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9 de Noviembre 2021
Dado que al regreso de nuestro viaje nos acostamos muy tarde el día anterior no tuvimos apuro en levantarnos el martes. Viktoria nos había reservado un turno en nuestro lavadero para la tarde, y como queríamos asegurarnos de que la tos que había traido Alicia de España fuera solo eso busqué en la farmacia el kit de hisopado, que por suerte dió Covid negativo. No teníamos aun el consentimiento del consorcio para renovar la cocina al faltar algunos certificados de la firma constructora, pero los conseguí enseguida y los mandé en forma electrónica. Viktoria había utilizado el auto en nuestra ausencia en alguna ocasión y nos había informado que una de las lámparas de luz baja estaba quemada por lo que fuimos a comprar el repuesto y afortunadamente fue muy facil de cambiar. También había una advertencia de pastillas de freno gastadas, y recién conseguí un turno en un taller para el jueves 18. Alicia había recibido fecha para hacerse el estudio de densiometría de los huesos en el hospital y eso se hizo el viernes 12. Asi llegamos al fin de semana y ese sábado hice una escapada hasta el departamento de Viktoria a saludar a ella y a Vida y también a recuperar un juego de llaves de nuestro departamento. Habíamos coprado carne de reno para hacer en guiso e invitamos a Lucho a cenar, y como él habia hecho también un viaje a España, aunque a Madrid, teníamos mucho que contar todos y la tertulia se hizo bien larga.
Lunes 15 de noviembre. Se acercaba velozmente la fecha de inicio de la renovación de la cocina y aun no había noticias del lavavajillas por lo que hicimos una escapada a Ikea para recibir información. Quedó claro que seguían faltando y no había ningún indicio sobre cuando llegarían, por lo que fuimos allí mismo a otros negocios y en Net-on-Net conseguimos uno de la marca Bosch a entregar el día 29. También compramos en Lidl un secador de toallas eléctrico que pensamos que entraría en nuestro pequeño baño, y además adquirimos una buena cantidad de porciones de platos preparados y congelados para calentarlos en el microondas durante la renovación. El martes me tuve que levantar bien temprano porque la cita para la operación de cataratas era a las 08:15. Fui en bicicleta a la clínica, donde ya estaban operando a un paciente mientras me preparaban con gotas diversas y un calmante. Me tocó el mismo cirujano y la intervención fue una copia de la anterior sin ningún tipo de molestia al punto que pude regresar a casa en bicicleta también. Luego nos abocamos a la tarea de buscar pasajes al Uruguay para el verano, lo que nos llevó bastante tiempo. Desistimos de volar con Air France utilizando los vouchers que aun nos quedaban ya que con esa empresa era inevitable la escala en Sao Paulo siguiendo luego con Gol, y además los precios eran bastante más altos que los de Iberia con la ventaja de que con ellos el vuelo era directo de Madrid a Montevideo. Elegimos salir el 26 de enero y emprender el regreso el 1 de mayo. El miércoles 17 era el cumpleaños de Magela, la hija de Alicia, y como habían invitado a comer a la tarde a su casa compramos una torta para la ocasión que llevamos para allá. Al día siguiente festejábamos nuestro aniversario de convivencia y para la ocasión reservamos mesa para cenar en la Ostería Qui. Ese día me tocó madrugar pues a las siete de la mañana dejé el auto en un taller para cambiar las pastillas de freno. Quedaba a cinco kilómetros de nuestro departamento y aproveché para hacer ejercicio caminando de regreso al departamento. A media tarde estuvo listo e hice la caminata inversa para ir a buscarlo. Tuve suerte pues justo al llegar al taller comenzó a llover. Nuestra cena en la acogedora Ostería Qui fue excelente, con un exquisito lomo a la parrilla con guarnición. Estando allí recibí una llamada telefónica dandome turno para vacunarme el jueves siguiente. Había decidido volver a vacunarme contra el Covid en Suecia ignorando la vacunación del Uruguay pues seguía sin ser reconocida y no había por la tanto manera de hacerme aquí del certificado que cada vez era más exijido. Continuaban las celebraciones pues Marcos cumplía años el viernes y se festejaba con una cena en el restaurante de Bouchon, estilo francés, y precio francés también. Bien abrigados, fuimos caminando hasta allí con una noche fría y ventosa. No había gran variedad para elegir en el menu, pero habiendo ñoquis gratinados pedí ese plato y resultó muy bueno. Por si fuera poco, el día siguiente, sábado, nos había invitado Lucho a cenar con un guiso de pollo en su casa. Durante el día tuvimos la visita de Johanna con Ellen y de Viktoria, Matias y Vida. Con ellos hicimos una merienda y luego miramos fotos de nuestro viaje a España. Lucho había invitado también a su amiga Patricia, y su guiso resultó excelente. Como era habitual con Lucho, la tertulia se extendió hasta pasada la medianoche, y por eso nos levantamos bien tarde el domingo. Por primera vez tuvimos temperaturas nocturnas rondando los cero grados, y Alicia hizo una reconfortante sopa de verduras mientras yo comenzaba la instalación del secador de toallas en el baño. A través de nuestro cuidador Nicolás nos llegó desde Piriápolis la noticia de que Antel había hecho el tendido de tubos para colocar fibra óptica en nuestra calle. Pensábamos que ese proyecto iba a demorar muchísimo más en concretarse. Tal vez podríamos conectarnos ya a nuestra llegada a Uruguay y mejorar la pobre velocidad de nuestro internet.
Lunes 22 de noviembre. La muela que me había dado mucho dolor cuando dos años atrás pasamos la vispera de año nuevo con Hilian e Isabel en Valizas volvió a tener actualidad. Una dentista me había hecho el tratamiento de conducto en Piriápolis y el relleno aguantó hasta nuestro regreso a Suecia, pero se había desprendido la semana anterior. El lunes fui a mi dentista y convinimos en que había que hacer una corona por lo que hizo el molde y me citó para la semana siguiente para colocarla. Ese día terminé de colocar el secador de toallas mientras Alicia visitaba a nuestra amiga Sonia quien seguía internada en un hogar de rehabilitación a causa de múltiples facturas ocasionadas por una mala caida de la bicicleta. En este período de continuo tiempo gris tuvimos una pausa de dos días en los cuales apareció el sol. El martes salimos a pasear en bicicleta hasta la costa e hicimos una parada en el restaurante Kajutan donde llegamos justo a tiempo pues tuvimos cuarenta minutos para almorzar antes de que cerraran. Los dias eran ya tan cortos que llegamos de regreso cuando ya se había puesto el sol. Me llegó finalmente la hora de recibir la primer dosis sueca de Pfiser, y como ofrecían la vacuna contra la gripe presenté el otro brazo también. Siendo jueves no teníamos más excusas para vaciar los muebles de cocina y nos llevó toda la tarde reacomodar todo dejando a mano lo más necesario. A la noche hicimos una escapada hasta el restaurante Bakfickan del barrio y cenamos allí. A las nueve de la mañana del día siguiente se hicieron presentes tres hombres y después de sacar la heladera al pasillo comenzaron a desmantelar los muebles. Tres horas más tarde no quedaba nada excepto la cocina y habían quitado también los cerámicos de la pared. Se retiraron después de enduir esa parte y quedamos en que vendrían el lunes a comenzar a montar, después de que yo les avisara que había llegado el esperado envio de Ikea. La cocina vieja quedó hasta el lunes, facilitándonos el tema de preparar comida. Hilian e Isabel nos habían invitado a cenar en su casa y como amenazaba lluvia y queríamos ir en bicicleta fuimos bien preparados, con pantalones y capa impermeables. El sábado se iban a quedar a dormir los nietos de Alicia y sus padres los dejaron a media tarde. Para facilitarnos las cosas trajeron pizzas compradas y asi se solucionó la cuestion de la cena ya que bastó con calentarlas. Alicia había reservado entradas para ir al día siguiente al cine con sus nietos a ver "Encanto", la reciente película de Disney ue se estaba estrenando en Suecia también. Mientras ellos estaban en el cine yo calentaba el contundente guiso que había hecho Alicia para cenar en el departamento de Magela y Leo como despedida a Marcos, que regresaba el lunes a Estocolmo.
Lunes 29 de noviembre. A media mañana llegó el envío de Ikea con todos los componentes de la nueva cocina y al rato vinieron los instaladores a comenzar el trabajo de montaje. Era un día bien frío, con temperaturas que apenas superaban los cero grados. El lavavajillas que tuvimos que comprar en otro negocio llegó también de modo que teoricamente estaba todo entregado. Al día siguiente por la mañana me tocaba ir al dentista a colocar la corona, y a la tarde hice una escapada al departamento de Viktoria para ayudarla a colocar seguros en cajones y puertas de los muebles de cocina pues Vida estaba ya muy interesada en explorar el contenido. Johanna pasó a saludarnos el miércoles a la mañana antes de ir a encontrarse con Viktoria, y nosotros hicimos una escapada a Ikea donde almorzamos y compramos algunos detalles que faltaban en la cocina. No había terminado aun la instalación en lo de Viktoria asi que volví a pasar por su casa también. Tenía que hacer colocar las cubiertas de invierno ante la probabilidad de que se produjeran heladas en los días siguientes y pasé por la gomería donde las tenía guardadas. Ya de lejos ví que había una extensa cola de autos que querían hacer lo mismo por lo que lo postergué para el día siguiente y seguí hasta el departamento de Viktoria a montar un estante de Ikea. El jueves regresé a la gomería resignado a hacer la cola y efectivamente tuve que esperar alrededor de cuatro horas antes de que me tocara el turno, simplemente por falta de previsión de mi parte. Cuando regresé al departamento me explicó el montador que el frente del lavavavillas de Ikea no era compatible con la máquina que habíamos comprado en otro negocio y evaluamos si teníamos que devolver el lavavajillas, pero existía la posibilidad de que hubiera en Ikea un adaptador para estas situaciones. El viernes a la mañana fuimos nuevamente a Ikea y comprobamos que efectivamente había una solución pero no tenían ese adaptador en stock, solo vendría la semana siguiente. Temprano por la tarde tenía turno con el oculista de la clínica para controlar la operación del ojo izquierdo. Encontró que estaba todo bien y me recomendó esperar unas semanas antes de encargar anteojos progresivos. Curiosamente, ahora veía bien de lejos con el ojo izquierdo y bien de cerca con el derecho. Para celebrar los cumpleaños de Hilian e Isabel los habíamos invitado a cenar esa noche en el restaurante vietnamita Nam Do en el centro de Malmö. Isabel se había operado también de cataratas de un ojo un par de días antes y tampoco había tenido problemas. Habíamos reservado lugares en el concurrido restaurante y tuvimos dos horas disponibles para comer. Todos los platos eran muy sabrosos. Continuaban los dias muy fríos y lo notamos especialemnte el domingo cuando fuimos en bicicleta a almorzar al departamento de Mayari. Por la información que recibimos desde Buenos Aires los viajeros habían podido iniciar la travesía sin problemas.
Lunes 6 de diciembre. Después de muchas idas y venidas, finalmente decidimos ir con dos coches a recibir a los viajeros en el aeropuerto. Por suerte era un día sin lluvia y con Gerd llevó el suyo mientras que nosotros fuimos con el suyo después de buscar a Matías y Vida. A las 09:20 aterrizó el avion de KLM en Copenhaguen y el tan postergado viaje llegó finalmente a su concreción. A pesar de la pandemia fue muy sencillo regresar a Malmö pues no había ningún tipo de controles. Marcela se instaló en el departamento de Viktoria mientras que Karin, Mariano, Laia y Andres se hospedaron en el amplio departamento de Gerd. Karin contó que fueron vuelos muy serenos y que Laia se la pasó durmiendo. Nosotros fuimos luego nuevamente a Ikea a reclamar dos faltantes de la entrega y pasamos también por un vivero cercano a comprar un pequeño pino en maceta para la decoración de navidad. Ya había comenzado el período anual en el que podía hacer la revisión técnica del auto y había pedido un turno para el martes a media mañana. Afortunadamente pasó la revisión sin problemas. A la tarde vino Karin caminando con Laia en un cochecito que le habían prestado y compartimos una merienda en casa. Un albañil había comenzado a colocar los cerámicos sobre mesada y aun esperábamos al electricista para conectar los aparatos. En primera instancia vendría el jueves pero finalmente apareció el miércoles por la tarde e hizo toda la instalación necesaria para enchufar los aparatos además de colocar una toma triple sobre la mesada. El albañil completó su trabajo y quedamos satisfechos con la colocación de los cerámicos. Se acercaba el final del proyecto, y confiábamos que al día siguiente podría volver la heladera a su lugar original, quedando solo un par de detalles a la espera de disponibilidad de material. El jueves al mediodía salió Alicia a encontrarse con Karin, quien tenía que hacer algunos trámites en su banco. A la tarde teníamos previsto ir al departamento de Eva, la amiga de Karin, ya que nos había invitado a todos a una merienda clásica de navidad, con galletas de jenjibre y glögg. Nosotros llevamos a Marcela con el auto y en el departamento nos encontramos con Karin, Mariano, Andrés y Laia también. Más tarde invitamos a Marcela a cenar en un restaurante antes de dejarla en el departamento de Viktoria. La guardería de Nicolás estaba cerrada el viernes y nos hicimos cargo de él así que pasó el día con nosotros. El tiempo estaba bastante feo y cayó agua nieve al tener temperaturas cercanas al cero. Karin y familia además de Viktoria y familia habían sido invitados por Johanna a pasar el fin de semana en el establecimiento de campo de mis consuegros en Småland y tuvieron la suerte de que cayera una fuerte nevada en esa zona para regocijo de todos. El domingo por la tarde regresaron a Malmö. Ese día llovía aquí en el sur de modo que llevé a Alicia con sus nietos en el auto a un concierto para niños en el centro. Karin con Laia y Viktoria con Vida vinieron a casa caminando con los respectivos cochecitos a merendar conmigo.
Lunes 13 de diciembre. Alicia tenía ese día un turno para hacerse una radiografía de muñeca en Lund ya que su kinesióloga quería investigar el origen de un pequeño bulto en la zona de la quebradura. La radiografía no reveló nada extraño, por lo que la cirujana decidió pedir una ecografía pues podía ser un pequeño aneurisma. El sábado anterior habíamos conseguido en Ikea el mecanismo adaptador para montar el frente del lavavajillas y le había avisado al montador, quien vino el martes a la tarde y lo colocó, además de un último mueble sobre la heladera de modo que fue el final de obra con la cocina completa. Karin había pedido que hiciera pasta con pesto y el miércoles hicimos una gran reunión para cenar en nuestro departamento pues vinieron también Viktoria, Matías y Vida, además de Ana María y Marcela. Para el día siguiente nos había invitado Ana María a comer en su casa, pero allí se abstuvieron Viktoria y Matías para que no se hiciera muy tarde para Vida. Comimos un muy rico chili con carne y para el postre un budín con especias de navidad que había preparado Alicia. Ella sentía ciertas molestias en el ojo izquierdo y había solicitado un turno en la clínica donde me había operado yo. La atendió un óptico que se limitó a comprobar que ella veía aun muy bien y que eventuales molestias no eran más que producto de la edad. Lamentablemente era un profesional muy parco y Alicia no sacó mucho en limpio de la consulta. Al regreso se puso a hacer los cuatro budines frutados de navidad que preparaba cada año para las fiestas. A la noche del viernes llegó Isabel con su marido y sus dos hijas después de un viaje de dos días en su auto desde Francia. Se instalaron en el departamento de Eva, donde ya estaba viviendo Karin con los suyos. Continuando con los encuentros y por iniciativa de Ana María la barra latina se reunió al día siguiente en un local de su consorcio a celebrar la navidad anticipadamente, llevando cada uno algo para comer y tomar, además de un regalo sorpresa para el clásico juego. Marcela estaba invitada también y la pasamos a buscar con el auto además de recoger a Hilian e Isabel. Ella había preparado una formidable cantidad de arroz a la malta para el postre, un clásico de la navidad sueca, de lo que sobró un montón. Alicia llevó uno de los budines y tuvo mucho éxito. Teníamos tiempo hasta las diez de la noche para usar el local y hubo que apurar para llegar a tiempo para el juego, que también fue muy apreciado y bullicioso. Marcela se quedaba a dormir en casa de Ana María y nosotros llevamos a Hilian e Isabel de regreso a su departamento. El domingo era el día en que habíamos planeado ir en patota a un zoológico privado a unos sesenta kilómetros de Malmö. Fuimos en cuatro autos, o sea el de Johanna, el de Gerd, el de Isabel y el nuestro para poder acomodar a los 19 participantes de la expedición. Nosotros llevamos a Nicolás también, mientras que su hermana Elisa no era de la partida por tener un cumpleaños. Nos tocó un día bien frio, con temperaturas cercanas al cero, pero soleado. Habíamos planeado asar salchichas por lo que llevábamos briquetas y todo los demás para prender el fuego, y alquilamos un carrito para poder llevar todos los enseres por el parque. El tema navidad era dominante en el extenso predio, muy bien decorado, y además de haber una variada fauna autóctona en amplios espacios cercados dentro del bosque, había una cantidad de actividades para los niños. El parque estaba dotado de parrillas repartidas por todo el predio, y afortunadamente tenían también un lugar donde ya había amplias parrillas comunitarias ya encendidas donde todo el que quisiera podía poner su comida a asar o calentar, lo que nos ahorró la tarea de encender fuego. A medida que pasaban las horas comenzó a oscurecer, y cuando ya era noche cerrada encendieron las luces de un gigantesco pino de navidad para bailar alrededor de él y dar la bienvenida a un papá Noel. Estando ya todos cansados del intenso ajetreo emprendimos luego el regreso a Malmö. Retrocediendo el reloj, a la llegada al parque nos enteramos que Alma, la hija más pequeña de Isabel, había vomitado durante el viaje y se sentía mal. De hecho volvió a vomitar un par de veces más y no pudo participar de las actividades. La preocupación principal era si era simplemente que algo le había caido mal o si tenía el clásico y muy contagioso virus de invierno, peligrando el resto de las actividades organizadas para navidad.
Lunes 20 de diciembre. Entramos en la semana culminante de los festejos navideños, y el frío hizo que incluso aquí en el sur de Suecia ibamos a tener una navidad con carpeta blanca. Quedamos con Mariano que él hacía el relleno de las empanadas mientras que yo me ocupaba de comprar la masa y armarlas, como contribución culinaria a la reunión del miércoles en casa de Johanna. Alicia hizo el lunes un excelente guiso con papas, habas y algunos chorizos en la flamante olla a presión que habíamos comprado en Ikea e invitamos a nuestro amigo Lucho a compartir la cena con nosotros. Johanna vino al día siguiente a Malmö a recoger regalos navideños nuestros para sus hijas a abrir en la fiesta del 22 antes de que partieran para Småland. Me trajo también el relleno preparado por Mariano e hice las empanadas, algunas con masa común y otras con masa sin gluten. También pasó por casa Mayari, la hija postiza de Alicia, para despedirse pues viajaba al Uruguay. Desde España nos llegó la noticia de que Pedro se había contagiado con Covid y tal vez Brenda también. Alma, la hija menor de Isabel, continuaba con vómitos, y por decisión general postergamos la reunión del miércoles en casa de Johanna. Por otra parte se habían contagiado de Covid mis consuegros de modo que se había suspendido la ida de Johanna y familia a Småland. Ellos festejarían la noche buena en su casa mientras que Alicia y yo nos ibamos a repartir entre la fiesta con Karin e Isabel y la fiesta de Magela en su departamento. El 23 de diciembre completamos las compras navideñas y Alicia hizo también una tarta y una torta para llevar a lo de Magela. Después de cenar en el restaurante del barrio las llevamos junto a los regalos en el auto, cuando los niños ya se habían ido a dormir. Ellos acostumbraban abrir sus regalos al despertarse el día 24. Así llegamos a ese día tan esperado, y como Alicia quería estar presente cuando los nietos abrieran sus regalos la llevé temprano para allá y después pasé a buscar a Mariano ya que necesitaba su ayuda para llevar una mesa, sillas, el arbolito de navidad y los regalos a su departamento. Nosotros abrimos los nuestros en casa y yo recibí dos libros además de un vale por una salida en canoa el siguiente verano. Poco después de las dos de la tarde fuimos ALicia y yo a participar de las celebraciones con ellos, y más tarde continuó viaje Alicia en bicicleta para reunirse con su familia. Yo me quedé un buen rato más y después de la comida fui a recoger a Alicia. Allá me encontré con sus consuegros también y dos de sus tres hijos pues una de las hijas había dado positivo al Covid. Ella había sido la encargada de hacer el pavo del 25 en su casa, lo que obviamente había sido cancelado. Se había decidido hacer la reunión del 25 en el departamento de los consuegros de Alicia con restos de la cena del día anterior. Lo mismo hicieron en lo de Karin y Mariano. La frustrada fiesta del 22 en casa de Johanna se había postergado para el 26, asi que sacamos las empanadas del congelador y fuimos todos para allá a celebrar. Nosotros llevamos en nuestro auto a Viktoria, Marcela y Vida, con un día muy frío ya que las temperaturas llegaron a los seis grados bajo cero. Nuevamente hubo un show de regalos para los niños y muy rica comida de navidad. A la hora de regresar estaba ya bien oscuro y había bastante niebla, pero yendo con prudencia no hubo problemas para regresar a Malmö. Al día siguiente nos juntábamos todos de nuevo para celebrar el cumpleaños de Johanna, e Isabel con su familia se quedaron a pernoctar en su casa. Johanna había encargado dos tortas en Malmö y pasé a recogerlas antes de partir para su casa. En esta ocasión comenzamos con tortas y dulces, incluido uno de los muy ricos budínes ingleses de Alicia, y bastante más tarde encargaron pizzas para una cena temprana. La bomba explotó al día siguiente por la mañana, cuando Viktoria nos informó que Matías había dado positivo al Covid. De inmediato fuí a una farmacia a comprar tests y nos controlamos Alicia y yo en casa. El resultado fue negativo, pero esos tests solo eran confiables si daba positivo, por lo que pedimos turno para hisoparnos consiguiendo hora para el jueves a la mañana. Le alcancé algunos kits de test a Karin y al rato me avisó que Mariano había dado positivo. Mientras tanto Marcela había decidido mudarse a un hotel, aunque luego descubrieron que ella estaba también contagiada. Viktoria, que no estaba vacunada, tenía fiebre y mucho dolor de cabeza. Notablemente, sus tests estaban dando negativos. Nuevos tests que nos hicimos en casa el día miércoles, confirmaron que ALicia y yo seguíamos negativos mientras que Mariano daba otra vez positivo, de modo que decidieron postergar una semana su regreso a Argentina para el 8 de enero, cambiando también el turno que tenían del PCR necesario para viajar. Johanna y familia tenían planeado partir el sábado en auto al norte a esquiar, pero aun estaban esperando sus tests para tomar una decisión. Yo tenía la esperanza de que el hisopado me diera negativo el jueves pues el lunes tenía turno para vacunarme y el martes para renovar el pasaporte. A la mañana del jueves fuimos con el auto hasta Svågertorp a hacernos el hisopado cuyo resultado podía demorar un día o dos. También retiré ese día un kit para que se testeara Matías y busqué con el auto un pedido de provisiones hecho por Viktoria en un supermercado. Johanna confirmó que había dado positivo, y ya iba pareciendo que nos habíamos infectado todos. Así fue que todos recibimos el año encerrados en nuestras respectivas casas. llamó la atención que hubiera tanto estruendo en la calle, tal vez porque hacía muchos años que no pasábamos las fiestas aquí. Continuaba el tiempo gris y frío, pero el primer día del nuevo año fue sin lluvia y con el auto fuimos hasta un bosque cercano a hacer una caminata. No fuimos los únicos que tuvimos esa día, pero mantuvimos distancia. Más tarde me encontré en la calle con Mariano, Karin y Laia, y les dejé medio pandulce. A la noche llegó nuestro resultado del test, confirmando que estábamos contagiados por lo que decidimos continuar nuestro aislamiento hasta el martes siguiente. Por internet hice un cambio de mi turno para renovar el pasaporte y lo pasé al 12 de enero, y la cuarta dosis de la vacuna que me iba a dar el lunes 3 la postergué para el 19. Mientras tanto, y para minimizar los sobrecostos, los chicos habían cambiado la fecha de regreso a la Argentina para el 11 de enero. Isabel y los suyos partieron de regreso a Francia en su auto y no tuvieron inconvenientes en llegar a destino. Nosotros invitamos a Karin y familia a cenar el miércoles con nosotros y Alicia ofreció un excelente pote asturiano, y como el día de reyes amaneció soleado le propuse a Mariano y Andrés hacer un paseo en auto al campo, mientras Alicia visitaba a sus nietos y Karin a su madre. Johanna había partido con su familia en el auto hacia el norte a esquiar y parecían estar disfrutando a pleno. Como en todo el mundo, aquí en Suecia avanzaban los contagios sin parar y todo indicaba que finalmente no había manera de detener el virus e que tarde o temprano ibamos a quedar todos contagiados. Argentina no era la excepción, y nos enteramos que tanto el grupo familiar de Gabriel como el de Agustín se habían contagiado. A diez días de habernos infectado ya nos sentíamos recuperados, con leves síntomas residuales. Para el viernes 7 teníamos una invitación para probar el locro que había preparado Marcela en casa de Viktoria y como Alicia estaba también invitada a reunirse con sus hijos en un restaurante nos repartimos entre las familias. Para el locro de Marcela vinieron también Karin con Mariano y los niños, y además de disfrutar de esa comida probamos también un rico plato judío que consistía en empanadas de papa y cebolla. Yo recogí a Alicia con el auto cuando finalizó su reunión y vino un rato también al departamento de Viktoria. Al día siguiente vinieron Ana María y Marcela a tomar el te a nuestro departamento, y Marcela estaba muy contenta pues ante la inminencia del PCR para el viaje se había hecho un test de antígenos que le había dado negativo. El domingo a la mañana se hicieron todos los viajeros el PCR, cuyos resultados demorarían 24 horas en llegar. Antes del mediodía vinieron los hijos de Alicia a compartir un brunch con nosotros, y para la noche estaba prevista una cena con pizzas hechas por Mariano en el departamento que habitaban. Karin estaba bastante nerviosa esperando el resultado de los tests, en vista de las complicaciones que aparejaría que alguno diera positivo.
Lunes 10 de enero. Día en que Cacho cumplía 80 años con un gran festejo en Bariloche cuyos detalles recibiríamos seguramente más adelante de Elsa. A la mañana nos avisó Karin que para su gran alivio los PCR que se habían hecho ella, Mariano y Andrés habían dado negativos, mientras que para sorpresa de todos a Marcela le había salido positivo. Ella repitió el test y le volvió a dar igual de modo que no tuvo más remedio que volver a postergar su viaje por unos días hasta el martes 18. Johanna y su familia habían regresado de sus vacaciones de esquí y ella pasó por casa a media mañana con mis tres bulliciosas nietas. Con ellas improvisamos una merienda y luego fueron a saludar a Karin. Yo también hice una escapada para allá pues al no viajar Marcela cabían todos los pasajeros en nuestro auto y quedé en llevarlos al aeropuerto al día siguiente. Quería controlar si todo el equipaje entraba en el baul ya que tenían una mochila gigante, dos valijas grandes y cuatro de cabina. Calculé a ojo que entrarían. Era un día frío pero soleado de modo que al regresar a casa salimos Alicia y yo a hacer la caminata de 3 km por el parque antes de la puesta del sol. Así llegó finalmente al martes 12, día de la partida de los chicos. A la mañana fuí al dentista para hacer un control de rutina del estado de mi dentadura y saqué un nuevo turno para la semana siguiente para hacer una limpieza general. A las dos de la tarde llegué con el auto al departamento de Karin, donde estaban haciendo los últimos preparativos y despidiendose de Johanna y de Viktoria. Alicia pasó también para despedirse de ellos, y con Mariano comenzamos a cargar el auto. Haciendo una cuidadosa estiba llenamos el baul con todo el equipaje excepto una valija de mano que Mariano tuvo que llevar en la falda. Hicimos sin inconvenientes el cruce al aeropuerto y llegamos unas tres horas antes de la partida por lo que había muy poca cola para hacer los trámites de embarco. Ellos tuvieron que mostrar sus tests negativos además de las declaraciones juradas para la entrada a Argentina, y además lograron cambiar sus asientos para estar juntos pues habían quedado separados Mariano y Andrés de Karin y Laia. Finalizados todos los trámites los despedí y emprendí el regreso a Malmö. En el puesto de peaje de entrada a Suecia se formó una apreciable cola de autos y camiones pues controlaban si la gente cumplía con las restricciones impuestas a raiz del Covid. Como sueco, yo tenía entrada libre. Los chicos quedaron un poco preocupados por el poco tiempo entre vuelos en Amsterdam, que era una hora solamente, pero finalmente resultó que el vuelo a Amsterdam llegó adelantado allá y la salida a Buenos Aires se atrasó una hora, de modo que la hora se estiró a más de dos. Al día siguiente nos confirmaron que todo había salido muy bien y que Laia había sido un angel durante el vuelo, sin una queja. Por nuestra parte, antes del mediodía partimos con el auto para Landskrona pues yo tenía un turno en la comisaría de esa ciudad para renovar el pasaporte. Tuvimos que hacerlo allá porque en Malmö se habían acabado los turnos como para obtener el documento antes de viajar el 26 de enero. Pedí que el pasaporte nuevo lo mandaran a las oficinas de Malmö. Ya que estábamos allá aprovechamos para pasear por esa pintoresca ciudad y Alicia consiguió también algunas prendas muy baratas ya que aún continuaban las liquidaciones de fin de año. Antes de regresar a Malmö almorzamos en un restaurante thailandés, y llegamos a casa cuando ya estaba oscureciendo. Los días se estaban alargando pero con mucha pereza. Tradicionalmente se guardaban los adornos de navidad el día 13 de enero y nosotros lo hicimos también, bajando las cajas del altillo. Alicia reordenó la casa con los adornos habituales. La larga búsqueda de Viktoria de un departamento de alquiler más grande parecía haber dado resultados pues había visto uno de dos dormitorios cercano al nuestro que aparentemente se lo iban a otorgar. A la noche pasó por casa a mostrarnos el plano y describirnos el departamento. Al día siguiente le dieron la confirmación, para acceder el primero de marzo. De inmediato presentó la renuncia a su departamento actual ya que se requerían tres meses de preaviso. Por la tarde fui a la peluquería pues hacia rato que estaba necesitando un buen corte de cabello. En su imparable avance, el covid llegó también a la casa de la hija de Alicia, probablemente debido a la circulación del virus en las escuelas y las guarderías. Los nietos de Alicia iban a venir a dormir en nuestro departamento pero eso hubo que cancelarlo. El sábado hicimos una escapada a Ikea a comprar algún motivo para reemplazar el cuadro que se había llevado Karin y una pantalla para lámpara también. Esa pantalla no quedaba bien asi que al día siguiente volvimos a Ikea para cambiarla. Era el día del cupleaños del Mariano de Karin, quien había llegado a los 44 años.
Lunes 17 de enero. Marcela se había hecho el PCR el día anterior y sorprendentemente le volvió a dar positivo. Era evidente que ciertas personas podían continuar teniendo residuos del ADN del virus por mucho tiempo, ya que sabíamos de otros casos similares. Marcela no se dió por vencida y averiguando con KLM y la embajada argentina se enteré que aun siendo positiva podía viajar con un certificado médico que atestiguara que ya había tenido la enfermedad y había sanado. El certificado lo hizo un médico conocido de ella en Buenos Aires y yo le imprimé todos los papeles, declaración jurada incluida. Tal como era costumbre habían instalado un par de contenedores y aprovechamos para deshacersos de las cosas que habíamos acopiado en el sótano para tirar. El martes a la mañana fui a mi cita con el dentista quien hizo una limpieza profunda, por suerte con anestesia. Habíamos planeado hacer una cena de despedida en casa para Marcela, pero ante la inminencia de nuestro viaje cancelamos todo tipo de encuentro con ella y su entorno. Como ya habíamos comprado lo necesario para la comida invitamos a Lucho a cenar con nosotros y apareció después del trabajo. Matías había acompañado a su madre al aeropuerto en Copenhagen y por suerte no tuvo ningún problema en abordar su vuelo. Alicia tenía turno el miércoles a la mañana para hacerse la ecografía de muñeca en el hospital de Lund y afortunadamente el pequeño bulto que tenía resultó no ser un aneurisma sino un crecimiento oseo después de la fractura, que no requería ningún tratamiento. Después del mediodía fui en bicicleta hasta mi clínica para que me inyectaran una nueva dosis de Pfizer, siendo esta entonces la cuarta, con lo que podía mostrar indistintamente el pase sanitario sueco o el uruguayo, que ahora estaba aprobado en Europa. Mi preocupación por un posible atraso en la entrega del pasaporte nuevo resultó infundada pues me llegó el aviso de que ya podía pasar a retirarlo. Marcela nos mandó un mensaje cuando estaba saliendo de Ezeiza, llegando así a feliz término su demorado viaje de regreso a la Argentina. La nieta de Alicia terminó contagiando de Covid a sus padres, ellos vacunados y sin síntomas graves, pero desde luego se tuvieron que encerrar en su burbuja. Como el auto iba a quedar a cargo de Viktoria y había que cambier el aceite preferí hacerlo yo el viernes en un taller cercano a nuestro departamento. También teníamos el aviso de que iban a renovar los balcones, sin fecha aún, de modo que por las dudas lo dejamos vacio e incluso retiré las cortinas de enrollar de las ventanas. Habíamos invitado a Magela con Leo y los niños a cenar con nosotros el domingo a modo de despedida de ellos y cuando se fueron dimos aun la vuelta por el parque siguiendo el sendero iluminado pues ya era noche cerrada.
Lunes 24 de enero. A las once de la mañana teníamos turno para hacernos el test PCR antes del vuelo y nos dijeron que el resultado lo ibamos a tener el mismo día a la noche. Ese día habíamos invitado a Viktoria con Matías y Vida a cenar en casa, también a modo de despedida. Estando en plena cena nos llegaron los respuesta de los PCR y para nuestra gran sorpresa resultó negativo el de Alicia y poitivo el mio. Gran consternación y dudas sobre los pasos a seguir ya que eventualmente tendría que postergar mi vuelo. Estudiando detenidamente los requisitos para entrar al Uruguay leí que si se había cursado la enfermedad al menos veinte días antes del viaje era posible entrar al pais y toda la mañana del martes se nos fue en diversos trámites, incluida una consulta con el consulado uruguayo en Estocolmo.ñas Ellos nos confirmaron que yo podía viajar y por las dudas nos mandaron sendos certificados donde constaba que teníamos entrada irrestricta al pais. Por la tarde hicimos una escapada a Höllviken a merendar con Johanna y las niñas, y ya a la noche pasamos por lo de Viktoria a dejarle llaves de la casa y del auto mientras Alicia se despedía de Magela. Al mediodía del día siguiente cerramos la casa y tomamos un taxi hasta la estación para llegar con buena anticipación al aeropuerto. El check-in tuvo sus bemoles pues el empleado hizo algunos cuestionamientos a mis documentos, especialmente la constancia de que había cursado la enfermedad, pues la notificación del resultado del test de antígenos del 1 de enero estaba en sueco y no en inglés. Después de muchas idas y venidas, pensamos que probablemente la carta del consulado terminó convenciendolo de que me iban a dejar entrar al Uruguay y nos dió las tarjetas de embarco. En Madrid tuvimos unas cinco horas de espera y cuando nos acercamos a la puerta de embarco vimos que estaban llamando a pasajeros en forma aleatoria para verificar concienzudamente su documentación. Pensé que se repetiría lo de Copenhagen pero felizmente llegó el momento de embarcar antes de que nos tocara esa lotería. El viaje de Madrid a Montevideo fue excelente, y la muy buena cena fue libre de gluten por lo que Alicia no tuvo necesidad de recurrir a sus sandwiches.