25 de Agosto 2015
Dejamos el departamento en manos de Karin y el auto en las de Carlos, y con cuatro valijas que merecieron que las marcaran "heavy" iniciamos una nueva gira por Sudamérica que comenzaría en Buenos Aires. Como nuestro pequeño auto no tenía capacidad suficiente para semejante equipaje, Carlos nos llevó al aeropuerto en una camioneta que consiguió prestada de un amigo. Allí nos despedimos de la comitiva Carlos, Karin y Marcos, y dando demasiada importancia a la restricción de líquidos para llevar en el avión olvidé controlar el contenido de un estuche de Panduro encargado por Elsa que estaba en mi equipaje de mano y que no pasó el control del aeropuerto. Al abrirlo apareció un punzón muy largo y filoso además de una cuchilla que más parecía un bisturi que me requisaron allí mismo con severas miradas de reproche. Tendría que haberlo puesto en el equipaje que despachamos. Más inconvenientes no tuvimos y previa escala en Londres llegamos el martes 25 por la mañana a Ezeiza donde nos estaba esperando el infaltable Agustín con la camioneta tal como nos había prometido. Las cuatro maletas se unieron a las dos que ya habían traido Viktoria y Matías anteriormente, y que estaban en el departamento de Daniela. Esa fue nuestra primer parada, para saludarla a ella y al pequeño Camilo ya no tan pequeño y tomar unos buenos mates con las excelentes facturas de Las Familias. Luego nos arrimó Agustín al departamento de Karin donde nos instalamos para la estadía en Buenos Aires. Más tarde cruzamos hasta el departamento de Gabriel, que estaba a dos cuadras, y allí hubo más mate y bizcochos de avena de su propia elaboración. Gabriel había regresado de urgencia del Uruguay la semana anterior para atender a Francisco quien había tenido problemas de salud, y lo encontramos a él allí también. Gabriel nos puso al tanto de cómo estaba la casa en Miramar y por suerte parecía estar todo en orden. Supimos por el que seguramente encontraríamos una araña pues el la había visto rondando al calor de la estufa y no había encontrado ninguna razón para eliminarla. Cerramos el día con una buena cena en Augusto, sin pizza esta vez.
Mi nieto Camilo cumplia su primer año de vida el sábado siguiente y Agustín había propuesto una fiestita familiar en el departamento de Karin, con salmón al horno del que nos encargaríamos nosotros, por lo que el miércoles por la mañana fuimos caminando hasta la pescadería El Delfín de la avenida Montes de Oca. Además de los dos kilos de salmón nos tentamos con las delicadezas que ofrecían y compramos empanadas y croquetas de pescado para nuestro almuerzo. Compartimos la tarde parte con Gabriel, y parte con Agustín. Daniela estaba con gripe y Camilo resfriado de modo que no se anotaron para el encuentro de la noche en el departamento de Viktoria y Matias, pero si vino mi nieto Mariano. Encargamos un muy buen sushi en abundancia, que llegó casi al mismo tiempo que Matías. El regreso a la Boca fue en taxí donde dejamos primero a Mariano en Benito. Durante el día me había confirmado Antonieta que nos esperaban al día siguiente para almorzar.
Nuestro paseo a Bella Vista fue en tren desde Retiro, con vagones modernizados muy cómodos y andenes elevados, un gran paso adelante respecto a los vetustos vagones que fueron parte de mi vida durante los años que viví en Palomar y en Bella Vista. Antonieta nos vino a buscar a la estación y nos llevó hasta su casa donde Antonio había quedado a cargo de la parrilla, bien surtida de carne, chorizos y verduras. Tampoco faltó el vino casero de Antonio, excelente como siempre. Pasamos una linda tarde con ellos y vimos también a Romina con sus retoños. Hubiera querido ver a Lorena con su embarazo casi a término pero no pudo venir, como tampoco su hermano Matias. Con Daniela en Roma tuvimos una corta videollamada por Skype. Antes de la puesta del sol emprendimos el regreso a la capital y le propuse a Alicia ir a ver la nueva película "La mujer de oro" que estaba en cartelera en el cine Premier sobre la calle Corrientes. Tuvimos que caminar a tranco rápido desde Retiro para llegar a tiempo al cine, aunque la función no comenzó a tiempo. No solo se atrasó sino que después de unos minutos de oscuridad se prendieron nuevamente las luces y nos informaron que no iba a haber función por problemas técnicos. Fue cuestión de ir a recuperar el dinero y luego bajamos caminando por Corrientes a tomar el colectivo a la Boca.
El viernes había planeado llevar a Alicia a que conociera el Tigre, pero nos encontramos con una mañana bastante gris y fresca por lo que cambiamos de planes. Comenzamos por hacer un lavado de ropa utilizando el lavarropas de Karin, y luego llevamos todo al tendedero de la terraza de Gabriel para que se secara bien. Desde allí partimos hacia el centro pasando por el parque Lezama recién reciclado y muy atractivo. Matias nos había recomendado las hamburguesas de La Cresta (Bolivar 865) y hacia allí fuimos a probarlas. No nos desfraudaron ya que eran excelentes, especialmente acompañadas de un litro de cerveza oscura artesanal. Con las piernas medias flojas continuamos caminando hasta la calle Florida, a la caza de ropa para bebes para regalarle a Camilo. Encontramos las prendas que queríamos en Falabella y tomamos además un café para despabilarnos. Con nuestras compras bajamos a conocer el centro cultural Kirchner recientemente inaugurado y aun no totalmente terminado. Antigua sede del correo central, el palacio había sido reciclado en forma imponente y merecía una visita para conocerlo, además de que existía la posibilidad de concurrir a diversos espectáculos y conferencias. En mi opinión podrían haber evitado la tentación de politizarlo con las referencias a Kirchner y especialmente a Eva Perón con el salón dedicado a su memoria, pero obviando esos detalles me pareció que podía ser un aporte importante a la cultura nacional. Regresamos a la Boca a buscar la ropa y quedamos en volver más tarde al departamento de Gabriel a comer pizza que él se iba a encargar de preparar. Nosotros llevamos algo de vino para la cena y se nos unió Viktoria también.
Sábado 29 de agosto y primer año de vida de Camilo. Nosotros ibamos a preparar el salmón al horno para la cena, y a media mañana nos comentó Agustín que iba a haber asado al mediodía en la terraza de Gabriel. La carne que había conseguido era extraordinariamente tierna, como hacía rato que no comíamos. Por suerte había un lindo sol en la terraza y nos quedamos hasta que fue necesario arrancar con los preparativos de la cena. Tuvimos que hacer malabarismos para encontrar fuentes de horno e inclusive hubo que hacer las verduras al horno en la casa de Gabriel, pero finalmente salió todo bien y los diez que eramos nos acomodamos en el departamento de Karin para comer el salmón y luego la torta que Gabriel había comprado en Las Familias. Además del agasajado y sus padres estuvieron Gabriel, Mariano, Viktoria y Matias. Camilo se retiró temprano teniendo en cuenta su corta edad, y cuando se fueron todas las visitas nos dedicamos a terminar de armar nuestro equipaje y dejar el departamento en orden pues estaba previsto que Agustín pasara a recogernos al día siguiente antes de las siete de la mañana para llevarnos al Uruguay.
Rara vez pasan las cosas como uno se las imagina, en este caso pasó que Agustín se quedó dormido y por lo tanto apareció por el departamento pasadas las siete de la mañana. No era un gran problema pues bastaba con que llegáramos de día a Miramar. Nos acompañaron Mariano y su amigo Isaak en la aventura, y por ser domingo había muy poco tráfico en la ruta. Antes de cruzar la frontera en Gualeguaychu paramos una sola vez a comprar facturas para acompañar el mate. Era la primera vez que hacía ese recorrido y me pareció imponente cruzar los dos puentes sobre el río Paraná a la altura de Zarate. La ciudad de Zarate la vimos a la distancia y parecía muy pujante, mientras que a Gualeguaychu tuvimos que cruzarla y dió una impresión muy pobre y triste. Sorprendentemente, la aduana uruguaya no se interesó por revisar las ocho valíjas que llevábamos con los articulos más variados para equipar la casa. El cruce de Fray Bentos a Piriápolis era bastante recto pero fue lento al tener que atravesar varios pueblos. En uno de ellos paramos a almorzar, lo que nos atrasó aun más y llegamos a Piriápolis a las cinco y media de la tarde, por suerte aun de día. Antes de ir a la casa pasamos por lo de Rolando para retirar llaves. No los encontramos en su casa pero como teníamos llaves adicionales fuimos a la casa de Alicia a instalarnos. Encontramos la casa en buenas condiciones y rápidamente hicimos lugar para que Agustín y los chicos pudieran dormir en el dormitorio chico. Antes de cenar en la pizzeria Morales del barrio, dimos una vuelta por Piriápolis subiendo con la camioneta al cerro San Antonio donde se podía apreciar en forma panorámica la ciudad ya iluminada. También hicimos compras en el super Devoto pensando en el desayuno del lunes y finalmente caimos en la pizzería. Antes de acostarnos puse el reloj para las cinco y media del día siguiente pues Agustín tenía que llegar a Buenos Aires antes de las seis de la tarde para buscar a Camilo en la guardería.
Lunes 31 de agosto. Los chicos pudieron ducharse y tomar un buen desayuno antes de partir de regreso a Buenos Aires. Nos despedimos con tristeza, aunque como consuelo pensabamos volver a encontrarnos antes de fines de septiembre. A nosotros nos quedaba la tarea de poner en marcha la terminación de la casa y tomamos contacto con dos albañiles que vinieron a ver la obra. También sacamos las bicicletas y fuimos hasta Piriapolis a hacer trámites y compras. Entre otras cosas hicimos una nueva solicitud de instalación internet al haberse cancelado el pedido anterior. Durante nuestra ausencia habían colocado los postes y el cable, y ahora nos dijo Antel que la cuadrilla vendría el 2 de septiembre a hacer la instalación. Hacia el atardecer se fue despejando el cielo y comenzó a aumentar el viento que terminó siendo casi huracanado. También descendió mucho la temperatura pero la casa continuaba estando templada de modo que no prendimos la estufa. El viento fue disminuyendo durante la noche pero al día siguiente continuaba siendo fuerte. Teníamos que ir nuevamente a Piriápolis, y con el viento en contra fue un buen ejercicio. Al regreso y por suerte con viento a favor, fuimos a la fabrica de pastas caseras del barrio y compramos ravioles y tallarines. Hicimos acopio, pues nos enteramos que estaban por cerrar por vacaciones hasta mediados de septiembre. Volviendo a casa pasamos por lo de nuestros vecinos Yolanda y Osvaldo, que estaban en Gotemburgo, para ventilar un poco la vivienda. El día era soleado y el viento fue disminuyendo de a poco. Al atardecer prendimos la estufa para mantener la temperatura de la casa todo lo posible antes de acostarnos. Nos enteramos por un mensaje que Agustín había llegado bien a Buenos Aires y traté de comunicarme sin éxito con Johanna. Pesqué a Karin cuando ya era muy tarde allá y quedamos en comunicarnos al dia siguiente miércoles por la tarde.
Miércoles y día movido, con 6 grados de temperatura y no más de 14 grados dentro de la casa al levantarnos. Llegó la cuadrilla de Antel a instalar la conexión de internet y simultáneamente vino otro albañil a observar los trabajos pendientes para hacer un presupuesto. Ante la duda de por donde pasar el cable telefónico decidimos que entrara por la ventana y pusimos provisoriamente el modem sobre la mesa de la cocina. Nos dejaron una buena longitud de cable para que viéramos por donde entrar a la casa y donde colocar el modem y teléfono. Otro trabajo para agregar a la lista. La linea telefónica fija que contratamos solo permitía recibir llamados, y el número era 00 598 44381576. Bienvenidos los llamados!. Dedicamos el día a poner orden en la casa, entre otras cosas sacando todo el material posible del dormitorio grande para colocar el colchón inflable y probar de dormir allí. A la tarde tuvimos la visita de un tercer albañil, el que había contratado Gabriel para volver a colocar el termotanque cuando se cayó. Ahora faltaba recibir los dos presupuestos faltantes, decidir cual nos parecía el más conveniente, contratar y arrancar con los trabajos. También hicimos una caminata por el barrio para ver cómo habían desmontado en nuestra ausencia. Habían colocado una cantidad de alambrado delimitando la manzana frente a la casa y ahora se la podía ver desde la calle 3 que era la paralela siguiente. Por suerte pudimos comunicarnos por skype con Johanna y Karin en Torekov y se reanudó la comunicación mediante el whatsupp también, gracias al flamante wi-fi. En el galpón hicimos orden también y colocamos la mesa de trabajo que había armado Javier en su momento y que ahora iba a servir de banco de trabajo para mi.
El jueves nos hicimos finalmente de los tres presupuestos y la licitación la ganó Ricardo, el contacto de Gabriel, por ser el más económico además de inspirarnos confianza. Tal vez era demasiado optimista al decir que haría el trabajo en cuatro o cinco días, porque nosotros calculamos al menos dos semanas. Nos pasó la lista de materiales necesarios que pensábamos encargar el mismo día en un corralón de Piriápolis ya que los trabajos se iniciarían el lunes siguiente. Después de estudiar un poco la construcción logré encontrar una forma de penetrar en forma relativamente discreta a la casa con el cable telefónico, lo que me llevó parte del día. Nos habíamos enterado por la cartelera de eventos que a las siete de la tarde habría una sesión de cine en el cine club, como sucedía todos los jueves y nos propusimos ir a verla. Salimos en las bicicletas a tiempo para pasar por el corralón a encargar el yeso y demás materiales necesarios y a la siete en punto estábamos en la casa de la cultura, donde funcionaba el cine club. Pagamos la modica suma de 50 pesos uruguayos cada uno y vimos la película del dia que era "Una noche en la Opera", filmada en el año 1935, con los hermanos Marx, absurdamente cómica y muy bien hecha. Nos reimos con gusto y luego participamos del debate posterior con el resto de la audiencia. La noche era fría pero estábamos bien abrigados y fue placentero el regreso en bicicleta bajo un hermoso cielo estrellado y sin viento. Dormir con el colchón inflable en el piso no resultó un éxito pues se sentía el frio del piso de cerámica y regresamos al sofá cama a la espera de la compra de una cama cuando estuviera listo el dormitorio.
El plan del viernes era hacer orden en la cochera, donde había quedado una montaña de listones de madera sobrantes de la construcción. Tiramos muy poco ya que era material que tal vez se podía aprovechar aun, pero lo acomodamos bien, además de hacer lugar para las planchas de yeso que habíamos encargado y que nos iban a entregar el sábado. Con un día radiante de sol fuimos también en bicicleta al supermercado El Dorado a hacer compras de comida, incluida la carne y los chorizos que pensábamos utilizar al día siguiente para hacer nuestro primer asado de la temporada.. Hacia la noche prendimos la estufa a leña quemando restos de madera no aprovechables. Las noches seguían siendo frías y como no podíamos mantener la estufa prendida toda la noche la casa estaba bastante destemplada por las mañanas pero no se sentía nada húmeda. Estuve comunicado con Karin antes que se acostara y me confirmó que había arreglado con nuestro inquilino en Malmö que le entregaría llaves el lunes a la tarde. Ella tenía el vuelo de regreso a Buenos Aires el martes.
Primer asado de la temporada! El sábado Se dieron las condiciones ideales, con una linda tarde de sol, asi que sacamos la parrilla al terreno vecino y asamos un vacio y los chorizos, con lo que también inauguramos la galería como tal para comer afuera. A la mañana nos entregaron los materiales encargados al corralón después que se perdieran por el barrio con el camioncito al no conocer bien las complicadas calles de Miramar y su anárquica numeración. También vinieron los instaladores de la estufa después que reclamáramos por una posible filtración de agua por la chimenea. Subimos al techo a investigar y no encontraron nada raro. De todos modos pusieron más sellador de juntas y atribuyeron la filtración a la intensa lluvia con viento que habia padecido el barrio tiempo atrás. Para rematar el día hicimos el primer paseo al mar hacia el anochecer, con una fantástica puesta del sol.
Cargamos la estufa a pleno para la noche y el domingo por la mañana había aun un poco de brasa. El día amaneció nuevamente radiante y después del desayuno decidimos hacer un paseo en bicicleta comenzando con una visita exploratoria a un muy lindo y surtido vivero cercano. Vimos muchas plantas aptas para la casa y tenían también tierra que se podía encargar y que nos era tan necesaria para seguir rellenando el terreno. Alicia compró algunas semillas para la futura quinta y encontramos tambien una matera muy liviana de tela gruesa que adquirimos como reemplazo de la que nos había regalado Elsa y que había quedado en Malmö por falta de espacio en las valijas. Luego continuamos hasta El Faro, nuestra heladería favorita sobre la rambla de Piriápolis, muy concurrida por los domingueros que habían invadido la zona atraidos por el buen tiempo. Continuando por la rambla hacia el final del pueblo encontramos la casa de venta de estufas que nos había comentado Gabriel y que estaba abierta. Vimos un panel eléctrico que parecíó muy adecuado para instalar en el dormitorio grande y también un calefactor/secador de toallas que podía entrar en el baño. Quedamos en que pasarían por la casa para hacer un estudio y ver que era lo más conveniente. Seguimos por la ramba en dirección al este pasando por el puerto y llegando a un mirador recientemente terminado y muy bien hecho. Mi bicicleta comenzó a darme problemas al haberse caido la tuerca del plato de la cadena y ya estaba dispuesto a volver a la casa a pie cuando milagrosamente Alicia la encontró tirada en la vereda. La ajusté todo lo posible a mano y pudimos regresar bien, recogiendo en el camino una cantidad de piñas de pino para encender el fuego. Para la cena preparó Alicia los exquisitos tallarines de la fabrica de pastas Uriel del barrio. Yo liberé todo lo posible los dormitorios confiando en que Ricardo vendría como había prometido al día siguiente a las ocho de la mañana a comenzar con la obra. Era una incognita y solo teníamos como información de su confiabilidad la recomendación de Gabriel. Lo último que necesitabamos era una nueva versión de Carlitos.
Lunes 7 de septiembre. Asombrosamente aparecieron Ricardo y su ayudante Luis a las ocho en punto del lunes y se pusieron a trabajar comenzando con los paneles de yeso faltantes. Nosotros salimos hacia Piriápolis a media mañana para hacer algunos trámites y comprar provisiones, y cuando regresamos al mediodía ya se había ido Ricardo a almorzar. Como demoraba en regresar nos empezamos a poner nerviosos, pero por suerte no hubo motivo pues a las dos de la tarde estaba de vuelta y continuaron trabajando hasta las siete de la tarde. También tuvimos la visita del vendedor de calefactores, quien estudió la casa y propuso sus soluciones. Finalmente le compramos un panel para instalar en el dormitorio grande. Queríamos también un secador de toallas en el baño pero no tenía en stock. A la tarde se nubló totalmente y tuvimos una llovizna que me obligó a interrumpir la tarea de acarrear tierra para rellenar donde se había asentado o se la había llevado la lluvia. Alcancé a mover seis carretilladas antes de suspender. Habíamos planeado ir a dormir a la casa de Yolanda pro finalmente vimos que a pesar del caos había lugar para armar el sofa cama en la cocina y decidimos quedarnos. Tuvimos una comunicación por Skype con Karin y de paso vimos a Johanna y Ellen que le estaban haciendo companía en mi departamento. Habíamos comprado ya los pasajes para ir al día siguiente por la mañana a Montevideo pues entre otras cosas quería regularizar mi residencia en el ministerio de relaciones exteriores. Me habían otorgdo la residencia meses antes pero había que presentarse para finalizar los trámites.
El sofá cama fue a dar nuevamente a la cocina por ser un caos la parte nueva de la casa, pero no hubo problemas en dormir allí. Como lo habíamos planeado, tomamos el colectivo a Montevideo el martes a la mañana, dejando la casa en manos de Ricardo y su ayudante. Ya en Montevideo fuimos hasta la cancillería para seguir el trámite de mi residencia, pero nos encontramos con que mi expediente había sido derivado a Maldonado por vivir nosotros en Piriápolis, Estando cerca de la plaza Independencia fuimos hasta allí y visitamos el museo de la presidencia, que se encontraba en el antiguo palacio presidencial, contiguo al nuevo. Como detalle pintoresco vimos en la plaza a algunas familias sirias que habían sido recibidas como refugiadas en Uruguay y que ahora estaban acampando en la plaza reclamando que los mandaran de regreso al no ver que tenían futuro en este pais. La tarde estaba soleada y calurosa, y continuamos caminando por la avenida 18 de julio hasta la altura de la intendencia entrando a La Molienda a comprar avena, harina negra, nueces, sal con hierbas, polen, etc..todos artículos dificiles de conseguir por nuestros pagos. Ya de regreso en Tres Cruces hicimos algunas compras en el Ta Ta y tomamos el omnibus a Piriápolis, llegando al barrio con la puesta del sol. Ricardo y Luis estaban trabajando aún, y pudimos observar que estaba practicamente terminado el montado de los paneles de yeso. Al día siguiente pensaban colocar las puertas de los dormitorios y comenzar con el masillado de las paredes.
Según los que saben de estas cosas la revolución agraria del homo sapiens comenzó alrededor de 10000 años atrás y el miércoles 9 llegó finalmente al pasaje B de Miramar. Habíamos dejado cubierta el area que pensábamos dedicar a la quinta y sacamos todas las placas para armar el marco de madera y encajonar la cuatro zonas de cultivo de la huerta. No alcancé a terminar la tarea pero avanzamos bastante con el tema. También anduvimos por el techo tratando de solucionar el problema de que el agua de lluvia cayera en la canaleta de atrás y no fuera de ella. Hacia la noche comenzó a llover y nuestra solución parecía funcionar. Los constructores trabajaron todo el día hasta entrada la noche y quedaron puestos también los marcos de las puertas de los dormitorios. A este paso poco les iba a quedar por hacer hacia fin de esta semana y ya nos tocaría a nosotros pintar las paredes.
El jueves colocamos plastico para aislarnos de la parte nueva de la casa pues comenzó el trabajo de lijado con la consiguiente polvareda. Con el sofá cama mudado a la cocina estábamos bastante abarrotados y pensamos nuevamente en ir a dormir a la casa de Yolanda pero luego decidimos quedarnos. Quedaron listos también los cuatro canteros de la quinta, separados por un pasaje en cruz que rellenamos con pedregullo blanco sobrante. Por suerte pudimos devolver un rollo completo de lana de vidrio que había sobrado, que canjeamos por pintura de interior blanca. Antes del mediodía hicimos una escapada al vivero a encargar un camión de tierra y de paso compramos un limonero para plantar en el terreno. Elegimos una planta que tenía un limón. A causa de la intensa lluvia de la noche anterior no nos pudieron prometer cuando vendría la tierra pero sería en los próximos días. Nos habíamos propuesto ir a Piriápolis a mirar muebles pero se nos hizo tarde, y también cancelamos la ida al cine club al bajar mucho la temperatura a la puesta del sol.
Casa recuperada! Después de cinco días de apretujamiento en la cocina volvimos a tomar el resto al anunciar Ricardo que había completado la tarea encomendada Tuvimos que juntar una cantidad de polvo después de la lijada de paredes pero lo hicimos con todo gusto. Le pedimos también a Ricardo que nos hiciera un presupuesto para colocar contramarcos, tapajuntas y zócalos con lo que quedaría todo listo. La noche del jueves al viernes fue tranquila hasta la madrugada cuando comenzó a soplar un viento con ráfagas huracanadas. La mañana del viernes fue bien fría y la sensación térmica aun más baja al continuar el viento fuerte. Alicia logró encontrar camas y colchones para ambas habitaciones por internet y tuvo que hacer una escapada a Piriápolis por la tarde para hacer el pago correspondiente. Los muebles vendrían durante la semana con un flete. Del vivero vinieron con el limonero que habíamos comprado y con la promesa de que la tierra vendría en cuanto pudieran sacarla. Andrés vino también a la tarde ya que el día anterior habíamos ido a la casa de Yolanda a ventilarla e inadvertidamente quedó encerrado su gato. Fuimos a abrir pensando que el gato habría dejado todo hecho una calamidad pero por suerte no fue así, apenas algunas cosas tiradas en el piso.
El sábado comenzó el trabajo pesado para nosotros, pero antes salimos a dar una vuelta en las bicicletas. Dejé la mia en la bicicleteria del "negro" en el barrio al haberse pinchado la rueda trasera y continuamos hacia Piriápolis, Subimos por la avenida Artigas hasta llegar al pueblo obrero, en busca de un negocio que vendía cosas usadas y lo encontramos casi al final del pueblo. Tenía un enorme rejunte de muebles y otros artefactos, pero todo en mal estado y caro. las cosas estaban al aire libre y se notaba en muchas la acción de la intemperie. De allí volvimos al centro y aprovechamos para comprar frute, verdura y queso en la feria de los sábados frente a la terminal de omnibus. De regreso a casa pasamos por la barraca a recordarles que aun no habían entregado la pintura Al rato vinieron a dejar el tacho y yo fui a retirar mi bicicleta con cámara y cubierta nuevas. Atacamos el dormitorio chico, Alicia pintando de blanco las paredes y yo aplicando protector a las vigas y al machimbre del techo. Alcanzamos a dar una primera mano de pintura blanca diluida antes que se hiciera la noche. Pensábamos terminar el dormitorio chico al día siguiente y avanzar todo lo posible con el grande. No había quedado satisfecho con el trabajo del yesero, que en algunas partes era muy desprolijo, pero hubo que aceptarlo
Apenas terminamos el desayuno del domingo nos abocamos a la tarea de pintar, que recién interrumpimos a la tardecita para ir con las bicicletas a buscar leña a la provisión más cercana. Era el día del "super clásico" y puse la computadora cerca de la parrilla para seguir el partido mientras hacía el asado. La cena la armamos en la cochera, al amparo del rocío que cayó en cuanto se puso el sol. Lamentablemente el resultado del partido fue adverso para River, que perdió 1 a 0. Después de comer le dí un empujón final al techo del dormitorio grande, que quedó terminado. Con suerte vendría al día siguiente con un flete las camas encargadas en Montevideo. A la noche prendimos nuevamente la estufa pues iba a estar aun bastante frio.
Lunes 14 de septiembre Y llegaron las camas! Iban a venir a la tardecita con un flete, pero las recibimos ya de noche, mejor tarde que nunca. Por primera vez ibamos a dormir en una cama en la cabaña. Para la habitación chica compramos una cama marinera para disponer de dos colchones sin que ocuparan tanto lugar. Avanzamos bastante con la pintura, el dormitorio chico quedó casi listo mientras que el grande necesitaba aun dos manos para quedar bien. Recibimos unn llamado de Elsa desde Córdoba, donde habían ido a hacer una nueva visita a la escuela de Bajo Chico. Ya estaban por continuar viaje a Concordia y quedaron en llamarnos nuevamente después de armar planes con Laura para la estadía con ellos.
El martes hicimos una pausa con la pintura. Amanecimos con fuerte viento del oeste pero igualmente tomamos nuestras bicicletas después del desayuno, en mi caso dos, ya que había quedado en dejar la mia en lo del "negro" para que la repararan, Cuando llegamos allí nos encontramos con que solo había un perro, de modo que dejamos mi bicicleta amarrada a un poste y continuamos hasta El Dorado para aprovisionarnos. El regreso fue lento debido al viento en contra, y en lo del "Negro" apareció justo el bicicletero quien se hizo cargo de cambiarle el eje de los pedales a mi bici. Ya en la cabaña me aboqué a la tarea de hacer el agujero para plantar el limonero en el lugar que quería Alicia. Tambieron aparecieron Andrés y su ayudante para cortar el pasto tal como lo habíamos pactado. Era el día en que Malmö FF jugaba el partido de ida contra PSG y lo seguí por internet sin imagen pero con los comentarios del diario Sydsvenskan. A pesar del absoluto dominio del PSG, Malmö perdió por solo dos a cero. La tierra que habíamos encargado apareció también a la tarde y la hicimos volcar en el terreno contiguo. Parte iba a ir a los canteros de la quinta y parte a rellenar alrededor de la casa. Recibí un llamado de Javier, nuestro constructor hasta abril; él quería saber si habíamos regresado y si queríamos sus servicios. Le expliqué que el trabajo había sido hecho por otro constructor. No obstante, quedamos en que se daría una vuelta el jueves para medir el dormitorio grande ante la posibilidad de fabricar un placard que ocupara toda la pared del lado de la puerta. Como se había calmado el viento llevé la parrilla hasta las cercanías de lugar donde se habían juntado restos varios de la construcción y quemé buena parte de lo que era combustible. Tuve que interrumpir porque llegó la noche y además habíamos decidido ir a cenar a la pizzería de Morales. Cuando llegamos allí nos encontramos con que estaba cerrada por refacciones y probamos de ir a la pizzería de los Macaquitos. Estaba cerrada también y no hubo más remedio que ir hasta Piriápolis a uno de los pocos restaurantes abiertos. La noche era bastante cálida y no fue gran esfuerzo hacer los tres y medio kilómetros de regreso a la cabaña.
Nos despertamos el miércoles con el ruido de una máquina que se acercaba y nos encontramos con una excavadora frente a la cabaña. El propietario de parte de las tierras que nos rodeaban había decidido alambrar, aparentemente para evitar que le ocuparan los terrenos, y ahora le tocaba el turno al lote contiguo al de Alicia hacia arriba. Vimos con tristeza cómo el monte iba desapareciendo ante el imparable avance de la topadora que avanzaba sin descanso cuando partimos de la casa para ir a Maldonado. Queríamos ir al registro civil para regularizar mi residencia y cuando llegamos a las oficinas descubrimos que abrian a la una de la tarde. Entonces hicimos tiempo haciendo algunas compras en una ferretería y mirando autos nuevos y usados en agencias de la zona. En el registro civil querían ver mi partida de nacimiento argentina apostillada, cosa que aun no tenía así que salimos con las manos vacias. Fuimos a almorzar a un restaurante de las cercanías donde comimos muy bien, entrada, plato principal y postre además de un vino Bianchi excelente. A las tres de la tarde regresamos a Piriápolis con el colectivo número 8, que va por la costa, y fuimos con las bicicletas a la mueblería a averiguar si ya estaba el presupuesto del aparador que queríamos para la cocina, y que aún no estaba. También fuimos a una colchonería a ver colchones más blandos que la tabla que nos habían vendido y encontramos uno que pedimos que nos entregaran en la cabaña. Cuando volvimos a la casa nos encontramos con un panorama desolador al haberse transformado parte del monte en un páramo. Solo habían perdonado unos pocos árboles dispersos y aun no habían alcanzado a alambrarlo asi que no sabíamos si tendríamos el alambre sobre la medianera de los terrenos. Era inevitable que esto sucediera tarde o temprano y era cuestión de acostumbrarse. Por suerte seguía estando intacto el panorama desde la cabaña hacia el mar. El colchón llegó a la noche y se nos ocurrió ponerlo sobre el otro, pero la cama quedó grotescamente alta por lo que quitamos el de abajo. Asi fue que ahora teníamos el dilema de qué hacer con el colchón sobrante.
La historia de los colchones no había terminado pues el que usamos la noche anterior parecía quedar con pozos. Lo dimos vuelta a ver si se recuperaba para la noche siguiente, Los alambradores aparecieron el jueves temprano y cuando vi cómo estaban plantando los postes extremos de la medianera me pareció que el alambrado iba a pasar arriba del galpón, Hacia el mediodía apareció el "patrón" y le expliqué la situación, Terminó corriendo uno de los postes al entender la problemática. Daba la impresión de que estaba alambrando a ojo en lugar de asesorarse bien, Durante este procedimiento apareció Javier con su señora por lo que interrumpimos la pintura para sentarnos un rato con ellos a negociar el placard que queríamos que nos hiciera para el dormitorio grande. Llegamos a un acuerdo y cuando se fueron continuamos pintando las paredes del dormitorio grande y poniendo protector al techo del living. Eso nos llevó el resto del día. Se anunciaba una noche muy fría y por las dudas cubrimos el pequeño limonero con una bolsa para que no sufriera. También prendimos la estufa a la hora de cenar para mantener la casa templada y seca.
El viernes no hubo actividad con la instalación del alambrado en el terreno vecino. Nosotros arremetimos con el living y logramos completar una mano de pintura blanca a eso de las dos de la tarde. Trabajamos en equipo pues yo ya había terminado el trabajo de pintar con protector de madera. Llamé por teléfono a Ricardo para confirmar si vendría el lunes y me dijo que quería venir a buscarnos para ir a ver zócalos y contramarcos con el pues no había encontrado modelos iguales a los de la cocina. Apareció al rato y fuimos con él a la carpintería La Victoria a elegir lo que queríamos. Nos vino muy bien el viaje en camioneta ya que aprovechamos para comprar otro tacho de pintura de 20 litros, dificil de traer en bicicleta. A media tarde estábamos de regreso en la cabaña y aun nos dió tiempo para llevar tierra a los canteros de la huerta. Cada uno de los cuatro canteros requería seis carretilladas de tierra, lo que achicó un poco la montaña pero aun quedó mucho para seguir rellenando el terreno. A la noche fuimos a comer a la pizzeria Morales del barrio, recién pintada y renovada, y nos encontramos con que había cambiado de dueño pues Morales se había mudado a la Barra de Chui, menudo shock!. El barrio no volvería ser nunca lo que era con Morales. Pero las pizzas y el fainá eran buenas como siempre. A la noche confirmó Ricardo que vendría a trabajar el lunes a las dos de la tarde con todo el material ya pintado, listo para cortar y colocar.
El living quedó pintado el sábado por la tarde; estábamos tan embalados que dejamos pasar el almuerzo pero después del último pincelazo partimos en las bicicletas a buscar los sorrentinos de Uriel. También nos hicimos de algunas provisiones más y luego reservamos turno para el lunes con la peluquera del barrio para cortarnos el lunes a la mañana. Cerca de la puesta de sol de un día magnífico hicimos uan escapada a la casa de Yolanda para ventilarla y regar las plantas. Alicia sacó fotos del flamante alambrado que le habían puesto al terreno contiguo para mandarla a Suecia. Había tratado de comunicarme con Johanna por Skype sin resultado. Con mi hermana tuve más éxito, estaban jugando una carioca en casa de Laura, y me dijo que tenían intención de partir de regreso a Bariloche el jueves de la semana entrante. De ser asi quedaba practicamente descartada la posibilidad de que nos uniérmos a ellos.
Alicia le dió la última arremetida a la pintura el domingo, dando uno mano más a cada dormitorio. Por mi parte me dediqué a aplicar protector de madera a la cama nueva del dormitorio chico y a la mesa redonda que nos había cedido Yolanda. También continuamos con el relleno del terreno, previendo que la semana entrante sería inestable, con lluvias y tormentas. Dejamos lo más libre posible la parte nueva de la cabaña para que Ricardo pudiera trabajar más cómodo con los contramarcos, zócalos y tapa juntas. A la tardecita dimos una vuelta en bici hasta La Verde Manzana, el negocio del barrio que vendía tartas caseras, y compramos sendas porciones para nuestra cena que hicimos sentados afuera en la galería ya que el tiempo estaba muy lindo. Mi hermana me confirmó que pasarían cerca de Buenos Aires a más tardar el viernes y entonces decidimos postergar nuestro viaje a Bariloche. El nuevo plan era ahora cruzar a Buenos Aires hacia fines de la primer semana de octubre para estar allá unos diez días participando del bautismo de Camilo el día 16, y regresar luego a Miramar. Alicia tenía un encuentro en Paso de Los Toros el 24 de octubre y como la localidad de San Gregorio de Polanco quedaba en las cercanías reservamos un hotel allí para pasar el 24 y 25 antes de regresar a Miramar. Ese pueblo, a orillas del embalse del Rio Negro, se veía muy pintoresco con la peculiaridad de que muchas fachadas de sus edificios estaban pintadas artisticamente según las fotos que pudimos ver en internet. Por suerte pudimos comunicarnos con Johanna por skype, y también vi el partido River - Lanus, muy pobre en calidad y muy rico en faltas, que terminó empatado 1 a 1.
Lunes 21 de septiembre y comenzó la primavera en este hemisferio sur, al menos en los papeles. Ricardo vendría por la tarde a trabajar con las terminaciones y nosotros salimos por la mañana hacia la peluquería en Playa Grande donde ambos teníamos turno para nuestros respectivos cortes. Entre otros chismes nos enteramos que la peluquera era también la flamante presidenta de la comisión vecinal de Playa Grande y Miramar recientemente formada y prometimos ir a las reuniónes vecinales que se harían el primer jueves de cada més, Aprovechamos luego para comprar fruta y verdura antes de regresar a la cabaña. El tiempo fue desmejorando y además del fuerte viento del este comenzó a llover de a ratos, con tormenta eléctrica y todo. Ricardo llamó para avisar que no podía venir, se le había "complicado", la temible frase tan frecuente y tan conocida para nosotros. La razón era que le estaban reparando la sierra de disco para hacer los cortes de los listones, y prometió venir al día siguiente de mañana. Yo decidí atacar la cocina, terminando de preparar las paredes para darles la última pintada. Traté de levantar un mínimo de polvareda al lijar el yeso, cosa evidentemente más facil de decir que hacer. Alicia preparó a media tarde un pastel de carne excelente y a la noche hicimos una cena fría liviana con la estufa de leña compensando con su calor el mal tiempo que continuaba sin cesar. También chateamos un rato con Viktoria, y nos quedamos levantados hasta casi la medianoche para escuchar un programa de música en Radio Durazno que conducía Angel, un amigo de Alicia. Prometimos ir a visitarlo durante la gira que haríamos por Paso de los Toros y San Gregorio de Polanco en octubre.
Ricardo apareció a la mañana del martes con buena parte de las varillas pintadas como había prometido y nos acorraló en la cocina ya que trabajó en los dormitorios y el living. Puso su sierra en la galería y como mantuvo la puerta balcón abierta se destempló la casa y entonces mantuvimos encendida la estufa alimentandola con pedazos de madera sobrantes de la construcción. La leña pedida por Gabriel se había terminado y no habíamos pedido más al confiar en que la estufa no haría falta, lo que resultó ser un pronóstico fallido. Al continuar el viento y la lluvia no había posibilidad de trabajar afuera y dedicamos buena parte del día a leer. También comenzamos a lijar y prolijar las paredes de la cocina para darles la última pintada. Alicia armó sus almácigos con parte de las semillas que había traido. Ricardo avanzó mucho con los zócalos y contramarcos, haciendo un trabajo muy prolijo. Trabajó hasta bien tarde y prometió venir al día siguiente a la tarde, pues tenía que llevar a su hijo al médico por la mañana.
El miércoles no tuvimos que madrugar y el tiempo tampoco invitaba a levantarse temprano. Después del desayuno continuamos con las paredes de la cocina y logramos pintar una parte antes de que apareciera Ricardo. Lo dejamos a cargo de la casa y nos fuimos en bicicleta al supermercado El Dorado en Piriápolis a hacer compras, bien preparados con ropa de lluvia. La lluvia llegó más tarde, cuando ya habíamos regresado a la cabaña y vimos que Ricardo se había visto obligado a entrar su sierra al living para poder seguir trabajando. Se quedó hasta las ocho de la noche para adelantar todo lo posible. A la noche llamé a Concordia para recibir noticias y asi nos enteramos que Elsa, Cacho y Laura ya habían regresado de su paseo a Misiones y los saltos de Moconá.
El mal tiempo continuó sin descanso el jueves también, y se trabajó solo dentro de la casa. Nosotros corrimos el pequeño guardaropas que nos había acompañado fielmente en la cocina y lo pusimos en su lugar definitivo en el dormitorio pequeño. Asi liberamos una pared para prolijarla y pintarla a la espera de que el viernes llegara el aparador encargado, si cumplian con su promesa. Ricardo vino a la tarde y terminó todos los detalles en el dormitorio chico y en el living también de modo que solo le quedaba el dormitorio grande, que pensaba dejar terminado al día siguiente. El día anterior habíamos encontrado en El Dorado un anuncio de una fábrica de empanadas caseras al horno que hacía entrega a domicilio sin cargo. Decidimos probarlas e hicimos un encargo de una docena a 360 pesos o sea unos 12 dólares. Resultó que tenían una promoción, entragando 14 al precio de 12. Alicia encargó algunas de strudel también y al rato hicieron la entrega después de unos cuantos llamados de la empleada que no podía encontrar la dirección. Las empanadas eran excelentes, varios puntos superiores a las que hacía nuestra vecina y que solíamos comprar en la provisión de la señora gorda del barrio. Volviendo al tema colchones, terminamos acostumbrandonos al colchón duro y decidimos poner el de reserva debajo de ese, acortando las patas de la cama para que no quedara muy alta. Le ibamos a pedir a Ricardo que hiciera los cortes con su máquina antes de retirarse el viernes.
Nuevamente volvimos a recuperar la casa. Ricardo terminó con su laboriosa tarea de colocar tapa juntas, contramarcos y zócalos el viernes por la tarde, y nosotros terminamos de pintar la mayor parte de la cocina. Casi cuarenta litros de pintura blanca y muchas horas de rodillo y pincel hicieron maravillas en la cabaña. De remate, por la tarde llegaron el aparador y otro mueble pequeño para la cocina, y la estantería que teníamos provisoriamente allí pasó al living convertida en una biblioteca. Quedamos un poco confundidos al quedarnos sin los ganchitos de donde colgábamos toda clase de utensilios pero era cuestión de reorganizarse nada más. Consideramos que aunque quedaban una cantidad de detalles, el 25 de septiembre era el día en que la casa quedaba terminada. El clima fue mejorando durante el día y tuvimos un atardecer muy lindo de sol. Cayó la temperatura al despejarse y después de la cena prendimos nuevamente la estufa quemando entre otras cosas las patas que le cortamos a la cama para acortarla. Para completar el amoblamiento básico de la casa quedaba esperar a que Javier trajera el placard para armar en el dormitorio principal. Por ahora funcionaba el dormitorio chico como depósito de valijas.
Sábado y día de feria en Piriápolis. Con bastante sol y lindo calorcito salimos hacia allá en bicicleta y conseguimos pescado, filet de brótola, además de un poco de queso y de verdura. En búsqueda de bandejas para cubiertos caimos en el supermercado Devoto e hicimos allí grandes compras pidiendo entrega a domicilio. Asi cargamos el carrito con artículos de bazar y de adorno para la cabaña, mucha agua envasada, leña y vino. Ibamos a hacer asado, pero se nos vino el frío y decidimos cocinar adentro. Hablé un rato con Karin y luego vino el partido River - Crucero del Norte que se cortaba todo el tiempo por internet. Terminó con triunfo de River por solo uno a cero a pesar de estar dominando buena parte del partido. Para el domingo prometían bastante buen tiempo y pensamos que tal vez podíamos hacer alguna salida con las bicicletas. A la noche iba a haber un eclipse de luna pero era dudoso que se pudiera ver con claridad.
Evidentemente necesitábamos descanso pues el domingo nos despertamos a las once de la mañana. El día estaba muy lindo y salimos con las bibicletas a comprar pasta en lo de Uriel, esta vez tallarines y salsa. De allí continuamos hacia la playa y al rato noté que se había volcado y abierto el recipiente con el tuco de modo que tuve que volver a la cabaña a rescatarlo. Por suerte no se había salido de la bolsa de plástico y pude recuperar casi todo. Luego bajé nuevamente a la playa a encontrarme con Alicia para caminar un rato a la orilla del mar. Luego llevamos el mate hasta la casa de Yolanda donde nos quedamos un rato mateando y disfrutando de la tarde mientras ventilábamos la casa. Mientras Alicia preparaba la cena quemé un poco más de maderas viejas en la parrilla y luego de la cena nos aprontamos a ver el eclipse de luna que comenzaría poco después de las diez de la noche. Por un momento pensamos que iba a ser un fracaso pues la luna se tapó con nubes justo cuando entraba la sombra de la tierra pero al rato se despejó y con ayuda de los prismáticos pudimos ver claramente el espectáculo del cambio a color rojizo cuando la tierra ocultó totalmente la luz del sol.
Lunes 28 de septiembre. Decidimos atacar el nuevo aparador de la cocina, comenzando por desarmar todo lo que se podía desarmar, lijar las malísimas terminaciones y finalmente aplicar un protector de madera que convirtió el anémico color del pino en un robusto y saludable color nogal. La tarea nos llevó todo el día, Alicia encargada de lijar y yo de desarmar, pintar y armar. Quedamos muy satisfechos con el resultado. Javier se comunicó conmigo para informarse de algunas medidas que le faltaban para la construcción del placard que tanto estábamos necesitando. El alambrado del lote vecino continuó avanzando y ya quedó colocado en la medianera. Alicia estaba planeando ya colocar plantas para hacer un cerco vivo también y mejorar nuestra vista hacia lo que hasta hacia poco había sido monte virgen.
El placard que habíamos encargado para el dormitorio se iba a instalar en la pared donde teníamos el sensor de la alarma, por lo que el martes a la mañana fuimos a Prosegur en Piriápolis a pedir que vinieran a correrlo. Aprovechamos la vuelta para hacer compras en El Dorado y luego pasamos por el vivero Gabi donde nos hicimos de un manzano, un naranjo y un ciruelo además de una planta de interior. Los frutales los traerían a la tarde a la cabaña. También pasamos por la ferretería, y ya de regreso se abocó Alicia a lijar y pintar el mueble de cocina que habíamos comprado junto con el aparador. Yo emprendí el proyecto largamente demorado de remover el material que había quedado en la cochera, acomodando lo que quería conservar en el galpón, haciendo leña de lo que se podía quemar y escondiendo el resto atrás del galpón para llevarlo en su momento al corralón municipal. Hice orden en el galpón también, reacomodando todo lo que estaba amontonado y trayendo a la cabaña los artículos que podíamos guardar en el futuro placard y que por ahora fueron a dar al dormitorio chico. A la noche recibimos por correo el presupuesto que le habíamos pedido a Ricardo para hacer la vereda fuera de la casa y quedamos en contestarle.
El muy fuerte viento del oeste del martes se aplacó durante la noche y el miercoles fue un día espectacular, con buena temperatura, mucho sol y una brisa aceptable. Decidimos no ir a ningún lado, para dedicarnos a trabajar en la casa. Quería ver reducirse la montaña de tierra asi que transporté cantidad de carretilladas hacia el fondo del lote para continuar rellenando el terreno alrededor de la platea. Alicia se dedicó a dar una mano de protector a las cuatro sillas altas de la mesa de la cocina, al banquito, y a la cara interior de los postigos del dormitorio grande. También preparé un listón donde engancharíamos la persiana veneciana que ibamos a colcocar en el dormitorio chico. El listón no se llegó a secar antes de la cena de modo que dejé el montaje para el día siguiente. Aceptamos el presupuesto que nos había pasado Ricardo y quedamos en que vendría el lunes a comenzar con el trabajo, que le podría llevar hasta dos semanas. Nosotros pensábamos ir el jueves al corralón a encargar los cerámicos y otros materiales necesarios.
Nuevamente un lindo día en Miramar, y luego del desayuno del jueves partimos hacia Piriápolis a recorrer corralones a la caza de cerámica. La que nos gustaba del corralón local la tenían más cara allá y por lo tanto decidimos que la encargaríamos en el barrio, previa consulta con Ricardo para asegurarnos de no meter la pata. A la tarde traté de liquidar la montaña de tierra pero me quedó un resto. Alicia se dedicó a pintar dos de las tres vasijas de cerámica que habíamos comprado a principios de año. Teníamos que ir a la reunión de la asociación vecinal, que se hacía en el patio de la pizzeria de Los Macaquitos. La reunión estuvo interesante pero fue bastante caótica ya que se cambíaba constantemente de tema y muchas veces hablaban varios participantes al mismo tiempo. Ante la idea propuesta de mejorar la playa y sus bajadas, encontramos una solución para el tambor que nos había dejado Carlos y que fue donarlo para cortarlo al medio y construir dos tachos de basura. La basura fue uno de los temas más tratados y con toda razón pues demasiada basura se encontraba tirada fuera de los contenedores. De la reunion fuimos derecho a la pizzeria ex-Morales a cenar antes de regresar a la cabaña.
La apacible tarde del jueves se convirtió en un fuerte temporal el viernes de madrugada, con tormenta eléctrica incluida. Un rayo que cayó muy cerca hizo saltar la llave térmica y por las dudas desconecté la heladera y el modem de internet. El fuerte viento y la llovizna continuaron todo el día por lo que nos dedicamos a trabajos de interior pendientes y no salimos de la cabaña. En el living montamos las dos cortinas angostas que habíamos traido de Suecia para las ventanas fijas. En la cocina mejoramos las molduras y zócalos alrededor de la mesada. Entramos también la tercer vasija de cerámica para que Alicia le diera una mano de pintura. Las tres quedaron muy pitucas. Después de insistir toda la semana logramos finalmente que viniera Prosegur a cambiar de lugar el sensor del dormitorio grande para que no quedara dentro del futuro placard. Alicia hizo reservar para ir a ver una obra de teatro en Montevideo el domingo por la tarde, aprovechando que planéabamos ir ese día a la feria de Tristan Narvaja. Agustín nos mandó un mensaje con la invitación a participar del bautismo de Camilo, que sería el 17 de octubre en la iglesia sueca.
Poca mejora hubo en el tiempo el sábado. El viento continuó sin piedad y aun tuvimos algunos chubascos, de modo que continuamos con trabajos interiores. El último tramo de pared de la cocina quedó lijado y Alicia lo pintó de blanco. Por mi parte me dediqué a buscar la manera de enhebrar el cable de teléfono por detrás de listones en su camino al modem que habíamos colocado sobre el aparador, con la idea de hacerlo invisible. Finalmente quedó bien oculto. Llamamos a Javier para informarle que iríamos al día siguiente a Montevideo y nos dió indicaciones sobre la manera de llegar a las cercanías de su casa. Nosotros reservamos pasajes para el omnibus de las nueve menos diez, de modo que nos tocaba madrugar. El pronóstico de tiempo era por suerte favorable para el domingo, fresco pero sin lluvia.
El teléfono de Alicia no se dió por enterado que el gobierno había decidido cancelar este año el cambio de hora y por lo tanto nos levantamos el domingo a las seis de la mañana creyendo que ya eran las siete. Para aprovechar más el día cambiamos la reserva del ominbus para tomar el de las ocho y veinte, ganando media hora. Desde Tres Cruces tomamos un colectivo hasta el teatro Cortina Roja donde nos enteramos que la boletería abría a las seis y media de la tarde. Luego caminamos las ocho cuadras que nos separaban de la gigantesca feria de la calle Tristán Narvaja y calles aledañas. Asi llegó la hora de almorzar, lo que hicimos en el restaurante Verde Comidas Naturales donde ya habíamos comido la vez anterior en que vistamos la feria, con musica en vivo y todo. Tenían unos redonditos de ricota con albhaca muy sabrosos que también habiamos probado antes. En la caminata final por la feria encontramos lámparas para las mesas de luz que nos gustaron y las cargamos con nosotros. Habíamos quedado en ir hasta la casa de Javier en el barrio Piedras Blancas para ver el placard en construcción, y para ello tomamos el colectivo 110 hasta una parada donde nos vino a buscar con su auto. Estuvimos un rato allí y del placard vimos una pila de tablas esperando ser montadas. Con el colectivo regresamos hasta la Intendencia donde se desarrollaba la feria del libro, que era enorme, y nos encontramos con un gentío que abarrotaba el lugar. Algo vimos de los miles de libros que estaban en venta pero nos cansamos rápido y salimos de allí para ir a tomar un café con sandwiches calientes. Ya había caido la noche y se sentía fresco después de un día agradable. Estábamos a un par de cuadras del teatro y media hora antes de la función retiramos nuestras entradas. La obra se llamaba "Constelaciones" y actuaba una pareja interpretando la teoría de los universos paralelos a partir de consecuencias diferentes en decisiones en su vida de pareja. El tema era complejo, pero muy bien actuado. Cuando finalizó el teatro salimos rápidamente a buscar un taxi que nos llevara tiempo a Tres Cruces para poder alcanzar a tomar el omnibus de las nueve y cuarto. Llegamos con unos minutos de margen y asi pudimos llegar de regreso a la casa antes de medianoche.
Lunes 5 de octubre y nos preparamos temprano para la llegada de Ricardo. Lo esperamos en vano pues no apareció y más tarde llamó para avisar que no podría venir a causa de un fuerte dolor de espalda. Nosotros habíamos contado con él ya que teníamos que dar una vuelta por Piriápolis y si Ricardo estaba trabajando no teníamos necesidad de cerrar los postigos de las cinco ventanas y de la puerta balcón antes de irnos. Entonces cerramos todo, pusimos la alarma y salimos en las bicis con un dia soleado y cálido. Primero pasamos por el corralón Heliópolis del barrio y encargamos los 52 metros cuadrados de cerámicos para la vereda, que llegarían el miércoles. Luego fuimos a la terminal de ómnibus de Piriápolis a comprar los pasajes a Buenos Aires para el viernes 9 con regreso el 19 de octubre. A las tres de la tarde partía el omnibus hacia Colonia y llegaríamos a Buenos Aires con el Seacat a las nueve de la noche. Fuimos también a hacer algunas compras al supermercado Devoto, con entrega a domicilio, y regresando ya a Miramar entramos al vivero Gabi a ver si los rosales habían comenzado a dar flores pues Alicia las quería rojas y ellos no estaban seguros de cual era cual. Aun no se habían abierto los pimpollos de modo que había que volver, pero aprovechamos la pasada para comprar cuatro plantas de frutillas y una cantidad de plantas de exterior para llenar las vasijas de terracota. Llevó su tiempo encontrar el lugar adecuado para colocar las vasijas, y al llenarlas con tierra nos deshicimos finalmente de los restos de la montaña. Inauguramos también los canteros con las cuatro plantitas de frutilla que pusimos en uno de ellos. A la noche me enteré por Gabriel que Camilo tenía varicela...
El martes fue otro día de exterior, con buena temperatura. Alicia se dedicó a la huerta, poniendo en tierra los brotes de pepinos y zucchini, y dientes de ajo. Luego hizo los pozos para plantar el ciruelo y el naranjo, en linea con el limonero que habíamos plantado dos semanas antes. Yo me subí al techo a pintar con protector los listones extremos sobre las tejas americanas. Hubo también transporte de tierra con la carretilla para tapar restos de construcción en los terrenos vecinos. Hubimos de apelar nuevamente a los montículos de tierra que había hecho la topadora. Y para continuar deshaciendonos de material descartado reciclé tablas deshechadas para hacer un macetón rectangular sobre patas que después de pintar con protector no quedó tan mal. Pensábamos ubicarlo al frente de la casa, con plantas y con el nombre de la casa pintado sobre uno de los costados largos, Antes de la puesta de sol fuimos hasta la casa de Yolanda a ventilarla y regar las plantas. No supimos nada de Ricardo ni de su salud, tal vez podría aparecer al día siguiente, pero era una incógnita.
El día miércoles fue muy desapacible, nublado y de a ratos con lluvia. Alicia alcanzó a cavar el agujero y plantar el manzano frente a la ventana del dormitorio chico, mientras que yo me dediqué a montar en la cocina una de las dos persianas venecianas que nos quedaban y también a pintar y colocar tapajuntas faltantes. Ricardo no dió señales de vida, pero del corralón nos trajeron los 52 metros cuadrados de cerámica y el cemento, todo lo cual estibamos en el galpón a la espera de la colocación. Recibí noticias de Christian Shale, mi ex compañero de trabajo, y con quien había perdido contacto. Le contesté su largo mensaje poniendolo al tanto de mi vida pues él se imaginaba que yo estaba en Buenos Aires haciendo trabajos en el Benito.
Por suerte salió el sol el jueves y el viento ayudó a secar los dos lavados de ropa en preparación del viaje. Con las bicicletas fuimos hasta el vivero Gabi a buscar plantas y una bolsa de tierra para el macetero que había construido el día anterior. En el camino de regreso compramos un tarrito de pintura blanca para que Alicia pudiera hacer el cartel con el nombre de la cabaña, que iba a ser "La Templanza". Ricardo vino a la tarde, aun con dolor de espalda, y discutimos los detalles de la construcción de la cabaña. Decidimos que haría un gabinete para la garrafa, ubicandolo donde estaba la grasera, que de paso nos enteramos que tenía que tener un caño de ventilación. Otra falla de Carlos. Tiramos un cable desde la entrada de la llave de paso hasta la cochera para que Ricardo tuviera electricidad en caso de que saltara el interrupor durante nuestra ausencia, y le dejamos la llave del galpón donde estaban los materiales que necesitaba. El pensaba que podía venir a trabajar a partir del lunes. Luego fuimos hasta la casa de Rolando (alias Manzanita) a dejarle la llave de la casa de Yolanda. Alicia alcanzó a dar dos manos al cartel y yo terminé de montar la tercer persiana veneciana además del calefactor de pared que habíamos comprado para el dormitorio grande.