5 de Diciembre 2022
Tuvimos que madrugar pues Checho nos pasó a buscar con la camioneta de Agustín antes de las siete de la mañana para hacer el corto trayecto de cinco cuadras hasta la terminal de Colonia Express. Las cuatro valijas eran demasiado equipaje para hacerlo a pie. A las ocho y media en punto zarpó el ferry, repleto de pasajeros, y ya en Colonia pasamos rápidamente por el control aduanero para seguir con el ómnibus a Montevideo. Colonia Express ya no tenía servicios a Piriápolis, por lo que continuamos con el ómnibus de Copsa, y como me había contactado con nuestro vecino y amigo Congo nos esperó con su auto en la parada 10 para llevarnos a la casa. Encontramos todo en orden y muy prolijo, y como era habitual, vaciamos y guardamos el contenido de las valijas antes de entregarnos al reposo. Para hacernos de provisiones fuimos al día siguiente con el auto de compras al centro, y a la tardecita inauguramos la temporada de playa bajando con el auto. Aun no me daba como para hacerlo en bicicleta. Las temperaturas eran bastante altas y continuaban ascendiendo, y la sequía era palpable. Repetimos la experiencia playera durante los días siguientes y desde luego nos clavamos frente a la pantalla el viernes para ver cómo perdía Brasil y cómo ganaba Argentina. El termómetro rozó los 38 grados y tuvimos que poner el aire acondicionado para contrarrestar el bochornoso calor. Nos habíamos enterado que el sábado había un evento musical en La Corniche y habíamos reservado una mesa. Como la música comenzaba recién a las diez de la noche hubo tiempo para hacer un poco de playa, ya con temperaturas más moderadas. El restaurante La Corniche había abierto un nuevo local en Punta Colorada, ampliando el concepto de espacio cultural. Para llegar allá tuvimos que ir por la costa pasando el puerto y coincidió justo con el festival anual de la paella gigante, asi que había un poco de caos en el tráfico de la zona. Nos gustó mucho el nuevo local del restaurante, más amplio y fuera del complicado centro. La actuación musical fue muy buena y la comida excelente como siempre. Regresamos a la casa cuando ya había pasado la medianoche. El domingo fue nuevamente bochornoso, con temperaturas de 36 grados y amenaza de tormenta. Nuevamente pusimos en marcha el aire acondicionado, y como almuerzo fuimos a buscar un pollo al spiedo que habíamos encargado a nuestro fiel pollero, quien se manifestó genuinamente preocupado por no habernos visto en tantos meses. A la tarde bajamos a la playa con el auto y estando allí vimos que se avecinaba una previsible tormenta. Cuando ya se había nublado por completo emprendimos el regreso pasando por el supermercado Los Macaquitos y ya comenzó la lluvia. Afortunadamente logramos llegar a la casa antes de que pasara el frente con fuerte viento e incluso un poco de granizo. Se había emitido un alerta naranja pero por suerte no pasó a mayores.
Lunes 12. Mi dolor de espalda ya no me molestaba tanto y decidí encarar un trabajo de cierta urgencia pues durante algunas fuertes tormentas de invierno se habían desprendido cinco tejas del techo que Nicolás había guardado. No había entrado agua a la casa pero había que tener el techo intacto de modo que reparamos esas tejas e inspeccionando el resto del techo y la chimenea comprobamos que no había más daños. Nicolás pasó por casa dejando las llaves y el comando de la alarma. Como habían pelado los terrenos del fondo de la casa de Alicia sentimos que habíamos quedado muy expuestos y ya habíamos contactado a Ricardo para levantar un muro. El pasó el martes para ver el trabajo a hacer y darnos consejos también, quedando a la espera de que nos mandara su presupuesto. Como vino tarde pudimos ver sin interrupción el partido que Argentina le ganó a Croacia por tres goles a cero. El día 14 cumplió 100 años el tío Andrés, festejado con bombos y platillos en Bariloche, pero por cuestiones logísticas no se pudo dar que asistiéramos personalmente a tamaño acontecimiento. Pero no nos perdimos el partido que Francia le ganó a Marruecos, convirtiéndose por lo tanto en rival de Argentina en la final del domingo siguiente, y también fuimos un rato a disfrutar de la playa. Alicia había arreglado encontrarse el jueves con su amiga en Montevideo y la llevé temprano a la terminal de ómnibus. Íbamos a ir a visitar a Congo y Lena a la noche pero a ellos se les complicó quedando postergado ese encuentro. Coti cumplía años ese día y le mandamos un mensaje de felicitaciones. Haciendo orden en el galpón decidimos tirar tres valijas viejas que ya no cumplían ninguna función útil y el viernes las llevamos con el auto al vertedero, donde se podía tirar cualquier cosa menos animales muertos, según el guardia de la entrada. Le preguntamos por las pilas usadas y nos sorprendió que repitiera lo mismo. Por suerte había un recipiente en el supermercado Devoto para ese fin. Estaba previsto que llegara Lucia, la sobrina de Alicia a la noche y compramos carne y chorizos para hacer un asado el sábado. Ella llegó bastante tarde junto con su tranquilo perrito Doni, después de salir del trabajo y cenamos todos juntos. Aparte de las muy esporádicas lluvias continuaba la sequía y el buen tiempo por lo que hicimos el sábado el programado asado y lo comimos afuera, desde luego después de ver el partido de Croacia - Marruecos. Todos dormimos hasta tarde el domingo y apenas alcanzamos a terminar el desayuno antes de que comenzara la extraordinaria y emocionante final del campeonato de fútbol que terminó ganando Argentina por penales. Más tarde hubo playa y por primera vez me anoté también para bajar caminando ya que era manejable mi molestia en la espalda. Alicia había preparado una tarta sin gluten de pollo, con restos del pollo que habíamos congelado el domingo anterior y después de la cena partió Lucía de regreso a Montevideo en su auto. Desde luego hubo cantidad de mensajes y videos cruzados con familia y amigos después de la hazaña argentina en Qatar.
Lunes 19. Dado que continuaba dolorido de la espalda decidí finalmente ir a la tarde a la emergencia de nuestra policlínica en Piriápolis después de dejar a Alicia en el centro. Afortunadamente no había nadie y luego de una corta espera me atendió un médico quien sin más vueltas me recetó un anti inflamatorio oral y me dió la orden para hacer una radiografía. El remedio lo retiré de inmediato en la farmacia de la policlínica y llamé al hospital de Pan de Azúcar donde me dieron un turno para el 30 de diciembre a la mañana. Me encontré luego con Alicia en el centro e hicimos una escapada hasta la casa del arquitecto en Punta Fría para averiguar cómo estaba el trámite de regularización de los planos de la casa. Por enésima vez no estaba en su casa y como consuelo regresamos al centro a comer sendos helados en una heladería muy buena que competía con El Faro. Antes de acostarme comencé con la medicación, que tenía que tomar cada ocho horas y de inmediato noté una marcada mejoría. En una charla anterior con nuestro vecino Congo nos pusimos de acuerdo para celebrar juntos el 24 y 25 de diciembre, comenzando en nochebuena con un medio cordero que pensaba hacer él en su parrilla. Nosotros colaborábamos con un pedazo de carne y ensalada. El 25 nos reuniríamos nuevamente para compartir restos. EL martes salimos a aprovisionarnos para los eventos además de comprar una batidora eléctrica para reemplazar la que se nos había roto. Mientras tanto en Buenos Aires se suponía que el pueblo iba a homenajear a la selección de fútbol, pero todo terminó en un caos monumental. En mi opinión había sido un disparate declarar feriado en todo el país, y otro disparate era pensar que los jugadores iban a poder circular con seguridad en su ómnibus abierto con millones de personas amontonadas en el recorrido y en la avenida 9 de Julio. Entre el fanatismo, el alcohol y las drogas se preparaba la tormenta perfecta, pero por suerte retiraron a tiempo a la selección en helicóptero y por milagro hubo pocos heridos entre la multitud, evitándose una catástrofe. Una vez más privó la ineptitud y la improvisación. Alicia hizo a la tarde una escapada en bicicleta a la peluquera del barrio que ya la había atendido antes con buen resultado. Teníamos lindos días soleados pero con bastante viento, y el miércoles me dediqué a rebajar el falso papiro que teníamos en la zanja de desagote del lavarropas y que había crecido muchísimo durante nuestros meses de ausencia. El 22 nos comunicamos con Gabriel para felicitar tanto a ellos por su aniversario de matrimonio como a Lucia por su cumpleaños. Había mucha actividad en su casa de Alberti pues además de la fiesta con niños estaban la madre y la hermana de Valeria. Nuestro pozo ciego ya se había llenado nuevamente y ese día vino el camión a vaciarlo además de hacer la limpieza de la grasera. El viernes hicimos una nueva salida al centro para completar las compras y Alicia dedicó la tarde a hacer la limpieza de navidad de la cada mientras que yo limpiaba los vidrios de las ventanas. Desde la provincia de Buenos Aires se acercaba un frente frío y a la noche refrescó mucho además de caer un poco de la tan necesaria lluvia que necesitábamos. Para el desayuno del sábado abrí el pan dulce que habíamos comprado, mientras Alicia atacaba las masas de azafrán sin gluten que había hecho días anteriores. Nos comunicamos con las familias y amigos tanto aquí como en Suecia intercambiando buenos deseos. A media tarde abrimos nuestros respectivos paquetes y quedé muy satisfecho con dos libros y prendas de ropa. Nosotros contribuíamos a la cena de nochebuena con Lena y Congo con una picaña (tapa de cuadril) que hicimos en nuestro horno y con una ensalada de papas, chauchas y huevos duros. Cuando estimamos que la carne estaba lista partimos con las bicicletas y estuvimos de charla mientras se terminaba de hacer el cordero y los chorizos en la parrilla. Queríamos que la cena no fuera muy tarde pero no hubo caso y nos sentamos a comer cuando ya eran cerca de las diez de la noche. La velada fue muy linda pero también muy larga pues recién a las dos y media de la mañana regresamos a casa. Tanto la picaña como el cordero y los chorizos fueron excelentes. El día de navidad armamos la mesa en la cochera y recibimos a Lena y Congo que vinieron con los restos del día anterior. Como era tradición habíamos preparado una ensalada de fruta que acompañamos con helado. Desde Burzaco nos llegó la sorpresiva noticia de que Karin estaba nuevamente embarazada, nieto número 11, que vendría en agosto.
Lunes 26. Como en días anteriores nos sentamos en el jardín a desayunar a la sombra y más tarde salimos a hacer algunas compras. También hablamos con Gabriel para ultimar los detalles de un plan que habíamos esbozado estando en Buenos Aires. Ellos cruzarían con el auto en el ferry de Colonia Express a Colonia el 17 de enero viniendo a pasar dos noches con nosotros en Piriápolis. El 19 iríamos a pasear por Montevideo pernoctando allí en un hotel y al día siguiente continuaríamos a Mercedes pues se anotaban para los tres últimos días del festival de jazz a la calle que se hacía en esa ciudad. Nosotros habíamos reservado alojamiento hacia tiempo en una casa que disponía de suficientes camas para todos. El lunes 23 seguiríamos hasta Gualeguaychu para pasar tres días en las termas de Guaychu, donde Gabriel ya había reservado un bungalow. Luego avisó Agustín que él también había reservado un bungalow para participar con Coty, Camilo y Luz. Con Johanna logramos comunicarnos el día de su cumpleaños y ese mismo día pasamos por la emergencia para que ALicia se hiciera ver el hombro derecho que le estaba causando mucho dolor. El procedimiento fue similar al mio, anti inflamatorio y reservar un turno para radiografía. De Rudi recibí la triste noticia del fallecimiento de Lore, que había sucedido unos días antes aunque no me dió la fecha exacta. Afortunadamente murió en paz y rodeada de su familia. Pensando en la comida del fin de semana hicimos el jueves otra ronda de compras en la ciudad, además de ir a la tardecita a la playa a disfrutar del hermoso día. El viernes madrugamos para desayunar antes de partir hacia el hospital de Pan de Azúcar a hacerme la radiografía de columna. El técnico llegó casi una hora tarde, pero lo perdonamos porque Alicia pudo hacerse también la suya aunque estaba programada para el 11 de enero. Para saber los resultados teníamos que sacar turno en la policlínica de Piriápolis con nuestra doctora. Volvían los días calurosos, el viernes con un tope de 33 grados y ninguna nube a la vista, y así siguió el sábado. Ese día bajamos a la playa por la tarde y estando allí llamó Ricardo para avisar que venía a vernos con el presupuesto del muro. Regresé entonces y se confirmó lo que sospechábamos, la obra iba a costar una fortuna dado el tamaño y la necesidad de hacer importantes cimientos. No estaba a nuestro alcance lo que pedía, y además había descubierto que la columna de la esquina de la galería tenía la base deteriorada, prefiriendo atacar ese problema estructural. Quedó en pasarnos ese presupuesto y aparentemente iba a poder comenzar el trabajo a los pocos días. Íbamos a recibir el nuevo año solos y con un menú de pescado, con camarones y salsa golf como entrada y salmón al horno como plato principal rematando con ensalada de frutas con yogur. A pesar de estar en contra de los fuegos artificiales, ya que había decidimos verlos, así que el año nuevo nos encontró sentados en el techo con el infaltable espumante para el brindis. Habíamos comprado un matambre para hacerlo a la pizza el domingo en la parrilla, pero el sofocante calor de la mañana terminó a la tarde con una tormenta y chaparrones de modo que lo hicimos en el horno previo proceso de tiernizado del matambre en leche. Salió muy sabroso, superando nuestras expectativas.
Lunes 2 de enero. Teníamos que llamar temprano a la policlínica y conseguimos un turno con la doctora para el día siguiente a las siete y media de la mañana. La tormenta del día anterior aun no había cesado por completo y teníamos bastante viento además de uno que otro chaparrón, pero se suponía que mejoraría a la tarde por lo que estaba decidido a hacer en la parrilla los chorizos que no habíamos hecho el domingo además de calentar el matambre que había sobrado. Finalmente no se cumplió el pronóstico e hice los chorizos en la parrilla bajo una lluvia intermitente mientras que el matambre lo calentábamos en el horno. Recién hacia el atardecer se fue despejando y cuando ya se acercaba la puesta del sol salimos a caminar con mate y termo pasando por la casa de Congo y Lena donde nos quedamos a charlar un rato con ellos. Madrugamos el martes para llegar a la policlínica a las siete y media de la mañana, y la doctora apareció con apenas diez minutos de retraso. Como resultado de la visita nos remitió a ambos al traumatólogo, además de pedir para Alicia un ecografía de control de la tiroides. A mi me encontró un poco alta la presión y me dijo que fuera tres veces por semana a la clinica a controlar la presión pues si seguía así me iba a medicar. Regresamos a casa a desayunar afuera en el jardín, nuevamente con un lindo día en que se pronosticaban temperaturas que rondaban los 30 grados. El control de presión comenzó al día siguiente y los valores fueron normales. Ese día habíamos reservado una mesa para cenera en La Corniche y asistir luego a un espectáculo de flamenco que fue espectacular y más aun teniendo en cuenta que eran tres uruguayos y un brasilero. Como siempre, los artistas que invitaban a estos eventos eran de muy buena calidad. Alicia se alegro mucho cuando nos confirmaron desde Malmö que el 18 de febrero llegarían sus hijos Magela y Marcos junto con los dos nietos. El padre de los niños vendría en una fecha posterior debido a su trabajo. La madera exterior de la casa estaba necesitando protector y el viernes 6 comencé con esa tarea, para lo cual nos levantamos bien temprano a desayunar y comenzar luego el trabajo en la pared del fondo antes de que llegara allí el implacable sol que no nos daba tregua. Alicia le adelantó la mitad del presupuesto del cambio de columna a Ricardo, quien prometió comenzar el trabajo el lunes. Al día siguiente completé el pintado de los marcos y postigos del fondo y hacia el atardecer fuimos hasta la playa San Francisco, abarrotada de turistas a pesar del fuerte viento. Como solía suceder en verano, el domingo aparecieron las medusas y en una cantidad tan grande que la municipalidad tuvo que mandar gente a recogerlas de la playa. Alicia fue a la playa pero no se metió en el agua, mientras que yo preparaba el asado en la parrilla para la cena.
Lunes 9. A Ricardo se le complicó, como solían decir los contratistas, y no se inició el trabajo. Hilian e Isabel estaban en Punta del Este pues había recambio de turistas en el departamento que les alquilaban, y aprovechando esa situación les propusimos juntarnos a cenar. Les debíamos una salida para celebrar con atraso sus respectivos cumpleaños y nos encontramos en Maldonado en el pintoresco y antiguo restaurante Florida 898. Se llamaba café bistró pero ofrecía cena también, y tuvimos un grata velada con ellos después de varios meses sin encontrarnos. Al día siguiente regresaban a su casa de Valizas. Al día siguiente, cumpleaños 81 de Cacho, fuimos temprano a la policlínica pues Alicia tenía que dejar muestras para los análisis que pedía su doctora. Yo continuaba controlando mi presión tres días a la semana y los valores seguían siendo normales. La amiga Alicia que vivía en las cercanías de Málaga estaba en Uruguay y la habíamos invitado a pasar unos días con nosotros. Vino el jueves al mediodía en omnibus procedente de Montevideo y aunque no fuera la fecha la recibimos con unos buenos ñoquis sin gluten. A la tardecita salieron las dos Alicias a caminar por la costa y ver la puesta de sol. Finalmente apareció Ricardo con su hijo menor el viernes a la mañana y con su rapidez habitual quitó la columna existente (estaba solo apoyada en la platea!) hizo un profundo pozo, colocó la columna nueva de madera tratada y rellenó el hueco con cemento. A la tarde había completado la tarea y por suerte teníamos cerámicos de sobra para reemplazar los que hubo de romper en la galería. Nosotros salimos a dar una vuelta con el auto y Alicia cambió su pasaje en la terminal pues tenía pasaje para el sábado y nosotros le habíamos propuesto ir esa noche a cenar a La Corniche y escuchar a la conocida cantante uruguaya Rossana Taddei. Al finalizar la gira pasamos por la recientemente inaugurada sucursal de la heladería El Faro más cercana a la casa y compramos helado para llevar. El sábado salimos antes de la puesta del sol hacia Punta Colorada y dejando el auto en el estacionamiento del restaurante hicimos una caminata por el lindo paseo costanero nuevo. La muy histriónica cantante hizo un show que conquistó al público y Alicia se alegró mucho de poder haber asistido a ese espectáculo. Ella partió de regreso el domingo después del desayuno y nosotros recibimos más tarde a la Eco barométrica pues después de tres semanas de uso se nos había llenado ya el pozo ciego. También le dí la primer mano de protector marrón a la columna nueva para quitarle el color verdoso.
Lunes 16. Mariano de Karin cumplía 45 años y lo llamamos en su pausa del mediodía para felicitarlo. A la noche se iba a juntar toda la familia en su casa a festejar. Mientras tanto Karin nos confirmaba que el 16 de abril viajaba a Suecia con Laia por tres semanas. Era la víspera de la llegada de Gabriel con Valeria y mis nietas, e hicimos una escapada al centro a aprovisionarnos. Además me hice cortar el cabello que por cierto estaba bien largo. En el negocio Las Victorias encontramos una mesa baja plegable de madera que nos gustó para hacer nuestros picnics en el jardín y también para llevar de viaje de modo que la compramos. El martes a las doce y media nos confirmó Gabriel que habían embarcado y partían para Colonia. Desde allí hicieron con el auto el trayecto largo por la ruta 11 y los tuvimos en casa pasadas las seis de la tarde. Habíamos preparado empanadas para la cena, pero como había mucho entusiasmo por ir a la playa primero bajamos todos caminando y para diversión de Lucía y Olivia nos quedamos allí hasta la puesta del sol. Las niñas acostumbraban acostarse muy tarde por lo que no hubo problemas en postergar la cena, y no hubo apuro por desayunar ya que también se despertaban bien tarde. Estaba planeado que se quedaban una noche más y luego partiriamos para Montevideo, pero en vista de las altas temperaturas y la tentación de la playa prefirieron agregar un día más a la estadía y cancelar la ida a Montevideo. No estábamos seguros de que pudieramos cancelar las reservas sin costo y averiguando en internet descubrimos que por error habíamos reservado las habitaciones para el mes de febrero, asi que cancelamos sin problemas. La madre de Valeria había mandado un matambre arrollado congelado que acompañó a las empanadas sobrantes en el tardío almuerzo del miércoles, y a la noche fuimos a cenar al restaurante Las Caracolas de Las Flores. Esta vez no nos pareció tan buena la comida, tal vez habían cambiado al cocinero. Con sol y calor hubo playa el jueves también, pero temprano ese día fuimos Alicia y yo a la policlínica local y luego a Pan de Azucar a que Alicia se hiciera sendas ecografías, que incluían control de su tiroides. Curiosamente era el mísmo especialista que hizo ambas con su equipo portatil. A la tarde vimos elevarse una densa columna de humo en dirección a Piriápolis y al rato nos enteramos que se trataba de un incendio en una parte arbolada del barrio Pueblo Obrero, que amenazaba con extenderse a la parte poblada. Afortunadamente lograron extinguirlo antes de que pasara a mayores.Como todos los años se había instalado la carpa del circo Transat en el parque del castillo de Piria y a la noche fuimos todos a ver el buen espectáculo, diferente al de los circos tradicionales. El cobro de la función era como siempre a la gorra. llegó así a su fin la corta estadía de los chicos en la comarca.