Marzo a abril 2011
A pocos meses de mi viaje anterior volví a la Argentina en marzo del año 2011, esta vez junto con Johanna. Habíamos decidido que trataríamos de darles una sorpresa en Buenos Aires al no avisarles que vendría Johanna también.
El viernes 18 al mediodía vinieron Johanna y KF al mediodía a mi departamento y bajamos a almorzar al restaurante thailandes frente a casa. Apareció Gerd también ya que quería mandar algunas revistas a Karin y Viktoria. Luego nos llevó KF en su auto a la estación central para tomar el tren a Copenhagen. Por suerte habíamos decidido usar el tren ya que el puente había sido clausurado para el tránsito automotor al haber riesgo de que cayeran bloques de hielo de los pilones del puente. Desde el tren vimos las largas colas de vehículos detenidos esperando que se reabriera el paso. Esta vez volabamos con Iberia por lo que nuestro primer tramo era a Madrid y salimos con poco atraso a raiz de lo cualllegamos casi a horario a Madrid. Habíamos quedado con Mery que nos encontraríamos en el aeropuerto para saludarla y allí estaba ella. Yo le había informado equivocadamente que llegaríamos a la terminal 2, ya que en realidad fue la terminal 4. Mery se trasladó entonces a la T4 y finalmente nos encontramos. El vuelo a Buenos Aires partía a la una de la mañana de modo que tuvimos tiempo de sobra para sentarnos en una confitería y comer algo mientras charlábamos y hacíamos intercambio de regalos y envios. Mery quería aprovechar para mandarle sendos paquetes a Rodrigo y Micaela. Dado el tamaño de la terminal decidimos trasladarnos con buen margen hasta la puerta de embarque, y tardamos una buena media hora en llegar. A esa altura y siendo ya medianoche estabamos bastante cansados y a punto de quedarnos dormidos.
Poco después de la una de la mañana partió nuestro vuelo de Iberia a Buenos Aires, y cuando alcanzamos altura de crucero nos sirvieron una cena, de modo que era bien entrada la noche cuando finalmente pudimos tratar de dormir. Hicimos un vuelo muy sereno sobre el Atlántico y antes de llegar a Ezeiza nos sirvieron también un desayuno liviano. Con una hermosa mañana de sol aterrizamos a las nueve y media y después de una cola bastante larga en la inmigración y cierta preocupación al demorarse la aparición de mi valija nos encontramos finalmente con Gabriel, Karin y Viktoria. La sorpresa fue relativa después del desliz de un amigo de KF; se hicieron como que no sabían que venía Johanna, pero de todos modos fue muy emocionante.
Karin tenía que ir a la iglesia sueca ya que a la tarde iba a haber cine-debate, por lo que la dejamos allí antes de ir al departamento de la Boca. Era la primera vez que Johanna veía el departamento y le gustó mucho. Mientras armábamos un almuerzo apareció Agustín y luego partió con Gabriel a Tigre a hacer un transporte. Bajé a la calle a ver la camioneta nueva, más grande y nueva que la anterior. Llamé tambien a Bariloche y en la casa de Elsa estaba Facundo, sin saber cuando regresarían los Barria de su gira por el sur. Con la tía Ellen tuve un poco más de éxito pues me dijo que sospechaba que llegarían en algun momento del fin de semana. Luego nos duchamos y cambiamos de ropa antes de ira caminando hasta la iglesia donde llegamos bastante antes de que comenzara la película. Karin estaba organizando la comida y bebida que se serviría al final del debate, y después de un rato vimos la película “Muerte en un funeral” que era una comedia inglesa muy divertida, dirigida por un americano. No hubo mucho debate al final pero si un ataque a la mesa de comida. Cristina apareció al comienzo de la película mientras que Gabriel y Agustín lo hicieron hacia el final. Después de hacer orden dejamos la iglesia y partimos todos a la Boca para ir a comer a la pizzeria Augusto, y como estabamos ya bien cansados regresamos al departamento para acostarnos.
El domingo me desperté bastante temprano como siempre, pero me quedé un rato en la cama escuchando radio antes de levantarme a preparar scones para el desayuno, a pedido de Karin. De a poco fueron apareciendo todos y nos juntamos a desayunar. Francisco habia pernoctado en casa de amigos y regresó mientras estábamos desayunando. Era una mañana muy linda y a sugerencia de Karin decidimos ir a visitar la villa de Victoria Ocampo en Beccar. Fuimos primero a ver el departamento de Brin donde estaban Agustín y Cristina. Pude comprobar que habían hecho notables progresos, al estar ya habitable el departamento con todos los cerramientos colocados y una instalación eléctrica provisoria. Cristina y Agustín decidieron venir con nosotros a Beccar de modo que emprendimos viaje todos en la camioneta. Ya estábamos de nuevo con apetito y paramos en un Mc. Donalds sobre la avenida del Libertador en La Lucila a almorzar antes de continuar hasta la villa Ocampo. Había que pagar una entrada de 15 pesos por persona e incluía una visita guiada que comenzó al rato de nuestra llegada. Mientras tanto paseamos por el hermoso jardín y estudiamos la magnífica residencia desde afuera. La visita guiada fue muy ilustrativa y nos aportó mucha información sobre la interesante vida de Victoria Ocampo. Demoró más de una hora y luego decidimos emprender el regreso, dejando a Cristina en su departamento de Florida. Pasamos también por el Carrefour de Vicente Lopez a comprar lo necesario para preparar las albóndigas planeadas para la cena y comimos todos juntos mientras que en la calle se podía observar el caos habitual que se producía cuando había partido en la cancha de Boca.
El lunes a la mañana volvió todo el mundo a su rutina habitual, Francisco yendo a la escuela, Karin y Viktoria a sus respectivos trabajos, y Johanna y yo yendo al centro con Gabriel y Agustín en su camioneta, previa compra de cinturones de seguridad para instalar en la lolita. Agustín tenía un transporte desde el Once y nos dejó en el centro. Gabriel se fue por su lado a atender un trabajo mientras que Johanna y yo fuimos hasta la Asociación Sueca a dejarle a Lotta sus encargos y luego fuimos caminando hasta Falabella a comprar un nuevo celular a Karin al haberse roto el suyo. Johanna consiguió también zapatillas para Sara. Regresamos con nuestras compras al trabajo de Viktoria previo paso por el bar de ensaladas chino para compartir un almuerzo liviano. Luego fuimos caminando por la 9 de julio hacia Retiro para comprar el pasaje de micro de Karin para el 22 de marzo a las 19:00 con la empresa Crucero del Norte. Después de la larga caminata decidimos tomar el subte de regreso al centro y cuando Viktoria terminó de trabajar fuimos caminando hasta una confitería en San Telmo donde nos esperaba Karin con su bicicleta. Tomamos unas buenas limonadas y apareció también Gabriel de pasada en camino al hogar de ancianos donde estaba Laura. Nosotros continuamos caminando a la Boca hasta la escuela de foto donde Karin tenía su primer día de clases. Nos mostró las instalaciones y después regresamos para hacer las compras necesarias para las empanadas que iba a preparar Gabriel. Por un mensaje electrónico me había enterado que Elsa y Cacho estaban de regreso en Bariloche y me comuniqué con Elsa para organizar nuestra visita. Ella no sabía aun a la mañana si la cabaña de siempre estaba disponible, pero a la noche nos comunicamos nuevamente y me confirmó que estaba libre. También prometió ir a buscar a Karin a su llegada a bariloche el 23 a la tarde ya que nosotros calculábamos llegar a Bariloche el 24 a la mañana en el mejor de los casos. Después de comer todos juntos las empanadas preparadas por Gabriel llevamos las pertenencias de Francisco al departamento de Brin ya que el iba a instalarse allí durante la ausencia de Gabriel. También cargamos nafta en una estación de servicio cercana antes de regresar al departamento e irnos a dormir.
El 22 me desperté a eso de las seis y media y me puse en marcha con los preparativos del viaje a la espera de Agustín, quien me iba a ayudar a colocar los cinturones de seguridad. El se demoró bastante al haberse quedado dormido y cuando vino nos pusimos a hacer los agujeros. No fue facil instalarlos y quedaron más de adorno que otra cosa pero finalmente terminamos esa tarea y también la fijación del asiento trasero que estaba flojo. Entre una y otra cosa salimos de la Boca a las diez y media de la mañana, cuando Karin ya había partido al trabajo. Con poco tráfico tomamos la autopista del oeste hacia Lujan y desde allí continuamos por la ruta 5 hacia Santa Rosa. Era un hermoso día de sol pero a medida que avanzábamos hacia el sur se fue cubriendo y el cielo se veía muy amenazador, además de levantarse un fuerte viento. A la altura de Trenque Lauquen nos paró la policía caminera y nos objetaron que lleváramos la bicicleta de Gabriel colgada atrás de la camioneta. Aparentemente no se podían llevar objetos que sobresalieran más de 10 centímetros del paragolpes o algo así. También observaron que el matafuegos no habia sido revisado anualmente, si bien estaba cargado. A poco de continuar hacia el sur comenzó a llover y de a ratos lo hacía con mucha intensidad, pero antes de llegar a Santa Rosa volvió a aparecer el sol y la puesta fue un espectáculo magnífico. Ya con las últimas luces del día llegamos hasta el hotel del ACA, donde Gabriel había hecho reservas, y nos instalamos en un duplex grande con cama doble en la planta baja y cuatro camas individuales en la planta alta. Al rato abrió el comedor del hotel y cenamos muy bien, atendidos por un mozo muy especial, extremadamente ceremonioso al punto de no saber si nos estaba tomando el pelo.
Habíamos decidido que ibamos a salir a eso de las ocho de la mañana del día siguiente, teniendo en cuenta que queríamos hacer de corrido los 1000 km que nos faltaban para llegar a Bariloche. Era nuevamente un hermoso día de sol, y después de tomar el desayuno en el hotel continuamos nuestro viaje hacia el sur. Después de cargar nafta en General Acha tomó el volante Viktoria y manejó unos 100 km hasta Chacharramendi. Luego continué yo los 200 km restantes hasta salir a 25 de Mayo donde paramos a almorzar en una parrilla. De allí en más continuó Gabriel y después de atravesar por Neuquén a la tardecita vimos las últimas luces del sol cuando pasamos por la represa del Chocón. Llegamos a Piedra del Aguila pasadas las nueve de la noche y allí buscamos el restaurante que ya conocíamos de un viaje anterior. Cuando nos habíamos instalados y quisimos pedir la comida nos dijo la moza que no nos iban a poder servir al haberse descompensado el cocinero al punto que habían pedido una ambulancia. Nos corrimos entonces a la pizzería de la esquina y allí comimos pizza y empanadas como únicos comensales. Luego partimos para hacer los últimos 200 km a Bariloche con una noche fría y despejada que nos obligó a sacar todos nuestros abrigos. La calefacción de la camioneta no era muy eficiente por lo que a pesar del abrigo pasamos bastante frío en el auto. Gabriel había estado en contacto con Karin, quien nos esperaba en la cabaña de siempre a una cuadra de la casa de Elsa. La ciudad de Bariloche se veía muy bonita de noche con todas sus luces. Poco después de las dos de la mañana del miércoles llegamos finalmente a destino y nos instalamos en la cabaña donde de a poco fuimos entrando en calor nuevamente. Karin ya se había dormido pero se levantó cuando llegamos. Yo ocupé el sofá cama del living y dormí hasta casi las nueve de la mañana. Después de ducharme subía a la casa de Elsa donde la encontré a ella y Cacho y tomé el desayuno. Las chicas fueron apareciendo de a poco y al mediodía bajamos al centro pasando primero por la casa de la tía Ellen. Le dejé el té que le había traido y estuvimos charlando un rato con los tíos hasta que apareció Gabriel. En el centro hicimos algunas compras, incluido un sueter para David ya que era el día de su cumpleaños. También fuimos al kiosko donde trabajaba Rodrigo, quien no estaba, pero aproveché el locutorio para llamar a Mery. Subimos de allí hasta la casa de David, donde nos recibieron con tortas y luego pizza. Ya bastante tarde comenzaron a aparecer parientes de David y la casa se llenó a la hora en que decidimos levantar campamento ya que seguíamos estando bastante cansados. Yo me quedé a dormir en casa de Elsa mientras que los chicos fueron a su cabaña.
Pese a que el pronóstico había anunciado nuevo día de sol, el viernes amaneció con lluvia y tuvimos la duda de partir al Tronador o postergarlo. Finalmente decidimos ir y armamos el pic-nic después del desayuno partiendo poco después de las nueve de la mañana. El camino al cerro Tronador y a la cascada los Alerces tenía horarios de entrada y de salida, y por la hora en que entramos había que ir primero hasta el cerro Tronador que eran 40 km de tierra bordeando el lago Mascardi y atravesando luego la Pampa Linda. Cuando llegamos al fin del camino estacionamos la camioneta y continuamos caminando un corto trecho por una picada que llevaba a la Garganta del Diablo. Antes de llegar allí habian cortado la picada a causa del riesgo de derrumbes, pero teníamos una vista imponente de la base del cerro Tronador. Al regresar a la camioneta armamos el pic-nic adentro del auto y al rato comenzó a llover suvamente. Cuando emprendimos el regreso paramos después de un corto trecho para observar el ventisquero negro, ya en pleno retroceso como muchos otros glaciares. Tuvimos que esperar hasta las 16:00, hora en que se podía emprender el regreso, y teníamos la intención de ver la cascada Los Alerces también, pero resultó que al haber partido con medio tanque de nafta solamente de Bariloche no nos alcanzaba para hacer los 40 km ida y vuelta que significaba desviarse a la cascada, por lo que continuamos viaje y pasamos a saludar a Lucia en el camping donde vivía con su pareja y su hija. Dimos con su casa después de preguntar en el camping y estuvimos un rato con ella calentandonos y tomando unos mates antes de regresar a Bariloche. Elsa armó una cena rápida y luego inciamos una carioca que dejamos en suspenso al estar todos muy cansados.
El sábado amaneció frío y con nieve en los cerros. Las chicas vinieron a la casa de Elsa a desayunar y luego bajamos caminando al centro a hacer compras. Hicimos una pausa en Jauja ya que tenía wi-fi y luego regresamos en colectivo a la casa de Elsa a prepararnos para ir a la casa de té de la península San Pedro. Gabriel se había quedado trabajando en la cabaña y arrancamos desde allí con la lolita mientras Elsa y Cacho buscaban al tio Andrés y la tia Ellen en el centro. Nos encontramos todos en la península frente a la casa de té Paila-Có poco después de las cinco de la tarde y nos sentamos los nueve que eramos alrededor de la misma mesa ovalada grande que habíamos utilizado la vez anterior. Todo estuvo muy bien como siempre, aun con escasez de scones. Al regreso a la ciudad llegamos justo para ver el partido amistoso de futbol entre la selección argentina y la norteamericana antes de completar el juego de carioca que habíamos comenzado la noche anterior.
Así llegó el último día de la estadía de Karin en Bariloche ya que a las 15:00 tenía que partir de regreso a Buenos Aires con el servicio de Crucero del Norte a causa de su trabajo. Decidimos bajar a almorzar al restaurante La Vizcacha junto con Cacho y Elsa y luego pasamos a buscar a la tia Ellen quien vino con nosotros hasta la terminal de omnibus. Karin salió puntualmente y desde la terminal fuimos hasta la casa de Mery donde nos estaban esperando Rodrigo y Micaela. Era nuevamente una hermosa tarde de sol y se podía apreciar a pleno la magnífica vista de la cordillera. No nos pudimos quedar mucho rato porque la tía había arreglado hacer una reunión en su casa, de modo que regresamos y de a poco fueron viniendo el Chule, su hijo, y Eleonor con dos de los suyos. La tía había hecho pizzas con harina integral que estaban muy buenas, y torta de manzana. Viktoria sufrió bastante con su alergia a los gatos y mientras ella regresaba a la casa con Elsa nosotros llevamos a Eleonor a su casa ya que no tenía su vehiculo al haber chocado esa misma tarde. Estuvimos un rato en casa de Elsa mirando una serie inglesa y luego fuimos a la cabaña ya que yo había decido pernoctar allí. La estufa se había apagado al funcionar mal el piloto, pero de una u otra manera lograron ponerla en marcha en forma provisoria. La heladera que estaba en el living hacía mucho ruido y la desconectamos durante la noche por lo que a la mañana ví que se había hecho una laguna en el piso. Por suerte no se había descongelado del todo aún.
El lunes 28, día del cumpleaños de mi hermana, amaneció muy frio y nublado pero al rato se despejó y se convirtió nuevamente en un día muy lindo. Los chicos bajaron al centro a un wi-fi mientras que yo me quedé en casa buscando información en los diarios de mi padre para agregar a mis memorias. Habíamos decidido ir también a la cascada Los Alerces al no haber podido verla el día de la excursión al Tronador a causa de la falta de nafta. Salimos con una tarde radiante a eso de las tres y media y cuando llegamos a la entrada al camino vimos que la casilla de Parques Nacionales estaba ya cerrada por lo que no tuvimos que pagar. Después de unos diez kilómetros llegamos al puente de los Rápidos y antes de cruzarlo tomamos el camino a la cascada. A poco de andar vimos la laguna Los Moscos desde una altura apreciable por el camino de cornisa, y al pasar el lago Hess vimos el cerro Tronador a la distancia en todo su esplendor sin ninguna nube. La cascada Los Alerces era fin de camino y dejamos la camioneta estacionada para caminar por la pasarela de unos 250 metros que llevaba hasta la cascada. Había pocos turistas y pudimos ver muy bien el espectáculo. Al regreso al auto entré con Viktoria a la hostería a comprar un sandwich y gaseosas, y ya estábamos en el horario en que se podía emprender el regreso de modo que emprendimos camino con mucha lentitud al estar el camino en pésimas condiciones. Todo el trayecto era espectacular, especialmente al ser un día tan lindo. De a poco fue descendiendo el sol y cuando llegamos a Bariloche ya era noche cerrada. En casa de Elsa había aun muchos invitados, aunque algunos que querían vernos ya se habían retirado. Comimos sandwiches y empanadas, además de una cantidad de tortas preparadas por Elsa, y a eso de las once de la noche, cuando se retiraron todos los invitados, regresamos caminando a nuestra cabaña a dormir. Nuevamente desenchufé la heladera para evitar el ruido infernal que hacía, aun sabiendo que a la mañana ibamos a tener una laguna en el living.
Al haber anunciado nuevamente un buen día decidimos hacer el martes la excursión al cerro Lopez que no habíamos podido hacer durante la visita anterior a Bariloche. Nos levantamos relativamente temprano y poco después de las nueve de la mañana partimos equipados de bastante ropa y provisiones en tres mochilas. Estacionamos al pie de la picada y comenzamos la subida, pero al haber un alambrado donde iba la picada principal comenzamos por otra que nos dio bastante más trabajo al principio. Haciendo frecuentes paradas fuimos subiendo y apreciando al mismo tiempo el magnifico paisaje. A media altura nos encontramos con una confitería desconocida para mí. Allí hicimos un descanso y comimos parte de las provisiones antes de continuar por la picada y después de tres horas de subida total llegamos al refugio. Hicimos un nuevo descanso y luego decidimos Gabriel y yo continuar un tramo de la trepada a la cumbre mientras las chicas esperaban en el refugio. Después de ascender un rato por el pedregal decidí no seguir, mientras que Gabriel seguía un poco más para sacar fotos. Lo esperé un rato y como demoraba bastante en volver sospeché que había subido bastante más por lo que dejé las dos mochilas y seguí trepando para encontrarme con él. También me crucé con algunos mochileros de bajada y estuve charlando un rato con uno que había partido a las siete de la mañana de bahía Lopez para trepar por el paredón norte del cerro y regresar por el refugio. Finalmente apareció Gabriel, quien había llegado hasta la olla. La bajada hasta el refugio era más dificultosa que la subida pero finalmente llegamos y después de un corto descanso partimos los cuatro de regreso. Decidimos hacerlo por el camino de vehículos hasta la confitería y de allí en más continuamos por la picada, que también era dificultosa por ser bastante empinada en algunos trechos ademas de tener tierra suelta. Gabriel se nos adelantó y cuando llegamos al auto ya lo estaba lavando. Al regreso a Bariloche nos duchamos todos y cenamos con Elsa y Cacho. Gabriel y yo nos quedamos mirando el partido de Argentina con Costa Rica, que comenzó a las once de la noche y que fue bastante aburrido, mientras que Viktoria y Johanna se fueron a dormir más temprano.
La noche del martes al miércoles fue bastante ventosa y el viento continuó durante el día miércoles. Después de la aventura del día anterior nos levantamos un poco más tarde y al mediodía bajamos caminando para ir a ver el museo del chocolate de Fenoglio. Las dos chicas que estaban allí nos dijeron que se hacían visitas guiadas de unos 50 minutos de duración explicando el origen del chocolate, pero sin ver la fabricación. Pensamos que era un poco largo para ser solo charlado por lo que desistimos y después de comer y tomar algo en una confitería sobre la calle San Martín continuamos hasta la casa de la tia Ellen para esperar allí a mi hermana que había ido al médico. Ella nos acompañó hasta la chocolatería Patagónica, una de las tantas pero que era más económica y de buena calidad. Compramos bastante chocolate allí y lo completamos en Mamushka, además de una caja de alfajores para Mery. Viktoria y Johanna subieron en colectivo mientras que Gabriel y yo decidimos caminar, pasando por la heladería Gredo a comprar helado. Esa noche alcanzamos aún a jugar una carioca con Elsa y Cacho.
A la mañana del miércoles subí de la cabaña hasta la casa después de Haber despertado a Karin en Buenos Aires, y me encontré con que Elsa acabada de sufrir una lesión de columna que la había dejado de cama con intensos dolores. Cacho había llamado ya a la ambulancia para que vinieran a ponerle una inyección desinflamatoria que la calmara un poco. Ella se quedó en cama y hacia el mediodía partimos Gabriel, las chicas y yo en la combi hacia Villa La Angostura. Gabriel quiso salir por la avenida de circunvalación y allí sentimos el intenso viento que aun había en Bariloche. Cuando llegamos al ACA de La Angostura llamó por teléfono al cliente al que ibamos a ver y al estar almorzando en su casa aprovechamos nosotros también para comer en un restaurante cercano al ACA que estaba muy concurrido y era bien económico. Luego nos piloteó el cliente de Gabriel hasta el emprendimiento urbanístico que estaba armando dentro del bosque al pie del cerro Bayo mirando hacia la ladera oeste de la montaña. El proyecto incluía una cantidad de lotes y también varias granjas de 12 hectareas cada una, todo incorporado a una cancha de golf. Todavía estaban tramitando la tala de arboles, de modo que aun era bosque, y caminamos un poco por el llegando hasta el alambrado que lo separaba de un asentamiento mapuche. Vimos también a otros arquitectos trabajando en una casilla con sus computadoras, y ellos nos dieron las indicaciones para ir a una casa de té en la villa. Antes de eso dimos una vuelta por la bahía serena del puerto y luego entramos a la Casita de la Oma a tomar te y chocolate, además de comer dos porciones de torta que estaban excelentes. La Oma integraba un grupo de vecinos opuestos al proyecto que acabábamos de visitar. Ya eran más de las seis de la tarde y emprendimos el regreso a Bariloche yendo directamente a saludar y despedirnos de Micaela y Rodrigo. Compramos también algunas provisiones para cenar en la casa de Cacho y Elsa. Ella seguía en cama pero comenzaba a sentirse mejor después de haber recibido ya una segunda inyección de la serie de seis.
Asi llegamos al final de una nueva estadía en Bariloche. Dejamos la cabaña a la mañana del viernes y nos juntamos todos en casa de Elsa a desayunar antes de bajar al centro a despedirnos de Ellen y Andrés. Elsa seguía muy dolorida y Cacho se ofreció a hacer el almuerzo de carne al horno con guarnición que le salió muy bien. Cargamos todos los bártulos en la Lolita y después de despedirnos partimos con Gabriel a la terminal de omnibus. Nuestro micro partió a la 15:15 y Gabriel salió directamente hacia el Bolsón con la lolita pues su intención era pasar un mes en esa región. Las chicas no habían tomado ninguna medicación y como ibamos sentados en el medio del vehículo no demoraron en sentirse mal después de las curvas del valle Encantado, de Alicura y el Collón-Cura. Vikroria se sentía demasiado mareada como para prestar atención al paraje donde moraba el ermitaño. Por suerte no llegó a mayores y después de Piedra del Aguila se fueron recuperando. Cenamos después de haber pasado General Roca y a la hora de reclinar los asientos vimos que el que ocupaba Johanna no quería funcionar bien, al regresar todo el tiempo a la posición de sentado. Los choferes no podían solucionar el problema, de modo que no fue muy comoda la noche para mi al cederle mi asiento a Johanna. Al amanecer del sábado estábamos ya en la provincia de Buenos Aires con bastante niebla, pero no impidió que el micro llegara a horario a Retiro, ya que además el tránsito era muy fluido. El 2 de abril era feriado nacional al conmemorarse un nuevo aniversario de la invasión a las Malvinas.
Karin vino sola a buscarnos al estar ocupado Agustín con transporte de muebles. Decidimos no tomar taxi en la terminal conociendo la mafia que operaba allí, y finalmente acarreamos todo hasta la avenida del Libertador para tomar el 152 de modo que fue un traslado muy económico. Hacía bastante calor en Buenos Aires y estaba muy húmedo por lo que nos hizo transpirar bastante. Las chicas tomaron sus duchas y en el interín recibimos una llamada del hogar de Laura informando que la habían internado de urgencia en el hospital Argerich al haberse descompensado. Llamé a su sobrina Nelida Baslini, y con Karin fuimos caminando hasta el hospital donde encontramos a Laura en una habitación de la guardia con suero y esperando los resultados de los analisis de sangre. El médico del hospital no pudo darnos mucha información pero parecía claro que había tenido algún problema cardíaco, y tuvimos escaso contacto con ella. Nosotros regresamos a la Boca para ir a comer al restaurante Concierto de Cuchillos donde se nos unió Agustín. Allí demoramos bastante ya que la única cocinera era la dueña y el único mozo el esposo, pero comimos muy bien. Regresamos al hospital y allí nos enteramos que ya la habían trasladado y estaba en la sala de emergencia cardíaca, aunque fuera de peligro. El personal estaba muy ocupado con casos graves de modo que tuvimos que esperar bastante y en el interín vino Jorge Baslini, el sobrino de Laura. Finalmente nos pudo informar una doctora que Laura estaba bien y que la iban a trasladar en ambulancia a una clínica aun no especificada del Pami para tenerla en observación antes de retornarla al hogar. Acordamos con Jorge que el se quedaría allí unas horas y después lo relevaríamos Agustín y yo. Fuimos con Agustín a ver su departamento y los seis gatitos recién nacidos, y también lo encontramos a Francisco, quien estaba viviendo allí. Luego compramos medialunas, jamón y queso para hacer de cena y vino Cristina también. Poco después de la cena partimos Agustín, Cristina y yo al hospital a relevar a Jorge y apenas llegamos nos informaron que venía la ambulancia a trasladar a Laura al sanatorio de Olivos. La vimos muy mejorada a Laura, y mientras Cristina la acompañaba en la ambulancia y Agustín los seguía con la camioneta yo regresé caminando hasta el departamento a dormir al ser ya cerca de medianoche.
El domingo amaneció nublado y a media mañana comenzó a llover intensamente acompañado de una tormenta eléctrica. Pasó bastante rápido y pudimos salir con la idea de ir hasta Palermo a caminar por la zona de la plazoleta Cortazar. Encontramos también el restaurante vegetariano y orgánico donde ya habíamos comido una vez y entramos nuevamente antes de continuar la caminata hasta el Shopping Alto Palermo sobre la avenida Santa Fe. Con el colectivo volvimos a la Boca donde nos encontramos con plenos preparativos para el partido de la tarde. Volvía a ser una linda tarde de sol y subimos a la terraza a vaciar y limpiar la pileta por esta temporada. El cartón original estaba destruido por lo que la guardamos en el baul que los chicos tenían como mesa ratona en el living. La ida al cine postergada del día anterior la hicimos cuando vino un nuevo chaparrón que pasó rápidamente y nos permitió llegar al cine en Puerto Madero sin mojarnos mucho. Vimos la nueva película con Darín “Un cuento chino”, una comedia que nos gustó mucho. A la salida del cine llovía torrencialmente y había rayos continuos. En un momento en que amainó fuimos hasta la avenida Paseo Colón donde conseguimos un taxi para ir hasta la pizzería Augusto. El partido de Boca había terminado y había unos cuantos hinchas borrachos festejando. Agustín se nos unió y nos actualizó sobre el estado de Laura, quien seguía internada mientras le hacían más estudios. Después de la pizza nos separamos de Agustín y volvimos al departamento ya sin lluvia.
Karin regresó a su trabajo el lunes pero recién tenía que hacerlo a la tarde así que Augstín nos llevó por la mañana en su camioneta al galpón de ventas del Ejercito de Salvación donde las chicas se hicieron de una buena cantidad de prendas además de comprar algunos artículos de bazar. Con el colectivo volvimos al centro e hicimos tiempo esperando que se hicieran las doce para almorzar en el club Sueco. Nos encontramos con Nancy y Martín, y como siempre almorzamos muy bien. Mientras Karin iba a su trabajo, nosotros continuamos nuestra recorrida de compras, volviendo bastante agotados a la asociación sueca a la hora que terminaba Karin y con ella y todas las compras regresamos a la Boca. Karin fue a sus clases de fotografía mientras yo preparaba el pesto para los ravioles de la noche. Agustín apareció tambien con la buena nueva de que Laura iba a ser dada de alta al día siguiente. Comimos muy tarde, cuando Karin regresó de su curso y después se fue Agustín a Florida al departamento de Cristina ya que le iba a quedar más cerca para trasladar a Laura al hogar el martes a la mañana.
El martes volvía también Viktoria a su trabajo en el estudio de traducción de Clelia, asi que quedamos Johanna y yo en la casa esperando la pasada del sodero antes de partir a pie al outlet de Alpargatas, a unas 13 cuadras del departamento. Encontramos alpargatas pero no pantalones gauchos para KF. Eran todos tamaños demasiado chicos. Con los ravioles que habían sobrado hicimos nuestro almuerzo y luego partimos hacia Belgrano con el dato que me había pasado Cristina de que podía comprar camisas de uniforme en la sastrería militar. Fuimos hasta allí con el 152, y después de conseguir mis camisas continuamos hasta una zapatería sobre Santa Fe que encontramos cerrada. Continuamos entonces al Jumbo a comprar el salmón que ibamos a preparar a la noche, y la búsqueda de eneldo para el plato que qería preparar no dio resultado allí. Luego regresamos a la zapatería sobre Santa Fe que justo había abierto. Johanna compró un par para su amiga Sofie y regresamos con el 152 hasta la Boca. Apareció Francisco con una bolsa de ropa sucia para lavar mientras yo estaba preparando una tarta de limón y el salmón. Todo estuvo listo cuando llegó Karin después de las diez y cenamos con Francisco también pero sin Agustín, que no apareció. Se hizo medianoche antes que terminaramos, de modo que llamamos a Gabriel, quien ya estaba durmiendo, para felicitarlo en su cumpleaños.
Al quedarnos solos en casa Johanna y yo el miércoles, y siendo un magnífico día de sol, salimos a caminar hacia puerto Madero cerca del mediodía. Comenzamos por el dique 4 y lentamente paseamos hasta el 1 sacando fotos. De allí subimos por la calle Córdoba y antes de llegar a Florida nos sentamos en una confitería a comer tostadas. Después pudimos concretar en Falabella la compra del GPS que le queríamos regalar a Agustín en su cumpleaños y ya fue hora de ir a Tacuari a encontrarnos con Viktoria y volver a casa. Cuando llegó Karin y después de un breve descanso partimos nuevamente a pié hasta el geriátrico de Laura y la encontramos en la cama en un cuarto de la planta baja. Se la veía bien y en general de buen humor aunque recalcó varias veces que no quería que la internaran nuevamente en caso de repetirse el episodio. Claro que era imposible prometerle eso. En el camino de regreso hicimos alto en el restaurant japonés y lo esperamos a Agustín para cenar allí.
Johanna y Viktoria se iban a ir a hacer el cabello el jueves antes del mediodía y yo decidí hacerle compañía a Agustín en su trabajo. No había ningún transporte por lo que fuimos hasta una casa de lubricación a cambiarle el aceite a la camioneta y de allí al Easy a comprar algunos elementos de grifería para el departamento de Brin. El había montado la bacha en la cocina y quisimos conectar la canilla. Desde luego que nos faltaron algunos accesorios asi que fuimos hasta un negocio cercano a buscarlos y de paso entramos a almorzar en un boliche rasposo en el que confiamos en que de todos modos podíamos comer bien ya que estaba al lado de uno de los depósitos de la linea de colectivos 168. Elegimos calamares con arroz, que era el plato del día, y resultó muy bueno. Después continuamos con el trabajo de plomería y no fue facil montar todo sin que hubiera pérdidas. Usamos cantidades de cinta de teflón y aun así nos quedó la duda, pero había que esperar a que se secaran o no las manchas de humedad en la pared. Vimos como se iba a acercando la lluvia y la tormenta eléctrica mientras mateábamos con una bombilla y un calentador prestados por los albañiles que trabajaban en el departamento de al lado. Ellos estaban en plena trifulca con la vecina de la planta baja, quien además de intercambios verbales les había cortado la luz, aparentemente al quejarse ella de los ruidos. Cerca de las cinco de la tarde seguía lloviendo y Agustín sugirió ir a buscar a Karin al trabajo ya que ella estaba con la bicicleta. Así lo hicimos y luego se fue Agustín ya que tenía un trabajo de transporte del grupo Julio y Agosto a Monte Grande. Karin se fue al rato a su curso de fotografía y la acompañé hasta la calle Olavarría buscando infructuosamente papel para regalo. Las chicas regresaron a la Boca ya de noche y nos decidimos por pedir comida china al restaurante “Yong An” basados en la lista de precios de un año atrás que obviamente había sido actualizada. Karin trajo también helado para el postre a su regreso de la escuela. Tuve una charla telefónica con Gabriel, quien estaba disfrutando a pleno sus vacaciones en el Bolsón.
El viernes fue nuestro último día completo en la Argentina. Por la mañana lavamos varias máquinas de ropa aprovechando que era un día muy lindo. Karin trabajaba todo el día en la iglesia y la acompañamos a la hora del almuerzo llevando salchichas y pan. Mientras estábamos allí coordinamos con Viktoria encontrarnos con ella después del trabajo en el lugar donde quería tatuarse cerca de la avenida Santa Fe. Fuimos Johanna y yo hasta allí con el 152 y nos quedamos esperandola mientras le tatuaban un texto que había elegido en el brazo izquierdo. Fue un proceso rápido y Viktoria quedó muy contenta con el resultado. Antes de regresar a la Boca pasamos por una farmacia a comprar la crema y el jabón que le habían recomendado para el tatuaje. Con Karin fuimos hasta el bar Roma en una esquina de la Boca, una confitería muy linda que no conocíamos antes. Luego comenzamos a preparar las valijas a la espera de que nos juntáramos con Agustín y Cristina para cenar en el restaurante El Matarello. Allí brindamos por el cercano cumpleaños de Agustín y le entregamos el GPS como regalo. El restaurtante invitó con champaña. Esa noche se hicieron más de las dos de la mañana antes de que nos fueramos a dormir.
Así llegó el sábado 9, día de nuestra partida. Agustín y Cristina vinieron a tomar un rápido desayuno antes de partir para Ezeiza adonde ya estabamos a las nueve y media de la mañana. Los trámites de embarco fueron muy rápidos y después de un ratito llegó el momento triste de despedimos. Nuestro vuelo tenía que partir a las 12:50 pero lo hizo una hora más tarde. Según informó el piloto, la demora se debió a que tuvieron que cambiar una de las computadoras de vuelo que había dejado de funcionar. Después de una partida un poco turbulenta y más turbulencia sobre Brasil se fue serenando para tranquilidad de Johanna, a quien no le hacian ninguna gracia los sacudones. Entre comidas y películas no pudimos dormir demasiado ya que el desayuno fue muy temprano al tener prevista la llegada a Madrid a las seis de la mañana del sábado.
El avión recuperó bastante de su atraso y aun era de noche al aterrizar en Madrid el domingo por la mañana en la terminal 4S. El trayecto hasta la terminal 4 era bastante extenso, incluyendo el subte sin conductor, y allí nos instalamos en la confitería donde habíamos estado con Mery durente la ida a la Argentina. Ella llegó a eso de las nueve y tuvimos una hora y media para charlar, intercambiar regalos y mirar fotos del viaje. Luego llegó el momento de despedirnos y tomamos nuestro siguiente vuelo hasta Copenhagen. Ese vuelo fue muy tranquilo y de hecho dormimos casi todo el trayecto. Llegamos a horario, con un día hermoso y las valijas también llegaron por lo que dejamos rapidamente el aeropuerto para tomar el tren a Malmö donde nos estaba esperando KF en la estación central con su auto.