23 de Enero 2025
El calor y la sequía continuaban estando presentes en la comarca así que la rutina de playa por la tarde fue diaria hasta el viernes, día en que tuvimos una muy necesaria lluvia por la mañana. Igualmente pudo venir Nicolás a cortar el pasto hacia el anochecer. Al día siguiente fui a buscar el pollo al spiedo que había encargado y para mi sorpresa encontré al pollero descansando a la sombra en una silla playera. Me contó que había tenido un serio trastorno en el corazón y le había cedido la conducción de la pollería a su hijo durante su convalecencia. El hijo había ampliado el rubro pues ofrecía varios productos caseros además de los conocidos alfajores de Minas. Como habíamos invitado a Hilian e Isabel a un asado el día domingo, fuimos de compras al Depósito y preparamos la mesa en la cochera al reparo del sol. Ellos llegaron con un poco de retraso pues no habían contado con el intenso tráfico de temporada desde Punta del Este. Pasamos muy lindo como siempre con ellos y hubo mucha actualización de noticias ya que había trasncurrido un tiempo considerable desde el último encuentro.
Lunes 27. El calor y la sequía continuaban sin tregua y comenzamos a poner en marcha los aparatos de aire acondicionado, además de aprovechar la playa al atardecer. Alicia había cancelado la cita con el oftalmólogo del miércoles al comprobar que era innecesaria. Para hacerse anteojos le bastaba ir a una óptica y pidió turno para hacerlo ese mismo día en la Optica Florida de Maldonado. Después de la consulta y de encargar anteojos nos encontramos con Hilian e Isabel en el restaurante Florida 898 para almorzar con ellos. Nos esperaban allí con el auto lleno y listo para partir a Valizas. Luego decubrió Hilian que había olvidado su billetera y tuvieron que pasar de nuevo por su departamento de Punta del Este a buscarla. Nosotros aprovechamos la ida a Maldonado para mirar cocinas, sin tomar aun una decisión al respecto. Regresando a Piriápolis vimos en el puerto un imponente y curioso yate que quisimos observar de cerca. Llevaba el nombre de Shinkai y estaba registrado en las islas Marshall. Estaba preparado para navegar en el hielo y contaba también con un pequeño submarino, tapado con un encerado. Mucha más información sobre la embarcación en este artículo de nuestra radio local: radiorbc.com/shinkai-el-lujoso-yate-que-visita-el-puerto-de-piriapolis/
Satisfecha esta curiosidad continuamos hasta Playa Grande a disfrutar de la puesta del sol. Marcos llegaba al día siguiente a Montevideo y como Alicia quería verlo a su arribo tomó un ómnibus muy temprano que la dejó en el aeropuerto poco antes de que aterrizara el avión. Luego aprovechó para ir al centro de Montevideo y regresó al atardecer. Mi tarea principal ese día fue tratar de soltar la mesada de la cocina para correrla unos centímetros y hacer lugar para una cocina de 60 centímetros de ancho, cosa que ahora no era posible. Trabajé todo el día pero no logré terminar la tarea, si bien aproveché para intercambiar los chicotes del grifo mezclador de la pileta, que me habían quedado al revés al instalarlo. Continué con la tarea al día siguiente y finalmente logré correr la mesada los 3 centímetros necesarios. El quinto cumpleaños de Ingrid era el 1 de febrero, y por ser sábado hicieron la fiesta con la familia ese mismo día. A la noche fuimos a cenar a La Corniche ya que había un evento de música brasilera a cargo del grupo uruguayo Los Ticholos. Como se hacía la maratón de subida al cerro San Antonio estaba cerrado al tránsito el centro de Piriápolis y tuvimos que dar una vuelta grande para llegar a Punta Colorada. El domingo tuvimos temperaturas muy altas y pusimos en marcha los aparatos de aire acondicionado hasta el momento en que fuimos a la playa San Francisco a ver la espectacular puesta de sol.
Lunes 3 de febrero. Bien temprano fuí a la policlínica a sacar número para pedir turno con nuestra doctora y a las ocho, hora en que comenzaba la atención al público, conseguimos un turno ya que a Alicia le habían pedido un certificado médico de aptitud para la caminata del 1 de marzo. También dejamos en el aserradero una tabla que formaba parte de la mesada de la cocina, a la que había que cortarle los 3 cm. que había corrido el marmol. Me aboqué el martes a modificar el circuito eléctrico de las luces de la mesada para independizar las lámparas del extractor y a la tarde bajamos a caminar por la playa cuando había aflojado un poco el calor. Como bendición del cielo, al día siguiente llegó la esperada lluvia. La tabla estaba lista y fuimos a buscarla, además de aprovechar para hacer algunas compras. Habiendo hecho lugar para la cocina, fuimos el jueves a Maldonado donde dimos con un negocio donde encontramos una que nos gustó y que coincidía con nuestras aspiraciones. Hicimos trato y quedaron en entregarla el miércoles siguiente. También compré dos pares de ´"championes", que así le decían a las zapatillas en Uruguay, ya muy necesarias, sobre todo por haber dejado en un hotel una de un par. La cocina que habíamos comprado no traía la clásica tapa de vidrio tan común en Uruguay por lo que los cerámicos quedaban más a la vista, como también el pobre aspecto de la pastina mal colocada, lo que fue el siguiente proyecto para el viernes. Congo y Lena nos invitaron a reunirnos con ellos al día siguiente a la noche, y Alicia preparó una torta pinocchio como contribución a la cena. Ante mi próxima partida a la Argentina, Alicia comenzó a hacer salidas diarias manejando el auto para poder utilizarlo sin problemas durante mi ausencia. El domingo, con día fresco y ventoso, fuimos hasta Punta Negra y bajamos allí a la playa que tenía mucha más pendiente que la playa nuestra. Yo compré también mi pasaje con Colonia Express para el jueves 20 por la tarde.
Lunes 10. Ese día alcanzamos la temperatura máxima de la ola de calor, alcanzando los 37 grados. Fuimos a la playa, pero recién al anochecer. Yo había pedido también una consulta con la doctora para hacer un chequeo general y nos atendió el martes por la mañana. Regresando a la casa se desató una fuerte tormenta con bastante lluvia. La cocina llegó tal como lo habían prometido y el empleado la desempacó para controlar que no hubiera ningún daño. Era algunos centimetros más baja que la mesada y me aboqué de inmediato a hacer una base de madera para nivelarla. Recién pudimos colocarla en su lugar y conectar el gas al día siguiente. El viernes 14 decidimos que no se cocinaba y almorzamos en forma tardía en el muy buen restaurante "8 nudos" frente a la rambla de los Ingleses. Tuvimos luego un sábado bastente movido, comenzando por el hospital de Maldonado donde Alicia se hizo una ecografía de control de la tiroides. También cambió un par de zapatillas que había adquirido con anterioridad y yo compré el regalo para Olivia. Antes de regresar dejamos ropa usada en un local de Emaus.
Lunes 17. Había concertado una cita con el peluquero y ese día fui por la mañana al centro de Piriápolis a hacerme el corte. A la tarde preparé una buena cantidad de galletitas sin gluten para que Alicia estuviera aprovisionada en mi ausencia. La acacia del terreno vecino que estaba muy cerca del muro y la parrilla crecía a un ritmo feroz y el martes me decidí a cortar las ramas que invadían el terreno de Alicia y las que se acercaban peligrosamente a la chimenea de la parrilla. Le habíamos preguntado a Nicolás si alguien podía tener interés en hacerse de nuestra cocina vieja y fue él mismo quien la quiso, por lo que seguiría prestando servicios un tiempo más, y al día siguiente vino con su carrito a llevarsela. A mí me tocaba hacer la valija y preparar la vianda pues tenía que partir el jueves temprano hacia Montevideo y luego a Buenos Aires. Esa mañana tuve que madrugar para ir a la policlínica y reservar un turno para hacerme el electrocardiograma solicitado por mi doctora, volver a casa, ultimar los detalles finales y bajar a la parada 10 a tomar el ómnibus acompañado por Alicia. Ella aprovechaba para ir a visitar a su amiga Angelita en Montevideo.