28 de Octubre 2018
Llegó asi el domingo, día de nuestro cruce al Uruguay. Poco después de las ocho vino Agustín con la camioneta y cargamos las valijas para ir a la terminal de Colonia Express en la Boca. Pensamos que tenían el mismo sistema de despacho de valijas que el buquebus pero resultó que había que acarrear personalmente las valijas al barco y colocarlas en bauleras de modo que tuvimos que pelearla bastante. Nuestros pasajes incluían el transporte terrestre hasta Montevideo, y en Tres Cruces tuvimos la suerte de conseguir casi de inmediato un omnibus para continuar a Piriápolis. El taxista se negó a llevar las seis valijas en un solo vehículo de modo que con dos taxis llegamos finalmente a la casa de Alicia a eso de las cinco de la tarde. La casa estaba en buenas condiciones, aunque había telas de araña por todos lados y con un olor particular un poco dulzón que resultó provenir de una colmena de abejas que en menos de tres meses había llegado a construir panales que cubrian una cuarta parte de la ventana del dormitorio grande. Cómo estaban entre la ventana y el postigo era imposible acceder a los pestillos para abrir los postigos y ni hablar de abrir las ventanas, que nos hubieran llenado la casa de abejas. De a poco logré empujar el panal con una hoja de la ventana y con el mosquitero hasta arrinconarlo lo suficiente para acceder a los pestillos, aturdiendo las abejas con insecticida. Fue una pena destruir la colmena, que ya tenía mucha miel y eliminar tantas abejas, pero no vimos otra opción. Así pudimos dormir esa primera noche sin el ensordecedor zumbido de las abejas.
Lunes 29 de octubre. Como primer tarea del día continué quitando restos del panal y abejas muertas, siempre con algunas dando vueltas aunque por suerte no me picó ninguna. Como era de esperar, el auto estaba con la batería totalmente descargada y llamamos al seguro para tener auxilio mecánico. Nicolás no había cortado el pasto del lado del auto por temor a dañarlo y saqué nuestras cortadoras para prolijar el jardín. Después de arrancar el auto salimos hacia Piriápolis a hacer compras y de paso cargar la batería que por suerte se recuperó rápidamente. Pedí también un turno que me dieron para el 15 de noviembre en el registro civil de Maldonado para renover mi cédula ya vencida. Alicia se percató que su notebook había desaparecido y después de mucho pensar llegó a la conclusión que debía haber quedado en el hotel en Buenos Aires por lo que les mandó un mensaje. La limpieza final de la colmena la hicimos el martes, lo mismo que el auto que estaba totalmente cubierto de tierra. El día comenzó muy lindo pero a la tarde vino una leve lluvia, que le hizo interrumpir a Alicia la tarea de limpiar los canteros de la quinta llenos de yuyos. En primera instancia le contestaron a Alicia que no estaba su notebook pero más tarde parece que hicieron un control más profundo y apareció en la habitación. Quedamos en que Gabriel la pasaría a retirar. Alicia se había enterado que el talentoso guitarrista uruguayo José Fernandez Bardecio, quien estaba radicado en la ciudad de Colonia en Alemania iba a dar el miércoles un recital gratuito en la Alianza Francesa de Montevideo y decidimos ir a escucharlo. Pensamos que era mejor ir en el omnibus y temprano por la tarde partimos para allá, visitando primero a Lucia, la sobrina de Alicia. La encontramos junto con su pareja Federico en plena tarea de preparar la mudanza pues le habían entregado el flamante departamento que había comprado y se iban a trasladar el viernes. Antes del recital entramos a una fonda de barrio a comer un muy abundante chivito que no alcanzamos a terminar y luego seguimos hasta la Alianza donde Alicia se encontró con cantidad de conocidos de su ciudad natal 33 pues el guitarrista era también oriundo de allí. Era un virtuoso de la guitarra y durante una hora y media interpretó excelentes piezas clásicas, de Piazzola y propias. Nuestro ómnibus de regreso partía a las once de la noche de modo que recién llegamos a la casa a la una de la mañana. El jueves hicimos una salida a la ciudad para ir a la fábrica de cerramientos de aluminio a volver a encargar los mosquiteros que no habían podido fabricar a principios de año. Quedaron en contactarnos el lunes siguiente. La noche fue bien fría, con mínima de 8 grados y prendimos dos estufas eléctricas para mantener la casa un poco templada. El viernes nos dedicamos principalmente a la jardinería, liberando dos canteros más de los cuatro de la quinta y quedando solo uno pendiente. Hacia la tarde vino un poco de lluvia y volvió a caer apreciablemente la temperatura. Nos habíamos enterado que la escuela técnica Los Arrayanes, en camino hacia Punta del Este, organizaba el sábado una fiesta en sus instalaciones con posibilidad de ver los trabajos de los alumnos e hicimos una escapada al mediodía. Una carrera era la de construcción de embarcaciones de madera y vimos muchas de ellas en el taller. También nos mostraron los alumnos interesantes proyectos de uso de energía sutentable y de aplicaciones de páginas de internet. No faltó el asado con cuero y los chorizos por lo que aprovechamos la oportunidad para comer unos choripanes. El restaurante La Corniche, que era propiedad de Orlando, un uruguayo conocido nuestro de su época en Malmö ofrecía espectáculos musicales cada sábado fuera de temporada, siendo Karin una asidua las veces que venía a Piriápolis. Nosotros reservamos mesa y antes de ir allí aprovechamos la ida a Piriápolis para visitar la feria del libro en el paseo de la Pasiva. Además de disfrutar como siempre de una excelente cena en La Corniche asistimos a un espectáculo de poesía y canciones a ritmo de tango y folklore junto con música electrónica que nos gustó mucho. Era el conjunto Hey Mujik! junto con los hermanos Hernandez. Agustín Lucas del conjunto Hej Mujik! además de poeta era jugador de futbol, y muy buen recitador de poesias. Esperábamos a nuestro jardinero Nicolás a las diez de la mañana del domingo pero apareció cerca del mediodía y nos hizo el primer corte de pasto del mes. Como ya se acercaba el 18 de noviembre, día en que celebrábamos el cuarto año de vida en común, reservamos alojamiento para el 18 y 19 en la pequeña localidad de Guichón a seis kilómetros de las termas de Almirón y a 420 kilómetros de Piriápolis. Aun no conocía las termas uruguayas y era una buena oportunidad para hacerlo.
Lunes 5 de noviembre. Para no interrumpir los ejercicios que hacía en Malmö me anoté en el gimnasio "Wakeup" de Piriápolis, pagando en principio por un mes de uso libre de las instalaciones. El lunes a la mañana fui a la primer sesión y me ayudaron a entender cómo funcionaban los aparatos tan diferentes a los que usaba en Malmö. El mismo día vinieron dos empleados de la carpintería de aluminio y tomaron nuevamente las medidas de las tres ventanas y de la puerta balcón para fabricar los mosquiteros. En el jardín achicamos un poco el pino quitando ramas próximas al piso y corrimos la cajonera para plantas y con el nombre de la casa, que había quedado medio oculta. Le dí un par de manos de protector aunque también comprobé que estaba llegando al final de su vida util al estar ya muy carcomida la madera de pino sin tratar después de cuatro años a la intemperie. La laboriosa tarea de recuperar los canteros de la quinta nos llevó el lunes y el martes, quedando nuevamente listos para reiniciar el cultivo. El miércoles por la tarde hicimos una escapada al vivero orgánico cercano a Los Macaquitos donde compramos plantines de tomates, albahca, aji, cebolla de verdeo y estragón, además de flores para la cajonera. Asi completamos uno de los cuatro canteros. Mi hermana Elsa nos dió la gran sopresa al anunciar que pensaba venir no solo ella sino Cacho también al casamiento de Gabriel. El jueves volvió un empleado de la carpintería de aluminio para hacer las mediciones finales, prometiendo venir a montar los tan necesarios mosquiteros la semana siguiente. Siendo jueves era día de cine debate en la casa de la cultura y fuimos a ver la película francesa "La estudiante y el señor Henri", una comedia dramática con el trillado tema del anciano cascarrabias que termina ablandado por una estudiante joven, pero exelentemente realizada. Una muy triste noticia que recibimos fue el fallecimiento de Sven, el director de la iglesia sueca en Buenos Aires y del club sueco. Se le había declarado un cancer de páncreas un tiempo atrás y no fue posible detenerlo. Karin nos dió el aviso, y naturalmente quedó muy apenada ya que Sven había sido una excelente persona y un muy buen empleador que siempre le había dado todo su apoyo. En la iglesia estaban en plenos preparativos para el bazar anual de navidad previsto para el sábado pero que hubieron de correr al domingo a causa del remanido tema del futbol. Habíamos adoptado una nueva metodología de compras, tratando de abastecernos los viernes para toda la semana con el auto, y esta vez hicimos todas las adquisiciones en El Depósito, incluidos discos de empanadas sin gluten. Habíamos pensado también acercarnos a la noche a la fiesta gaucha del abrazo del Solis Grande pero al empeorar el tiempo decidimos quedarnos en la casa. A la madrugada del sábado se desató el temporal, con una corta pero intensiva lluvia además de tormenta eléctrica y viento. El departamento de Canelones había organizado una feria del libro en el parque Roosevelt de la Ciudad de la Costa y el sábado por la tarde partimos para allá. Previo a la feria pasamos a saludar a Lucia y Federico en su nuevo departamento en el centro de Montevideo. Era pequeño pero muy bonito, y ya habían logrado ordenarlo bastante. Cuando llegamos pudimos observar que un par de muchachos estaban haciendo un asado muy apetitoso en un sector abierto de la planta baja del edificio, refugiados bajo techo a causa de la lluvia. Pareció dar lugar a uno de los primeros conflictos del flamante consorcio a causa de la humareda que provocaban. Esa lluvia era parte del frente de tormenta que habia obligado a postergar el partido River-Boca. Desde allí continuamos por la Rambla hasta el predio de la feria, que se hacía dentro de una gigantesca carpa, con mucho espacio para moverse entre los puestos. Nos llamó la atención la cantidad de literatura infantil además de las actividades organizadas para los más pequeños. Mientras estábamos allí se desató una lluvia torrencial y no faltaron las goteras. Cuando ya había oscurecido y después de comprar algunos libros emprendimos el regreso a Piriápolis. Teníamos ganas de cenar y al llegar al barrio El Pinar exploramos el lugar encontrando un restaurante donde comimos muy bien. Con lluvia intermitente continuamos viaje y llegamos a la casa pasadas las once de la noche. Como continuaba estando muy inestable el domingo, decidimos cancelar nuestra ida a la fiesta del Solis Grande. Alicia siguió sembrando flores y legumbres en la quinta y ya casi al anochecer salimos a hacer una caminata por el barrio, saludando de paso a Manzanita y su esposa.
Lunes 12 de noviembre. La semana comenzó fría y lluviosa, aubn cuando a la tarde pudimos dar una vuelta por la playa. Esa caminata la agregué a los seis kilómetros que ya había hecho por la mañana en el gimnasio. Manuela, la amiga de Alicia, confirmó que vendría al dia siguiente y por lo tanto quitamos valijas y mesas de la habitación de huéspedes haciendo además una limpieza general. Como tomó el omnibus cerca de las dos desde Montevideo llegó a las cuatro de la tarde y la fui a buscar con el auto a la parada diez. Solo dieron Alicia y Manuela una vuelta a pie por el barrio antes de la cena y tuvimos una velada bien larga hasta cerca de medianoche. El miércoles mejoró mucho el tiempo aunque era bastante ventoso, e invitamos a Manuela a dar un paseo por la reserva de fauna de Pan de Azúcar que fue muy instructivo para nosotros dado su vasto conocimiento de zoología y botánica. El jueves por la mañana llamaron de la carpintería de aluminio avisando que venían con los mosquiteros encargados y cuando los colocaron se encontraron con que la medida del de la puerta balcón no era correcta y el de una de las ventanas era definitivamente mucho más grande, todo basado en las medidas que ellos mismos habían tomado. Por suerte se resolvió muy rápido pues regresaron a la carpintería y al rato estaban de vuelta con los mosquiteros correctos. El trabajo de montaje fue bastante chapucero y tuve que hacer luego algunos retoques, pero finalmente quedaron muy bien. Yo había reservado turno para renovar mi cédula ese día a la tarde en el registro civil de Maldondo y para allá fuimos los tres con el auto. Ibamos a aprovechar para saludar a Sergio, el amigo de Alicia y Manuela que vivía en el centro de Maldonado y mientras ellas se quedaban allí fui al registro civil donde resultó que el expediente con la aprobación de mi solicitud aún no había llegado a pesar de haver sido emitido en abril. La empleada se comunicó con el ministerio de Relaciones Exteriores y no llegó a ningún resultado pues aparentemente mi expediente se había esfumado sin dejar rastros. Me sugirieron tomar contacto personal con el ministerio y asi regresé a la casa de Sergio. Con una linda tarde soleada salimos a caminar por el centro visitando la feria del libro y la antigua casa de la cultura, donde Sergio tomaba clases de pintura. Antes de regresar a Piriápolis pasamos por una casa de venta de productos sin gluten y compramos una buena cantidad de empanadas para llevar a la casa que fue luego nuestra cena. Tomamos el camino de la costa y pudimos observar una hermosa puesta de sol sobre el agua. La sesión de gimnasia del viernes la suspendí para comunicarme con el ministerio y di de inmediato con una funcionaria que extrañamente encontró de inmediato mi expediente que por algún error, tal vez de mi parte, había quedado registrado para hacer el trámite de renovación de cédula en Montevideo en lugar de Maldonado. Me dijo que mandarían la notificación a Maldonado y en dos semanas tendría que estar allí...Con ese problema solucionado y siendo nuevamente un día de sol invitamos a Manuela a hacer el circuito turístico de las sierras para que conociera también el Pueblo Edén. Con restos de comida que teníamos en casa preparamos un buen picnic y estacionando frente a la plaza del pueblo hicimos nuestro almuerzo. Luego fuimos a la Casita de Chocolate, que cada año era más grande y completa. Nos sentamos en el jardín a tomar te y comer pastelería de su deliciosa cocina casera. Completamos luego el circuito turístico y regresamos a Piriápolis a la puesta del sol. El sábado teníamos la reunión mensual de compañeras de Alicia en la casa de un matrimonio en Atlántida y Manuela nos acompañó también. Por suerte tenían un quincho y un buen techo pues de a ratos llovió con fuerza. Al finalizar la reunión llevamos a una de las participantes a su casa en Montevideo y saludamos de paso a su marido que no había ido. Luego dejamos a Manuela en una parada de ómnibus para que regresara a su casa y volvimos a Piriápolis. A la noche fuimos a cenar a La Corniche y escuchar un conjunto de tango argentinocque dió un recital muy lindo. Habían participado de un festival de tango en Punta del Este y el dueño de La Corniche había logrado traerlos a Piriápolis. Antes de la cena habíamos tenido tiempo de preparar las valijas para la partida del día siguiente a las termas de Almirón, a 430 km de Piriápolis. Con un día magnífico de sol salimos de la casa poco antes de las ocho de la mañana y con muy poco tránsito en las rutas pasamos Canelones, Santa Lucía y San José antes de tomar hacia el norte por la ruta 3. Por no haberme asesorado, faltando unos 70 km para llegar a Guichón y siguiendo las indicaciones del gps nos desviamos tomando caminos vecinales de tierra. Había partes en buen estado pero otras desastrosas de modo que el avance fue penoso e interminable antes de llegar al pueblo donde habíamos reservado hospedaje en el hotel Alquimia. Lo correcto hubiera sido seguir unos pocos kilómetros más hasta Young y allí sí desviar por un camino pavimentado a Guichón. El hotel había sido un antiguo casco de estancia y estaba situado sobre una loma, con una casa contigua para hospedaje y un hermoso parque arbolado. Estando en la periferia del pueblo la vista de la extensa planicie era espectacular. Después de dejar nuestras cosas fuimos caminando al pueblo a buscar donde comer pero siendo domingo por la tarde fue imposible conseguir algún lugar abierto. En un minimercado nos hicimos de algunas provisiones y merendamos en el comedor del hotel, que estaba equipado con cocina completa a nuestra disposición. Luego cargamos los trajes de baño y las batas y fuimos con el auto hasta las termas, a poco más de 6 km de distancia. Pagamos una módica suma para entrar al parque, donde habían hecho las piletas de agua termal. Dos de ellas estaban cubiertas y dos al aire libre. La particularidad de estas termas era que el agua era salobre, proveniendo de reservas a centenares de metros de profundidad, y a una temperatura de 36 grados. Ese día probamos solamente la pileta cubierta y a la puesta del sol regresamos al hotel observando como se ocultaba en la interminable lejanía de la planicie. La cena la hicimos en un restaurante del centro de Guichón, donde comimos una carne muy buena aunque la jarra de vino tinto que nos trajeron contenía un producto rosado y dulce bastante sospechoso que no obstante liquidamos. Esa noche caimos desde luego totalmente rendidos.
Lunes 19 de noviembre. No había más huéspedes en el hotel y Marta, la encargada del desayuno, como conocedora de la zona nos comentó que a poca distancia de Guichón hacia el norte corría el rio Queguay grande que se podía cruzar por un puente de reciente construcción. Era zona de pequeños productores de queso y como nos interesó conocer el lugar partimos hacia allá por la pavimentada ruta Andrés Artigas. Antes de llegar al río vimos un gigantesco vivero que nos propusimos explorar al regreso. La particularidad del puente era que estaba construido de tal modo que si se desbordaba el rio quedaba cubierto. Según Marta hubiera sido demasiado costoso construir un puente que llegara a ambas barrancas del rio. Era ciertamente muy caudaloso, como lo pudimos observar, y de hecho el agua ya estaba tocando la "panza" del puente. El pavimento terminaba allí también y continuamos por caminos vecinales de tierra buscando carteles de venta de queso. No encontramos ninguno y tampoco entramos a preguntar en alguna de las dispersas viviendas de la zona, y Marta nos aclaró luego que era obvia la falta de carteles ya que "todo el mundo sabía" donde se producía. Clarísimo para el turista...La zona era muy pintoresca, con campos labrados, bosques de eucaliptos y suaves lomas. Al regreso paramos junto al vivero y preguntando en la portería resultó ser un centro de producción y distribución de plantines de eucaliptos de la empresa finlandesa UPM, productora de pasta de celulosa. El encargado de portería nos informó con orgullo que era uno de los viveros más grandes del continente, y nos dió todos los datos para solicitar una eventual visita guiada en el futuro. Esta planta había creado muchos puestos de trabajo para los pobladores de Guichón, aun cuando el tema del cultivo extensivo de eucaliptos en Uruguay y las pasteras seguía siendo un tema muy debatido. Al regreso al pueblo nos preparamos un almuerzo liviano en el hotel y luego arrancamos nuevamente a las termas, ya con mucho menos gente por ser lunes. Nos seguía favoreciendo el clima, con hermosos días de sol, y esta vez nos quedamos mucho tiempo en la pileta al aire libre, con agua menos caliente pero muy agradable incluso para un friolento como yo. La puesta de sol fue tan espectacular como el día anterior y la vimos nuevamente desde el parque de nuestro alojamiento. En las termas habían construido recientemente un hotel muy grande que tenía restaurante también y decidimos ir a cenar allí cuando ya había caido la noche. El edificio era un sobrio cajón de cuatro plantas con ventanas, pero el interior era elegante, decorado con muy buen gusto. La cena era un menú a elegir con entrada, principal y postre, todo muy rico y bien presentado excepto la colita de cuadril del plato principal que era dura como una suela. Fue una exhaustiva batalla poder cortarla, y se lo hice notar al mozo, gracias a lo cual nos invitaron con el vino y la gaseosa. Entre esta rebaja y el descuento del iva fue una excelente cena en un lindo ambiente a un precio muy razonable. Después de una larga charla con Marta durante el desayuno y luego con la propietaria del hotel a la hora de pagar, el martes por la mañana iniciamos el regreso haciendo esta vez la trayectoria correcta por la ruta pavimentada hacia Paysandu, luego el desvío también pavimentado a Young y ya de allí la ruta 3 hacia el sur. Era el día en que habían pronosticado 32 grados y ni una nube en el azul cielo asi que agradecimos el aire acondicionado del auto. Hicimos un primer alto en el parque Andresito después de al cruzar el puente sobre el enorme embalse El Palmar sobre el Rio Negro, donde había un parador en el que pudimos comprar algunas provisiones. A los pocos kilómetros desviamos hacia las Grutas del Palacio, una formación geológica muy particular en medio de la llanura. Por suerte era un camino pavimentado y después de hacer unos 10 kilómetros llegamos a la entrada del complejo, topando con el cartel "cerrado" por ser martes. Quedó psra una futura visita y regresamos a la ruta con la idea de visitar el parque ecológico "Talice" ya en las afueras de Trinidad, que por la misma causa encontramos cerrado al público. Entramo entonces a la ciudad y estacionamos en la plaza para visitar la catedral, altamente ponderada por nuestro amigo Lucho quien era originario de esa localidad. Contigua a la catedral se encontraba un café icónico del pueblo, también cerrado por ser la hora de la siesta muy justificada con el calor que hacía, de modo que continuamos viaje hacia Piriápolis. Nos quedaba una última visita al pueblo 25 de Agosto, en las afueras de Canelones y muy cerca de la ruta, donde una artista francesa había sido la promotora de murales pintados en las fachadas de las casas. Valía la pena la visita a ese modesto pueblo pues muchos de los murales eran excelentes muestras de arte, a las que Alicia no se cansó de fotografiar. Asi llegamos a Atlántida y a la carretera interbalnearia a la puesta del sol dirigiendonos directamente al centro de Piriápolis a cenar antes de regresar a la casa. El miércoles y el jueves tuvimos dos días de intenso calor, que luego dieron paso a un frente frio que trajo lluvia y viento además de una caida brusca de la temperatura. El sábado estaba previsto que fuera el día de limpieza de costas, pero fue suspendido a causa del mal tiempo. Nosotros ignorábamos esta decisión y fuimos a media mañana a la parada 11 bajando a la playa donde nos encontramos con un grupo de voluntarios entre profesores y alumnos del liceo local, con bolsas y guantes. Ellos nos informaron que estaba suspendida la limpieza, no obstante lo cual iban a hacer igual un rastrillaje y nos armamos de un par de bolsas cada uno. Juntamos buena cantidad de basura en nuestra playa habitual, buena parte de la misma siendo plásticos diversos. Regresamos a la casa después de dejar tres bolsas llenas y estando fea la tarde me dispuse a escuchar el partido de vuelta River - Boca solo para ser testigo del caos y el bochorno, mostrando lo peor de la mafia y la podredumbre del futbol argentino - y sin partido -. Aparentemente Agustín había viajado a San Juan con la idea de ver el partido con Mariano.
Lunes 26 de noviembre. Los mensajes de Gabriel por whatsapp fueron aclarando preguntas frecuentes respecto a su boda, y también nos pidió que compráramos dos colchones inflables de una plaza para imprevistos en Alberti. El kilometraje recorrido por el auto se estaba acercando a los 30000, y por lo tanto reservamos turno en el taller oficial de BYD en Maldonado para hacerle el service el martes por la mañana pensando en la gira de diciembre por Buenos Aires. Me quedé en el pulcro taller observando el trabajo del mecánico mientras le hacía el service, que demoró un par de horas incluida alineación y balanceo. Por la tarde comencé a aplicar protector a la madera exterior de la casa como parte del mantenimiento preventivo anual. Algunas partes ya lo estaban pidiendo. El viento fue en incremento hacia la noche y cayó fuertemente la temperatura por lo que la sopa de verduras de Alicia fue muy bienvenida. Para el resto de la semana no se pronosticaba aun ninguna mejoría apreciable y aproveché para desmontar las dos ventanas de vidrio doble del living para limpiarlas y aplicar protector de madera, trabajo que terminé el viernes. Mi mes de abono al gimnasio se terminaba y decidí no continuar por este año. Tal vez podía regresar en enero del año próximo. El sábado iba a ser el postergado día de limpieza de playas pero amanecimos con pleno temporal de viento, por lo que nuevamente se corrió al sábado siguiente. Ni siquiera quisimos ir a la feria a comprar pescado, quedandonos al abrigo de la casa. Recién hacia el anochecer y tanto como para movernos un poco, salimos a dar una caminata por el barrio armados de balde y palita para juntar bosta de caballo que queríamos usar como abono para las plantas del jardín. Seguía igual de tormentoso y fresco como a la mañana, muy lejos de lo que debiera ser ya plena primavera. El viento fuerte del sudeste continuó durante el domingo, y seguimos trabajando en el jardín y la quinta. Como a la tarde se abrieron las nubes y apareció el sol, salimos con el auto en dirección a Punta Colorada, en el límite este de Pirapolis. El constante viento de los días anteriores había movido mucha arena en la playa San Francisco, y en partes estaba totalmente cubierta la calzada por lo que tuvimos que dar un rodeo antes de llegar a destino y estacionar en la rocosa punta. Aún había fuerte oleaje proveniente del Atlántico y rompía en forma espectacular al chocar con las caprichosas formas rocosas. Era en parte lo que queríamos ver, además de estar en búsqueda de "La Puerta" que era una abertura excavada por la naturaleza en la piedra. Los místicos le atribuian cualidades especiales, mientras que para otros era un hermoso mirador.
Lunes 3 de diciembre. Con tiempo fresco y siempre con mucho viento, continuamos haciendo tareas en el jardín. Junté un balde adicional de bosta de caballo para abonar las plantas y lo repartí donde faltaba. El martes por la mañana fuimos a la policlínica ya que Alicia tenía turno con su doctora para un control de rutina. Luego continuamos por la rambla hasta pasar el puerto, llegando a la zona de venta de pescado de los pescadores artesanales de la zona. Allí, y por primera vez, compramos pescado fresco que hicimos a la noche y resultó muy bueno. Trabajando en el jardín descubrí que las columnas de madera de la galería de entrada estaban sufriendo deterioro en la base por no haber sido tratadas antes de su colocación. Después de cuatro años la naturaleza había hecho lo suyo. Nos comunicamos entonces con Ricardo, nuestro constructor, para que nos diera una solución y vino el jueves por la mañana. Con él decidimos que la mejor solución era cortar la parte inferior y hacer bases de hormigón a la vista, y quedó en pasarnos el presupuesto. Ese día vino también Nicolás a hacer un corte de pasto. A raiz de la conclusión de los trabajos de reacondicionamiento del puerto y en coincidencia con la tradicional paella anual de Piriápolis, hubo un festejo de tres días comenzando el viernes a la tarde. Nosotros fuimos primero a la reserva de fauna y flora del cerro Pan de Azúcar, para asistir a una presentación que hacían dos estudiantes de secundario a punto de recibirse de guardaparques. Su proyecto final era una propuesta para incluir el cerro entre las zonas de paisaje protegido del Uruguay, y con mucha profesionalidad fundamentaron la idea en el salón audiovisual de la reserva. Luego bajamos a la costa y fuimos a dar un paseo por el amplio y extenso espigón, al final del cual estaba amarrado el gigantesco velero de Mena, el propietario de Buquebus. Los festejos incluían una feria gastronómica y música en vivo pero aun estaba todo en preparativos por lo que regresamos a la casa y volvimos al puerto a las diez de la noche a comer algo en los puestos de comida antes de unirnos al público para escuchar a Ruben Rada con su orquesta, que hizo un excelente show. La paella era al día siguiente, pero nosotros teníamos otro compromiso ya que se inauguraba en la Ciudad de la Costa, adyacente a Montevideo, un anfiteatro a cielo abierto en la biblioteca pública donde colaboraba activamente nuestra amiga Inés. Aprovechamos la vuelta para ir primero al shopping Montevideo a comprar algo de ropa para la boda, pasando luego por el hipermercado Geant a aprovisionarnos. Con una hermosa noche asistimos luego a la inauguración del anfiteatro, cuyo punto culminante era la actuación de la murga "Agarrate Catalina". Hicieron una gran actuación, con algunos squechs memorables. Carlos, el consuegro de Alicia, estaba de visita en Uruguay y asistió también a la inauguración, además de muchos otros conocidos de Alicia. Habíamos invitado a Carlos a venir a la casa y aceptó la propuesta, de modo que regresamos los tres a Piriápolis ya bien entrada la noche. Cuando llegamos, nos encontramos con una triste noticia ya que Karin nos había escrito que le habían robado el viernes a la noche en Monte Grande en el corto trayecto entre la terminal de la combi y la casa de Eva. Recién logramos comunicarnos con ella el domingo ya que al quitarle la mochila a punta de pistola se habían llevado su celular. Por suerte no había sufrido ningún daño físico, que era lo más importante. Ella se convenció finalmente que al menos de noche tenía que tomar un remise para hacer ese trayecto. El domingo amaneció hermoso y fue el primer día en que desayunamos en la galería. A causa de una huelga de los distribuidores de combustible teníamos limitada autonomía de modo que optamos por mostrarle a Carlos los atractivos más cercanos a la casa, comenzando por la reserva de fauna y flora. Hacia la noche se descompuso el tiempo y llegó lluvia ya cuando habíamos regresado de la gira. A la noche logramos comunicarnos con Karin, que había tenido actividades todo el fin de semana en la iglesia. Aun se estaba recuperando del susto pero la encontramos bien.
Lunes 10 de diciembre. Carlos regresaba a Montevideo antes del mediodía y compartimos el desayuno antes de llevarlo hasta la parada 10 del ómnibus. Como tenía bastante equipaje para llevar de regreso a Suecia le prestamos una valija nuestra, con lo que nos estaba haciendo un favor al tener nosotros tantas valijas aquí. De regreso a la casa nos percatamos que Carlos se había dejado la campera y quedamos en mandársela en colectivo. Nos había tocado un día hermoso, a pleno sol, y a la tarde bajamos en bicicleta a la playa a hacer la habitual caminata por la costa. Luego inauguró Alicia la temporada de baños en el mar. El buen tiempo duró hasta la noche pues ya en la madrugada del martes regresó el viento. Cumpliendo con Carlos hicimos una escapada a Piriápolis a despachar su campera y de paso compramos los dos colchones inflables con inflador eléctrico incorporado que nos había encargado Gabriel, además de unas molduras de madera para la casa de Alicia. Ricardo no nos había pasado aun el presupuesto y cuando lo llamé me dijo que lo había pensado y ya no quería solucionar el problema como lo había propuesto. En cambio prefería cambiar las columnas íntegras por otras de madera tratada y prometió darnos un presupuesto en la semana. Las plantas de chaucha de la quinta estaban pidiendo ya tutores y aprovechando el buen tiempo del miércoles hice un armazón donde pudieran enredarse. A la tardecita bajamos a caminar a la playa y esta vez continuamos hacia el oeste hasta llegar a la desembocadura del arroyo Tarariras que delimitaba el municipio de Piriápolis con el de Las Flores. Pasamos por partes de playa y de rocas, y pudimos confirmar que la mejor playa seguía siendo la nuestra. En total caminamos cerca de ocho kilómetros y llegamos de regreso a la puesta del sol. Alicia había hecho una cita con una amiga en Montevideo para el jueves aprovechando también para hacerse un corte de cabello y ese día madrugamos pues antes de partir tenía que dejar sangre en el laboratio de la policlínica, donde estuvimos a las seis de la mañana y ya tuvimos que hacer cola. Fue un lindo amanecer pero el pronóstico para el resto del día no era bueno. Alicia tomó el ómnibus a Montevideo y yo hice algunas compras en Piriápolis además de lavar el auto en el terreno vecino, que alcancé a terminar justo cuando comenzaron a caer las primeras gotas. A la noche pensábamos ir al cineclub y tuve las empanadas de la cena lista para cuando llegara Alicia, que lo hizo cuando ya había llegado la lluvia y el viento a Piriápolis. La película era "El Conformista" de Bernardo Bertolucci, filmada en 1970, de corte político en la época del fascismo en Italia. Vimos a Jean-Louis Trintignant muy joven aún y algunos pasajes me parecieron buenos aunque en general no me gustó. Mientras estábamos en el salón de la cultura se desató el temporal, con tremendo viento y cataratas de agua, y después del debate tuvimos que hacer frente a la tormenta antes de llegar al auto. Por suerte logramos llegar a la casa sin incidentes. El alerta naranja continuó toda la noche y recién a la mañana del viernes cesó la lluvia, aunque nos encontramos sin agua corriente a causa de la rotura del caño maestro que traia el agua desde la Laguna Del Sauce a Piriápolis. Miles de usuarios quedaron sin servicio eléctrico pero nosotros Recién el sábado se podría restablecer el servicio, pero nosotros contábamos con buena cantidad de bidones de 6 litros en reserva para estos casos. Un matrimonio conocido de Alicia que vivía en Atlántida vino de visita el viernes para compartir un almuerzo con nosotros. Para que encontraran la casa bajé con el auto a la ruta de la costa y así pude comprobar el destrozo que había causado la lluvia en las calles del barrio, principalmente a causa de la falta de un buen alcantarillado. Este no era un problema nuevo sino que se producía todos los años después de cada temporal. El alerta cesó al mediodía y tuvimos una linda tarde de sol ya con poco viento, que aproveché para reparar los tutores de las plantas de tomates que estaban medio caidos. La construcción de apoyo a las chauchas en cambio había quedado intacta. Ricardo nos pasó el presupuesto para cambiar las siete columnas exteriores y le adelantamos el monto necesario para comprar los materiales necesarios ya que parecía querer hacer el trabajo lo antes posible. El buen tiempo continuó el sábado y después de hacer una escapada a Piriápolis a hacer algunas compras incluidos dos bidones de agua me dediqué a pasar protector de madera a los postigos de la habitación pequeña y a otras partes de madera de la casa. Aun no se había restablecido el servicio de agua corriente por lo que nuestra reserva de agua en bidones continuó en descenso y si la cosa seguía asi, terminaríamos recurriendo a las cisternas que la comuna había colocado en lugares estratégicos de la ciudad. Antes de la puesta del sol bajamos caminando a la costa, donde la fisonomía de la playa había cambiado por completo. Los torrentes que habían bajado durante el temporal habían divido la playa en sectores separados por verdaderos zanjones por los que aún drenaba agua. Después de tres días sin agua corriente, el domingo por la mañana recuperamos ese preciado elemento cuando lograron emparchar el caño maestro destruido que había causado el corte del suministro a la comarca. Volvimos a llenar los bidones que teníamos en reserva para usar en el baño ante estas contingencias, aprovechando que al principio el agua venía bien turbia. Regresaron las altas temperaturas y el sol, llegando el domingo a los 30 grados, y para no cerrar toda la casa Alicia bajó sola por la tarde hasta la playa a darse un baño en el mar.
Lunes 17 de diciembre. El buen tiempo del domingo fue un impasse pues a la noche tuvimos nuevamente un temporal con mucha lluvia. Hice una escapada a Piriápolis por la mañana a cortarme el cabello y hacer algunas compras de último momento en vista de la partida del martes a Buenos Aires. Recibí finalmente la llamada de Identificación Civil de Maldonado informando que estaba aprobada mi solicitud de residencia y podia hacer el trámite de renovación de la cédula, lo que pensaba resolver el martes a la mañana. Ese día madrugamos a las cinco y media para salir lo más temprano posible hacia Maldonado. Como último detalle antes de cerrar la casa encendimos cuatro bombas de humo en sendas habitaciones para hacer una buena fumigación y luego partimos hacia el este con un día muy gris y fresco. Al tener el auto cargado con todo nuestro equipaje le habíamos pedido a nuestro amigo Sergio si podíamos estacionarlo en el patio de su casa, y desde allí partimos caminando Alicia al hospital y yo a la oficina de identificación civil. Esta vez no hubo problemas pues tal como me lo habían dicho había llegado la notificación desde Montevideo y a una velocidad asombrosa me tomaron los datos, me sacaron la foto, dejé las impresiones digitales, y recibí mi nueva cédula de identidad con status de residente permanente válida por tres años. Mucho más lento fue el trámite de Alicia pues la endocrinóloga llegó atrasada y había nueve pacientes antes que ella. Recién fue atendida cerca de la una de la tarde y logramos partir de viaje hacia el oeste. Hicimos un buen tramo de la ruta Interbalnearia y poco antes de desviarnos en Atlántida paramos en un descanso para comer una muy buena ensalada de arroz con atún que habia preparado Alicia con ese propósito. Poco tráfico encontramos en las rutas y a las siete y media de la tarde hicimos la entrada triunfal a la ciudad de Mercedes para alojarnos en el céntrico hotel Brisas del Hum (Hum = negro en idioma guaraní) frente a la plaza principal. El hotel tenía cochera de modo que dejamos la mayor parte del equipaje en el auto, subiendo lo indispensable para pasar la noche además de lo que había sobrado del almuerzo, que fue nuestra cena también. Ya de noche salimos a caminar un poco por la ciudad encaminandonos a la ribera del Rio Negro para ver la conocida costanera, y allí comprobamos que el poderoso rio se había salido de su cauce dejando buena parte de la costanera bajo agua. La noche era cálida y encontramos bastante gente afuera, además de vehículos que evidentemente estaban dando la "vuelta del perro" en esta ciudad de unos 40000 habitantes. Rematamos el corto paseo con una picada y vino tinto sentados a la vereda del restaurante del hotel antes de irnos a dormir. Nuestra intención era continuar viaje al día siguiente a más tardar a las once de la mañana.