27 de Enero 2022
Antes de bajar del avión nos comunicaron que todo el mundo tenía que hacer dos semanas de cuarentena, y en la declaración jurada de ingreso que habíamos hecho previo al viaje constaba que no se podía usar transporte colectivo desde el aeropuerto. Sin embargo, estando en la cola de migraciones le preguntamos al funcionario que escaneaba los QR de la declaración jurada si había que cumplir con esos requisitos y nos dijo que las medidas ya se habían levantado. De modo que tomamos el primer ómnibus a Piriapolis que apareció en la parada del aeropuerto y no tuvimos necesidad de hacer cuarentena llegados a la casa. Afortunadamente encontramos todo en orden y como estábamos famélicos tomamos el auto y fuimos a almorzar a uno de los restaurantes del cerro San Antonio. Luego compramos los filtros para reemplazar en el purificador de agua e hicimos una buena compra de provisiones en El Depósito. El pasto lo había cortado Nicolás recientemente, pero el jardín estaba bastante desprolijo así que arranqué el viernes con esa tarea. Cada vez había más construcciones en nuestra zona y notamos de inmediato que el tránsito por nuestra calle se había intensificado. Teniamos que acostumbrarnos a vivir con más polvo. Las arañas que hacían minúsculas telas se habían adueñado del exterior de la casa asi que comenzamos a deshacernos de ellas también. Adentro había fumigado Nicolás con regularidad. A la tardecita nos llamó Lena invitando a un café con ellos y para allá fuimos llevando de paso unos encargos que nos había hecho ella. Vimos desde su terraza una hermosa puesta de sol. La temporada de playa la inauguramos el sábado, yendo por la mañana a hacer una caminata y repitiendo el procedimiento a la tarde. Había mucha gente al ser un día soleado y cálido. Alicia no se bañó aún y desde luego yo me abstuve también. Por internet pedimos el cambio de contrato para que nos conectaran la fibra óptica, pues vimos que a media cuadra estaba el nuevo poste con su correspondiente caja de distribución. Aún no sabíamos cuando se haría la conexión pero esperábamos que fuera pronto ya que nuestro internet actual era extremadamente lento. El domingo por la mañana nos despertamos con el ruido de una cortadora de pasto cuando aún no eran las siete (!) y vimos que estaban trabajando en el terreno del fondo, que habían desmontado un tiempo atrás. No sabíamos aún si pensaban construir o en el peor de los casos colocar un contenedor. Habíamos encargado para el almuerzo un pollo al spiedo a nuestro pollero del barrio, y a la tarde cargamos todo lo necesario para ir a sentarnos, tomar mate y leer en la playa San Francisco. Algunas compras hicimos también en camino de regreso a casa.
Lunes 31 de enero. El paso del tiempo se notaba también aquí en el deterioro de algunos elementos de la casa, entre ellos la canilla de la pileta de la cocina. Parecía ser de buena calidad pero no resultó durable, y salimos al centro a buscar otra. La oferta en Piriápolis era muy limitada y para salir del paso compramos una económica hasta conseguir otra cosa mejor y llamé a Ricardo, nuestro constructor conocido, para hacer el cambio. Vino esa misma tarde a reemplazar la canilla. El auto había cumplido ya el año de vida y aunque tenía escasos 4000 km rodados había que hacer el service anual de garantía por lo que fuí el martes temprano al taller oficial en Pan de Azúcar a que hicieran el trabajo. Tuve oportunidad de ver el nuevo trazado de la ruta Pan de Azucar en el cruce con la interbalnearia, lugar famoso por los innumerables accidentes fatales. Ahora habían elevado la ruta, que por lo tanto pasaba por arriba de la ruta interbalnearia., una gran solución que además agilizaba el tránsito en época turística. Nuestro amigos de Mallorca Cecilia y Roberto estaban en Uruguay y nos llamaron para ver si había posibilidad de encontrarnos. Ellos se encontraban paseando por la costa oceánica y loa invitamos a pasar el martes, cuando estaban en camino de regreso a Montevideo. Llegaron poco después del mediodía y con nuestro auto los llevamos a almorzar al restaurante Meridiano 58 en la cima del cerro San Antonio. Era un día muy lindo y soleado, y antes de que continuaran viaje hicimos una caminata por el puerto. Alicia les comentó que teníamos entradas para ver el jueves un espectáculo de tango en en el teatro Nacional en Montevideo y se anotaron de inmediato sacando dos entradas en linea para ellos. La tempertura continuó en ascenso y el miércoles pasamos los 30 grados. Hice no obstante algunos trabajos en el jardín y ya cuando iba bajando el sol fuimos a la costa en bicicleta con el mate a ver la puesta del sol. Karín nos confirmó ese día que había comprado pasajes para ella y Laia con Colonia Express, viniendo el domingo 13 por una semana. Para que el viaje en micro no fuera demasiado largo prometimos ir a buscarla a la terminal de Tres Cruces. Una de las llaves de la casa con control remoto había quedado en el departamento de Lucía, la sobrina de Alicia, en Montevideo. Ella estaba ahora en España y su hermana ocupaba el departamento por lo que antes de ir al teatro pasamos a recoger la llave. En la entrada del teatro nos encontramos con Cecilia y Roberto, pero ellos tenían otros asientos asi que quedamos en vernos nuevamente a la salida. El espectáculo de tango estuvo muy bueno, con una excelente orquesta y bailarines de primer nivel. Una maravilla que pudieran bailar de esa manera. La función terminó cerca de las once de la noche y teníamos pensado cenar después con Roberto y Cecilia encontrando un restaurante cercano a la plaza Independencia que aun estaba abierto a esa hora. Para nuestra sorpresa, al rato aparecieron todos los integrantes del elenco de tango, como 26 personas, que pusieron a prueba la pericia del lugar para servirles la cena. Con muy escaso tránsito en la ruta llegamos a la casa cerca de las tres de la mañana. Por primera vez en seis años nos encontramos con un control de la policía caminera en Las Flores, y zafamos sin problemas presentando mi registro de conducir sueco. Habiendo pasado ya más de dos meses de mi ultima operación de cataratas decidí hacerme anteojos progresivos aquí y como se requería receta de un oftalmólogo fuimos el viernes a uno en Maldonado. Receta en mano cruzamos la calle a la óptica que me recomendó y encargué anteojos que estarían listos en una semana. Antes de regresar a la casa pasamos a almorzar a nuestro conocido restaurante "Volver" y además dimos la "vuelta del perro" por Punta del Este para ver el ambiente. Había buena cantidad de gente y muchos autos argentinos pero no estaba para nada abarrotado. Tratamos también de ubicar al arquitecto contratado por Alicia para ver como estaba el trámite de regularización de la casa pero no tuvimos éxito. Nuevamente bajamos a la playa en bicicleta y esta vez se bañó Alicia ya que aunque estaba fresco la temperatura del agua era de 24 grados. Habíamos solicitado dias atrás a Antel el cambio de contrato de internet y Alicia recibió un mensaje informando que vendría un técnico el lunes 7, aparentemente para conectar el cable de la fibra óptica recientemente tendida por nuestra calle. El sábado comenzó con buen tiempo y a media mañana pasó el Congo a devolvernos la compostera con las lombrices que habían pasado muy bien el invierno e incluso sobrevivido a los terribles calores de enero. Hacia la tarde se descompuso el tiempo y comenzó a llover. Viktoria nos mandó un mensaje lleno de novedades: el viernes se mudaban a su nuevo departamento de alquiler, cercano al nuestro, y entre el 4 y el 23 de marzo estaría en Argentina con Vida. Con fuerte viento el domingo salimos a dar una vuelta por la costa y ver romper las olas. De paso hicimos sin éxito un nuevo intento de ver al arquitecto antes de regresar previo paso por el kiosko de los pescadores.
Lunes 7 de febrero. Tal como lo había prometido Antel, al mediodía aparecieron dos instaladores a hacer la conexión de internet por fibra óptica. Les había preparado el conducto para entrar a la casa por una esquina de la cocina y me quedó la tarea de esconder el recorrido del cable hasta el router. Notamos de inmediato un incremento abrupto de la velocidad de transmisión de datos. A sugerencia de Ilian e Isabel hicimos reservas para almorzar al día siguiente con ellos en el restaurante armenio Garni de Solis. También llamé a nuestro constructor Ricardo para que viniera a ver un daño por agua a un sector del alero de la casa. Quedó en pasar cuando tuviera un rato libre. Nuestro pozo ciego ya se estaba llenando con mucha más frecuencia y tuvimos que llamar a que vinieran a vaciarlo, lo que hicieron un rato antes de que vinieran Ilian e Isabel, y con su auto fuimos hasta el restaurante, donde como siempre nos sirvieron excelente comida. Ellos tuvieron que regresar luego a San Carlos y nosotros aprovechamos la linda tarde para hacer una escapada a la playa. Como seguía el buen tiempo decidimos hacer un asado y compramos la carne y los chorizos en El Viejo Tano. Esta vez la tira de asado nos decepcionó porque no era tierna como solía hacerlo al comrpar en esa carnicería. Yo recibí un llamado de la óptica de Maldonado avisando que habían llegado mis anteojos y fuimos el jueves para allá a retirarlos. Quedé satisfecho con los anteojos progresivos, más baratos que los que compraba en Suecia. Para regresar a casa elegimos tomar el pintoresco camino de los Ceibos que terminaba en la ruta 9, y almorzar en una fonda sobre esa ruta que teníamos curiosidad por conocer. No fue nada para recomendar, pero al menos comimos algo. Muy cerca estaba el cerro de la Luz, y entramos a pasear por ese apacible lugar. Se acercaba la fecha de llegada de Karin con Laia de modo que preparamos la habitación pequeña armando la cama doble. La cuna la habíamos donado a un vecino. El sábado fue ventoso y con chaparrones, no obstante hicimos una escapada al centro a hacernos de provisiones además de una pequeña piscina inflable para Laia. La llegada de Karin y Laia a la terminal de Tres Cruces estaba prevista para el domingo las cinco y cuarto, y con bastante tiempo partimos con el auto hacia Montevideo. Asi y todo y a causa del intenso tráfico llegamos a la terminal minutos después de la llegada de Karin, bien cargada con el cochecito, el asiento para el auto y su mochila. Laia siempre sonriente nos permitió regresar a la casa sin problemas pues durmió practicamente todo el viaje al igual que lo había hecho en el ómnibus desde Colonia. A la noche comimos un pollo al spiedo que le habíamos comprado al pollero antes de partir para Montevideo.
Lunes 14 de febrero. Comenzó una semana de intensa actividad adecuando las rutinas a las necesidades de Laia. Tuvieron la suerte de poder disfrutar de buen tiempo durante la mayor parte de su estadía y varios días hubo playa tanto a la mañana como a la tarde. El lunes almrozamos en el restaurante Meridiano 58 al tope del cerro San Antonio. Como tenía una pileta se metieron Karin y Laia después de comer. La pequeña pileta inflable se utilizó una tarde y luego se la llevó Karin a Buenos Aires. El día nublado de la semana fue el jueves y fuimos hasta la reserva de fauna y flora donde hicimos el paseo por el parque. Repetimos el asado el viernes al anochecer, esta vez con carne de El Dorado, que por suerte resultó mucho mejor. Karin tuvo que dar lecciones de sueco en linea en varias oportunidades y en la mayoría de esas ocasiones sacamos a Laia en su carrito para entretenerla. El domingo lagramos ir a la playa a la mañana, mientras que a la tarde pasó una fuerte tormenta. Sin que lo notáramos, a la noche llovió torrencialmente, lo que pudimos comprobar por el estado calamitoso en el que quedaron las calles del barrio. En Piriápolis se habían producido anegamientos nuevamente.
Lunes 21 de febrero. Karin y Laia partían de regreso a Buenos Aires al día siguiente. Las llevamos hasta el centro para que Karin pudiera hacer algunas compras y a la tardecita dió nuevamente dos clases de sueco. Había bastante viento y ya no hubo ocasión de ir a la playa. Para el regreso a Buenos Aires le presté una valija de cabina y nuevamente preferimos llevarlas en el auto a la terminal de ominbus de Montevideo. El martes 22 cumplía su primer año de vida Olivia y le mandamos un mensaje de saludo. A la una de la parte partimos de la casa, justo cuando le tocaba una siesta a Laia de modo que durmió las casi dos horas de viaje. En la terminal nos permitieron acompañarlas hasta el ómnibus para ayudar a Karin con todos los bártulos, y en la Boca las esperaba Mariano con el auto para llevarlas a Burzaco. Al día siguiente reacomodamos el amoblamiento del dormitorio chico y lavamos ropa de cama que se secó muy bien al sol. Había viento y si bien bajamos a la playa emprendimos el regreso antes de la puesta del sol cuando se puso bien fresco. El pronóstico daba buen tiempo para el sábado y decidimos que partiríamos esa día a Valizas a visitar a Hilian e Isabel, pernoctando allí hasta el domingo. Para el tradicional viaje de cumpleaños de Alicia hicimos reservas para quedarnos del 18 al 20 de marzo en un hotel de Villa Serrana. En los días siguientes fue cambiando el pronóstico y el fin de semana ya no iba a ser como lo habían prometido por lo que el viernes llamamos a nuestros amigos y decidimos postergar la ida a Valizas para la semana siguiente. Efectivamente tuvimos un sábado nublado y lluvia y tormenta eléctrica al día siguiente.
Lunes 28 de febrero. Recuperado el buen tiempo arreglamos con Hilian e Isabel una visita para el martes y miércoles. Siendo el lunes un lindo día de sol bajamos a la playa tanto a la mañana como a la tarde. A la noche dejamos más o menos preparado lo que ibamos a llevar de viaje y el martes nos levantamos bien temprano para juntar la ropa de cama y ajustar los últimos detalles. Habíamos comprado vacio y chorizos para agregar a la parrilla de Hilian y el asado salió temprano por la tarde con la mesa en el jardín a la sombra de las acacias. Más tarde hicimos con Isabel una caminata por la playa hasta el final del pueblo y regresamos a la casa por adentro cuando el sol ya se estaba por ocultar. Continuó el lindo tiempo el día siguiente y cruzamos a la playa hacia el mediodía después de un largo desayuno. Nuestro plan era quedarnos esa noche y regresar al día siguiente, pero espontáneamente surgió la idea de ir a visitar la Quebrada de los Cuervos en las cercanías de la ciudad de Treinta y Tres, pueblo natal de Alicia. Logramos hacer reservas en el hotel La Posada para el jueves ya que estando a más de 200 km de Valizas no daba para hacer una excursión de un día y regresar a Valizas. A la tarde del miércoles hice con ALicia una larga caminata por la orilla del oceáno y ya de noche fuimos los cuatro a comer helado a la heladería que se caracterizaba por sus enormes porciones. Partimos con los dos autos de Valizas a media mañana del jueves yendo por la ciudades de Rocha y Lascano para tener pavimento en todo el trayecto. Así y todo había partes en que estaba muy deteriorado, especialmente después de Lascano hasta el empalme con la ruta 8. Desde la ciudad de Treinta y Tres hasta la Quebrada de los Cuervos eran unos cincuenta Kilómetros, 17 de ellos con camino de tierra, y resultó obvio que no llegaríamos a tiempo para hacer el paseo de la quebrada ese día. Cambiamos entonces de plan y decidimos pasar el resto del día en la ciudad e ir a la quebrada al día siguiente. El problema inesperado era que simultáneamente había una carrera de bicicletas que pasaba el viernes y no había manera de conseguir alojamiento esa noche en 33. Por fortuna logramos dar con una posada de campo en las cercanías de la quebrada, que ese día tenía una cabaña disponible e hicimos la reserva. Después de almorzar en un restaurante en la plaza principal de 33 Alicia nos guió por la ciudad mostrando la escuela y el liceo donde había cursado sus estudios y también su casa natal. No podíamos dejar de ir al balneario del rio Olimar y hasta allí fuimos con Isabel en auto mientras Hilian descansaba en el hotel. A la noche cenamos muy bien en el restaurante del icónico hotel 33, a un par de cuadras de nuestra posada. El desayuno estaba incluido en la reserva y lo tomamos a primera hora, poco después de la siete. Queríamos evitar quedar trabados con la caravana de ciclistas que vendría por la ruta 8 desde el norte. Después de unos 30 kilómetros de excelente pavimento dejamos la ruta 8 para hacer el tramo final de 17 kilómetros de tierra por la pintoresca serranía de la zona. Ya habíamos hecho este recorrido seis años atrás con la hermana de Alicia, su hija y Pedro con un auto alquilado, y lamentablemente el camino seguía estando igualmente deteriorado. Como consuelo, el camino que conducía a la cueva de las manos en el sur argentino había sido mucho peor. Para llegar a El Capricho, nuestra posada de campo, hubo que pasar la entrada a la quebrada y hacer dos kilómetros más hasta dar con la falda de un cerrito donde estaba la entrada a la casa principal. Disponia de un gran salón comedor y una terraza con hermosa vista hacia la llanura. Después de cumplir con las formalidades nos guiaron hasta la cabaña, que estaba a unos 300 metros pasando un alambrado con tranquera, siempre siguiendo la ladera en subida moderada. La vivienda había sido construida recientemente y la habían llamado "Ibirapitá". Aun le faltaban detalles de terminación, pero contaba con todo lo necesario para pasar una noche. Había dos dormitorios y un estar grande, y como aun no llegaba el tendido eléctrico a la zona habían colocado un pequeño grupo electrógeno para tener iluminación y poder calentar el agua del termotanque. Me explicaron cómo hacer para arrancarlo y conectarlo. Tuvimos un pequeño sobresalto cuando descubrimos varias arañas de tamaño mediano, tal vez inofensivas pero igualmente indeseables, por lo que a los escobazos dimos cuenta de ellas. No queríamos perder más tiempo asi que nos preparamos para la excursión a la quebrada, que Hilian e Isabel no conocían aún. Con fruta, agua y sendos bastones partimos antes del mediodia hacia allá. En una primer barrera se abonaba la entrada y se anotaban los datos de los excursionistas, y luego se continuaba hasta un segundo estacionamiento a dejar el auto. Allí había una guía que daba todas las explicaciones pertinentes para aprovechar el paseo. Según contaba, el desnivel total de la garganta era de 250 metros, y si bien en el primer tramo del sendero no había un descenso pronunciado, en los últimos cientos de metros antes de llegar al arroyo Yerbal Chico la bajada era fuerte aunque contaba con sogas y en varios sectores con peldaños de madera. El arroyo tenía un remaso y tanto Hilian como Alicia aprovecharon para darse un baño. Era dudoso si eso estaba permitido o no pues solo habíamos leido que estaba prohibido nadar. Comimos nuestras raciones de fruta a la orilla del arroyo y descansamos lo necesario para encarar el resto del circuito pues a partir de allí en solo 300 metros de recorrido se recuperaban los 250 metros de desnivel. Nuevamente hubo que utilizar las sogas a modo de pasamanos y hacer pausas muy aprovechadas dada la belleza del paisaje. Los cuervos, que daban su nombre a la quebrada, planeaban majestuosamente sobre nuestras cabezas. Ese tramo terminaba en un mirador y a partir de allí se completaban los 3 kilómetros de recorrido total del magnífico circuito. La guía continuaba aun en su puesto y nos pudo dar información sobre otros lugares dignos de visitar en la zona, pero eso quedaría para otra ocasión. Ya de regreso en la posada convinimos los detalles de la cena. Uno de los huéspedes celebraba su cumpleaños e iban a carnear un cordero para hacerlo a la parrilla, pero sospechamos que estaría listo bien entrada la noche, por lo optamos por el menú común y quedamos en cenar a las siete y media. En la cabaña pusimos en marcha el generador y mientras se calentaba el agua del termotanque observamos el hermoso atardecer de campo sin ningún obstáculo. También vimos pasar gente de la posada a caballo, probablemente a buscar al cordero que iban a sacrificar para la parrilla. Una vez bañados y con linterna en mano bajamos a pie hasta la posada y entramos a cenar. Era noche cerrada cuando regresamos a la cabaña y vimos un cielo estrellado como hacía tiempo que no había observado, sin la menor contaminación lumínica. Nos arreglamos con velas y la linterna para cazar algunas arañas más y pasamos una muy buena noche. Se estaba preparando un cambio en el clima pero aun estaba soleado cuando dejamos la cabaña y fuimos a tomar un muy buen desayuno en el salón antes de partir del lugar. Habían quedado algunos puntos de interés a visitar en la ciudad de Treinta y Tres, y regresamos para ver y fotografiar el imponente obelisco y en una plazoleta de las cercanías del mismo una ecultura representando la clasica hoz y el martillo que conmemoraba la creación del partido comunista por militantes de esa ciudad décadas atrás. Habia sobrevivido las polémicas que había provocado en su momento y estaba muy bien conservado. El regreso lo ibamos a hacer pasando por La Charqueada y Chui, asi de paso saludábamos al hermano de Alicia en 18 de Julio. La ruta elegida estaba pavimentada y en relativo buen estado hasta el pueblo de La Charqueada, donde encontramos una fonda para almorzar. El pueblo se encontraba a orillas del rio Cebollatí, que se tenía que cruzar en una pequeña balsa con capacidad para dos vehículos. Una vez cruzado el río la continuación de la ruta era un tramo muy malo de tierra de 7 kilómetros hasta la localidad de Cebollati y de allí era todo buen pavimento pasando por los extensos palmares de Rocha. En 18 de julio nos separamos de Hilian e Isabel que siguieron viaje a Valizas mientras que nosotros esperábamos a Tito. La espera fue bastante larga y no aparecía, y como había fuerte amenaza de lluvia decidimos seguir viaje a Piriápolis. Llovió bastante durante todo el trayecto pero no fue problema al ser la 9 una ruta bien demarcada, y llegamos sin inconvenientes a la casa antes de las diez de la noche. Ese día habían llegado Viktoria y Vida a Buenos Aires. El domingo 6 cumplía cinco años Nicolás, el nieto de Alicia.
Lunes 7 de marzo. Continuaba el tiempo inestable, pero el martes tuvimos una mejora e hicimos un asado por la tarde en nuestro parrillero. Hicimos un cambio en nuestros planes para el cumpleaños de Alicia cancelando la estadía en Villa Serrana y reservando en su lugar una noche en otro lugar un poco más alejado llamado Balcón del Abra y luego dos noches en una cabaña de las Grutas de Salamanca, todo a un poco más de 100 km de la casa. EL tiempo fue mejorando y además de hacer algunos trabajos en la casa y el jardín hicimos algunas caminatas por la costa. También logramos averiguar en la alcaldía local el número del expediente de regulación de la casa de Alicia, para poder continuar haciendo el trámite por nuestra cuenta.
Lunes 14 de marzo. Alicia fue al centro a encontrarse con su amiga Rosita, quien le quería festejar el cumpleaños mientras que yo me ocupé de comprar un ducto para esconder el tramo final del cable de la fibra de internet en la cocina. Desde Bariloche nos confirmó Elsa que estarían en las fechas que pensábamos ir para allá, y fuimos ajustando los detalles del viaje, con salida de la casa el 5 de abril para pasar el día 6 con Gabriel en Alberti. Sorpresivamente se anotó para ir con nosotros a Bariloche regresando en avión el 10 de abril. Ni corto ni perezoso se anotó Agustín también y compró su pasaje de regreso para la misma fecha que Gabriel. Caminando por el barrio descubrimos una nueva peluquería en una casa particular y Alicia sacó turno con la joven peluquera para cortarse el jueves por la mañana. Ricardo nos llamó el miércoles para decirnos que tenía un par de días libres y podía venir a hacer la reparación del techo. Quedamos para el día siguiente y vino con uno de sus hijos poco después de las ocho de la mañana. Era un día muy pesado y la temperatura máxima superó los 30 grados por lo que trabajaron a pleno sol, y pudieron completar la tarea el mismo día. Afortunadamente el daño a la placa fenólica había sido muy limitado y la filtración provenía del borde del alero de modo que reemplazaron la parte dañada además de colocar una tira de chapa galvanizada a todo lo largo del alero para que condujera el agua del techo a la canaleta. Las tejas americanas que hubo que levantar las pegó con sellador y quedé en controlar que no se despegaran. Para la estadía del sábado en el Balcón del Abra acordamos finalmente reservar pensión completa pues en ese caso estaba incluida la cabalgata que en caso contrario cobraban 40 dólares por persona. Después del calor del día jueves se produjo un marcado descenso de temperatura y el viernes fue lluvioso y ventoso, pero el pronóstico para el fin de semana indicaba tiempo soleado nuevamente. Llegamos al 19, dia de un nuevo cumpleaños de Alicia y con un lindo día nos levantamos bastante temprano para partir hacia la posada del Balcón del Abra. Tomamos la ruta panorámica hacia Minas y luego continuamos por la ruta 8 hasta la pequeña población de Mariscala. Poco más adelante se debía tomar el camino a Cerros Blancos, que era de tierra, y después de tres kilómetros y medio llegamos hasta la tranquera de acceso a la posada. Estaba al pie de un pequeño cerro en una ubicación privilegiada para apreciar el hermoso entorno de la comarca. Nos recibió María, la empleada que parecía estar en todo y nos ubicó en nuestra muy amplia habitación además de mostrarnos todas las facilidades del lugar. Como anécdota, afirmabana que una de las habitaciones había sido utilizada en su época por Carlos Gardel para pasar la noche. Faltaba aún una hora para almorzar e hicimos un intento de subir hasta la cima del cerrito pero no logramos encontrar un sendero para cruzar el monte nativo a media altura. Ya estaba acordado que saldríamos a hacer la cabalgata después del almuerzo, y a la hora pactada apareció un peón con su simpática hija de cinco años encerrando una cantidad de caballos en un corral para ensillar cinco de ellos. Se había anotado también otro huésped de la posada de modo que eramos tres turistas además del peón y de la niña, que resultó ser una muy habil jinete. La cabalgata fue un tranquilo paseo por caminos vecinales con una tarde muy apacible y disfrutable con los dóciles caballos. Al regreso a la posada nos estaba esperando la merienda y más tarde vendría aun la cena, asi que en el intervalo entre ambas salimos a gastar energías por el parque hasta la puesta del sol. No había muchos huéspedes pero María parecía estar bastante estresada en la cocina por lo que aparecieron Úrsula, dueña del lugar, y una amiga para ayudarla a servir la cena. Después de la abundante comida nos pareció prudente salir nuevamente a hacer una caminata nocturna antes de acostarnos. El domingo fue nuevamente un día de sol y nos tocaba dejar la posada después del desayuno para continuar hasta nuestro siguiente destino en las Grutas de Salamanca. En Mariscala encontramos un almacén abierto donde compramos algunas provisiones para la estadía en las grutas. Aparte del corto trayecto hasta la ruta 8 y otro un poco más largo hasta llegar a destino eran unos 50 kilómetros de buen pavimento pasando por la localidad de Aiguá, siempre entre los pintorescos valles y sierras de la comarca. Habíamos reservado una cabaña para dos noches en el complejo turístico, que se encontraba en la base de un apreciable peñón de roca. Había sido renovado pocos años antes y se veía muy prolijo y cuidado. Apenas pasada la entrada había dos atractivas cabañas de dos plantas y una nos tocaba a nosotros. Además de la planta baja con un dormitorio, estar, baño y cocina, la planta alta era un espacio abierto con cuchetas donde contabilizamos catorce lugares. Subiendo un poco hacia el cerro había un parador que estaba abierto de viernes a domingo de modo que aprovechamos para almorzar allí. La concurrencia era numerosa y el personal estaba bastante estresado por lo que no logramos coordinar en ese momento cómo nos dejarían los desayunos del lunes y martes además de la comida del lunes. Después del almuerzo tomamos el sendero en ascenso que conducía a la gruta, que no era muy profunda pero si bastante extensa y de unos cuatro metros de altura. Albergaba vampiros y murciélagos por lo que no se permitía entrar más que unos pocos metros para no molestarlos. Había muchos mitos y leyendas sobre la gruta, que se suponía había albergado a nativos y forajidos. Para acceder a la cima del peñon había que continuar por el mismo sendero, que luego se convirtió en una dificultosa aunque corta subida hasta la cumbre y el magnífico mirador. En la cabaña había una estufa económica y le compramos leña al personal para poder encenderlas ambas noches. Siendo domingo, los concesionarios del parque se retiraban a la noche y no volvían hasta el viernes así que además de la leña nos dejaron remos y chalecos salvavidas para poder utilizar las canoas en la laguna del lugar. También nos dejaron los dos desayunos y desde el parador trajeron una cena a calentar que guardamos en la heladera. La cabaña contigua quedó vacía y la gente que acampaba se fue también por lo que quedamos solos, excepto un casero en una casa cercana. Con la estufa prendida, esa noche comimos los panchos que habíamos comprado en Mariscala. La ropa de cama corría por nuestra cuenta y por las dudas habíamos llevado un edredón que nos vino de perillas durante la noche.
Lunes 21 de marzo. Continuaba el buen tiempo, aunque con viento. El desayuno lo hicimos en la galería de la cabaña, en companía de unas calandrias que gustosamente se acercaban a comer galletas de arroz. A la mañana bajamos hasta la laguna y me subí a una de las canoas para remar un poco. Fue una linda experiencia, aunque a causa del fuerte viento tuve que remar con fuerza para no ser arrastrado a los juncos. Volvimos a hacer la subida al cerro de las grutas, además de una larga caminata por caminos vecinales. Pese al viento, Alicia no resistió la tentación de meterse en la pileta por la tarde, y a la noche volvimos a encender la estufa con el resto de la leña. Se había pronosticado un cambio en el clima para el martes, y ese día amaneció nublado con amenaza de lluvia. Después de un buen desayuno hicimos la limpieza de la cabaña y levantamos campamento dejando la llave en un escondrijo. Teníamos previsto iniciar el retorno, pero antes de hacerlo teníamos que regresar al Balcón del Abra a buscar una campera que había olvidado Alicia. Sabíamos que había una cortada hacia Mariscala que acortaba el trayecto a la mitad y decidimos tomar ese camino de tierra. En tiempo probablemente no ahorramos nada pues ese camino no estaba en buen estado, pero como consuelo pudimos apreciar mucho el paisaje serrano. Después de recuperar la campera partimos hacia Aiguá y allí dimos con una fonda para almorzar antes de continuar hacia San Carlos. Nuestro destino era el parque de las esculturas de la fundación Atchugarry ya que estaban a punto de terminar el nuevo y espectacular pabellón de exposiciones. Merecía una visita por ser una maravilla arquitectónica, aun cuando justo los martes estaba cerrado. No obstante se podía recorrer el parque, en contínua expansión y con nuevas esculturas. Desde allí regresamos a la casa por Punta del Este, con parada en El Depósito de Piriápolis a hacer compras. Teníamos pescado en el freezer que había que utilizar y el viernes invitamos a nuestros amigos Congo y Leena a compartir un chupín de pescado a la noche. Como siempre fue una velada muy grata en su companía. En un programa de radio que sintonizábamos habitualmente escuchó Alicia en la semana que había un sorteo de entradas para una obra teatral en Montevideo y se anotó, ganando sorpresivamente dos billetes para el sábado siguiente. Aprovechando esa oportunidad partimos temprano por la tarde para pasar antes por la tienda de deportes francesa Decathlon, recientemente abierta en Uruguay. Había un mundo de gente comprando y curioseando allí, y Alicia encontró una linda mochila a buen precio para reemplazar a la que se le estaba rompiendo. El teatro estaba en el centro de Montevideo y llegamos cuando faltaba poco para la función que se llamaba 2084 y que era una versión libre de la novela 1984 de Orwell. Estábamos en platea alta, lo que complicó las cosas pues había mucho diálogo sin micrófonos y nos perdíamos bastante. Así y todo estaba bien armada pero hacia el final se fue poniendo muy violenta, en forma gratuita a nuestro parecer, y nos fuimos antes de que terminara. Teníamos una recomendación de nuestros amigos Cecila y Roberto para cenar en el bar y almacén Tabaré del barrio de Punta Carretas y decidimos probar fortuna para cenar allí. Nos encontramos con un local muy acogedor, lleno de gente, pero aun sin reservas lograron acomodarnos en una mesa. El bullicio era infernal, imposible conversar, y las sabrosas porciones que nos sirvieron eran abundantes hasta la exageración. Este establecimiento existía desde el año 1919, tenía las paredes tapizadas de fotos de famosos, y desde luego también se decía que Carlos Gardel había pasado por allí a "mojar el pico" antes de cantar. A la una de la mañana del domingo llegamos a la casa. Ese domingo era el día en que se celebraba el referendum convocado para decidir la suerte de muchos artículos de una ley promulgada dos años atrás, y decidimos ir caminando hasta el lugar donde le tocaba votar a Alicia, con un día perfecto de sol. Así hicimos siete kilómetros de caminata muy necesarios entre la ida y la vuelta. Teníamos un pedazo de vacío y chorizos para hacer en la parrilla para celebrar este acto tan democrático y lo disfrutamos comiendo al lado del parrillero. Aunque ya había sobra teníamos buena temperatura aún. A la noche miramos un canal de televisión por internet para informarnos de los resultados del referendum, que por muy escaso margen favorecieron al gobierno de modo que los artículos cuestionados no se iban a derogar. Así y todo era gratificante comprobar la forma tan civilizada de dirimir diferencias políticas e ideológicas en Uruguay en comparación con lo que sucedía en paises vecinos, especialmente en Argentina.