14 de Marzo 2015
Después de la noche llena de sobresaltos nos despertamos a un amanecer de sábado hermoso, sin viento y despejado. A media mañana apareció Carlos con su camioneta, acompañado de Javier y un par de ayudantes que se pusieron de inmediato a trabajar en el techo. Con Carlos nos sentamos a planificar cómo seguiría la obra, y nos enteramos que sería la úlima obra que iba a realizar. En el futuro seguiría trabajando como carpintero. Luego regresó a Montevideo para seguir comprando materiales que estábamos necesitando. A la tarde fuimos en bicicleta a Pirapolis a hacer compras en el Devoto. La sucursal más próxima a la casa ya había cerrado al haber finalizado la temporada. Antes de dar por terminada la tarea del día Javier y sus ayudantes llegaron a colocar todas las planchas de OSB en la parte delantera de la casa y cubrirlo con la membrana plástica además de avanzar con una tira del lado nuevo por lo que la cumbrera quedó cubierta y desaparecía en principio el riesgo de que se lloviera adentro. A pesar de ello seguíamos con los muebles montados sobre tacos por las dudas.
Tampoco nos defraudó el domingo, que fue un hermoso día de sol como el sábado. Nos vino un ataque de limpieza y nos pusimos a juntar maderas sueltas, lana de vidrio, botellas plásticas, aserrín y otros restos de la construcción que estaban desparramados por el terreno, y dejamos todo muy prolijo para que pudieran comenzar a desparramar de nuevo cuando volvieran los constructores. También trabajamos un rato en el jardín y le dimos protector de madera a las bases de las columnas de la galería de entrada ya que iban a quedar en parte en la tierra. Alcanzamos a dar una vuelta por la playa, donde había muy poca gente al haber terminado ya la temporada, y a la noche nos despachamos con ravioles que habíamos ido a comprar a la fábrica de pastas artesanales del barrio.
Lunes 16 y Con todas las expectativas esperamos la llegada de los constructores. Esas expectativas se desinflaron rapidamente ya que Carlos estaba comprando aun los materiales que necesitaba Javier para terminar con el techo. El tiempo continuaba igual y parecía mentira que se desperdiciara un dia excelente para trabajar en la casa. Nos dedicamos a arreglar el jardín delantero, acarreando más tierra para rellenar. A la tarde bajamos a la playa que estaba prácticamente desierta y donde nos encontramos con una gran mortandad de peces. Nos cruzamos con nuestro vecino Juan y nos dijo que la causa de la mortandad era un desequilibrio en la temperatura del agua que había afectado a una especie en particular. Cuando regresamos a la casa notamos que la heladera había dejado de funcionar pues no arrancaba el compresor. En el interin llamó Carlos avisando que llegaría con los materiales a las nueve de la noche. Venía en su camioneta acompañado de su mujer y su hija. Nosotros llamamos a Yolanda para ver si podíamos dejar productos perecederos en su casa y para allá fuimos con la conservadora llena. Dejamos las cosas pero quedamos en que al día siguiente podíamos traer en préstamo su heladera pequeña a la espera de que se reparara la nuestra. De vuelta en casa recibimos una llamada de Carlos diciendo que se había roto la correa del alternador de su camioneta y que por lo tanto no podía venir. Con Carlos era interminable la lista de complicaciones que se le aparecían, y quedamos con la esperanza de que arreglara el problema temprano al día siguiente y apareciera con Javier. Poco y nada le creíamos a esta altura, pero aun no habíamos perdido totalmente la confianza.
La heladera decidió comenzar a andar nuevamente durante la noche pero a capacidad de enfriamiento reducida. A la mañana del martes apareció Javier con dos ayudantes pero sin materiales. De todos no le faltaba trabajo y lo dejamos con la obra pues teníamos que hacer compras en Piriapolis y retirar los análisis de Alicia. Como hubo que hacer tiempo aprovechamos para almorzar en el pueblo antes de regresar bien cargados con nuestras bicicletas. Al faltarle material para terminar el techo y también a causa del calor, Javier comenzó a colocar paneles para cerrar la casa y por primera vez comenzamos a ver paredes alrededor de la estructura, un nuevo hito a 26 dias del comienzo de la construcción. Carlos vino como a las cinco de la tarde con la camioneta funcionando bastante mal y dejó materiales antes de regresar a Montevideo para ver a un mecánico. En Piriápolis habíamos llamado al service de la heladera, que vendría el día siguiente, y antes del anochecer fuimos a la casa de Yolanda a buscar su heladerita con la carretilla para tener de back-up por si la grande se averiaba del todo. Javier y sus ayudantes se iban a quedar a dormir, por lo que armamos la carpa en el "living" de la parte nueva para los ayudantes. Javier iba a dormír en su camioneta convenientemente equipada para ello con su colchón y nosotros les dimos todas las facilidades para que se ducharan y prepararan su comida.
Jueves 19 de marzo, día del cumpleaños de Alicia, y también día en que teníamos que ir a Montevideo. Dejamos la casa en manos de Javier y sus dos ayudantes pues Carlos no había aparecido aun, y bajamos a la ruta a tomar el colectivo. Yo tenía una cita en el ministerio de relaciones exteriores para tramitar mi permiso de residencia en Uruguay y allí fuimos después de almorzar. El trámite fue rápido y nos trataron con suma amabilidad. Si todo iba bien me darían la residencia un mes más tarde o algo así. Llegamos a tiempo para tomar un colectivo a las cinco de la tarde y llegamos a la casa con las últimas luces del día cuando nuestros constructores ya estaban por irse. Se había terminado de cerrar la casa y buena parte de la membrana impermeable estaba colocada también. Carlos había comenzado a colocar las tejas pero no había avanzado mucho aun. Lamentablemente no se iba a trabajar el día siguiente ya que Javier tenía obligaciones en Montevideo y Carlos estaba "complicado" como siempre.
El viernes amaneció soleado y caluroso, y a la mañana hicimos nuevamente limpieza en el terreno juntando cantidad de desperdicios que habían dejado nuestros constructores. Llenamos una bolsa negra con basura y seguimos apilando recortes de madera que pensábamos utilizar más adelante en la estufa. Temprano por la tarde fuimos en bicicleta a Piriapolis a hacer comrpas y también a buscar mi bicicleta pinchada. Nuevamente tuvimos que regresar caminando a la casa al tener una bicicleta de sobra. Comenzamos luego a pintar las columnas de madera del frente de la casa con protector hasta que se hizo de noche. Luego comenzó a levantarse mucho viento y por seguridad apilamos tejas sobre la membrana del techo del lado del mar de donde soplaba el viento para tratar de evitar que se desprendiera la membrana que estaba clavada con clavos demasiado espaciados para mi gusto.
Comenzó el otoño por estas latitudes. El viento duró toda la noche y fue muy fuerte. A la mañana del sábado salimos a explorar los daños que por suerte se limitaron a la caida de algunas tejas de las que estaban sueltas en el techo esperando ser clavadas. Alicia decidió hacer una limpieza general de la casa que ya era necesaria, sobre todo porque estábamos permitiendo usar las facilidades a nuestros constructores y sus ayudantes. Yo continué con la tarea de proteger madera, con un día muy destemplado haciendo honor al otoño. habíamos pensado ir a comer a la pizzeria Morales pero cambiamos de menu, Alicia amasó scones para la cena. Carlos nos llamó avisando que Javier vendría el lunes con un techista para seguir colocando tejas. Ya teníamos ganas de seguir clavalandolas nosotros pero decidimos esperar. El martes vendría un flete con los ceramicos para el piso, el yeso para las paredes internas y el revestimiento exterior de la casa. Buenas noticias que ojalá se cumplieran. Al no haber mensajes desde Bariloche llamamos por teléfono y hablamos un rato con Elsa, quien se encontraba por suerte en buen estado de salud aunque siempre inapetente.
El domingo pudimos comunicarnos finalmente con Johanna, recien regresada junto con KF de una semana de esqui. Ella se sentía muy bien, sin ningún tipo de molestias por el embarazo. El día continuaba siendo frio, pero igual continuamos protegiendo madera y casi completamos la tarea, al menos con la primer mano y en algunas partes ya la segunda mano. Mientras pintaba la galería que daba hacia el mar noté que uno de las vigas del techo había cedido un poco ante el peso, y convencí a Alicia de la conveniencia de colocar una columna para soportar la viga y darle más solidez. A la tarde habíamos hecho una escapada a la pasteria para comprar sorrentinos, esta vez de ricota y nuez. También compramos su salsa pero Alicia le puso un poco más de caracter antes de servirla para la cena.
Javier apareció como había prometido el lunes 23 por la mañana y vino acompañado del techista Gabriel además de su ayudante Andres. Traía también las dos hojas de la puerta balcón y las puertas de los dos dormitorios. Decidieron abocarse todos a la colocación de las tejas americanas del techo y yo subí también a ayudarlos. Cada teja llevaba cuatro clavos galvanizados de cabeza ancha y pronto quedó claro que no iban a alcanzar para la tarea del día por lo que salimos con el auto de Javier a tratar de conseguirlos. Después de mucho recorrer corralones y ferreterías tuvimos la suerte de encontrarlos y a la puesta del sol habíamos llegado a cubrir más de un tercio del techo. Todos se iban a quedar a dormir para poder comenzar temprano al día siguiente, que prometía ser soleado. Recién el miércoles se pronosticaban algunos chubascos.
Un nuevo hito: el martes se colocó la ventana del dormitorio grande y la puerta balcón, en parte porque nos quedamos sin clavos para seguir colocando las tejas americanas. Fui hasta el corralón a comprar pero se habían terminado. También vino el flete trayendo las placas de yeso, las tablas exteriores de fibrocemento y tres paquetes más con tejas. Por exceso de peso no trajo los cerámicos pues era una camioneta pequeña. Vinieron los clavos pero por la hora que era ya no valía la pena seguir con el techo. Un camión nos trajo un metro cúbico de piedras blancas que habíamos encargado para colocar en el sendero de entrada y también el klaukol que necesitaría Agustin para colocar el piso. Alicia fue sola al dentista en Maldonado asi yo podía ocuparme de ayudar a los constructores. Al regreso hizo una rica pasta frola y para la cena un pan de carne muy sabroso. Los constructores se quedaban nuevamente a dormir para continuar avanzando rápido, mientras que Carlos prometía venir al día siguiente con el resto de las cerámicas y tal vez los postigos. Ya estábamos a un paso de cerrar la casa y abrir la comunicación entre las dos partes. Tuvimos una charla con Agustín quien confirmó que saldrían se Buenos Aires el miercoles a la noche pernoctando en la camioneta cuando se cansara de conducir, y le dí las instrucciones para poder llegar a la casa, además de nuestros números de teléfono uruguayos.
Durante la noche tuvimos un poco de lluvia y a la mañana del miércoles continuó lloviendo por lo que Javier decidió dejar en suspenso la colocación del resto de las tejas y dedicarse al interior de la casa. Se colocó la ventana faltante, que dicho de paso notamos que habia sido montada patas para arriba pero se pudo dar vuelta facilmente, y se comenzó a desarmar la pared donde se iban a comunicar las dos partes de la casa. El ayudante Andres avanzó con la colocación del caño corrugado para la distribución eléctrica y también pudimos corregir una seria deficiencia en el sostén del techo en la parte nueva que me pareció muy precario y que de hecho había cedido un poco ante el peso. Se colocó un buen puntal para lo cual hubo que levantar una de las vigas centrales unos centímetros con un gato. Al llegar la noche solo separaba las dos partes el tabique de yeso. Antes de abrir había que correr dos columnas y colocar una viga de sostén para no debilitar la estructura del techo. Obviamente no iba a funcionar tampoco el sistema de tener obreros durmiendo en la carpa instalada dentro de la parte nueva de la casa. Carlos había prometido traer los cerámicos pero nos falló una vez más y ni siquiera llamó por teléfono para justificarse. A nuestro entender se estaba comportando cada vez peor con nosotros y a esta altura estábamos solamente interesados en que nos trajera los postigos y los cerámicos y que dejara el restante de la construcción totalmente en manos de Javier, que era mucho más idóneo y cumplidor que él.
El jueves quedó el techo practicamente terminado, con todas las tejas clavadas en su lugar después de un día de trabajo intensivo y sistemático y gracias a que no vino lluvia. Se colocaron en total más de quinientas tejas y mas de dos mil clavos a razón de cuatro clavos por teja. Alicia fue a Montevideo por la mañana y yo quedé literalmente oteando el horizonte a la espera de Agustín ya que pasé la mayor parte del día en el techo ayudando en la colocación de las tejas. Llegó el atardecer sin noticias y recién a la noche vi un mensaje explicando que Agustín no había podido cruzar la frontera. Más tarde nos pudimos comunicar y resultó que había surgido un problema con la documentación de Daniela y no la dejaron salir. En Gualeguaichu tuvieron que ir además al médico para que viera a Camilo pues estaba sufriendo de vómitos y diarrea. A la noche lo iba a ir a ver el médico a domicilio en la Boca. asi como estaban las cosas no iba a ser posible colocar el piso, pero igual fue una lástima que no pudieran concretar el viaje. Carlos vino en su camioneta trayendo el resto de los cerámicos e hicimos también una lista de los materiales que faltaban para la construcción. Esa misma tarde los encargó y prometió traerlos el viernes a la tarde. Yo había retirado la heladera de Yolanda para devolversela pues la nuestra parecía haberse recuperado, pero al no venir los chicos la volvimos a meter en la casa. Javier tenía la intención de comenzar a colocar el revestimiento exterior por lo que seguíamos avanzando a buen ritmo con la obra y seguíamos con esperanzas de que se completara con buen margen antes de fines de abril.
Como estaba planeado, el viernes por la mañana se terminaron de cubrir las paredes exteriores con la membrana plástica y luego comenzó el montado del revestimiento. Para sellar la unión de la estructura a la platea, que era una de mis principales preocupaciones, fui con javier al corralón cercano y compramos una tira de aluminio embreado autoadhesivo de 10 cm de ancho que se iria colocando mitad adherido a la membrana y mitad a la platea de cemento. La primer pared, mirando al mar, quedó practicamente terminada al finalizar el día. También se abrió la primera de las dos ventanas angostas y altas que irían con vidrio fijo en el living. Por ser viernes y para no regresar tan tarde a Montevideo se detuvo el trabajo a las seis de la tarde. Al rato llegó Carlos con una carga más, basicamente madera y material eléctrico. Con los haberes a pagar por la semana se completó el monto acordado en concepto de mano de obra con Carlos, por lo que en teoría se tendría que seguir trabajando sin cobrar. Como la casa había que terminarla y la única manera de que sucediera era a nuestro entender que Javier continuara contratado con su gente llegamos a un acuerdo directo con el sobre jornales. Luego cuando vino Carlos tuvimos una larga conversación con el para comunicarle nuestra decisión. De todos modos le dijimos a Carlos que era bienvenido si quería venir a trabajar también lo que veíamos dudoso con los problemas de toda indole en que estaba envuelto. De hecho él no pensaba venir la semana siguiente, que en Uruguay era la semana de turismo, mientras que javier dijo que trabajaría hasta el jueves santo. A la noche hicimos una eacapada hasta Morales para traer pizza a la casa. Durante el día habíamos recibido un llamado de Hilian, quien dijo que vendría junto con Isabel a visitarnos al día siguiente a la mañana.
Sábado 28 de marzo, día del cumpleaños de Elsa. Amanecimos a un hermoso día de sol y mientras Alicia iba a comprar sorrentinos para el almuerzo yo hice una tarta de limón que se terminó de hornear justo cuando llegaban Hilian e Isabel. Mientras estábamos charlando con ellos se anunciaron Sylvia y Eden, una pareja que era amistad de Alicia y que estaba de paseo por la zona. Ellos se quedaron un rato solamente, mientras que con Hilian e isabel salimos primero a dar una vuelta por el barrio y luego nos sentamos a comer los sorrentinos con salsa de tomates. Para el postre atacamos la tarta de limón con un café y como la tarde estaba muy linda bajamos a la playa después de la sobremesa para hacer una larga caminata a la orilla del mar hasta la puesta del sol sin una nube en el horizonte. A la noche nos comunicamos por teléfono con mi hermana para felicitarla. Habían hecho una salida a Villa La Angostura y nos comentó que seguían habiendo incendios además de ceniza, y que poco se veía de las montañas. Nos dió también la triste noticia del fallecimiento del bueno de Adolfo.
El domingo continuó siendo muy lindo, con sol y calor. Habíamos planeado subir al cerro Pan de Azucar pero al no poder atrancar la parte nueva de la casa yo pensé que era poco prudente alejarse tantas horas cuando había cantidad de máquinas de nuestros constructores. Hicimos un poco de limpieza y a la tardecita dimos una vuelta por la playa a la puesta del sol. Luego fuimos a visitar a Yolanda y Osvaldo y nos invitaron a comer pizza con cerveza.
Javier era sin dudas mucho más confiable que Carlos y a media mañana del lunes 30 llegó junto con su señora y con Andrés. Gabriel el techista no había podido venir por tener que resolver asuntos en Montevideo. Hice una escapa al corralón a comprar mil tornillos para poder continuar fijando el revestimiento exterior y continuaron todo el día con ese trabajo. Nosotros fuimos de compras a Piriápolis y de paso quisimos averiguar cómo iba el trámite con la instalación de alumbrado en la calle pero nos encontramos con que no trabajaban por semana de turismo. A las seis de la tarde terminó la jornada de trabajo de Javier y nosotros fuimos un rato a matear a la playa con un mar muy sereno a la puesta del sol. Tuve una charla con Javier respecto a como seguir con la construcción y el me dijo que de ahora en más quedaba a cargo del trabajo, tal como lo queríamos nosotros.
Esperamos que Gabriel viniera la noche anterior pero recién apareció el martes a la mañana, justo cuando Javier y yo estábamos por ir a Maldonado a comprar el revestimiento que faltaba. La señora de Javier tomó el omnibus a Montevideo a retirar medicamentos que necesitaban para Javier, y después de organizar el trabajo salimos nosotros para Maldonado donde compramos las 21 tiras que tenían en el corralón Luissi. Regresamos despacio con esa carga y al finalizar el día quedó muy poco para completar todo el revestimiento. Calculamos que al final nos iban a sobrar dos tiras como máximo ya que se había aprovechado muy bien el material con muy poca pérdida.Al haber reciclado también revestimiento ya pintado de marrón que sacamos de la pared que unía ambas partes de la casa quedó bastante emparchado pero pronto ibamos a pintar todo del mismo color.
Primer día del último mes de nuestra estadía en Uruguay y por suerte siguió avanzando la casa de acuerdo al plan, ya haciendo terminaciones exteriores aun cuando faltaba comenzar con el yeso interior y la instalación eléctrica. A la mañana fuimos a Piriapolis a buscar materiales de ferretería y también lo necesario para el asado que pensábamos hacer para nuestros constructores. Con un anochecer magnífico prendí el fuego y puse chorizos y tras colitas de cuadril en la parrilla. Nos sentamos todos, incluida la esposa de Javier, en el living en construcción y pasamos un rato muy lindo. Por un descuido mio desapareció la última colita de cuadril de la parrilla que estaba en el lote contiguo, seguramente en las fauces de un perro atento. Por suerte habian quedado todos satisfechos, y además servimos con el café una deliciosa torta de banana y chocolate que había hecho Alicia.
Piriápolis se llenó nuevamente de turistas lo que pudimos comprobar en la playa cuando bajamos a la puesta del sol. Era jueves santo pero Javier y sus ayudantes trabajaron todo el día sin descanso adelantando las terminaciones exteriores. Alicia y yo tomamos sendos pinceles y comenzamos a pintar el revestimiento con protector de madera color nogal pero diluido con aguarrás. No logramos que quedara un color uniforme, pero era recién el comienzo de la tarea y se necesitarían más manos de protector en el futuro para emparejar. La casa iba entonces tomando entonces color literalmente y nuestro optimismo continuaba inalterado. Era el día 38 de la construcción y calculamos que en dos semanas más de trabajo estábamos en condiciones de cerrar la casa. desde luego la salud de Javier no dejaba de ser una preocupación, con su corazón debilitado y su diabetes, ya que todo dependía de que no se detuviera el trabajo.
Viernes santo y le dimos a los pinceles hasta que se terminó la pintura. Aun faltaban tramos de revestimiento exterior pendientes de la primer mano, pero de todos modos había llegado la hora de salir hacia el castillo de Pitamiglio donde se iba a hacer una reunión de meditación organizada por Carlos Rodriguez, el mismo que nos había llevado al tour de Piriapolis místico. Tomamos nuestras bicicletas y ya cercana la puesta de sol hicimos un rodeo alrededor del cerro de los Burros por caminos de tierra que no habíamos recorrido antes. Salimos a la estación Las Flores y de allí era un corto trecho por la ruta 71 hasta el castillo. llegamos con las últimas luces del día, la noche clara y estrellada, y la luna llena asomandose detrás de los cerros. Se había reunido una cantidad de gente en el parque del castillo para la ocasión, muchos con sus sillas playeras, y a las ocho comenzó la ceremonia con una hoguera, algunos ejercicios de meditación y canto a cargo de una chica que tenía muy buena voz y que además cantó a capella. Luego hicimos los once kilómetros de regreso a Piriapolis, por suerte con banquinas aceptables tanto en la ruta 71 como en la de la costa ya que el tráfico era intenso. La intención era ir a la fuente de Venus donde a eso de las once de la noche se iba a hacer otro ejercicio de meditación. Previo a eso fuimos a comer helado a nuestra heladería favorita El Faro. Nunca habíamos visto tanta gente junta en la rambla, y en la heladería tuvimos cincuenta números antes de que nos tocara el turno. Llegamos a tiempo a la fuente, y el ejercicio fue similar al que habíamos hecho en la ocasión antrerior, caminando alrededor de la fuente en sentido anti horario y luego al revés. Se suponía que luego había que tomar agua de las dos fuentes pero a causa de la contaminación con algas que había en la laguna del Sauce (donde había caido un avión una semana antes), Carlos trajo agua embotellada. Después de toda esta gira lleghamos a la casa pasada la medianoche. Al desconectar la alarma hicimos algo mal lo que causó que se disparara y al rato apareció el movil de Prosegur para investigar si había sucedido algo. Fue un buen test del servicio.
El sábado de pascua salimos de recorrida de compras con una larga lista para la ferretería y nos encontramos con que la mayoría estaban cerradas. Aquellas que estaban abiertas no tenían el protector que necesitabamos para cubrir el revestimiento exterior, pero por suerte había una abierta cerca de la casa que sí tenía y de ese modo pudimos continuar con el trabajo de pintura. Cuando llegamos a la casa nos encontramos con que Gabriel el cosntructor había dejado fuera de la puerta el prometido cedrón. Al finalizar el día habíamos cubierto casi la totalidad de la parte nueva y supusimos que todo lo desparejo que había quedado el color se solucionaría dando una segunda mano.
El domingo nos levantamos un poco más temprano para continuar con el tema pintado, y con un día muy ventoso pero con bastante sol logramos dar una segunda mano a casi todo el revestimiento nuevo, usando la técnica de dar pinceladas largas para eliminar en lo posible las marcas del pincel. A la tardecita bajamos al mar que estaba muy embravecido a causa del viento y con la playa completamente tapada de espuma. También fuimos un rato a visitar a Osvaldo y Yolanda a la noche.
Lunes 6 de abril, cumpleaños de Gabriel. Llamé a la noche y lo encontré en su casa preparando la cena, y sin intención de hacer ningún festejo. El viento del día anterior fue amainando y tuvimos un día bastante lindo. Javier llegó un poco más tarde al haber ido primero a comprar algunos materiales, y nosotros fuimos a Piriapolis a averiguar que pasaba con el pedido de apertura de calle y colocación de alumbrado público. La respuesta en ambos casos fue que podía demorar bastante por falta de presupuesto de modo que probablemente nos ibamos a ir sin siquiera tener un poste de luz, a pesar de que Alicia estaba pagando ya religiosamente la tasa de alumbrado, barrido y limpieza. En la casa se reforzó la pared trasera con columnas de madera, que eran necesarias ya que comprobamos que en algunas partes la estructura había cedido cerca de dos centímetros, y se continuó con la instalación eléctrica. Andrés dejó preparadas las conexiones para montar faroles sobre dos de las columnas de la entrada iluminando hacia el frente que pensábamos que iban a quedar muy bien.
El martes acompañé a Alicia a Maldonado por la mañana pues tenía nuevo turno con el dentista. Al regreso a Piriapolis teníamos mucho hambre y decidimos quedarnos a almorzar antes de regresar a Miramar. Nos encontramos allí con que estaban necesitando algunos materiales y javier nos llevó con su camioneta a comprarlos al corralón cercano a la casa. De paso Alicia terminó de negociar la compra de tres vasijas de terracota que nos gustaron y asi las pudimos traer a la casa. Al estar bastante cansados decidimos ir a la provisión a comprar empanadas para la cena. Andres nos comentó que en la Tienda Inglesa vendían lámparas con celda fotovoltaica que se prendían de noche y se apagaban de día por lo que planeamos ir al día siguiente a Atlantida a comprar cuatro para montarlas como luz exterior de la casa.
A la mañana del miercoles nos despertamos con un charco en el piso cerámico, al volver a fallar la heladera. Llamamos al service, que recién vendría al día siguiente. A media mañana tomamos el colectivo a Atlantida y nos bajamos frente a la Tienda Inglesa sobre la ruta interbalnearia. Fuimos derecho al sector de electricidad solo para encontrarnos conque las lámparas estaban agotadas. Al estar en las cercanías pasamos a saludar a Silvia y Eden, el matrimonio conocido de Alicia que nos había visitado recientemente. Tenían una casa enorme y nos gustó la idea del aljibe, que era un tanque bajo tierra recolector de agua de lluvia y que pensamos que podíamos hacer nosotros también en el futuro. A media tarde estábamos de regreso en la casa, sin que hubiera venido Carlos como había prometido. Estábamos en una carrera contra el reloj para terminar y quedamos con javier en que podíamos comprar machimbre adicional y articulos de electricidad que faltaban para terminar en Piriapolis si Carlos nos seguía fallando. Estábamos planeando también ir a 18 de Julio a visitar al hermano de Alicia pero aun no habíamos decidido cuando ir sin complicar los trabajos en la casa.
Alicia fue sola a Montevideo el jueves a la mañana ya que me quedé esperando que viniera el service de la heladera. Alicia pasó por la casa de las estufas y acordaron que la traerían el martes 21 de abril. También compró los pasajes para viajar a el Chui el sábado tomando el colectivo por la mañana en Pan de Azucar. Su hermano Tito prometió ir a buscarnos a Chui para llevarnos a 18 de Julio. El service de la heladera quiso cambiar el termostato pero no tenía el tipo que se necesitaba por lo que quedó en venir al día siguiente. Yo me dediqué a pintar columnas y contramarcos con protector y también comencé a agrandar la zanja que permitiría escurrir el agua en caso de lluvia. Me comuniqué con la tía Ellen para felicitarla en su cumpleaños número 90. Hubieramos querido estar allá para festejar pero no podíamos abandonar la obra. El omnibus de Alicia se atrasó muchísimo y llegó de regreso pasadas las ocho de la noche. Fuimos de la parada directamente a la pizzería Morales a comer fainá y pizza con una cerveza. Nuestros constructores continuaban con la terminación de exteriores además de la instalación eléctrica. A la noche me conecté con Agustín y el prometió venir a colocar el piso el jueves 16.
El service de la heladera volvió el viernes como había prometido y cambió el termostato, que pudo comprobar que estaba roto. Esperamos que eso solucionaría todos los problemas de la heladera, que no había parado de funcionar en toda la noche. Javier quería terminar temprano pues tenía que ver a un cliente por lo que el trío se fue a las cuatro de la tarde. Previo a eso fuimos en su vehículo a Piriapolis a retirar los vidrios para las dos ventanas fijas y tres tablas de eucalipto cepilladas para la terminación exterior. Como Javier iba a estar ocupado el viernes siguiente había decidido que volvería al día siguiente y trabajaría de corrido hasta el jueves para poder terminar la casa alrededor del 22 de abril. Nosotros dejábamos la casa en manos de el ya que pensabamos regresar de 18 de julio el lunes siguiente.
El sábado nos fuimos de la casa antes de que llegara Javier por lo que dejamos las llaves en un escondrijo. Las bicicletas quedaron amarradas a un mastil en la terminal de omnibus y a las diez y media tomamos el colectivo de Guscapar a Pan de Azucar. Allí esperamos menos de media hora en la terminal a que pasara el COT de Montevideo a Chui, con paradas en San Carlos, Rocha, Castillos, Punta del Diablo y La Coronilla. Hatsa Castillos fue pintoresco el paisaje, con bastantes ondulaciones, pero luego se convirtió en una llanura. A las tres de la tarde llegamos a la terminal de Chui y Tito apareció un rato más tarde con su envecijada camioneta Chevrolet. El pueblo estaba igual de feo como la vez anterior que habíamos estado, pero por suerte arrancamos de inmediato hacia 18 de Julio a diez kilómetros de distancia. Tito nos había preparado dos chuletas que estaban en el horno y las comimos con gusto. Luego dimos una vuelta por el pueblo hasta el oscurecer. Alicia quiso aprovechar la visita para saludar a una señora conocida pero no la encontramos en su casa ya que se había ido al festival folclórico en Lascano. A la noche me comuniqué con Javier y me contó que había traido el machimbre que faltaba pero los postigos no estaban aun listos. Era ya urgente tenerlos y tratamos de comunicarnos con Carlos sin resultado.
Tito se levantó temprano el domingo y fue a comprar facturas para el desayuno. Era un magnífico dia de sol y decidimos que iríamos de shopping a Chui. Tito se ofreció a llevarnos, y cuando sacó la camioneta del garage no advirtió que venía otra camioneta y le dió un buen toque. La Chevrolet no sufrió ningún daño pero la otra se abolló un poco. Por suerte era uno de los tantos conocidos de Tito y el incidente no pasó a mayores. En Chui conseguí un buen par de anteojos de sol para reemplazar los que me habían regalado las chicas la navidad del 2014 y que se habían roto. Alicia consiguió dos prendas que le gustaron y dimos por finalizada la ronda de compras. Lo llamamos a Tito quien nos vino a buscar y en cuanto llegamos a la casa puso fideos en la cacerola que comimos con un tuco muy rico que había preparado. Durante la comida apareció un matrimonio conocido de Alicia que quería saludarla después de años de no verse. Tito se fue luego a electificar el alambrado de un campo cercano donde tenía dos caballos pastando mientras que nosotros salimos a caminar por la ruta a Chui hasta llegar al hotel llamado Fortín de San Miguel, un imponente edificio de piedra en la cima de una loma con vista hacia la frontera de Brasil, donde nos asesoramos sobre tarifas en alta y baja temporada. 100 dólares por día en habitacion doble con desayuno no nos pareció exagerado. Cruzando la ruta entramos al parque del museo criollo desde el que se podía disfrutar de una fantástica puesta de sol sin una nube en el horizonte. Desde Montevideo nos habia mandado un mensaje Carlos diciendo que traería los postigos al mediodía. A la noche sin embargo, Javier nos informó que habían venido dos solamente ya que no le había entrado la tercera. Luego nos enteraríamos que su camioneta estaba rota y estaba utilizando un vehículo pequeño, de allí que no pudiera traer todos los postigos en un viaje. La pregunta era cuando traería el resto.
El lunes 13 llegó a su fin la visita a Tito en 18 de julio. Nuestro ominbus para el regreso fue el Rutas del Sol, que salía a las siete y media de la mañana. Demoraba 5 horas en llegar a Pan de Azucar y en ciertos tramos parecía más un transporte escolar dada la cantidad de alumnos y maestras que bajaban y subian en distintos poblados del camino. Muy familiar también pues aparentemente todos conocían a todos. En Pan de Azucar hicimos combinación a Piriapolis con el Guscapar y a la llegada recogimos nuestras bicicletas en la terminal. Alicia había perdido sus anteojos pero los encontramos intactos en el suelo al lado de las bicicletas. Se había trabajado todo el fin de semana en la casa y ya estaba llegando a su fin la terminación exterior. Javier necesitaba más madera además de bisagras para los postigos por lo que nos llevó al centro a encargar la madera en el aserradero y a comprar el resto en una ferretería. Agustín confirmó a la noche que saldría el miercoles tarde con Gabriel en la camioneta para venir a Miriamar a tratar de colocar el piso. En la carrera contra reloj que teníamos fuimos viendo que la casa se podría cerrarse pero quedaría bastante por hacer para terminar el interior a nuestro regreso, lo que de todos modos no era un problema.
Alicia fue sola al dentista en Maldonado el martes por la mañana ya que yo quería seguir adelantando trabajos en la casa. Con la ayuda de javier y sus herramientas coloqué un estante provisorio bajo la mesada de la cocina, luego seguí acarreando tierra para completar el dique de contención de agua de lluvia y dirigirla hacia la cuneta del proyecto de calle, y continué pintando con protector las maderas de la terminación exterior a medida que las iban montando. Alicia movió también unas cuantas carretillas de tierra a la tardecita, y aun nos faltaba rellenar una esquina del lote además de mover medio metro cúbico de pedregullo blanco dese la calle hacia el fondo, donde se montaría el tendedero. El tiempo nos seguía favoreciendo, con sol y buenas temperaturas, aunque ya estaba tomando el aspecto de una sequía muy poco propicia para el campo. De todos modos se esperaba finalmente un desmejoramiento con posibles tormentas y chubascos para los días venideros.
Durante la noche llovió un poco pero a la mañana del miércoles ya había sol nuevamente. Javier nos llevó con su auto a buscar las canaletas que se colocarían en el frente y contrafrente de la casa y demoramos un buen rato en armar el rompecabezas de canaletas, uniones, bajadas, codos, etc...También retiramos las maderas que serían las columnas para sostener la cumbrera cuando se abriera entre las dos partes de la casa. Javier tuvo que irse a la tarde pues habían adelantado el casamiento de su hija del viernes al jueves y quedaron sus dos ayudantes quienes finalmente comenzaron a colocar las paredes de yeso. Confiamos en que el jueves completarían todo asi Agustín podía colocar el piso cerámico. Nosotros continuamos acarreando tierra al fondo del terreno y también comenzamos a tapar el sector donde se pondría el tendedero con el pedregullo blanco. Paramos el trabajo cuando llegó la noche y decidimos que el jueves me quedaría trabajando en la casa cuando Alicia tenía que ir a Montevideo. Además había que esperar la llegada de Agustín y Gabriel, confiando en que esta vez no tendrían problemas fronterizos en Gualeguaychu/Fray Bentos.
El jueves amaneció con viento pero buen sol. Acompañé a Alicia hasta la parada y luego me dediqué a acarrear tierra con la carretilla para rellenar el fondo del terreno. Seguimos sacando tierra del costado de la calle pero cada vez había que ir más lejos a buscarla. A eso de las cuatro de la tarde llegaron los chicos y como también estaba por llegar Alicia de regreso bajamos con la camioneta hasta la parada a esperarla. Luego retiramos los sorrentinos que habíamos encargado y aprovechamos para comprar provisiones y articulos de ferretería en la ciudad. Los chicos durmieron esa noche en la camioneta y les prestamos el colchón inflable para que estuvieran más cómodos. A la noche se levantó mucho viento y cayeron unos cuantos chaparrones que a la mañana siguiente se convertirían en lluvia.
Después de un buen desayuno, el viernes nos abocamos de lleno a la colocación del piso cerámico. Nuestra tarea principal era preparar mezcla para mantener abastecido a Agustín. Javier y sus ayudantes se retiraron bastante temprano, guardando todas sus cosas afuera y en el galpón para dejar vacía la casa. Avanzamos mucho ese día y al suspender a la noche habíamos puesto cerca de dos tercios de piso, con el dormitorio pequeño completo, además de buena parte del living y el dormitorio grande. Para cenar fuimos a la pizzería Morales. Los chicos decidieron dormir en el dormitorio pequeño donde no se sentía la humedad que había de noche en la camioneta.
Tuvimos un magnífico amanecer de sábado y el día continuó soleado aunque bien ventoso. Hacia el mediodía se fué Alicia con Gabriel a comprar lo necesario para el asado que iba a hacer el mientras nosotros terminábamos de colocar los cerámicos. Lo completamos justo cuando estuvo listo el asado, y solo quedaron dos cerámicos sobrantes. Luego vino la engorrosa tarea de rellenar con pastina, que no alcanzó por lo que hubo que ir a comprar mäs. Fue principalmente Alicia quien se dedicó a la larea de colocar la pastina, con la guía de Agustín. Ellos querían irse a las cuatro de la tarde pero finalmente lo hicieron pasadas las seis de la tarde cuando el sol ya se estaba poniendo. A nuestro parecer fue un muy buen trabajo y se aprovechó al máximo el tiempo disponible. A la noche caimos desde luego rendidos de cansancio mientras que los chicos les quedaba aun por hacer los seiscientos kilómetros de regreso a Buenos Aires.
El domingo fue nuevamente un día hermoso, soleado, casi sin viento y con buena temperatura. Nosotros arrancamos para Montevideo para ver si encontrábamos los focos que se prendían solos de noche en la Tienda Inglesa de Portones. Nada, estaban agotados, pero luego continuamos con otro micro hasta la feria del domingo en la calle Tristan Narvaja del centro de la ciudad. Es una feria enorme con literalmente miles de puestos donde lo único que no pudimos encontrar fueron apliques para las cuatro lámparas exteriores de la casa. Alicia me regaló un mate revestido en cuero con recipiente cerámico. También me invitó a almorzar en un simpático restaurante sobre la misma calle que además tenía muy buena cocina. Ya en la terminal de Tres Cruces para regresar a Piriápolis aproveché para comprar mi pasaje en el SeaCat a Buenos Aires para el viernes 24 a la tarde. por suerte había aun servicio de bus desde Piriapolis, que salía a las tres de la tarde. El horario de llegada a Buenos Aires era a las 21:30. A las cuatro y media estábamos de regreso en la casa, justo ocho horas desde la partida lo que coincidía con el tiempo necesario para que actuaran las cuatro "bombas" de humo con que habíamos fumigado la casa al salir. Siendo aun de día nos pusimos a quitar el sobrante de pastina del piso que habíamos colocado con Agustín y Gabriel, y también alcancé a traer cuatro carretillas de tierra antes de que se pusiera demasiado oscuro, sin hablar de los mosquitos que salieron a atacarnos.
Lunes 20 de abril, y Javier llegó con sus ayudantes bastante temprano pero sin los postigos faltantes que irían en la ventana del dormitorio grande. Tuvieron que hacer correcciones a los postigos de la puerta balcón pues aunque pareciera mentira una hoja estaba hecha fuera de escuadra. Terminarian conviertiendose en los postigos más caros del mundo con los jornales que se estaban pagando para arreglarlos. Andrés se puso a montar las planchuelas que a mi pedido irían uniendo vigas para mayor seguridad de la construcción. Nosotros acarreamos cantidad de carretillas de tierra y también hicimos un poco de albañileria preparando mezcla de hormigón para rellenar una esquina de la platea que estaba en el aire. Ya poco antes de la puesta del sol fuimos hasta Piriapolis con las bicicletas a comprar diez metros de manguera para agregar a la que teníamos y poder regar la tierra recién puesta para que se afirmara. Al día siguiente llegaría finalmente la estufa de leña encargada, que también sería instalada junto con la chimenea atravesando el techo.
A un paso de comunicar el monoambiente con el resto de la casa, el martes se apuntaló la cumbrera y se quitaron las columnas de galvanizado. Se montaron dos columnas de madera y una viga bajo la cumbrera además de una segunda viga a la altura de la abertura. Solo quedó una placa de yeso separando las habitaciones, que se quitaría al día siguiente. A la mañana aparecieron también los colocadores de la estufa que finalmente quedó ubicada al lado de la puerta balcón y cerca de la cumbrera, que era el lugar que Alicia había elegido inicialmente. Subí al techo para observar cómo sellaban la chimenea para que no entrara agua a la casa. Habíamos puesto la placa de yeso rojo al fondo del living, pero no había problemas en moverla a su nueva ubicación detrás de la estufa. A la noche le devolvimos la heladera prestada a Yolanda y también pasamos a ver a nuestro vecino Andres, quien a cambio de una retribución mensual se encargaría de mantener la maleza a raya y echar un ojo a la casa.
Y se unieron las partes!. El miercoles fue el día en que vimos un serrucho comenzando a cortar la pared de yeso y finalmente apareció la abertura comunicando las habitaciones, duplicando con creces la superficie de la casa. Duró poco pues al rato se volvió a tapar provisoriamente con placas de terciado ya que nuestros constructores estaban habitando la parte nueva durmiendo en el cuarto chico. Nosotros fuimos temprano a Piriapolis de compras y también a la casa de pastas a comprar tallarines con los que invitamos a almorzar a Sergio y Angel, dos amigos de Alicia que vinieron a vistarnos desde Maldonado. Angel vivía en Durazno, y trajo una botella de vino de litro y medio de elaboración artesanal en su zona y de dudosa calidad pero que tomamos con mucho gusto. Antes de que se pusiera el sol emparejé las tejas del frente cortandolas de manera de dejar solo dos centímetros fuera del alero, para ir ganando tiempo pues solo les quedaban dos días más de trabajo y varias cosas importantes por hacer. Pensaba seguir con eso al día siguiente y colocar tal vez las canaletas también.
Como lo había planeado, mientras Alicia iba a Montevideo a hacer un trámite, el jueves comencé el trabajo terminando el corte de los sobrantes de tejas y luego me aboqué a la colocación de las canaletas, lo que en si no era un trabajo dificil pero me llevó la mayor parte del día. Haciendo la prueba d ela manguera comprobamos que el agua caia en parte fuera de la canaleta. Por suerte nos habían sobrado tejas y junto con Alicia que había regresado nos pusimos a colocar y clavar tejas para extender un poco el borde. Nos sobró una teja y un par de clavos. La noche anterior había venido carlos con los postigos faltantes y un paquete de cerámicos para el piso que nos debía. Los había dejado al costado del camino y no pensé en guardarlos de inmediato. Durante el día vinieron de Prosegur para que firmara la solicitud de colocar un sensor más y un control remoto, y con el vehículo pasaron rozando los cerámicos y haciendo una masacre. por suerte se salvaron seis y con los dos que nos habían sobrado nos quedaban ocho cerámicos de repuesto en caso de necesidad. Alicia hizo una muy buena cena con colita de cuadril y chorizos al horno y los acompañamos con el vino argentino Postales del Sur que nos había traido Agustín. Luego fuimos hasta lo de Yolanda a para discutir los detalles del cuidado de la casa con ellos pues se quedaban hasta principios de junio antes de viajar a Suecia. Pensaba armar mi valija pero se hizo tarde y lo dejé para el día siguiente. Ya teníamos también noticias de la erupción del volcán chileno y la ceniza que estaba cayendo tanto allá como en el sur de Argentina. Facundo podía quedar varado en Buenos Aires debido a la cancelación de vuelos y el pronóstico era que la ceniza podía llegar a la costa atlántica incluido el Uruguay.