20 de Noviembre 2019
El jueves teníamos cita con el arquitecto para firmar los formularios relacionados con la regularización de la casa, y como había comprobado que la casa estaba "invadiendo" el retiro del fondo, para que fueran aprobados los planos había convertido el dormitorio chico en un depósito y había cerrado las ventanas con celosías fijas que solo dejaran pasar luz. Fuimos luego a la fábrica de cerramientos de aluminio por este tema, y también al chapista para pedir turno y alinear la chapa del guardabarros. Cargados de provisiones regresamos a la casa y más tarde vinieron los operarios a medir el tamaño de las celosías que iban a fabricar. Antes de la puesta del sol bajamos a la playa y Alicia inauguró su temporada dándose el primer baño de mar. Orlando continuaba con las cenas musicales en su restaurante La Corniche y nos anotamos para ir el sábado a comer y escuchar a la talentosa cantantante uruguaya Maia Castro interpretando tangos y milongas. Llegamos finalmente asi al domingo 24, día del balotage presidencial. Alicia votaba en las oficinas de Obras Sanitarias y fue un proceso muy rápido ya que solo había un votante delante de ella. Luego hicimos una escapada al balneario Las Flores donde había un puesto de venta de productos orgánicos antes de volver a la casa. El día se prestaba para trabajar en el jardín y a la noche prestamos atención a los resultados del balotage que sorpresivamente terminó en un empate técnico sin un claro ganador aunque era casi un hecho que después del recuento final la ventaja sería para la oposición.
Lunes 25 de noviembre. Siguiendo las indicaciones del arquitecto, fuimos al corralón a comprar caños, codos y sombreritos de plástico para corregir los faltantes en las ventilaciones del sistema sanitario de la casa, y a la tarde me puse a la obra. En el vivero del barrio encargamos tierra negra zarandeada para rellenar la ex quinta y sembrar flores allí. Quedaron en traerla el viernes. De paso encargamos también un macetero de madera, "jardinera" como le llamaban aquí, para reemplazar el que había armado hacia cuatro años y que se estaba desmoronando. Carlos y Elena, los consuegros de Alicia, quedaron en venir al día siguiente y quedarse con nosotros hasta el miércoles. Alcanzamos a hacer algunas compras de provisiones antes de estacionarnos en Los Macaquitos y esperar la llegada del ómnibus alrededor del mediodía. El día no nos favorecía pues estaba gris y amenazando lluvia. Ya con ellos en casa almorzamos una rica tarta de atún preparada por Alicia y luego salimos de paseo. Para ir a la reserva de fauna y flora dimos la vuelta por la ladera del cerro de los Burros y Carlos sugirió hacer el ascenso al día siguiente, lo que nos pareció una buena idea. De la reserva bajamos hasta el puerto y después subimos hasta la cima del cerro San Antonio, con una que otra llovizna. El miércoles, en cambio, amaneció soleado y templado con buen pronóstico para subir al cerro. Dejamos el auto estacionado a la sombra en las cercanías del inicio del ascenso y comenzamos a subir por una picada de menos de un kilómetro, muy bien marcada y con pendiente constante aunque muy suave por lo que no tenía ninguna dificultad. Con un paisaje en permanente cambio llegamos finalmente a la cima, donde habían construido un monolito con la cabeza de un indio en la cúspide. El paisaje era imponente desde la cumbre, sin ningún obstáculo, y como habíamos llevado mi largavistas logramos identificar el techo de la casa de Alicia. El cerro debía su nombre a que en la época de Piria llevaban a pastar sus burros a esa zona. Luego del descenso regresamos a la casa a comer algo a la sombra de la cochera para hacer más tarde el paseo al palacio de Piria. Carlos y Elena regresaban a la noche a Montevideo y antes de despedirnos nos invitaron a comer helados de la heladería "El faro" con un atardecer de película. Alcanzamos a hacer una caminata por la playa antes de volver a la casa. Teníamos turno para dejar el auto en el taller el jueves por la mañana para enderezar el doblez de la chapa causado por el perro que nos había chocado, y opté por hacer a pie el camino de regreso, unos cinco kilómetros. Mientras Alicia hacía varios lavados de ropa yo me dediqué a continuar aplicando protector de madera a la casa, y a la tardecita aparecieron por sorpresa una amiga de Alicia con sus dos hijas, que venían de Atlántida a pasear por la zona. Karin nos confirmó que vendría sola a pasar la navidad con nosotros para regresar a Buenos Aires y recibir el nuevo año con Mariano, ya que él ya había decidido que no le daban las finanzas para venir al Uruguay. Estando arreglado el auto hice nuevamente una peregrinación al taller para retirarlo, mientras que la tierra prometida para entregar a la mañana quedó postergada al día siguiente. Nos tocó un sábado soleado y caluroso, y ni bien descargaron el metro cúbico de tierra comenzamos a acarrearla con baldes y repartirla para emparejar el rectángulo de la quinta. Uno de nuestros vecinos s epercató de ello y vino a prestarnos una carretilla, lo que nos facilitó considerablemente la tarea. Hacia la tardecira habíamos completado el trabajo y como aun nos sobraba un poco de tierra la mudamos a la cochera y la tapamos con plásticos. El domingo fue soleado pero muy ventoso y vimos desde la casa que el mar estaba bien picado por lo que a la tarde armamos el mate y fuimos con el auto hasta Punta Colorada y Punta Negra a sacar fotos del espectáculo de las olas rompiendo contra las rocas. Al regreso pasamos a saludar a un matrimonio amigo que tenían casa de verano a pocas cuadras y que estaban pasando alli el fin de semana. Con Karin confirmamos que ella viajaría a Uruguay el 22 a la mañana con Colonia Express.
Lunes 02 de diciembre. Hacia unos días habíamos recibido un mensaje de Air France con cambios en nuestro itinerario de regreso a Europa del 1 de mayo que eran una pesadilla ya que nos mandaban de Carrasco a Ezeiza para esperar allí hasta la mañana siguiente antes de seguir a Sao Pablo donde teníamos que esperar nuevamente unas doce horas (!) antes del vuelo siguiente a Amsterdam. Ante semejante disparate llamó Alicia a la oficina de Montevideo y nos dieron un nuevo itinerario, salteando Ezeiza y con solo un par de horas en Sao Pablo. Vaya a saber si no volverían a hacer más cambios antes del viaje!. A la tarde saqué nuestra cortadora de pasto y corté el yuyal de la "vereda" de enfrente casi hasta el alambrado para tener más limpia esa parte y poder tomar la curva de entrada a la cochera por allí. Continuaba el día soleado y bajamos a la playa a hacer nuestra caminata habitual antes de la espectacular puesta del sol. Madrugamos el martes pues Alicia tenía que dejar muestras en la policlínica local a pedido de su doctora para un estudio general de rutina y el resto del día lo dedicamos al jardín. Alicia tenía turno en su peluquería para el miércoles a la mañana y yo aproveché para hacerme un corte también en mi peluquería, que era vecina a la suya. De allí seguimos a Maldonado pues necesitaba comprarme un pantalón vaquero además de zapatos de seguridad. Allá comenzamos por almorzar en el restaurante "Volver" al que ya habíamos ido varias veces. Con esas compras hechas volvimos a Piriápolis y nos hicimos de provisiones antes de regresar a la casa. El clima ya no daba para ir a la playa ese día porque vino un frente frío que hizo caer bruscamente la temperatura. Continuó destemplado el día siguiente también, aunque anunciaban una buena mejoría para el fin de semana, buena noticia para la gente de Pueblo Eden que celebraban el domingo la fiesta anual. Lucía, la sobrina de Alicia, llamó preguntando si podía venir a visitarnos el fin de semana del 14 con Federico y accedimos desde luego ya que no teníamos nada planeado. El sábado hicimos una escapada a Playa Verde a visitar una tía de Alicia que tenía allí su casa de verano y estando en la zona pasamos también por el puesto de venta de verdura orgánica. Illian e Isabel pensaban ir también a Pueblo Eden el domingo y quedamos en encontrarnos allá con ellos para almorzar. Se cumplió el pronóstico pues fue un día hermoso y el almuerzo lo hicimos sentados en el parque del restaurante Espacio Pausa. La fiesta se hacía en la plaza, donde nos encontramos con puestos de comidas y de venta de productos artesanales y regionales diversos. Daniel, amigo de Alicia que tenía una quinta orgánica en el pueblo, se había instalado también con un puesto y le compramos una buena cantidad de verduras. Habíamos llevado cuatro sillas playeras y nos sentamos a matear y escuchar música de varios conjuntos hasta que comenzó a caer la noche y con ella los infaltables mosquitos también. Allí decidimos levantar campamento y regresar a la casa.
Lunes 09 de diciembre. La falta de lluvia estaba indicando ya un principio de sequía y comenzó la semana con intenso calor. Yo continué haciendo reparaciones menores y aplicando protector de madera siempre buscando sombra ya que la temperatura trepaba sobre la linea de los 30 grados, sin una nube en el cielo. Un poco atrasados respecto a las tradiciones uruguayas Alicia armó un pequeño arbol de navidad que colocamos sobre la estufa a leña. El miércoles pasamos por el vivero ecológico y retiramos la cajonera que reemplazaría la existente y Alicia le pintó nuevamente a esta el nombre de la casa. A la noche cayó una reparadora lluvia que ya era muy necesaria, y al día siguiente volvió el calor agobiante. A pesar de la prohibición de hacer fuego abierto se declaró un fuerte incendio en la costa oceánica que afectó a varios balnearios. Fuimos al centro a hacer compras y pasamos también por la fábrica de aluminio para averiguar cuando estarían listas las celosias. Probablemente las traerían el lunes siguiente. Este año decidimos no adornar el pino pero compramos de todos una girnalda de 200 luces blancas que coloqué a la tarde, aunque por la altura del arbol no llegué ya al tope con la escalera. Lucia y su Federico llegaban el viernes a la noche y por la tarde fuimos a comprar carne para asarla el dia siguiente. Alicia limpió todos los vidrios de la casa y quedaron muy pitucos. A eso de las ocho de la noche arribaron con el ómnibus de Montevideo y ni bien llegamos a la casa nos sentamos a cenar. El tiempo los favoreció el sábado y después del desayuno bajaron en bicicleta a la playa. Ante la gran sequía y el riesgo de incendio decidimos hacer el asado en el horno, y más tarde el auto a dar una vuelta por Punta Colorada y Punta Negra llevando las sillas para hacer una mateada en la costa. Era el día que se inauguraba la temporada turistica con la tradicional paella gigante y ya de noche dimos una vuelta por la zona del puerto, donde se celebraba el evento. Había un gran gentío, música y feria gastronómica, pero después de pasear por el nuevo espigón y aun satisfechos con el asado nos contentamos con comer sendos helados. Él clima desmejoró por la noche y el domingo tuvimos lluvia continua, ya muy necesaria. En vista del tiempo hicimos una sesión fotográfica mostrando a los chicos las fotos de Cuba. A las seis de la tarde emprendieron el regreso a Montevideo.
Lunes 16 de diciembre. Regresó el buen tiempo y el calor a la zona, y ante la demora en la entrega de las celosías fuimos hasta la fábrica. La propietaria tenía mucha labia y siempre terminaba dando explicaciones convincentes sobre las causas del atraso, pero daba la impresión que serían entregadas el martes, lo que finalmente se cumplió. Tuve que hacer una nueva tanta de galletitas pues se fueron como manteca con los chicos, y además preparé el glögg de navidad "trucho" con vino tinto y especias , que dejé macernado en una cacerola. Una vez recibidas las celosías las colocamos solo para comprobar que las medidas estaban bien, aunque decidí que a la de la ventana alta y angosta del living le iba a poner un marco de madera. La del dormitorio chico entraba perfectamente sacando los postigos. Ambas fueron a dar al galpón...Hicimos una caminata a la playa hacia el atardecer, llevando esta vez una bolsa de residuos. A pesar de que la playa se veía muy limpia, y de hecho había limpieza diaria por empleados municipales, encontramos suficiente plástico como para llenar la bolsa. El miércoles hicimos una compra importante de provisiones aprovechando el descuento que ese día daba el banco a la tarjeta de Alicia, y ella compró también los pasajes para ir el día siguiente a Montevideo a encontrarse con una amiga. Tuvimos una larga conversación con Omar y nos contó que el tumor se había reducido lo suficiente como para planear ya la operación de removido de la vejiga y próstata, con fecha 12 de enero. Según nos explicó, le iban a reconstituir la vejiga con tejido intestinal, pero el drenaje iba a ser por bolsa. Era una operación compleja pero con suerte quedaría extirpado el tumor. Durante la gira de shopping habíamos comprado salmón congelado para la cena de nochebuena con Karin, y a poco de colocarlo en el congelador tuvimos un prolongado corte de luz que continuó hasta hasta la una de la mañana del jueves. Con el freezer cerrado pensamos que había mantenido frio suficiente. Mientras Alicia estaba en Montevideo dediqué el día a armar un marco de madera para la celosía usando madera reciclada que tenía en el galpón. Después de todo las celosías solo iban a estar montadas el día que viniera la inspección....Anunciaban un deterioro del clima para el viernes y el sábado, y ya a la tarde de hoy viernes comenzó una tormenta eléctrica seguida de lluvia torrencial. Como Johanna iba a festejar la navidad con mis consuegros en Småland, hicieron hoy un festejo navideño con Viktoria y Matías. Nos comunicamos con ellos por whatsapp justo cuando estaban por comenzar con la cena tradicional. A la noche pensábamos nosotros ir a cenar al restaurante Calvette de Playa Verde, que aun no conocíamos, e hicimos las reservas por las dudas pues parecía muy concurrido. Llegamos cuando recién abría y habia poca gente pero al rato se llenó, y quedamos muy conformes con la comida y el precio. El sábado fue un día de mucho viento y lluvia intermitente. Como ya lo habíamos hecho en oportunidades anteriores, fuimos hasta Punta Colorada a observar la rompiente, y luego continuamos a la reserva de Pan de Azucar donde según la informacion tendría lugar una feria artesanal. Seguramente a causa del mal tiempo se había suspendido ya que no encontramos absolutamente nada. A media mañana del domingoy ya con mejor tiempo partimos a Montevideo y llegamos casi simultaneamente con Karin a la terminal de ómnibus. Nuestra intención era ir a la feria dominical de Tristán Narvaja y fuimos hasta allí con el auto. Había como siempre una multitud de gente, pero en el restaurante en el que queríamos almorzar encontramos lugar. Alicia había recibido una invitación de una amiga para ir a su cumpleaños y con el ok de Karin fuimos a la celebración, en una casa que quedaba en el camino a Piriápolis. Había que hacer todo el recorrido de la rambla, aunque Karin se perdi+o ver el paseo ya que se quedó dormida al haber madrugado tanto para tomar el barco. No nos quedamos mucho tiempo allí pues queríamos llegar a casa a la puesta del sol de una hermosa tarde. Nicolás había cumplido y vimos que había hecho el prometido corte de pasto.
Lunes 23 de diciembre. Alicia tenía cita en la junta de Piriápolis con el arquitecto para entregar los planos de la casa e iniciar los trámites de regularización. Fue un procedimiento rápido, y acordamos que se hiciera la inspección de verificación el 10 de enero. Aprovechamos la ida al centro para hacer las últimas compras de comida para los días venideros mientras Karin iba a la playa, ya que por suerte teníamos un día magnífico. El sol y el calor nos continuaron acompañando el martes, lo que fue muy aprovechado por Karin y Alicia. Recibimos una llamada de Laura, la señora que se estaba haciendo la casa de barro en el balneario Las Flores, preguntando si no podía hacer un brindis de navidad con nosotros y por unanimidad decidimos proponerle que viniera a cenar también, lo que aceptó con ganas. La fuí a buscar a las nueve de la noche mientras Alicia y Karin daban los toques finales a la comida de nochebuena: huevos rellenos de entrada, salmón con verduras al horno, y helado para el postre. Al estar tan cálida la noche armamos la mesa en la galería y por una vez nos dejaron tranquilos los insectos nocturos. La cena y sobremesa continuó hasta pasada la medianoche, y entre medio miramos los pocos fuegos artificiales que iluminaron la noche de la zona. Luego de dejar a Laura en su casa abrimos una botella de espumante para hacer nuestro propio brindis. Pese a los propósitos de cada año nos hicimos algunos regalos, un vestido para Karin y libros entre Alicia y yo. Ella tuvo el buen criterio de darme nada menos que tres libros en francés, lo que estaba deseando para practicar el idioma. Karin nos había traido dos botellas de vino que catalogamos también como regalos de navidad. Fue una muy linda y tranquila celebración. Hubo un cambio brusco en las condiciones climáticas pues el 25 amaneció mucho más fresco y con pronóstico de lluvia para la tarde o noche. A la mañana hubo de todos modos playa para Alicia y Karin. En esas idas y venidas mi bicicleta había sufrido un pinchazo de modo que cambié la cámara, gracias a que había un repuesto en casa. Al mediodía comimos restos del día anterior y para la noche habría una bondiola con papas al horno, aunque luego cambiamos de idea y la dejamos para el viernes. Queríamos hacer un paseo por la zona y el jueves fue el día adecuado pues no se prestaba para playa. Por la mañana nos comunicamos con Johanna en el día de su cumpleaños, justo en el momento en que estaba ultimando los preparativos de su fiesta. Teníamos un plan ambicioso que se cumplió en su totalidad, saliendo al mediodía en dirección a Punta del Este por la costa de Piriápolis. Vimos la intensa actividad veraniega de Punta del Este y la Barra de Maldonado sin detenernos y seguimos hasta José Ignacio donde ya con buen apetito apetito almorzamos tardíamente en el restaurante ""Popeye". No era barato pues José Ignacio se estaba convirtiendo en el refugio de los superricos, de los que no estaban excluidos cantidad de argentinos con sus autos gigantescos, más "solidarios" con Uruguay que con Argentina, pero comimos muy buen pescado. En el restaurante entablamos conversación con los propietarios y terminamos comprando un libro con fotos y recopilaciones de anécdotas familiares ya que ellos habían sido pioneros pescadores cuando el lugar era aun un páramo. Estando a pocos kilómetros del puente redondo, y después de una caminata por la zona del conocido faro de José Ignacio, hicimos una escapada hasta allá antes de emprender el regreso por la costa hasta Manantiales y allí tomar la ruta hacia el norte para visitar el parque de las esculturas. A Karin le encantó el parque, en el que hicimos una extensa recorrida. Siguiendo por la misma ruta empalmamos con la 9 para regresar por ella a Piriápolis. Cuando llegamos al cruce del camino del sierra del Carapé doblamos por él e hicimos alrededor de un kilómetro hasta llegar a un establecimiento que se llamaba "Cerro de la Luz". Alicia se había enterado de la existencia de este lugar por conversaciones de sala de espera de hospital, y se trataba de un lugar que ofrecía la posibilidad de meditar. El nombre del cerro era en realidad "Cerro de los Chivos", pero los propietarios del establecimiento le habían puesto un nombre más poético. La subida desde la ruta era bien empinada y dejamos el auto en el estacionamiento para subir los últimos metros a pie. A primera vista parecía una cantera de piedra abandonada, pero luego nos enteramos que los dueños habían excavado para que se formara una pequeña laguna artificial con agua artificial. No se podía negar que era un lugar bellísimo, e ideal para quien quisiera meditar, con una vista espectacular a los valles inferiores. En una explanada habían construido una casa grande con un salón preparado para la meditación. Todo era gratuito y solo aceptaban contribuciones voluntarias. Paseando por el lugar se nos vino la noche y desde allí regresamos directamente a la casa, con todas las metas propuestas alcanzadas. El viernes fue nuevamente día de sol y playa y comimos la bondiola a media tarde pues Alicia y yo teníamos desde hacia tiempo entradas para ir a ver ballet en Montevideo. Partimos poco antes de las seis para allá ya que la función comenzaba a las ocho en el magnífico auditorio nacional Adela Reta. El ballet era "Manon", con tres actos uno mejor que el otro y orquesta en vivo. Nos encantó todo, la música, la coreografía y la escenografía, y tuvimos el privilegio de que la bailarina principal fuera Maria Riccetto, declarada mejor bailarina del mundo en 2017. Este año había decidido retirarse de la escena para ocuparse de su academia. Como la obra duraba tres horas y hubo una larguísima ovación al final, emprendimos el regreso a medianoche y practicamente nos trajeron a remolque los incontables autos argentinos que venían hacia el este por la ruta interbalnearia. El sábado alcanzamos a tomar el desayuno en la terraza justo antes de que pasara un frente que trajo un fuerte chaparrón, aunque luego se despejó y tuvimos nuevamente un día de mucho calor que Karin aprovechó con mucha playa. A la noche hicimos una escapada a tomar algo en el restaurante del balneario Las Flores que tenía terraza al mar. Así llegó el domingo, día del regreso de Karin a Buenos Aires. Nosotros nos ofrecimos llevarla hasta Montevideo pues ALicia quería saludar a su sobrina Lucia y también a su ex cuñada dejandoles algunas atenciones. Alicia había hecho varios budines ingleses, de los cuales Karin llevó uno consigo para compartir con Mariano. A las seis de la tarde partió su omnibus a Colonia y nosotros llegamos de regreso a la casa poco antes de su propia llegada a Buenos Aires. En la ruta interbalnearia se había producido algún tipo de accidente en la vía a Montevideo y las colas que vimos eran kilométricas. Hilian e Isabel nos habían invitado a recibir el año nuevo en Valizas y aceptamos con gusto, por lo que el martes a la tarde saldríamos para allá.
Lunes 30 de diciembre. Ya planeando la ida a Valizas hicimos el lunes una escapada a Pirapolis para hacer la compra de carne para el asado de fin de año. No había apuro para salir el martes pues Hilian e Isabel recién partirían después del almuerzo con la madre de Hilian en San Carlos. Al mediodía teníamos cargado el auto y salimos para Valizas, en la molesta companía de un incipiente dolor de muelas que comenzó a aquejarme a la mañana y que mantuve a raya con calmantes. A Valizas llegamos con apetito y la primer parada fue en uno de los lugares de comida de la concurrida calle principal donde comimos unos muy sabrosos panqueques de camarones al ajillo. Completamos yendo a nuestra heladería favorita, que además era sumamente generosa a la hora de llenar los cucuruchos. Luego no tuvimos mucha espera fuera de la casa de Hilian antes de que llegaran ellos también. El clima no era de lo mejor, con cielo cubierto, viento, y amenaza de lluvia. Para la cena de año nuevo Hilian inauguró su parrillero recientemente terminado, y pudimos comer bajo techo en la galería, a resguardo de algún chubasco pasajero. A medianoche observamos una moderada cantidad de fuegos artificiales desde el balcón de la casa mientras brindábamos con un espumante y pan dulce. El viento continuó fuerte el miércoles, pero ya con cielo semicubierto. Después del desayuno fuimos Alicia y yo a la playa e hicimos una larga caminata que incluyó un chapuzón mientras yo aguardaba a una prudente distancia del agua. Habíamos llevado una tarta de atún para el almuerzo e Isabel tenía sus tartas también, de lo que sobró una buena cantidad. Pasamos una tarde muy tranquila en la casa, mateando y disfrutando de su lindo jardín, y recién al anochecer fuimos caminando hasta el centro donde estaba la feria artesanal, diversos vendedores ambulantes y cantidad de lugares de comida. Terminamos cenando en "La Jarana", donde también había música en vivo, y asi dimos por terminado el día. Habíamos hecho averiguaciones para una posible excursión al Bosque de Ombues cercano el día jueves, y a media mañana partimos los cuatro con nuestro auto hacia el puente sobre el arroyo Valizas, a unos 8 km de distancia. A cada lado del puente había un caserio de pescadores y desde allí partía una lancha de excursión al bosque. La cantidad de interesados para el paseo de las once de la mañana superaba ampliamente el minimo requerido y partimos con la lancha colmada y un guía muy ilustrado que nos fue dando interesante información durante el trayecto en dirección a la laguna de Castillos. El arroyo Valizas era en realidad el nexo entre la laguna y el mar, funcionando como un sistema de vasos comunicantes en el que los respectivos niveles determinaban la dirección de la corriente del arroyo. El arroyo serpenteba por la llanura y en partes era poco profundo, especialmente donde en tiempos antiguos había un vado para el cruce del ganado. Vimos innumerables especies de aves, además de las vacas que se acercaban a la orilla a refrescarse. Justo antes de llegar a la laguna atracamos en un muelle de un establecimiento privado y comenzamos una caminata de un kilómetro por un sendero en el fantástico bosque de ombues, al que trataban de conservar mediante el plan de proteger a las plantas jovenes evitando que fueran alimento para el ganado. Fue una muy buena experiencia para todos, en un maravilloso entorno de naturaleza. Era también la primera vez que Hilian e Isabel visitaban ese lugar. De regreso a la casa hicimos enseguida el almuerzo con restos de los días anteriores, y luego emprendimos el regreso a Piriápolis. Para variar el recorrido tomamos la ruta hacia La Paloma antes de empalmar con la ruta 9 en Rocha, y como la tarde estaba muy linda entramos al "Cerro de la Luz" a pasear un rato por el apacible lugar e incluso nos tiramos un rato en sendas colchonetas en el salón. Ya se acercaba la puesta del sol pero alcanzamos a hacer el camino de la costa con luz, pasando luego por la muy concurrida rambla. El viernes a la mañana conseguí turno para la tarde con una dentista de Piriápolis, y su diagnóstico fue una infección de la muela por lo que me dió una receta para tomar antibióticos y un turno para el 13 de enero. Allí me iba a tomar una placa y evaluar si se podía hacer tratamiento de conducto o ya se trataba de una muela insalvable, pues observó que tenía bastante movilidad. Tal vez esto último fuera lo mejor, para hacer un puente más adelante. Lucía, la sobrina de Alicia, iba a pasar el fin de semana con nosotros pues Federico se iba de crucero con su hermana y la madre festejando el cumpleaños número 60 de esta última. Alicia la buscó a la noche a la parada 10 a la noche y la trajo a casa para quedarse hasta el lunes 6. El tiempo la acompañó el fin de semana pues pudo hacer mucha playa tanto el sábado como el domingo.
Lunes 6 de enero. El lunes de Reyes amaneció fresco y nublado, clima ideal para la propuesta de hacer nuevamente la subida al cerro de Los Burros. Repetimos asi la experiencia reciente con Carlos y Elena, y a Lucia la disfrtutó mucho también. A la noche la llevamos a la terminal donde tomó el ómnibus de regreso a Montevideo. Había reservado un turno para hacer el martes el service de los 40000 kilómetros del auto en Maldonado, de modo que nos levantamos temprano para dejarlo en el taller. Desde allí caminamos unos dos kilómetros y medio hasta el centro de la ciudad para hacer shopping y almorzar en un restaurante de la plaza principal, y luego hicimos la infaltable visita a nuestro amigo Sergio donde nos quedamos mateando hasta que nos avisaron que el auto no estaría listo ese día. No quedó otra que ir a la terminal y regresar a casa en ómnibus. A media tarde del día siguiente me subí a la bicicleta y fuí hasta la terminal para seguir en ómnibus a Maldonado. Poco antes de llegar observé bastante humo en un area de chalets cercana a la ruta y luego supimos que se habían quemado dos mansiones, sin conocerse aun el origen del incendio. Con mucho sol y calor caminé esta vez 3 kilómetros hasta el taller, pero con bastante sombra en el camino, y teniendo el "Mercado Alemán" en las cercanías aproveché para hacer una buena compra de provisiones antes de regresar a la casa. Ya en vísperas de la inspección de la casa por parte de la Intendencia, el jueves monté las celosías de aluminio en ambas ventanas del fondo y convertimos el dormitorio chico en un "depósito". También recuperé mi bicicleta que había quedado estacionada en la terminal de ómnibus, y más tarde colocamos semillas de rúcula que nos había dado Sergio en una cajonera que había armado días anteriores. En la ex-quinta estaba creciendo a pasos agigantados lo que parecía ser una planta de sandías. La cura con antibióticos estaba dando buenos resultados pues el dolor de la muela y la inflamación habían desaparecido por completo. Para la inspección del viernes nos levantamos temprano y nos pusimos pitucos a la espera del funcionario, que apareció a media mañana buscando la "casita de Alicia", armado del plano hecho por el arquitecto. Con pasmosa velocidad recorrió la casa por dentro y por fuera, y en pocos minutos se dió por satisfecho y se retiró. Mandamos también un whatsapp a Cacho en ocasión de su cumpleaños, imaginándolo recorriendo la rambla de Puerto Varas de punta a punta. A la tarde acompañé a Alicia a la playa, llevando cada uno una silla en la bicicleta y sendos libros. Estaba muy lindo frente al mar, con cantidad de gente, siendo el único detalle molesto la novedosa costumbre de llevar música y ponerla a todo volumen. Habíamos encargado un pollo al espiedo con papas fritas en una inmobiliaria cercana que había incorporado esa rubro, tal vez para compensar la caida de operaciones, y pasamos a buscarlo al regresar a la casa. Cenamos en la galería mirando la puesta del sol y del gigantesco y sabroso pollo quedó la mitad para el día siguiente. Ya en vísperas de su operación, el sábado hablamos con Omar pues el domingo ya se internaba en el hospital de Malmö. En Uruguay entramos nuevamente en un período de altas temperaturas, y con la sequía existente aparecieron nuevos focos de incendio por la zona, de origenes no aclarados. Claro que a pesar de la prohibición absoluta de hacer fuego abierto, seguían habiendo empecinadas imprudencias. Por el momento no afectaban ningun area próxima a la casa.
Lunes 13 de enero. A las diez de la mañana tenía turno con la dentista, y Alicia aprovechó la ida a Piriápolis para hacerse un corte de cabello a la misma hora. Su peluquería favorita quedaba casualmente justo frente al consultorio odontológico. La cura con antibioticos había dado el resultado esperado, desapareciendo la infección, y la dentista comprobó que la muela afectada volvía a estar firme. Sabiendo que yo me trataba con mi odontólogo en Suecia decidimos dejar el caso "en observación", y me dió dos recetas para comprar más antibióticos en caso de que volviera a tener problemas. Por ahora tenía entonces el tema bajo control. El lunes era el día que operaban a Omar y recibimos un parte médico de Ana María por Whatsapp diciendo que lo habían intervenido con éxito, aunque ella recién podría verlo al día siguiente. Desde Suecia nos contó Viktoria que finalmente había comenzado Matias el curso intensivo de idioma sueco que había estado esperando desde su llegada. Johanna muy bien con su embarazo ya pronto a término, y con una semana de más tranquilidad al haber llevado mis consuegros a Ellen a esquiar al norte. Las respectivas visitas de Gabriel y Agustín quedaron finalmente confirmadas después que frenáramos sus planes de venir todos a la vez. Gabriel, Valeria y Lucia venían el 4 de febrero y regresaban el 7, mientras que Agustín con Camilo y su nueva "amigovia" Constanza con su hija Luz llegaban ese mismo 7 de febrero hasta el 11. Con los horarios de los respectivos viajes, quizas llegaran a verse todos el 7 en la terminal de ómnibus de Piriapolis. El martes tuvimos un día de sol y calor agobiante, como anticipo de la tormenta que vendría al día siguiente. Por suerte había siempre algún lugar de sombra alrededor de la casa para armar la mesa y comer afuera. Por primera vez en estos cinco años apareció una laucha que corrí con la manguera y logré finalmente que se fuera al monte y siguiera su vida alejada de la nuestra. Casi al filo de la puesta de sol bajamos a la costa en bicicleta e hicimos una caminata ya en la penumbra. Al igual que en días anteriores había aun mucha gente refrescándose, y como excepción a los operadores turísticos no se les caían las lágrimas al superar la temporada los sombríos pronósticos. Entre uruguayos, brasileros y argentinos no solidarios, la ocupación estaba casi al tope, y se notaba también en el intenso tráfico automotor. El alivio, especialmente para los agricultores, llegó el miércoles por la mañana. No fue una tormenta intensa pero al menos cayó una buena lluvia en la zona y en el resto del pais. Omar seguía evolucionando bien, un poco nauseoso según Ana María, lo que seguramente se podía considerar normal después de tamaña intervención. Me comuniqué también con Antonio, que llevaba ya una semana en su departamento de Punta del Este. Quedamos en hablar a nuestro regreso del paseo de fin de semana al festival de Jazz a la Calle de Mercedes, para coordinar una encuentro con ellos. La lluvia nos mantuvo adentro todo el miércoles, y si bien volvió el sol al día siguiente siguió el viento pampero fresco. Parecía también que el humo de los incendios de Australia se extendía como un velo palideciendo el cielo normalmente bien azul. Mayarí se comunicó con nosotros y como el viernes pasaríamos por Santa Lucia en camino a Mercedes quedamos en pasar a verla y de paso compartir el almuerzo.