25 de Noviembre 2017
A las once de la mañana del sábado 25 de noviembre pasé a buscar a KF a su casa y ël nos llevó hasta la estación del Triángulo quedandose luego con el auto. El tren llegó con un poco de retraso y tan abarrotado que tuvimos que luchar para poder subir con nuestra valijas. Teníamos buen margen para hacer el embarco y en Zurich teníamos casi seis horas de espera antes de la partida para Sao Paulo. Para llegar a la terminal de salida en Zurich había que tomar un tren subterráneo sin conductor y cuando llegamos allí nos encontramos con que no había ningún restaurante por lo que regresamos al punto de origen para cenar. Asi terminamos haciendo tres veces el pintoresco recorrido subteráneo del tren, con mugidos de vacas y tintineos de cencerros. Hicimos un cruce muy tranquilo a Sao Paulo con buena comida y atención, llegando por suerte a horario pues nuestro vuelo a Montevideo con Latam partía dos horas más tarde. La nueva terminal de Sao Paulo era muy grande y moderna, totalmente distinta a la triste terminal que conocíamos de años anteriores. Pasamos los trámites aduaneros sin problemas y nos encontramos con Karin que nos había ido a esperar al aeropuerto de Montevideo. La casa la encontramos en muy buenas condiciones, aunque me faltaba inspeccionar el techo pues la escalera la tenían prestada unos vecinos. Era un día soleado, y antes de bajar a la playa hicimos una merienda. Vimos la puesta de sol y regresamos cuando ya estaba oscureciendo. Karin preparó esa noche una excelente cena de verduras al horno.
Lunes 27 de noviembre. Había necesidad de llenar la heladera de modo que hicimos una gran compra en el Devoto y si bien habíamos pensado salir a cenar cambiamos de idea e hicimos salmón. Al día siguiente regresaba Karin a Buenos Aires, coincidiendo su partida de Montevideo con la llegada de Omar y Ana María. El martes fue un hermoso día de sol, y elegimos ir hasta Tres Cruces por la rambla. Llegamos a la terminal minutos después del arribo de Omar y Ana Maria por lo que fue simultáneo el encuentro con ellos y la despedida de Karin. Antes de regresar a la casa almorzamos en un restaurante de la terminal e hicimos luego el camino inverso también por la rambla para que la pudieran apreciar nuestras visitas. Aun hubo tiempo para ir con ellos a la reserva de flora y fauna del cerro Pan de Azucar, además de mostrarles la ciudad desde la cumbre del cerro San Antonio, y ver la estatua de Venus. Nuestra intención era hacer conocer a Omar y Ana Maria todo lo posible de la zona, de modo que el miércoles partimos por la costa hacia la laguna Garzón pasando por Punta del Este y San Ignacio. A ellos les encantó el paseo y Omar no dejaba de sacar fotos. Llegamos hasta el pintoresco puente redondo de Garzón y allí pudimos observar que estaban pavimentando la continuación de la ruta 10 hacia La Paloma. Viktoria y Matias tenían previsto llegar ese día, viniendo en avión a Montevideo y luego en omnibus a Piriapolis. Temprano por la mañana me avisó Viktoria que habían perdido el avión al cerrarse el embarco una hora antes de la partida, de modo que iban a venir con el buquebus llegando a eso de las siete de la tarde, lo que nos dió tiempo para hacer el largo paseo con Ana María y Omar. Alicia hizo dos pollos al horno al ser ya seis para cenar. Los chicos se acomodaron a dormir en el sofa cama del living hasta el sábado. Al día siguiente hicimos una segunda excursión con Ana Maria y Omar, esta vez hacia el interior del pais llegando hasta Villa Serrana previo paso por el castillo de Piria y por Pueblo Eden. Disfrutamos mucho de ese paseo también apreciando especialmente las hermosas serranías de la zona. Omar nos preparó unas excelente empanadas para la cena. Como Omar y Ana Maria regresaban el sábado a Buenos Aires, paseamos el viernes por Piriápolis y les hicimos conocer también el Argentino Hotel. Carmen, una conocida de todos nosotros que había vivido en Suecia y estaba radicada ahora en Piriapolis, vino esa noche a compartir nuestra cena. El plan de Ana María era tomar el colectivo a Montevideo, cambiar allí a otro a Colonia, y pasear un poco por esa ciudad antes de tomar el barco a Buenos Aires. A las nueve de la mañana del sábado los llevamos a la parada diez y nos despedimos asi de ellos. Habiendo nuevamente lugar en el auto propusimos a los chicos repetir el paseo a la laguna Garzón y para allá partimos antes del mediodía. Estaba ventoso y fresco pero había sol. Los chicos subieron los 122 escalones en espiral del faro de José Ignacio, lo que habíamos hecho nosotros también el miércoles anterior. En lugar de regresar por la costa tomamos luego la ruta 109, y por primera vez paramos en la fundación Pablo Atchugarry, donde nos encontramos con un magnífico pabellón de arte y un enorme parque poblado de esculturas diversas. Nos enteramos que el 29 de diciembre iba a actuar el ballet del Sodre en el anfiteatro al aire libre, con entrada gratuita. Recomendaban llevar sillas y abundante repelente. Poco antes de llegar a Piriápolis se nos pinchó la rueda delantera derecha, primera vez que ocurría en casi dos años. Por suerte estaba inflada la cubierta de reserva de modo que pudimos resolver el problema sin dificultades a la vera de la ruta interbalnearia. Esa noche cenamos los cuatro en el Argentino hotel. Era también el día de la partida de Karin a Suecia. El domingo tenía que regresar Matias a Buenos Aires y lo llevamos a la terminal de omnibus, de donde partía su buquebus a las tres de la tarde. Luego fui con Viktoria hasta el Devoto a hacer compras para la cena. Durante el día nos comunicamos con Karin, quien había llegado sin incidentes a Suecia. A la noche nos llamó Matias preguntando si su valija no había quedado en Piriápolis pues no la podía encontrar en Colonia. Nosotros habíamos visto cómo la subian al colectivo por lo que nos pareció muy raro el episodio pues además no levantábamos nuestras valijas en Colonia, que se despachaban directamente a destino. Confiamos en que aparecería en Buenos Aires y efectivamente fue así.
Lunes 4 de diciembre: ese día hicimos arreglar la pinchadura en Piriápolis y aprovechamos para hacer también algunos compras más de comida. Viktoria seguía trabajando varias horas por día en su computadora además de tomar sol. Ella pensaba regresar el miércoles a Buenos Aires. Continuaba el buen tiempo y el martes fuimos a dar una vuelta por Piriápolis. En Antel cambiamos nuestro contrato al ser posible ahora tener internet ilimitado a un costo mucho menor que el contrato anterior. El buquebus de Viktoria pasaba por Piriápolis el miercoles a las 16:45 por haber elegido ella viajar desde Montevideo con el "Francisco". La llevamos a la terminal y luego de su partida seguimos hasta la playa San Francisco a sentarnos a disfrutar del sol de la tarde. El auto acababa de pasar los 20000 km y por lo tanto le tocaba un service. El jueves a la mañana lo llevé al taller autorizado en Maldonado donde además hubo que cambiar las pilas de ambas llaves remotas. Por lo demás quedó bien, excepto el espejo retrovisor derecho que no obedecía a la palanca interior. Por ser trabajo den garantía quedaron en llamarnos cuando autorizaran desde Montevideo esa reparación. El viernes fuimos al centro de Piriápolis en bicicleta, pasando por las oficinas de Antel para reclamar por la baja velocidad de nuestra conexión de internet. Hice averiguaciones en un camping ante el viaje que estaba proyectando Agustín con Mariano, Camilo y unos amigos, demasiados como para albergarlos en la cabaña. La bicicleta de Alicia pedía service a los gritos por estar muy desgastado el eje de los pedales y la dejamos el sábado por la mañana en la bicicletería. Luego concretamos la compra de una mesa de eucalipto con bancos en el aserradero Las Victorias que entregarían la semana siguiente. también les compramos un mueble de cocina que pensábamos que podíamos colocar sobre la heladera. Ese lo cargamos en el auto, y al rato recibimos una llamada de Illian avisando que estaban de paseo en Piriápolis. Nos encontramos con ellos en la rambla, y para nuestra total sorpresa estaban acompañados de René y Jeanette, los amigos de Chiloe, junto con otra pareja chilena radicada en Växjö que eran conocidos de Alicia. Tenían un auto alquilado y en caravana subimos al cerro San Antonio donde almorzamos en el restaurante que tenía una vista espectacular sobre el mar y los cerros. Luego los invitamos a tomar café con torta en la casa y se quedaron hasta la tardecita antes de regresar a Punta del Este. Continuaba el buen tiempo, y el domingo lo dedicamos a diversas tareas en la casa hasta la media tarde en que bajamos al mar a caminar. Hicimos dos veces la caminata entre las puntas de la playa antes de volver a la casa poco antes de la puesta del sol. En ese momento se levantó mucho viento, que se sintió bastante durante la noche, aunque el cielo continuó claro. Por un problema general desconocido en la zona nos quedamos sin internet y decidimos ir al dia siguiente a Antel a habilitar nuevamente un modem de internet movil que habíamos usado ya anteriormente ante estas situaciones. El mueblecito de cocina montado sobre la heladera quedó como un adefesio, pero encontramos otra solución posible colocándolo como mesada extra en ángulo recto a la existente. Necesitábamos encargar una tapa de madera y pensábamos ponerle ruedas para poder moverlo.
Lunes 11 de diciembre. Nicolas, nuestro jardinero, apareció puntualmente a las diez de la mañana a cortar el pasto. Del aserradero Las Viktorias vino el transporte con el banco que habíamos comprado y que quedó muy elegante en la galería. Luego llevé a Alicia a Piriápolis con el auto para que retirara su bicicleta reparada y pasamos por las oficinas de Antel a hacer el trámite. Continuó el fuerte viento pero amainó hacia el anochecer e hicimos una caminata por el barrio antes de preparar la cena. El martes encaré la tarea de pintar del lado exterior la puerta metálica de entrada cuya pintura había sucumbido a los elementos después de tres años de estar expuesta. Habíamos comprado una pintura para metal que también era convertidora de óxido. Alicia tenia turno con su doctora para hacerse un chequeo general y fue sola en bicicleta a la policlínica. Al regreso trajo algunas plantas para renovar los maceteros exteriores. No había cambios en el tiempo, que continuaba soleado, y antes de la puesta del sol dimos otra vuelta por el barrio observando todas las construcciones nuevas que habían surgido durante nuestra ausencia. Viktoria y Matias partían el martes hacia Suecia y esta vez llegaron con amplio margen al aeroparque para tomar el avión de AA a Sao Paulo. Luego continuaban con la linea portuguesa a Lisboa y Copenhagen. Casualmente regresaban el mismo día Ana Maria y Omar aunque con otra línea. Por la tarde regresó nuestra conexión de internet, aunque muy lenta, por lo que volvimos a hacer el reclamo. Nos habían avisado del taller que había llegado el nuevo espejo retrovisor del auto y el miercoles fuimos al taller en Maldonado a hacer el cambio. Fue muy rápida la operación y después de pasar por el hospital a pedir algunos turnos para Alicia continuamos a la Tienda Inglesa de Punta del Este a comenzar a aprovisionarnos para las fiestas. En una ferretería conseguimos ruedas con frenos apropiadas para nuestro nuevo mueble y como ya había pasado el mediodía hicimos un alto en nuestro conocido restaurante Volver para almorzar. De allí partimos hacia San Carlos a encargar la tapa del mueble en una carpintería que ya nos había hecho trabajos con anterioridad y como tuvimos que esperar un rato al dueño hicimos una mateada en el parque a orillas del río protegiendonos del sol agobiante a la sombra de los árboles. Aun tuvimos tiempo de hacer un paseo por la playa al regreso a Miramar. Al día siguiente dimos una vuelta por Piriápolis con el auto encargando dos palos de eucalipto tratados para armar el tendedero. Seleccionamos los que consideramos más derechos y quedaron en traerlos al día siguiente. También compramos plantines de albahca, de tomates, de ajies y de morrones además de plantas de flores para armar la quinta y embellecer el jardín. Por ser jueves había cine en el cine club y para allá fuimos a la noche en bicicleta. Vimos la película "El general", filmada hacia fines de la época del cine mudo y protagonizada por Buster Keaton quien hacia una parodia de un episodio real ocurrido durante la guerra civil en Estados Unidos en que los norteños habían querido robar un tren sureño. Su actuación no tenía nada que envidiarle a Charles Chaplin y nos divertimos mucho. Después de la película invitaron con espumante y pan dulce. Con una noche cálida y estrellada regresamos a la casa con las bicicletas. Los palos llegaron el viernes por la mañana y tomamos contacto con unos muchachos que nos había recomendado nuestro jardinero para que hicieran sendos pozos y colocaran los palos en una base de hormigón. Quedaron en venir al día siguiente. Por la tarde apareció Ricardo, nuestro constructor, a quien le habíamos pedido ayuda para estudiar el problema del agua ya que teníamos muy poco caudal a pesar de que había mucha presión en la linea de la Ose. El comprobó que el problema era la válvula reguladora que habíamos colocado tres años antes y después de cambiarla recuperamos la presión normal en la casa. Le pedimos que construyera un gabinete de material a la entrada para albergar el medidor de agua y el de electricidad y quedó en comenzar el trabajo el martes siguiente. Mientras yo armaba la quinta, Alicia se dedicó a plantar las flores que habíamos comprado. El almácigo de frutillas estaba colmado de plantas y las frutillas estaban comenzando a madurar. Desde Buenos Aires nos confirmó Agustín que vendría para nochebuena con Mariano y Camilo además de su chofer y la novia. Para ellos dos teniamos previsto mandarlos a un camping cercano. El sábado fue el día más caluroso del año con temeperaturas que alcanzaron los 35 grados en nuestra zona. Los muchachos de los palos aparecieron a media mañana y los colocaron con mucha rapidez. Luego fuimos a la tradicionao feria de los sábados en Piriapolis a ver parrillas pues había un puesto que las vendía. Finalmente nos decidimos por comprar uno sobre patas y armado de un medio tambor, que nos iban a traer al día siguiente. El carpintero de San Carlos nos avisó que las tapas estaban listas y para allá fuimos a retirarlas. El negocio ya había cerrado pero había gente trabajando en la carpintería por lo que pudimos traerlas. Al regreso nos metimos por una ruta vecinal sin pavimento para hacer un paseo por las sierras cercanas a Pueblo Eden y allí aprovechó Alicia para practicar volante. Las temperaturas extremas disminuyeron un poco a la tarde al nublarse y había riesgo de que se descompuseria el tiempo pero al anochecer solo vimos tormentas eléctricas en el horizonte sobre el mar. Más tarde se levantó un viento violento y llegó la tormenta eléctrica acompañada de lluvia. El domingo nos enteramos que una ráfaga logró demoler el escenario del festival de rock Piriamusic que se estaba desarrollando en el centro de Piriápolis. También volaron algunas de las carpas montadas en el predio, pero por suerte hubo solo algunos heridos leves ya que habían logrado detener a tiempo la función. A media mañana nos entregaron la parrilla que quedó para estrenar. La llegada del frente frio de la noche anterior había causado una caida dramática de la temperatura y continuaba el tiempo destemplado a causa del viento y la lluvia. Por la tarde fue aclarando y tuvimos bastante sol aunque no daban ganas de salir de la casa. Alicia se dedicó a la costura y yo hice algunos trabajos de carpintería con los muebles de la cocina que me llevaron toda la tarde.
Lunes 18 de diciembre. Continuó el tiempo fresco y fue otro día en que Alicia no pudo bañarse en el mar. El martes por la mañana la acompañé hasta la parada de omnibus numero 10 del barrio ya que iba a Montevideo a visitar a una amiga y a hacer algunas compras. Al rato apareció nuestro constructor Ricardo acompañado de su hijo David y se pusieron entre ambos a construir el gabinete de ladrillo para albergar los medidores de agua y luz. Comenzaron por correrlos al terreno de Alicia pues comprobamos que habían sido colocados en el terreno contiguo. Yo hice una escapada a la ciudad a hacer algunas compras y a la tarde preparé la comida para tenerla casi lista a la llegada de Alicia. El gabinete quedó ya armado por la mitad y probablemente estaría listo al día siguiente. Después de cenar salimos a dar una vuelta a pie por el barrio antes del oscurecer. Ricardo completó efectivamente el gabinete el día miércoles y quedó muy prolijo. Nuestro plan era colocarle puertas de madera en un futuro cercano. A la tarde bajamos a la playa a hacer una caminata con un bonito atardecer despejado. El agua estaba muy fría y Alicia desistió de bañarse. Ese día estrenamos la mesa de madera de la galería cenando afuera con la puesta del sol y por suerte sin mosquitos. El jueves salimos a hacer algunas compras que incluyeron una pasada por el vivero Gaby donde compramos más plantines para la quinta y una anacaguita reemplazando el arbolito que habiamos plantado hacia tres años y que se había secado al ser volteado por una tormenta. A la mañana del viernes nos llamó Agustín, que estaba detenido en un embotellamiento en la Panamericana y entre otras cosas nos dijo que Valeria había iniciado el trabajo de parto. Más tarde me avisó Gabriel que había nacido Lucia. Desde la mueblería nos informaron que había llegado el mueble que ibamos a colocar sobre el guardarropas de la habitación de huéspedes y lo fuimos a buscar con el auto donde entró al milímetro y asi nos ahorramos el flete. Teniendo en cuenta que llegaban las visitas decidimos colocarlo sin aplicar el protector por ahora. Ese día tuvimos otra jornada de mucho calor pero a la noche vino un nuevo frente frío acompañado de una tormenta moderada y algunos chaparrones. El sábado vivimos un día bien frio y solo hicimos una escapada a Piriápolis con el auto a hacer algunas compras. Agustín salió de Buenos Aires a eso de las diez de la noche y a las tres de la mañana del domingo avisó que había cruzado elo puente en Fray Bentos. Poco antes de las nueve arribaron sanos y salvos, con una hermosa mañana de sol. Después de un desayuno llevamos a "Checho" y su novia Sara a un camping donde se instalaron con nuestra carpa y el colchón inflable. Ellos pasaron la noche buena con nosotros y repetimos el pavo del año anterior que Alicia sabía preparar deliciosamente. Después de ver los fuegos artificiales y habiendo consumido bastante alcohol se fueron Checho y Sara en nuestras bicicletas.
Lunes 25 de diciembre. Los dias siguentes continuaron muy lindos, sin lluvia y con poco viento. Nosotros habíamos comprado hacia tiempo las entradas para ir a ver el ballet nacional del Sodre el 26 de diciembre en Montevideo interpretando "Cascanueces" y dejamos a los chicos a cargo de la casa. El espectáculo fue fantástico, con una coreografia magnífica y una actuación impecable que nos dejó encantados. Decidimos regresar la misma noche a la casa después de hacer una cena ligera y llegamos como a las dos de la mañana. El miércoles inauguramos nuestra parrilla estilo chulengo dejando a Checho de maestro parrillero, e hizo un asado exiquisto. En varias oportunidades se bajó a la playa y aunque no quiso entrar al agua Camilo disfrutó mucho de la arena. El jueves cumplió años Johanna y logramos comunicarnos antes de que se nos cortará internet, y desde entonces comenzó la lucha para lograr que se reconectara, aun sin éxito. La idea de nuestras visitas era regresar el sábado por la mañana y aun ibamos a tener la oportunidad de volver a ver el ballet, que iba a actuar el viernes a la noche al aire libre en la fundación Atchugarry cerca de José Ignacio. Checho y Sara decidieron no hacer el paseo pero igualmente fuimos con los dos autos pues Agustín estaba convencido de que no podría quedarse con Camilo. Al menos conocieron toda la costa hasta José Ignacio, y finalmente quedamos solo Alicia y yo para ver el mágnifico espectáculo musical. Había centenares de autos pero también un gigantesco estacionamiento en el pasto, y por suerte llevamos nuestras sillas pues ya no quedaba lugar en las que habían puesto. La noche estaba magnífica y los mosquitos brillaban por su ausencia. Llegamos a casa casi a medianoche y encontramos a los chicos aun despiertos con la excepción de Camilo. Continúabamos sin internet por la linea telefónica por lo que hicimos un nuevo reclamo a ver si teníamos suerte a pesar de ser ya dia viernes. Nos propusimos levantarnos temprano el sábado para bajar a la playa y cumplimos. Mientras estábamos allí me llamaron de Antel y subí velozmente a la casa con la camioneta de Agustín. Los técnicos encontraron la falla y recuperamos la conexión. A las once de la mañana pasamos a buscar a Checho y Sara en el camping y antes de que emprendieran el regreso les ofrecimos un último almuerzo de panchos. Partieron de regreso alrededor de las dos de la tarde y llegaron a Buenos Aires antes de medianoche. Tuvieron mucha suerte con su semana de estadía aquí pues disfrutaron de un tiempo magnífico y retornaron justo a tiempo para evitar el frente frío que entró el sábado por la noche con viento y un poco de lluvia. El 31 tuvimos que salir a hacer algunas compras en el centro y nos encontramos con un caos total de gente y autos en la calle. Piriápolis habia sido invadida por turistas con ocupación hotelera total. Confiando en que no iba a llover decidimos hacer un asado a la noche, y como era tradición, subimos al techo a medianoche para ver los fuegos artificiales con que despedíamos el año 2017. Hice un intento de comunicarme con las chicas en Suecia pero no hubo caso, seguramente por saturación en los servidores.
Lunes 1 de enero. Continuaba el tiempo templado después de que pasara el frente frío, pese a lo cual bajamos un rato a la playa al atardecer para hacer una caminata antes de la puesta del sol. Alicia hizo un excelente pollo al horno para la cena. El martes por la mañana encaré la tarea de modificar la canaleta de la parte trasera de la casa para que el agua desagotara en el extremo opuesto, siempre con la idea de almacenar algún día el agua de lluvia. Tuve que suspender a la hora que comenzó a pegar el sol y me dediqué entonces a pasar protector de madera al nuevo mueble que habíamos comprado para colocar encima del guardarropas de la habitación chica. Hicimos la consabida caminata por la playa y vimos como se iba formando una tormenta que a la noche fue un espectáculo de rayos aunque no tocaron de lleno nuestra zona. Cayó un solo chaparrón de modo que seguía la sequía. Al día siguiente pude terminar la modificación de la canaleta. Fue nuevamente un fantástico día de sol y también el día en que más gente vimos en la playa. Ya no había casi lugar para estacionar vehículos. Habíamos planeado salir el jueves a la tarde hacia Valizas para visitar a Illian e Isabel, y además hacer el viernes la caminata de Valizas a Polonio. Continuaba el tiempo soleado y caluroso, y después de hacer algumas compras en el centro salimos hacia la costa oceánica cerca de las cuatro de la tarde. La ruta nueve no estaba muy abarrotada pero si abundaban imprudentes que se empeñaban en no tener ningún vehículo adelante. Valizas estaba también abarrotada de gente joven y su calle principal ocupada por los vendedores ambulantes. Poco antes de la puesta del sol llegamos a la casa, donde Isabel estaba preparando una cena fría que comimos en su hermoso jardín. Illian acababa de poner un cerco de medias cañas contra la medianera de su vecina, tapando asi la desprolijidad de su terreno. Ya de noche fuimos luego caminando a la heladería que ya conocíamos y que tenía deliciosos productos. A esa hora había aun más gente en la calle y mucho humo que salía de varios puestos de choripanes. El viernes nos levantamos a las cinco de la mañana, con la intención de partir de excursión "con la fresca". Antes de las siete estábamos a la orilla del arroyo Valizas listos a embarcar en el bote que por 50 pesos uruguayos por cabeza (ida y vuelta) nos cruzó a la orilla opuesta para iniciar la caminata hacia Cabo Polonio. Decidimos tomar la ruta directa por los médanos, bien protegidos del sol y con abundante agua. El suelo estaba en general bastante firme y era facil caminar. Segun Illian e Isabel estaba cambiando la naturaleza de la zona pues cada vez crecía más vegetación en la arena. los tres últimos kilómetros del total de ocho los hicimos por la playa y después de dos horas y media de caminata llegamos a destino. Cabo Polonio es un area protegida con un caserio sin servicios de electricidad ni agua, y sin un trazado urbano ni arboles. Teoricamente no hay circulación de vehículos aunque vimos varios autos particulares y también camiones y camionetas abasteciendo a los restaurantes. En muchas viviendas habían montado paneles solares y había uno que otro generador eólico. Ya apretaba bastante el sol y teníamos necesidad de ir al baño. En la plaza central había un local grande de madera con enfermería y baño claramente indicado con un gran cartel que debía abrir a las diez, aunque la encargada, que era la persona menos simpática del caserio y solo sabia decir "20 pesos", apareció con más de media hora de retraso. Teníamos que esperar hasta media tarde antes de emprender el regreso, y comenzamos por ir a ver el faro y la multitud de lobos marinos en las rocas del cabo. Nosotros subimos el faro y desde la plataforma tuvimos una vista panorámica magnífica. Luego almorzamos en un restaurante sobre la playa y finalmente encontramos un techo donde esperamos que se hicieran las cuatro de la tarde para emprender el regreso. Como se había comenzado a formar una tormenta decidimos tomar el mismo camino de regreso evitando ir por la playa en caso de que comenzaran los rayos. Tuvimos mucha suerte pues no nos alcanzó el temporal y solo recibimos algunas gotas inofensivas. En Valizas compramos unos chorizos caseros muy ricos que hicimos al horno y comimos en el jardín. Habíamos pensado regresar el sábado pero finalmente decidimos quedarnos un día más. Illian hizo un excelente asado y a media tarde llegó una pareja amiga de ellos que iba a pernoctar para seguir al día siguiente a Chui a hacer compras. A la noche fuimos a cenar a un restaurante sobre la playa donde comimos muy bien. El domingo a la mañana partimos todos hacia Chui, ellos de compras y nosotros para ir a saludar al Tito, el hermano de Alicia, que vivía en 18 de Julio a pocos kilómetros de Chui. El nos esperaba con un asado al horno...Saludamos también a Ana, su ex pareja, en su casa. Ella se estaba recuperando aun de una fea quebradura después de un accidente de motocicleta. A la tardecita emprendimos el regreso directo a Piriápolis y llegamos a la casa justo después de la puesta del sol.
Lunes 8 de enero. El verano continuaba en forma implacable, con mucho sol y calor. Tuvimos que ir a hacer compras al centro y optamos por ir en el auto dejando las bicicletas en la casa. Hicimos una escapada a la playa pero regresamos temprano a la casa a cenar pues Alicia tenía que hacerse análisis de sangre temprano al día siguiente y le pedían 12 horas de ayuno. A las cinco de la mañana del martes estábamos en pie para llegar a las seis a la policlínica de Piriapolis. Allí nos dimos cuenta que el documento de Alicia había quedado en casa en el scanner de la impresora al haberle hecho yo copias la noche anterior. Por suerte estábamos cerca y regresé a la casa a buscarla. Una vez solucionado eso continuamos viaje a Maldonado donde Alicia tenía un turno en el hospital para hacerse una ecografía de control de su tiroides. Teníamos una ola de calor en todo el Uruguay y se notaba en Piriápolis también. Tuvimos que ir a media mañana a Antel a hacer la solicitud de cambio de internet al sistema inalámbrico y volvimos de inmediato a la casa. Para no tener que cerrarla bajó Alicia sola a la playa antes de la puesta del sol. Llamé a Nicolás para que viniera el miércoles a hacer el primer corte de pasto del año ya que regábamos alrededor de la casa y de ese modo crecía a pesar de la persistemte sequía. Muchas veces habíamos pensado ir por la mañana temprano a la playa sin haberlo concretado, pero el jueves lo hicimos. Llevamos el mate e hicimos una buena caminata playera con muy poca gente al principio y ya bastante al regresar a la casa. Nicolás cumplió y corto el pasto, y además le encargamos el segundo corte antes de fin de mes cuando ibamos a estar ausentes. Aparecieron también un par de técnicos de Antel para verificar que la conexión de internet era muy pobre y sin posibilidad de mejora, cosa ya comprobada, y nos dijeron que harían el informe para posibilitar el cambio que habíamos solicitado. Cuando lo harían era ya otra cuestión. Desde nuestra llegada tenía planeado hacer la limpieza anual de la grasera de la cocina y decidí encarar la tarea aprovechando la sombra de la cochera. Era un trabajo ingrato, sobre todo por el olor, pero inevitable. Dos terrenos más abajo del de Alicia comenzaron a construir una casa con paneles prefabricados, lo que estaban haciendo a pleno sol, con lo que teniamos entretenimiento gratuito. El termómetro dentro de la casa llegó a marcar 32 grados y 35 grados afuera a la sombra, y se sentía, pero por suerte la humedad era muy baja, 40%. Por ser jueves, era día de cine en el cine club, pero como ya habíamos visto antes la película nos quedamos en casa. Lucía, la sobrina de Alicia, avisó que venía a pasar el fin de semana con nosotros en companía de su pareja Federico, llegando en ómnibus de Montevideo el viernes a la noche. El viernes tuvimos nuevamente un día muy caluroso. había pasado un mes desde que nos diéramos la primer dosis de la vacuna antitetánica por lo que fuimos de mañana a darnos la segunda y aprovechamos luego para aprovisionarnos para el fin de semana. Lucia y Federico llegaron cerca de las diez d ela noche y los fuimos a buscar a la parada diez con el auto. Habíamos preparado empanadas de carne y los invitamos con ellas en una tardía cena. El sábado puderon hacer una mañana de playa y a la tarde permanecieron en la casa descansando. Tal como estaba pronosticado se fue nublando y cayó un poco de agua. Al oscurecer y antes de la cena pusimos nuestro proyector y miramos una película de Netflix hecha en Georgia y muy bien actuada. La lluvia llegó el domingo por la mañana, por momentos bastante intensa pero por suerte sin viento, y fue una bendición para la tierra reseca. Los chicos tenían previsto tomar el omnibus de regreso a Montevideo poco después de las cuatro de la tarde, y siendo día de recambio de turismo se podía esperar intenso tráfico en la ruta interbalnearia. Alicia preparó una comida que compartimos con ellos antes de llevarlos en el auto a la parada 10 donde esperamos un buen rato ya que el omnibus llegó con cierto retraso. La lluvia continuó durante la noche y recién paró de madrugada.
Lunes 15 de enero. Ya con sol nuevamente, aunque templado, aproveché para hacer algunos trabajos en la cabaña que quería dejar listos antes de nuestra partida a Bariloche. A la tarde hubo que ir a Piriápolis ya que yo tenía turno con mi cardióloga para mostrarle los resultados del Holter que me habían hecho en marzo del año antierior. Leyendo el estudio ella no detectó ningun problema de modo que no recomendó ninguna acción adicional. El martes le tocaba a Alicia ver a la endocrinóloga, para lo cual había que ir al hospital de Maldonado. Tenía turno a las ocho de la mañana asi que salimos a las siete para allá, aunque finalmente la atendió a eso de las nueve y media. Además de los que le llevó, le pidió analisis de sangre adicionales que recién se podía hacer a principios de febrero. Como nuestro vuelo salía de Montevideo a las ocho del miercoles reservamos pasajes para el omnibus de cuatro menos diez y taxi para llevarnos a la terminal a las tres y cuarto de modo que contabamos con tener una noche muy corta. La organización del viaje se complicó al quedarnos sin agua por la tarde, por lo que hubimos de recurrir a los bidones de reserva que teníamos en el galpón.