaban también bastante estropeadas. Después de cenar fuimos con el auto al centro de Piriápolis pues como todos los jueves había cine en la casa de la cultura, organizado por el cineclub. La película que vimos era una producción belga "Meijses" (Las Chicas de la Banda) del año 2012, que nos pareció muy buena.Luego dimos una vuelta por la heladería El Faro para inaugurar la temporada. Nos sentamos en la rambla para disfrutar de la vista de la bahía con el mar hecho un espejo antes de regresar a la cabaña. Más tarde y de la nada, se levantó un viento brutal que por suerte amainó bastante antes de que nos fueramos a dormir. Ya decididos a comprar un aparador adicional para la cocina fuimos el sábado a la mueblería de Piriapolis a hacer el encargo. De paso entramos al supermercado El Dorado a hacer compras y luego nos dimos el gusto de almorzar en un restaurante de la ciudad. Era un día desapacible con bastante viento y después de regresar a la casa ya no salimos más. Prendimos un rato la estufa a la noche ya que se sentía bastante frío
El domingo teníamos un compromiso en Montevideo, pues se hacía la reunión mensual de las amistades de Alicia en casa de una de ellas. Llegando a Montevideo había que hacer un buen trayecto por partes de la ciudad que nos eran desconocidas, y nos entregamos a las indicaciones del GPS. Las nubes mañaneras se fueron disipando y cuando llegamos allá poco antes del mediodía teníamos un sol radiante. En esta reunión hubo asado ya que era en una casa con un parrillero al fondo. Rematamos con unos postres muy sabrosos y solo me faltó a mi poder tomar unas copas de vino. Desde allí fuimos al departamento de Lucía, la sobrina de Alicia, para dejarle algunos envios que teníamos desde Suecia, y de paso recuperamos el control remoto de la alarma de la casa que había quedado en custodia con ella. Allí estaba también su novio Federico, que ya se había mudado a su departamento. Para regresar a Piriápolis decidimos tomar la rambla, una avenida de muchos kilómetros siguiendo la costa, que estaba invadida por gente disfrutando del lindo domingo. Llegamos a la cabaña cuando ya estaba por oscurecer. La casa había entrado en calor durante el día, pero igualmente prendimos un rato la estufa por la noche.
Lunes 26 de septiembre. Estábamos a la caza de una estantería sobre ruedas para la ducha el baño que vendía El Dorado y que no habíamos encontrado en Piriápolis. Después del desayuno salimos con el auto a Pan de Azucar y en la sucursal de ese pueblo encontramos el estante. De regreso a la casa pasamos por una ferretería y compramos un hacha de mano que pensé que me iba a servir para partir la leña gruesa que teníamos para la estufa, pero me llevé un chasco al darme cuenta que había sido demasiado optimista. Se necesitaba un hacha grande para ese menester. Era el día más lindo que habíamos tenido hasta ahora y aproveché para subir al techo a reparar las dos tejas americanas que habían sufrido daños con el mal tiempo. También comencé a dedicarle tiempo al jardín, comenzando a eliminar yuyos que crecían en el pasto que rodeaba la casa. Despues de una linda puesta de sol vino el frio, que prometía ser intenso. Nuevamente pusimos en marcha la noble estufa. A la noche descubrimos que no teníamos conexión de internet y a pesar de todos nuestro esfuerzos no logramos reconectarnos.
A la mañana del martes nos comunicamos con Antel y nos confirmaron nuestras sospechas: había una avería grande y no estaría totalmente solucionado el problema hasta el 10 de octubre (!). Sacamos a la luz nuestro modem de internet movil pero tampoco logramos ponerlo en marcha. Siendo un día soleado y agradable me subí al techo y comencé a pegar una por una con una pasta las tejas que no se habían pegado, o sea aquellas que habíamos reciclado cuando se reparó el techo de la primer parte. Cuando me quedé sin material disponible tomamos las bicicletas y fuimos a las oficinas de Antel a tratar de resolver el problema del modem. Resultó que siendo una tarjeta prepaga simplemente se había quedado sin crédito. Después de recargarla regresamos a la cabaña y nuevamente tuvimos acceso a internet pero con limitaciones de velocidad y de capacidad. Antes de cenar fuimos a ver a nuestro vecino Juan para preguntarle si había posibilidades de alquilar la casa que tenía cerca, construida para esos fines. Ibamos a necesitar espacio después de la boda de Viktoria pues muchos habían manifestado que vendrían a visitarnos después del casamiento y pasar la navidad con nosotros. Resultó ser Helena, su esposa, la que se encargaba de esos menesteres. Como no estaba en casa quedamos en hablar al día siguente sobre el tema.
Como continuaba el buen tiempo, el miércoles me dediqué nuevamente a pegar tejas en el techo y cuando di por terminada la jornada calculé que con un día más de trabajo podía completar la tarea. Tuvimos que luchar un poco para poder conectarnos a internet con el modem externo en la computadora de Alicia pero finalmente lo logramos después de algunas consultas telefónicas con Antel. A la tardecita fuimos nuevamente a la casa de Juan y hablamos con Helena del tema alquiler. Por los quince días que ibamos a necesitar alojamiento nos pensaba cobrar 1400 dólares, y quedamos en confirmarle después de consultar a los interesados. La temperatura cayó bruscamente a la noche por lo que volvimos a prender la estufa a leña.
Alicia tenía que ir a Montevideo el jueves por la mañana y como estaba aun bien fresco y ventoso la acercé con el auto a la parada 9 del ómnibus, frente al supermercado Los Macaquitos. Para la noche habíamos planeado pasta con pesto y salí a la caza de albahaca, tarea bastante dificil. No había en Los Macaquitos ni en El Dorado por lo que terminé en mi favorito, el supermercado Devoto. Allí lo conseguí, y curioseando en la sección electrónica encontré el juego de parlantes activos que necesitabamos para completar el audio de nuestro cine hogareño. El día no se prestó para trabajar en el techo por lo que además de preparar el pesto hice cosas diversas en la casa hasta la hora de volver a la parada nueve a recoger a Alicia a su regreso de Montevideo. Estábamos viendo la serie "El Tiempo entre Costuras" que nos habían pasado en Suecia, y con capítulos de una hora y media no podíamos ver más de uno por día. La conexión de internet fijo seguía ausente.
El viernes no hubo por suerte necesidad de salir y pasamos un dia tranquilo en la casa. Entre otras cosas me dediqué a desmalezar el caminito de piedra de acceso a la entrada y reemplazar las luces solares que habían desaparecido casi todas durante el invierno. Habíamos traido diez nuevas de Suecia con tal fin, ya que eran en la práctica objetos descartables. También reemplazamos las pantallas de papel de las lámparas de techo del living y los dos dormitorios, pues habíamos encontrado en Ikea pantallas que aun siendo también chinas, eran de calidad muy superior a las que habíamos adquirido en Buenos Aires. Teníamos por delante el fin de semana del patrimonio y además teníamos entradas para ir a la opera, regalo de cumpleaños que me había hecho Alicia de modo que teníamos planeado ir a Montevideo el sabado por la mañana.
Poco después de las diez del sábado partimos con el auto a Montevideo, y elegimos entrar por la costanera, un recorrido un poco más largo pero mucho más pintoresco y con mejor pavimento que la complicada avenida Italia. Ibamos a pernoctar en Montevideo y Alicia había reservado lugar en el hotel América, en pleno centro y a pocas cuadras de la ciudad vieja. Bajamos allí nuestras cosas y luego llevamos al auto al estacionamiento del hotel en un garage a la vuelta de la esquina. Nos pusimos en marcha enseguida partiendo a pie hacia la ciudad vieja y la primer parada fue en el museo Torres García donde se exhibía parte de la obra de este famoso pintor uruguayo. En la planta baja había un duo de bandoneón y guitarra tocando tangos y milongas y nos quedamos un rato a escucharlos. Continuando con la recorrida entramos a la ciudad vieja y como ya se nos había abierto el apetito nos quedamos a almorzar en el restaurante "La Corte" sobre la plaza de la Constitución. Ese fin de semana se ofrecía solamente un menú de entrada, plato principal y postre, con tres opciones en cada caso, todo preparado por cocineros de la asociación de gourments del Uruguay. Quedamos ciertamente muy satisfechos y con esta inyección de energia fuimos a visitar primeramente la imponente sede del Club Uruguay, donde en uno de los salones pudimos apreciar bailes de epoca, y luego fuimos al cabildo y a la iglesia catedral, todo sobre la misma plaza. Luego pasamos por la casa de Francisco Gómez, declaro monumento histórico y sede de la Junta Departamental de Montevideo. Enganchamos una visita guiada al señorial edificio que fue muy informativa. Finalmente nos dirigimos al mercado del puerto, un lugar muy antiguo y muy turístico, tal vez demasiado, y con innumerables restaurantes. Tomamos una copa del típico medio y medio (sidra y vino en esas proporciones) con el estruendo de un conjunto de candombe como música de fondo. Ya era hora de regresar al hotel para cambiarnos y luego hacer a pie las cuatro cuadras que nos separaban del auditorio nacional Adela Reta, que era donde ibamos a ver la ópera "La Traviata". El salón era espectacular y con más capacidad que lo que yo me había imaginado. La interpretación de la opera nos gustó mucho, tanto la coreografía como la actuación de los artistas, especialmente la cantante que hacia el papel de Violeta, con su magnífica voz de soprano.
El hotel América resultó ser muy bueno, bien cuidado y limpio, y a buen precio. El desayuno estaba incluido y el domingo a la mañana nos despachamos a gusto con todo lo que ofrecía el buffet. Dejamos el hotel antes de las once y como ibamos a quedarnos aun en Montevideo trasladamos todas nuestras cosas en el auto al departamento de Lucia y Federico. Ellos nos acompañaron a la feria de Tristan Narvaja donde caminamos un rato recorriendo los innumerables puestos sobre la calle. Como siempre, la concurrencia era multitudinaria. Ya habíamos ido varias veces en ocasiones anteriores, y teniendo la costumbre de almorzar en el restauranre "Verde" continuamos con la tradición y lo hicimos esta vez también. Los chicos nos acompañaron hasta las cercanías de la municipalidad y nos invitaron con helados de La Cigale. Para redondear la estadía en Montevideo decidimos ir al cine, aprovechando que estaba en cartelera el estreno argentino "Gilda". Nos pareció que la película estaba muy bien hecha, además de habernos enterado de la existencia de esta cantante, lo que ignorabamos hasta el momento. Después del cine pasamos por la intendencia ya que estaba en pleno desarrollo la feria anual del libro. Tal como el año anterior, la feria estaba muy concurrida. Luego caminamos hasta el departamento de Lucia a recoger nuestras cosas para volver a Miramar. Nuevamente elegimos la rambla, aunque ya estaba oscureciendo, y a las nueve de la noche estábamos de regreso en la casa. Continuábamos sin conexión fija de internet...
Lunes 3 de octubre. Después del movido fin de semana en Montevideo retornamos a nuestra rutina con un día bastante desapacible. Teníamos que hacer compra de provisiones y habiendo bastante viento y posibilidad de lluvia dejamos las bicicletas y fuimos con el auto hasta El Dorado. Ante la próxima venida de Karin hicimos orden en la habitación pequeña liberandola de valijas, sillas playeras y otras cosas. Le preparamos la cama y todo quedó listo para su llegada. Prendimos nuevamente la estufa a leña para mantener una temperatura agradable en la casa hasta la hora de acostarnos. Fue otro día más sin haber recuperado la conexión de internet.
El martes fue un día mucho más lindo y Alicia aprovechó para hacer varios lavados de ropa en la máquina. El viento era bastante fuerte y las sábanas que lavó se secaron con rapidez. Yo saqué el auto al lote contiguo a la cabaña y lo lavé ya que estaba bien cubierto de polvo. También baldeamos la vereda que rodeaba la casa quitando cantidad de excrementos de pajaros acumulados durante nuestros meses de ausencia. Una pareja de horneros estaban construyendo su vivienda en el tope de nuestro poste de luz y estábamos siguiendo con interés el progreso de la obra, que por ahora no era más que la base. De la mueblería nos avisaron que finalmente había llegado el mueble pedido y quedamos en ir al día siguiente a pagarlo. Lo entregarían al mediodía con un transporte contratado. A la tardecita salimos a dar una vuelta a pie, llegando hasta la playa. Cuando regresamos a la casa apretamos accidentalmente la tecla de pánico del control remoto de la alarma, y al rato apareció una camioneta de Prosegur a ver que pasaba, con lo que confirmamos que el sistema continuaba funcionando.
Como la mueblería no aceptaba tarjeta aun, el miércoles por la mañana comenzamos por ir a un cajero automático a sacar efectivo en el centro de piriápolis, y después de algunas compras en la ferretería pasamos por la mueblería donde ya tenían cargado el aparador en una camioneta. Nosotros los guiamos hasta la cabaña con nuestro auto y colocamos el mueble en la galería para terminar de lijarlo y aplicar el protector de madera color nogal que de paso lo oscurecía a nuestro gusto para hacer juego con el resto de los muebles. Tuvimos la visita de una camioneta de Antel, aunque solo comprobaron que no teníamos conexión de internet fijo, cosa que ellos mismos sabían. El panorama que pintaron era bastante sombrío; aparentemente reparar la falla iba a llevar bastante más tiempo que lo previsto inicialmente, sin fecha...
Alicia partió para Montevideo el jueves a la mañana con un día soleado y bajamos caminando hasta la parada de omnibus de Los macaquitos. De paso compramos allí un pedazo de queso casero que descubrimos luego que habían presentado para que no se viera el moho que tenía la cáscara. Regresé a la casa pasando por la ex barraca Heliópolis, ahora vendida a la barraca San Antonio con lo que dejó de tener la atmósfera familiar a la que estábamos acostumbrados. Volví a trabajar con el aparador, colocandole patas provisorias y terminando de aplicar protector por dentro. Habíamos quedado que a su regreso Alicia se bajaría en la terminal, y llegó justo a tiempo para ir a la casa de la cultura para ver la película semanal del cineclub, el largometraje "Bárbara" que describía la situación en la Alemania del este en los ochenta. Excelente película. Después fuimos a cenar a uno d los pocos restaurantes del centro de la ciudad antes de regresar a casa.
El viernes era el día en que llegaba Karin y habíamos quedado en ir a buscarla a Montevideo. Durante el día hicimos una escapada al supermercado Devoto a completar las provisiones y luego se dedicó Alicia a reacomodar todo en los dos aparadores de la cocina. De Miramar partimos a las nueve de la noche y a poco de estar en la ruta comenzó la lluvia acompañada de tormenta eléctrica a la distancia. Dejamos el auto en el estacionamiento del shopping de Tres Cruces y un cuarto de hora después de nuestra llegada hizo su arribo el colectivo de Buquebus con Karin a bordo. Regresamos a la casa y siendo ya la una de la mañana nos fuimos todos a dormir.
Nos despertamos con un sábado nublado y muy ventoso. Karin, no obstante, salió temprano por la ventana de su cuarto para no despertarnos y bajó a la playa a ver el mar embravecido. Preparé un pesto para la temprana cena, y después de comer fuimos con el auto a Piriápolis para ver que ofrecía la feria del libro que tenía lugar este fin de semana en un local del Argentino Hotel. Había música también, y como de costumbre Alicia se hizo de un par de libros.
El domingo fue espectacular, con cielo despejado y sin viento. Decidimos salir de excursión con el auto y como Karin no conocía Pueblo Eden decidimos rumbear para ese lado. Por ser domingo tenían venta de productos regionales en el salón comunal del pueblo y allí compramos algo de fruta, verdura, miel, dulce y pan. También le mostramos a Karin la pintoresca capilla y la cafetería "Chocolate". Continuando por la ruta y poco antes de llegar a Minas entramos al centro de recreación de UTE y Antel (compoanías de electricidad y de telefonía) con la intención de almorzar. Ya habíamos estado antes allí cuando nos visitó Eleonor. Comimos muy bien, y estando cerca de la Villa Serrana, que no conocíamos aún, continuamos viaje hacia allí. Nos encontramos con una comarca muy bonita, sin núcleo urbano, con casas esparcidas por la zona y con un pequeño embalse. Había bastante gente paseando y haciendo pic-nics, y allí nos quedamos hasta que se puso el sol detrás de las sierras. Después de cargar nafta en Minas regresamos a Piriápolis ya de noche tomando el camino que pasaba por Pan de Azucar y cerrando así el circuito.
Lunes 10 de octubre y feriado en Argentina y Uruguay. Seguíamos con ganas de pasear y a pesar de estar más fresco y un poco nublado hicimos una salida a Solis, un paraje a diez kilómetros de Piriapolis siguiendo la costa hacia el oeste. Allí desembocaba el arroyo Solis Grande y se habían formado orillas acantiladas además de una barra de arena bien larga y paralela al mar. Regresando a Piriapolis pasamos de largo y fuimos a la playa San Francisco que era sin discusión una de las más lindas de la zona. Allí caminamos bastante por la playa, y para completar el paseo continuamos luego un trecho más pasando por Punta Colorada y Punta Negra.
Karin tenía que estar en la terminal de ómnibus de Montevideo antes de las seis de la mañana del martes y no encontramos ningún omnibus desde Piriápolis que llegara tan temprano a Tres Cruces por lo que la llevamos con nuestro auto. Fue una noche corta pues nos levantamos a las tres de la mañana para salir poco antes de las cuatro. La autopista interbalnearia estaba practicamente desierta a esa hora y tampoco era intenso el tránsito de la temida avenida Italia. A las cinco y media llegamos a destino y allí nos despedimos de Karin. Para regresar tomamos la rambla de Montevideo justo cuando estaba saliendo el sol. Fue un día magnífico de primavera y lo aprovechamos trabajando afuera. Desde luego anduvimos todo el día a media máquina después del madrugón. Aún no había perspectivas claras respecto a la conexión de internet...
El miércoles llegó finalmente el calor, con una temperatura máxima de 27 grados y estaba ya bravo al sol. Me pasé el día colgando las lámparas de papel en el living y los dormitorios, reemplazando los cables color naranja por cables negros enhebrados en en cadenas que pinté de negro. Para tapar las conexiones en el cielo raso reciclé los recipientes de porciones individuales de gelatina favoritos de Alicia, pintándolos de negro. El arreglo no quedó tan mal. A la tardecita partimos con las bicicletas a Piriápolis a pagar la biblioteca que entregarían al día siguiente. También hicimos algunas compras en El Dorado y en la ferretería, y nos apresuramos a volver pues se había puesto inestable y temíamos que nos agarrara la lluvia.
Alicia tenía que ir nuevamente a Montevideo el jueves por la mañana pero más temprano que el jueves anterior. Amaneció muy nublado y con perspectivas de mal tiempo, con alerta naranja del servicio meteorológico. La llevé a la parada con el auto y allí comenzó la lluvia y fuerte viento que por suerte fue de corta duración. En la casa terminé de armar las lámparas de techo en los dormitorios y durante el día recibí la biblioteca que habíamos encargado. Al regreso de Alicia la fui a buscar a la parada y más tarde salimos hacia el centro para ir al cineclub. La película del día era "Io sono Li", un excelente retrato de la separación, el desarraigo y los prejuicios en este caso respecto a una emigrante china en el sur de Italia. A la vuelta del cine pasamos por la pizzería Morales, por primera vez desde nuestra llegada.
Viernes y nueva gira por Piriápolis, esta vez en bicicleta. Estabamos investigando el mercado de los equipos de aire acondicionado para colocar en los dormitorios y fuimos a dos negocios del ramo. También vimos distintos modelos de lavavajillas llevando a casa las medidas. Entramos a las oficinas de Antel a buscar información y nos dijeron que contaban con que podían reconectarnos a internet die< días más tarde, o sea el 24 de octubre. Ese día lijé y barnizé la nueva biblioteca antes de salir nuevamente, esta vez al balneario Las Flores a pocos kilómetros de la cabaña. Nos habíamos enterado de la existencia del restaurante "La Caracola", que cada viernes ofrecía cine gratuito a las siete y media de la tarde. Estaba ubicado sobre la playa, con una excelente vista al mar desde su amplia terraza. La película del día era rusa, y tal vez hubiera sido buena si no fuera que los subtítulos no estaban sincronizados con el audio y por lo tanto no se entendía nada del diálogo. La película duraba cerca de dos horas y media, y ante lo absurdo de la situación nos fuimos antes que pasaran quince minutos. Teníamos pensado cenar allí, pues el restaurante abría después que terminara la película, pero tuvimos que cambiar de planes y encontramos a pocas cuadras de allí el restaurante "Barcino" donde comimos un pescado exquisito.
La mañana del sábado fue muy ventosa, y decidimos ir a Piriapolis con el auto. Alicia se había pescado un resfrío y no le convenía salir con la bicicleta. Era día de feria y compramos pescado fresco del puestero de siempre. También nos faltaba agua en bidones y cargamos cuatro de seis litros. En la casa habíamos movido muebles y heladera en la cocina para ver si había posibilidad de instalar el lavavajillas y finalmente llegamos a la conclusión que solo cabía uno de mesada que podíamos poner bajo la mesada, y lo encargamos para la semana siguiente. A la tarde pinté nuevamente la biblioteca, al reparo de la galería pues llovió un rato. En Piriápolis encontramos un negocio donde alquilaban películas y trajimos dos a casa para mirar durante el fin de semana. A la noche vimos una de ellas, "Viudas", muy bien interpretada por Graciela Borges y el resto del elenco.
Tuvimos un lindo domingo de sol, y aproveché la mañana para terminar de pegar unas 150 tejas del techo que me habían quedado pendientes. El cartucho de pegamento alcanzó justo y también terminé el proyecto justo cuando ya se estaban poniendo demasiado calientes las tejas como para caminar por el techo. El resfrío de Alicia estaba un poco mejor y a la tardecita fuimos en bicicleta a Piriápolis a devolver las películas. Nunca supimos de qué se trataba la segunda que habíamos alquilado pues de puro gastada no hubo manera de que arrancara. Camino de regreso pasamos por la heladería El Faro, cuando faltaban minutos para que se pusiera el sol sobre un mar totalmente sereno. Había tal multitud de gente que cuando pagamos en la caja y nos dieron el número nos dimos cuenta que habían como 70 clientes delante nuestro. Alcanzamos a ver la puesta de sol y pasear un buen rato por la rambla antes de que nos tocara nuestro turno aunque valió la pena la espera. Cuando partimos ya había caido la oscuridad y vimos en el camino el magnífico espectáculo de la luna llena saliendo de detrás de los cerros. Por suerte funcionaban las luces de las bicicletas y llegamos a la casa sin inconvenientes. Traíamos dos películas nuevas y vimos una de ellas, "Tesis de un homicidio" del año 2013, con el infaltable Ricardo Darín. Nos pareció una trama interesante y por suerte más thriller psicológico que sangriento.
Lunes 17 de octubre y día de la lealtad en Argentina. Con las clásicas características del clima de la zona, el día amaneció nublado, fresco y ventoso. No mejoró mucho durante el día y por suerte no tuvimos necesidad de salir. Tratando de obtener más espacio en la mesada de la cocina corrimos la heladera todo lo que pudimos y con restos que tenía en el galpón improvisamos un mueble con el que agregamos 40 cm de mesada muy necesarios a la existente. La idea era encargar un mueble al carpintero de San Carlos, asi que fue como construcción provisoria que no quedó nada mal. A la tarde tuve una larga charla con Gabriel por Skype y como hacía rato que no hablábamos me puso al día con todas las novedades en su vida.
El martes fue nuevamente un día feo y lluvioso. Teníamos que hacer compras para la casa y como incluía la compra del lavavajillas fuimos al centro de Piriápolis con el auto. Bajamos el asiento trasero y el aparato entró justo por la luneta trasera. También entró bajo la mesada con un par de centímetros de margen, después que le fabricara un estante a medida que me llevó toda la tarde. . A la tarde llamé también a Ricardo, el constructor de Piriápolis que nos había terminado la cabaña y hecho la vereda, para ver si conocía un plomero pues yo no quería hacer las conexiones de agua. Se ofreció él mismo y quedó en pasar al día siguiente al mediodía. A la noche hablamos un rato con Viktoria, quien ya estaba instalada con Matias en el departamento que habían alquilado en Colegiales. En el interín llegó Karin de visita con la intención de cenar con ellos y quedarse a dormir.
Tal como estaba pronosticado, el miércoles a la mañana comenzó la lluvia y el viento del sudeste que de a ratos fue bastante violento y asi continuó todo el día. Prendimos la estufa a leña para mantener templada la casa pues la temperatura exterior no superaba los 12 grados. Ricardo vino como lo había prometido y estudió el tema de las conexiones de agua para el lavavajillas. Quedó en contestarnos con un presupuesto y fecha para hacer el trabajo, mientras que yo me comprometí a hacer la parte eléctrica es decir una extensión de cable y tomacorrientes bajo la mesada. Recién hacia la noche disminuyó la intensidad del viento y dejó de llover. Entre las películas que nos había dejado Matias encontramos "Medianoche en Paris", dirigida por Woody Allen y la miramos. Nos gustó mucho aun cuando estuviera doblada al castellano. Por mensajes de mi hermana nos enteramos que la tia Ellen estaba enferma con neumonía y había sido internada en el hospital.
Llegó el jueves y con él un nuevo viaje de Alicia a Montevideo. Habíamos decidido que yo me quedaría para aprovechar el tiempo haciendo cosas en la casa. La dejé en la parada de Los Macaquitos y seguí con el auto a Piriápolis a hacer compras de materiales eléctricos, y regresé luego a la cabaña para abocarme a instalar un tomacorrientes bajo la mesada para alimentar el lavavajillas. Alicia regresó a media tarde, y por ser jueves era día de cine en el cineclub de Piriápolis por lo que fuimos para allá. El cineclub cumplía 5 años de vida y después de proyectar un divertido cortometraje de un director uruguayo hubo algunas charlas conmemorativas para luego celebrar el acontecimiento con bocados y bebidas. Nos quedamos un rato y después fuimos a cenar al restaurante "Lo de Anita" sobre la rambla, lugar que no conocíamos aún. Pedimos pescado, brótola a la plancha, que estaba bastante sabroso pero el ambiente del lugar no nos convenció para volver en el futuro.
Finalmente regresó el buen tiempo, al menos por unos días. Siendo un viernes soleado saqué el auto al terreno vecino para lavarlo, y en el interín llegó Andres con su ayudante para cortar el pasto que estaba muy crecido por cierto. Andrés nos pasó el dato que la falla de internet podría quedar arreglada recién a fin de mes. Alicia lavó buena cantidad de ropa aprovechando el sol, y comenzamos a remover la maleza de los canteros para ir preparando la huerta. También subí al techo para darle una mano de protector a los listones que remataban las tejas. Alicia preparó muy buenas hamburguesas con papas y batatas al horno para la cena. La puesta de sol fue magnífica, sin una nube en el cielo, y de inmediato cayó abruptamente la temperatura pero no hubo necesidad de prender la estufa pues la casa estaba bien templada.
Para ir a la reunión mensual del grupo de Alicia, que se hacía en la casa de Luján en Ciudad de la Costa (casi Montevideo), el sábado nos levantamos bastante temprano y partimos después del desayuno con un lindo día de sol. El auto lo encontramos marcado con patas de algún gato que seguramente había andado de cacería por la noche. Quisimos aprovechar la vuelta a Ciudad de la Costa para comprar fundas de almohadas en la Tienda Montevideo, cercana a la casa donde se hacía la reunión. Hechas las compras fuimos a la casa, donde ya se habían congregado muchos de los participantes y el asado estaba en marcha en el quincho del hermoso jardín. Además de la casa principal de dos plantas había a continuación una segunda casita muy coqueta, de paredes blancas y techo de paja. La reunión estuvo muy linda, con buen asado y ricos postres también. Estas reuniones se pagaban entre todos, cubriendo los costos de los anfitriones. Antes de regresar a Piriápolis pasamos por dos casas más en el barrio llamado Neptunia. En la primera saludamos a una señora amiga de Alicia y en la segunda saludamos a un matrimonio conocido, que además de mostrarnos su jardín nos regalaron algunas plantas que tenían en macetas. Ya en la autopista camino de regreso hicimos una ultima parada en la Tienda Inglesa para hacernos de provisiones además de proveerme de un par de guantes de latex para poder limpiar la grasera de la cabaña que ya lo estaba necesitando. Con tantas vueltas llegamos a la cabaña cuando ya había caido el sol.
Como el domingo amaneció con nubes y sol, y la temperatura era agradable, decidimos que era un día propicio para conquistar la cumbre del cerro Pan de Azucar, de casi 400 metros de altura. Desayunamos y luego de armar sendas mochilas partimos con el auto hacia la reserva de fauna y flora de Pan de Azucar. allí había ya buena cantidad de gente paseando y haciendo pic-nic. Un cartel anunciaba que la hora límite pasa ascender al cerro eran las tres de la tarde de modo que teníamos aun amplio margen. Nuestro ascenso tuvo un abrupto final después de un corto recorrido, cuando nos encontramos con un alambrado interrumpiendo la picada y un cartel de los bomberos que anunciaba que estaba cerrada hasta nuevo aviso. Desde ese punto arrancaba también un sendero llamado el camino de las rocas, que era un pasaje angosto flanqueado por paredes rocosas verticales y con techo vegetal, y que en la época de Piria tenía rieles por las que transitaba un tren de carga transportando el material que extraían de las canteras de granito del cerro. Recorrimos ese trecho humbrío y luego seguimos por el sendero que llevaba a un mirador. En el camino tropezamos con un guardaparques quien nos explicó que la picada para subir a la cumbre estaba muy deteriorada por las intensas lluvias y que el riesgo de accidentes era demasiado alto por lo que solo habilitarían la subida después de haberla reparado, quien sabe cuando. Cuando llegamos al mirador nos encontramos con una explanada que evidentemente había sido el lugar en el que juntaban el material extraido con dinamita del gigantesco paredón de granito que la bordeaba. Había cantidad de maquinaria de todo tipo, herrumbrada y mucha cubierta de vegetación después de casi un siglo sin uso, y lamentamos que no hubiera ningún cartel explicativo. Desde esa altura se apreciaba bien la reserva y los cerros aledaños. Nuestro pic-nic lo armamos sentados en un banco que bordeaba uno de los tantos senderos de la reserva, sacando las provisiones que habíamos planeado consumir durante el ascenso. De regreso en el estacionamiento caminamos por el parque hasta un local donde vendían productos regionales y compramos dulce de higos, dulce de guayaba y una botella de licor de butiá (fruto de la palmera). Sabíamos que ese día había una regata en el puerto de Piriápolis y para allá fuimos a curiosear pero llegamos tarde, la competencia ya había terminado. Siendo una linda tarde aprovechamos no obstante para pasear por las escolleras del puerto, sorprendidos de ver tantas embarcaciones menores con bandera extranjera, especialmente de Estados Unidos. En una de las murallas de la rampa de bajada de barcos había dos lobos marinos tomando sol, y mientras uno de ellos estaba totalmente inmovil el otro nos deleitó tirandose al agua y volviendo a subir al murallón ademås de hacer muy graciosas piruetas. Ya era hora de regresar a la cabaña a cenar, previa pasada por el video donde alquilamos dos películas.
Lunes 24 de octubre. Teníamos que hacer algunos trámites en Piriápolis y dadas las condiciones del tiempo dejamos las bicis en casa y fuimos en auto. Milagrosamente logramos hacernos de una garrafa de gas para tener de repuesto, pues a raiz de un conflicto sindical las estában entregando con cuentagotas. La conexión de internet y teléfono, en cambio, no quedó arreglada como lo habían prometido y nuestro internet movil se cortó al haberse agotado el crédito. Alcancé a leer un mensaje de mi hermana y nada más; tendríamos que esperar al día siguiente para recargarlo y de paso aprovechar para averiguar si había novedades respecto a la conexión fija. Teníamos por delante tres días de clima inestable y con pronóstico de mucho viento.
Alicia tomó finalmente la decisión de instalar un aparato de aire acondicionado en cada dormitorio, y el martes a la mañana fuimos a Piriápolis a encargar los aparatos y la instalación. Ricardo me llamó también avisando que vendría el jueves a hacer las conexiones de agua del lavavajillas, y me pidió que dejara a la vista el caño de desague de la pileta bajo la mesada, lo que prometí hacer. Pasamos por la sucursal de Antel para recargar nuestra conexión de internet movil y de paso nos enteramos que la nueva fecha en que tendríamos internet fijo sería el 28. Al menos ya había llegado el cable para reemplazar el averiado. Nuestra peluquera llamó avisando que me podía cortar el cabello y para allá fui en la bicicleta después de almorzar; así volvió mi abundante cabellera a la normalidad. Teníamos un día muy gris y desapacible con fuerte viento del este que recién podría amainar al día siguiente, por lo que me alegré de haber terminado de pegar todas las tejas del techo, que eran justamente las de la caida hacia el este. A la noche tuvimos contacto con Viktoria y Matías por skype.
El miércoles no tuvimos necesidad de salir por lo que nos dedicamos a tareas domésticas. Yo había prometido dejar al descubierto el caño de desagote de la pileta de la cocina y por lo tanto comencé a desmantelar el forro de machimbre que había hecho el año anterior. Por suerte fue posible quitar con facilidad las tablas frente al caño y quedó listo para que Ricardo metiera mano al día siguiente. Tenía en duda si vendría pues todo el día estuvieron anunciando por la radio el paso de un centro de baja presión fuera de la costa uruguaya que iba a provocar intenso viento. Tuvimos un día de calma total pero comenzaría a soplar durante la noche. Nuestra pareja de horneros ya estaba por terminar la construcción de su nido al tope de nuestro poste de luz, los vimos muy atareados trabajando con la entrada a su casita. La tía Ellen seguía por suerte en franca mejoría, aun internada pero con intención de regresar pronto a su casa.
Fue un día muy especial el jueves; la tormenta anunciada se desató sin piedad sobre la costa sur y este uruguaya, comenzando ya la noche del miércoles y atacando con toda furia a partir del jueves a la mañana por lo que Alicia canceló su programado viaje a Montevideo. Prendimos la estufa de leña pues estaba bastante fresco también, y creímos que Ricardo suspendería su trabajo pero no fue así. Apareció poco después de las ocho de la mañana y dijo que no le afectaba la tormenta pues tenía que trabajar bajo la mesada de la cocina. De todos modos se le complicó un poco ya que tenía herramientas eléctricas y la corriente se cortó varias veces. A causa de ello tampoco pudimos probar el lavavajillas cuando Ricardo terminó de hacer todas las conexiones. Solo pudimos abrir los postigos de la ventana que daba a la cochera, opuesta al viento, de modo que estuvimos todo el día en la penumbra. Los informes de la radio hablaban de ráfagas superiores a los 100 km por hora, árboles caidos y daños en viviendas sobre la costa. En Punta del Este las olas alcanzaron los seis metros de altura. Como la exhibición semanal del cineclub se había suspendido nos dedicamos a la lectura disfrutando del calor que nos daba la bendita estufa, y cuando ya comenzaba a ser dificil seguir leyendo recuperamos el suministro eléctrico. Recien al anochecer comenzamos a notar una disminución en la intensidad del viento aunque las rachas seguían siendo fuertes. Por suerte regresaba el buen tiempo a partir del viernes. Se suponía que tendriamos nuevamente linea telefónica e internet el viernes pero ante este contratiempo dudamos mucho que eso iba a suceder.
Llegó la noche del viernes y como lo sospechamos, a pesar de lo prometido no recuperamos aún nuestra linea telefónica. En total contraste con el día anterior, amaneció sereno y con sol. Salimos a inspeccionar los posibles daños causados por el temporal de la víspera y pudimos comprobar que la cabaña no había sido afectada excepto dos tejas del techo que habían sido arrancadas y que luego de encontrarlas en el terreno vecino las volví a pegar. Algunas de las plantas, en cambio, habían sufrido bastante con casi 24 horas de constante viento huracanado. La más averiada fue la anacaguita, el arbolito que habíamos transplantado, que a pesar de haberlo apuntalado se volvió a inclinar y se veia muy marchito. Como ya había renacido una vez de las cenizas, lo enderezamos y apuntalamos nuevamente a la espera de ver si se recuperaba. En la cocina volví a colocar el revestimiento de machimbre bajo la mesada y el estante, adaptando ambos a los caños adicionales que había instalado Ricardo. De la casa de electricidad recibimos un llamado confirmando que al día siguiente a la tarde vendría el instalador a colocar los dos aparatos de aire acondicionado.
El sábado por la mañana salimos con el auto para aprovisionarnos para la semana, con un día muy primaveral. La pareja de instaladores llegó pasadas las dos de la tarde después que les dieramos indicaciones de como llegar. Trabajaron con bastante prolijidad y ambos aparatos quedaron colocados en los dormitorios con sus respectivas unidades exteriores apoyadas sobre la vereda. Tenía pensado comunicarme con Johanna por Skype pero lamentablemente no apareció en línea.
Nuevamente un hermoso día primaveral en Piriápolis. Era el domingo en que se podía votar por proyectos sugeridos por diversas comisiones vecinales y al mediodía bajamos con las bicicletas hasta la escuela de Bellas Artes de Playa Hermosa, donde había una mesa para votar. Desde luego votamos por la propuesta de nuestra comisión vecinal para construir una casa comunal. Se vería luego que proyecto de los muchos presentados ganaría y recibiría los fondos disponibles. Luego continuamos por la costa hacia Piriápolis y pudimos apreciar de cerca los estragos causados por el temporal con grandes areas de la rambla sin baldosas y lo que era peor, con zonas donde se había socavado el terraplén causando el hundimiento de la vereda. Yo tenía mis sospechas de que en gran parte se debía a la falta de mantenimiento preventivo de la rambla, que se había ido deteriorando con los años y solo faltaba un golpe final como el del jueves anterior. Queríamos ver la exposición de rosas en el Pabellón de las Rosas detrás del Argentino Hotel pero estaba cerrado hasta las cuatro de la tarde de modo que aprovechamos para almorzar, lo que hicimos en el restaurante La Corniche sobre la rambla, que por suerte acababa de reabrir después de haber estado cerrado por vacaciones. Antes de ir a la exposición pasamos por el negocio de video para alquilar un par de películas. Las rosas eran contribución de viveros y privados, y había una cantidad de ejemplares dignos de verse. Muchos estaban sorprendidos que tantas rosas hubieran sobrevivido al temporal. Volvimos costeando al barrio y como la tarde estaba muy linda bajamos a la playa para caminar un rato por la orilla hasta cerca de la puesta del sol. A la noche vimos la excelente película "The Shadow Writter" dirigida por Roman Polanski.
Lunes 31 de octubre. Teníamos que ir a Piriápolis a pagar la mano de obra y materiales de la instalación de los equipos de aire acondicionado, y como estaba soleado fuimos en bicicleta. Aprovechamos para pasar por Antel donde nos corrieron la fecha de reconexión de internet al 4 de noviembre, con la salvedad de que dependía del tiempo al no poder trabajar con lluvia. Hacia el mediodia la temperatura era agobiante y comenzaron a formarse nubes de tormenta. Por la radio supimos que a la tardecita había comenzado a llover y granizar en Montevideo y el frente avanzó luego hacia el este. Cuando llegó a Piriápolis pasamos en un instante de la calma chicha a un intenso temporal de lluvia y viento que pasó con rapidez. Nos enteramos al rato que la zona más afectada fue el centro de Piriápolis, con voladura del techo de una escuela y aparentemente de la terminal de omnibus también además de cantidad de arboles caidos. El anemómetro de la Prefectura había registrado vientos de 180 km/h antes de que se quebrara la antena. Nos preguntamos qué hubiera pasado con la cabaña de haber pasado esa tromba por nuestro barrio. El panorama era complicado para el día siguiente también, especialmente para el centro y norte aunque el alerta naranja regía para todo el pais por fuertes tormentas con posibles tornados.
Por suerte tuvimos una noche en calma y sin sobresaltos. A la mañana del martes comenzó a llover pero con poco viento, mientras que el alerta era ahora rojo para el centro y norte del pais. Nosotros nos dimos cuenta que no estábamos para nada preparados para estas contingencias, y como primer medida juntamos documentos y otras cosas importantes en sendas mochilas listas para abandonar la casa en caso de una catástrofe. Afortunadamente no tuvimos vientos fuertes, pero no nos movimos de la casa. Para el día siguiente se anunciaban nuevamente fuerte viento del oeste pero no tan intenso ya. La intendencia de Maldonado estaba haciendo la evaluación de los daños de la rambla de Piriápolis para iniciar lo antes posible la reconstrucción, con ayuda del gobierno nacional, a escaso mes y medio del inicio de la temporada turística.
El pronóstico se cumplió al pie de la letra y el miércoles nos despertamos con chubascos y viento del oeste cada vez más fuerte. Mantuvimos cerrados los postigos del lado que soplaba y como estaba fresco prendimos la estufa de leña también. Por suerte estábamos bien abastecidos de provisiones y no necesitábamos salir. Alicia se comunicó con su hermano, quien tenía que venir de su pueblo 18 de Julio a Pando el fin de semana a participar de una fiesta de cumpleaños. Estando Pando bastante cerca de Piriápolis prometió pasar a vernos. El no conocía aun la cabaña y nosotros no conocíamos su nueva pareja asi que el combo era completo. Recibimos llamadas de varias personas conocidas preocupadas por nuestra situación, al haber estado Pirapolis en el centro de la información, que en algunos casos pintaba un panorama de destrucción total totalmente exagerado. Por cierto el costo de reparación de la rambla se calculaba ya en millones de dólares. El 18 de noviembre sería nuestro segundo aniversario de convivencia y decidimos festejarlo con un paseo a Pueblo Eden, uno de nuestros lugares favoritos. Reservamos turno para almorzar en La Posta de Vaimaca, el muy demandado restaurante del pueblo que no ofrecía cena de modo que pensamos hacer un almuerzo tardio a eso de las tres de la tarde. Para completar el paseo reservamos también la cabaña La Holandesa en las cercanias del pueblo para pernoctar. Asi podría tomar vino con la comida, y además existía la posibilidad de que nos cayera la noche y no quería conducir por la carretera a Piriápolis en la oscuridad, ya que no estaba demarcada. El viento fue amainando y poco antes de la puesta del sol se despejó por lo que salimos a dar una vuelta por el barrio, subiendo por la calle 2 hasta el final y bajando por la muy deteriorada calle 3. Vimos varias casas con daños menores causados por los temporales y pasando por la casa de Osvaldo y Yolanda observamos que se habían soltado algunos listones de su minúsculo galpón, que me propuse ir a reparar al día siguiente. La puesta de sol fue magnífica, y al regresar a la cabaña alcanzamos a hacer una inspección del techo que afortunadamente encontramos intacto.
Mientras Alicia iba a Montevideo, yo dediqué buena parte del jueves a la ingrata tarea de limpiar la grasera de la cocina, que requería mantenimiento regular. Junté todo lo que saqué de la grasera en varios bidones de 6 litros y luego me quedó la duda de qué hacer con ellos por lo que qedaron a la espera. A su regreso fui a buscar a Alicia a la parada 10 y después de cenar en la cabaña fuimos con el auto a Piriápolis pues siendo jueves había función en el cine club. El horario se había corrido media hora a las siete y media para tener oscuridad en el salón. Vimos la comedia francesa de tono político "El nombre de la gente", muy original y divertida, aunque tal vez no fuera merecedora de los sesudos comentarios de algunos de los participantes del debate posterior.
Viernes y día hermoso. Nos levantamos bien tarde asi que el desayuno fue tipo brunch. Sorpresivamente apareció Johanna en Skype y tuvimos una larga charla mientras ella iba con el auto en camino a Hjortserid donde estaba KF con Ellen además de mis consuegros. Luego tomamos nuestras bicicletas y salimos de compras. Pasamos por la barraca del barrio a encargar dos metros cúbicos de piedras blancas para colocar en la cochera y que traerían al día siguiente. Después continuamos hasta El Dorado de la calle Misiones, donde nos encontramos que estaba bloqueado por una acción sindical de los empleados reclamando mejoras diversas en las condiciones de trabajo. Por suerte había una provisión cercana donde pudimos hacer la mayor parte de nuestras compras. A la tardecita bajamos a la playa a caminar y de paso juntamos algunas piedras para colocar en los costados del puente de entrada a la cochera. Tal vez no tendría que haber hecho el esfuerzo de traer cuesta arriba algunas piedras en la bicicleta pues terminé con dolor de espalda. Desde luego que pasó el 4 de noviembre también sin que Antel nos reconectara la linea telefónica.
Pasé una mala noche, por momentos con tanto dolor de espalda que no me podía dormir. En base a los síntomas llegamos a la conclusión de que era el nervio ciático que estaba causando el problema. La mañana del sábado era radiante y al rato de levantarnos llegó Ademir, el ayudante de Andrés con su esposa para cortar el pasto. También nos podó la anacaguita quitando todas las ramas que tenían sus hojas ya marchitas. Mientras estaba en eso apareció el camión con los dos metros cúbicos de pedregullo blanco y comentando al jardinero nuestra intención de repartirlo en la cochera nos recomendó hacer un encofrado con madera para que las piedras no se esparcieran con tanta facilidad por el pasto. También se ofreció a hacer el trabajo, y dado que mi espalda no daba por unos días para estar acarreando piedras lo contratamos. Quedó en venir al día siguiente domingo a las ocho, evidentemente necesitado de hacer changas. La temperatura subió rápidamente a los 30 grados, y como necesitabamos hacernos de bidones con agua salimos con el auto a buscarlos al centro. Nos encontramos allí con que los dos supermercados El Dorado estaban aun en conflicto por lo que decidimos intentar con el de Solis y de paso hacer un paseo por el camino de la costa. Afortunadamente encontramos ese abierto, y en el camino investigamos lo que estaba pasando donde supuestamente estaba la avería del cable de Antel. Desde luego no se detectaba la más mínima actividad, especialmente siendo día sábado. Alicia bajó a la playa antes de la puesta del sol mientras que yo me quedé en la casa dado que caminar me producía mucho dolor en la pierna derecha.
Por suerte pasé una buena noche al no tener dolor estando acostado. El domingo fue nuevamente radiante, con una temperatura que llegó a los 32 grados. Nos levantamos antes de las ocho esperando el prometido arribo de Ademir, quien recién apareció a eso de las diez pero solo para avisarnos que recién podría venir a la tarde cosa que tampoco ocurrió. Mi problema de la espalda me obligó a moverme lo menos posible, y armado de un buen libro me pasé practicamente el día leyendo y disfrutando del magnífico clima mientras que Alicia quedó a cargo de todas las tareas domésticas. Ella dió una vuelta por la playa hacia el atardecer cuando comenzó a bajar la temperatura; no la pude acompañar porque caminar me seguía causando demasiado dolor. Al día siguiente, lunes, ibamos a tener la visita de Tito y su pareja.
Lunes 7 de noviembre. Por las dudas nos levantamos temprano esperando la llegada de Tito, y además Alicia quería invitarlos con pollo al horno para el almuerzo, lo que requería por lo menos dos horas de horno. A media mañana aparecieron Ademir y Andres además de un conocido con camioneta y cargaron todos los restos de madera de la construcción que teníamos amontonados detrás del galpón. Ademir prometió volver para esparcir las piedras en la cochera y esta vez cumplió. Hacia el mediodía avisó Tito que estaba cerca de la casa y decidimos ir a esperarlo en la provisión Los Macaquitos que era una referencia facil. Tito venía con Paula, su nueva pareja, y traían también un cachorro recién adquirido en Pando. Los guiamos hasta la cabaña y casi enseguida nos sentamos a almorzar. la perrita quedó tranquila atada a una columna en la galería, Ademir terminó su trabajo y después de repartir el pedregullo sobró un poco que pensamos ibamos a utilizar rellenando las huellas que inevitablemente iba a hacer el auto. Necesitábamos piedras para colocar en los bordes del caminito para contener las piedras y planeamos ir algún día a la playa cercana a Solis donde sobraban piedras. Nuestra visita partió a media tarde pues tenían por delante un viaje de unos 230 km. Yo continué haciendo reposo con la lectura.
El martes nos despertamos a una realidad que parecía inimaginable, el candidato Donald Trump había ganado las elecciones presidenciales en EEUU y con su despreciable y psicopatica personalidad abría un futuro dificil de predecir en el mundo. Habíamos decidido ir a ver al médico para que viera mi espalda, de modo que a media mañana arrancamos para Pan de Azucar al no haber hospital público en Piriápolis, solo la pequeña policlínica y la emergencia. Pasando primero por un cajero en Piriápolis aprovechamos para entrar a la oficina de Antel donde nos dijeron que estaba previsto restablecer nuestra linea telefónica al día siguiente. En el hospital de Pan de Azucar decidímos preguntar también que había que hacer para afiliarme a la Asse (Administración de los Servicios de Salud del Estado) y nos dieron un formulario a llenar, junto con los documentos que había que presentar. En cuanto a mis dolores, me recomendaron ir a la emergencia del policlínico de Piriápolis donde había un médico que me podía atender. Asi fue que regresamos al pago y el médico me hizo inyectar, además de recetarme calmantes y relajantes musculares, y reposo. Me dijo que si no mejoraba era recomendable hacer una placa. Luego estudiamos el formulario de afiliación y vimos que después de hacer algunas fotocopias de documentos teníamos todo lo necesario de modo que regresamos a Pan de Azucar ya que ese mismo día se podía hacer el trámite entre las 13 y las 15. Mi afiliación era posible a raiz de mi relación con Alicia. Después de un rato de tecleo en la computadora y de un par de firmas nos dijo la empleada: ya está! En Uruguay ya no se entregaban carnets, supuestamente bastaba mostrar mi cédula de identidad para verificar mi afiliación en las terminales de los servicios de atención y en algún momento tendríamos seguramente ocasión de comprobarlo. Para festejar este paso adelante, regresamos al centro de Piriápolis para almorzar en La Corniche pero estaba cerrado. Entonces tomamos la ruta de la costa hacia el oeste para probar en Las Flores y Solis y de paso juntar piedras en la playa. Además queríamos observar si pasaba algo con la reparación del cable telefónico. Ciertamente había gente trabajando en el tema, además de ver que tenían una parrilla con el asado casi listo. No era ninguna garantía de que el trabajo estuviera terminado al día siguiente pero era una señal alentadora. No dimos con ningun restaurante abierto, de modo que suspendimos lo de las piedras, compramos algunas provisiones y mis remedios en Las Flores, y regresamos a la casa donde Alicia resolvió el tema de la comida haciendo una excelente pasta con tuco. Siendo asiduos escuchas de la radio Alicia contestó correctamente a una pregunta que hacia Radio Sarandi y al rato recibió una llamada informando que podía pasar a buscar un libro que había ganado. Dia de suerte! A la noche me sentí mucho más aliviado, tal vez producto de la inyección que me habían dado.
Tal vez como resultado de la medicación, el miércoles me sentí mejor pero de todos modos hice muy poca actividad y seguí disfrutando con lectura del hermoso día. Cuando ya se acercaba la puesta del sol le propuse a Alicia llevarla hasta la costa con el auto y asi lo hicimos. Yo me quedé en el estacionamiento y ella hizo una caminata por la playa. No hubo novedades respecto a la conexión de internet, algo que ya suponíamos iba a suceder.
Alicia fue nuevamente sola a Montevideo el jueves pues mi condición no me permitía caminar mucho. Con un hermoso día me dediqué a hacer tareas menores en la casa, entre otras cosas sellando el marco inferior de la puerta a la terraza por donde había entrado un poco de agua durante la furiosa tormenta de la semana anterior. De la mueblería nos llamaron para avisar que habían llegado los dos cajones que habíamos pedido para el mueble de la cocina después de una larguísima espera. Alicia recogió su libro en el local de radio Sarandi, y a causa de ello no alcanzó a tomar el omnibus antes de las cuatro y media de la tarde. Siendo día de cine, después de esperarla en la parada diez con el auto fuimos directamente al centro donde nos dió el tiempo para sentarnos un rato en la rambla y disfrutar de la puesta del sol con unos mates. La película que se proyectó era de origen búlgaro y tenía el larguísimo nombre de "El mundo es grande, y la salvación está a la vuelta de la esquina". Nos enteramos luego que había sido nominada para el Oscar en el año 2011 y opinamos que realmente lo merecía pues a nuestro gusto fue una perla. No nos quedamos para el debate posterior porque queríamos regresar a la cabaña a cenar lo antes posible.
Por suerte otro día muy lindo, el viernes salimos de la casa hacia el mediodía siempre con el auto y comenzamos por la mueblería. Por suerte había llevado un cajón de muestra pues resultó que los que había hecho el carpintero no se correspondían con las medidas que habíamos pedido, vaya a saber cuanto tiempo más demorarían. Luego hicimos nuestra periódica visita a Antel donde nos informaron que tentativamente recuperaríamos la linea telefónica/internet al día siguiente, otra promesa más de las tantas. Con la idea de juntar piedras bochas fuimos hacia Solis, comenzando con compras en El Dorado del lugar pero que encontramos cerrado por pausa del mediodía. Hicimos tiempo almorzando en un paradero cercano sobre la ruta donde comimos muy bien, y después de las compras buscamos un lugar adecuado en la costa donde Alicia juntó buena cantidad de piedras mientras yo le cebaba mate. Al regreso pasamos nuevamente por Piriapolis donde Alicia consiguió tela y relleno para terminar con su proyecto de confección de almohadones para la casa. La cantidad de piedras que juntamos no alcanzó pero faltaron bien pocas para terminar de bordear la entrada de pedregullo del auto. A la noche hicimos una escapada hasta la casa de Juan para averiguar si su casa de alquiler de temporada estaba todavía disponible, lo que era efectivamente así y le pasé el dato a Karin.
Sábado y día de feria en Piriápolis. Para allá fuimos con el auto después del desayuno y pasamos antes por el supermercado Devoto para conseguir tallarines sin gluten, pero fracasamos porque ese día estaba bloqueada la entrada por los empleados. En la fería conseguimos lenguado que era lo que le quedaba al puesto de pescado. Luego fuimos al vivero de la calle Misiones y allí compramos un rosal más, además de plantas menores, a todas las cuales se dedicó Alicia a plantar con todo entusiasmo. Yo limpié los vidrios de la puerta balcón y las ventanas del lado del mar que aun estaban bastante salpicadas del salitre que había traido el temporal anterior. Cuando bajó lo suficiente el sol bajamos a la playa cargando sendas sillas playeras en el auto y Alicia inició la temporada dandose el primer chapuzón. Yo me quedé cómodamente sentado leyendo un libro hasta la puesta del sol. Habíamos quedado en tratar de comunicarnos con Johanna por Skype pero no hubo caso. Desde luego que aun no disponíamos de linea telefónica.
Domingo y día de grandes aventuras. Se celebraba la 5ta. fiesta anual llamada "Abrazo del Solis Grande" sobre la ruta 9 en el paraje Dos Puentes, en el límite entre los departamentos de Maldonado y Canelones, lo que quedaba a pocos kilómetros de Piriápolis. La fiesta era de tono tradicional con desfile de caballería gaucha de los dos departamentos, y nos enteramos que a la mañana iba a haber una misa criolla con coro cantando esa composición. Nos levantamos temprano, cargamos dos sillas y para allá fuimos, encontrándonos por la ruta con cantidad de jinetes de ambos sexos con sus mejores galas en camino a la fiesta. La misa se hacía en una explanada en la isla que formaba el arroyo Solis Grande al bifurcarse en dos brazos y llegamos allí después de estacionar el auto y caminar un trecho pasando todo tipo de kioscos de venta de objetos y comida. Parrillas había también por doquier. La misa nos resultó muy simpática y si bien no había orquesta en vivo el coro cantó muy bien y con mucho entusiasmo. Hacia el mediodía iba a comenzar el desfile de caballos y decidimos quedarnos a verlos, disfrutando de la destreza y el colorido de los numerosos grupos que vinieron de distintas organizaciones tradicionales. De paso comimos también sendos choripanes muy sabrosos. Entremedio de la caballada ya en retirada dejamos el estacionamiento y en camino de regreso a Piriápolis se nos ocurrió hacer un paseo por un camino vecinal donde una flecha indicaba "Las Sierras". El camino estaba bien afirmado y era pintoresco, bordeando las sierras de Minas, y después de unos kilómetros vimos un angosto desvío a la derecha identificado como el camino turístico "el arco del sol", que se internaba en las sierras y decidimos probarlo. No estaba en muy buenas condiciones pero al principio se podía transitar sin dificultades. Luego comenzaron a aparecer obstáculos en forma de badenes y muchas piedras que comenzaron a preocuparnos. Solo continuamos al razonar que cada paso dificil sería el último y no queríamos tener que regresar y hacerlos nuevamente, y a raiz de ello llegamos a un lugar donde estaba practicamente intransitable, con profundos zanjones abiertos por la lluvia y grandes piedras. Tuvimos que hacer un estudio del terreno y correr piedras antes de hacer la prueba de pasar y lo logramos. El último desafío fue un tramo intransitable por estar cubierto de agua, que nos obligó a meternos entre las filas de en un bosque de eucaliptos plantados a la vera del camino donde por suerte pudimos pasar con varias maniobras. Además Alicia hubo de abrir y cerrar innumerables tranqueras antes de llegar al final de esa huella y tomar la ruta pavimentada de Minas a Piriápolis. Nos habíamos metido en un camino para un vehículo de 4x4 con el pequeño BYD que por suerte no nos dejó plantados, pero nunca repetiría esta experiencia.
Lunes 14 de noviembre y un lindo día, propicio para trabajar afuera. El proyecto de Alicia era cambiar el limonero de lugar, en parte porque no crecía bien y también porque ocupaba el lugar de una futura posible parrilla de la que esperábamos proyecto y presupuesto de Ricardo. Por mi parte encaré el trabajo de hacer orden y limpieza en el galpón, que ciertamente lo estaba necesitando. De paso descubrimos que se comenzaba a formar un hormiguero de hormigas gigantes y voladores en un rincón. Juntamos mucha basura que cargamos en el auto para dejar en un contenedor a la hora de salir a la tardecita hacia la playa. La puesta de sol fue detrás de nubes y se puso fresco de modo que Alicia optó por no darse su chapuzón. Confiábamos en que ibamos a poder ver la luna llena más cercana de los últimos 65 años pero nos fracasó a causa de de las nubes. Antes de cenar hicimos una escapada a la casa de Juan y Helena a dejarles la seña por el alquiler de su casa "La Marinera" entre el 22 y el 29 de diciembre. Sería para Karin, Viktoria y Matías, y Eva con sus dos niños. Antes de que nos percataramos tuvimos una nueva poda ecológica, hecha por hormigas que pelaron el rosal que estaba recuperando sus brotes después del temporal. Alicia hizo un llamado al centro de reclamos de Antel y para nuestra sorpresa le dijeron que el reclamo ya estaba cerrado pues la línea funcionaba nuevamente (!). No entendimos cómo podían afirmar eso cuando nadie nos había contactado para verificarlo. De modo que abrimos un nuevo reclamo....
El martes fue un día muy productivo y positivo para nosotros. Comenzamos a la mañana yendo a la emergencia de la policlínica de Piriápolis para ver al médico que me había visto una semana atrás y solicitarle la orden para la radiografía. Cuando llegamos había justamente una emergencia de modo que tuvimos que esperar un buen rato, pero finalmente se desocupó el médico y me dió la orden para ir al hospital de Maldonado donde también podría ver a un traumatólogo. Mientras yo estaba en la policlínica, Alicia iba a Antel a continuar la lucha por recuperar la linea telefónica, y allí nos encontramos. La información que recibimos fue que el desperfecto iba a quedar solucionado en un día o dos, y con nuevas esperanzas seguimos entonces viaje a Maldonado. Fue rápido el trámite de sacar las dos radiografías, pero luego comenzó la espera para ser atendido por el traumatologo. Alicia tuvo que regresar con el ómnibus a Piriápolis ya que comenzaba con sus clases de manejo para sacar su registro de conducir. Mi espera fue de unas cuatro horas y finalmente me llamaron a la traumatología de la emergencia. El médico llegó a l conclusión de que mi espalda estaba en buenas condiciones y que efectivamente se trataba de una lumbalgia. Me cambió la medicación, que por suerte logré retirar un minuto antes de que cerrara la farmacia del hospital, todo sin cargo, y me recomendó desde luego reposo. También me dieron un turno de control para el lunes siguiente por la mañana. Alicia había tenido una exitosa primer clase de conducción y cuando regresé tenía ya lista la cena. Milagrosamente comprobamos que habíamos recuperado señal de internet aunque aun no habían venido a verificar que todo estuviera funcionando bien.
Continuó mi convalecencia, tratando de no moverme demasiado. Antes de la clase de conducir de Alicia del miércoles alcanzamos a hacer compras de provisiones en el supermercado Devoto, donde fuimos con el auto ya que yo seguía rengo. Preparé un pesto para la cena usando parte de la albahaca en maceta que habíamos comprado en el vivero, y Alicia regresó conducida por su instructora. Después de comer fue Alicia en bicicleta a la peluquería de Mariana a arreglarse el cabello. Cuando regresó era ya noche cerrada y la temperatura había caido apreciablemente, inusual para el mes de noviembre.
El jueves fue invierno nuevamente nuevamente en Uruguay. Amaneció muy ventoso, frio y con lluvia. Alicia tenía que ir a Montevideo y como era habitual la alcancé hasta la parada de los Macaquitos. Luego fui a la farmacia a comprar el medicamento que me estaba faltando antes de regresar a la cabaña donde prendí la estufa de leña de inmediato. La noche anterior había dormido mal a causa del dolor en la pierna y las molestias continuaron todo el día. Habíamos planeado que yo iria en auto a la tarde para encontrarme con Alicia en un shopping de Montevideo pero los trámites que tuvo que hacer la demoraron tanto que decidimos cancelarlo. Cuando regresó fuimos al centro de Piriapolis con la idea de cenar en La Corniche pero faltando aun una hora para que abriera la cocina regresamos a la casa e improvisamos rápidamente una comida. Había comenzado a tomar el Nuroketofen a la tarde y noté a la noche una mejoría radical al desaparecer los dolores.
Viernes 18 de noviembre y día de nuestro segundo aniversario de convivencia. Teníamos planeada ya la escapada a Pueblo Eden pero primero tuvimos que ir a la policlínica donde Alicia tenía un turno para control. Me quedé con ella hasta que ´le tocó el turno y luego tuve que volver a la cabaña pues Andrés me había avisado que técnicos de Antel vendrían a su casa al mediodía a solucionar sus problemas de internet. Llegué justo para verlos y comentarles de nuestros propios problemas. Efectivamente, había lineas cruzadas o sea que estábamos conectados a la linea de algún otro usuario y además no teníamos tono de teléfono. Todo esto quedó solucionado en poco tiempo, y me puse a juntar las cosas para nuestra excursión mientras Alicia hacia su hora de práctica de conducción. Esta vez salió a la calle y llegó manejando por su cuenta hasta la casa. Teníamos cierto apuro ya pues la cocina del restaurante de Pueblo Eden cerraba a las cuatro de modo que terminamos de juntar todo y salimos casi enseguida para llegar a tiempo. Pensamos encontrar una multitud en el restaurante pero resultamos ser los únicos comensales. El lugar se llamaba "La Posta de Vaimaca", nombre inspirado en el del cacique charrúa Vaimaca Pirú y era una construcción de campo bastante precaria, parte de material y parte de madera con un gran salón comedor muy sombrío y bastante olor a humo pues la cocina estaba a la vista y era a leña. La comida que ofrecían se limitaba siempre a cordero, conejo y pastas caseras, y mientras Alicia pedía su pan de conejo yo me incliné por la pasta rellena de ricota. Comimos bien, aunque no hubieramos recomendado el lugar por su excelencia culinaria. Las peras al vino tinto que pedimos de postre eran una bomba exageradamente empalagosa, hasta para mi gusto. Lo que lo hacía interesante era su originalidad y el entorno, pero no merecía repetir la experiencia. A pesar de ser muy conocido y concurrido, no aceptaba tarjeta de crédito, y el televisor con la chácharra de Moria Casan era totalmente innecesario.Saliendo del pueblo tuvimos que retroceder un par de kilómetros por la ruta para tomar luego una entrada de tierra en buen estado y hacer un kilómetro y medio hasta llegar a "La Holandesa", el establecimiento rural donde habíamos alquilado una cabaña. Después de franquear una tranquera nos encontramos con una mágnifica area parquizada y una casa donde nos estaba esperando Tea Lichtenberg, la holandesa. La cabaña estaba a poca distancia en el mismo predio y Tea nos abrió y nos dió todas las indicaciones necesarias. Era una sólida construcción de madera de un dormitorio con amplísimos ambientes, sobria pero decorada con mucho gusto. La tarde continuaba soleada y salimos a recorrer el predio de 7 hectáreas a pie, incluido en el recorrido un monte autóctono, un muro largo de piedra de larga data, y todas las facilidades del establecimiento. Tenían calentador de agua solar y celdas solares para electricidad de reserva para la casa, horno de barro, una huerta impecable, frutales y plantas diversas repartidas por el parque. También salimos a caminar un trecho hacia la ruta encontrando algunas casas dispersas en uso además de algunas en estado ruinoso. Con la puesta del sol vino el frío y nos metimos en la cabaña, donde no había facilidades para cocinar, pero lo teníamos previsto y habíamos traido sandwiches para una cena fría.
Amanecimos a un sábado hermoso. Era el día que cumplia años Marcos, el hijo de Alicia, y lo ubicó por Skype por lo que tuvimos oportunidad de saludarlo. Estaba pasando el fin de semana en Barcelona junto con Sanna, su pareja. A pedido de Tea le mandé un mensaje quince minutos antes de la hora en que queríamos desayunar, y después de cruzar el parque hasta la casa principal nos encontramos con una mesa delicadamente servida en el jardín de invierno con vista a las plácidas serranías de la zona. Se presentó también Fernando, el marido de Tea, de origen uruguayo, y ambos se sentaron a hacernos companía e intercambiar experiencias. Fue una charla muy amena e interesante, y el desayuno de las nueve y media se extendió hasta casi la una de la tarde. Luego salimos con Tea a ver su prolija quinta y probamos las frutillas de la variedad cruzada con frambuesas. En la cabaña habíamos visto un mapa en el que aparecía un camino vecinal que cruzaba la sierra del Caracol hacia el este y empalmaba con la ruta 39. Fernando nos aseguró que estaba en buen estado y decidimos probarla para retornar a Piriápolis haciendo un circuito. Ni bien regresamos a la entrada a Pueblo Eden dejamos la ruta 12 y doblamos a la derecha pasando al costado de un almacén de ramos generales. El camino era mejorado y estaba en muy buenas condiciones y señalizado. Los carteles nos hicieron ver que era la ruta del "arco del sol", la continuación de la que nos había dado tanto dolor de cabeza la semana anterior y que era el día y la noche en comparación. Casi sin encontrarnos con un solo vehículo hicimos el pintoresco recorrido donde además de encontrar campos cultivados y con ganado, vimos algunos olivares y viñedos. Las cumbres de la sierra del Caracol estaban coronadas por un gran parque eólico. Cuando alcanzamos la ruta 39 la tomamos hacia el sur y después de pasar por el centro de San Carlos entramos a Maldonado y a nuestro favorito restaurante "Volver" donde pedimos sendas brótolas a la plancha con verduras saltadas. Sobre la ruta 39 y a la entrada a Maldonado acababa de abrir Sodimac y después de comer se nos ocurrió ir a curiosear. La curiosidad terminó con el auto lleno pues encontramos la tan necesitada escalera de aluminio plegable, un juego de loza chino de dudosa calidad pero también muy necesario ante la cantidad de visitas que esperábamos, algunas macetas, toallas de playa, una manguera para el jardín y un carretel para la misma. Con todos estos trofeos regresamos a la casa pasando por la estación de sericio en Piriápolis a rellenar el tanque ante la huelga de combustible anunciada para el lunes y martes. En algunas estaciones que habíamos visto se habían hecho ya importantes colas. A la noche hablé con Daniel, el propietario de la cabaña "Pichinango", que queríamos reservar para la estadía de Cornelia y Nils y quedamos en ir a verlo y dejarle la seña al día siguiente. El hombre era de Montevideo pero parecía tener varias propiedades en nuestra zona e iba a venir a una de ellas.
El domingo no había ya tanto sol, pero la temperatura era agradable y no había viento. Alicia acomodó algunas plantas en las macetas que habíamos comprado el día anterior y al mediodía hicimos una escapada a ver a Daniel. Lo encontramos en su casa a pocas cuadras de la nuestra y le dejamos la seña. No nos podía mostrar la cabaña porque estaba alquilada ese fin de semana pero vimos fotos y un video que nos dejaron bien impresionados. La cabaña estaba totalmente construida en piedra y parecía bien equipada. El día anterior habíamos hecho una evaluación de nuestros planes y decidimos posponer nuestro viaje a Bariloche de la semana entrande. Mandé un mensaje a Camilo avisando que pensabamos ir a su fiesta del 4 de diciembre y llamé a mi hermana para informarle del cambio. Ella iría en transporte publico a Buenos Aires y nosotros iríamos en auto a Colonia para estacionarlo allí y cruzar en ferry. Alicia había conseguido tapas de empanadas sin gluten en "La Molienda" de Montevideo y fueron un hallazgo. Hicimos empanadas de atún y queso al horno que estaban exquisitas. Por primera vez desde nuestra llegada al Uruguay de este año nos visitó una culebra que vimos paseando por la galería. Era de tamaño apreciable y era de un color verde intenso. Bastó con acercarle la escoba para que saliera disparada y se metiera en el monte. A la tardecita bajamos a la playa para que Alicia hiciera su caminata mientras yo seguía cuidando mi esqueleto y me quedaba sentado leyendo.
Lunes 21 de noviembre y día invernal en estas latitudes. Era el día en que tenía turno de control con el traumatólogo en Maldonado y pensando que ibamos a estar más de ocho horas ausentes de la casa prendimos cuatro bombas de humo fumigante antes de partir. Hicimos una parada en la policlínica de Piriápolis para que Alicia sacara algunos turnos de control y luego continuamos al hospital de Maldonado. Los horarios que daban eran aproximados y para el mío faltaba más de una hora. Estábamos preparados para una larga espera y habíamos llevado lectura. Después de un rato se fue Alicia a dar una vuelta por el Punta Shopping de Punta del Este a curiosear. Mi hora de atención pasó sin novedades y aun había bastantes pacientes delante mío, y para colmo llamaron al traumatologo a la emergencia. Entonces llamé a Alicia y le sugerí que volviera a Piriápolis en el colectivo ya que a las cinco de la tarde tenía su lección de manejo. Después de cinco horas de espera me tocó mi turno y el médico solamente me redujo drásticamente la medicación además de darme algunos consejos y la página de internet "Higiene de Columna". Saqué un nuevo turno de control para el 14 de diciembre y luego regresé a Piriápolis haciendo algunas compras en el Devoto para hacer salsa y acompañar una pasta. Llegué a la casa casi una hora antes que Alicia y alcancé a limpiar un poco la casa del polvo de la fumigación antes de ponerme a cocinar.
Nuestra planeada excursión de compras a Montevideo la concretamos finalmente el martes. Partimos temprano para pasar primero por la casa de Luján en Ciudad de la Costa a recuperar la matera que había quedado olvidada allá en la última reunión mensual y luego continuamos hasta el registro civil en pleno centro a dejar papeles de Alicia. De allí al shopping Montevideo había una corta distancia, y con el auto estacionado en el subsuelo del centro comercial dedicamos el resto de la mañana a la caza de ropa y zapatos con el fin de equiparnos para la inminente boda de Viktoria y Matias. Afortunadamente encontramos todo lo que buscábamos, y evitando luego los impersonales patios de comidas del shopping salimos a buscar la "Chiviteria Marcos" del barrio donde almorzamos muy bien. Ya teníamos cierto apuro por regresar para que alicia llegara a tiempo a su lección de manejo en Piriápolis, pero alcanzamos a hacer una parada en el segundo peaje para hacer el trámite de conseguir el sticker de telepeaje. Rematamos el día con una bajada a la playa antes de la puesta del sol.
Alicia tenía turno en una policlínica de Maldonado para hacer el examen médico obligatorio previo al carnet de conducir y para allá fuimos el miércoles a la mañana. Tuvimos que esperar un rato pero fue un trámite relativamente rápido, y teniendo una dirección proporcionada por la holandesa Tea fuimos con cuatro láminas a una fábrica de marcos en el centro de Maldonado para encargar el demorado enmarcado de las mismas. Con suerte el trabajo estaría listo antes de nuestra partida a Buenos Aires. Ya de regreso en Piriápolis conseguimos una lámpara de pared que nos gustó para instalar en el dormitorio pequeño. A la tarde tuvo Alicia su lección diaria de manejo.
El viaje a Montevideo de los jueves se complicó un poco pues después de esperar más de lo habitual a que apareciera el omnibus en la parada de Los Macaquitos llamamos a la empresa y nos avisaron que el omnibus se había roto y el reemplazo no había salido aun de Punta del Este. Afortunadamente Alicia logró cambiar su turno de atención con la terapeuta para la tarde, y logró regresar a tiempo para cenar antes de ir a la función semanal de cine en el cineclub. Esta vez la película era "La Hierba Errante", un clásico del cine japonés del año 1959 y dirigida por Yasujiro Ozu. Me gustó mucho la fotografía y el trabajo de cámara, además de ser muy interesante ver en cine las diferencias entre las culturas orientales y occidentales.
Cuando nos levantamos el viernes escuchamos que se había producido un fenómeno sonoro en la zona de Montevideo que parecía tener origen en un sismo, algo muy poco frecuente en el Uruguay, y que dió lugar a toda suerte de comentarios. La sesión de manejo de Alicia era a las once de la mañana y aprovechamos la vuelta para aprovisionarnos en el Devoto además de comprar los pasajes para el cruce a Buenos Aires en la oficina del Buquebus/Seacat en la terminal de ómnibus. Nuestro plan era entonces ir en auto el sábado 3 de diciembre a Colonia, dejar el vehículo en un estacionamiento y tomar el Seacat al mediodía. Para el regreso incluimos a Elsa y reservamos para el 11 de dicimebre a media mañana con el primer buque, pensando que el tiempo alcanzaría para un paseo por Colonia y la pasada por la rambla de Montevideo aun con luz diurna en camino a Piriápolis.
El sábado nos levantamos temprano y encaramos varios proyectos que había que completar antes de viajar a Buenos Aires. Alicia sacó la máquina de coser y se dedicó principalmente a la costura, haciendo arreglos a la ropa que habíamos comprado. Por mi parte terminé de colocar listones faltantes en la cocina e instalé también la lámpara que habíamos comprado para el dormitorio de huéspedes. A media mañana nos comunicamos con Johanna, recién llegada de Malmö con KF y Ellen y ya instalados en el departamento que habían alquilado hasta el 11 de diciembre. El día había comenzado muy lindo pero se fue descomponiendo y a media tarde ya teníamos bastante lluvia y durante un buen rato con fuerte tormenta eléctrica que se fue aplacando hacia la noche. Por suerte esta vez no tuvimos fuerte viento.
Alicia había juntado ropa de cama y toallas para prestar a Cornelia y Nils durante su estadía en la cabaña "Pichinango" que habíamos reservado, y pusimos todo en una valija para dejarsela el domingo a Daniel, el propietario. Incluimos también ropa de cama y toallas para Johanna y KF pues se quedarían allí la primer noche. Temprano por la tarde le alcanzamos la valija a Daniel, quien además prometió esperar con su camioneta a los viajeros en la parada de omnibus de Los Macaquitos y alcanzarlos hasta la cabaña. Fue nuestra única salida del día, ya que la tarde estaba fresca y no daba para ir a la playa
Lunes 28 de noviembre. A falta de cloacas estábamos en constante lucha contra los olores desagradables y por la mañana fuimos hasta la barraca del barrio a comprar un caño para extender en altura la ventilación del pozo ciego y otro caño con accesorios para extender la ventilación de la grasera cruzando la cochera y subiendo al techo. Ese caño no quedó muy estético pero tenía idea de como disimularlo en el futuro. La semana anterior se ma había caido un pedazo del arreglo de una muela y conseguí un turno con una dentista en Piriápolis para la tarde. En esa sesión solo me hizo un relleno provisorio y me dió un nuevo turno para el viernes a la tarde para hacer una reconstruccion permanente. Alicia fue en bicicleta a su sesión diaria de conducción mientras yo preparaba la cena, y luego tuvimos que volver a Piriapolis donde asistimos en la casa de la cultura (yo como oyente) a una charla informativa obligatoria organizada por la dirección de tránsito de la municipalidad. La presidían dos inspectores de tránsito, y mientras que la mujer daba la charla y mostraba videos el hombre hacia contínuas intervenciones quejandose de lo desastrosa que era la cultura de tránsito en Pirapolis. Sorprendentemente mencionaron que en muchas ocasiones daban vuelta la cara a infracciones con el argumento que sino no quedaría casi nadie con libreta de conducir. Muy contradictorio el mensaje ya que daba la impresión de que no cumplian plenamente con su trabajo al mismo tiempo que se quejaban de la situación en la calle. Al regreso pasamos por la casa de Andrés a decirle que ya teníamos una selva alrededor de la casa y prometió venir a cortar al día siguiente por la tarde.
El martes, con un lindo día de sol, decidimos preparar la huerta. Previamente habíamos limpiado dos de los cuatro canteros y mientras Alicia sembraba en ellos yo me dediqué a preparar los otros dos. En uno de estos había plantas de frutillas dispersas y costó bastante quitar el pasto y la maleza que las rodeada. Dos de las plantitas tenían frutillas en crecimiento pero no tenía muchas esperanzas futuras ante la constante amenaza de las hormigas. Terminamos esa tarea antes de comer y luego nos quedamos esperando la llegada de Andres quien no cumplió con su promesa. La tarde continuaba muy linda y con la trayectoria actual del sol ahora podíamos ver la puesta sobre el mar desde la casa.
Otro día de mucho sol y buenas temperaturas. El miércoles le tocaba la clase de conducción a Alicia a las cuatro de la tarde y la instructora la iba a pasar a buscar pot el barrio. La campana del extractor de la cocina que habíamos comprado a principios de año daba una luz miserable y por la mañana me aboqué a la tarea de reemplazar los focos por otros de mayor potencia, lo que requirió hacer unas cuantas modificaciones, pero finalmente quedó hecho el trabajo. Yo fuí a buscar a Alicia al centro de Piriápolis al final de su clase, y aprovechamos para comprar listones de madera tapajuntas para seguir mejorando las pésimas terminaciones de Carlos. En todas las estaciones de servicio había extensas colas, que daban la impresión que se estaba gestando un nuevo paro. Con nuestro tanque aun bastante lleno calculé que teníamos autonomía suficiente para llegar a Colonia. Al día siguiente teníamos que ir a Montevideo pero decidimos hacerlo en colectivo. Hicimos una cena bien temprana y mientras estábamos en eso apareció Ademir a cortar el pasto y luego se le unió Andres. Le pedimos que hiciera un nuevo corte antes de nuestro regreso y prometió hacerlo.
Este jueves no falló el omnibus, por el contrario, apareció una unidad contratada mucho más moderna que las de la flota china de Copsa. Era nuevamente un día hermoso y la temperatura trepó hasta cerca de los treinta grados. Entre otras cosas, compré en Montevideo un par de camisas, y para almorzar fuimos al boliche vegetariano de los chicos frente a la Municipalidad que solíamos frecuentar. Huyendo lo antes posible de Montevideo tomamos el omnibus de las tres y media de la tarde que demoró dos horas en llegar hasta nuestro barrio; fue un soporífero para mi pues ese trayecto lo dormí casi en su totalidad. Ni bien llegamos a la casa juntamos las sillas playeras y todo lo necesario para bajar a la playa y disfrutar de lo que quedaba de la tarde con un mar muy tranquilo y horizonte sin nubes. Nos quedamos hasta que desapareció el sol. La histeria colectiva que había vaciado las estaciones de servicio de Piriápolis tuvo su origen en un rumor que circuló por las redes sociales advirtiendo que habría una huelga de cinco días, algo totalmente falso.
A la mañana del viernes escuchamos el ruido de un tractor que andaba por las cercanías y vimos que estaba cortando maleza alrededor del alambrado del terreno opuesto a la casa. Nos dió tristeza ver cómo desaparecía una amplia franja de flores silvestres amarillas a lo largo de la calle. Dedicamos el dia a los preparativos para la partida a Buenos Aires, y por la tarde tuve que ir al centro de Piriápolis a hacerme el tratamiento de reconstrucción de una muela. También nos comunicamos con Karin y Viktoria, y Omar que estaba recuperandose de un ataque de cálculos renales. Alicia tenía turno con Mariana, la peluquera, pero avisó que se le había complicado y que no la podría atender. Después de cenar llevé provisiones perecederas a la casa de Andrés pues ibamos a desconectar la heladera. Planeabamos salir a las seis de la mañana hacia Colonia, pero aun así nos acostamos muy tarde ese día.