19 de Agosto 2025
Johanna pasó puntualmente por casa a las dos de la tarde para llevarnos hasta la estación del Triángulo y el vuelo a Lisboa con la empresa Norwegian despegó unos minutos antes de las seis. Los relojes portugueses tenían una hora de diferencia con los suecos de modo que las tres horas y media de vuelo se conviertieron en dos y media de reloj, y a nuestra llegada poco después de las nueve de la noche salimos a buscar la estación de subte (Metro) del aeropuerto. No era muy evidente la ubicación y dimos varias vueltas por el concurrido aeropuerto antes de encontrarlo y comprar sendas tarjetas "Navegante" que esa noche cargamos con un viaje para llegar a nuestro hostal. Con la linea roja viajamos hasta la estación Alameda y allí cambiamos a la linea verde hasta Rossio donde emergimos a la Plaza de los Restauradores, muy cerca de nuestro alojamiento. No fue fácil encontrarlo pues basandonos en la dirección dimos varias vueltas por los alrededores de la estación Rossio hasta descubrir que no estaba en las cercanías sino adentro de la mismísima estación, en la zona de boleterías. Tardamos un rato en acceder al hostal pues nadie contestaba al timbre y finalmente nos dejó pasar una pareja que también esperaba al empleado que apareció finalmente con la disculpa que se había ido a comer. Mal comienzo. Nosotros habíamos reservado una habitación propia en el primer piso, con baño, que no tenía ventanas pero si una puerta con un angosto balcón a un gran jardín interior muy atractivo en la planta baja, con mucha vegetación. Había otras opciones pues contaba también con dormitorios compartidos. Ni bien terminamos de instalarnos volvimos a salir buscando algún restaurante cercano para cenar y lo hicimos en un local con mesas en la vereda en la plaza de los Restauradores.
El jardín interior del hostel desde nuestra habitación
La fachada de la imponente estación de tren Rossio, que además albergaba nuestro hostel.
El barrio de Alfama desde un mirador
Alicia frente al olivo que cobija las cenizas de José Saramago
El desayuno estaba incluido y se servía en un sector del jardín interior, donde había una larga mesa comunitaria para uso de los huéspedes. La mayoría de ellos era gente joven y muchos utilizaban las instalaciones para hacer su propia comida y guardar alimentos en las heladeras. El desayuno buffet era muy completo y de calidad, y se daba por hecho que había que lavar la vajilla usada en las piletas del comedor. Como era ya habitual en nuestros viajes, Alicia había reservado varios "free tours", dos de los cuales eran el mismo día miércoles. Para el primero de ellos la cita era a las 10.30 frente a la Casa de los Bicos, al pie del barrio de Alfama, y como estaba a 1,2 km de nuestro hostel decidimos ir a pie, bajo un sol radiante. La Casa de los Bicos alojaba la fundación José Saramago y se encontraba frente a una plaza donde estaban enterradas las cenizas del famoso escritor. Alli nos esperaba nuestra guía Fernanda, de origen chileno, quien terminó siendo por lejos la mejor de los guías que tuvimos durante nuestra estadía.
El objetivo del tour era recorrer el barrio de Alfama (Al-Hamma = fuentes termales), el más antiguo de Lisboa, que se remotaba a la época romana. Trepamos bastante por sus angostas y serpentantes calles ya que se encontraba en una de las lomas de la ciudad, mientras Fernanda nos ilustraba sobre sus orígenes y su rica historia. No le faltaban miradores ni turistas como nosotros. Uno de los acontecimientos claves habia sido el terremoto del 1 de noviembre de 1755, seguido de un incendio y un tsunami que practicamente destruyó la ciudad y marcó un antes y un después en su historia. Finalizado este tour, que nos llevó más de dos horas, Fernanda nos recomendó para el almuerzo el restaurante María Catita del mismo barrio y allí fuimos. Era muy concurrido a esa hora del día, pero después de una corta espera logramos una mesa y comimos muy bien. Tambien a pie, regresamos luego a nuestro alojamiento para hacer un necesario descanso antes de partir nuevamente hacia al punto de encuentro del segundo tour del día.
El peculiar elevador y mirador de Santa Justa
Luvaria Ulisses, la tienda más pequeña de Lisboa
En la cercana plaza de los Restauradores nos juntamos con el guía Juan y otros turistas. Juan era español y resultó ser bastante gracioso, pero la calidad de la presentación no fue tan buena esta vez. Recorrimos el centro de la ciudad mientras recibíamos información sobre su extensa y compleja historia. Entre muchos otros lugares el guía nos llevó a ver la libreria Bertrand del barrio Chiado, considerada como la más antigua del mundo en funcionamiento contínuo. Otro lugar impactante que conocimos fue la iglesia de Santo Domingo, popularmente conocida como la iglesia maldita. Construida en 1241 sufrió grandes daños debido a los terremotos de 1531 y de 1755 y un incendio en 1959. Otro episodio funesto ocurrió en el año 1506, cuando una aparente visión dió origen a un confuso incidente que terminó con el asesinato de miles de judíos en la ciudad. Los daños causados por el incendio nunca fueron reparados, por lo que el interior está aun ennegrecido por el fuego y las columnas calcinadas, creando un ambiente tétrico, aun cuando la iglesia se seguía utilizando como tal. Afuera de la iglesia vimos una escultura que conmemoraba la masacre judía. Finalizado el tour decidimos caminar hasta la plaza del Comercio, a orillas del rio Tajo, y recorrer un tramo de la rambla con un hermoso atardecer. Nuestros relojes contabilizaron ese día que habíamos caminado 11 kilómetros.
Iglesia de Santo Domingo, conocida como la "iglesia maldita"
Sintra y sus palacios
A la guía Fernanda la veríamos nuevamente al día siguiente, jueves por la tarde en la localidad de Sintra. A la mañana hicimos una escapada a pie hasta la librería Bertrand para comprar algunos libros - el mío en francés - pidiendo que les pusieran el sello propio. A nuestras tarjetas "Navegante" las cargamos con boletos por 24 horas de uso libre y desde la estación Rossio con el andén a pasos del hostal partimos hacia Sintra. El viaje demoraba alrededor de 40 minutos y cuando llegamos a destino tuvimos tiempo aún para almorzar en una fonda frente al magnífico ayuntamiento antes de encontrarnos con Fernanda y otros participantes para iniciar el tour de la localidad. La ciudad es patrimonio histórico de la humanidad desde 1995 y es sede de fortalezas, palacios, castillos y extraordinarios jardines y parques en un entorno montañoso y boscoso. Allí habitaron celtas, romanos, árabes y cristianos, siendo usado por los reyes portugueses como residencia de verano. El tour con Fernanda fue por la ciudad y el exterior de algunos palacios, por lo que decidimos que regresaríamos al día siguiente por nuestra cuenta para visitar algunos de ellos. Cuando Fernanda terminó el recorrido volvimos a la estación caminando en compañía de Lourdes, una turista argentina que también había participado del paseo. Antes de tomar el tren cenamos juntos en otra fonda del pueblo, probando el típico arroz con pato que nos habían recomendado. No fue de lo mejor que degustamos en Lisboa. Ese día contabilizamos nuevamente 11 kilómetros de caminata.
El pozo iniciático
En el parque de Pena
Viernes 26 de agosto y día del cumpleaños número 56 de mi sobrina Andrea. Siguiendo nuestro plan, a media mañana partimos nuevamente hacia Sintra con el tren y llegando a destino tomamos un ómnibus local para llegar al palacio de Pena, ubicado en el punto más alto y adyacente a la muralla de la fortaleza levantada por los musulmanes en el siglo VIII.
El palacio había sido una de las principales residencias de la realezs portuguesa, y si bien no visitamos el interior caminamos por su fantástico parque hasta llegar al "Chalet", construido a mediados del siglo 19 como refugio privado para el rey Fernando II y su segunda esposa, Elise Hensler, condesa d´Edla que había sido una cantante de ópera suiza. Pudimos recorrer el hermoso chalet, de inspiración alpina, que había sido rescatado recientemente del estado ruinoso en que había quedado. También habíamos comprado entradas para visitar la Quinta da Regaleira, a la que decidimos ir a pie aprovechando una empinada cortada para peatones por el bosque, intensamente transitada por turistas em ambas direcciones. Afortunadamente a nosotros nos tocaba bajar. Ni bien entramos al parque nos dirigimos al restaurante para almorzar y juntar fuerzas antes de recorrer el palacio y el predio.
De pertenecer a nobles portugueses durante siglos había pasado a manos de un millonario portugués-brasilero apasionado por la alquimia, la masonería y el esoterismo, lo que era claramente visible. En el parque nos encontramos con un laberinto de senderos y desde luego el emblemático Pozo Iniciático. Todo el mundo quería visitarlo y dimos con una larga cola que al avanzar con bastante rapidez nos tentó a conocerlo también . La idea masónica del pozo era generar un viaje espiritual desde el fondo hasta la superficie. Se bajaba por una escalera en espiral limitada por columnas llegando así hasta el fondo, a 27 metros de profundidad donde aparecía una cruz templaria en la rosa de los vientos. Por suerte no había que volver a subir pues en el fondo nos encontramos con varios túneles para salir nuevamente a la superficie. Cerca de la hora de cierre y ya al atardecer regresamos caminando a la estación para volver a Lisboa. Nuestros relojes mostraron ese día casi 15 kilómetros de caminata al llegar al hostel así que fue nuevamente una jornada aprovechada a pleno en Portugal.
El monasterio de los Jeróminos
Plaza en Belém
Playa de la Reina en Cascais
Casco viejo de Cascais
El último free tour lo hicimos el sábado en Belém, uno de los barrios más emblemáticos de Lisboa. Llegamos al punto de encuentro, en el jardín con el monumento a Alfonso de Albuquerque, tomando el tranvía 15E. Esta guía era de origen español y nos hizo hacer una extensa caminata pasando por el gigantesco monasterio de los Jerónimos y llegando hasta la famosa Torre de Belém del siglo XVI que en sus tiempos defendía el puerto de Lisboa y donde se cobraban también los impuestos. Al finalizar el tour nos quedaba aun mucho tiempo disponible y decidimos ir a conocer la ciudad de Cascais para lo cual había que tomar el tren hacia la desembocadura del rio Tajo. En camino a la estación pasamos por la famosa fábrica de pasteles de Belém (Pasteis de nata) a comprar algunas de estas tarteletas de hojaldre rellenas de crema pastelera. La tradición dice que la receta provenía de los monjes Jerónimos y al día de hoy era aun secreta. Leí que en epocas de alta demanda se elaboraban hasta 50000 unidades diarias. La ciudad de Cascais era muy pintoresca y contaba con algunas playas pequeñas abarrotadas de gente. Nosotros almorzamos muy bien en un restaurante frente a la playa de la Reina y Alicia se acercó al agua con la intención de bañarse, pero la encontró helada. Dimos algunas vueltas por el centro histórico antes de regresar con el tren al centro de Lisboa donde aún nos esperaba una última actividad pues habíamos reservado entradas para ir a escuchar Fado en un local del barrio de la Alfama. Nos gustaba mucho este género musical que además era una de las tradiciones culturales más profundas de Portugal. Cantado en principio exclusivamente por mujeres ahora lo hacían los hombres también y esa noche escuchamos recitales interpretados por ambos sexos. Siempre estaba presente la guitarra portuguesa de 12 cuerdas que tan buen sonido tenía. Ya de noche volvimos caminando al hostal y en el camino entramos a cenar a uno de los innumerables restaurantes del centro. Ese día caminamos 13 kilómetros.
No nos queríamos perder una visita al museo del azulejo, tan utilizado en Portugal y lo hicimos el domingo tomando el ómnibus que recorría la costa del río hacia el este. Estaba situado en el antiguo convento de la Madre de Dios y allí pudimos apreciar una imponente muestra de azulejos desde el siglo XV hasta el presente, incluidas las distintas tecnicas de fabricación. En el museo hicimos una merienda antes de continuar con el mismo ómnibus hasta el Oceanario, un fantástico acuario en el que nos quedamos el mayor tiempo posible para apreciar las maravillas de la fauna marina del mundo. Teníamos que regresar al hostel para prepararnos para ir a una cena en la Alfama, combinada con concierto de Fado. Lo habíamos contratado en el hostel mismo y partimos caminando desde allí junto con un guía y tre parejas más, todos mayores. El guía nos fue contando nuevamente la historia de Portugal en el trayecto mientras subíamos por las empinadas calles del barrio. Esta actividad nos dejó un poco decepcionados ya que el evento era al aire libre con mala distribución de las mesas pues algunos quedaban de espaldas a los artistas. La comida tampoco era de las mejores. Al finalizar el espectáculo decidimos volver a pie siendo ya cerca de la medianoche y aún con una multitud de gente llenando las calles. Contabilizamos ese día casi de 10 kilómetros de caminata.
Museo del azulejo
El acuario
El lunes teníamos previsto hacer un paseo en barco por el río Tajo pero eso era a las cinco de la tarde asi que por la mañana elegimos como visita el museo de la fundación Calouste Gulbenkian. Tal como todos los días anteriores, el cielo estaba despejado y la temperatura llegaba a los 29 grados, pero como la avenida de la Libertad que nos llevaba al museo era arbolada decidimos ir a pie en suave ascenso protegidos por la sombra. Llegamos al hermoso parque del museo y para nuestra sorpresa lo encontramos cerrado por refacciones. Pese a toda la tecnología informativa no nos habiamos asesorado lo suficiente. Afortunadamente estaba abierto el museo de arte moderno de la misma fundación y en el mismo parque asi que visitamos dos interesantes exposiciones. Había un restaurante también y aprovechamos para almorzar allí antes de retornar al centro, a pie también pero en bajada. El barco turístico estaba amarrado a un muelle frente a la plaza del Comercio, muy cerca de nuestro hostal. Se llenó de gente y partió aguas abajo en dirección a Belém por lo que pudimos apreciar la ciudad desde el agua. Curiosamente apareció repentinamente una fragata amarrada que resultó ser la fragata Libertad de la armada argentina. Nuestra embarcación llegó hasta la torre de Belém antes de emprender el regreso, pasando debajo del puente 25 de Abril, construido durante la dictadura de Salazar a semejanza del puente Golden Gate y rebautizado asi en conmemoración de la pacífica revolución de los claveles de esa fecha del año 1974 que terminó con la dictadura. Finalizado el paseo calculamos que aún podíamos ver la puesta de sol desde uno de los miradores y tomamos un ómnibus en la paza del Comercio hasta el mirador de nuestra señora del Monte, donde llegamos minutos antes de que desapareciera el sol. Mucha gente había tenido la misma idea pero logramos ver muy bien el espectáculo. Para regresar buscamos una parada cercana de tranvías y resultó que pasaba por allí el icónico tranvía 28 de madera que nos dejó en el centro después de avanzar laboriosamente por las angostas y sinuosas calles de la Alfama. Cerca del Hostal cenamos por última vez en Lisboa en el café Nicola y completamos 14 kilómetros de caminata.
Lisboa desde el río Tajo y fragata Libertad
Monumento a los descubrimientos
Nuestro vuelo de regreso a Copenhague partía recién a las seis de la tarde del martes 26 y quisimos aprovechar aún ese último día de estadía. Después del desayuno y con el equipaje presto lo dejamos en el depósito del hostal e hicimos el check-out para tomar un ómnibus que nos llevó hasta la estación de tren de Apolonia. Desde allí subimos a pie hasta el imponente Panteón donde se encontraban los sarcófagos conteniendo los restos de personas destacables. Allí descansa por ejemplo la famosa cantante de fado Amalia Rodrigues, y a pesar de que uno de los sarcófagos está identificado como el de Vasco da Gama, sus restos se encuentran en realidad en el monasterio de los Jerónimos de Belém. Teníamos el dato que los días martes había feria de pulgas alrededor del Panteón y ciertamente era así, gigantesco y muy concurrido, de modo que estuvimos un buen rato recorriendolo antes de regresar en ómnibus al centro para almorzar en el restaurante Tapioca World, libre de gluten. Alicia quería comprar aun un libro sobre la historia de Portugal en la librería Beltrand y hasta allí fuimos antes de pasar a retirar el equipaje del hotel y tomar el subterráneo al aeropuerto. Como la estación estaba en la terminal 1 tuvimos que tomar un ómnibus hasta la terminal 2 desde donde partía nuestro avión, que demoró en salir pero con viento a favor llegó en horario a destino. Antes de media noche estábamos en el departamento.
Fotos del Panteón